perfecto modo

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El más perfecto modo
Martín Renael González Batista (Calderón, Holguín,
1944). Miembro de la UNEAC. Ha obtenido numerosos
premios nacionales e internacionales. Entre sus libros
publicados se encuentran: Sobre la tela del viento (1974),
Piel de polvo (1989) y La aguada de los milagros (2003).
Posee la Distinción Por la Cultura Nacional.
Ronel González Sánchez (Cacocum, Holguín, 1971).
Miembro de la UNEAC y de la AHS. Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales. Ha publicado, entre otros: Desterrado de asombros (1997), La
furiosa eternidad (2000), El Arca de No Sé (2001). Posee
la Distinción Por la Cultura Nacional.
El más per
fecto
perfecto
modo
Renael González / Ronel González
Ediciones SED DE BELLEZA
Santa Clara, Cuba, 2004
EDICIÓN: LARIZA FUENTES Y MAYLÉN DOMÍNGUEZ
DISEÑO Y COMPOSICIÓN: LARIZA FUENTES
ILUSTRACIONES: DAYAMÍ PUPO ÁVILA
© MARTÍN RENAEL GONZÁLEZ BATISTA y
RONEL GONZÁLEZ SÁNCHEZ, 2004
© Sobre la presente edición:
Ediciones SED DE BELLEZA, 2004
ISBN 959-229-076-8
Ediciones Sed de Belleza:
Apartado postal 335
Santa Clara 1, Villa Clara, Cuba. C.P. 50100
email: [email protected]
Eres la realidad ardiente y vasta
y mi cansado corazón es tuyo.
Eres el mar que con perpetuo arrullo
mueve su tela delicada y basta.
No admites paz, no reconoces casta.
No eres el templo huero del que huyo,
yo que no sé adorar, yo que destruyo
los ídolos con furia iconoclasta.
El animal que en tus praderas pasta,
el hombre que es apenas un murmullo
del concierto total, no te contrasta.
Me has hecho como soy, yo te construyo.
Déjame arder bajo tus cielos, hasta
que tus aguas, Amor, cubran mi orgullo.
RAÚL HERNÁNDEZ NOVÁS
TU MIRADA
¿Tu mirada? Tu mirada
es el más perfecto modo
de decirlo todo, todo,
aunque no hayas dicho nada.
¿Qué magia tienes guardada,
qué poder, bello y profundo?
Tu mirada en un segundo
me siembra un año de antojos
y cuando cierras los ojos
se queda sin luz el mundo.
7
AMOR
¿Cómo en tan breve sonido
puede haber tanto calor?
¿A qué pecho rimador
le robaste ese latido?
¿Qué le dices al oído
con palabra perfumada,
para que la enamorada
boca que te va nombrando
tenga sed de fuego, cuando
enciendas una mirada?
8
FRIDA Y EL HOMBRE DEL OTOÑO
La propia Frida cargando en su regazo
a Diego en forma de niño desnudo
Frida encontró un hombre del otoño.
Lo protege como a un pequeño gato,
con leche tibia lo alimenta,
de su piel de agosto le hace abrigos.
El hombre
andaba a la intemperie gris del desamor
y todas las lloviznas de tristeza
lo hacían tiritar.
Ella lo baña con agua de cariño,
le quita las escamas de nostalgias,
en los labios le frota largos besos.
Frida perdió su brújula.
Sexo, no más, los jóvenes le ofrecen.
Ella quiere también un arcoiris.
El del otoño
en todas las palabras siembra flores.
9
A Frida
le han nacido luceros dentro de la mirada.
II
Tú con tu juventud, roja bandera,
vienes a mi cubil de lobo tierno,
¿acaso ignoras, Frida, que el invierno,
refugio no dará a la primavera?
¿Por qué te abro la puerta si en la hoguera,
ayer mismo quemé mi último sueño?
Tú eres de fruto y flor, jazmín trigueño,
en mí huele a ceniza la madera.
Deberías quedarte en la frontera
de mi país, muchacha aventurera;
acá abundan las sombras, hazme caso.
¿Te deslumbra la luz en la grandeza
del día que madura? Es la belleza
del fuego moribundo: es el ocaso.
III
Anoche Frida me dio un vaso de vino.
En la penumbra del cuarto,
iluminado apenas por sus ojos,
me hizo caer en un abismo en llamas.
Del fondo escaparon gritos quedos,
10
suspirantes...
Frida entró en éxtasis, tuvo convulsiones.
Frida es maga,
puso una mariposa a recorrerme el cuerpo;
sus alas eran tibias y me dio fiebre.
Frida también es una mariposa
y se perdió en las sombras.
No sé si volverá.
