Selección de embriones para obtener un hermano donante Dra. Carmen Astete, Dr. Juan Pablo Beca Diciembre 2009 En Andalucía se ha autorizado recientemente el diagnostico genético preimplantacional con fines terapéuticos para un tercero1, lo cual nos ha llamado a reflexionar sobre los fundamentos éticos que sostienen el uso de esta técnica con estos fines. Cuando tenemos un niño afectado con una enfermedad genética, factible de ser tratada con un transplante de células de cordón o de médula ósea, y no hay un donante compatible se puede buscar el nacimiento de un hermano que pueda serlo. Es el caso de enfermedades como la inmunodeficiencia combinada severa por déficit de adenosina desaminasa (ADA), la adrenoleucodistrofia y algunos tipos de leucemia. Para este efecto es necesario realizar la técnica de fertilización in vitro con gametos de ambos padres portadores de la enfermedad genética y estudiar los embriones generados mediante una “biopsia” extrayendo uno o dos de los 6-10 blastómeros que poseen los embriones de tres días. Los embriones afectados se desechan y sólo se transfieren al útero materno los embriones que no tienen el gen deletéreo, para lograr el nacimiento de un individuo sin la patología, pero de mayor histocompatibilidad con el afectado. En otras palabras, se obtiene el nacimiento de un hijo o hija sin la enfermedad y óptimo para ser donante2, 3. Sin duda esta tecnología está siendo utilizada pensando en conseguir un importante beneficio para el hijo enfermo. Por otra parte, en general no se objeta la fertilización in vitro en parejas con problemas de fertilidad, ni el diagnóstico preimplantacional en aquellas con alto riesgo de transmitir una anomalía genética. Entonces la pregunta es ¿por qué podría ser incorrecto su uso en el caso de padres que buscan un hermano donante para un hijo enfermo? El asunto no es fácil de responder porque para hacerlo es necesario tomar antes una posición en relación al valor de la vida del embrión humano preimplantacional, los derechos de los niños y las obligaciones de los padres. Si se considera al embrión temprano como un ser humano en sus primeras etapas de desarrollo, poseedor de la dignidad intrínseca propia de la persona humana, el desecho de embriones no puede ser éticamente aceptado. Desde esta visión el hecho que el embrión sea portador de una anomalía genética, al igual que el hecho que un niño o un adulto tengan una enfermedad, no altera su dignidad ni su derecho a ser tratado con respeto. Más aún, se podría argumentar que el hecho de tener una anomalía lo hace merecedor de mayor protección por su condición de vulnerabilidad. Pero, si se piensa que un embrión preimplantacional es una vida humana sin la constitución de un nuevo individuo, o que es un grupo celular sin capacidad propia de desarrollo y sin la dignidad propia de la persona humana 4, 5, , el análisis se debe fundamentar principalmente desde la utilidad y eficacia de engendrar seleccionando embriones no afectados. La aprobación de realizar diagnóstico preimplantacional como una manera de prevenir enfermedades genéticas ha recibido progresiva aceptación, aunque hay legislaciones como la alemana que la prohíben explícitamente por considerarla una práctica eugenésica no aceptable. El fundamento para aceptarlo es, como ya lo hemos mencionado, un análisis de tipo utilitarista y también relacionado a un fin importante de la medicina que es prevenir la enfermedad. Se trata de un juicio práctico que pone en la balanza el beneficio de evitar el nacimiento de niños enfermos, versus el sufrimiento que significarían para ellos mismos y para sus padres, aceptando como un mal menor el desecho de embriones genéticamente afectados. Con lo anterior se está reconociendo implícitamente menor valor a embriones o futuros niños, por el hecho de su enfermedad, lo cual constituye una discriminación difícil de justificar. Sin embargo, aunque podría ser comprensible para prevenir el nacimiento de niños con condiciones incompatibles con la vida o con graves anomalías congénitas, es menos aceptable el diagnóstico preimplantacional y la selección embrionaria para evitar anomalías menores6 o condiciones genéticas que predisponen a enfermedades tratables. El desecho de embriones se ha homologado también al aborto. Aunque el objetivo de este comentario no es analizar el aborto en sus diferentes situaciones o definiciones, al menos parece importante considerar que en este caso no se trata de la interrupción de un embarazo en curso, sino de la no transferencia de embriones anormales a la madre. Hay muchos que rechazan el aborto en cualquier circunstancia, incluido el aborto por malformación fetal grave, pero aceptan el diagnóstico preimplantacional y la selección de