REPÚBLICA – POLITEIA Diálogo de madurez, a excepción del libro

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CONTEXTO DE LA REPÚBLICA (La república o el estado / La república o sobre la justicia)
REPÚBLICA – POLITEIA
Diálogo de madurez, a excepción del libro I que, con el título de Trasímaco o de la
justicia, sería un diálogo de juventud que circulaba ya hacia el –390 (aunque esta tesis no
es aceptada unánimemente). Tal como nosotros la conocemos, La República habría sido
compuesta a lo largo de dos décadas a partir aproximadamente –390, es decir, entre la
fundación de la Academia y el segundo viaje a Siracusa, y su tema fundamental es la
Justicia y la construcción de un estado justo.
Tras la victoria de los griegos contra los persas en las Guerras Médicas (-499 a –479),
la hegemonía de la democrática Atenas de Pericles se plasmó en la Liga de Delos, la
cual supuso el control comercial y político de Atenas sobre las demás polis que formaban
la confederación. El creciente imperialismo ateniense (-479 a –431, el siglo de
Pericles) desencadena las guerras del Peloponeso (-431 a –404), que enfrentarán a
Atenas con Esparta, con la victoria final de ésta.
Esparta, una aristocracia agraria y conservadora, apoyada por la oligarquía ateniense
que esperaba recuperar el poder y las propiedades perdidas con la democracia, impone
en Atenas un gobierno oligárquico, el de los Treinta Tiranos. Según nos cuenta el propio
Platón en su Carta VIIª, algunos de estos treinta “eran o parientes míos” –Cármides y
Critias eran tíos suyos- “o mis conocidos” –Alcibíades, por ejemplo- “y me invitaron a
colaborar inmediatamente... Yo me hice grandes ilusiones”. Pero el régimen de terror que
implantan, queriendo comprometer en sus crímenes incluso al propio Sócrates –que se
niega a apoyarlos- lo alejan de la política.
Tras la revuelta popular y militar organizada por Trasíbulo caen los Treinta Tiranos y
se restablece la Constitución Democrática. Renacen las esperanzas políticas de Platón,
que desaparecen al poco cuando la nueva democracia condena a muerte a Sócrates.
La conclusión a la que llega Platón la expone en el libro VII de República y, más
claramente, en su Carta VIIª, donde afirma que “no acabarán los males para los
hombres hasta que llegue la raza de los puros y auténticos filósofos al poder, o
hasta que los jefes de los Estados, por una especial gracia de la divinidad, no se
pongan verdaderamente a filosofar”. A conseguir este objetivo dedicó Platón el resto de
su vida (sus tres viajes fallidos a Siracusa, la fundación de la Academia,...) y una parte
significativa de su obra (Gorgias, República, El político y Las Leyes).
.
El contexto cultural de la República de Platón es el heredero del siglo de Pericles, el
siglo en el que se trabajó enfebrecidamente en los templos, estatuas y bajorrelieves de la
Acrópolis (Fidias y Mirón); el siglo en el que escribieron sus tragedias Esquilo, Sófocles
y Eurípides –y Aristófanes sus comedias-, mientras que Heródoto (Historias) y
Tucídides (Historia de la Guerra del Peloponeso) hacían de la historia una ciencia. La
filosofía y la ciencia –que habían nacido el siglo anterior- tuvieron también un desarrollo
espectacular: Anaxágoras, atomistas, sofistas, Sócrates,... Pero a partir del comienzo
de las guerras del Peloponeso en el –431, Atenas se sumerge en una gran crisis
intelectual y moral.
La cultura ateniense del s. –IV, en lo que a literatura se refiere, bien puede entenderse
como decadente con respecto al esplendor del siglo anterior. Aristófanes produce nuevas
obras, pero cada vez con menor carga de crítica política, y las obras de sus hijos –
comedia nueva- buscan básicamente la evasión y la risa del público. En cuanto a los
poetas dramáticos, intentan imitar a los grandes autores del siglo precedente.