IV
Frida de fuego y de fruta,
hija de oscura simiente,
risa del agua en la fuente
de tu boca fresca. Puta
no imputable. Diminuta
flor de amor desguarnecida
en la sombra de una vida
sin padre —que no es y existe—;
juego de amor que lo triste
quemas con tu cuerpo, Frida.
V
Frida,
lo nuestro es sólo un sueño,
el tiempo es una lluvia interminable;
de sus escombros nacen nuevas épocas;
11
seremos un relámpago en medio de la noche.
Hoy beso las estrellas untadas en tus labios
bajo cielos clarísimos,
y la Osa Mayor,
la Vía Láctea,
con envidia nos miran.
En calles desoladas,
bajo árboles insomnes en los parques,
como ángeles caídos,
en cualquier sitio hallamos el amor.
Mi cuerpo está ávido de tu cuerpo
y tú de mi cariño te alimentas.
Como estrellas fugaces del amor, pasaremos.
12
LA QUE SOÑÓ, LA QUE FUE SOÑADA
a Alejandra Pizarnik
Yo amé a Alejandra en secreto
y Buenos Aires caía
de lado sobre mí, hundía
su filo en mi rostro inquieto.
Juro que la amé, indiscreto
como soy, no-cuerdo, raro.
Ella inventó el desamparo,
el infierno musical
y yo la amé hasta el final
violento de su disparo.
Yo amé a Alejandra, los dos
del brazo, los dos helados
bajo los bosques pasados
de la infancia, bajo los
espejismos del adiós.
Ella tuvo el pelo gris
y una dulce cicatriz
en el alma. Yo la invoco,
13
sola, incauta, bajo el loco
cielo huraño de París.
Yo amé a Alejandra. Ella estaba
desviviendo en su orfandad
la furiosa eternidad
de su piel. Ella soñaba
y yo la soñé. La amaba
hasta la sangre. ¡Qué hastío
quedar con este vacío
a cuestas! La amé. Dios sabe
que no hay olvido que acabe
con su fantasma tan mío.
14
ELOGIO DE LA MUJER SENTADA
DE VÍCTOR MANUEL
para Laura Anido
La mirada en su reposo
de perfil, la mano ausente
en el costado inocente.
Al fondo el parsimonioso
paisaje con velas.
Grosso
modo la paz cristaliza.
Una mujer agoniza
y el mar gotea en su pelo,
mientras se destiñe el cielo
como una cruz de ceniza.
15
ELEGÍA
a la memoria de Alfonsina Storni
Sobre la nitidez del agua
esta mujer senos de pluma
y yo
apenas con diecinueve espejos mal cumplidos
nos hundimos en esta soledad
belle époque para quedarse hambriento
mientras los cangrejos del mundo
nos vienen a tocar
y se deshacen
una nube nos cubre los ojos sube de prisa
el horizonte
que baja flamante a acariciar el sexo
paloma oscurecida de esta mujer
que llora
se descubre
el rostro —verano— sangre contra la espuma
aunque nos hemos ido quedando tan bellamente
solos
que ya no importa el mar cangrejo
de este mundo
sobre la nitidez del agua oscura deshaciéndose
1991
17
HIJO DEL REY PERIÓN
Hijo del Rey Perión de adarga enhiesta:
¿qué buscas, anhelante, en la homilía
donde una estatua quijotesca y fría
te impele, sin razón, a dar respuesta?
¿Eres como Jonás que a todo presta
oído en su mutismo? ¿Quién te envía?
¿Cide Hamete, Diego Hurtado? ¿Fía
tu nombre en la zozobra que le cuesta
al caballero para no ser diana
de un certero disparo en la pelea?
Antaño hidalgo: ¿qué te espera? ¿Gana
tu bacanal perfil la panacea
salvadora, cuando en tu brazo Oriana
no expulsa de tu sueño a Dulcinea?
18
PARA GEORGIA
para Ania Pupo Vega
Dichoso tú, que alegre en tu cabaña,
Mozo y viejo espiraste la aura pura...
FRANCISCO DE QUEVEDO
Voy a permanecer ante la mesa,
mientras duren la nieve y el olvido
en mi cabaña oscura como el ruido
de los panes que el sueño despereza.
Seré el Pequeño si al final regresa
con su burla de faldas lo perdido
y esparciré las plumas que ha reunido
en almohadas silentes la tristeza.
Voy a esperar, sentado en mi montaña
de oro imposible, la figura extraña
que en una foto adivinó el mendigo.
Dispondré candelabros como un tonto
y en vano pediré que vuelva pronto
la primavera de mi voz, contigo.
