07 SEX prostitucion 6504 la ila as co a; 03 23/11/04 10:27 Página 1 TEMA MONOGRÁFICO EL RESURGIR DE LAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL Prostitución: un colectivo de riesgo J. del Romero Guerrero, D. Rojas Castro, J. Ballesteros Martín, P. Clavo Escribano y B. Menéndez Prieto d Centro Sanitario Sandoval. Madrid. España. n L de eode ca as enfermedades de transmisión sexual (ETS) representan un importante problema de salud pública y son una causa frecuente de morbilidad, e incluso de mortalidad, no sólo en países en vías de desarrollo sino también en los desarrollados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el mundo se producen aproximadamente 340 millones de nuevos episodios de ETS curables, y los mayores focos se sitúan en el sudeste asiático (150 millones de casos nuevos al año) y en el África Subsahariana (65 millones)1. Se desconocen datos similares sobre otras infecciones crónicas, tales como la producida por el virus del herpes simple (VHS) o por el virus del papiloma humano (VPH). Recordemos que las ETS se caracterizan por ser frecuentemente asintomáticas, particularmente en mujeres, así como por ser un facilitador en la transmisión sexual del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). La irrupción del síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (sida) en 1981 produjo un cambio en los hábitos sexuales de una parte importante de la población que llevó a una posterior disminución no sólo de la incidencia del VIH sino también de otras ETS2. En 1996, con la aparición y el uso generalizado de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) en los países ricos, se marcó un hito en la historia de la infección por el VIH al observarse un significativo descenso de la morbimortalidad producida por dicha infección3,4. Sin embargo, el optimismo generado por esta nueva situación ha sido invocado por algunos investigadores como uno de los motivos relacionados con una vuelta a las conductas sexuales de riesgo, hecho claramente constatado por el notable incremento en los últimos años de la incidencia de algunas ETS, como la sífilis y la gonococia, tanto en personas con serología negativa como en personas diagnosticadas de infección por el VIH5-7. LAS PERSONAS QUE EJERCEN LA PROSTITUCIÓN Y EL RESURGIMIENTO DE LAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL Las personas que ejercen la prostitución (PEP), varones o mujeres, heterosexuales, homosexuales o bisexuales, inmigrantes, travestís/transexuales y (ex) usuarios de drogas inyectadas, constituyen un colectivo muy heterogéneo y sus características sociales, condiciones de trabajo, necesidades y posibilidades de acceso al sistema sanitario varían mucho. Los datos epidemiológicos muestran que en los últimos años se está produciendo un extraordinario aumento en la incidencia de diferentes ETS, especialmente en varones que practican el sexo con varones. Así, en Suecia, las infecciones por Chlamydia en adolescentes han pasado de 14.000 casos en 1994 a 22.263 en 20018. En los Países Bajos se ha encontrado un crecimiento significativo a lo largo del año 2001 en las tasas de gonorrea rectal y sífilis9. En San Francisco (Estados Unidos), los Centers for Disease Control (CDC) informan que se ha pasado de 41 casos de sífilis en 1998 a 495 casos en 2002, donde los varones que practican el sexo con va106 JANO 3-9 DICIEMBRE 2004. VOL. LXVII N.º 1.544 rones han pasado de suponer el 22% de los casos en 1998 al 88% en 200210. En el colectivo de PEP encontramos que los datos respecto a las ETS dan muestra de su vulnerabilidad frente a estas infecciones. Así, en Bangladesh11 se encontró que de un total de 400 muestras analizadas, correspondientes a camioneros, prostitutas, varones que practican el sexo con varones y usuarios de drogas inyectadas, el porcentaje más alto de casos de sífilis se daba en trabajadoras del sexo (56,8%). Un trabajo realizado en Québec (Canadá) encontró una prevalencia de ETS en mujeres que ejercen la prostitución del 10%12. En el sur de los Estados Unidos se ha observado un repunte importante en la tasa de sífilis; se encontró que del total de casos identificados entre 2000-2001, la gran mayoría eran hispanos, el 70% se daba en varones y