El cuadro es una habitación con luz tenue

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TEATRO
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Rafael Castillo Camacho
ROMPIENDO CABEZAS
PROYECCIÓN DE UN ASESINO
EN
ESCENA UNA HABITACIÓN CON LUZ TENUE. UN SOFÁ NEGRO CON LOS BRAZOS DE
TERCIOPELO ESTÁ CERCA DE LA PARED DE FONDO; PUESTO A LA MITAD DIVIDE EN DOS EL
ESCENARIO. DETRÁS DEL SILLÓN Y MEDIO METRO MÁS ARRIBA PENDE DE UN LISTÓN LA
LITOGRAFÍA DE UNA PINTURA ABSTRACTA (QUE MÁS QUE HABLARNOS DE UN AMANTE DEL
ARTE MODERNO NOS HAGA PENSAR EN UNA PERSONALIDAD ESNOB QUE PASA SUS TARDES
HALLANDO UNA INTERPRETACIÓN DIFERENTE A CADA MANCHA DEL CUADRO). A LA DERECHA
UNA VENTANA NOS DEJA VER QUE LA LUZ DEL DÍA ESTÁ TERMINANDO Y NACE LA NOCHE,
PASANDO LA VENTANA UNA SERIE DE CAJONES SIRVEN DE RÚSTICO ARCHIVERO. A LA
IZQUIERDA DEL SOFÁ, UN LIBRERO DE MADERA, ESTILO CLÁSICO, NOS MUESTRA EL DORSO DE
LIBROS ENCICLOPÉDICOS EN ENCUADERNACIÓN RÚSTICA DE PIEL. LOS COLORES CAFÉS SON
ACOMPAÑADOS POR LETRAS DORADAS EN EL TÍTULO. FRENTE AL PESADO LIBRERO, UNA MESA
DE MADERA CON UN PAR DE SILLAS.
UN CUERPO DELGADO Y ALTO ENTRA POR LA DERECHA, SU MANO DERECHA SOSTIENE
UNA PIPA ENCENDIDA. CAMINA HASTA EL SOFÁ Y TOMA ASIENTO. MIENTRAS FUMA,
REFLEXIVAMENTE PONE SU MANO IZQUIERDA SOBRE SU PIOCHA. DESCANSA SOBRE EL
MUEBLE, ACARICIA SUAVEMENTE LOS BRAZOS DE TERCIOPELO NEGRO CON SUS LARGOS
DEDOS, MIENTRAS SU MIRADA SE PIERDE EN EL CIELO DE LA HABITACIÓN
ENTRA DEL LADO IZQUIERDO UN HOMBRE CON PASOS LARGOS, MARCADOS Y RÁPIDOS.
ES MÁS BAJO QUE EL OTRO Y SU COFLEXIÓN MÁS GRUESA PERO NO ES GORDO. SU VOZ ALTA Y
DESESPERADA, A MODO DE EXPLICACIÓN SUENA:
Borja– Las pistas nos conducen a pensar que esta última víctima; es también parte de los
asesinatos en serie que han puesto de cabeza nuestra ciudad.
Switer–¡Pasa Borja! (mientras yergue el cuerpo en el sillón) Amigo mío, siéntate; que me
gustaría resolver de una buena vez el caso.
Borja–Pero señor, no es un caso sencillo, ya son cuatro las víctimas y ni rastros del asesino,
lo único que encontramos son piezas de un rompecabezas. Y claro, el calibre
también siempre es el mismo en todas las víctimas.
Hasta ahora son cuatro las muertes ocasionadas por esa sombra maligna que
Intimida nuestra ciudad, lo hace un lugar inseguro; el pánico olea por los lugares
nocturnos y la interrogación sigue abierta ¿quién es? Tenemos una última
esperanza; esa es usted señor Switer, todos le tenemos fe.
Switer– ¡Oh! mi querido Borja; tu confianza no es más que una justicia a mi gran
capacidad deductiva
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Borja– Tiene razón señor Switer. Lo sé yo como lo sabe la policía y lo sabe toda la gente.
No existe otra persona más indicada para el caso que usted señor, todo está en sus
manos. Es la última luz en la gruta.
Switer– Sé muy bien que toda la esperanza recae sobre mí, pero no me preocupa. El caso es
muy sencillo, estoy seguro que lo podré resolver esta noche.
