"Quite la sal de su dieta y nos vemos en un mes".

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"Quite la sal de su dieta y nos vemos en un mes"
Complejidad del manejo nutricional del paciente hipertenso
Dr. Daniel Piskorz
El plan alimentario, habitualmente denominado dieta, es uno de los pilares básicos del tratamiento de distintas enfermedades, y en
particular de la Hipertensión Arterial. Sin embargo, es una de las variables que genera más resistencia en los pacientes, y por lo
tanto, que más transgresiones sufre. En algunas ocasiones, los pacientes refieren que los esquemas son demasiado rígidos y
monótonos, y en este contexto se sienten prisioneros del mismo. Esto puede deberse, al menos en algunas circunstancias, a que
no se han explicado con claridad los objetivos del esquema terapéutico; otras veces porque no se han explicitado substitutos
suficientes a la dieta habitual del paciente, de modo tal que la alimentación sea variada, y por ende, facilitar su cumplimiento.
Fundamentos para indicar una dieta hiposódica en hipertensión arterial
Diversos estudios epidemiológicos, trabajos de investigación básica y ensayos clínicos controlados dan sustento a la importancia
de la ingesta excesiva de sodio en la fisiopatogenia de la Hipertensión Arterial, fundamentalmente en la forma de sal de cloruro de
sodio. Los valores promedio de presión arterial en los países desarrollados son más elevados que en otros países, a pesar de que
la relación entre la ingesta de sodio y la presión arterial debería ser similar; tanto en países desarrollados como en países en
desarrollo, y se podría afirmar que por cada 100 mmol / 24 horas que se incrementa la ingesta de sodio se verificaría un aumento
de la presión arterial sistólica entre 5 y 10 mm Hg y de la presión arterial diastólica entre 2,5 y 5 mm Hg; además, se puede
observar que estas elevaciones de las presiones arteriales son mayores en individuos de edad avanzada y cuanto mayor sean las
cifras al iniciar el tratamiento. Así mismo, en ensayos clínicos controlados de más de 5 semanas de duración, una reducción de la
ingesta diaria de sodio equivalente a 50 mmol, ó 3 gramos de sal de mesa, lo que es fácilmente alcanzable con un moderado
control dietético, podría reducir la presión arterial sistólica en 5 mm Hg y la presión arterial diastólica en 2,5 mm Hg. Un hecho
significativo, y necesario de remarcar, es que si esta reducción en la ingesta diaria de sodio se pudiera extender en forma masiva a
la población, la incidencia de infartos cerebrales se lograría disminuir en un 26 % y la cardiopatía isquémica en un 15 %.
Fisiopatología de la hipertensión arterial y el sodio
En el sujeto con predisposición genética para padecer Hipertensión Arterial existiría una incapacidad del riñón para eliminar
determinada carga de sodio con presión arterial sistémica normal. La consecuencia de ello sería una retención de sodio y agua,
con expansión del volumen extracelular, y del volumen plasmático total y el gasto cardíaco. En este contexto, se ponen en juego
mecanismos de autorregulación, que aumentan la presión arterial y la presión de perfusión renal, restableciéndose la normal
excreción de sodio y agua. La respuesta es básicamente un aumento del tono vascular cuando aumenta el flujo de sangre a un
órgano, y a nivel renal se denomina natriuresis por presión, pero que con el paso de los años, y con la presencia sostenida de
estas alteraciones hemodinámicas, pierde progresivamente su capacidad compensatoria, por lo que son necesarios mayores
niveles de presión arterial para mantener la homeostasis. Los sujetos normales modulan la respuesta a la angiotensina II tisular a
partir de la carga de sodio de los alimentos, de modo que cuando la misma es elevada se suprime la secreción de aldosterona en
la glándula suprarrenal, aumenta la respuesta vascular a angiotensina II, principalmente a nivel renal, y aumenta el flujo plasmático
renal, y todos estos mecanismos llevan a una mayor eliminación renal de sodio. En aproximadamente el 40 % de los pacientes
hipertensos arteriales, y especialmente en individuos de edad avanzada, la sobrecarga alimentaria de sodio genera una respuesta
anormal, y se los denomina no moduladores, ya que no se suprime la secreción de aldosterona, no se incrementa la respuesta
vascular a angiotensina II, y no aumenta el flujo plasmático renal, por lo que carecen de los mecanismos que regulan la
homeostasis de este electrolito. En conclusión, conceptos como " sal sensibilidad ", " natriuresis por presión ", o " no moduladores
", estarían fuertemente ligados a la fisiopatogenia de la Hipertensión Arterial a partir de la sobrecarga de sodio alimentario, aunque
esto ocurre en no más de la mitad de los individuos que padecen esta enfermedad y fundamentalmente en los de mayor edad.
