Ciencia y fe son absolutamente compatibles

Anuncio
Carlos Valiente, profesor de UNIR y escritor:
"Ciencia y fe son absolutamente compatibles»
Lunes, 08 Junio 2015 09:38
Noticias UNIR Autor: Gema Sánchez de la Nieta
El pasado sábado 6 de junio, el profesor de UNIR Carlos Valiente
presentó su libro "13 académicos ante el diálogo ciencia-fe", de la
Editorial Síntesis. La obra recoge diferentes contribuciones de
destacados académicos, investigadores y docentes universitarios
españoles, vinculados a once prestigiosas universidades y al Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que, con gran rigor
científico, han intentado acercar al lector algunas de las cuestiones
cruciales en el avance de este diálogo.
Después de recoger los testimonios de 13 académicos, ¿podría decir
que la fe y la ciencia son dos disciplinas compatibles? ¿Cómo es el
diálogo entre ambas?
Fe y ciencia son absolutamente compatibles. Por una parte, lo son a
nivel teórico, ya que el bagaje de conocimientos que dimanan de la
producción científica no tiene por qué entrar en colisión con la
cosmovisión que se desprende de las religiones; así, mientras que la
ciencia se ocupa de responder al cómo (p. ej. mecanismo del proceso
evolutivo biológico), la religión se centra en el significado y finalidad
de lo que existe, es decir, a responder al por qué y al para qué. Por
otra parte, el inmenso elenco de grandes científicos que han sido
religiosos, atestigua esa compatibilidad a nivel personal; en muchas
de sus biografías se constata que la fe supuso un acicate para su
labor científica.
¿La creencia en Dios ha sido superada por la ciencia? ¿Responde el
libro a esta incógnita?
En varios momentos de la historia han surgido voces que
preconizaban el final del pensamiento religioso, como perspectiva
intelectual que habría de ser superada por la ciencia; el positivismo y
el materialismo científico, entre otras doctrinas, se han destacado en
esta opinión. Pero, sin olvidar que muchos de estos posicionamientos
no se identifican con la ciencia, sino que suponen verdaderas
ideologías, la realidad de nuestro mundo (como dato verdaderamente
empírico), atestigua lo contrario. Se cree que pueden existir,
actualmente, más de 10.000 confesiones religiosas en el mundo, las
cuales, sin entrar en el cuestionamiento de sus corpus doctrinales,
constituyen una fuente de sentido necesaria para muchas personas.
Esta obra, estructurada a partir la contribución de expertos de
distintas disciplinas científicas, ilustra esta cuestión.
A lo largo de la historia ¿ha habido enfrentamientos entre ciencia y
religión?
Por supuesto. Y, tras analizar los casos en los cuales se han
producido, podríamos sintetizarlos afirmando que se ha tratado de
una transgresión del llamado principio de demarcación. El conflicto ha
podido llegar cuando algunos representantes de la religión han
atacado, ilegítimamente, las aportaciones de la ciencia o,
paralelamente, cuando algunos representantes de la ciencia han
querido, injustificadamente, deslegitimar la perspectiva religiosa.
Como nombres más señeros desde la perspectiva de la ciencia, nos
vendrán a la memoria personalidades como Galileo y Darwin.
Respecto del primero, junto a muchos datos inexactos que circulan en
el acervo coloquial, está el reconocimiento explícito de la Iglesia
Católica del error cometido con él (1992); no en vano, como lo
muestran sus cartas a Cristina de Lorena, se sintió católico hasta el
final de sus días, siendo un ejemplo que encarna nítidamente la
armonización de la creencia religiosa y la producción científica.
Respecto a Darwin, habría que aclarar que no existió una condena
eclesial global a su pensamiento (únicamente, en un sínodo de
obispos alemanes en 1860), y que la teoría de la evolución no
contradice la doctrina cristiana, sino el fundamentalismo bíblico o las
posturas creacionistas que se aferran a interpretar la Biblia
literalmente. Por la otra parte, históricamente, el supuesto conflicto
se pudo exacerbar por la manipulación anti-religiosa de la importante
aportación de Darwin, a través de nombres como Huxley, Spencer o
Haeckel.
¿Qué ha aportado el cristianismo a la ciencia? ¿Y el Islam?
