Negocios Socialmente Responsables. una - ISTR LAC

Anuncio
LOS NEGOCIOS SOCIALMENTE RESPONSABLES EN PERSPECTIVA DE
ECONOMÍA PARA LA VIDA
Ingrid Alarcón Díaz1 - Yuly Paulín Moya Garzón2
MESA: Emprendimientos sociales, sustentabilidad y nuevas formas empresariales.
Resumen
Bajo el nombre de Negocios Socialmente Responsables, se consolida una propuesta
ética y educativa que busca contribuir a la resignificación de las prácticas
exclusivamente lucrativas y privadas encarnadas en las formas empresariales
tradicionales, para encontrar desde el contexto latinoamericano, nuevos sentidos que
posibiliten en el circuito económico la reafirmación de la vida. De manera que, esta
ponencia decanta algunos elementos críticos de lo que significa construir hoy en los
márgenes del sistema capitalista de mercado, ideas productivas que reorienten sus
dinámicas de producción y comercialización hacia la solidaridad, la productividad
consciente, la reciprocidad con la naturaleza, el consumo responsable y la generación de
lazos comunitarios, con el fin de fortalecer las economías locales y garantizar la vida
plena y digna de todos los seres.
Abstract
Socially Responsible Business is the name of an ethical and educational proposal. This
proposal seeks to give new meaning to exclusively lucrative and private practices in
traditional business models, finding in Latin American contexts new ways to make
economic circuits be life affirming. This paper develops some critical elements of what
it means to construe productive ideas at the margins of today’s capitalist market system
to redirect its production and marketing dynamics towards solidarity, conscious
productivity and reciprocity with nature, responsible consumption and the generation of
community bonds. The objective is to strengthen local economies and guarantee a full
and dignified life to all beings.
1
Economista de la Universidad Católica de Colombia y Especialista en Gerencia en Gobierno y Gestión
pública de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Se ha desempeñado como consultora y asesora en
procesos ambientales, empresariales y de comercio justo en diferentes organizaciones sociales, educativas
y gubernamentales. Ha participado en procesos de investigación sobre fortalecimiento de organizaciones
sociales, derechos humanos, consumo responsable y negocios socialmente responsables. Se ha
desempeñado como docente e investigadora del Centro de Educación para el Desarrollo, de la
Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO –. Actualmente es coordinadora de programas
de la Corporación Econexus Colombia – INSITU – y docente de UNIMINUTO virtual y a Distancia y de
Emprendimiento. ([email protected])
2
Licenciada en Psicología y Pedagogía de la Universidad Pedagógica Nacional. Magister en Desarrollo
Educativo y Social del CINDE. En la actualidad se desempeña como asesora pedagógica, investigadora y
docente de desarrollo social contemporáneo del Centro de Educación para el Desarrollo –CED -, adscrito
a la Unidad de Proyección Social de UNIMINUTO. Ha trabajado como asesora y formadora de Docentes
de educación Preescolar, Básica, y Media y en sus proyectos de Investigación Aplicada.
([email protected])
Las reflexiones aquí expuestas hacen parte de los procesos investigativos y de las
experiencias comunitarias adelantadas por el Centro de Educación para el Desarrollo de
la Corporación Universitaria Minuto de Dios UNIMINUTO en Colombia, que buscan
resignificar la noción de desarrollo para Latinoamérica, así como agenciar nuevas
formas de economías locales a través de los Negocios Socialmente Responsables. Esta
categoría conceptual de Negocio Socialmente Responsable nace como fruto de la
sistematización de la experiencia del Proyecto de Responsabilidad Social Ciudadanos
Emprendedores, que desde el año 2010 tiene como objetivo fortalecer las ideas
productivas de las comunidades cercanas al territorio local de UNIMINUTO, “desde el
cual
se
hace
posible
repensar
los
vínculos
entre
sociedad/universidad,
conocimiento/práctica, economía/ética, desde el horizonte de la co-responsabilidad y la
vida como criterios de la acción de los negocios” (Neira y Moya, 2015, p.28).
En este sentido, la ponencia que presentamos centra su interés en tres preguntas
que atraviesan hoy las discusiones por las relaciones del mercado en el modelo
hegemónico del capital, en el que nuevas formas empresariales al rescate de la vida en
todas sus dimensiones, constituyen mecanismos de resistencia: ¿Por qué se hace
necesario recuperar las reflexiones alrededor de la relación economía- vida?, ¿Qué
significa pensar hoy en construir formas empresariales desde una perspectiva de
Economía para la Vida?, y ¿Cómo desde los Negocios Sociales Responsables podemos
apostar por la reivindicación de las economías locales?
Dichos interrogantes atraviesan las discusiones éticas, económicas, sociales y
pedagógicas que se sostuvieron durante el proceso de investigación del Proyecto
Ciudadanos Emprendedores, en el que los diversos actores sociales: estudiantes,
docentes, directivos universitarios, personas de la comunidad y organizaciones sociales
que lideran procesos de economías alternativas, aportaron desde sus experiencias y
saberes, a las reflexiones que exponemos hoy y a la transformación del Proyecto que
desde la denominación de Negocios Socialmente Responsables continua trabajando en
diversas comunidades de Bogotá por la recuperación de las economías locales, bajo la
apuesta ética del Buen Vivir Andino.
¿Por qué se hace necesario recuperar las reflexiones alrededor de la relación
economía- vida?
