20 años de descubrimientos

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20 años de descubrimientos
E
l 24 de abril de 1990 fue puesto
en órbita el telescopio espacial
Hubble, y en 20 años de operación
es el más importante en la historia de la astronomía.
Esto es mucho decir, desde puntos de
vista diferentes.
Para comenzar, existen varios telescopios celebres: el primer aparato de Galileo,
el primer telescopio de espejos (“reflector”)
construido por Isaac Newton, el gigante de
2.5 metros de diámetro de Monte Wilson, en
donde Hubble y Humason descubrieron la
expansión del universo...
Por otra parte, existen telescopios que se
acercan o rebasan la centuria de operación,
como el construido con el dinero ofrecido por
Charles Tyson Yerkes.
El conocido gangster que se aficionó
tanto a la astronomía gracias a la labor de
convencimiento de Geoge Ellery Hale, que no
solo dio el dinero necesario para construir lo
que en su época fue el telescopio más grande
del mundo, sino que además pidió y consiguió que sus restos quedaran enterrados en
el pedestal que lo sostiene.
Existen telescopios más grandes que el
Hubble que mide 2.4 metros de diámetro. El
telescopio más grande del mundo se encuen-
tra en las Islas Canarias y tiene 10.4 metros de
diámetro).
Finalmente, el Hubble no es el primero
ni el único telescopio orbital que existe; aún
ahora comparte esta distinción con el Spitzer,
el Chandra y otros.
La altura lo hace único, desde su
lanzamiento ocupa una órbita
casi circular a 559 km sobre el
nivel medio del mar.
No existe un telescopio de ese tamaño
ni con la combinación de instrumentos tan
exquisitamente sensibles a distintos tipos de
luz (infrarroja, visible, ultravioleta).
El Hubble empezó mal.
Un error cometido por los técnicos de Perkin-Elmer (la famosa compañía fabricante de
telescopios responsable de su construcción)
impidió que el aparato enfocara las imágenes
correctamente.
Durante las pruebas finales, los técnicos
usaron un espejo de prueba que estaba 1.3
milímetros fuera de su lugar. Como consecuencia no detectaron un ligero error en la
forma del espejo principal.
Pocos días después de llegar a su órbita
final, los técnicos se dieron cuenta que no
podían enfocar las imágenes; después de un
20 años de descubrimientos
largo y vergonzoso proceso de investigación,
fue posible detectar la causa.
El escándalo fue mayúsculo. La NASA
todavía no se recuperaba del desastre del
Challenger, causado por negligencia.
El costo original se había disparado como
consecuencia de un retraso de siete años en
su lanzamiento, producido por este desastre y un arreglo al error del espejo requeriría
una misión arriesgada y costosa, que exigiría
que el taxi espacial Endeavour alcanzara casi
el límite de su altura máxima permitida. La
misión STS-61 fue exitosa.
El 14 de enero de 1994 la NASA
pudo mostrar las primeras imágenes enfocadas del telescopio
espacial.
Entonces comenzaron a llover descubrimientos extraordinarios.
A la fecha, el telescopio ha generado unas
570 mil imágenes. Alrededor de 30 mil objetos celestes han sido estudiados en detalle.
Se han publicado unos 8 mil 700 artículos
científicos especializados (parecen pocos,
pero cada uno requiere de la labor de varios
científicos de alto nivel y a veces se requieren
varios años de trabajo constante para hacer
un artículo de cinco páginas).
En total, se han enviado unos 45 tera-
bytes de información (un “byte” puede representar, al igual que el alfabeto Morse, a una
letra, número o signo de puntuación y pueden
también representar el color de uno de los
puntitos que forman una imagen, la intensidad precisa de la radiación infrarroja de un
punto diminuto en el cielo, etc).
Finalmente, muchos de los artículos científicos del Hubble reportan descubrimientos
espectaculares.
Estos descubrimientos cambiaron definitivamente nuestro entendimiento sobre
distintos asuntos del cielo, como la formación de estrellas, la estructura de las galaxias
e incluso sobre el origen y evolución del universo.
Aunque existen otros telescopios que
han permitido la producción de más artículos
científicos (como el de Monte Palomar, que
lleva más de medio siglo de existencia), ninguno ha cambiado tanto nuestra perspectiva
sobre el cosmos.
Probablemente el descubrimiento más
espectacular realizado con el Hubble tiene
que ver con la estructura del universo.
Para comenzar, el Hubble permitió medir
con precisión las características de unas
estrellas conocidas como Cefeidas.
En pocas palabras, estas estrellas permiten medir con gran exactitud la distancia que
20 años de descubrimientos
nos separa de ellas; como son muy brillantes,
pueden ser detectadas en otras galaxias, y
por eso se convirtieron en una herramienta
invaluable para la astronomía.
El telescopio Hubble permitió verificar y
corregir el sistema de las Cefeidas; permitió
reducir el error estimado en las distancias calculadas con ellas de 50 a 10 por ciento.
Como uno de los problemas más fundamentales de la astronomía es el de la tercera
dimensión (es especialmente difícil calcular
distancias exactas a objetos desconocidos
y ridículamente distantes), solo este trabajo
habría valido el costo, tanto en dinero como
en los años invertidos por expertos en todo el
mundo (muchos dedicaron sus carreras profesionales enteras a este aparato).
Por otra parte, el Hubble realizó un descubrimiento inquietante, que acaba de ser confirmado por otras fuentes. El ritmo de expansión del universo debería reducirse continuamente; la “explosión” original debería perder
ímpetu como consecuencia de la atracción
mutua de las galaxias.
Poco a poco, el ritmo de expansión debería disminuir. Algunos incluso pensaban que
podría detenerse y revertirse. Entonces el
cosmos entero caería sobre sí mismo, quizás
para reiniciarse en otra terrible explosión.
El Hubble descubrió que la expansión
efectivamente comenzó a detenerse como
consecuencia de la atracción mutua de las
galaxias, pero hace unos 2 mil millones de
años, la situación cambió.
Aparentemente existe una extraña fuerza de repulsión, prevista únicamente por
Einstein en uno de sus momentos más soñadores. Esta fuerza aumenta con la distancia.
El ritmo de expansión del universo está creciendo. El cosmos
no renacerá, pues sus fragmentos nunca volverán a juntarse.
El Hubble recibió cinco visitas de distintos
transbordadores espaciales; recibió repuestos y nuevas cámaras, mucho más sofisticadas.
El enorme clamor popular obligó a la
NASA a lanzar una última misión en mayo de
2009. El telescopio seguirá operando mientras se lo permitan sus aparatos.
Tarde o temprano, entre 2013 y 2021, el
Hubble caerá a la Tierra. Para ese entonces, el
telescopio espacial James Webb (un antiguo
y famoso director de la NASA) de 10 metros
de diámetro ocupará su lugar.
Quién sabe qué otros descubrimientos
extraños, terribles y maravillosos realizará en
los cielos perfectamente limpios que existen
a más de 500 kilómetros de altura.
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