monasterio de poblet (1)

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El Real Monasterio de Santa María de Poblet
Orígenes:
La historia de Poblet se remonta al año 1151 cuando el conde de Barcelona Ramón
Berenguer IV da a la abadía del Fontfreda unas tierras para fundar en ellas un
monasterio circense. Estos monasterios se caracterizan por su austeridad, prescindiendo
de toda ornamentación, exaltando la piedra desnuda, símbolo de pureza y sobriedad.
Incluso las cruces y los objetos de culto eran de madera o de hierro y tal era el
asceticismo que la vida media de los monjes descendió hasta los treinta años.
Era común en los monasterios circenses dividir sus construcciones en espacios
diferenciados.
El
primero
destinado a la clausura donde los
monjes desarrollan la vida
conventual como la iglesia, el
dormitorio, la cocina, la sala
capitular y la biblioteca. En un
segundo espacio encontraríamos
la residencia del abad, la
enfermería, la hospedería y las
dependencias
de
la
administración del cenobio. Un
tercer grupo que estaría destinado
a los almacenes, la bodega, los
establos, los servicios, etc. Y el
cuarto que seria la existencia de
un Palacio Real, ya que estos
monasterios
estaban
muy
vinculados a la Corona, hasta el
punto que los reyes eligieron
estos monasterios para ser
enterrados en ellos y por tanto
convertirlos en panteones reales.
Historia del monasterio:
El termino Poblet deriva del latín populetum (alameda). Un lugar muy rico en
vegetación y bosques lo que dio lugar a que en 1984 fuera declarado Paraje Natural de
Interés Nacional, con 2.100 hectáreas y 50 fuentes naturales.
Así pues el conde Ramón de Berenguer IV donó estas tierras de populetum a la abadía
francesa de Fontfroide en el momento en que era abad Sancho I de Provenza. El enclave
tenía las condiciones recomendadas por el Cister para la fundación de un monasterio:
podía estar aislado, tener agua abundante y un extenso entorno para la agricultura.
Con la fundación de este monasterio fueron cuatro las grandes abadías circenses:
Claraval, La Gran Selva, Fontfreda y por supuesto, Poblet.
La primera comunidad de monjes se estableció bajo el mandato del abad Guerau en
1153, aunque en algunos documentos se data una donación de los vizcondes de Cardona
dos años antes. Y durante siglos fueron frecuentes las donaciones tanto de reyes como
de familias de la nobleza con el fin de hacer prospero el monasterio. En un testamento
de 1184 se refleja que el templo aun estaba en obras; otro documento del mismo año
hace hincapié en un donativo del rey para las luminarias del altar de Santa María de lo
que se desprende que por lo menos el presbiterio ya tendría culto. Y fue durante la
segunda mitad del siglo XII cuando un miembro de la congregación de San Bernardo de
Alcira (entonce príncipe andalusí) ingresó en la orden, siendo ya embajador de Valencia
en la corte de Ramón de Berenguer IV.
En 1340 Pedro el ceremonioso mandó crear el panteón real y nobiliario en el que llegó a
haber hasta dieciséis yacentes. Además se construyeron capillas privadas como las de
Urgel y Argensola, pero fueron los linajes más importantes de Cataluña los que
ocuparon del monasterio en gran medida: Condes de Urgel, Cervera, Cardona, Puivert y
Boixadors.
Pero el monasterio, que desde su fundación había estado bajo la protección y el
patronazgo de los reyes, con la extinción de la Casa Real de Aragón comenzó si gran
decadencia. Muchos de lo abades de intentaron pues dotarlo de obras nuevas para
renovarlo, como el abad Caixal que contrató al escultor Damián Forment para realizar
un retablo en piedra para la capilla mayor (1526-1531). No funcionó, ya que su coste
fue tan elevado que provocó la sublevación de los monjes en contra de su abad que fue
condenado a reclusión perpetua por romper los principios de pobreza y austeridad en los
que se basaban las reglas del Cister.