Borja– ¿En verdad cree que el caso es muy sencillo, seños Switer?
Switer– De lógica elemental mi querido Borja, todo es deductivo.
Borja– Si usted cree que es tan fácil, debería de comenzar a resolverlo, cero y son cuatro las
víctimas. Todos seguimos esperando que logre cumplir la hazaña y cuide su
reputación. Recuerde que ha llevando el caso desde el principio y ya es mucho
tiempo sin novedades.
Switer– ¡Por favor amigo! Lo que ha pasado es cuestión de falta de pistas verdaderas.
Borja– Las pistas son las mismas en todas las víctimas: una pieza de rompecabezas en
cada uno de ellas y una bala de colección, manufacturada en Londres, que
corresponde a un revolver clásico de cinco recargas calibre 22.
Switer– Cuatro balas y cuatro fichas (se levanta meditativo, con la mano sobre la barbilla y
camina de derecha a izquierda y de izquierda a derecha con pasos lentos y
repetitivos). Es todo lo que sabemos del asesino. (Sigue caminando envuelto en su
reflexión). Hay pulcra limpieza en todas las pistas, sin más huellas digitales que las
nuestras después de analizar decenas de veces cada pista.
Borja– (Se levanta y en voz cadente dice) Una sola bala enterrada en el pecho, que su
perfecta colocación da una muerte instantánea a las elegidas víctimas. Solo una bala
de las cinco que carga el arma europea, enterrada justamente en el corazón.
Switer– Así es mi querido Borja, las pistas son difusas.
Borja– Difusas y confusas; pero usted es el demonio de la deducción, o acaso no lo
recuerda(esta última frase está acompañada de pizca de ironía, que quizá la forme
una pequeña sonrisa apenas visible, que el señor Switer no observa por estar
volteando hacia otro lado)
Switer– Lo recuerdo bien querido amigo. (Camina hacia la derecha hasta llegar a los
cajones en los que archiva todo) Sin embargo, es la primera vez en esta ciudad que
se da un caso con tal peculiaridad (busca algo en los pesados cajones mientras dice
esto). (Saca de un cajón cuatro bolsas de plástico pequeñas, en donde guarda cada
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pieza del rompecabezas.) me gustaría comenzar por ensamblar el rompecabezas.
(dice mientras se dirige al extremo contrario de la habitación. Se acerca a la mesa en
donde está sentado su compañero. Llega y pone las piezas sobre la mesa)
Borja– (Toma las piezas y comienza a armar el rompecabezas incompleto) Las cuatro son
puntas que forman el marco de la imagen. Únicamente falta la parte de en medio,
para completar el rompecabezas.
Switer– ¿Cuántas personas faltarán, para terminar este diabólico juego?
Borja– ¿Cómo saberlo señor Switer? Si las piezas respetan una proporción promedio;
cabría una; pero sobraría un espacio, ese espacio no es suficiente para otra del
mismo tamaño. Quizás sea una pieza más grande o dos más pequeñas.
Switer– O tres más pequeñas, o quizá cuatro chiquititas.
Borja– No creo que sean más de dos, me atrevería a pensar en que es una sola pieza la que
falta. Una pieza que de unidad a todas las demás, que dé el verdadero sentido al
rompecabezas. Una pieza que sea el centro de la idea, el objetivo de este caso y la
solución del mismo.
Switer– ¿Será entonces la última víctima?
Borja– Es difícil hacer una hipótesis razonable en este momento señor. Pero quizá es sí sea
la última víctima de este rompecabezas.
Switer– Tal vez en este momento esté por cometerse el último asesinato.
Borja– Ese sería el problema; si se cometiese en este momento, lo más probable es que
nunca lo logremos atrapar.
Switer– No se preocupe querido Borja, estoy seguro que antes de que cometa el siguiente
crimen, yo sabré quién es y estaré en el lugar del crimen para atraparlo.
Borja– Yo también estoy seguro de eso amigo.
EL SEÑOR SWITER CAMINA DE UN LADO A OTRO CON PASOS LENTOS Y MARCADOS; CASI SIN
DOBLAR LAS RODILLAS CAE REGULARMENTE CON LOS TALONES
Switer– Amigo mío, sería muy buena idea analizar cada una de las pistas que han llegado
hasta nosotros (un pequeños silencio y después con la mirada hacia su compañero
dice). Deberíamos de analizar una vez más todas las claves que nos ha ofrecido este
asesino.
