Urbanidad Virtudes de 6 a 8 años Niños educados BUENOS MODALES ¿Cuántas veces decimos a los hijos “pórtate bien”, “sé un niño educado”? Pero ¿realmente sabe el niño como hay que portarse bien? A estas edades, las de vuestros hijos, los buenos modales se enseñan a través de la imitación, con una información clara y concreta. Y sobre todo,no hay que reírles las “gracias”, porque de lo contrario, se convertirán en niños maleducados y caprichosos. Conseguir que los hijos sean Para saber mandar, hay que saber obedecer educados es un objetivo prioritario. A los niños hay que enseñarles cuando son pequeños, y aunque los vuestros ya no lo son tanto (¡ya tienen 6 o 7 años!) están preparados para recibir La delicadeza y la urbanidad son maneras de actuar, con cuidado y respeto, frente a los demás, con el objetivo de hacerles la vida más agradable. Son consecuencia de tenerles presentes y de intentar que estén bien a nuestro lado mediante un comportamiento respetuoso, con muestras de amabilidad, viviendo las normas de urbanidad, actuando con delicadeza y afán de servicio. muchos estímulos y para educarles en hábitos buenos, pero siempre tenemos que tener presente que los hábitos se adquieren por repetición de actos y por la imitación de lo que ven. Y he aquí, como siempre, la importancia del ejemplo de los padres, y del ambiente en la familia. El ejemplo de los padres: clave. La delicadeza y la urbanidad se aprenden cuando forman parte de un ambiente familiar delicado, de respeto mutuo en Un hijo que hace “fechorías” y sus padres no le corrigen, piensa que es porque ni lo estiman ni valoran. detalles de la vida , a veces insignificantes. Hay algunas normas de urbanidad que sirven para andar por la vida con un cierto toque de calidad: abrir la puerta a los mayores y a las señoras; pedir las cosas por favor; no tocar la comida con los dedos; dar las gracias... Si no se las enseñáis vosotros, tal vez no se las enseñe nadie. Vosotros no sólo sois sus padres: sois su seguridad, sus canales de comunicación, sus modelos, sus héroes. Vosotros sois su todo. Ya no podéis ser aquellos tipos normales y corrientes que andábais solos por la calle (hará más o menos años, depende). Ahora sois el todo de alguien. Esforzaos en mejorar personalmente, porque así mejorará el universo de vuestro hijo. La exigencia Hay que “perder tiempo” en enseñar, y lo ahorraréis encorregir. Pero lo que hay que corregir se corrige. Un hijo que hace “fechorías” y sus padres no le corrigen, piensa que es porque ni lo estiman ni valoran. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros. Existe el infundio de que los hijos se traumatizan si sus padres les exigen cosas. No: los hijos se traumatizan si sus padres son unos déspotas, borrachos, pendencieros, o se pelean,... Hasta la fecha, ningún hijo se ha traumatizado porque unos padres amorosos le hayan exigido lo que debe hacer. La batalla de los 6 a los 8 años Busca, compara, y si crees que tu hijo puede ser mejor... pregúntate como hacerlo, pide ayuda, estudia, intercambia experiencias, ¡piensa más! Y es a eso a lo que os queremos ayudar con los siguientes puntos, para que penséis y después concretéis. 1-. Jamás en vuestra vida, vuestro hijo tendrá tantas ganas de aprender cosas como ahora. No dejéis que, por omisión vuestra, esa ilusión se angoste. 2-. No gritéis, y no seréis ensordecidos. 3-. A estas edades, decirles que “como ya eres mayor” o “como ya te estás haciendo mayor”, es una frase que les estimula mucho. Nos quieren demostrar que ya son mayores y así será más eficaz la enseñanza de alguna norma de educación. decirlas, y comprobar con él el resultado. 5-. Una “regla de oro” que no debemos olvidar: es mucho más eficaz centrarse en reforzar lo que los hijos hacen bien que en corregir continuamente sus faltas, si le elogiáis se sentirá más seguro. 6-. “ ¡No digas eso! ¡No pases primero! ¡No te pongas el dedo en la nariz! ¡No grites! ¡No hables con la boca llena! No..., No..., No...” Desesperante ¿no?. Marca objetivos y empieza por uno. Y siempre que puedas en positivo. 7-. Para ayudarles hay que conocerles bien. ¿Le conocéis? Observadle cada día un rato. A veces lo miráis sin verle... o sólo veis sus manos sucias o el “siete” en sus pantalones. Observad sus cambios de juegos, su reacción ante las cosas, su fuerza, su curiosidad... Hay demasiados padres que no podrían hablar objetivamente de sus hijos durante diez minutos porque no les conocen lo suficiente. 4-. Muchas cosas habrá que hacerlas con él, no sólo Objetivos familiares para la Urbanidad 1-. 2-. 3-. www.ideasparaeducar.wordpress.com