Divinidad, libertad y armonía en la metafísica de G.W. Leibniz Una aproximación al problema del azar y el destino desde las implicaciones metafísicas en el pensamiento del filósofo de Hannover En Leibniz, el problema de la libertad y el azar, tiene una serie de connotaciones metafísicas y gnoseológicas que ponen énfasis en la consonancia que hay entre las infinitas representaciones de las sustancias, es decir, en sus vínculos y relaciones, que no son otros que sus propias percepciones, las que al unísono expresan el universo existente.1 De este modo, el pensador de Hannover ata el problema de la libertad y el destino, como bien afirma en correspondencia a Arnauld escrita en 1686, al vínculo inter monádico, que se da en la percepción, pues : “Todo esto no son más que consecuencias de la noción de una sustancia individual que envuelve todos sus fenómenos, de tal modo que nada podría ocurrirle a una sustancia sin que aquello naciera de su propio fondo, pero en conformidad con lo que le ocurre a otra sustancia, aunque una actúe libremente y la otra sin elección. Este acuerdo es una de las más bellas pruebas que se puede dar de la necesidad de una sustancia soberana, causa de todas las cosas”.2 En la cita anterior, Leibniz introduce la noción de fenómeno bien fundado,3 la que tiene un significativo papel en el desarrollo de su epistemología y su metafísica. Así, en su teodicea por ejemplo, Leibniz se sirve de la noción de fenómeno bien fundado y su vínculo inter-sustancial, para dar cuenta, no sólo del modo como perciben las sustancias, sino también para fundamentar la demostración de la existencia de Dios, justificada por la armonía preestablecida existente entre la consistencia fenoménica del universo. 4 1 Cfr. DE SALAS O., Jaime: El conocimiento del mundo externo y el problema crítico en Leibniz y Hume, Granada, Secretariado de publicaciones de la universidad de Granada, 1967, p. 20-21. 2 LEIBNIZ, G. W.: A Arnauld, (1686) en Gerhardt.,II, p.75 en Las pruebas del absoluto en Leibniz el absoluto p. 218. 3 En los Nuevos ensayos Leibniz expone su noción de fenómeno como un agregado, o como una unidad de colecciones que en definitiva: “no es sino una relación cuyo fundamento se encuentra en cada una de las sustancias singulares. Así, esos seres por agregación no tienen otra unidad acabada que la mental y, consecuentemente, su entidad es de alguna manera mental o fenoménica, como la del arco íris”. LEIBNIZ, Gottfried W.: Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (1704), Gerhardt V, 133, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo I, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 74. 4 En relación con la capacidad de representación de la sustancia, Leibniz afirma, en carta a Arnauld fechada en 1687, que: “El Alma (...) expresa los fenómenos de todos los demás cuerpos según la relación con el suyo”. LEIBNIZ, Gottfried W.: A Arnauld (1687), Gerhardt II, 96, en GARBER Dino, La Puede decirse entonces, que en Leibniz el universo se constituye sólo de entes perceptivos, que expresan a la totalidad de lo existente en sus fenómenos.5 Esta infinidad de representaciones son manifestación de la naturaleza de cada sustancia, pues cada mónada es como “un espejo viviente o dotado con una acción interna que representa al universo según su punto de vista, y tan regulada como el universo mismo”,6 es decir en plena armonía. Ahora Bien, a lo anterior se suma que para Leibniz las sustancias son entidades autárquicas,7 por lo que la concordia entre sus representaciones debe ser explicada sin que estas entren en contacto, o se relacionen directamente de modo alguno.8 Al ser autárquicas, también han de ser plenas, es decir, contentoras en sí mismas de la totalidad de sus atributos; pues no hay modo de explicar como podrían ser estos añadidos a ella.9 Es aquí donde cobra importancia el argumento leibniziano de la armonía preestablecida y el autor plantea el problema de la libertad, el destino y sus vínculos con la acción de la divinidad, que es la que logra un concierto armónico entre las sustancias autárquicas que representan unánimes el mismo universo.10 En conclusión, la concordia sustancial, garantiza el orden del universo, sin necesidad de vinculaciones físicas.11 La búsqueda del fundamento de ésta armonía, llevó a Leibniz a considerar la existencia de una entidad ordenadora, primera y responsable de la concomitancia entre monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo I, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 66-67. 5 Al respecto en un texto fechado entre 1712 y 1714, Leibniz escribe: “Existe un buen fundamento para dudar si Dios ha hecho otra cosa que mónadas o sustancias sin extensión, y si los cuerpos son otra cosa que fenómenos resultantes de esas sustancias”. LEIBNIZ, Gottfried W.: Entretien de Philarète et d` Ariste, (1712- 1714), Robinet, 454- 5, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo I, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 74. 6 LEIBNIZ, Gottfried W.: Monadología, parágrafo 7, en OLASO, Ezequiel (edi): G. W. Leibniz Escritos filosóficos editados por Ezequiel de De Olaso, Buenos Aires, Charcas, 1982, p.608. 8 Al respecto Leibniz Afirma:“Hablando con rigor metafísico se puede decir que ninguna sustancia creada ejerce una acción metafísica o una influencia sobre otra”. LEIBNIZ, Gottfried W.: Primeras Verdades (1680-1684), en Couturat 521, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo II, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 499. 9 “Es verdad que desde un punto de vista rigurosamente metafísico no existe una denominación totalmente extrínseca (denominatio pure extrinseca) debido a la conexión real en todas las cosas”. LEIBNIZ, Gottfried W.: Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (1704),ii, 25, 5 en Gerhardt V, 212, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo I, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 89. 10 LEIBNIZ, Gottfried W.: Discurso de metafísica (1636), Gerhardt IV, 434, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo II, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 483. 11 Cfr. LEIBNIZ, Gottfried W.: A lady Masham (1704), Gerhardt III, 347, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo II, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 480. las expresiones fenoménicas de los seres existentes, quien al ser fundamento de tal infinito de vínculos, debió ser absoluta, omnipotente y omnisciente, y por tanto no otro ser que Dios.12Así, la existencia de la divinidad es un requerimiento sine quad nom de la tesis de la armonía preestablecida,13 pues sólo en Dios, pudo Leibniz justificar la concordia entre la infinidad de percepciones de las innumerables sustancias.14 Al incluir en su sistema la tesis de la armonía preestablecida, Leibniz enfrentó diestramente el problema de la comunicación entre las sustancias, cuestión fundamental para toda la filosofía en la modernidad; pero se le presenta una compleja situación entre los vínculos de la libertad, la divinidad, la armonía consustancial y los fenómenos bien fundados, aquí justamente se ancla la disertación que desarrollaremos para ser presentada como ponencia propuesta para el VII Congreso Nacional de Filosofía. 12 Cfr. LEIBNIZ, Gottfried W.: A Aranauld (1687), Gerhardt II, 94-95, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo II, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 492. 13 Cfr. LEIBNIZ, Gottfried W.: Considerations sur les principes de vie, et sur les natures platiques, pas l´auteur du systeme de l´harmonie preétablie (1705), en Gerhardt VI, 541, en GARBER Dino, La monadología de G. W. Leibniz un comentario basado en textos del conjunto de sus obras a partir de 1675, tomo II, Caracas, Manuscrito, 1976, p. 493. 14 Cfr. AGUILAR, José Mª.: El argumento Leibniziano de la Armonía prestablecida para demostrar la existencia de Dios, en GONZÁLEZ, Ángel L. (Edit), Las pruebas del Absoluto en Leibniz, Pamplona, EUNSA, 1996, p.212.