La participación directa Mauricio Castaño H. Historiador [email protected] La ampliación de la democracia implica mayores niveles de participación directa. Suena simple, pero no es tan sencillo. En la democracia imperfecta, la representación es uno de los principales obstáculos que falsean la democracia. Por guardarse la información, el ángel cayó, se volvió maldito. Igual ha sucedido en las democracias modernas, a los hombres que se les ha delegado un poder, terminan traicionando a quienes se los otorgaron. Los efectos más palpables vienen por cuenta de la corrupción, que genera más pobreza y amplía las brechas de desigualdad social. En suma, frena el desarrollo que pueda tener un país, una ciudad, un municipio. No quiere darse a entender que la representación en la democracia sea innecesaria, sino que es insuficiente para alcanzar grados de perfección en el sistema democrático. Por lo que se conoce de la democracia representativa y al llegar a concentrar mucho poder, es frecuente que se deslice hacia la corrupción. Citemos un ejemplo en pleno siglo XXI, en donde se constata, por más inverosímil que parezca, la existencia de viviendas sin servicios de alcantarillado, viviendas que no cuentan con servicio sanitario, y en donde las personas tienen que salir a hacer sus necesidades fisiológicas en plena tierra, igual a como lo hace cualquier animal. El hecho sucedió en el municipio de Sutamarchán en Boyacá. Cuando se pensaba que la solución estaba cerca para la población miserable, el mandatario desvía los recursos a otro territorio, en lo que se incluye las tasas de sanitario, para otros pobladores de su gusto electoral. La denuncia fue hecha en el Programa Séptimo Día del canal caracol, emitido el domingo 21 de noviembre de 2010. La lista inverosímil podría seguirse, como decir que existe gente en Colombia y en el mundo que nunca han hablado por teléfono. Es de la rutina la constatación de estos hechos que falsean la democracia, en donde la burocracia aleja al ciudadano común de las decisiones y beneficios de la cosa pública. El hombre débil es presa fácil de la corrupción. Y es aquí donde tiene mucha razón de ser la calidad de los liderazgos que deben encarnar los hombres que pertenecen a los partidos políticos. Por lo que conocemos, el Partido de los Trabajadores del Brasil, tiene en alta estima la consciencia y la voluntad de los copartidarios para resolver las necesidades básicas de los habitantes. Más que individuos queriendo escalar alguna posición egoísta, existe es una voluntad noble, una concepción de Partido. Esa es la complementariedad de la que tanto hace referencia el líder brasilero Raúl Pont en sus escritos y conferencias. El defecto de la representación está en que genera aislamiento de lo cotidiano. Por el contrario, en la representación directa se dan mayores garantías para visibilizar las necesidades de la gente, que para cualquier gobierno o gobernante es difícil su conocimiento. En consecuencia, las soluciones más insospechadas provienen de las más variadas voces, no de un grupo selecto o iluminado, sino de las gentes más simples. Por tal razón no resulta vano, darle a conocer a los ciudadanos cifras y datos que componen los Planes de Desarrollo, de cómo funcionan los tributos. La participación directa logra beneficios palpables. Las soluciones devienen concretas, y no demagógicas. La experiencia brasilera reporta un saldo de confianza de la ciudadanía hacia el sistema democrático, al generar transformaciones dignas y reales de las condiciones de vida en derechos que debería tener todo viviente humano: agua potable, servicios sanitarios, educación, vivienda digna, trabajo, etc. En el caso de Medellín, aunque en la actualidad no existe una medición de impacto, es interesante constatar los beneficios que ha representado los Ensambles Artísticos, entre otras obras, que ha reportado el programa de Presupuesto Participativo. Es muy diciente los miles de jóvenes beneficiados, que están edificando vida, que han sido arrebatados de las garras criminales de la violencia. ¡Obras son Amores! Contrario a la concepción excluyente de la participación, mientras más gente haya opinando sobre los problemas y las posibles soluciones, la democracia en los territorios será más completa. Es la posibilidad de gestionar la ciudad, el municipio, la localidad, la zona, la comuna, desde el diálogo de saberes que ostentan tantos los técnicos de Gobierno como el líder social. Es la construcción de abajo hacia arriba, no al contrario. Es también, un proceso, claro está de información y formación constante. No hay nadie absolutamente ignorante que no tenga nada que enseñar, como tampoco existe nadie absolutamente sabio que no tenga nada por aprender.