Periódico Gremios, Nº 68 (Diciembre 2007) A la Conquista del hueco TXOMIN BARGOS, Director Gerente de DINAM, Desarrollos e Infraestructuras Ambientales. En la mayoría de las ocasiones, por no decir en todas, que he tenido la oportunidad de mantener una conversación con algún representante de cualquier empresa dedicada a la excavación y al movimiento de tierras, hemos acabado sistemáticamente hablando sobre la necesidad de espacios para la realización de rellenos. Para aquellos que desconozcan este término, circunstancia que intuyo se cumple en muy pocos de los que estén interesados en leer este artículo de opinión el DECRETO 423/1994 de 2 de noviembre, sobre gestión de residuos inertes e inertizados, define relleno a la alteración morfológica de una zona mediante el vertido y explanación de determinados residuos de construcción de carácter inerte (tierras procedentes de excavaciones, desmontes, movimientos de tierras, etc., rocas de procesos anteriores y áridos) en un volumen superior a los 5.000 m3. En un país como en el que vivimos y trabajamos, que presenta una orografía sinuosa, conformada por un sinfín número de lomas y vaguadas, resulta “a priori” chocante que después de más de 12 años de aprobación del citado DECRETO, hoy en día una de las mayores preocupaciones del sector de la industria de la excavación, siga siendo la de encontrar “un hueco” donde depositar los materiales excedentarios de las obras que ejecutan. Según estimaciones a las que he tenido acceso, diariamente existen unas necesidades de vertido de tierras que ascienden con toda probabilidad por encima del millar de viajes. Hasta hace escasas fechas la escasez de rellenos se compensaba con la capacidad de recepcionar materiales por parte de El Puerto, pero tras su nueva estrategia de necesidades, basada en la admisión de tan sólo materiales tipo roca, el problema del vertido de tierras se ha visto notablemente acrecentado. Proyectos para nuevos rellenos Esta situación de escasez de infraestructuras medioambientales de vertido implica necesariamente, que un importante porcentaje del millar de viajes diarios estimados, acabe depositando sus materiales en emplazamientos que no cuentan con todas las autorizaciones pertinentes. Mientras tanto ¿Que está ocurriendo? Que salvo contadas iniciativas con más o menos éxito, prácticamente cada una de las empresas de excavación, independientemente de su tamaño y condición ha iniciado un largo camino en solitario, en busca de un “hueco” que pueda rellenar y que le permita ser más competitivo en el exigente mercado de la excavación. Somos conocedores de que el Órgano Ambiental, que regula la Autorización de estos espacios de depósito de materiales, ha informado presumiblemente sobre más de un centenar de iniciativas de relleno; entonces, ¿cómo se entiende que a día de hoy, se sigan contando con los dedos de una mano los emplazamientos autorizados que están en funcionamiento, por cierto, con la amenaza del final de su vida útil con más rapidez de la inicialmente prevista y se siga constantemente discutiendo sobre la necesidad de espacios?. No existe una única respuesta a esta pregunta, sino que a nuestro modesto entender, la situación actual de precariedad de emplazamientos a rellenar, es el acumulo de diversas circunstancias y que me atrevo a agrupar bajo un concepto global, y que es que la iniciativa de la explotación de un relleno no arranca cuando se consigue la Resolución Favorable de la Autorización Ambiental, sino cuando se obtiene la Licencia de Actividad emitida por el municipio afectado, y que entre ambos hitos existen innumerables hándicaps, que convierten la apertura de un vertedero de tierras en una carrera de resistencia llena de obstáculos, que con toda seguridad puede durar varios años. Mejora de los accesos Entre ellos destacamos a modo de ejemplo, el apartado de la mejora necesaria y obligada de los accesos al emplazamiento, ya que en muy pocas ocasiones están preparados para una circulación media diaria de 250 vehículos pesados o incluso superior en determinados momentos. La mejora de estos accesos requiere no sólo una notable inversión de dinero, sino sobre todo, la necesidad de alcanzar nuevas autorizaciones por parte de estamentos forales, municipales e incluso particulares, circunstancias que suponen en ocasiones incluso, la imposibilidad del inicio de la actividad. Podríamos seguir hablando de numerosos obstáculos más, ya que seguro que cada una de las iniciativas arrancadas acumulará más de uno, tales como presiones vecinales, dificultad en la implantación de medidas efectivas para la minimización de impactos ambientales (ruidos, polvo, suciedad de viales de acceso, afección a recursos hídricos, etc.), desacuerdos de explotación entre las partes afectadas, nuevos trámites añadidos ante otros Órganos de la Administración, etc. Entendemos que, si no hay más rellenos en activo, será porque cada uno de ellos está en fase de superar sus propios obstáculos, aunque nos consta que algunos de estas iniciativas ya han “tirado la toalla”. El futuro presumiblemente debe antojarse más optimista, ya que necesariamente alguna o muchas de las iniciativas que están actualmente en su carrera particular de obstáculos llegará a meta y quien dice que lo que hoy es una escasez de oferta en un futuro cercano será un exceso. Mientras llega este deseado momento, la solución se nos antoja complicada, pero seguro que pasa por la necesidad de unificar y no dividir esfuerzos dentro del mundo de la excavación, mediante la obligación de seguir avanzando hacia una estrategia común y decidida que supere este problema, que aúne las necesidades globales del sector y no potencie las iniciativas individuales, las cuales muchas de ellas y tras un largo camino de sinsabores están destinadas a no alcanzar la recompensa de conquistar “su hueco”.