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RELACIONES LABORALES
Controversias individuales y acuerdos interprofesionales
para la solución de los conflictos laborales
JOSÉ LUIS GIL
El sistema español de relaciones laborales no se ha caracterizado históricamente por una recepción eficaz de los
instrumentos no jurisdiccionales de solución de los conflictos de trabajo. Las
facilidades de acceso a un proceso laboral rápido y casi siempre gratuito
han debilitado la demanda de alternativas no jurisdiccionales. Por otro lado, el carácter indisponible de que gozan, en general, los derechos de los
trabajadores ha dificultado el recurso
a las vías extrajudiciales. No obstante,
la situación ha empezado a cambiar
en los últimos años. Aunque mantiene su importancia y vigencia, la solución judicial no es hoy en día el único
instrumento, ni siquiera el más importante, para resolver los conflictos
laborales, tanto individuales como colectivos. Como en la mayoría de los
países europeos, se observa también
en España una tendencia hacia la promoción y el estímulo de los procedimientos de conciliación, mediación y
arbitraje en la conflictividad laboral.
Con distinto alcance, los acuerdos interprofesionales para la solución de
los conflictos laborales contemplan
también procedimientos para solventar las controversias individuales.
REGULACIÓN LEGAL
En el ordenamiento español, la solución autónoma de los conflictos individuales puede llevarse a cabo en el marco de los acuerdos interprofesionales a
que alude el artículo 83.3 ET. Así se desprende de algunas disposiciones, todavía deficientes e incompletas, que el
legislador ha ido introduciendo con la
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GIL, Profesor Titular de Derecho del Trabajo de la Universidad de Alcalá
y miembro del Consejo Asesor de Sagardoy Abogados
finalidad de fortalecer tales procedimientos. A partir de 1990, el artículo
63 LPL admite que el trámite de conciliación previa se realice en los organismos creados en virtud de los acuerdos
sobre materias concretas celebrados
entre las organizaciones sindicales más
representativas de nivel estatal o de Comunidad Autónoma. De igual modo,
la reforma del mercado de trabajo de
1994 introdujo también preceptos en
el ET y en la LPL, encaminados al mismo objetivo. El artículo 91 ET permite
concluir acuerdos en que se instituyan
procedimientos de mediación y arbitraje para la solución de los conflictos
motivados por la interpretación o aplicación de las normas de origen convencional, y añade que “estos procedimientos serán, asimismo, utilizables
en las controversias de carácter individual, cuando las partes se sometan expresamente a ellos”. En fin, la disposición adicional séptima de la LPL ordena
la ejecución de los laudos dictados en
los procedimientos de arbitraje en la
misma forma que se ejecutan las sentencias de los órganos jurisdiccionales
de lo social. Pese a sus defectos y oscuridades, estas disposiciones sirven de
apoyo a los procedimientos de solución
autónoma de los conflictos, al clarificar
su régimen jurídico o asegurar el cumplimiento de las soluciones que se logren a través de ellos.
Desde hace dos décadas, las organizaciones sindicales y empresariales más
representativas han firmado acuerdos
para la solución de los conflictos laborales. El primero que se firmó fue el
Acuerdo interconfederal para la reso-
lución extrajudicial de conflictos (PRECO), de 1984, en el País Vasco. En el
ámbito estatal, se halla en vigor el Tercer Acuerdo sobre Solución Extrajudicial de Conflictos Laborales (ASEC-III).
Son autónomos, porque surgen de la
negociación colectiva. Instauran procedimientos de conciliación, mediación y arbitraje. Como ahora veremos,
no todos se aplican a los conflictos de
carácter individual.