Una figura dominante durante la primera mitad del s. –IV de la historiografía griega es
el militar ateniense Jenofonte, filoespartano y discípulo de Sócrates, autor de la
Anábasis. En cuanto a la oratoria, destacan las figuras de Isócrates, discípulo de
Gorgias, de Pródico y de Sócrates, que funda una escuela de oratoria que competirá con
la Academia platónica; y Demóstenes, influyente orador que encabezó el partido
antimacedonio.
Los problemas económicos derivados de las sucesivas guerras, limitan los encargos
escultóricos y, sobre todo, arquitectónicos. Así, las mejores obras no se realizarán en
Atenas, sino en las costas de Jonia.
En escultura, se centra el interés más en el hombre que en los dioses o los héroes: el
retrato y los atletas vencedores son ahora los personajes preferidos. Y los artistas:
Praxíteles, Escopas y Lisipo.
La ciencia del s. –IV avanza notablemente con los sistemas de Platón y Aristóteles. En
matemáticas y astronomía destaca Eudoxo de Cnido, autor de partes importantes de los
que serán más tarde los Elementos, de Euclides, y autor, también, de un sistema de
esferas superpuestas y homocéntricas con respecto a la Tierra que explicarían los
movimientos de los astros. Otro astrónomo es Calipo, que reformó y completó el sistema
de Eudoxo. También Heráclides del Ponto –siguiendo un camino iniciado por el
pitagórico Filolao, y que culminará con el sistema heliocéntrico de Aristarco de Samosofreció su propio sistema: la Tierra ocuparía el centro del universo con un movimiento de
rotación, y la esfera de las estrellas fijas, el sol y todos los planetas girarían en torno a
ella, a excepción de Venus y Mercurio, que lo harían en torno al sol.
El conocimiento que tenemos de la medicina de los ss. –V y –IV se debe a la
Colección hipocrática, colección de sesenta textos médicos, compuestos entre el –450 y
el –350, que recogen buena parte del saber y del hacer de los médicos de aquel tiempo.
CONTEXTO FILOSÓFICO (para elaborar por el alumno a partir de este texto)
«Platón, en general, está de acuerdo con las teorías de los pitagórico, aunque
también tiene cosas propias, En efecto, desde su juventud se había familiarizado con
Cratilo y con la opinión de Heráclito de que todas las cosas sensibles están en flujo
permanente, por lo que no hay ciencia (episteme) posible de estos objetos, y él mismo
sostuvo esta doctrina más tarde. Por otra parte, fue discípulo de Sócrates, quien
-desentendiéndose de la Naturaleza en su conjunto- se consagró exclusivamente a los
problemas morales, proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y
siendo el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones. Por ello, Platón,
heredero de esta doctrina y habituado a la indagación de lo universal, pensó que las
definiciones no podían referirse a los seres sensibles -ya que no es posible dar una
definición común de objetos que cambian continuamente-, sino a otro tipo de seres. A
estos seres los llamó -ideas. (idéas). Y añadió que las cosas sensibles existen
separadas de las Ideas, pero que de ellas reciben su nombre, ya que todas las cosas, en
virtud de su participación en las Ideas, reciben el mismo nombre que las Ideas. En
cuanto a la participación, Platón no hizo sino cambiar el nombre, ya que los pitagóricos
afirman que los entes son por imitación (mimesis) de los números, y Platón, que son por
participación (méthexis), pero ni aquellos ni éste se preocuparon de indagar qué era la
participación o la imitación de las ldeas».
ARISTÓTELES, Metafísica, 1, 6, 987 a 30-b 15
CONTEXTO Fco. DEL TEXTO EN EL CONJUNTO DE LA OBRA (sólo lectura)
Si es cierto que todos los temas especulativos y los resultados fundamentales de los
diálogos precedentes se encuentran recapitulados en la obra máxima de Platón, la
República, que los ordena y conexiona alrededor del motivo central de una comunidad
perfecta, no es menos cierto que estos resultados lo son frente a otras “soluciones” que a
esos mismos temas habían dado autores anteriores y contemporáneos a él. Así,
tendríamos que ver primero qué temas se abordan en la República, y a continuación
quiénes y cómo lo habían hecho con anterioridad a Platón.
