LA PALABRA CORRECTA Y NECESARIA Por Roshi Joan Halifax -Traducción Santiago Avilés LeeTomado de, Upaya Zen Center weekly Newsletter, junio 4, 2013. www.upaya.org . El Buda enseña que siempre y cuando la palabra esté basada en la compasión y sea verídica y oportuna, es posible reprender. Probablemente, los Budistas más nerviosos no se sienten muy cómodos con esto. Desde el punto de vista de la responsabilidad social, la justicia, la compasión y la cordura ambiental, aunque yo creo que los Budistas tienen un buen corazón, con frecuencia las voces Budistas pueden enmudecer y no piden cuentas ni a los gobiernos, ni a los individuos. Yo no creo que esto refleje la falta de recursos dentro del Budismo pues las enseñanzas centrales en el Budismo acerca de la no-violencia, la paciencia, la generosidad, la compasión e interdependencia, sugieren que cuando ciertas cosas no están presentes en la mente de algún individuo, tenemos que ayudar a que se hagan presentes, no sólo a través de las acciones, sino también a través de la educación. Pero más aún, muchos Budistas comprometidos sienten que debemos condenar de manera activa las instituciones involucradas en comportamientos dañinos y en acciones amorales o inmorales, como la piratería o la prostitución, la esclavitud o el mercado negro de las drogas, o la explotación de y la violencia en contra de las mujeres y los niños y niñas, o la proliferación de armas nucleares, o la corrupción gubernamental. No podemos tan sólo mirar el corazón del perpetrador sufrido. No es suficiente. Con frecuencia debemos comprometernos en un comportamiento más directo y corajudo y responder al sufrimiento de aquellos afectados por las malas acciones y tener en cuenta los resultados dañinos que arrastra la corriente. Sí, tenemos que comprometernos con la palabra correcta y necesaria y las acciones correctas que promuevan el cambio social. Con frecuencia pienso en Martin Luther King; fue una persona que no se contuvo. Él dijo: "Nuestras vidas comienzan su fin el día que permanecemos en silencio acerca de algo que nos importa. Al final recordaremos no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos". Y Ellie Wiesel dijo: "siempre debemos tomar partido". Esto sueña contrario al Budismo; uno pensaría que uno no quiere polarizarse, ni tomar partido. Ellie Wiesel afirma: "Siempre debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al atormentador, nunca al atormentado". Gandhi lo dijo de otra manera: "la no-cooperación con el mal es un deber, tanto como la cooperación con el bien". Podemos esperar que la personas en general y nuestros líderes, no estén de acuerdo con nuestra palabra profética. Pero pensemos en ella como un pastilla amarga. Es difícil tragarla, pero esperamos produzca un mejor efecto. Lo que hace la diferencia en esta "palabra profética", es si somos capaces de pasar por debajo de lo discursivo y discriminatorio, al lugar donde la palabra íntima se encuentra presente. ¿Tienes una forma de hacerlo? ¿De detener el asvara, el flujo de energía que se produce en la mente que está activa y compulsiva? ¿Tenemos la forma de dar un paso al lugar donde podemos tocar nuestra motivación fundamental? ¿Por qué realmente estoy aquí?¿A qué vengo a servir?¿Cómo puedo hacer lo mejor? ¿Cómo puedo ser beneficioso para los otros?¿Qué hará la diferencia cuando yo abra está boca? ¿Cómo puedo ser más habilidoso? ¿Cómo puedo utilizar palabras que no sólo sanen, sino que transformen a los individuos, así como a las instituciones sociales? A este respecto entonces, considera la importancia de examinarte, de preguntarte por la función de la palabra y de la comunicación en nuestras vidas. Pienso que sin importar qué tipo de personas hacen parte de una sociedad o comunidad, más difícil que los tóxicos, más difícil que el sexo, lo más difícil de todo, la guía que nos debe orientar es la de cómo materializar la palabra correcta y necesaria. Cómo utilizar la palabra para beneficiar. Cómo usar la palabra para transformar. Cómo podemos no involucrarnos en una reciprocidad que es difamatoria, sino comprometernos en una reciprocidad valiente y amable. Cómo no enredarnos con una palabra trivial. Y cómo entablar una comunicación con el otro, basada en la consideración profunda de la verdad y su propio momento. Y finalmente, preguntarnos "¿Es realmente necesario?". Y si lo es, lanza tu palabra para el beneficio de los demás.