Borja– Todo comenzó con esa mujer encontrada tras un par de árboles en el parque central
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y con la premier de este rompedor de cabezas. La pieza, hecha a mano, en un
pedazo de corte vacuno, con el dibujo de esas dos líneas curvas que simulaban la
sensualidad de un cuerpo precioso.
Switer– Debo de admitir mi querido Borja que esa mujer atraía mucho mi
atención, una mujer delicada, sensual y afrancesada; una mujer perfecta.
Borja– Reconozco que ella era una bella flor, una bella jovencita que tenía el rostro de la
primavera.
Switer– Demoníaco malhechor, caerás en mis manos más rápido de lo imaginas.
Borja– La segunda víctima; un hombre común y corriente. Era de esos que se levantan
temprano para ir a trabajar y regresan puntuales del trabajo. Ninguna novedad en su
vida, todo soso. Con más de cuarenta años todavía vivía en casa de su madre. Su
vida consagrada al cuidado de la anciana.
Switer– Pobre mujer, se quedó sola, sin nadie en la vida.
Borja– ¡Va! no le importó tanto la muerte de su hijo menor, tiene más de ochenta y cinco
años y olvida todo en un lapso de media hora. Ese fue el tiempo que sufrió la muerte
de su hijo.
Switer– Amigo, por favor, no podemos saber cual es realmente el sufrimiento de otra
persona, el dolor es algo ajeno a la crítica de uno.
Borja– Creo más bien, que esa clase de dolor es más psicológico que nada, ¿qué la lleva a
llorar por su hijo? ¿Acaso le duele algo del cuerpo?
Switer– El corazón
Borja– No, el corazón duele cuando hay problemas cardiacos, no emocionales.
EN FORMA EVASIVA EL SEÑOR SWITER SE VOLTEA Y SUGIERE OPTIMISTAMENTE
Switer– Amigo, dejemos estos problemas filosóficos para otro momento más ligero de
trabajo; sigamos, mejor, con la investigación que nos concierne.
Borja– ¡Buena idea, señor!
Switer– La tercer víctima. Recuérdame amigo.
Borja– Un policía señor. Era un policía que tenía la fama, en todo el cuerpo policíaco, de
ser un perfecto idiota.
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Switer– Son puros juegos pesados de los demás compañeros, no se te debe de olvidar Borja
que las famosas carrillas entre policías son cosa seria.
Borja–Eso nadie lo duda señor. Pero me pongo a pensar ¿por qué la pieza de este señor
tiene la boca abierta y los ojos caídos? En realidad parece como si estuviera
simulando idiotez.
Switer– Eso solo lo sabrá el asesino
Borja– No señor, mire detalladamente la pieza.
EL SEÑOR SWITER TOMA LA PIEZA Y LA VE CONTRA LA LUZ DE LA LÁMPARA QUE ESTÁ EN LA
MESA. MIENTRAS BORJA LE DA MÁS DATOS DEL POLICÍA
Borja– Este hombre estuvo implicado en varios casos, uno de ellos fue muy sonado entre la
crítica periodística. Unos jóvenes bándalos le robaron su patrulla.
Switer– Sí, recuerdo el caso. Muy bien amigo, me has convencido de tu teoría
Borja– En realidad era un vago de esos que sobreviven en su trabajo sin ser útiles, cual
parásitos.
Switer– Por favor amigo, no seas tan cruel con el pobre occiso. El delincuente es en
realidad del que me importa saber, recuerda que el tiempo se agota.
Borja– Ese es un comentario sabio señor, (Borja mira su reloj) la última víctima era un
verdadero bribón y eso lo descubrió nuestro enemigo cuando plasmó en la pieza un
cuerpo con cola y cuernos de diablo.
Switer – Lo encontraron sin vida en la entrada del tren público, según investigaciones
descubrimos que en ese lugar solía dormir algunas noches frías para resguardarse
del clima.
Borja– Esa ha sido la noche más fría que nos ha traído este oscuro invierno. A la mañana
siguiente yo ayudé a los oficiales y a los forenses a tomar nota del caso; entre las
anotaciones extras estaba la de la temperatura helada del cuerpo. Un cuerpo en ese
estado y condiciones moriría por el clima.
