Entre el Estado y los privados: Arbitraje privado y obligatorio Al establecer el arbitraje como mecanismo obligatorio de resolución de conflictos entre las partes, la Ley PPP es novedosa y estimulante. Incorpora al país en la revalorización de la tradición de justicia privada y respeta la lógica de previsión de riesgos que puede resultar decisiva para los inversores. “Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía” Séneca (Córdoba, 4 a.c.- Roma, 65 d.c.) 1 Arbitraje obligatorio en contratos de PPP Con intención de prevenir los largos procesos jurisdiccionales para la solución de controversias en el ámbito de la ejecución de infraestructura, la nueva Ley de Participación Público-Privada (PPP) establece el arbitraje forzoso para la solución de los conflictos que surjan con motivo de la interpretación, ejecución y extinción de los contratos celebrados en su marco. El arbitraje es un proceso en el que la potestad de juzgar para solucionar una controversia, es asignada a un sujeto privado elegido por las partes. Junto con la conciliación y la mediación, integra las formas de justicia alternativa de autocomposición de intereses, en que las partes resuelven sus conflictos con intervención de un tercero. 2 Revalorización de las formas de justicia privada Si bien la previsión legal de un arbitraje obligatorio constituye una novedad en materia de contratos del Estado, las formas de justicia privada son en realidad las más antiguas y se han revalorizado a nivel de naciones y en el plano internacional. En nuestra doctrina procesalista, Véscovi1 recuerda sus antecedentes en el Derecho Romano del que somos tributarios, así como sus desarrollos en las Leyes de Partidas y de Castilla. Desde esos orígenes, se transmite el carácter vinculante de los “laudos arbitrales” a toda nuestra América Latina. En Uruguay, la posibilidad de optar por el arbitraje se encontraba ya presente en el Código de Procedimiento Civil de 1877. Se han destacado como ventajas del arbitraje, su sencillez, flexibilidad y celeridad; la confianza puesta en el tercero elegido por las partes en litigio (que permite la posibilidad de escoger a alguien con especialización, experiencia y conocimiento en los temas que se discuten), así como el hecho de poder pactar los costos con antelación. Tanto en el Mensaje del Poder Ejecutivo que acompañó el proyecto de Ley de PPP, como en la exposición del miembro informante, Senador Tajam, se enfatizó la virtud de la celeridad de este proceso para negocios dirigidos a superar el atraso en infraestructura. 3 Concertación para el texto aprobado El texto adoptado resulta a partir de objeciones y sugerencias de legisladores de los distintos sectores políticos. Sus observaciones estuvieron dirigidas, fundamentalmente, a evitar que las condiciones del arbitraje fueran derivadas a la reglamentación y a asegurar que no quedara facultado el arbitraje por equidad. En el “arbitraje de equidad”, por oposición al “arbitraje de Derecho” (en que se falla con estricta aplicación de las reglas de Derecho), los árbitros deciden basados sobre todo en lo que consideran justo y razonable (por ejemplo cuando tienen que cuantificar daños o dimensionar una sanción contractual). Este tipo de arbitraje permite moderar los efectos demasiado rigurosos de la aplicación de las normas, pero entraña los riesgos derivados de la mayor discrecionalidad del que juzga. Cristina Vázquez [email protected] 4 Implicaciones del texto sancionado En definitiva, el artículo 54 de la Ley de PPP ordena que los árbitros sean designados de común acuerdo por las partes o, en su defecto, conforme a lo dispuesto por el artículo 480 del Código General del Proceso. En la primera opción -cuando existe acuerdo de partes, y dado que la Ley no distingue- se otorga libertad para ir a un arbitraje nacional o internacional (como los previstos en diversos tratados y convenios sobre diferencias relativas a inversiones2). Cuando, en cambio, no exista dicho acuerdo, según lo dispone el artículo 480 citado: “… la designación será hecha por el tribunal” 3. La solución legal de arbitraje necesario o forzoso, no podrá verse restringida por la reglamentación. Ella habilita, entonces, la decisión del conflicto por un arbitraje internacional, el que, por tratarse de un “arbitraje de Derecho”, deberá laudar conforme al Derecho patrio, que es el que rige estos contratos. La norma dispone, a su vez, que el laudo del Tribunal Arbitral será inapelable. Se trata de un régimen equilibrado, que puede ser visto sin desconfianzas tanto por el Estado como por los inversores, en cuanto permite conciliar las ya señaladas virtudes de las figuras clásicas de autocomposición de intereses, con la garantía de aplicación del Derecho de fondo que rige la contratación, conocido y acordado por las partes. 1 Conf. Enrique Véscovi – El proceso arbitral, en Curso sobre el Código General del Proceso, Tomo II, FCU, 1989, ps. 223 y ss. 2 Así, por ejemplo, el Convenio sobre Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados y Nacionales de otros Estados, aprobado por Ley Nº 17.209, conforme al cual dichas diferencias se someten al Centro Internacional que crea, con sede en la oficina principal del BIRF. 3 La referencia es al tribunal judicial que hubiera conocido en el asunto si no se hubiera promovido el arbitraje.