Los condicionamientos de una economía de mercado han impactado fuertemente las
relaciones entre todos los seres vivos, estableciendo jerarquías de poder entre unos y
otros, que obedecen a la idea moderna de que el sujeto humano es centro del mundo y
dueño de privilegios y tributos sobre los otros seres. En este sentido, el modelo
económico hoy vigente concibe a la naturaleza como un recurso o un bien, a favor de la
supervivencia y el desarrollo, desde donde se cuantifican sus beneficios. Así por
ejemplo, el agua, la tierra, los frutos, los animales son utilizados en el circuito
económico como insumo o materia prima, mas no como elemento constitutivo de la
vida.
“Y no es difícil verlo cuando el poder se ha ido prefigurando como un poder sobre la
vida íntegra (esto es un biopoder). Y la economía ha ido extendiendo su campo para
abarcar no solo a dos fuerzas en pugna, el capital y el trabajo, sino el sistema que
contiene infinitud de formas de vida humana y de otras especies naturales, intentando
someterlas a su administración integral. (…) esto es como dice Fumagalli (2010), la
difusión de formas de control social, guiados por la pulsión antropocéntrica, de imponer
el poder totalizador e invasivo de la acumulación capitalista para avasallar todas las
formas de vida”. (Useche, 2014 en Gutiérrez y Monsalve, p.114)
Es así, como la noción antropocéntrica de la vida, impulsada desde la visión moderna y
movilizada por el Estado, la empresa privada y otras instituciones sociales; se ve
reflejada en el ordenamiento de la vida íntima y social, originando y acentuando
determinadas prácticas de consumo y producción, que están mediadas por las manos
aparentemente invisibles del mercado.
En consecuencia, el reordenamiento liderado por el mundo occidental como un
proceso de industrialización y de crecimiento económico, ha incidido en el orden
ecológico del cosmos, que desde la visión amerindia3 está en crisis, y por tanto, es
necesario pensar hoy en nuevas formas de economía, que mantengan una armonía y
equilibrio como un principio esencial de todo aquello que es parte del mundo vivo
(Medina, 2006).
En palabras del científico Lovelock (1983) dicho principio, parte de reconocer al
planeta tierra como un ser vivo: “Gaia está viva”, y entonces es preciso retornar a la
3
Por visión amerindia hacemos referencia a la comprensión del pensamiento originario de los pueblos
indígenas de América, especialmente los de América Latina, cuya comprensión del mundo se basa en el
paradigma comunitario de la cultura de la vida para el Buen Vivir, que se sustenta en comprensión del
cosmos como un todo interconectado, es interdependiente y está interrelacionado.
visión de siglo XVII, bajo la cual el reencantamiento del mundo nos recuerda que el ser
humano no puede verse ajeno al cosmos sino como un partícipe de su misterio (Berman,
1987).
Reconociendo a Gaia como misterio vivo y por tanto mutable, es preciso
cuestionarnos, ¿cómo la influencia de los humanos en el equilibrio del cosmos,
representa en sí misma un peligro para la sobrevivencia de la propia especie? En otras
palabras, si las dinámicas de producción y consumo alteran los ciclos naturales del
planeta, a futuro dicho organismo vivo se reacomodará y regenerará, reiniciando nuevos
ciclos desconociendo cual será el lugar de la especie humana en el mundo.
Y si nos preguntamos por nuestro lugar actual en el mundo, se hace evidente la
concepción de superioridad del ser humano, que justifica la organización de la vida
social: nuestro sistema económico y su expansión, la explotación, la invasión de las
urbes en los espacios rurales: en conclusión, la destrucción de la vida en aras del
progreso.
Esta superioridad que como hemos mencionado representa una jerarquía de
poder, no sólo se hace evidente entre lo humano y lo natural, sino que se agudiza de
manera profunda en el establecimiento de las relaciones entre humanos. Varios autores
Quijano(2000), Escobar (2007), Hinkelammert y Mora (2005:2007), Castro
(2007:2008), entre otros, han venido sustentando cómo el modelo económico capitalista
ha planteado un ordenamiento de los países y en esta misma vía de los sujetos que los
integran, en el que históricamente se han instaurado distintas condiciones de privilegio
y de exclusión que de acuerdo a la clase, la cultura, la raza, la educación, entre otros
aspectos, han otorgado a un pequeño grupo de países “primer mundistas” e individuos,
-denominamos por algunos “élites”-, el poder económico y político sobre el planeta y
especialmente el poder sobre las dinámicas de desarrollo de los países
“tercermundistas”.
Este poder, ha sido utilizado por dichos grupos para sostener y apalancar el
modelo económico vigente, estableciendo el sistema de mercado como principal objeto
de la relación entre naciones y entre humanos. De manera que el sistema de mercado
capitalista, guía las dinámicas de nuestros deseos, necesidades, capacidades,
oportunidades, y en general de nuestras realidades, a través de la producción y el
consumo. En palabras de Arturo Escobar:
(...) La economía política se estructuró alrededor de las nociones de producción y
trabajo. Sin embargo, además de racionalizar la producción capitalista, la economía
política tuvo éxito al imponer la producción y el trabajo como códigos de significación
de la vida social en su conjunto. Sencillamente, la gente moderna llegó a ver la vida en
general a través de la lente de la producción. Muchos aspectos de la vida se volvieron
cada vez más economizados, incluyendo la biología humana, el mundo natural no
humano, las relaciones entre las personas, y las relaciones entre la gente y la naturaleza.