En cuanto al Islam, junto a los nombres clásicos de Avicena o
Averroes, quisiera reivindicar contribuciones como, por ejemplo, las
de Ibn al-Haytham en la fisiología de la visión o Al-Mamun, como
pionero de una iniciativa científica colectiva (precursora de nuestra
multidisciplinariedad). Respecto al cristianismo, existe un vastísimo
elenco de nombres procedentes de ámbitos como la matemática,
física, biología, química, etc.; desde Agustín de Hipona o Tomás de
Aquino hasta los Marconi, Lavoisier, Ampere o Lamarck, pasando por
Copérnico o Kepler. Pero, hay algo más, la ciencia moderna emerge
en Occidente, en gran medida, gracias al pensamiento cristiano. Así,
la convicción de que Dios crea nuestro mundo, aportándole una
racionalidad intrínseca, impulsó tanto la idea de estudiar sus leyes
propias y cognoscibles como la implantación de la metodología
experimental. Por otra parte, las religiones, actualmente, actúan
como instancia crítica (ética) de toda praxis científica que pueda
implicar daño o ataque al ser humano, basándose en la defensa de su
dignidad.
¿Por qué decidió escribir este libro?
Por puro deseo y convicción personales, sin más apoyo añadido que
la propia ilusión. Pienso que los que nos dedicamos al mundo de la
investigación y la docencia, no sólo debemos embarcarnos en
publicaciones a partir de las demandas externas y financiadas. Este
libro pretende clarificar la realidad de la compatibilidad cienciareligión, tantas veces puesta en entredicho tanto en conversaciones
coloquiales como en foros académicos. Entiendo que aporta datos y
razonamientos sólidos, al tiempo que sabe suscitar interesantes
interrogantes; todo ello, configura la materia prima necesaria para
fomentar un criterio más fundado al respecto.
¿A qué público está dirigido?
El libro pretende llegar a cualquier persona con inquietud intelectual,
desde un científico versado en su respectiva disciplina, hasta un
ciudadano mínimamente preocupado por saber y conocer. Por ello,
desde el inicio del proyecto, propuse a los científicos participantes
que imprimieran la máxima inteligibilidad posible sin menoscabo del
rigor y profundidad de sus afirmaciones. Por otra parte, como queda
patente al leerlo, el tratamiento de los temas facilita que se pueda
sentir identificado desde un creyente hasta un ateo.
¿A quién se lo dedica?
Para empezar, hablar de dedicatorias es pensar en mi familia.
Precisamente, en su seno se me facilitó tanto el acceso al saber y el
estudio –hasta donde diera nuestra capacidad y voluntad-, como la
apertura a una fe religiosa sana, razonada y humanizadora. A su vez,
también lo dedico a tantos bastiones intelectuales de la historia de
este diálogo científico-religioso, porque, parafraseando a Newton,
cualquier humilde contribución cultural se logra subiéndonos a
hombros de gigantes. Por otra parte, lo dedico a la UNIR, como
institución universitaria a la que pertenezco, y en la que me siento
integrado, apoyado e identificado. Finalmente, lo dedico a todo
anónimo lector; la confianza que depositan en ti y en lo tuyo, sólo
puede empezar a corresponderse mediante el agradecimiento.
¿Cómo ha sido la acogida del libro hasta ahora?
En primer lugar, quisiera resaltar la primera acogida al proyecto, que
fue la que, personalmente, me brindaron los co-autores participantes
con su adhesión al mismo. A su vez, quisiera también destacar la
confianza que me ha brindado la Editorial Síntesis, una de las más
prestigiosas de nuestro país; apostó por una obra que, a priori,
podría no ser tan comercial. Además, pondría sobre el tapete la
acogida de las personalidades académicas que me están
acompañando en las distintas presentaciones por todo el país;
destaco, al catedrático de la U.C.M., D. César Nombela, quien fuera
presidente del C.S.I.C., que me acompañó en Santander, o a nuestro
Rector de la U.N.I.R., D. José María Vázquez García-Peñuela, quien
hizo lo propio en Logroño. Finalmente, creo que no debo olvidar el
otro factor de acogida, constatada por un sorprendente nivel de
ventas.
¿Qué supone para usted presentarlo en la Feria del Libro?
Participar en este evento, y del modo en el que lo voy a hacer, no
sólo firmando ejemplares sino presentando el libro en la Biblioteca
Eugenio Trías, en el recinto del Parque de El Retiro, supone una
inmensa alegría por el reconocimiento que implica para esta obra. Se
podría decir que he tenido la fortuna de estar en el momento y
contexto en el que, no sólo Madrid, sino todo España, se pliega y
rinde tributo a ese fiel e incansable compañero, portador de saberes,
sentimientos y experiencias, que es el libro.
