Siglo nuevo S eguramente cuando era niño escuchó en más de una ocasión la frase “es mío, no te doy”; quizá usted mismo la llegó a decir. Conforme los individuos van creciendo es menos común que pronuncien estas palabras; no obstante, muchos continúan transmitiendo dicho significado a través de su actitud. La avaricia es una tendencia o conducta que se caracteriza por la búsqueda de posesiones y placeres en forma continua, con el fin de acumular, sin importar las consecuencias. El Diccionario de la Real Academia Española la define con gran precisión: un a afán desordenado de poseer y ad adquirir riquezas para atesorarlas. Dicha ambición de acopiar todo lo posible generalmente tiene su origen en la aprensión hacia los grandes cambios. Quienes temen a las transformaciones radicales -como la muerte o la pérdida de algo muy preciado- encuentran una ‘solución’ a sus miedos en la obtención y retención de toda clase de bienes, ya que lo material les sirve como una base en la cual fincan su seguridad. Y aunque desde luego es un apoyo falso, al pasar los años el inconsciente refuerza este comportamiento volviéndolo repetitivo e inamovible. La persona mezquina a menudo tiene pensamientos como “si no guardo dinero, ¿qué pasará cuando no tenga trabajo?” o “si comparto mi comida quizá no quedaré satisfecho”. No hay que confundir esto con la sana costumbre de ahorrar; el ahorrador se prepara para el futuro sin perjudicar su bienestar presente, mientras que alguien codo es capaz de comer a oscuras o ba- Al ser la tacañería una conducta desplegada como respuesta a un evento, todos somos susceptibles de desarrollarla en algún momento ñarse con agua fría, con tal de gastar lo menos posible en luz o gas. La avaricia nos empuja a sobrevalorar los recursos con los que contamos, y más en un Sn • 11