El hombre que vendió su cerebro (golpe perfecto)

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El Clarí-n de Chile
El hombre que vendió su cerebro (golpe perfecto)
autor Iván Godosky
2009-04-23 17:51:24
Nunca se habÃ-a comprado un cerebro en el mercado persa de Chile. El potito de palo, bajo y más liviano que una
pluma de almohada de una camita de muñecas, estudioso de economÃ-a y más llorón que guagua sin teta en la boca,
se decidió vender la única cosa de valor que tenÃ-a en su cabeza: su cerebro.
Un vendedor de sandÃ-as de la vega central fue el único que ofreció quince lucas. El potito de palo andaba
desesperado. Aceptó las quince luquitas.
En un hospital clandestino de la moderna ciudad de Santiago, al parecer de propiedad de un doctor laureado en un sitio
de Internet, le sacaron todo el mate y reemplazaron con un cerebro de mono. La operación fue un éxito. El potito de
palo, al poco tiempo,  saltaba como los monitos. Se colgaba en lo que pillaba y se transformó en el peor enemigo de
vendedores de plátanos. Tiempo más tarde el vendedor de sandÃ-as pidió que le transplantaran el cerebro del potito de
palo y el suyo lo transplantaran a su perro, el mochito.Â
El potito de palo, que no era nada de jetón, se invirtió en el Banco del Estado las quince lucrecias y compró acciones
rascas del mercado internacional.
!Todo perfecto! Al otro lado de la ciudad, el vendedor de sandÃ-as, haciendo uso del cerebro del potito de palo, pues, de
la noche a la mañana, se transformó en una analista de economÃ-a mundial y su perro, el mochito, su mejor secretario.
Un perro navegador que andaba por los foros de internet y respondiendo el teléfono de los bancos internacionales. El
primer artÃ-culo del vendedor de sandÃ-as dejó al mundo con el hocico abierto. EscribÃ-a que la crisis financiera que
enfrentan los yankis se veÃ-a venir hace rato. Claro, el mundo anda medio jetón, hace rato que anda guisado, dirÃ-a un
buen cocinero: los pobres inversionistas, esos que se cortan un dedo en el taller de mueblerÃ-a para luego invertir el
capital que le da la casa de seguro, en acciones gringas, cayeron en el truco como conejos ardientes en un lazo de
acero. La incompetencia, dijo el vendedor de sandÃ-as, es el producto de ser mal paridos. AquÃ-, el vendedor ganó
aplausos internacionales y amenazas de muerte por haber herido los sentimientos maternos de los perdedores. Quizás
el problema más grande del vendedor de sandÃ-as no era el de las amenazas sino que los compromisos que andaba
firmando telefónicamente su perro, el mochito, que, sin pretender llegar lejos andaba organizando un matrimonio con
una fulana de la China, una tal, Chan, y, al parecer, con una perrita que habÃ-a recibido el cerebro de una atleta cuyo
castigo fue por no haber ganado una medalla en las últimas olimpiadas de PekÃ-n.
!Un despelote! Unos artÃ-culos del vendedor de sandÃ-as andaban embolando a medio mundo con la carencia de una
polÃ-tica energética cuyo drama era no haber usado velas y abaratado más y más el petróleo. El vendedor de sandÃ-as
llegó a ser consejero de un secretario del tesoro de un paÃ-s rico situado al norte de una isla en Filipinas.
Andaba estudiando las formas de evitar una crisis completa del mundo financiero cuando su secretario, el mochito, le
informó que se irÃ-a a PekÃ-n a contraer matrimonio con la perrita. Crisis del vendedor de sandÃ-as. No deseaba perder
al mochito. Era tarde. El mochito, que ni muy tonto ni muy dejado, habÃ-a ahorrado sus lucas y, para colmo, su novia, la
perrita, Chan, habÃ-a abierto un negocio de sandÃ-as exportadas de Chile y las vendÃ-a caladas y regalaba, para colmo,
hasta un tenedor made in taller del finao chalo.
El tiempo habÃ-a pasado. El vendedor de sandÃ-as fue acusado de irresponsable, de indisciplinado, de mal consejero
fiscal porque las deudas de los Estados ricos se habÃ-an ido a las pailas y el déficit fiscal lo pagarÃ-a con su propia
carne.
Nunca se ha sabido si el vendedor de sandÃ-as se asiló en China para ir a vender sandÃ-as con el mochito, o que los
yankis lo hayan metido en la CIA para que pagara su deuda que llegaba a ser de 32, 139 dólares que debe cada
ciudadano americano al Estado gringo.
En cambio el potito de palo, al menos eso se ha leÃ-do por los periódicos del pueblo, es que con sus quince lucas pudo
hacer millones ya que al vender sus acciones a un cliente yanky del vendedor de sandÃ-as, le dieron algo de 450
millones de dólares y, para colmo, era el único hombre con cerebro de mono que habÃ-a plantado en Chile grandes
plantaciones de sandÃ-as para exportarlas a Pekin. Un golpe perfecto... El potito de palo siguió siendo mono y sus
familiares; los familiares del mono más pillo de Chile.
Ivan Godosky
http://www.elclarin.cl
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