el 93% estaba relacionado con haber hecho uso de la prostitución13. En Bélgica, al comparar el cribado de cáncer cervical causado por el VPH entre PEP y un grupo control, se encontró que el 77,4% de las trabajadoras del sexo tenía un resultado positivo para uno o más tipos de VPH, en comparación con el 27,6% de las mujeres del grupo control14. Como sucede en otros países occidentales, en España el sexo comercial ha sido poco relevante para la expansión del VIH a la población general. En cuanto a la prevalencia del VIH, encontramos que es significativamente superior en varones que ejercen la prostitución homosexual que en mujeres. Concretamente, en 2003, en una muestra de 1.469 mujeres que ejercían la prostitución, la prevalencia de VIH fue del 0,8%, frente a un 12,2% obtenido a partir de una muestra de 418 varones que ejercían la prostitución15,16. Aunque las tasas de prevalencia del VIH en mujeres que ejercen la prostitución son bajas, encontramos que éstas aumentan notablemente en las consumidoras de drogas por vía parenteral. En la figura 1 pueden observarse las prevalencias de VIH en PEP que acudieron a un centro de ETS/VIH de Madrid, el Centro Sanitario Sandoval, entre los años 1986-2003. Ahora bien, pese a las bajas prevalencias de VIH debidas a transmisión sexual en mujeres que ejercen la prostitución, debe fomentarse el estudio y la prevención en este colectivo ya que, como indicábamos antes, numerosas ETS pueden presentarse en las mujeres de manera asintomática. De hecho, sólo entre el 10 y el 30% de las infecciones por Chlamydia trachomatis y/o Neisseria gonorrhoeae presentan sintomatología. Estas infecciones pueden ser eficazmente controladas mediante un diagnóstico temprano y tratamiento antibiótico. Sin embargo, si no se tratan pueden producir complicaciones y secuelas como son la enfermedad inflamatoria pélvica, la infertilidad, el cáncer de cérvix, la transmisión vertical de ETS y facilitar la transmisión/adquisición del VIH17,18. SITUACIÓN DE LAS ETS/VIH EN PERSONAS QUE EJERCEN LA PROSTITUCIÓN EN ESPAÑA A la hora de hacer una descripción sobre la situación de las ETS/VIH en las PEP en nuestro país, no podemos dejar de lado (2084) 07 SEX prostitucion 6504 03 23/11/04 10:27 TEMA MONOGRÁFICO EL RESURGIR DE LAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL Página 2 Prostitución: un colectivo de riesgo J. del Romero Guerrero, D. Rojas Castro, J. Ballesteros Martín, P. Clavo Escribano y B. Menéndez Prieto 100 80 60 47,9 45,2 40 20,7 20 0 0,8 Varones Mujeres UDI No UDI Figura 1 Prevalencia del VIH (1986-2003). N = 7.063 (161 varones y 6.902 mujeres). TABLA I Número de muestras analizadas y positivas para distintas ETS (Centro Sanitario Sandoval) Muestras procesadas Muestras positivas Totales Prostitución Gonococo N = 2.924 N Chlamydia N = 2.951 N Lúes N = 4.785 N VIH N = 4.770 N 59 4 201 127 44 1 133 5 VIH: virus de la inmunodeficiencia humana. que en estos últimos años se ha producido un importante cambio en el perfil de dichas personas; así, mientras que a principios de los noventa la proporción de mujeres inmigrantes que ejercía la prostitución era algo menor del 35%, en la actualidad supera el 80%19. Con objeto de conocer las conductas de riesgo así como la prevalencia de distintas ETS en mujeres inmigrantes que ejercen la prostitución, se ha realizado un estudio en un centro de ETS/VIH de Madrid (Centro Sanitario Sandoval)20. Se analizaron 579 mujeres, con una edad media de 28,7 años, procedente de Latinoamérica (96%), de las cuales el 49% tenía estudios primarios y el 38% estudios secundarios. Ninguna de ellas tenía antecedentes de consumo de drogas inyectadas. Con relación a las prácticas sexuales con los clientes, se encontró que en el último servicio la práctica más frecuente fue el coito vaginal (78,9%), combinado o no con sexo oral. En el último mes, un 98% refirió haber utilizado siempre el preservativo en el coito anal o vaginal, aunque un 30% de ellas informó de alguna rotura o deslizamiento del preservativo. En cuanto a las prácticas sexuales con las parejas, un 48,9% dijo haber mantenido relaciones sexuales fuera del trabajo, siendo el coito vaginal la más frecuente. Tres de cada 4 mujeres no utilizó nunca el preservativo. Por