El síndrome de la clase turista

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A fondo
El síndrome de la clase turista
Conócelo y e
La popularización del transporte aéreo ha permitido a un número creciente de ciudadanos
viajar a destinos hasta ahora impensables, pero desplazarse en trayectos de larga duración puede acarrear consecuencias indeseables; la más popular es el llamado síndrome de
la clase turista.
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vítalo
C
ada día son más las personas que
cogen un avión. La popularización
de este transporte ha traído también consigo el aumento de algunas
problemáticas que, hasta hace pocas décadas,
eran prácticamente nulas. Una de ellas, quizá la
más conocida, es el denominado síndrome de la
clase turista o trombosis del viajero.
La manifestación de esta patología es muy escasa. El Dr. José Domingo García Jiménez, del
Servicio de Neumología del Hospital de Utrera
(Sevilla), señala que “en pacientes de alto riesgo
puede tener una incidencia de entre el tres y el
cinco por ciento y, en caso de bajo-moderado,
no llega al uno por ciento”.
El síndrome de la clase turista consiste en la aparición de síntomas derivados de tener una trombosis venosa, habitualmente en los miembros inferiores, según nos explica el Dr. García Jiménez.
El proceso está provocado “por la impactación
de esos trombos provenientes de los miembros
inferiores en la circulación pulmonar, originando
así el llamado embolismo de pulmón”.
Desde el punto de vista científico, hay datos
que indican que los viajes prolongados, con una
escasa movilidad de las extremidades inferiores,
son un factor de riesgo en la aparición de la
Trombosis Venosa Profunda (TVP), denominación médica que recibe este síndrome.
Los efectos originados son altamente inespecíficos, como señala el doctor José María Pérez
Sastre, diplomado en Medicina Aeronáutica.
“Cuanto más alto y oclusivo es el trombo, más
evidentes serán los síntomas y signos. Puede
aparecer dolor en la pantorrilla o el muslo,
coloración azulada (cianosis), hinchazón o aumento de temperatura de la piel”.
Todo indicio es bueno para detectar si estamos
siendo víctimas de este síndrome trombótico.
De hecho, cualquier síntoma general (fiebre,
dolor de pecho, aceleración del pulso o angustia) debe ser considerado como signo de alarma
por posible afectación respiratoria, aunque los
más frecuentes son la disnea (falta de aire), el
síncope y el dolor en el pecho que aumenta al
respirar, junto con síntomas propios de la TVP.
Causas
Los elementos que contribuyen a la formación
del trombo son, fundamentalmente, el estancamiento o la escasa movilidad de los miembros inferiores. Habitualmente se debe al poco
espacio existente en los aviones para mover las
piernas lo que enlentece la circulación venosa, proceso que desencadena a su vez la enfermedad.
Asimismo, las lesiones de la pared
de la vena y los cambios en el sistema de coagulación de la sangre
son dos condiciones subyacentes que
habría que sumar.
Lo curioso de este síndrome,
vinculado fundamentalmente a los desplazamientos en avión, es que
cualquier persona que
permanezca sentada
durante mucho tiempo,
sea donde sea, puede llegar a
producir coágulos en las extremidades
inferiores. En el caso del transporte
aéreo, concurren una serie de factores específicos que incrementan las
posibilidades de padecer esta
Factores de riesgo
6 Alteración congénita de coagulación.
6 Enfermedades importantes como cáncer
o insuficiencia cardíaca.
6 Edad avanzada.
6 Varices.
6 Tomar anticonceptivos orales.
6 Antecedentes personales de trombosis.
6 Terapias hormonales.
6 Obesidad.
6 Traumatismo o cirugía reciente.
6 Inmovilidad (ortostatismo y
posición sedente prolongadas).
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trombosis. Según el doctor Pérez Sastre, de
los Servicios Médicos de Iberia, “la disminución
relativa de la presión barométrica, el sedentarismo y la baja humedad (deshidratación) pueden
contribuir al aumento de riesgo trombótico, especialmente en vuelos de larga distancia”.
