La evaluación científica de los beneficios de la EPA y DHA

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RESUMEN DE LA EVIDENCIA DISPONIBLE DEL BENEFICIO DE ÁCIDOS GRASOS EPA Y DHA.
MARZO 2015. IADSA.
1-. Revisión sistemática y meta-análisis del impacto de la ingesta baja a moderada de
ácidos grasos omega 3 de cadena larga en el riesgo de enfermedad coronaria (MusaVeloso et al. 2011)
El objetivo de este estudio fue determinar si el consumo diario de DHA y EPA ≥ 250 mg
frente a <250 mg, se asocia con una reducción del riesgo de enfermedad coronaria fatal y
no fatal en los individuos sin historia previa de enfermedad coronaria, es decir, prevención
primaria. Una revisión exhaustiva y sistemática de la literatura científica publicada dio
como resultado la identificación de ocho estudios prospectivos (siete cohortes y un
estudio de caso-control pareado). En relación con el consumo diario de DHA y EPA ≥ 250
mg, se asoció con una reducción significativa de un 35,1% en el riesgo de muerte cardíaca
súbita y una reducción casi significativa de 16,6% en el riesgo del total eventos coronarios
mortales, mientras que el riesgo de infarto de miocardio no mortal no se redujo
significativamente. En varios meta-análisis, basados en estudios en Estados Unidos, el
riesgo de muerte por enfermedad coronaria se encontró que era dependiente de la dosis
y se reduce por la ingesta de dosis superiores a 250 mg/día de DHA y EPA. Datos
prospectivos observacionales y de intervención procedentes de Japón, donde el consumo
de pescado es muy alto, sugieren que la ingesta de DHA y EPA de 900 a 1000 mg/día o
mayores, pueden conferir protección contra el infarto de miocardio no fatal. Los autores
concluyen que una ingesta diaria de 250 mg de DHA y EPA, se debe considerar como un
objetivo mínimo de ingesta y no como un objetivo absoluto de ingesta.
2-. La Evidencia Epidemiológica.
A partir de estudios epidemiológicos que muestran una relación inversa entre la ingesta
de DHA y EPA y los resultados de ECV, se observó que una dosis mínima de 250 mg/día
reducen significativamente el riesgo de eventos cardiovasculares. La evidencia de estudios
de prevención primaria y secundaria de las enfermedades cardiovasculares proporciona
datos que sugieren que un total de 250 mg/día de DHA y EPA reduce la mortalidad por
enfermedad coronaria del corazón o muerte súbita en personas con y sin ECV.
Los resultados de estudios observacionales y de cohorte prospectivos proporcionan
evidencia solida para la asociación entre un mayor consumo de DHA y EPA marino, y la
reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares en la población general. Por
ejemplo, He et al. (2004) realizaron un meta-análisis con datos de 13 cohortes incluyendo
222.364 individuos recolectados durante una media de 11,8 años por muerte de
enfermedad coronaria. Cada incremento diario de 20 g en la ingesta de pescado se asoció
con una reducción significativa del 7% en la mortalidad por enfermedad coronaria.
Whelton et al. (2004) en un meta-análisis de 14 estudios de cohortes y cinco estudios de
caso-control concluyeron que el consumo de pescado frente al no consumo de pescado se
asoció con una reducción de un 20% del riesgo de enfermedad coronaria fatal y una
reducción de un 10% del riesgo de cualquier evento de enfermedad coronaria. En un
meta-análisis de siete estudios de cohortes, Konig (2005) mostró que el consumo de
pequeñas cantidades de pescado se asoció con una reducción del 17% en el riesgo de
mortalidad por enfermedad coronaria y una reducción del 27% en el riesgo de infarto al
miocardio no fatal. Mente et al. (2009) demostraron que el riesgo de enfermedad
coronaria se redujo en un 14%, basado en 13 estudios de cohortes que evaluaron la
ingesta diaria de DHA y EPA. Observaciones de Skeaff y Miller (2009) se basaron en 22
estudios de cohortes, y compararon ingestas altas y bajas de DHA y EPA, que se asociaron
con una reducción del 16% en la mortalidad por enfermedad coronaria y una reducción
del 38% en la muerte súbita cardiaca (la última basada en cuatro estudios de cohorte).
Como se mencionó en las secciones 3.1.1 y 3.1.3 del primer documento de consulta, los
expertos de FAO/OMS no hicieron una distinción entre la fuerza de la evidencia para la
prevención primaria y secundaria, y concluyeron que la totalidad de la evidencia es
convincente sobre el efecto de DHA y EPA en la reducción del riesgo de enfermedades
coronarias. Sobre la base de la gran cantidad de estudios de cohorte prospectivos, se
puede concluir que hay evidencia consistente y convincente de los efectos beneficiosos de
DHA y EPA para la prevención primaria de la enfermedad cardíaca en la población general.