Los lenguajes de la vida diaria quedaron totalmente invadidos por los discursos de la
producción y el mercado (2007, p.110).
Ahora bien, en esta vida economizada en el que la producción y el consumo se asumen
como elementos de la cotidianidad de los sujetos, es paradójica la distancia que se
sostiene entre productores y consumidores, pues a pesar de ser dos procesos
aparentemente interdependientes, en la lógica de esta economía de mercado resultan ser
fragmentados y aislados constantemente. Así, puede notarse el desconocimiento de los
consumidores de la trazabilidad del proceso productivo, frente a las historias de los
territorios, las comunidades y los sujetos productores, y en general, frente a las prácticas
productivas y a su incidencia en el mundo de la vida.
En este sentido, es necesario rescatar el lugar y el poder que tienen los
consumidores, que trascendiendo del juego de oferta y demanda, pueden incidir en la
transformación de las lógicas productivas a través de sus decisiones de consumo. Por
tanto, es responsabilidad de los consumidores buscar los mecanismos de información
para conocer el origen y la historia del producto, los procesos sociales y ambientales
tras su producción, así como las implicaciones en su comercialización.
Desde otro lugar, los productores supeditados a las características de la
eficiencia, eficacia, calidad y competencia, que imponen las dinámicas de mercado, han
ido determinando un estilo particular de actuación en los procesos productivos que
lideran, en donde resulta más importante y conveniente reducir costos aunque ello
implique salarios no justos, utilización de materias primas e insumos que impactan la
salud y el ambiente, la consolidación de monopolios y estrategias de mercadeo no
transparentes, entre otras prácticas.
Todo ello nos devuelve a la pregunta sobre la relación economía- vida, que tal
como hemos venido enunciando, se vuelve trascendental
para reflexionar las
posibilidades de retornar al equilibrio de Gaia y garantizar la existencia de humanos y
no humanos en ella. De manera que se trata de reconocer el lugar de la vida en la
economía, tal como lo mencionan Hinkelammert y Mora (2005):
Y cuando hablamos de “vida”, nos referimos a la vida real de los seres humanos reales
no a la vida imaginaria e invertida de las teorías económicas neoclásica y neoliberal
(…). Una Economía para la Vida se ocupa de las condiciones que hacen posible esta
vida a partir del hecho de que el ser humano es un ser natural corporal. Se ocupa por
tanto particularmente de las condiciones materiales que hacen posible y sostenible la
vida a partir de la satisfacción de las necesidades y el goce de todos y por tanto del
acceso a los valores de uso que hacen posible esta satisfacción y este goce: que hacen
posible una vida plena para todos y todas. (p.24)
En coherencia con estas reflexiones, la propuesta de Negocios Socialmente
Responsables acoge la Economía para la Vida como perspectiva ética, que viabiliza y
potencia la acción de los negocios en las economías locales, ya que hace consciente la
influencia que tienen los procesos productivos sobre la cotidianidad de los sujetos y su
contexto.
Desde este horizonte, se plantea la existencia de unas condiciones materiales que
no sólo se reducen a la dimensión económica propuesta por los economistas clásicos, en
el que la producción, la comercialización, la circulación y el consumo son los únicos
elementos que la componen; sino además, a ello, se integra la dimensión ecológica
comprendiendo que la existencia de la vida humana sólo es posible, bajo la garantía de
la existencia de la naturaleza, y asimismo reconociendo la condición diversa de la
dimensión cultural en las sociedades, en donde es justo entender el trabajo humano,
como elemento transformador para producir bienes con valor de uso.
Así, economía, ecología y cultura se integran en esta visión de Economía para la
Vida, precisando la complejidad de las condiciones materiales y superando la idea de
ver al sujeto llanamente como agente económico y a la naturaleza como factor de
producción; lo que hace evidente la relevancia de la corporalidad humana, ya no
exclusivamente en la búsqueda de la riqueza desde una visión abstracta del modelo
económico, sino principalmente en las formas sociales que desde una visión real y
contextual permiten un vínculo entre sujeto y naturaleza, orientándolo a la reproducción
de la vida.
En consecuencia, ¿Qué significa pensar hoy en construir formas empresariales desde
una perspectiva de Economía para la Vida?
En primer lugar, es preciso mencionar que a partir de la edificación de nuevas formas
empresariales nace un discurso sobre de la gestión empresarial, pero también y
especialmente un paradigma “del emprendedor”, que ha permitido movilizar la
construcción de empresas bajo las lógicas del mercado. Por tanto, la investigación buscó
indagar por las significaciones de este discurso y sus dinámicas, pues durante la
experiencia del proyecto solía reflejarse una naturalización por parte de los sujetos de
las nociones emprendimiento-emprendedor-empresa, como si se tratará de la naturaleza
misma de la economía.
Con este propósito se rastrearon las principales perspectivas que a partir del
nacimiento del modelo capitalista empiezan a surgir sobre el emprendimiento, en las
que sus construcciones han tenido distintas condiciones históricas y diversos desarrollos
conceptuales, de acuerdo a las realidades sociales, políticas y económicas, tanto locales
para nuestro caso -el contexto Colombiano-, como globales. De manera que fue
importante contrastar las vertientes del emprendimiento en el que se enmarcan los
procesos productivos en Colombia.