Muy pronto, con los cambios políticos, las guerras civiles, etc. El monasterio se vio en
un proceso aun mayor de decadencia. Y fue en el año 1822 cuando los monjes fueron
expulsados por los somatenes liberales que estaban en guerra con los absolutistas y se
pusieron en venta sus propiedades. En este momento, durante el Trienio Liberal (18201823) se quemaron los altares del templo, la sillería del coro del siglo XVI, el órgano,
los armarios de madera de las dos sacristías y se causaron grandes daños a la sillería de
las bóvedas. Después el monasterio quedó abandonado sufriendo reiterados incendios y
saqueos, aunque previamente se habían retirado los tesoros de joyería. En 1825 y
durante el decenio ominoso de Fernando VII, los monjes volvieron al monasterio e
intentaron restablecer el orden, restaurar los desperfectos y recuperar algo de lo robado.
Pero las luchas entre liberales y absolutistas continuaban y esto fue fatal para muchos
enclaves monásticos de Cataluña. Y muchos monjes decidieron refugiarse en casas
particulares llevándose consigo los enseres más valiosos y transportables del
monasterio, aunque casi todo se perdió. Y del monasterio solo quedó la biblioteca, los
archivos y las tumbas reales que serian saqueadas y profanadas de nuevo.
En 1833, durante la Primera Guerra Carlina, los ejércitos fijaron su residencia en el
monasterio, saqueando aun más las tumbas en busca de joyas preciosas. Mas tarde
muchos documentos y los restos de las tumbas fueron llevados a Tarragona para su
custodia, donde permanecieron hasta ser devuelto al Monasterio de Poblet el 4 de junio
de 1952.
Con la desamortización de 1835, los setenta monjes que quedaban en el monasterio
tuvieron que salir definitivamente y el cenobio fue abandonado a su suerte. En 1836
fueron saqueados los sepulcros reales en busca de tesoros, se rompieron las paredes
laterales de los sarcófagos y dejaron esparcidos por el pavimento los cuerpos de Jaime I,
Pedro el Ceremonioso y Juan I. Los restos del Rey Jaime I el Conquistador fueron
reconocidos en gran medida por su altura que sobresalía de los demás, pero con su
cabeza se tuvieron dudas por lo que se decidieron guardar en su sepulcro las dos
posibles cabezas.
Así pues, nos encontramos con un complejo al que los saqueos, los incendios y la
desidia habían convertido en meras ruinas olvidadas. Y se tuvo que esperar a 1930 para
que se creara el Patronato de Poblet para ayudar a recuperar piedras u obras de arte que
aun quedaran. Siguiendo este ejemplo también se creó la Hermandad de Amigos del
Monasterio. Y con estas ayudas se pudo recuperar gran parte del edifico y en 1940 ya
pudieron asentarse un grupo de cuatro monjes circenses.
En la actualidad continúan habitándolo los monjes del Cister que cuidan el lugar, rezan
y mantienen una pequeña huerta. Regentando además una hospedería que da cabida a
unos doce huéspedes varones que necesiten n retiro espiritual, a cambio reciben la
limosna voluntaria que cada uno quiera dar.
El monasterio de Poblet fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en
1991. Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto del 22 de abril de 1949,
y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. Guadalupe, El Escorial, San
Millán de Yuso y San Millán de Suso, son otros monasterios españoles que también
gozan de este titulo.
El monasterio:
Las obras del monasterio fueron iniciadas por el hijo de Ramón de Berenguer IV,
Alfonso II El Casto (1162-1196). Con el rey Alfonso se construyó la nave central, la
nave lateral derecha y el crucero, las capillas semicirculares de la cabecera y la sacristía
vieja. También se construyeron bajo su mandato el locutorio, el calefactorio, el
refectorio, la fuente del lavatorio y se iniciaron las obras de la enfermería.
Las obras continuaron con su nieto Jaime I el Conquistador (1213-1276) y se inicia un
periodo de transición al estilo gótico. Empiezan aparecer elementos de este estilo que
contrastan con la austeridad circense. Se construye la biblioteca, la sala capitular, el
claustro, el templete de la fuente, la cocina y el refectorio de los conversos. Y se
competa la construcción del atrio o Galilea existente a los pies del templo.
