AL CONGRESO NORTEAMERICANO Un pueblo que tiene derecho

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AL CONGRESO NORTEAMERICANO
Un pueblo que tiene derecho a ser libre, decide en estos momentos su porvenir. Dejadlo que progrese, en nombre de la justicia. Somos una nación joven que lucha por la conquista de grandes
principios; no tenemos sed de sangre, tenemos ansia de libertad.
Somos revolucionarios porque es necesario; porque toda conquista libertaria se consigue con revoluciones. No hacemos sino seguir el ejemplo de los grandes países: de Francia, de Inglaterra, de
los Estados Unidos.
No pedimos gracia, pedimos justicia, y como ésta no la podemos lograr por medio de razonamientos, vamos a conseguirla por
medio de las armas. Pensad que a los tiranos no se les convence.
La patria de Washington, de John Brown y de Lincoln no podrá estar nunca de parte de los traidores y de los asesinos, y si
deberá estar siempre de parte de la libertad.
Nosotros, los constitucionalistas mexicanos, no somos rebeldes,
no peleanios contra un Gobierno legalmente constituido; tenemos
la herencia gloriosa del apóstol Madero: esa herencia es nuestro
orgullo, se llama: la Constitución.
Venustiano Carranza, que lleva entre sus manos el pabellón tricolor, es el defensor de los principios constitucionales.
Señores senadores: jsabéis quién es Venustiano Carranza?
Venustiano Carranza es la Ley; es el símbolo de la Justicia; es, en
estos momentos solemnes de nuestra historia, la encarnación de la
Patria. il'or qué? Escuchadme.
Porfirio Díaz era un tirano; un tirano que reinó en México
treinta años. Las tiranías no pueden ser eternas.
Eramos ricos, pero esclavos.
Entonces surgió un hombre, mejor dicho, un apóstol, que diri-
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A N T O L O G ~ A DEL PENSAMIENTO UNIVERSAL
giéndose al pueblo le recordó que debía ser libre; que cada mexicano debía tener derechos políticos; que la Constitución de 1857 no
era una curiosidad histórica, sino un sagrado Código político que
debiera ser puntualmente cumplido.
El pueblo siguió al apóstol, y el dictador cayó.
Después, Madero fue electo presidente de la República Mexicana por el voto casi unánime de mis compatriotas.
Ahora bien, señores senadores, el Presidente constitucional de
México fue preso por Huerta; fue traicionado por Huerta; fue asesinado por Huerta, y ahora el traidor y asesino Huerta es el Presidente de nuestra República.
Victoriano Huerta en la presidencia de la República de México
es un atentado a la civilización del siglo XX.
La usurpación de 1-Iuerta es una verdad indiscutible. ¿Por qué?
Por varias causas.
Primera. Huerta aprehendió al Presidente constitucional de la
República, cometiendo un delito que merece pena d e muerte.
Segunda. Obligó con amenaza de muerte al Presidente y Vicepresidente a que renunciaran sus cargos. Esa renuncia no fue libre
y es nula.
Tercera. Los diputados mexicanos al Congreso general, al aceptar las renuncias del Presidente y Vicepresidente, no votaron con
libertad; fueron obligados por l a fuerza de las armas a aceptarlas.
Esas renuncias son nulas.
Cuarta. E l ministro de Relaciones, Lascuráin, no obró con libertad al nombrar a Huerta ministro de Gobernación y renunciar
él su puesto, para que el traidor subiera a la Presidencia. Ese nombramiento y esa renuncia son nulos de pleno derecho. Voluntas
coacta, voluntas non est.
Huerta es un usurpador, no un Presidente. Si siguiera en el
Poder, continuaría asesinando a la ley, a los hombres, a la justicia
y a la moral.
Por humanidad todos los hombres, por patriotismo todos los
mexicanos, debemos trabajar, cada uno en la esfera de nuestras facultades y de nuestros derechos, por arrojar a Huerta d e un poder
que no le pertenece.
Por último señores senadores, si Huerta ha querido hundir a
la República, Venustiano Carranza de un charco de sangre ha levantado la Constitución. Es el nuevo Juárez de nuestra historia, y,
como Juárez salvará a la Patria de una tiranía. Cuenta para ello
con la Repíiblica honrada. Sólo que, para derrumbar al usurpador
nos sobran hombres, pero nos faltan armas.
Recordad que contra las tiranías no hay más derecho que el
de la fuerza. Tenemos al pueblo, pero el pueblo necesita armas.
No dejéis ahogar la libertad de un pueblo americano. No dejéis
que perdure una lucha fragcida.
Pensad que las armas que los constitucionalistas compran con
tantos sacrificios a fuerza de ayunos y privaciones son decomisadas
en la frontera del Río Bravo. En cambio, el verdugo puede importar
fácilmente armas europeas. ¿Es esto justo?
No queremos favores, sino equidad: libre importación de
armas, tanto para Huerta como para nosotros.
Necesitamos fusiles. Con fusiles, justicia y ley, venceremos
pronto. Cañones no necesitamos; tenemos los del enemigo, como
dijo Garibaldi a sus "camisas roja?".
I<n nombre de vuestro honor, de la ltistoria de vuestra Patria,
debéis hacer justicia.
Y entonces, junto al apotegma de Monroe, "América para los
americanos", el Gobierno del Presidente Wilson escribirá ante la
historia: "América para la libertad".
Cuartel General de Piedras Negras, Coah., agosto 10 de 1913.
(Arengas RmlucioBarias, pág. 85, Madrid. 1916).
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