De una
parte,
el
emprendimiento
clásico
empresarial
fundamentado
especialmente desde dos escuelas: la Escuela Estadounidense y la Escuela Austriaca. En
la Estadounidense se plantea la innovación como una forma para cambiar los
condiciones de equilibrio del mercado, y en correspondencia ,la acción emprendedora se
torna en un proceso de destrucción creativa, que busca aprovechar las oportunidades del
mercado y movilizar nuevas empresas (Schumpeter, 1934); “el emprendedor y
empresario adquieren preponderancia en el mundo productivo, toda vez que ellos
representan el dispositivo de cambio y transformación permanente en el mercado, a
partir de la nueva concepción de la destrucción creativa, incorporada por Schumpeter”
(Perdomo, 2009, p.163).
Desde la Escuela Austriaca se considera la perspicacia, la acción humana y la
información del mercado como causales para determinar los comportamientos de la
oferta y la demanda. “En este orden, Von Mises, plantea que la acción humana permea
la condición de empresario, (el homo agens como lo denomina), puesto que es este
sujeto quien tiene una propensión a identificar y perseguir eficientemente sus fines,
teniendo anticipadamente claros los propósitos a alcanzar y los medios disponibles, lo
que lleva al empresario a asumir una actitud perspicaz, astuta y sagaz de forma
constante” (Kirzner, 2007, citado en Neira y Moya, 2015, p.163).
Puede notarse en estas dos escuelas, cómo la lógica del emprendimiento clásico
empresarial tiene su génesis en el modelo hegemónico del capital, y especialmente,
cómo se superpone un ideal de sujeto sobre la economía. Dicho sujeto ha sido
configurado a través de una serie de valores y características propias de la modernidad,
que sostienen y aseguran el libre mercado, generando y perpetuando relaciones de poder
desiguales; en este caso genera a un humano competitivo, innovador, individualista,
patriarcal y exitoso, que centra su acción emprendedora en la generación de ingresos y
la acumulación de la riqueza y por tanto, no se plantea reflexiones acerca de las
implicaciones de su acción.
Ahora bien, la lógica del libre mercado acompañada por una dinámica de sujeto
emprendedor trae además, una transformación de la visión y las funciones de los
Estados-Nación, en donde el Estado como Institución ya no es el máximo garante del
bienestar de los ciudadanos, sino el mediador en las relaciones entre el mercado y la
sociedad:
Es por ello, que el Estado-Nación ha iniciado un cambio radical en la manera de pensar
sus políticas sociales, sus prioridades de inversión y su interacción con la ciudadanía,
orientándose a ser el mediador que facilita las posibilidades del mercado, la libre
empresa y las acciones encaminadas a fomentar las inversiones de grandes
multinacionales y transnacionales. El giro se ha encauzado hacia un Estado Neoliberal,
cuya política social se enfoca en el diseño de programas para atender a poblaciones
específicas en aras de propiciar la formación de consumidores efectivos. Un ejemplo de
esto [en el contexto colombiano] son los programas de Familias y Jóvenes en Acción, en
donde las estrategias se dirigen a la formación para el trabajo y la entrega de recursos
que se consolidan como maniobras para incluir al ciudadano en el modelo económico
como trabajador, emprendedor y consumidor. (Alarcón y otros, en Neira y Moya, 2015,
p.156)
En efecto, en el contexto colombiano la perspectiva legislativa que desde el modelo
neoliberal del Estado se ha desarrollado en los últimos 25 años, ha impulsado la
creación de empresa privada como principal estrategia para dinamizar el crecimiento
económico y ha adoptado una visión de desarrollo, que privilegia la propiedad privada
sobre la colectiva, tal como se declara en la Constitución Política de Colombia (Artículo
58).
Al vaivén de los grandes movimientos de capitales trasnacionales y de la imposición de
dinámicas de enriquecimiento de una pequeña élite, que no tiene miramientos con el
bienestar del conjunto de la sociedad, se han debilitado las barreras estatales para
contener tal voracidad de los intereses mezquinos. Es más, el Estado no sólo ha sido
vaciado en sus funciones regulatorias y de trazado de estrategias redistributivas (Jeesop,
2002; 2007), sino que ha sido abiertamente tomado por los intereses de las élites
plutocráticas. (Useche en Neira y Moya, 2014)
Y bajo esta visión desarrollista dominante, se han formulado una serie de políticas
públicas y estrategias para impulsar el emprendimiento como principal herramienta de
progreso. Así por ejemplo, la Ley de Fomento a la Cultura del emprendimiento en
Colombia, lo expresa como:
Una manera de pensar y actuar orientada hacia la creación de riqueza. Es una forma de
pensar, razonar y actuar centrada en las oportunidades, planteada con visión global y
llevada a cabo mediante un liderazgo equilibrado y la gestión de un riesgo calculado, su
resultado es la creación de valor que beneficia a la empresa, la economía y la sociedad.
(Ley 1014 del 2006, artículo 1, numeral C.)
Ante dichas políticas adoptadas por el Estado Colombiano, en las cuales se hace
evidente la inequidad social, la apropiación indiscriminada de la tierra, la liberación
económica, así como, el fortalecimiento de los grandes grupos económicos en
detrimento de las economías locales, de los procesos productivos asociativos, de la
armonía con la naturaleza, es cada vez más necesario y urgente promover y construir
formas empresariales alternativas que se resistan a esta perspectiva. Y ello sólo es
posible, si hoy comprendemos los principios éticos de una economía que más allá de las
fronteras del mercado, nos permita replantear las formas de ser y relacionarnos en donde
el único propósito debe ser la vida.