SOLUCIÓN AUTÓNOMA DE LOS
CONFLICTOS INDIVIDUALES
Por su larga tradición, especialización
y rapidez, el orden social de la jurisdicción posee una gran eficiencia,
arraigo y prestigio social: es una de
las jurisdicciones mejor valorada por
los ciudadanos y por los profesionales del Derecho, y están bien afianzados los principios informadores que
constituyen su finalidad particular. La
agilidad y adaptación del proceso laboral a las especialidades de los conflictos laborales lo hacen particularmente idóneo para la resolución de
las controversias individuales, de carácter jurídico. El desarrollo de los procedimientos autónomos de solución
de los conflictos individuales ha debido superar dos obstáculos jurídicos:
el carácter indisponible de los derechos de los trabajadores, y un marco
legal todavía insuficiente y fragmentario. Pero ha contado con el apoyo
de las Comunidades Autónomas, interesadas en crear modelos propios
de relaciones laborales, pese al escaso margen competencial que la Constitución les otorga en la materia.
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Hasta la fecha, los procedimientos autónomos han tenido una importancia
relativa en la solución de los litigios individuales. Algunos acuerdos, como
el ASEC-III, los excluyen de su ámbito
objetivo de aplicación. Otros no los incluyen entre las controversias que pueden resolverse. En general, los acuerdos que prevén la solución de los
conflictos individuales sólo incluyen
algunas controversias, como las relativas al disfrute de las vacaciones, la
clasificación profesional o la adaptación del horario de trabajo por razones de conciliación de la vida familiar
y laboral, pero no litigios tan importantes como los despidos o las sanciones disciplinarias.
Seleccionan así los conflictos individuales que contienen elementos no
estrictamente jurídicos, o más relacionados con las necesidades productivas
y organizativas de las empresas, y postergan litigios de gran importancia en
la relación laboral, como los despidos
disciplinarios, la tutela de los derechos
fundamentales o las reclamaciones de
cantidad. Por tanto, los acuerdos enuncian de forma positiva los conflictos individuales de que conocerán o, de forma negativa, los que están excluidos.
Al hacer esto, se guían, pero sólo en
parte, por las prescripciones de la LPL
relativas a la conciliación preprocesal
y a la reclamación administrativa previa. Sólo algún sistema, como el de Canarias o Cantabria, pretende absorber
todas o la mayor parte de las modalidades de conflictos individuales.
El elevado número de conflictos individuales en alguna Comunidad Autónoma hace inviable, al menos de
momento, que el órgano de solución
los incluya en su ámbito objetivo de
aplicación. Pero, por otro lado, la resolución de las controversias individuales puede justificar incluso la propia existencia del sistema autónomo
de solución de los conflictos laborales, porque apenas se producen conflictos colectivos en la Comunidad
Autónoma. Sea como fuere, no resulta fácil valorar la relevancia y el grado de efectividad de los procedimientos autónomos en la solución de
los conflictos de carácter individual.
Junto al conocimiento de las normas
convencionales, es importante saber
el juego práctico de las mismas. Aun
así, es complicado acceder a los datos. Ciertos organismos autonómicos
carecen de página web. Cuando existen, las estadísticas no son exhaustivas, no se hallan al día, o no distinguen entre los conflictos individuales
y colectivos, o entre las distintas clases de conflicto individual. Aunque
los procedimientos funcionan con
gran rapidez, con plazos de resolución que van de tres a diecisiete días, no se sabe con certeza la importancia cuantitativa y cualitativa que
poseen en la solución de las controversias individuales.
La mayor relevancia de los medios autónomos de solución de los conflictos
deriva de una nueva consideración del
papel de la autonomía privada, tanto
individual como colectiva, en las relaciones laborales. En el plano individual, la revalorización del contrato de
trabajo y de la libertad contractual aumenta el poder de disposición de las
partes, lo que da lugar a un mayor espacio para las soluciones concertadas
de las controversias. Es previsible que,
en los próximos años, se afiancen los
procedimientos autónomos en la solución de las controversias individuales. Para favorecer esa tendencia, percibida en general como un rasgo de
modernidad del sistema de relaciones
laborales, el legislador debería modificar el marco jurídico y, en particular,
la regulación de los arbitrajes laborales, que apenas se utilizan en la práctica. En la actualidad, el procedimiento
de arbitraje en los conflictos individuales abre una serie de interrogantes, que hacen de la figura una opción
arriesgada para las partes. Corresponde a la ley clarificar aspectos tales
como la vinculabilidad del laudo frente a terceros, o el cauce procesal para impugnarlo. Información elaborada por
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