Switer– Al menos ningún hombre hubiera delinquido
Borja– Sería interesante pensar demandar al clima por inhóspito. ¿En donde podríamos
aplicar la ley o sobre quien? Quizá un juicio a dios. ¿Qué tanto se le puede protestar
a un asesino que lo único que hizo fue adelantar unas horas la muerte?
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Switer– ¡Por favor, señor Borja! No puede usted justificar la actitud ruin de ese idiota
asesino.
Borja– No se altere señor Switer, no intento justificar nada de ese asesino. Pero por lo que
concierne al adjetivo de idiota, me gustaría recordarle que no hemos podido
encontrarlo por ninguna parte y ha logrado ponernos semanas trabajando en el caso,
no creo que sea tan idiota.
Switer– ¡Boberías Borja, boberías! ¿cómo puede no ser un idiota si termina con la vida de
los demás?
Borja– Switer, la idiotez no se mide así, pues entonces el fanatismo moral y religioso de mi
abuela la convertirían en el próximo Nóbel.
Switer– ¡Basta Borja! mejor deja fuera los órganos religiosos y todas las costumbres y
reglas que hacen que funcione esta ciudad bien.
Borja– Esta bien señor; pero antes de continuar me gustaría que pensara en lo siguiente, no
me lo conteste: si el asesino no hubiera cometido el acto y tres horas más tarde las
condiciones climatológicas lo hubieran matado, ¿a quién le haríamos el juicio? ¿a
dios? Tal vez ya hay muchas cosas que reclamarle y convenga citarlo en los
juzgados
EL SEÑOR SWITER QUEDA EN SILENCIO CON LA MANO DERECHA EN LA BARBILLA, BORJA LO
MIRA EN SUSPENSO Y DESPUÉS DE UN PEQUEÑO RATO DE SILENCIO BORJA REANUDA LA
PLÁTICA; QUITANDO EL TONO UN POCO EXALTADO POR LA INTENSIDAD DE LAS PALABRAS
ANTERIORES, ACOMODA CON LA TRABAJADA GESTICULACIÓN LOS MÚSCULOS FACIALES.
TOMA SU LIBRETA Y DIRIGE SU MIRADA
Borja–Tenemos: cuatro piezas del rompecabezas y un arma europea de cinco cargas.
Switer– Lo peor es que también tenemos un asesino suelto.
Borja– Pero pensemos, ¿qué es lo que el asesino ve en cada una de sus víctimas?
Switer– Pues lo que nos muestra en las fichas
Borja– Así es mi querido Switer.
Switer– Espera Borja esa frase la tengo que decir yo, no tú.
Borja– Perdone señor, no quise ser inoportuno con mi comentario.
Switer–Déjalo así amigo, mejor continúa (pone la mano derecha en la barbilla y comienza a
poner mucha atención a las palabras de su amigo)
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BORJA MIRA SU RELOJ, DESPUÉS RASCA SU CABEZA Y CONTINÚA.
Borja– Así pues señor, mi pregunta es la siguiente: ¿en dónde conviven una bella dama, un
hombre bueno, un policía idiota y un hombre malo.
Switer– En la realidad conviven esos personajes y muchos más.
Borja– Esa es la razón por la queda descartada la realidad.
Switer– Se me viene a la mente, pero no recuerdo específicamente en donde he visto esto
personajes.
BORJA VUELVE A VER SU RELOJ
Borja– Debemos encontrar la solución señor.
Switer– Es difícil y más difícil cuando faltan fichas.
Borja– Y peor cuando falta la pieza más importante del rompecabezas; bueno, eso pienso
porque es la pieza del centro.
Switer– Tienes mucha razón.
Borja– Eso es elemental mi querido Switer, (dice esto mientras una sonrisa burlesca se
dibuja en su rostro)
SWITER IGNORA
LA BURLA DE BORJA Y VUELVE A LA CONVERSACIÓN.
MOMENTO DESAGRADABLE EN UN MOMENTO PASAJERO.
HACIENDO
EL
Switer– ¿En dónde pueden convivir estos personajes?
BORJA DE NUEVO OBSERVA SU RELOJ.
Borja– Piense quizá en algún género literario.