Con Pedro el Ceremonioso (1336-1387) las obras tomaron un nuevo impulso después
de que la peste mermara la vida en la comunidad. El nuevo rey acuerda en 1340 ser
enterrado en la iglesia del monasterio con toda su descendencia. Hace también fortificar
el monasterio, no solo por albergar en el los panteones reales de sus antepasados, sino
ante el peligro que supone sus diferencias con el reino de Castilla. Manda construir
murallas con almenas y doces torres de defensa.
Y por último, su hijo Martín el Humano (1396-1410) ordenó construir el Palacio que
lleva su nombre, junto al vestíbulo de entrada, pero el rey murió antes de finalizar la
obra.
Construcción del edificio:
La construcción se comenzó aproximadamente sobre el 1163, diez años después de su
fundación. Se ha documentado que este primer año de 1163 Arnau de Bordells hizo una
donación para la construcción definitiva en piedra y Ramón de Cervera dio su
autorización a los monjes para que pudieran construir el monasterio y sus dependencias.
El enclave como ya se ha dicho era muy importante, ya que sobretodo debía existir una
corriente de agua próxima de la que se extraían canales que pasaban por el propio
complejo monástico. En el momento de la fundación de un monasterio circense se
erigían provisionalmente una serie de estancias para la vida comunitaria en espera del
gran edificio, que solía tardar entre diez y veinte años. Al inicio de la construcción se
construida deprisa una pequeña capilla que generalmente quedaba después como capilla
de enfermería, en el caso de Poblet tenia adosado un pequeño claustro llamado
claustrillo de San Esteban que se dedicó después a capilla funeraria. Esta construcción
y su claustro constituyen el núcleo más antiguo de todo el recinto.
Entre los años 1162 y 1196 se fue alzando la definitiva iglesia. Y en 1200 ya estaba
terminado el muro norte. Tras estas obras se debieron construir la sacristía antigua, el
locutorio y el dormitorio de monjes en el piso de arriba. A mediados del siglo XIII se
hicieron ampliaciones y renovaciones debidas a distintas donaciones y testamentos.
A mitad del siglo XIII ya estarían levantados al menos tres de los cuatro lados del
claustro y se remodelaron algunas estancias del siglo XII.
El monasterio se amplió en el siglo XIV con las obras del atrio del obispo Copons, la
bodega y el dormitorio de los monjes jubilados. A finales de este mismo siglo se
construyó el palacio del rey Martín el Humano y entre los años 1789 y 1792 la sacristía
nueva adosada al muro sur de la iglesia.
Importancia del monasterio:
Desde el principio de su fundación se tuvo el propósito de que el monasterio abarcara
una zona amplia de cultivo donde se encontraran dentro de la propiedad granjas, agua
abundante y bosque para explorar. Cada una de las granjas estaba gobernada y dirigida
por un monje que a su vez estaba al frente de la familia compuesta por legos, guardas
rurales, hortelanos, etc. A finales del siglo XII el monasterio era dueño de 17 granjas. Y
pronto el monasterio llegó subsistir sin tener que salir del recinto. Además de las
dependencias primarias de un monasterio, Poblet contaba con enfermería, farmacia,
cementerios, jardín de plantas aromáticas, molinos, panaderías, e incluso un calabozo ya
que el abad tenía la potestad de un señor feudal.
El monasterio llegó a ser dueño de multitud de casas circenses en las poblaciones más
importantes de Cataluña, extendiendo su juridiscción sobre diecisiete Baronías con la
inclusión de sesenta pueblos. Además de contar con el derecho de pastoreo en las tierras
reales, lo mismo que en las salinas de Cardona y en las pesquerías de Ampurias.
Los abades alcanzaron un poder enorme; eran vicarios generales del Cister en los reinos
de Aragón y Navarra. E incluso Pedro IV el Ceremonioso les otorgó el cargo de
Limosnero Real en la Corte, lo que permitía acompañar al rey en sus empresas y
batallas de conquista, siendo con frecuencia sus consejeros o embajadores.
Pedro II otorgó el titulo de Notario real al monje con cargo de archivero. Tanto el abad
como los monjes estaban exentos de juramentos en los pleitos y juicios ya que se
suponía que su palabra valía más que un juramento.