El pasado sábado 6 de junio, el profesor de UNIR Carlos Valiente
presentó su libro "13 académicos ante el diálogo ciencia-fe", de la
Editorial Síntesis. La obra recoge diferentes contribuciones de
destacados académicos, investigadores y docentes universitarios
españoles, vinculados a once prestigiosas universidades y al Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que, con gran rigor
científico, han intentado acercar al lector algunas de las cuestiones
cruciales en el avance de este diálogo.
Después de recoger los testimonios de 13 académicos, ¿podría decir
que la fe y la ciencia son dos disciplinas compatibles? ¿Cómo es el
diálogo entre ambas?
Fe y ciencia son absolutamente compatibles. Por una parte, lo son a
nivel teórico, ya que el bagaje de conocimientos que dimanan de la
producción científica no tiene por qué entrar en colisión con la
cosmovisión que se desprende de las religiones; así, mientras que la
ciencia se ocupa de responder al cómo (p. ej. mecanismo del proceso
evolutivo biológico), la religión se centra en el significado y finalidad
de lo que existe, es decir, a responder al por qué y al para qué. Por
otra parte, el inmenso elenco de grandes científicos que han sido
religiosos, atestigua esa compatibilidad a nivel personal; en muchas
de sus biografías se constata que la fe supuso un acicate para su
labor científica.
¿La creencia en Dios ha sido superada por la ciencia? ¿Responde el
libro a esta incógnita?
En varios momentos de la historia han surgido voces que
preconizaban el final del pensamiento religioso, como perspectiva
intelectual que habría de ser superada por la ciencia; el positivismo y
el materialismo científico, entre otras doctrinas, se han destacado en
esta opinión. Pero, sin olvidar que muchos de estos posicionamientos
no se identifican con la ciencia, sino que suponen verdaderas
ideologías, la realidad de nuestro mundo (como dato verdaderamente
empírico), atestigua lo contrario. Se cree que pueden existir,
actualmente, más de 10.000 confesiones religiosas en el mundo, las
cuales, sin entrar en el cuestionamiento de sus corpus doctrinales,
constituyen una fuente de sentido necesaria para muchas personas.
Esta obra, estructurada a partir la contribución de expertos de
distintas disciplinas científicas, ilustra esta cuestión.
A lo largo de la historia ¿ha habido enfrentamientos entre ciencia y
religión?
Por supuesto. Y, tras analizar los casos en los cuales se han
producido, podríamos sintetizarlos afirmando que se ha tratado de
una transgresión del llamado principio de demarcación. El conflicto ha
podido llegar cuando algunos representantes de la religión han
atacado, ilegítimamente, las aportaciones de la ciencia o,
paralelamente, cuando algunos representantes de la ciencia han
querido, injustificadamente, deslegitimar la perspectiva religiosa.
Como nombres más señeros desde la perspectiva de la ciencia, nos
vendrán a la memoria personalidades como Galileo y Darwin.
Respecto del primero, junto a muchos datos inexactos que circulan en
el acervo coloquial, está el reconocimiento explícito de la Iglesia
Católica del error cometido con él (1992); no en vano, como lo
muestran sus cartas a Cristina de Lorena, se sintió católico hasta el
final de sus días, siendo un ejemplo que encarna nítidamente la
armonización de la creencia religiosa y la producción científica.
Respecto a Darwin, habría que aclarar que no existió una condena
eclesial global a su pensamiento (únicamente, en un sínodo de
obispos alemanes en 1860), y que la teoría de la evolución no
contradice la doctrina cristiana, sino el fundamentalismo bíblico o las
posturas creacionistas que se aferran a interpretar la Biblia
literalmente. Por la otra parte, históricamente, el supuesto conflicto
se pudo exacerbar por la manipulación anti-religiosa de la importante
aportación de Darwin, a través de nombres como Huxley, Spencer o
Haeckel.
¿Qué ha aportado el cristianismo a la ciencia? ¿Y el Islam?