Esta reflexión ha sido planteada desde hace varias décadas por las vertientes del
emprendimiento social y solidario, reconociendo su nacimiento en procesos alternativos
de grupos sociales diversos, en donde se recrea una manera distinta de la economía, que
parte del conocimiento de las condiciones sociales, espaciales, culturales, históricas y
económicas del contexto. De manera que en estos emprendimientos, los principios de
solidaridad, cooperación, autogestión, eficiencia y viabilidad, han dado posibilidades
para promover organizaciones económicas desde iniciativas colectivas y/o locales, que
centran su atención en el bienestar común, en las que el lucro tiene como valor la
posibilidad de generar ingresos y fortalecer los procesos comunitarios orientándose al
mejoramiento de las condiciones de vida de los sujetos.
De una parte, los emprendimientos sociales se enmarcan en la “búsqueda de
soluciones a problemas sociales, a través de la construcción, evaluación y persecución
de oportunidades que permitan la generación de valor social sostenible, alcanzando
equilibrios nuevos y estables en relación con las condiciones sociales, a través de la
acción directa llevada a cabo por organizaciones sin ánimo de lucro, empresas u
organismos gubernamentales” (Guzmán y Trujillo, 2008, p. 110).
De otra parte, los emprendimientos solidarios nacen en América Latina como un
modelo alternativo de la economía que persigue nuevas formas de coexistir con el
modelo capitalista y el paradigma de desarrollo vigente, acercándose a las formas de
economía popular impulsadas por las comunidades usando recursos personales puestos
en común y buscando alternativas con la intención de satisfacer sus necesidades.
Una característica fundamental es que (...) intentan ser alternativas con respecto al
sistema dominante, ya que aportan a la transformación hacia modelos de sociedad más
justos. Este último es un elemento que pone de relieve la integración entre lo económico
y lo político, en tanto que no sólo se plantea como una alternativa de supervivencia
económica para los sectores populares, sino como una fuerza que busca la
transformación social. Esta característica, sobre todo, es la que distingue a los
planteamientos de la economía solidaria en Latinoamérica. (Cortes & Otros, 2009, p.5)
En América Latina cada vez más, existen experiencias de economía solidaria que ponen
de manifiesto las condiciones de inequidad, de exclusión, de pobreza y de injusticia,
derivadas de los sistemas de mercado y la globalización, desde donde las comunidades
resisten por medio de la creación de organizaciones populares y comunitarias que
movilizan prácticas asociativas, no solo frente a las iniciativas productivas, sino frente a
la identidad, el territorio, la historia y el cambio social, lo que otorga al emprendimiento
solidario un sentido político (Alarcón y Otros, en Neira y Moya, 2014).
Y es aquí, donde cobra valor proponer hoy una economía que en perspectiva de
Economía para la Vida, reconoce las implicaciones sociales, políticas, ambientales,
culturales y económicas de cualquier forma empresarial que se pone en marcha, y que
no es ajena al contexto en donde se desarrolla. Con ello, queremos hacer evidente la
urgencia de plantear un diálogo profundo alrededor de los sentidos éticos que subyacen
a las formas empresariales recreadas en nuestros contextos, en los que muchas veces
suele verse superfluamente la responsabilidad social empresarial, como la
compensación de los impactos generados en las comunidades y sus territorios, mas no
en la pregunta por la sostenibilidad de la vida y su goce, pues hoy comprendemos que
una Economía para la Vida es la posibilidad de vivir una vida plena.
El sentido de la vida es vivirla, ante todo estamos reafirmando una voluntad de vivir,
reivindicando una lógica de la vida que permita reorientar la organización de la
sociedad por el imperativo ético de la vida: mi vida, la vida del otro, la vida de la
naturaleza. (Hinkelammert y Mora, 2005, p. 25)
Ante la posibilidad de vivir una vida plena, ¿Cómo desde los Negocios Sociales
Responsables podemos apostar por la reivindicación de las economías locales?
Retornardo a los inicios de la experiencia del proyecto Ciudadanos Emprendedores,
como propuesta educativa que buscaba construir con diversas comunidades locales
ideas de negocio, es importante mencionar algunos elementos de sentido, que fueron
siendo pistas hacia la construcción de formas empresariales alternativas, donde no sólo
se reconocía el contexto local en el que eran diseñadas, sino además, se planteaban
opciones reales de sostenibilidad de la economía familiar.
Las ideas de negocio, así como la expectativa de creación de empresas, suelen
surgir de las necesidades, los intereses, las experiencias y las visiones que las personas y
las comunidades asumen frente a la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. En
este sentido, debe reconocerse el significado que para la gente tiene el poder
involucrarse en procesos educativos, para hacer viable su proyecto productivo.
Por consiguiente, la experiencia que hoy ponemos en común, parte de evidenciar
los tránsitos de la propuesta inicial de formación empresarial, que en principio estaba
regida por los contenidos clásicos demandados por el pensamiento administrativo
empresarial dominante. Y que luego, fueron cuestionándose a través de la inserción de
dos elementos de sentido ético: el comercio justo y la apuesta por la responsabilidad
ambiental. Así:
El proyecto de Ciudadanos emprendedores, ahora Negocios Socialmente Responsables,
(…) establece una tensión, (…) entre una aproximación crítica de la realidad económica
capitalista y un ‘realismo’ vital, que (…) intenta mediar entre las visiones críticas del
capitalismo mercantil, como sistema hegemónico de relaciones económicas, sociales,
políticas y culturales, y las tendencias acríticas de dicho sistema, que buscan
simplemente tecnificar, calificar y cualificar a los individuos para la inserción eficaz en
el sistema hegemónico de la economía (Orrego, en Neira y Moya, 2014, p.202).
