LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS DE LOS MISIONEROS

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LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS DE LOS MISIONEROS
Por Lic. Carl Martinsen
Tesorero de FAM Internacional
Material tomado de: David Pollock/Interaction Inc.
Estuardo Salazar Gini, M.Ed./ACSI Latinoamérica
INTRODUCCIÓN
Ser un hijo de misionero no es un problema, tampoco es una enfermedad; no es algo que hay
que superar o para lo cual hay que someterse a una terapia. Los hijos de los misioneros son
un invaluable recurso. Algunos de nuestros misioneros latinoamericanos son hijos de
misioneros nacidos en nuestros países que, habiendo crecido entre culturas, han podido
aprovechar oportunidades para desarrollar habilidades transculturales que les permiten ser
altamente efectivos en su propia tarea misionera u otro llamado vocacional. Su educación y
formación juega un papel crucial en la estabilidad de la familia misionera.
En círculos norteamericanos se usa el término genérico “third-culture kid” (“niños de tercera
cultura”) abreviando TCK, para referirse, no sólo a los hijos de los misioneros, sino a todos
los niños de familias con un alto grado de movilidad internacional que incluye también a
diplomáticos, hombres de negocios, militares, etc. Este término fue acuñado hace unos 40
años por la Dra. Ruth Useem, profesora de sociología en la Michigan State University. El
término enfatiza la tercera cultura que resulta de la combinación de la cultura de los padres
con la cultura del país anfitrión. Según las razones que se expondrán, los latinoamericanos
usaremos el término “niños multiculturales” (NMC) para describir a estos mismos niños y
jóvenes.
I.
El término Niños Multiculturales (NMC).
Los latinoamericanos poseemos una rica multicultura desde antes de salir al campo
misionero. Esta latente multicultura se torna un tanto más compleja que la resultante “tercera
cultura” de los TCK’s. En lugar del término “niños de tercera cultura” que para algunos
oídos puede tener una connotación negativa, usaremos el término “niños multiculturales”.
II.
Definición.
Un niño multicultural (NMC) es un individuo que, habiendo pasado un período significativo
de sus años formativos en una cultura ajena a la cultura de sus padres, desarrolla un sentido
de vinculación con varias culturas, sin identificarse plenamente con ninguna.
III. Ventajas de los NMC.
A.
Habilidad lingüística.
De acuerdo a las investigaciones de la Dra. Useem, noventa por ciento de los NMC tienen
fluidez en, por lo menos, un segundo idioma. El otro diez por ciento no tiene mayor
problema para aprender o comunicarse en otro idioma.
B.
Destrezas transculturales.
Los NMC no están conscientes de ello y si usted les pregunta probablemente no podrán hacer
una lista de estas destrezas. Un ejemplo claro es su inusual habilidad de observación. Al
encontrarse en situaciones nuevas han aprendido a observar lo que la gente hace para no
sentirse fuera de lugar al hacer lo que no es apropiado.
C.
Adaptabilidad.
El NMC tiende a acomodarse y conformarse al ambiente donde se encuentra, sin que eso
signifique necesariamente comprometer sus valores y principios. Tan pronto percibe dónde
se encuentra y qué está pasando, desarrolla la capacidad de encajar y hacerse parte de la
nueva situación.
D.
Cosmovisión.
Contrario a una persona monocultural, el NMC tiene una perspectiva tridimensional de la
vida y las cosas. Su percepción de las cosas va más allá de la pantalla de la televisión o la
portada de los periódicos. Es capaz de ver detrás de una imagen o una fotografía a gente y
vivencias reales. Aún cuando no haya estado en el lugar del que habla el titular de prensa, su
universo es más amplio que el del lector común.
E.
Madurez.
Los NMC tienden a reflejar ser dos o tres años mayores que sus compañeros monoculturales
de la misma edad. Esto se manifiesta especialmente en los primeros años universitarios.
IV. Desventajas en la vida de los NMC.
A.
Falta de raíces.
Cuando alguien se muda a otro país y pasa por un proceso de ubicación (mudándose en
promedio hasta 8 veces en un período de 18 años), puede tener algo de dificultad en poder
identificarse con un lugar geográfico en particular al que pueda llamar su casa.
B.
Inestabilidad en sus relaciones.
En el fondo un NMC sabe que ninguna relación durará por mucho tiempo. En algún
momento sus padres o alguna de las otras familias misioneras cambian de planes y es tiempo
de moverse. Siempre es tiempo de decir adiós. Pero en el fondo, lucha por el deseo de
mantener relaciones, por ello, los NMC son los mejores clientes de la oficina de correos, las
compañías telefónicas y las líneas aéreas. La conveniencia del correo electrónico está
ayudando a ahorrar algo de dinero en el afán de mantener relaciones a pesar de la distancia.
Como lo expresó un NMC: “MI concepto del cielo es un lugar en donde todas las personas
que conozco estén en un solo lugar”. Esta falta de estabilidad en las relaciones
(especialmente al llegar a afectar relaciones de amistad juvenil y noviazgo) puede dar lugar a
una amargura interna en contra de los padres, la misión o quienquiera que sea responsable de
una vida tan nómada.
C.
Inseguridad.
Es la sensación de que hay algo que yo debiera saber pero no lo sé cuando lo necesito. El
NMC sabe muchas cosas, pero en determinados círculos pareciera no contar con la
información vital que necesita para ser parte del mismo. Acontecimientos triviales que son
moneda corriente para todos los que le rodean parecieran haber sucedido cuando él estaba en
alguna otra parte.
CONCLUSIÓN
El hijo de los misioneros es un ser con características y necesidades particulares que no tuvo
la oportunidad (como sus padres) de ir a cursos de adaptación transcultural y no cuenta con
toda la madurez emocional de un adulto para responder adecuadamente a los cambios y
presiones de la vida misionera. Los padres y educadores de estos niños tienen la gran
responsabilidad de ser sensibles a estas necesidades y suplirlas sabiamente. El descuido y la
negligencia deliberada en el trato de esta problemática será el talón de Aquiles que Satanás
aproveche para intentar socavar la estabilidad de la familia del misionero latinoamericano y
retornarle prematuramente a casa.
Bibliografía
Pam Echerd y Alice Arathoon, Understanding and Nurturing the Missionary Family, William
Carey Library, Pasadena, California (1989). Extraído del capítulo 25 (Being a Third-Culture
Kid: A profile” por David Pollock (Págs. 241-252).
David C. Pollock, TCK – Third Culture Kid: Definition, 1988, David Pollock, Interaction,
Inc. Usado con permiso del autor.
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Usado con permiso.
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