sobre la izquierda y la derecha

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SOBRE LA IZQUIERDA Y LA DERECHA
A la izquierda de la Asamblea estaban Barnave, el
romántico Buzot, el hermoso Pétion, y Robespierre,
abogado de Arras y adicto a la causa popular.
En el centro, grandes señores liberales o curas
demócratas; a la derecha, algunos hombres de valor,
pero sin influencia, y que no intervenían para nada
en las sesiones.
André Maurois, Historia de Francia
El 5 de mayo del año de gracia de 1789, se reunieron en Francia los Estados
Generales, convocados por Luis XVI para resolver la persistente crisis del reino. Poco
después de la apertura, el Estado Llano (la burguesía) invitó los otros dos Estados (la
nobleza y el clero), a reunírsele y a partir del 15 de mayo, una docena de
representantes del clero respondieron al llamado. El 17 de junio los diputados del
Estado Llano se proclamaron en Asamblea Nacional, y decidieron que, el día en que
ésta se clausurara, cesaría en toda Francia la percepción de impuestos que no hubieran
sido votados por ella. Empezaba una de las revoluciones más formidables (y violentas)
de la historia. Las actuales denominaciones de “izquierda” y “derecha”, tan habituales
en política, se remontan a aquellos tiempos, ya que en la Asamblea Nacional, a la
derecha se sentaban los partidarios de cambios muy leves (o de ningún cambio), y a la
izquierda los que exigían transformaciones drásticas, profundas y rápidas.
La izquierda y la derecha, obviamente, no son privilegios de la política. Aparecen a
cada rato en la naturaleza. Hay muchos objetos que son perfectamente simétricos,
como una esfera, o una ventana rectangular pero en otros hay una decidida
orientación en un sentido o en el otro. Un sacacorchos funcionará solamente si lo
hacemos girar en el sentido de las agujas de un reloj, y nunca al revés, y lo mismo
vale para tornillos, y otros objetos helicoidales. En el mundo natural, hay enredaderas
que crecen formando una hélice hacia la izquierda y únicamente hacia la izquierda.
Muchas moléculas orgánicas tienen propiedades de este tipo: los cristales del azúcar
que consumimos habitualmente desvían un rayo de luz polarizada hacia la derecha, y
por eso se llama azúcar dextrógira. Se puede fabricar un azúcar exactamente igual,
químicamente hablando, pero que desvíe la luz hacia la izquierda (levógira). Los
objetos iguales pero orientados de manera distinta (se llaman enantiomorfos) no se
pueden superponer: nunca podremos, por más vueltas que le demos, hacer coincidir
una mano derecha con una mano izquierda, o una molécula levógira con una
dextrógira.
Después, está el asunto de los espejos. Los espejos invierten la orientación de los
objetos: basta poner este mismo artículo frente a uno, y se puede comprobar que es
imposible de leer. La imagen especular de una mano izquierda es una mano derecha y
viceversa: nuestro sacacorchos, mirado en el espejo, girará en sentido contrario al que
lo hace habitualmente, y el azúcar dextrógira se verá levógira en el espejo. Esta
curiosidad, fue una continua fuente de inspiración literaria, cuya más conocida
expresión es Alicia a través del Espejo, de Lewis Caroll. (En realidad, no sólo esta
propiedad: la extraña irrealidad de los espejos en general fue un tema recurrente en la
literatura desde los más antiguos cuentos chinos hasta El cumpleaños de la Infanta de
Oscar Wilde, y Borges quien multiplicó los espejos en el fondo de sus espesos
laberintos).
Pero si bien el mundo está lleno de “objetos orientados”, uno podría preguntarse si el
universo mismo está orientado. Ya Leibniz decía, en el siglo XVKII que si el mundo
entero se hubiera reflejado alguna vez en un espejo, nosotros no podríamos saberlo.
Dicho de otro modo, la izquierda o la derecha son indiferentes para la naturaleza:
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convencionalmente, designamos por izquierda a una de las dos orientaciones, y
llamamos derecha a la contraria, pero si un día izquierda y de3recha se invirtieran,
nadie se daría cuenta y todo seguiría igual, de la misma manera que si todo lo que
está convencionalmente ¡arriba” se pusiera “abajo” y viceversa. O si los polos “norte” y
los polos “sur” de todos los imanes se intercambiaran.
Esto fue prácticamente artículo de fe entre los físicos hasta hace muy poco, y se
conocía como “principio de conservación de la paridad”: ni la gravitación, ni la fuerza
electromagnética, ni las fuerzas nucleares tenían preferencias en uno u otro sentido:
en términos de la izquierda y la derecha, el universo se consideraba neutro y
totalmente simétrico. Sin embargo, en el año 1956 Chen Ning Yan y Tsung Dao Lee, el
premio Nóbel, y fue el prólogo de otra simetría (esta vez entre materia y antimateria)
descubierta unos años más tarde, y que dejaremos para una nueva y asimétrica
ocasión.
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