“No debe extrañar si el dermatólogo receta una cita con el psiquiatra”

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30 abr 2013
El País
EMI LI O DE BENI TO
“No debe extrañar si el dermatólogo
receta una cita con el psiquiatra”
La relación entre mente y piel obliga a un tratamiento diferente e integral
“La piel es el órgano más relacionado con la mente”. La frase de la coordinadora del grupo de
Dermatología Psiquiátrica de la Academia Española de Dermatología y Venereología, Aurora Guerra,
es el punto de partida de una especialidad que, tras años de titubeos, se consolida. La
dermatóloga, jefa de servicio del hospital 12 de Octubre y profesora en la Complutense , defiende
una aproximación “más holística de las enfermedades de la piel” que incluya la psiquiatría. “A nadie
debe extrañarle que si acude a un dermatólogo, salga con una cita para un psiquiatra”, indica
Guerra.
Un hombre recibe un baño para eliminar piel muerta afectada por la psoriasis. / ed ou (getty)
Pese a que a especialidad empezó a gestarse hace más de 20 años, solo recientemente se ha
iniciado un proceso “de sistematización”, admite Guerra. Las evidencias estaban ahí. “En situación
de estrés, la piel se pone roja, se calienta y se ponen los pelos de punta; con el miedo aparece
sudoración”. “La piel es nuestra pantalla al exterior, y las emociones son la fuente psicosomática
por excelencia”, dice el psicólogo argentino Jorge Ulnik. “La piel no es solo una barrera; es el mayor
de nuestros órganos, lleno de terminaciones nerviosas. Lo que le pasa afecta en gran manera a
nuestro cerebro, y viceversa”, añade.
Guerra refina la interrelación entre piel y mente: “Hay tres supuestos. Primero, la enfermedad
mental que se manifiesta como un posible problema de la piel, como la persona que tiene el delirio
de que tiene parásitos”. Ahí, “poco podemos hacer, porque no podemos quitar unos parásitos que
no existen”. Luego está el proceso inverso: “Cuando hay un problema evidente en la piel y eso
repercute en la mente”, dice Guerra. Sería el caso “de una psoriasis grave en la cara, que es muy
estigmatizante”. En medio hay otros problemas, como algunas “urticarias, púrpuras”. En principio,
“son problemas dermatológicos”, pero el especialista debe tener en cuenta “cómo afecta a la
calidad de vida del paciente”, dice la experta. “Pueden causar ansiedad, depresión”. “Si el daño
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mental es superior, ello puede llevar incluso a modificar el tratamiento”, advierte Guerra.
“En el desarrollo embrionario, la piel y el sistema nervioso tienen el mismo origen, el
ectodermo”, afirma el psicodermatólogo Ulnik. A los profesionales españoles el término no les
gusta, y prefieren el de dermatología psiquiátrica. Además, hay una relación bioquímica clara entre
ambos órganos a través de sustancias como las citocinas, segregadas por la piel durante procesos
inflamatorios y que actúan en el cerebro. Por ejemplo, Guerra indica que una de las últimas
novedades es que la tricotilomanía, el hábito de arrancarse el pelo, se intenta frenar con
acetilcisteína, un fármaco que actúa sobre las citocinas. “Algunos mediadores de la inflamación
están relacionados con la depresión. Hay quien dice que la depresión se produce por una
inflamación del cerebro, y lo mismo puede suceder con la piel”, añade Ulnik.
La psoriasis está siempre en el punto de mira. La enfermedad, que se calcula que afecta a unas
650.000 personas en España, puede ser desde leve a grave, y sus manifestaciones pueden
resultar muy gravosas para el afectado. “Puede llevar a una gran depresión que nos haga optar
por tratamientos biológicos, que son más agresivos”, admite la dermatóloga. Como otras
enfermedades que actúan por brotes, la relación con el estado mental del paciente parece clave,
aunque aún no hay un proceso definido que permita tratar psiquiátricamente la psoriasis. Son
precisamente las enfermedades visibles las que han potenciado el abordaje multidisciplinar. Otras
dolencias, como las hepáticas o las cardiacas, no tienen, en general, ese componente. “Existe la
oncología psiquiátrica”, rebate Ulnik. Pero con ella no se intenta mejorar la enfermedad en sí, sino
la manera en que el paciente vive el proceso, contesta la dermatóloga.
En lo que ambos representantes de las dos escuelas no se ponen del todo de acuerdo —algo
valioso en una especialidad que se está perfilando, “derribando mitos”, como dice Guerra— es en el
papel que debe tener la psiquiatría en los procesos dermatológicos. Para la dermatóloga, esa
especialidad debe ser “la prioritaria”; el psiquiatra cree que su papel debe comenzar lo antes
posible. En lo que están de acuerdo es en que la colaboración es “indispensable”.
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