Requerimientos diarios de sodio y fuentes alimentarias
Las pérdidas diarias de sodio en un sujeto adulto en condiciones basales oscilan alrededor de los 60 mgrs, lo que es equivalente a
3 meq. Por la orina se eliminan entre 10 mgrs y 30 mgrs; por piel no considerando el sudor aproximadamente 25 mgrs; y por
materia fecal 10 mgrs, aunque puede llegar hasta los 100 mgrs, con escasas variaciones en relación a las ingestas. Las pérdidas
por saliva, lágrimas, cabellos, uñas, semen y menstruación son de escasa significación. Por lo expuesto, las vías de eliminación
que juegan un rol fundamental para mantener la homeostasis del sodio son la cutánea y la renal. Las pérdidas por piel en personas
con un ingreso diario de 100 mgrs a 150 mgrs no superan los 25 mgrs / día, y son fundamentalmente por perspiración. En sujetos
sometidos a tareas físicas intensas y altas temperaturas el contenido de sodio en el sudor está directamente relacionado a su
ingreso, de modo tal que aunque el contenido de sodio sea de 100 mgrs por litro de sudor, se deberían sudar 10 litros para que las
pérdidas de sodio fueran de 1 gramo; por lo que aún en las condiciones más tórridas, y aún con un desgaste físico mayor que lo
habitual, la homeostasis del sodio está asegurada con las ingestas racionales del mismo.
Un lactante alimentado con leche materna recibe entre 130 mgrs y 230 mgrs de sodio diario ( 5 meq á 10 meq ), cantidad que
cubre satisfactoriamente sus necesidades básicas. Los requerimientos de un adolescente en desarrollo son relativamente mayores
que los del adulto debido al contenido de sodio en los tejidos en formación; por lo tanto, deben sumarse a las pérdidas de 60 mgrs
un suplemento de 25 mgrs por estas causas, y otros 100 mgrs aproximadamente por pérdidas por sudor para su actividad física
normal, en consecuencias, las necesidades diarias son cubiertas con una ingesta de 180 mgrs a 210 mgrs ( 8 meq a 9 meq ó 500
mgrs de sal común de mesa ). Se ha señalado que el hombre primitivo vegetariano absoluto tuvo una ingesta de sodio de
alrededor de 100 meq / día ( 230 mgrs de sodio ó 600 mgrs de cloruro desoído ); y cuando pasó a ser estrictamente carnívoro de
aproximadamente 60 meq / día ( 1400 mgrs de sodio ó 3,5 grs de cloruro de sodio ). Una dieta civilizada racional debería contener
85 meq / día de sodio ( 2 grs de sodio ó 5 grs de cloruro de sodio ). A pesar de que el consumo diario de sal varía de país en país,
inclusive dentro del mismo país de región a región, y aún dependiendo del sexo y de la edad, se puede estimar que el consumo
diario promedio de cloruro de sodio sería de 8 grs hasta 15 grs ( hasta 260 meq ó hasta 6 grs de sodio ), y esto es lo que se
denomina la dieta occidental, supuestamente " civilizada ". Estudios epidemiológicos y análisis estadísticos permiten sospechar
que entre el 25 % y el 50 % del consumo de sodio en la dieta de los países occidentales proviene del uso discrecional de sal de
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mesa en la cocción de los alimentos o el agregado de sal en la mesa a los productos ya elaborados y servidos para su consumo. El
contenido de sal en los alimentos naturales sería no mayor al 10 % de lo que se consume diariamente, por lo que la cantidad
restante provendría de la adición de sal en la manufacturación de los alimentos. Siguiendo con el análisis del contenido de sodio
en los diversos alimentos, se debe destacar que las concentraciones del mismo en el agua son muy bajas respecto a otros
productos, y se considera que la carga de sodio proveniente de la ingesta diaria de agua no supera el 1 % de la carga total.
Dietas hiposódicas
Las dietas hiposódicas se pueden clasificar de acuerdo a su contenido de sodio en:
A. Dieta hiposódica estricta: contiene hasta 17 meq de sodio ( 400 mg de sodio ó 1 gr de cloruro de sodio )
B. Dieta hiposódica moderada: contiene hasta 45 meq de sodio ( 1 gr de sodio ó 2,5 grs de cloruro de sodio )
C. Dieta hiposódica leve: contiene hasta 85 meq de sodio ( 2 grs de sodio ó 5 grs de cloruro de sodio )
Las dietas hiposódicas leves constituyen una restricción muy moderada que se puede alcanzar con sólo la limitación del consumo
de productos panificados, y suprimiendo o limitando el empleo de sal de mesa común así como el de alimentos manufacturados,
exceptuando las frutas envasadas en almíbar, y otros productos cuyo contenido sea conocido. De este modo, se pueden bajar las
cifras de presión arterial entre 5 mm Hg y 10 mm Hg en una significativa cantidad de pacientes hipertensos arteriales, los
denominados " sal sensibles ", y aunque no todos los pacientes puedan responder a esta moderada reducción en la ingesta de
sodio, no existiría ningún inconveniente para retornar a la dieta natural, con bajo contenido en sodio, consumida por nuestros
ancestros a través de la historia hasta el pasado reciente. La reducción de sodio puede minimizar las pérdidas de potasio inducida
por los diuréticos, y además, los alimentos frescos, con bajo contenido de sodio, concentran mayores cantidades de potasio que
las que están presentes en las formas procesadas de los mismos. Restricciones más rígidas de sodio pueden ser necesarias en
pacientes con Insuficiencia Renal o Insuficiencia Cardíaca.
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Última modificación: Tuesday, 31 de October de 2006, 08:06
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