SWITER
CAMINA CON PASOS LENTOS POR TODA LA RECÁMARA, PENSANDO, CAVILANDO LA
SOLUCIÓN A ESTE ROMPECABEZAS; SIN DARSE CUENTA QUE LA SOLUCIÓN ERA TAN FÁCIL Y
CERCANA A ÉL.
DESPUÉS DE ALGÚN TIEMPO SWITER ENDEREZA SU CUERPO
Switer– Tengo la solución a este maldito rompecabezas
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SE DIRIGE HACIA LA MESA DECIDIDO A SORPRENDER CON SU RESPUESTA A BORJA, PERO
BORJA YA NO ESTÁ ALLÍ. ÉL, ANTES DE QUE EL SEÑOR SWITER VOLVIERA LA MIRADA,
CAMINÓ HACIA UN RINCÓN EN LA PARTE TRASERA DE LA RECÁMARA; UN RINCÓN, QUE
GRACIAS A LA MAGIA DE LA LUZ ESCÉNICA, ESTÁ OSCURO.
SWITER SE ACERCA A LA MESA EN DONDE LA LUZ DE LA LÁMPARA, QUE ESTÁ SOBRE
ELLA, ALUMBRA EL ROMPECABEZAS.
SWITER CAMINA CON UNA MIRADA SORPRENDIDA; ATÓNITO OBSERVA LA MESA CON
EL ROMPECABEZAS.
Switer– ¡El rompecabezas está terminado! (dice esto mientras mira asombrado la mesa el
rompecabezas) la última pieza es la del detective, los personajes son los de una
novela policíaca.
EN LA OSCURIDAD, SIN VER SU CUERPO, SE ESCUCHA LA BURLESCA VOZ DE BORJA
Borja– ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo! El señor detective ya descubrió el caso; tiene la solución a
todos los asesinatos. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
Switer– Pero señor Borja, todavía no lo entiendo completamente.
Borja– Es muy fácil de entender amigo. Es elemental. Un arma de cinco cargas ha tirado
cuatro, le falta la que le corresponde a usted; esa última bala está reservada para su
pecho mi querido amigo.
MIENTRAS
DICE ESTA FRASE SALE DE LA OSCURIDAD. LO PRIMERO QUE SE VE SALIR ES EL
ARMA QUE APUNTA DIRECTAMENTE A LA CABEZA DEL SEÑOR SWITER, DESPUÉS LA MANO Y
POR ÚLTIMO EL CUERPO DEL SEÑOR BORJA.
Borja– La ficha que faltaba es la que le da sentido a todas las demás. La del detective que
no puede resolver su propio caso.
Por un momento me sorprendió señor Switer, pensé que nunca llegaría a la solución.
Pero valieron todas las pistas que le fui dando para resolver este sencillo caso. Por
favor, no se intimide por el arma que traigo en la mano, mejor sirva un par de
copitas de ese coñac alemán que guarda en aquel cajón. Piense que será su última
copita.
EL
SEÑOR SWITER, SIN DEJAR DE VER A BORJA CAMINA DE ESPALDAS, DIRIGIÉNDOSE AL
CAJÓN QUE LE APUNTABA CON EL ARMA BORJA.
BORJA
MIRA SU RELOJ. Y UN MOMENTO DESPUÉS SE ESCUCHAN LAS CAMPANADAS DE UNA
IGLESIA QUE QUEDA CERCA DE LA HABITACIÓN DE EL SEÑOR SWITER, ANUNCIANDO QUE
FALTAN QUINCE MINUTOS PARA LA MISA.
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Borja– Perfecto, el tiempo va muy bien. Usted debe de morir a las nueve en punto,
exactamente a las siguientes campanadas. Así que tenemos tiempo de platicar un
poco de lo que tanto le atormenta.
EL SEÑOR SWITER, TEMEROSO LE DA LA COPA A EL SEÑOR BORJA.
Borja– Si mis presupuestos son correctos, la pregunta que usted debe de tener en la punta
de la lengua es ¿por qué matar?
EL SEÑOR SWITER TEMBLOROSO, ACEPTA CON LA CABEZA, NO SE ATREVE A HABLAR.
Borja– Lo sabía amigo. Esa duda moral acosa al hombre terriblemente, al hombre actual,
pero no era así en la antigüedad. Pensemos por ejemplo en los espectáculos romanos
en donde la diversión era ver a un león tragar a un hombre. O también los pueblos
aztecas y sus sacrificios sangrientos. A final de cuentas su cuerpo únicamente se
reintegrará a la naturaleza, alimentando nuevas y muy diversas especies animales.