Primero el tema de la justicia, tema común en las discusiones filosóficas de los siglos
–V y –IV. Sin ocuparnos ahora del célebre fragmento de Antígona, de Sófocles, en donde
se anteponen las leyes eternas emanadas de los dioses a las leyes positivas propuestas
por el gobernante, la discusión o contraste entre physis y nomos, entre naturaleza y
cultura, es un tema central en la especulación sofística y socrática. Todos los sofistas
afirmaron el carácter no natural del nomos entendido como conjunto de normas
establecidas por la costumbre o la ley. Esta idea, obvia para los griegos debido a los
numerosos contactos que tenían con otras culturas y a la propia confrontación de las
nomoi de las distintas polis griegas, va a ser desarrollada de manera diversa por los
distintos pensadores. Así, aunque todos los sofistas compartían la idea de que el nomos
restringe y limita a la naturaleza, había quienes interpretaban esto como un logro y
progreso –caso de Protágoras-, en tanto que otros –Trasímaco, Calicles- lo consideraron
un freno y una traba indeseables. También hay sofistas a los que esta discusión lleva a
posiciones que harían imposible el modo esclavista de producción de la sociedad griega
del momento; así, Antifonte, que defiende la igualdad de todos los hombres, sean
bárbaros o griegos, o Alcidamante de Elea, que afirma que la naturaleza no ha hecho
esclava a nadie, por lo que la institución de la esclavitud debe ser abolida. La postura de
Sócrates parece clara: se trataría de encontrar el concepto, la definición objetiva y válida
universalmente de “justicia”.
Lo fundamental de estas posturas aparece en la República I y II. Céfalo: la justicia es
la devolución de lo que se debe; Polemarco: es el beneficio a amigos y perjuicio a
enemigos; Trasímaco: es lo que conviene al más fuerte; Glaucón: la justicia no es
cultivada voluntariamente, como se ve en el mito del anillo de Giges; Adimanto: es
preferible la injusticia a la justicia. La conclusión a la que parece llegarse es que la
justicia es una convención que proporciona el término medio entre la ley natural y la
humana, entre la plena satisfacción de la injusticia impunemente hecha y el mayor mal de
sufrirla sin defenderse. Por su parte, Sócrates considera que la justicia es la excelencia
del alma y para saber en qué consiste o qué es la justicia en sí habremos de verla en
principio objetivada en alguna realidad, y como un estado es mayor que un individuo, se
plantea ahora cómo sea un estado justo.
Es en los libros II al IV en donde Platón traza propiamente su proyecto político.
Partiendo de la impotencia de cada uno para procurarse todo aquello que necesita,
Sócrates/Platón propone finalmente un Estado con tres clases sociales –productores,
guardianes y gobernantes- en claro paralelismo con la concepción tripartita del alma
que aparece en IV –concupiscible, irascible y racional-. La justicia, entonces, será una
virtud total, la perfecta armonía entre las “partes” del alma, cada una con su virtud propia,
y también la armonía entre las clases sociales, dedicándose cada una a su privativa
función. Además de esto, en esta parte de la República se expone el sistema educativo
de las clases superiores (matemáticas gimnasia y música; el programa se detalla y
completa en el libro VII), la censura, el comunismo, la eutanasia y eugenesia y el tema de
la felicidad en un estado tal. ¿Qué nos habían dicho otros autores, anteriores o
contemporáneos a Platón acerca de estos temas? Empecemos por la supuesta
sociabilidad natural del hombre que propone Platón. Ésta ya había sido negada con
anterioridad por Protágoras y Critias, para quienes la sociedad nace como consecuencia
de un pacto originario a fin de no destruirse entre sí –recordemos que, en el Protágoras,
Platón pone en boca del gran sofista el relato mítico de Prometeo en el que se explica el
origen de la civilización y la vida política (las virtudes del pudor y la justicia) como un
añadido que otorga Zeus a la naturaleza originaria del hombre a fin de que las ciudades
puedan subsistir; y también el texto de Critias acerca del origen de la sociedad y de la
religión. En cuanto a la importancia de las matemáticas y la música, así como a la vida
comunitaria de los filósofos y la teoría del alma –que se desarrollará más en X, en el mito
de Er el panfilio- se ve claramente la influencia de doctrinas pitagóricas, recibidas a
raíz del primer viaje que Platón realiza a Italia, justamente para ponerse en contacto con
los pitagóricos, especialmente con el famoso matemático, filósofo y político Arquitas de
Tarento. Cuestiones como la eutanasia y la eugenesia son sugeridas a Platón por el
modelo militarista espartano.