Esta mediación siempre puesta en orden de las realidades, las historias, los saberes y las
dinámicas de las comunidades, resulta ser el camino para reconstruir el lazo social de
los sujetos, pues es precisamente en el encuentro de esas historias, realidades, etc.,
donde es posible generar nuevas redes que redundan en los procesos productivos que se
agencian.
Es allí donde la re significación del concepto de 'negocio' transforma su sentido,
pues no es pretensión de esta nueva forma empresarial acudir a su denominación
tradicional que entiende el negocio como estrategia de lucro, sino más bien, a su sentido
político que emerge de la idea de negociación, y se comprende como la posibilidad de
deliberar, acordar y pactar en condiciones de equidad, logrando consolidar nuevas
relaciones de producción entre los sujetos.
Estas nuevas formas de relacionamiento, nos recuerdan las prácticas comunes y
cotidianas de nuestros países latinoamericanos, en donde el trueque, la ñapa (yapa en
quechua), el compadrazgo, la solidaridad y la confianza resultan ser ejercicios de la
economía que suceden en espacios locales como la tienda, la plaza y los comercios
populares, y ello es lo que permite apostar por la reivindicación de la economía local al
margen de las grandes superficies del mercado (Orrego, en Neira y Moya, 2014).
De manera que la noción de Negocios Socialmente Responsables, como
propuesta educativa y ética representa:
(…) la posibilidad de replantear una dinámica de la economía del hogar, que en un
contexto urbano, permita a los sujetos construir iniciativas productivas, posibilitándoles
vivir dignamente y en equilibro con otros seres, lo que significa conversar con el
modelo económico vigente, como una forma de resistencia a él, desde acciones en las
economías locales (Alarcón y Otros, en Neira y Moya, 2015, p. 177).
En esta economía del hogar se insertan los negocios y las ideas productivas de las
personas y las comunidades con las que trabaja el proyecto, en las que por lo general se
dinamizan unidades productivas familiares, que se ubican en actividades económicas de
subsistencia -la panadería, el supermercado, la pañalera, la papelería y el salón de
belleza-.
Así, se insiste en construir Negocios Socialmente Responsables, como una
forma empresarial que moviliza las economías locales y que busca traspasar la
denominada responsabilidad empresarial, cuestionándose sobre su lugar en las
comunidades y direccionando su quehacer hacia acciones productivas conscientes y
críticas. Por tanto, los Negocios Socialmente Responsables se conciben como un
sistema de prácticas de producción, reproducción e intercambio, dentro de las cuales los
sujetos promueven una ética de la vida en relación recíproca y solidaria con otros seres,
posicionando la vida como característica vertebral de las economías locales.
¿Para qué nos importa entender la producción de bienes y servicios si no es para
analizar su capacidad de reproducir personas? Necesitamos desplazar el eje analítico
desde los procesos de valorización de capital hacia los procesos de sostenibilidad de la
vida, entendiendo la socio-economía como un circuito integrado producciónreproducción, trabajo remunerado-trabajo no remunerado, mercado-Estado-hogares;
valorando en qué medida genera condiciones para una vida que merezca ser vivida; y
comprendiendo cómo las relaciones de poder se reconstruyen mediante su
funcionamiento (Pérez, 2014, p. 47).
Ahora bien, ¿cómo ha sido posible implementar una propuesta ética y educativa de
negocios que se reconozca como una forma empresarial alternativa y socialmente
responsable? En el proceso de formación en Negocios Socialmente Responsables,
quisiéramos destacar dos elementos que a partir de las experiencias vividas, dan claves
hacia la formulación de este tipo de ideas productivas que buscan reivindicar las
relaciones comunitarias, y desarrollar procesos de producción éticos.
Un primer elemento, se sustenta en la comprensión del contexto de los sujetos
generadores de las ideas de negocio, pues desde el reconocimiento de dicho contexto, es
posible detonar ideas de negocio acordes a las condiciones y necesidades de las
comunidades; “dirigiéndose al análisis de las realidades que circundan a las economías
locales y a la economía del hogar, poniendo especial atención a las dinámicas de
consumo que llevan a cabo los sujetos, y en donde el autoanálisis se convierte en
estrategia central (…) que les permite concientizarse frente a la apuesta ética de los
negocios” (Alarcón y Moya, en Neira y Moya, 2015, p.132).
Este resulta ser un diferenciador sustancial de las formas empresariales que
desde el modelo hegemónico se imponen en los contextos, y que poco o nada dejan ver
la responsabilidad ética que tienen los sujetos impulsadores de los negocios. De esta
forma, la propuesta ética y educativa que plantean los Negocios Socialmente
Responsables, es el punto de partida para “fortalecer la postura ética de la idea de
negocio y especialmente, agenciar procesos de concienciación, reciprocidad y
complementariedad, de acuerdo a las realidades de los negocios que los [sujetos] han
construido” (Alarcón y Moya, en Neira y Moya, 2015, p. 131).