último, el 1,6% mantuvo relaciones sexuales con una pareja estable consumidora de drogas inyectadas. Ninguna refirió tener una pareja seropositiva. Los resultados mostraron que sólo una paciente tenía anticuerpos frente al VIH (0,17%) y 5 frente al virus de la hepatitis C (VHC; 0,93%). Un 8,1% había tenido contacto con el virus de la hepatitis B (VHB) (anti-HBc+) y un 0,52% tenía una infección activa por este virus (HBsAg+). Un 18% fue diagnosticada de alguna ETS. Concretamente, en el 2,1% de los casos se estableció un diagnóstico de sífilis; en el 14,2%, de cervicitis no gonocócica (por Ch. trachomatis o Mycoplasma), y en el 0,5%, de cervicitis gonocócica. Además, el 27,3% de las mujeres padecía alguna alteración de la flora vaginal, no debida, por tanto, a la transmisión sexual, tal como vaginosis bacteriana (14%) o candidiasis vaginal (13%). En el propio Centro Sanitario Sandoval, durante el año 2003 se analizaron para el diagnóstico microbiológico de gonococia 2.924 muestras. De las 59 muestras que resultaron positivas, 4 pertenecían a mujeres (7%), y todas ellas ejercían la prostitución. También (2085) se analizaron 2.951 muestras para Ch. trachomatis, de las que 201 fueron positivas, correspondiendo un 63% (127) a prostitutas. Respecto a las 4.785 serologías de lúes practicadas, en 44 casos se trataba de sífilis primaria y/o secundaria, correspondiendo 42 a varones que practican el sexo con varones, uno de los cuales ejercía la prostitución homosexual. Un dato especialmente llamativo es que el 30,5% de los sujetos diagnosticados de sífilis primaria y/o secundaria se sabía portador del VIH. Por último, de las 1.472 mujeres no usuarias de drogas inyectadas que ejercían la prostitución y que se realizaron la prueba del VIH, el 0,3% (5 casos) obtuvo un resultado positivo21. En la tabla I se presenta el número de muestras procesadas y el número de resultados positivos para distintas ETS. En 2003 se realizó un estudio cuyo objetivo era estimar la prevalencia y los factores de riesgo para el VPH en trabajadoras del sexo inmigrantes. En el 39% de las 734 mujeres analizadas se detectó el VPH de alto riesgo mediante captura de híbridos-II, más concretamente en el 49% de las menores de 20 años y el 14% de las mayores de 36 años22. A diferencia de la prostitución femenina, la prostitución masculina ha sido objeto de menos trabajos de investigación debido al difícil acceso a esta población. Sin embargo, existen datos provenientes de estudios recientes que muestran que de un total de 47.922 personas que se realizaron las pruebas del VIH en 19 clínicas españolas, el 23,2% ejercía la prostitución, y de este porcentaje, sólo el 3,7% eran varones. Estos 418 varones tenían una edad media de 29,2 años, el 67% era inmigrante y el 41,9% ya se había hecho alguna prueba de VIH en la misma clínica15. El 96,1% informó mantener relaciones sexuales con varones, el 8,2% con personas seropositivas y el 3,3% con usuarios de drogas inyectadas. La prevalencia de VIH en este colectivo fue del 12,2%, porcentaje significativamente mayor que el 0,7% encontrado en estudios sobre prostitución femenina. Ninguno de los varones que ejercían la prostitución exclusivamente heterosexual resultó seropositivo al VIH, y sólo se encontró casuística en los que ejercían la prostitución homosexual. Cuando se describe la conducta sexual de riesgo en PEP, aparece que las relaciones sexuales sin preservativo se mantienen frecuentemente con la pareja estable y no con los clientes. Así, un estudio realizado con 1.057 mujeres que ejercían la prostitución encontró que el porcentaje de uso del preservativo con los clientes en el sexo vaginal era del 67,1%, frente al 12,8% con la pareja estable; en cuanto al sexo anal, el porcentaje de uso del preservativo con los clientes era del 46,9%, frente al 13,4% con la pareja estable23. Un patrón que no sólo se observa en mujeres sino también en varones, como muestra un estudio que encontró que el 52% de los sujetos encuestados, varones que ejercían la prostitución, utilizó de manera sistemática el preservativo con los clientes, frente a un 41% que lo utilizaba de manera sistemática en las relaciones sexuales en el ámbito privado24. ¿CÓMO EVITAR EL AUMENTO DE LAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL EN PERSONAS QUE EJERCEN LA PROSTITUCIÓN? EL PAPEL DE LA PREVENCIÓN El sistema sanitario supo organizarse ante la aparición del VIH, y su reto es ahora el de establecer hábitos saludables duraderos. La Secretaría del Plan Nacional sobre el Sida, dentro del Plan Multisectorial 2001-200525, planteaba, entre otros, como principales objetivos para la prevención del VIH y otras ETS en PEP las siguientes cuestiones: JANO 3-9 DICIEMBRE 2004. VOL. LXVII N.