Latinoamérica: Desde un Enfoque Epistemológico Rodrigo Walls Calatayud “La vida es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir.” (Milán Kundera) La epistemología surge como doctrina, a comienzos del siglo XX, a partir de una ruptura en el pensamiento humano sobre las ciencias llamadas especulativas. La necesidad humana de fundamentar los problemas planteados por la ciencia da lugar a la aparición de una visión crítica sobre los principios e hipótesis científicas, provocando que emergiera lo que se conoce como ciencia moderna. Del mismo modo, el conocimiento era concebido como una creencia que podía considerarse "verdadera" y que permitía una justificación, pero a consecuencia de la ruptura ya mencionada, se comienza a concebir como un conjunto de etapas en las cuales el individuo se constituye a sí mismo, desde su nacimiento hasta la edad adulta, de modo que la ciencia empezó a estar estrechamente relacionada con el desarrollo humano a nivel social y el conocimiento a vincularse más con la realidad. Epistemología es un término que proviene del griego episteme, que se entiende en algunas ocasiones como "ciencia" y en otras como "conocimiento". En el diccionario de la RAE la palabra epistemología está definida como: “Doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico”. Es decir, es una doctrina que trata los problemas planteados por la ciencia; es un estudio crítico de los principios, hipótesis y resultados de diversas ciencias, destinado a determinar sus fundamentos y su origen lógico, su valor y su contenido. Pero no sólo está relacionada con la ciencia, sino que, también, lo está con la filosofía, ya que se ocupa del origen, trascendencia y finalidad del conocimiento. Robert Blanché dice que la epistemología "se extiende en una zona intermedia entre la ciencia y la filosofía, llegando al límite de ambas” (1973: 21). La epistemología lleva al ser humano a analizar ciertas prácticas sociales, a cuestionarse cómo éstas existen y cómo se han desarrollado; permite acceder a procedimientos para comprender el significado de acciones humanas o resolución de problemas. Y es a partir de estas pautas establecidas que, si nos detenemos un momento a reflexionar, es casi inevitable dudar sobre nuestra cotidianidad, sobre las prácticas sociales a las que estamos acostumbrados y sobre la realidad en la que vivimos como ciudadanos de este país, pero sobretodo que compartimos como latinoamericanos. Esta realidad que enfrentamos está situada en una zona históricamente dependiente y explotada por países occidentales, y desde hace un par de siglos, también por un país del norte de nuestro continente. Sin embargo parece que nosotros como sujetos críticos nos estamos olvidando de tomar conciencia de la situación. Seguimos las pautas del gigante de la globalización y nos olvidamos de actuar para mejorar el entorno de desarrollo social que nos corresponde. Estamos inmersos en un ambiente idiotizador y controlador establecido por grandes empresas e instituciones internacionales y nos estamos olvidando de las necesidades e intereses específicos de nuestra Latinoamérica. ¿Dónde está la visión crítica y la necesidad de fundamentación sobre lo que nos establece la ciencia? Parece que solamente seguimos los parámetros de esta globalización, parece que la identidad latinoamericana se ha convertido en un constante intento de copiar los modelos de los países llamados “de primer mundo” y que el pensamiento científico ha ido perdiendo su esencia crítica. En palabras de Enrique Dussel: “El pensar que no se compromete con la realidad histórica, siendo esta la única realidad que nos ha sido dada para ser vivida, es un pensar sofístico, inauténtico y culpable de solidarización con el statu quo, con la dominación imperial y con el asesinato del pobre” (2014: 12). Los sistemas sociales, políticos y económicos de la Europa de hace varios siglos, fueron establecidos por europeos y para europeos, sin embargo fueron impuestos y adaptados a nuestro continente con el propósito de expandir su hegemonía. Desde la colonización, hasta nuestros días, los occidentales han visto a Latinoamérica como un atractivo territorio para la realización de sueños, deseos y oportunidades. En un principio, se sometió a los pueblos originarios con el pretexto de la evangelización. Actualmente, y desde algunas décadas atrás, el pretexto ha sido el de la globalización. La ciencia que conocemos es mera ciencia occidental. El conocimiento científico se ha intentado mecanizar y nos estamos olvidando de la reflexión e indagación sobre los principios de ella. La situación histórico-social latinoamericana se ha traducido a ámbitos políticos y económicos actuales, en donde un grupo de "gobernantes" manipula al pueblo para sus intereses personales. Lo preocupante es que nuestro territorio ha estado