De manera que esta propuesta a través de la ética del cuidado de la vida, busca
generar ideas de negocios basándose en las necesidades de las comunidades y no en la
producción de deseos propia del capitalismo. Pues:
Cuando estas necesidades son sustituidas por simples preferencias, el problema de la
reproducción de la vida es desplazado si no eliminado, de la reflexión económica, pero
éste es, de hecho el problema fundamental de la praxis humana y el punto de partida de
una Economía para la Vida. La satisfacción de las necesidades hace posible la vida, la
satisfacción de las preferencias puede hacerla más o menos agradable. Pero para poder
ser agradable, la vida “antes” tiene que ser posible. (Hinkelammert y Mora, 2005, p.35)
Un segundo elemento que emerge en la propuesta, busca viabilizar la construcción de
ideas de negocio en perspectiva para la vida a partir de tres dimensiones: productividad
consciente y compartida, reciprocidad entre seres vivos, y comunidades solidarias e
informadas. De estas dimensiones, se derivan nuevas relaciones de producción que
plantean dinámicas de relacionamiento recíprocas con la naturaleza, con las
comunidades y con los contextos en donde se desarrollan los negocios.
Con relación a la productividad consciente y compartida es importante
mencionar, que la propuesta busca el establecimiento de unos mínimos éticos y de
reciprocidad involucrando a todos los seres vivos que hacen parte del circuito
económico de la vida. De manera tal, que en esta nueva forma empresarial cobran
relevancia las acciones de los negocios que promueven la dignidad y la justicia para
todos los que hacen parte del proceso productivo, que es distinto al “todo vale”
promovido por las formas empresariales de la economía de mercado.
Dicha productividad, caracterizada en los Negocios Socialmente Responsables
por ser suscitada por sujetos conscientes de las dinámicas y acciones de la empresa que
afectan social, cultural y ambientalmente los contextos, se aleja de pensar la
productividad como fórmula de cantidad de bienes producidos sobre recursos utilizados,
para aproximarse a construir una nueva visión de productividad que dimensiona la
solidaridad y las responsabilidades de todos los involucrados en el circuito económico:
proveedores, empleados, distribuidores, clientes y aliados.
Por esta razón, desde la propuesta educativa de los Negocios Socialmente
Responsables se han planteado diversas acciones que permiten a las empresas transitar
de la productividad basada en la eficiencia y la eficacia, hacia una productividad
consciente de las implicaciones de su actividad económica en el contexto. Así, cuando
los negocios se generan desde las necesidades, cuando se garantizan ingresos
equitativos, trabajo digno y salarios justos, cuando se seleccionan proveedores que
responden a criterios éticos y de reciprocidad, así como, cuando se mantienen relaciones
transparentes con clientes, proveedores, empleados y distribuidores, con información
rigurosa y veraz; se hace posible pensar que estas nuevas formas empresariales no sólo
inciden en sus procesos de producción, comercialización y consumo, sino que permean
y median con el sistema de mercado, propiciando dinámicas alternativas en la economía
local y reconociendo en la Economía para la Vida una vía distinta de hacer negocios.
De otra parte, la dimensión de la reciprocidad entre seres vivos, cuestiona la re
relación que en las formas empresariales tradicionales los sujetos han establecido con la
naturaleza como ser vivo, pues como hemos mencionado a lo largo de la ponencia, la
naturaleza ha sido asumida como medio para la supervivencia de la humanidad y no
como parte fundamental de reproducción de la vida. En consecuencia, muchas formas
empresariales aunque realizan acciones para mitigar los impactos de la actividad
productiva, poco se cuestionan sobre las prácticas para garantizar la preservación de la
vida de todos los seres.
Así, apuestas vitales como el Buen Vivir, inspiran a transformar las relaciones que en la
modernidad el sujeto ha tenido con la naturaleza, sobrepasando la idea del cambio de
algunas prácticas productivas para realizar un giro hacia una nueva forma de
relacionamiento con los otros no humanos, buscando una armonía permanente entre
todos los seres, lo que conlleva a sustentar en los principios de reciprocidad y
reproducción la posibilidad de la existencia de la vida, entendiendo que de lo que se
trata, es de dimensionar los Negocios Socialmente Responsables. (Alarcón y Otros, en
Neira y Moya, 2015, p.193)
Desde esta premisa, toda forma empresarial construida como un Negocio Socialmente
Responsable se hace cuestionamientos sobre las dinámicas y ritmos de producción que
se exigen en el sistema capitalista, irrumpiendo en el ciclo vital de los seres; para
promover desde la ética de la vida ideas productivas que respeten los ciclos naturales de
las plantas, los animales, los minerales y el agua; así como para generar productos o
servicios que impulsen un consumo consciente y responsable. Igualmente, desde la
apuesta por esta nueva forma empresarial los negocios son conscientes de las
consecuencias generadas de la producción y buscan agenciar procesos que hacen uso de
tecnologías limpias, energías alternativas y producción agroecológica, además de
proponer mecanismos para la reducción de desechos y la reutilización de materiales que
puedan ser integrados nuevamente al circuito económico.