La vida no se acaba; sólo cambiará de lugar, de dueño. Recuerda que “polvo eres y
en polvo te convertirás”. No hay porque intentar escapar de algo inevitable; la
muerte nos encuentra a todos, parece como si la tuviéramos guardada en alguna
parte de nuestro cuerpo esperando el momento de salir, de expresarse en ti y para ti.
A final de cuentas no estoy haciendo más que adelantar la metamorfosis inevitable.
¿Tienes alguna pregunta más?
SWITER SENTADO EN UNA SILLA CON LA MIRADA EXALTADA SIGUE EL TRANSCURSO DE LOS
PASOS DE BORJA QUIEN NO DEJA DE APUNTARLO CON EL ARMA.
Borja– Sé perfectamente que sí tienes más preguntas, y hasta sé cuales son. Vamos relájate
que no te voy a comer. Tu pregunta es ¿por qué apresurar lo inevitable?
Para responderlo debemos de pensar en algunas cosas del pasado. Terminando de
estudiar leyes decidí estudiar una maestría en derecho criminal, más tarde viajé a
Londres para hacer el doctorado en criminología. Después regresé a mi país en
busca de criminales serios con quien confrontar intelectualmente por medio de
asesinatos perfectos, pero no encontré más que secuaces que lo único que necesitan
es un estúpido y violento policía que los aprese, pues ni siquiera se saben esconder.
Acabé consiguiendo clases en la universidad y trabajando con futuros abogados.
Vivo decentemente, pues no me falta nada. Lo único que me faltaba era aplicar todo
ese mundo teórico criminológico que habita en un cerebro reflexivo.
Después lo conocí a usted por televisión, cuando la policía lo sacaba del baúl
empolvado, por el caso de los suicidas colectivos; era tan fácil pensar en fanatismo
religioso, pero usted tardó dos semanas. Esa burla que comenzó por su falta de
profesionalismo se fue tatuando día a día, más y más. Maliciosamente entró a mí
una idea perversa; el objetivo era claro, darle a ese estúpido detective una lección de
un buen criminal. Un rompecabezas de los personajes de una novela policíaca, uno a
uno irían muriendo y cada uno tendría una pieza, el último sería ese detective de
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pacotilla. Lo primero era conocer al detective para estar a su lado en todos los
crímenes y tener acceso a su casa para efectuar el último asesinato. El orden de las
víctimas responden al orden de aparición de los personajes secundarios, primero la
bella dama que llega en busca de su salvador, un hombre inocente resulta implicado
por un estúpido policía y por último cae el hombre malo.
Lo conocí a usted en un café esnob al que asiste los jueves, lo seguí por una
semana y fue suficiente para conocer toda su rutinaria vida, tan sencilla y lineal.
BORJA MIRA SU RELOJ DE NUEVO Y MIRANDO A SWITER DICE:
Borja– Pero vamos señor me gustaría oír su voz. Ja,ja,ja. Aunque estoy seguro que sé muy
bien la pregunta que sigue.
Switer– eeeehh… este… ¿Por qué prefirió coñac y no wisky?
Borja– vaya que en verdad es más idiota de lo que esperaba. Eso no importa en lo mínimo,
mejor le voy a platicar lo que yo quiera sin pregunta. Como por ejemplo el cómo
voy a escapar. A las nueve en punto la señora de atrás está en la iglesia celebrando
el quinto aniversario de la muerte de su marido. Culminaré el asesinato, pero la bala
entrará por la cien, esto le dará una muerte rápida, después dejaré esta carta sobre la
mesa, la carta que declara que lo sucedido fue un suicido por la desesperación de no
poder resolver el caso. La letra está hecha cual molde de la suya y si hubiese alguna
duda soy yo el único grafólogo de este lugar. Después, guardaré esta copa que es la
única prueba de mi estancia aquí, saldré por la ventana trasera de su cuarto, pasaré
por el jardín de su vecina trasera, tomaré un taxi y en mi departamento beberé un
poco más coñac en esta misma copa. Mofándome de su última pregunta.
EN MEDIO DE LA INCERTIDUMBRE SE ESCUCHAN LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA.
CAE TELÓN
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