3-. Estudios de intervención en humanos
•
Estudios de intervención aleatorios realizados en humanos que investigan los
efectos de DHA y EPA en la reducción del riesgo de enfermedad coronaria se han
llevado a cabo principalmente en pacientes con enfermedad coronaria previa, es
decir, prevención secundaria. Estos estudios han proporcionado la evidencia más
fuerte de una relación causal entre el consumo de DHA y EPA y un menor riesgo de
enfermedad coronaria. Un ejemplo es el meta-análisis de ensayos controlados
aleatorios que analizaron la relación entre el consumo de DHA y EPA y la presión
arterial (PA) (Miller et al. 2014). Los resultados demostraron que DHA y EPA son
tan efectivos, y en algunos casos más efectivos, que otras intervenciones
relacionadas con estilos de vida, incluyendo el aumento de la actividad física y la
restricción de alcohol y el consumo de sodio, para disminuir la PA entre las
poblaciones de hipertensos que no tomaban medicación antihipertensiva.
•
Arkesteijn et al. (marzo de 2015) han comentado que, debido a que los ensayos
controlados aleatorios son difíciles de llevar a cabo en la población general, la
mayoría de los estudios se llevan a cabo en pacientes con enfermedades
cardiovasculares, y por lo tanto los resultados son relevantes principalmente para
la prevención secundaria y no siempre su efectividad puede ser extrapolada a la
prevención primaria. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la fisiopatología de
las enfermedades cardiovasculares es la misma, ya sea para un primer o segundo
ataque al corazón. De ahí que los beneficios potenciales se refieren no sólo a
individuos sanos, sino también para aquellos que pueden haber sufrido eventos
cardiovasculares adversos. Los meta-análisis realizados hasta el 2010, en general
apoyan la conclusión de que los ácidos grasos omega 3 de origen marino reducen
las enfermedades coronarias, especialmente en pacientes con infarto al miocardio
y con eventos de enfermedades coronarias previos (Mente, 2009; Skeaff y Miller,
2009; León, 2008; Marik, 2009; Zhao, 2009; Filion, 2010). Los resultados de los
meta-análisis para la prevención secundaria de las enfermedades coronarias por la
ingesta de DHA y EPA se basan en su mayoría en los estudios de DART-1, GISSI-P y
DART-2. Sin embargo, meta-análisis recientes no se han encontrado efectos
beneficiosos de la suplementación con omega 3 para la prevención secundaria
(Kwak et al 2012;. Rizos et al 2012). La ausencia de efectos beneficiosos se han
atribuido a las cantidades relativamente bajas de DHA y EPA utilizadas y al bajo
poder estadístico de estos estudios (Arkesteijn et al. 2015).
Por otra parte, otra hipótesis para explicar la falta de efecto en los ensayos más
recientes, es que el efecto beneficioso de DHA y EPA podría estar enmascarado por
las eficaces terapias farmacológicas utilizadas actualmente, las cuales podrian
anular u ocultar los beneficios adicionales de la suplementación con DHA y EPA.
En resumen con respecto a las ECV, estudios epidemiológicos prospectivos y estudios de
intervención dietéticos indican que el consumo de pescado azul o de suplementos
dietarios de omega 3 (equivalente a un rango de 250 a 500 mg/día de DHA y EPA)
disminuyen el riesgo de mortalidad por enfermedades coronarias y muerte súbita cardíaca
(Flock et al., 2013). Los efectos de DHA y EPA en adultos sanos, en relación con la
prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares, son considerados como los
más relevantes para el establecimiento de un VRN (Harris et al 2009;.Flock et al 2013).
Observaciones adicionales
Los países con un consumo de pescado graso relativamente alto, como Noruega, España y
Japón, tienen una ingesta media de DHA y EPA en el rango de 700 a 900 mg/día (Elmadfa,
2009). Varios estudios poblacionales realizados en Japón, sugieren que la ingesta DHA y
EPA no se asocia con reducciones en el riesgo de eventos coronarios fatales. Sin embargo,
los resultados de estos estudios son a menudo difíciles de interpretar ya que las ingestas
de estos acidos grasos eran muy altas, incluso en los grupos control (por ejemplo, 300-400
mg/día) (Musa-Velosaet al. 2011).
Aunque hay otros nutrientes en los peces, por ejemplo taurina, arginina, glutamina,
selenio, calcio, vitamina D y vitaminas del complejo B que pueden proporcionar beneficios
cardiovasculares, la gran cantidad de datos científicos indican que DHA y EPA de origen
marino son los componentes activos responsables de la relación inversa entre el consumo
de pescado y los eventos cardiovasculares en la población general. Cabe señalar que DHA
y EPA pueden ser sintetizados en el organismo mediante el alargamiento y desaturación
del ácido α-linolénico (ALA). Sin embargo, el consenso es que la conversión de ALA a DHA
y EPA es modesta, limitada y lenta, con una tasa de conversión total promedio de
alrededor del 4-5% (Brenna, 2002). En general se acepta que las concentraciones en
sangre de DHA y EPA sólo se pueden aumentar de manera efectiva por el consumo de
fuentes marinas (Brennaet al. 2009).
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