Es mejor prevenir
Lo más importante consiste en adoptar todas
aquellas medidas que faciliten nuestra movilidad. Si es posible, siempre es mejor escoger
asientos próximos a los pasillos; así será posible
dar paseos esporádicos en las interminables horas del vuelo. Mientras se permanezca sentado,
hay que procurar no dejar las piernas colgando
o muy dobladas, ya que eso dificulta la circula-
aparecer durante el viaje o inmediatamente
después, pero a veces ocurren pasadas varias
semanas.
Pero, ¿cómo se enfrentan los médicos a la
enfermedad? Según el doctor José Domingo
García, “el tratamiento es el mismo que el de
la enfermedad tromboembólica, la anticoagulación”. Así, se inicia con heparinas de bajo
peso molecular a dosis terapéuticas, se aconseja
reposo y buena hidratación, y luego se cambia
el tratamiento a pastillas anticoagulantes. Debe
tratarse un mínimo de tres meses.
En la actualidad, no existen protocolos de actuación específicos entre las tripulaciones de
las aerolíneas sobre cómo actuar ante casos de
pasajeros que padezcan el síndrome de la clase
Los viajes prolongados en
avión, con una escasa movilidad
de las extremidades inferiores,
son un factor de riesgo
en la aparición de la
Trombosis Venosa
Profunda (TVP).
Para prevenirlo...
rMuévete. Un buen ejercicio consiste
en contraer los músculos de las piernas
regularmente durante el vuelo y evitar
estar mucho tiempo parado.
rAl estar sentado, evita tener las piernas
colgando o muy dobladas.
rNo cruces las piernas.
rAprovecha las escalas durante el vuelo
para mover ampliamente las
extremidades inferiores.
rBebe mucha agua.
rNo consumas alcohol.
rNo lleves prendas ajustadas y utiliza
medias de compresión hasta las rodillas,
si eres paciente de alto riesgo.
rEscoge asientos de pasillo para facilitar
la movilidad.
rConsulta con tu médico si tienes
dudas antes de viajar.
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ción sanguínea. Igualmente, se recomienda no
doblarlas y aprovechar los periodos de escala
entre vuelo y vuelo para caminar.
La hidratación es fundamental, por lo que es
recomendable beber agua cada cierto tiempo,
compensando así las condiciones de baja humedad de la cabina.
Siempre que se afronte un trayecto de varias
horas, es recomendable no vestir ropas ceñidas;
además de no estar cómodo, ese tipo de prendas hacen un flaco favor al sistema circulatorio.
Además, los pacientes de alto riesgo deben utilizar medias compresivas hasta las rodillas.
Evitar el consumo de alcohol y café. Realizar
movimientos de flexoextensión de los pies cada dos horas, durante cinco o diez minutos, es
también una medida saludable.
Otro de los aspectos más llamativos del síndrome de la clase turista es que, contrariamente
a lo que pudiera pensarse, sus efectos suelen
turista. En los últimos años, muchas aerolíneas
han optado por publicar recomendaciones sobre cómo evitar la formación de la TVP en las
revistas corporativas que se reparten a bordo
del avión. Se trata, en general, de pequeños
decálogos con algunas instrucciones básicas
fácilmente comprensibles y sencillas en su ejecución. Todo con el objetivo de quitarle hierro a
una enfermedad tan nociva como mitificada.
Por eso, antes de subirse al avión, no hay que
olvidar una máxima: no dejar que el síndrome
de la clase turista amargue las vacaciones y recordar que, para prevenirlo, basta con evitar un
sedentarismo excesivo. Procurar moverse, doblar
las piernas de vez en cuando, beber abundante
agua y, sobre todo, disfrutar del viaje.
Ana Oria Pila
Asesorado por el Dr. José Domingo García Jiménez.
Hospital de Utrera. Sevilla
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