º 1.544 107 07 SEX prostitucion 6504 03 23/11/04 10:27 TEMA MONOGRÁFICO EL RESURGIR DE LAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL Página 3 Prostitución: un colectivo de riesgo J. del Romero Guerrero, D. Rojas Castro, J. Ballesteros Martín, P. Clavo Escribano y B. Menéndez Prieto – Aumentar el conocimiento y las habilidades de las PEP para negociar mejor prácticas sexuales más seguras con clientes y con parejas estables. – Caracterizar las necesidades preventivas de subgrupos específicos de este colectivo con mayor vulnerabilidad. – Facilitar la puesta en marcha de programas de acercamiento a travestís y varones que ejercen la prostitución. – Mejorar la accesibilidad al sistema sanitario, especialmente a los servicios de ETS y programas de prevención de VIH. En la actualidad, las estrategias preventivas se centran sobre todo en el diagnóstico y el tratamiento para las ETS, así como en el suministro de preservativos. Ahora bien, la prevención en PEP no sólo debería plantearse los objetivos más “clásicos”, sino que también debería tener en cuenta otras muchas circunstancias frecuentes en este colectivo. Así, por ejemplo, dado que más del 80% de las mujeres que ejercen la prostitución son inmigrantes, las estrategias preventivas deberían adaptarse a la población inmigrante. Habría que considerar qué representa para estas mujeres el desarraigo de su país, el estar lejos de familia y amigos, y en algunos casos el desconocimiento de nuestro idioma, las dificultades de enfrentarse a una forma de vida diferente en la que desempeñan un trabajo no deseado y distinto del que realizaban en su país de origen, los problemas inherentes a su situación de irregularidad legal, diferentes maneras de sentir y vivir la enfermedad, y fuertes cargas económicas y familiares. Estos potenciales condicionantes de las prácticas sexuales de riesgo en PEP podrían tratarse mediante la realización de campañas en distintos idiomas, generando programas de intervención dirigidos a personas que se encuentren en situación de vulnerabilidad legal, socioeconómica y afectiva, y colaborando con asociaciones de inmigrantes y minorías étnicas. Por último, la sanidad pública debería facilitar el acceso a las pruebas de diagnóstico de las ETS/VIH en centros especializados, anónimos y gratuitos a determinadas poblaciones más inaccesibles al sistema sanitario. No debemos olvidar que estos centros especializados en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las ETS se han mostrado como lugares particularmente útiles para la captación de PEP, inmigrantes y otros grupos poblacionales con dificultades para acceder al sistema sanitario normalizado, un aspecto que debería reforzarse. La identificación de los factores asociados a la conducta sexual de riesgo y la sensibilidad del personal de atención primaria a los mismos permitiría proporcionar una información veraz, adecuada y adaptada sobre los riesgos reales de transmisión de las ETS para cada colectivo en particular. Bibliografía 1. WHO. Global prevalence and incidence of selected curable sexually transmitted diseases: overview and estimates. Geneva: World Health Organization, 2001. 108 JANO 3-9 DICIEMBRE 2004. VOL. LXVII N.º 1.544 2. Judson FN. Fear of AIDS and gonorrhoea rates in homosexual men. Lancet 1983;2:159. 3. Palella FJ Jr, Delaney KM, Moorman AC, et al. Declining morbidity and mortality among patients with advanced human immunodeficiency virus infection. N Engl J Med 1998;338:853-60. 4. Castilla J, Sobrino P, de la Fuente L, et al. Late diagnosis of HIV infection in the era of highly active antiretroviral therapy: consequences for AIDS incidence. AIDS, 2002;16:1945-51. 5. CDC. 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