En el libro V se aborda el tema de las funciones de la mujer -Platón defiende la
igualdad entre sexos en cuanto a tareas y educación- y el de la comunidad de mujeres e
hijos. Parece ser que Aspasia, la mujer de Pericles, inició un movimiento de
emancipación cultural y política de la mujer (del que serían indicios las comedias de
Aristófanes Lisístrata y La asamblea de mujeres), que en esa época no podía participar
en política y cuyas funciones eran la casa y en parte la primera instrucción de los hijos. Si
Platón creía realmente en la igualdad, y que también una mujer podía llegar a ser filósofo
y gobernante, estaba claro que había que liberarla de sus funciones tradicionales y de
la institución de la familia.
En los libros VI y VII, los más importantes sin duda, a través del símil de la línea y
del mito de la caverna, Platón expone su dualismo gnoseológico (opinión versus ciencia)
y ontológico (mundo visible versus mundo inteligible), y explica también el programa
educativo –aritmética, geometría plana, estereometría, astronomía, armonía y Dialéctica,
el estudio supremo- de los futuros filósofos. La distinción entre sentidos y razón –u opinión
y ciencia- podemos retrotraerla hasta Parménides, cuya influencia se percibe en la
cuestión de las propiedades de las ideas (cada idea es única, eterna, inmutable y
autoidéntica, al menos en los diálogos de madurez). Platón aprovecha también aquí para
criticar el escepticismo y relativismo propio de los sofistas: el conocimiento es
posible y tiene por objeto la verdadera realidad, las ideas, en cuya cúspide está el Bien en
sí; del mismo modo, el modelo del Estado se encuentra inscrito en el cielo eterno e
inmutable de las ideas. El dualismo ontológico, la separación entre las realidades
sensibles y las ideas de las que aquéllas participan significa –según Aristóteles,
Metafísica I,6 y XIII,4)- por una parte, la aceptación del devenir señalado por Heráclito y
Crátilo –este último uno de los maestros de Platón) para este mundo sensible pero, por
otra, el desarrollo de la teoría conceptualista socrática –búsqueda de los conceptos
morales objetivos, utilizando para ello los razonamientos inductivos-, conceptos que
Platón presupone contrainductivamente e hipostasia y aleja de este mundo, haciéndolos
inmutables, modelos de las cosas sensibles y objetos del único verdadero conocimiento.
En los libros VIII y IX Platón elaboró una teoría de la evolución de las formas políticas,
teoría no corroborada por la misma historia de Grecia, pero que revela un aspecto
esencial de la teoría política de Platón: el devenir histórico de los Estados conduce
necesariamente a su degradación (en contra del optimismo de Protágoras, para quien la
historia significaba progreso). Así, a la monarquía o aristocracia (formas más perfectas)
sucede necesariamente la Timocracia (dominio del ansia de honores y ambición de los
guerreros, luego la oligarquía (gobierno de los ricos) y más tarde la democracia (el
pueblo llano elimina a los ricos, se impone una libertad inmoderada y se desprecian las
leyes. Esta última situación conduce a la tiranía, ruina definitiva del Estado. La postura
anti-democrática de Platón se inscribe sin duda en un movimiento más extenso de crítica
a la democracia (representado por Aristófanes, Jenofonte e Isócrates), que se opondría a
la defensa de la misma que desde el plano ideológico se hace desde las filas sofistas.
En el libro X comienza repudiando las artes figurativas en general, aunque lo
fundamental del mismo es su escatología, expuesta en el mito de Er el panfilio, en el
que Platón, a pesar de partir de ideas órfico-pitagóricas –el hombre como un compuesto
de cuerpo y alma en el que ésta es su elemento esencial; el carácter espiritual del alma; la
necesidad de la purificación o catarsis y la metempsicosis o transmigración de las almas
como medio necesario para ello,...-, les da un desarrollo propio.
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