expuesto a esto desde hace más de 500 años; nuestro territorio ha sido saqueado y transformado una y otra vez para beneficio de algunos, sin embargo la historia se sigue repitiendo. Ese rol de sometedor y sometido, que es tan aberrante e inhumano, nos ha llegado a parecer natural debido a que lo experimentamos día con día en la mayoría de los ámbitos sociales de la vida. Pareciera que ya hemos adoptado esta metodología como parte de nuestro perfil latinoamericano y que los ciudadanos estamos conformes con esta situación de “sometimiento”. Se ha producido una “revolución comunicacional”, un arma poderosa del capitalismo con la que, a conveniencia propia, mantiene al pueblo en un estado somnoliento. El ambiente en el que habitamos está construido, en su mayoría, por los medios masivos de comunicación; nos dicen qué hacer, cómo vestir, cómo hablar, qué pensar, etc. y esto fomenta que se vaya perdiendo poco a poco el pensamiento crítico. La parte de cuestionarse y de buscar fundamentos sobre las prácticas sociales se está volviendo una actividad exclusiva de un sector minoritario. ¿Cuánta gente contempla las telenovelas, el futbol y los noticieros sin cuestionar sobre lo que mira? La parte filosófica de la epistemología se ha ido degradando, hay una neblina impuesta por los medios de comunicación que no nos permite mirar lo que en nuestra conciencia se debería desarrollar de manera natural. Estos medios de comunicación inundan de información a las masas; están manejados por ese grupo de personas que busca permanecer donde está y que tiene como objetivo el controlar cada situación que sucede en su territorio de acción. Como menciona Alfredo Mason: "lo que se realiza a través de los medios de comunicación se denomina conducción perversa, pues detrás del sistema no asoma, está oculto, el verdadero poder y sus intereses" (2006: 15). Ahora bien, debemos tener en cuenta que información y conocimiento no son lo mismo. Información son datos ordenados de forma coherente. Y conocimiento es la aprehensión consciente del sentido y significado de la información. Es importante saber diferenciar entre estos dos porque los medios de comunicación nos quieren confundir, nos están vendiendo la información como si fuera conocimiento y lo estamos adoptando como si fuera el “evangelio”; estamos cayendo en la misma repetición de la historia mencionada anteriormente, pero con otra cara. Hay una estructura bien constituida por ese grupo de personas que nos engañan y prometen una realidad que, en términos generales, es utópica. Pero tenemos que abrir los ojos, conocer nuestra historia, nuestras costumbres y nuestro entorno; hay que avanzar para comprender lo que nos sucede desde la raíz del pensamiento. No se trata de decir conceptos nuevos, sino de recordar lo que se ha dicho y que hemos olvidado, se trata de hacer memoria de los hechos para comprender nuestra propia cultura latinoamericana y tener la capacidad de decidir nuestro propio futuro. La epistemología y la filosofía pueden ser latinoamericanas, pueden construirse a partir del pensamiento crítico de nuestro territorio. Debemos aprovechar la mezcla de culturas que la conformamos y unificarlas como una manera de pensar que sea original, que sea regional. El conocimiento científico no tiene derechos de autor. Debemos construir un pensamiento situado, no excluido de la humanidad, pero sí que sea de carácter propiamente “desoccidentalizado”. Lo propio del ser humano es actuar. Y nosotros somos sujetos críticos, somos individuos conscientes, tenemos un pensamiento que nos permite tomar decisiones sobre lo que queremos y que nos da la posibilidad de indagar y cuestionar en cuanto al conocimiento. No debemos ser manipulados y opacados por la “información” que se difunde; somos seres libres y por lo tanto, tenemos que pensar libremente. Somos capaces de decidir si estamos o no de acuerdo con la realidad que nos intentan imponer. Debemos reafirmarnos como lo que somos, dudar de lo que nos parezca dudoso y generar nuestra propia conciencia crítica, ya que es nuestro derecho como seres pensantes; lo que nos hace ser seres humanos. Latinoamérica es libre, es consciente de sí y de su destino comunitario. Referencias Blanché, Robert. (1973). La Epistemología. (A. Giralt Pont, trad.). Barcelona, España:Oikos-Tau Dussel, Enrique. (2014). Para una Ética de la Lliberación Latinoamericana, Tomo 1. Distrito Federal, México: Siglo XXI Editores Mason, A. (2013). Epistemología y dominación, un padecimiento latinoamericano. Temas Y Debates, 0(12), 93-107. Recuperado el 28 de octubre de 2014 de: http://www.temasydebates.unr.edu.ar/index.php/tyd/article/view/118/117 Real Academia Española. (2012). Epistemología. Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Recuperado el 21 octubre 2014 de: http://lema.rae.es/drae/?val=epistemolog%C3%ADa