Urbano VIII y las revelaciones privadas P. Fernando Pascual 9-3-2013 En algunas páginas de Internet que promueven supuestas revelaciones privadas y mensajes místicos aparece un texto atribuido al Papa Urbano VIII (1623-1644) en que se dice lo siguiente: “En cuanto a las revelaciones privadas, es mejor creer que no creer en ellas; porque si crees y resultan ser verdaderas, te sentirás feliz de que creíste, porque Nuestra Santa Madre lo pidió. Y si resultan ser falsas, tú recibes todas las bendiciones como si fueran verdaderas, porque creíste que eran verdad”. El texto suele ser reproducido con otras formulaciones más o menos parecidas, y sin ninguna indicación científica. Es decir, no se dice en qué documento Urbano VIII habría formulado tales palabras, ni en qué libro o publicación científica pueda controlarse su autenticidad. Frente a ese texto, que no tiene un origen claro y que se repite una y otra vez como excusa para difundir supuestos mensajes y revelaciones que vendrían de Dios, de la Virgen o de algún santo, es necesario adoptar una actitud de prudencia: mientras no se indique el título del documento y un lugar donde acceder al mismo es posible que se trate de una manipulación o incluso de una falsificación. Es decir, que las palabras atribuidas al Papa Urbano VIII no corresponderían a ninguna enseñanza de aquel pontífice. Además, el texto realiza una afirmación sospechosa. Indica que si algunas revelaciones privadas resultasen verdaderas, la Virgen (“Nuestra Santa Madre”) habría pedido que fueran creídas. ¿De dónde se obtiene tal afirmación atribuida a la Virgen? El texto no dice nada sobre este punto. Dejemos de lado ese extraño texto, y fijémonos en algo que sí es seguro: Urbano VIII publicó un documento (un decreto) sobre el culto y la devoción a los santos, en el que aludía varias veces a las narraciones sobre los milagros y sobre las revelaciones atribuidos a los santos. El documento lleva por título “Sanctissimus Dominus Noster” y tiene por fecha el 13 de marzo de 1625. El documento puede ser leído en latín en una colección de documentos papales que lleva por título “Magnum Bullarium Romanum” (vol. IV, p. 83). El texto latino inicia con estas palabras: “Sanctissimus Dominus Noster sollicite animadvertens abusus” (las tres primeras palabras están abreviadas de esta forma: “Sanctiss.D.N.”). El documento busca evitar abusos en la devoción a los santos y en la difusión de escritos sobre los mismos. De modo explícito, pide que antes de publicar textos sobre personas con fama de santidad o de martirio, es necesaria la aprobación del ordinario del lugar (del obispo). En otras palabras, el decreto del Papa pone claras restricciones a la divulgación de escritos en los que se recojan hechos, milagros o revelaciones (la palabra aparece explícitamente) sobre santos y personas ejemplares. Por lo tanto, tenemos un documento concreto y accesible de Urbano VIII que busca poner orden y disciplina en las publicaciones de revelaciones privadas (dadas a personas concretas). No tenemos, en cambio, ninguna referencia científica sobre el texto que hemos reproducido al inicio de estas líneas y que podemos considerar con bastante certeza como falso. En el tema de las revelaciones privadas vale la pena una sana prudencia y un discernimiento maduro, desde la guía de nuestros Pastores. Tenemos indicaciones concretas sobre el tema en el “Catecismo de la Iglesia católica” (nn. 66-67) y en una exhortación apostólica postsinodal de Benedicto XVI que tiene como título “Verbum Domini” (n. 14). En conclusión, el texto atribuido a Urbano VIII se difunde sin ninguna indicación válida que pueda avalar su autenticidad, y va en contra de la doctrina católica sobre las revelaciones privadas. Mientras no haya prueba contraria, podemos considerarlo como una manipulación o falsificación, difundida a veces de buena fe pero sin esa prudencia propia de un auténtico creyente que antes de publicar algo atribuido a un Papa se documenta y analiza los textos con la debida seriedad científica.