1'40 F. FERNÁNDEZ MARTÍNEZ • (48) m u y poco conocido. Generalmente, se les considera como flagelados adaptados á la vida intracelular, marcando el tránsito á los piroplasmas (esporozoarios), con los cuales tienen relaciones de lal índole, q u e las primeras especies conocidas se seriaron en dicho género. La reproducción es asexual, y acaece p o r partición longitudinal, iniciando generalmente el proceso p o r el núcleo, al que sigue pronto la substancia protoplásmica. Según TOMASSELLI, el fenómeno se inicia en las dos extremidades mediante dos cisuras, una en cada polo, que se hacen cada vez más profundas, hasta llegar á una división completa. E s verosímil que la multiplicación se verifique en el interior de las células parasitíferas, puesto que frecuentemente se les halla en el interior de elementos parenquimatosos del bazo y del hígado, que carecen de acción fagocitaria. También es probable que en determinados períodos de la evolución se encuentren formas libres en el plasma, aunque con aspecto y estructura distintas de las formas intracelulares. Nunca se ven flagelos en los parásitos recogidos al h o m b r e y al perro; pero no es infrecuente e n c o n t r a r parásitos incluidos en los hematíes. ¿Habrá una fase de desarrollo en el interior del glóbulo rojo d e los vertebrados? VIII Estudiando las ulceraciones cutáneas y mucosas, que son tan .frecuentes en los enfermos de kala-azar, lanzamos la idea de que fueran específicas, es decir, debidas al agente etiológico, debiéndose conceder, en tal caso, á los protozoos del g é n e r o Leiskma- nia la facultad de determinar soluciones de continuidad en los epitelios y endotelios de los atacados. . SPLENDORE, en el Brasil, estudió análogas ulceraciones de la boca, y halló en ellas un parásito del mismo género; GABBI lo encontró en las de un enfermo de kala-azar, y nosotros confirmamos nuestra sospecha al verlas aparecer en la fase final de todos nuestros enfermos.