4.25 - Vida terrena y vida eterna

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Vida terrena y vida eterna
Juan 11:1-7; 11-45
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Marta y María, hermanas de Lázaro, hicieron saber al Señor Jesús que éste estaba muy enfermo. Poco tiempo después el Señor
Jesús fue a Betania. Sabía que entretanto Lázaro había muerto y sepultado. Marta lo recibió. Ella confiaba en su poder. El Hijo
de Dios le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que en mí cree, vivirá aunque muera y quien vive y cree jamás morirá».
Marta le creyó. Acompañado por los que lloraban a Lázaro, Jesucristo fue a su tumba. Allí clamó a su Padre celestial. Luego
dijo: «¡Lázaro, ven fuera!» Lázaro que había estado muerto durante cuatro días en la tumba y ya comenzaba a descomponerse,
apareció con vida. Jesucristo le había devuelto la vida terrena.
Los niños experimentan que creer en Jesucristo da vida.
E
l Señor Jesús estaba de camino con sus
discípulos, cuando llegó un mensajero a su encuentro.
Casi sin aliento le dijo: «Maestro, estoy tan contento de
haberte encontrado. Vengo de Betania. Me envían María y
Marta las hermanas de Lázaro, él está mal. ¡Está tan
enfermo que tememos lo peor!» El Señor Jesús lo escuchó
sin perder la calma y luego dijo: «La enfermedad no
causará la muerte. Por medio de ella Dios hará ver cuán
grande es su poder y cuán glorioso es su Hijo». Aliviado,
el mensajero regresó a Betania, abrigaba la certeza en su
corazón: «¡La enfermedad no causará la muerte!» Estas
palabras las transmitiría a las hermanas que lo aguardaban.
También los discípulos estaban tranquilos, sabían cuánto
amaba Jesús a Lázaro y a sus dos hermanas. Cada vez que
habían estado en su casa, fueron momentos muy
hermosos. Y como su Maestro no había llegado, suponían
que todo estaba bien.
Algunos días más tarde el Señor Jesús decidió ir a Betania.
Allí dijo: «Nuestro amigo Lázaro duerme, iré y lo
despertaré». Juan, uno de sus discípulos, comentó: «Está
bien si duerme. Así sanará pronto». Pero el Señor Jesús no
se refería al dormir habitual, Él respondió: «No habéis
entendido lo que he dicho. Lázaro está muerto. Por
vosotros me alegro de no haber estado allí. Porque así
aprenderéis a confiar y creer en mí. Iremos a él». Juntos
emprendieron camino a Betania.
Las dos hermanas lloraban a su hermano Lázaro, hacía
cuatro días, que lo habían colocado en una tumba y la
habían tapado con una piedra. Había venido mucha gente
de la vecindad y de Jerusalén para consolarlas.
Cuando Marta escuchó, que vendría el Señor Jesús, se
apresuró a recibirlo. En su corazón sentía que Él, el buen
Maestro, hubiera podido evitar todo. Ella quería ser la
primera en hablarle; se dirigió a Él y dijo serena pero con
gran tristeza: «Si hubieras estado aquí nuestro hermano no
habría muerto. Mas yo sé que Dios también ahora escucha
tus ruegos». Jesucristo miró su semblante sincero, vio su
gran aflicción por el hermano muerto y la consoló: «Tu
hermano resucitará».
«Yo sé que en la resurrección recibirá vida nueva», suspiró
Marta, mas Jesucristo respondió: «Yo soy la resurrección y
la vida. Quien cree en mí, vivirá aunque muera. Quien vive
y en mí cree, no morirá eternamente. ¿Puedes creer esto?»
Marta dijo con convicción: «Sí, yo creo que tú eres Cristo, el
Hijo de Dios que ha venido al mundo».
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Reconfortada, Marta regresó junto a su hermana y le dijo
en voz baja: «María, ve, Jesús está aquí, pregunta por ti».
María se levantó rápidamente y fue al encuentro del Señor.
La gente que estaba con ella la siguió.
María se echó a los pies de Cristo, lloró desconsoladamente
y se lamentó:
«¡Maestro, si tú hubieses estado aquí, mi hermano no habría
muerto!» Jesucristo estaba consternado y conmovido por su
dolor. «¿Dónde está la tumba?» preguntó. Los presentes le
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Jesucristo es la Resurrección
indicaron: «Ven, te la mostraremos». No pasó desapercibido
el hecho de que el Señor Jesús estaba llorando, por lo que
pensaron: «¡Cuánto habrá amado el Maestro a Lázaro! ¿Por
qué Él, que sanó a tantos enfermos, no impidió que Lázaro
muriera?»
La tumba era una cueva en la roca, tapada con una piedra.
Jesús dispuso: «¡Quitad la piedra!» Marta objetó que hacía ya
cuatro días que Lázaro estaba allí y su cuerpo había
comenzado a descomponerse, pero el Señor Jesús le dijo: «Si
creyeres, verás la gloria de Dios». Luego, alzando su vista al
cielo, oró en voz alta y todos escucharon: «Padre, gracias te
doy que me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas.
Lo digo en voz alta para que esta gente crea que tú me has
enviado». Después de estas palabras llamó con voz firme:
«¡Lázaro, sal fuera!» Se hizo un silencio muy tenso, todos
fijaron la mirada en la cueva. Y apareció Lázaro, envuelto en
lienzos. ¡Vivía! La gente que vivió todo de cerca no cabía en
sí, de asombro. Le quitaron los lienzos a Lázaro, lo
abrazaron y se alegraron. Ahora sí confiaban en Jesucristo y
creyeron en Él. Marta era feliz; podía experimentar el gran
poder de Dios y la gloria de su Hijo. ¡Creer en Jesucristo
verdaderamente da vida!
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Jesucristo dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, vivirá».
Para dar a los hombres una señal de su envío,
pidió a Dios devolverle la vida a Lázaro, quien había muerto.
Después Lázaro vivió otra vez como antes.
1 Observamos la ilustración. Los niños tratan de repetir las palabras importantes pronunciadas por el Señor
Jesús. (Aquí Jesús indica claramente que creer en Él da vida eternamente). Hablamos sobre la fe de Marta.
(A pesar de estar Lázaro muerto, Marta confía plenamente en el Hijo de Dios. Esto lo demuestran sus
respuestas).
2 Conversamos con los niños acerca de los siguientes pensamientos: Jesucristo rogó a su Padre celestial para
devolver la vida a Lázaro y con ello dar una demostración de su envío. Lázaro volvió a la vida. Jesucristo,
como el enviado de Dios, debía hacer comprensible esto a la gente. El Señor Jesús devolvió la vida terrena a
Lázaro. Él mismo, al resucitar de los muertos, recibió un cuerpo nuevo, el cuerpo de resurrección.
3 Queremos creer y confiar en Jesucristo al igual que Marta y así alcanzar la auténtica vida eterna para nuestra
alma. ¿Cómo se exterioriza esta fe? (Obrando en su sentir, siendo fieles, preparándose con gran alegría para
la Primera Resurrección…).
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