Finalmente, en cuanto las comunidades solidarias e informadas, incita a pensar
las posibilidades de construir formas empresariales que rebatan la idea de negocio
sustentada en la competencia y el individualismo, para hacer posible plantear diversas
formas de negocios que reconocen la experiencia, la solidaridad y la reciprocidad entre
los sujetos, como perspectiva en las relaciones de producción y como agencia de la
Economía para la Vida “Para reconstituir nuestra vida necesitamos impulsar acciones en
muchas dimensiones: locales, nacionales e internacionales; emerger de una conciencia
comunitaria para vivir bien; comprender que debemos empezar por integrarnos a todo y
a todos, que necesitamos acercarnos a los demás” (Huanacuni, 2010, p. 31)
De ahí que, en los Negocios Socialmente Responsables se hace importante
transformar la mirada individual de las formas empresariales que ponen siempre en
competencia a los sujetos, viendo a otros en las relaciones económicas como
contendores y opositores. Por ello,
(…) renunciando al concepto de competitividad como premisa o estrategia de los
negocios, que ha llevado a que unos puedan tener o ganar más a costa de otros, se
piensa por el contrario, cómo esos otros sujetos que hacen, producen y/o comercializan
algún producto o servicio similar o sustituto, pueden asumirse desde un principio de
Ayni, “que es la complementariedad o ayuda mutua y permanente dentro la comunidad,
reciprocidad en el mismo tiempo o en otros tiempos” que se plantea como una práctica
comunitaria desde el pueblo Aymara (Huanacuni, 2010, p. 59).
Por consiguiente, plantear en la dinámica de los Negocios ejercicios solidarios y
comunitarios, pasa por reconocer cómo el negocio puede agenciarse como actor clave
en el territorio para incidir o transformar junto con otros sujetos e ideas productivas el
contexto. Y esto se hace viable, cuando desde las prácticas productivas se privilegia la
generación de empleo en condiciones justas al interior de la comunidad, y a través del
consumo responsable, se opta por negocios locales, asociativos y/o comunitarios.
De manera tal, que los Negocios Socialmente Responsables se constituyen como
una práctica comunitaria particular que persiguen el goce de la vida humana, la
recuperación del tejido social y cultural y de la naturaleza misma. Pues:
Muchas son las voces, propuestas y alternativas que en todos los rincones del continente
americano, especialmente en América Latina, se levantan para emprender iniciativas
sociales, comunitarias y educativas para la vida; propuestas que por demás se tejen a los
márgenes de la racionalidad impuesta por el sistema económico vigente. Tras todas
ellas, parece pervivir la convicción de que es posible construir educación, sociedad,
cultura y vínculos económicos en clave del disfrute de la vida para una inmensa mayoría
de seres humanos y de la naturaleza misma; también desde la necesaria visión de la
responsabilidad, de aquel vínculo ético que no permite pensar la sociedad, la economía
y la política, sin tener como paradigma un mundo donde “todos los mundos quepan”
(Neira y Moya, 2014, p. 27)
REFERENCIAS
Castro, S. (2008). Genealogías de la Colombianidad, Introducción Colombianidad,
población y diferencia. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.
Castro-Gómez, S., & Ramón G. (Eds.). (2007). “Giro decolonial, teoría crítica y
pensamiento heterárquico.” En El giro decolonial: reflexiones para una
diversidad epistémico más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del
Hombre Editores, Universidad Central, y Pontificia Universidad Javeriana.
Berman, M. (1987). El reencantamiento del mundo. Cuatro Santiago: Vientos.
Escobar, A. (2007). La invención del Tercer mundo. Construcción y reconstrucción del
desarrollo. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana.
Guzmán, A. y Trujillo, A. (2008). Emprendimiento Social- Revisión Literatura. En
Estudios
Gerenciales.
Volumen
24,
(109).
Recuperado
de:
http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S01239232008000400005&script=sci_
arttext.
Hinkelammert, F. y Mora, H. (2005). Hacia una Economía para la Vida. San José,
Costa Rica: DEI.
Huanacuni, F. (2010). Buen Vivir / Vivir Bien. Filosofía, políticas, estrategias y
experiencias regionales andinas. Perú: Coordinadora Andina de Organizaciones
Indígenas – CAOI.
Kirzner, I. (2007). El empresario. En Revista de Economía y Derecho, Sociedad de
Economía y Derecho UPC. Volumen 4, (14). Recuperado de
http://dev.pue.itesm.mgx/DoctoradoNebrija/MaterialGral/El%20empresario.pdf.
Lovelock, J. (1983). Gaia. Una nueva visión de la vida sobre la tierra. Madrid: Blume.
Medina, J. (2006). Suma Qamaña. Por una convivialidad posindustrial. Garza Azul
Bolivia: Editores.
Neira, A. y Moya, Y. (eds.). Negocios Socialmente Responsables. Una apuesta ética y
educativa para la Vida. Bogotá: Corporación Universitaria Minuto de Dios.
Perdomo, G. (2010). Empresarialidad y empresa: Una aproximación desde la Escuela
Austriaca. En Estudios Gerenciales, volumen 26, (115), 161-178. Recuperado
de:http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S012359232010000200009&script=
sci_arttext junio de 2014.
Pérez, A. (2014). Subversión Feminista de la Economía. Aporte para un trabajo sobre
el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de sueños.
Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En libro:
La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) Buenos Aires: CLACSO, Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Schumpeter, J. (1934). The Theory of Economic Development. Cambridge, Mass:
Harvard University Press.
Useche, O. (2014). Educar en la opción ética del desarrollo para la vida
(Biodesarrollo). En Monsalve, C y Gutiérrez J. (Eds.) (2014). Responsabilidad
y Biodesarrollo. Experiencias Innovadoras y Saberes. Medellín: UNIMINUTO.
Descargar