Sacristía:
La primitiva sacristía estuvo en el
emplazamiento de la capilla que durante un
tiempo sirvió a los monjes mientras se construía
la primera parte del gran templo.
La sacristía nueva es un edificio levantado en el
extremo sur del crucero que sobresale de la
muralla tomando parte de ella. Se construyó
durante el mandato del abad Baltasar Sayol
(1732-1736). Se restauró en 1984.
Retablo de Damián Forment:
Retablo en alabastro realizado entre 1527-1529,
durante el reinado de Carlos I. Se estipuló un
precio de 4.060 ducados de oro, más los gastos
de manutención y alojamientos del escultor y su equipo.
El retablo fue colocado antes de la fecha prevista en el contrato. El escultor que había
ido cobrando sin problemas se encontró en mayo de 1530 con que se le debía 960
ducados. Una deuda que nunca pudo cobrar ya que en junio de ese año el abad se vio
envuelto en un escándalo de tipo económico. Y la comunidad se negó a seguir pagando
los plazos que parecían excesivos, acusando al escultor de haber engañado al abad en el
precio y de haberle sobornado con algunos regalos escultóricos. Forment presentó una
demanda judicial pero todavía en el año 1570 su nieta Úrsula García reclamaba la deuda
sin éxito.
En 1835, después de la exclaustración, el retablo sufrió destrozos y desperfectos, pero
en 1940 se procedió a su restauración.
Palacio del rey Martín el Humano:
Ocupa las plantas superiores del atrio del claustro. Fue mandado construir por el rey
Martín I el Humano, comenzando las obras en 1397 y quedando sin terminar desde
1406. El maestro arquitectónico fue Arnau Bargués. En 1966 se reanudan las obras y se
lleva a cabo una buena restauración. En la actualidad sirve de sede al museo del
monasterio.
Sepulcros reales:
Fue Pedro IV el Ceremonioso, junto con el abad Copons en el año 1340, el que decidió
hacer realidad los deseos de Alfonso II de convertir el monasterio en un panteón real. Se
encargaron las obras al maestro Aloi, a Jaime Cascalls y a Jordi de Déu en el año 1380.
Otros enterramientos:
Tanto en la iglesia como en el claustro existe
una serie de enterramientos de personajes de la
realeza, nobleza, magnates y abades.
En la iglesia destacan:
- Alfonso el Magnánimo: fue depositado
en una tumba con un gran pedestal, en el
crucero, en el lado del Evangelio. En la
actualidad solo queda la base o pedestal
restaurado.
- Enrique de Aragón: hermano de
Alfonso, su tumba estaba enfrente de la
anterior. No queda nada.
- Martín el Humano; enterrado en el
extremo del crucero junto a la capilla de
San Benito.
- Juana de Aragón: condesa de
Ampurias, hija de Pedro IV, muerta en
1384, enterrada en un sarcófago de piedra situado simétrico al sepulcro de
Martín el Humano, al otro lado de crucero, sobre una fuente o lavabo.
En el claustro se entierran antiguos abades perpetuos, enterrados en la sala capitular.
Llevan esculpida la heráldica de cada uno y algunos su nombre.
Otros lugares: el testamento de Elvira de Subirats atribuye un carácter funerario a la
capilla de San Esteban donde existía una cámara subterránea que servia de pudridero a
los cadáveres de la realeza. Aquí fueron enterrados las casas de Cabrea, Montcada,
Alcaraz, Boixadors, y alguna más.
Bibliografía:
-
ALTISEN, Agustín. La descentralización administrativa del monasterio de
Poblet en la edad media. Publicaciones de la Abadía de Poblet. 1985.
-
SANTOCANA, Jaime. El monasterio de Poblet. Consejo superior de
investigaciones científicas. Barcelona. 1974.
ALEGRET, Adolfo. El monasterio de Poblet: Dominios y riquezas, noticias y
datos inéditos. Salvat. Barcelona.
http://www.poblet.cat/
http://www.castillosnet.org/programs/castillosnet.php?tip=inf&dat=tarragona/TCAS-035
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