Observatorio de servicios públicos, Innovación y Calidad. LA ELECCIÓN DE LAS FORMAS DE GESTIÓN DIRECTA DE LOS SERVICIOS LOCALES A LA LUZ DE LA S.T.C. DE 3-III-2016. El Tribunal Constitucional, en la primera de la sentencias sobre la Ley 27/2013, la del 3 de marzo de 2016, Rec. 1792/2914, afirma la constitucionalidad de la preferencia de gestión por la propia Entidad Local o sus Organismos Autónomos sobre la realizada mediante Entidades Públicas Empresariales o Sociedades Mercantiles Locales: “Sólo podrá hacerse uso de las formas previstas en las letras c) y d) cuando quede acreditado mediante memoria justificativa elaborada el efecto que resultan más sostenibles y eficientes que las formas dispuestas en las letras a) y b), para lo que se deberán tener en cuenta los criterios de rentabilidad económica y recuperación de la inversión. Además, deberá constar en el expediente la memoria justificativa del asesoramiento recibido, que se elevará al Pleno para su aprobación, en donde se incluirán los informes sobre el coste del servicio, así como el apoyo técnico recibido, que deberán ser publicados. A estos efectos, se recabará Informe del Interventor local, quien valorará la sostenibilidad financiera de las propuestas planteadas, de conformidad con lo previsto en el Artículo 4 de la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera”. 1 El Tribunal Constitucional afirma que esta nueva regulación supone limitaciones a la legislación de las Comunidades Autónomas sobre régimen local, pero que deben reportarse correctas por su carácter básico, “teniendo en cuenta la estrecha conexión que toda regulación de servicios reservados guarda con las opciones de ordenación general de la economía, que la Constitución atribuye al Estado en el Artículo 149.1.13ª”. Con este argumento ciertamente contundente rechaza la pretensión de la Comunidad de Extremadura y de todas. Respecto a la autonomía local, afirma que está salvaguardada, ya que la nueva regulación del Artículo 85.2 “condiciona la autonomía local, pero no la vulnera en absoluto, ya que los Entes Locales conservan amplios espacios de opción organizativa”. La finalidad de esta nueva redacción del 85.2 –dice el T.C.-, es “evitar la proliferación del personificaciones instrumentales o, más precisamente, asegurar la sostenibilidad financiera y eficiencia de las que se creen”. Este argumento confirma lo ya dicho por el Consejo de Estado, en el sentido de que “la autonomía no puede amparar decisiones en contra de la racionalidad económica”. Pero incide en una cuestión importante: Si de lo que se trata es de evitar la proliferación e insostenibilidad de las personificaciones instrumentales. ¿Qué sentido tiene la identificación que se hace entre gestión por la propia administración y organismo autónomo? Los organismos autónomos son PIL, personificaciones instrumentales locales, de derecho administrativo y no mercantil, pero con una tendencia al incrementalismo y a la expansión del gasto igual que las demás. El T.C. no se pudo plantear esta cuestión, ya que no se suscitaba, y no creemos que tenga relevancia constitucional. Pero sí es algo muy digno de ser tenido en cuenta en la práctica. Puede que el legislador acierte al situar como criterios la sostenibilidad de las haciendas locales y la eficiencia del servicio, pero se equivoca al equiparar con la propia Administración a ciertos Entes Instrumentales, sobre los que debemos poner las cautelas que se tienen con otros. Importante desde el punto de vista del refuerzo de la profesionalidad es la defensa que hace el T.C. en esta sentencia del Informe del Interventor: “No pueden ponerse reparos a la previsión de un Informe del Interventor local, que valore la sostenibilidad financiera. Así resulta de la doctrina constitucional en relación con el control de eficacia que el artículo 136 LRBRL atribuya al Interventor Municipal”. Como ya dijo en S.T.C. 143/2013, refuerza ahora la idea de que “ni el control, ni la circunstancia de que ello implicará una valoración de la gestión económico- 2 financiera llevada a cabo por los órganos de gobierno del Ayuntamiento suscitan reparos de índole constitucional, sino todo lo contrario, pues todo ello se ajusta plenamente a los principios generales de buena gestión financiera, parcialmente constitucionalizados en el Artículo 31.2. C.E.”. Valentín Merino Estrada Director del Observatorio. 3