En cuanto al Islam, junto a los nombres clásicos de Avicena o
Averroes, quisiera reivindicar contribuciones como, por ejemplo, las
de Ibn al-Haytham en la fisiología de la visión o Al-Mamun, como
pionero de una iniciativa científica colectiva (precursora de nuestra
multidisciplinariedad). Respecto al cristianismo, existe un vastísimo
elenco de nombres procedentes de ámbitos como la matemática,
física, biología, química, etc.; desde Agustín de Hipona o Tomás de
Aquino hasta los Marconi, Lavoisier, Ampere o Lamarck, pasando por
Copérnico o Kepler. Pero, hay algo más, la ciencia moderna emerge
en Occidente, en gran medida, gracias al pensamiento cristiano. Así,
la convicción de que Dios crea nuestro mundo, aportándole una
racionalidad intrínseca, impulsó tanto la idea de estudiar sus leyes
propias y cognoscibles como la implantación de la metodología
experimental. Por otra parte, las religiones, actualmente, actúan
como instancia crítica (ética) de toda praxis científica que pueda
implicar daño o ataque al ser humano, basándose en la defensa de su
dignidad.
¿Por qué decidió escribir este libro?
Por puro deseo y convicción personales, sin más apoyo añadido que
la propia ilusión. Pienso que los que nos dedicamos al mundo de la
investigación y la docencia, no sólo debemos embarcarnos en
publicaciones a partir de las demandas externas y financiadas. Este
libro pretende clarificar la realidad de la compatibilidad cienciareligión, tantas veces puesta en entredicho tanto en conversaciones
coloquiales como en foros académicos. Entiendo que aporta datos y
razonamientos sólidos, al tiempo que sabe suscitar interesantes
interrogantes; todo ello, configura la materia prima necesaria para
fomentar un criterio más fundado al respecto.
¿A qué público está dirigido?
El libro pretende llegar a cualquier persona con inquietud intelectual,
desde un científico versado en su respectiva disciplina, hasta un
ciudadano mínimamente preocupado por saber y conocer. Por ello,
desde el inicio del proyecto, propuse a los científicos participantes
que imprimieran la máxima inteligibilidad posible sin menoscabo del
rigor y profundidad de sus afirmaciones. Por otra parte, como queda
patente al leerlo, el tratamiento de los temas facilita que se pueda
sentir identificado desde un creyente hasta un ateo.
¿A quién se lo dedica?
Para empezar, hablar de dedicatorias es pensar en mi familia.
Precisamente, en su seno se me facilitó tanto el acceso al saber y el
estudio –hasta donde diera nuestra capacidad y voluntad-, como la
apertura a una fe religiosa sana, razonada y humanizadora. A su vez,
también lo dedico a tantos bastiones intelectuales de la historia de
este diálogo científico-religioso, porque, parafraseando a Newton,
cualquier humilde contribución cultural se logra subiéndonos a
hombros de gigantes. Por otra parte, lo dedico a la UNIR, como
institución universitaria a la que pertenezco, y en la que me siento
integrado, apoyado e identificado. Finalmente, lo dedico a todo
anónimo lector; la confianza que depositan en ti y en lo tuyo, sólo
puede empezar a corresponderse mediante el agradecimiento.
¿Cómo ha sido la acogida del libro hasta ahora?
En primer lugar, quisiera resaltar la primera acogida al proyecto, que
fue la que, personalmente, me brindaron los co-autores participantes
con su adhesión al mismo. A su vez, quisiera también destacar la
confianza que me ha brindado la Editorial Síntesis, una de las más
prestigiosas de nuestro país; apostó por una obra que, a priori,
podría no ser tan comercial. Además, pondría sobre el tapete la
acogida de las personalidades académicas que me están
acompañando en las distintas presentaciones por todo el país;
destaco, al catedrático de la U.C.M., D. César Nombela, quien fuera
presidente del C.S.I.C., que me acompañó en Santander, o a nuestro
Rector de la U.N.I.R., D. José María Vázquez García-Peñuela, quien
hizo lo propio en Logroño. Finalmente, creo que no debo olvidar el
otro factor de acogida, constatada por un sorprendente nivel de
ventas.
¿Qué supone para usted presentarlo en la Feria del Libro?
Participar en este evento, y del modo en el que lo voy a hacer, no
sólo firmando ejemplares sino presentando el libro en la Biblioteca
Eugenio Trías, en el recinto del Parque de El Retiro, supone una
inmensa alegría por el reconocimiento que implica para esta obra. Se
podría decir que he tenido la fortuna de estar en el momento y
contexto en el que, no sólo Madrid, sino todo España, se pliega y
rinde tributo a ese fiel e incansable compañero, portador de saberes,
sentimientos y experiencias, que es el libro.
arvo.net
http://revista.unir.net/alumni/4879-ciencia-y-fe-son-absolutamente-compatibles
Descargar