embriones, siempre que sea limitado a casos de familias que tienen un riesgo conocido de tener hijos con una enfermedad genética que puede ser diagnosticada en el embrión. La aceptación de la selección de embriones como una forma de obtener un hijo donante será un beneficio por la posibilidad de mejoría para su hermano enfermo. Desde un punto de vista utilitarista es lo correcto por el bien que produce, no sólo al enfermo sino a la familia que gozará del hijo o hija sana. Sin embargo en esta decisión hay un conflicto de valores por cuanto se incurre en una incoherencia entre el amor y el esfuerzo por ayudar a vivir a un hijo genéticamente enfermo, y la aceptación del desecho, en su etapa embrionaria, de sus hermanos portadores de la misma anomalía genética. En otras palabras se acepta el desecho de un embrión que tiene la misma alteración genética que la del hijo al que se quiere salvar. Otro problema ético que enfrentamos en la aprobación de engendrar un hijo destinado a ser donante de un hermano enfermo es el hecho que se trata de una persona que fue seleccionada por su genética, pero no ha sido buscada como un fin en si mismo sino como un medio de tratamiento. Aunque esta intencionalidad inicial probablemente cambiará en el tiempo al establecerse vínculos afectivos familiares, se ha atropellado el deber kantiano de considerar a la persona humana siempre como un fin en si mismo, concepto que es la base de nuestra obligación de igual consideración y respeto a toda persona, sin distinciones de ningún tipo. Aunque en realidad muchos hijos no son directamente buscados, más adelante, cuando el hijo o hija engendrados para ser donante adquiera capacidad y comprensión de su situación, podrá aceptarla de manera positiva, pero en algunos casos se pueden generar complejos conflictos existenciales o psicológicos. El otro riesgo es que si el afectado necesita nuevos transplantes por falla del tratamiento, este hijo será un reservorio vivo de células donantes con limitada libertad para rehusarse, pasando a llevar un principio fundamental de la ética de los transplantes que es la voluntariedad. En resumen los conflictos que se enfrentan para encontrar un tratamiento con el propósito de disminuir el sufrimiento del niño y de sus padres son: el hecho de generar un individuo con características genéticas ideales para ser donante con el riesgo de ser instrumentalizado y la alta probabilidad de desechar embriones porque presentan la misma enfermedad genética o porque no son histocompatibles con el enfermo. Esto exige reconocer si consideramos que los embriones tienen o no la misma dignidad de toda persona humana. Si los profesionales y los padres del niño enfermo lo creen así no se deberían realizar estos procedimientos. Sólo quienes consideran que los embriones preimplantacionales tienen un estatuto moral diferente al del ser humano más desarrollado serían susceptibles de solicitar y realizar estos procedimientos. Sin embargo, aun quienes lo acepten tienen que preguntarse si es admisible eliminar embriones por cualquier tipo de causa, o si se debería ser más restrictivo y permitirse sólo para prevenir enfermedades o sufrimientos extremos. Por otra parte, hay que considerar que estas prácticas pueden aumentar la afectadas con discriminación y estigmatización de las personas patologías genéticas “no deseadas”. Por último, si se acepta eliminar embriones sanos porque no son compatibles ¿por qué no se podría también eliminar otros embriones no deseados?, ¿cuáles son los límites?. En este contexto cabe recordar el clásico concepto bioético que no todo lo técnicamente posible es éticamente correcto. Referencias 1. ElEconomista. EcoDiario 25 Octubre 2009. Andalucía espera en 2010 el nacimiento de cuatro bebés libres de enfermedad gracias al diagnóstico genético preimplantatorio. Disponible en http://ecodiario.eleconomista.es/espana/noticias 2. Samuel GN, Strong KA, Kerridge E, Jordens CF, Ankeny RA, Shaw PJ. Establishing the role of pre-implantation genetic diagnosis with human leucocyte antigen typing: what place do “savior siblings” have in paediatric transplantation? Arch Dis Child. 2009; 94 (4): 317-320 3.- Bielorai B, Hughes MR, Auerbach AD, Nagler A, Loewenthal R, Rechavi G, Toren A. Successful umbilical cord blood transplantation for Fanconi anemia using preimplantation genetic diagnosis for HLA-matched donor. Am J Hematol. 2004 77 (4): 397-399. 4.- Beca J. P. El Embrión Humano. Ed. Mediterráneo, Santiago Chile. 2002 5.- Consideraciones sobre el embrión humano. Monográfico. Bioética & Debat. 2009; 15 (57): 1-12 6.- Beca J.P., Saalvador V. Diagnóstico de estrabismo en embriones: ¿un progreso deseable?. Bioetica&Debat, Mayo 2007. Disponible en http://www.bioeticadebat.org/modules