INTRODUCCIÓN GENERAL Desde principios de la década de los noventa se han venido generalizando, en gran parte del mundo, las reformas económicas orientadas hacia el libre funcionamiento de los mercados donde el único papel del Estado es “vigilar” que se cumpla el equilibrio de éstos. Bajo el postulado de que el mercado asigna de manera eficiente los recursos, se ha dejado de lado la desigualdad en cuanto a la distribución del ingreso se refiere. El Estado puede intervenir en la economía a través de dos mecanismos principales: la política monetaria y la política fiscal. La primera ha tomado un papel relevante debido al consenso, tanto entre economistas como entre los gobiernos, en que una tasa de inflación baja y estable favorece al correcto funcionamiento de los mercados, además se sentar las bases para el crecimiento económico. La política monetaria es manejada por el Banco Central y, en algunos casos entre éste y alguna otra entidad gubernamental. Con el paso de los años, han aparecido diversas teorías económicas que explican el origen de la inflación. La Teoría Cuantitativa del Dinero formulada por Fisher (1911), que ha servido como base para las teorías posteriores, enuncia que el movimiento de los precios es proporcional a las variaciones de la oferta monetaria, es decir, existe una relación directamente proporcional entre ambas variables. Para Fisher la oferta monetaria es determinada de manera exógena y el dinero es neutral en el largo plazo. En la década de los cincuenta aparece la escuela monetarista, plenamente identificada con Milton Friedman. Los monetaristas toman los dos principales supuestos de la teoría de Fisher (dinero exógeno y neutral en el largo plazo) postulando que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario y manteniendo una tasa de crecimiento constante de la oferta monetaria se llegaría al control de la inflación como resultado de la estabilidad de las expectativas adaptativas de los agentes económicos. Es por lo anterior que la política monetaria aparece como uno de los instrumentos más flexibles que tiene el gobierno para influir sobre la tasa de inflación. Dicha política también ha experimentado diversas formas de instrumentación. En la década de los ochenta se utilizaron los agregados monetarios y reglas monetarias, al calor de la escuela monetarista, para controlar la inflación. La relación entre el producto nominal y los agregados monetarios se pierde y los Banco Centrales se vieron obligados a dejar de utilizar los agregados monetarios. Hacia la década de los noventa se experimenta una transición hacia la preferencia por las metas de inflación bajo los supuestos de oferta monetaria endógena y tasas de interés exógenas. El Modelo de Inflación Objetivo (IO) fue adoptado en primer lugar por Nueva Zelanda (1990) al que después le siguieron algunas economías industrializadas tales como Canadá (1991), Reino Unido (1992), Suecia (1993) y tres pequeñas economías como Israel (1991) Australia (1994) y España (1994). Esta estrategia de política monetaria se ha extendido en su uso también en países latinoamericanos como México (1999), Brasil (1999), Chile (1990) y Perú (1994). La mayor parte de los Bancos Centrales en el mundo dirigen la política monetaria ajustando y controlando la tasa de interés nominal de corto plazo, aunque su objetivo es la tasa de interés de largo plazo ya que ésta es la única que afecta a la demanda agregada. Esto lo hacen mediante el uso de reglas monetarias, como una regla de Taylor. Ahora la pregunta sería, ¿Cómo se determina la tasa de interés? La respuesta depende de la teoría que tomemos en cuenta. La teoría neoclásica dice que la tasa de interés se determina mediante la oferta y demanda de fondos prestables; Fisher habla sobre la impaciencia por consumir de los agentes económicos y, Marx, postula que se determina mediante la interacción de los capitalistas financieros con los industriales. Esta tesis, de investigación teórica, tiene como principal objetivo estudiar el impacto que ha tenido la política monetaria, basada en el Modelo de IO, sobre la distribución del ingreso en México durante el periodo comprendido entre los años 1995 y 2007.