19
SONETO POR MAGDALENA
Espérame en tus ojos, Magdalena,
para mirarme en verde repetido;
espérame en tu pecho, en el latido
que apresura tu sangre en cada vena.
Espérame en tu cuerpo cuando llena
de soledad estés, bajo el dormido
silencio de la noche, y el maullido
de un gato suelte al aire alguna pena.
Espérame en tus manos, tu cintura,
en tus senos, tu vientre, en la blancura
del lirio que en tu piel se encuentra preso;
espérame en tu cuello, en tus caderas,
junto al fuego de mínimas hogueras.
Espérame en la puerta de tu beso.
20
FOTOS... CARTAS... PAPELES...
Aquí están, amor mío, como en mieles
que el tiempo sin piedad no ha corrompido,
tus palabras de luz y de sonido
dormidas en la piel de estos papeles.
Aunque ya no eres tú —dejo que vueles
hacia el país brumoso del olvido—
un viento sin edad vuelve a mi oído
con tu risa de alegres cascabeles.
Si un ermitaño del amor he sido
o en cada primavera he florecido
o es mi corona espinas o laureles,
yo no lo sé, mas, digo, convencido,
que hasta en la luz de un nuevo amor vestido,
por la sombra que dejas, aún me dueles.
1987
21
FRONTERAS DE SILENCIO
Para llegar a ti
he cruzado fronteras
de silencio.
HERMEIDES CARMEN
Una muchacha escribe versos, lejos,
y los echa a volar como las plumas,
mariposas de luz rompen las brumas
y un poeta los halla en sus espejos.
Una muchacha escribe y se dibuja
en el aire, morena, su silueta;
va tras ella el asombro del poeta
y sólo halla en el viento una burbuja.
Versos escribe una muchacha a solas
sobre las hojas ocres del invierno
y diciembre sonríe, florecido,
y muy lejos de allí, frente a las olas
que escriben su poema azul, eterno,
se diluye un poeta en el olvido.
22
FREUDIANAS
Estoy perdido en esta casa de palabras.
JOAQUÍN GARCÍA Q
Antigua novia del sueño
tantas veces repetido
¿será que en verdad he sido
de tu cuerpo de aire, dueño?
Qué persistencia, qué empeño
en que todo se repita.
¿Hay en tu idílica cita
alguna falta de amor
que nuestra sed interior
apaga con tu visita?
23
ARTESANO DE SUEÑOS
Comprendo al artesano
que su ánfora mejor mira deshecha
y, entre sus dedos siente,
el fuego del horno todavía.
Contigo
quise enjaular un sueño,
demostrar que es posible tener un arcoiris,
que las pompas no son astros ficticios.
Y fui niño,
cuando andaban ya mis hijos por el mundo
en busca de mis sueños olvidados,
en el desván azul de la memoria.
Me emborrachó tu vino,
tu fresco manantial,
tu voz
de fruta madurada por el trópico.
No es que me falte mundo
ni desconozca
los espejismos viejos del camino,
es que contigo no acaba una aventura:
24
muere mi fe en la luz
y vuelven
a su reino del viento las palabras.
25
PORNO CASI POEMA
Salirme de tus piernas
túnel imprescindible
cuando la oscuridad golpea y nos convence
a quedarnos faroles lámparas
candelabros
en la tibieza humedecida de este hotel
es una batalla que no venzo
porque me han empezado a doler tus manos
clavadas en mi orgullo
espejismo elegante
juego del que no sales
con ventaja
ahora que el rencor no deja desvestirme
todos los dolores
muchacha
me hacen tierra
aunque tus muslos permanecen abiertos
y yo sigo con hambre
y yo sigo con hambre
1991
27
SÁBADO EN GRIS
Sábado en gris. Los portales
me tienden una emboscada.
La ciudad se vuelve nada.
Algo llueve en los portales.
Vienes. Me clavas puñales
verdes en la espalda. Un auto
escandaliza y aflauto
la voz, pero no estás sola.
Foráneo brillo, su aureola
se lleva tu pelo incauto.
El sábado se evapora
detrás de la catedral.
Desando, no soy igual.
La calle es larga, traidora.
28
Desando, me pierdo, ahora
dentro de mí voy, ignoto.
Final. Sábado sin coto,
sin sábado, sin arecas.
Día de muchachas huecas
y yo tan ebrio, tan roto.
29
MÉDULAS QUE HAN
GLORIOSAMENTE ARDIDO
a Maray,
que me contó su historia en la barra del Cauto
Uno se ha muerto de atroces
infortunios sicodélicos
y, obsedido de hipertélicos
orfismos, escucha voces.
Uno ha olvidado los roces
eróticos, sin fastidio.
El providencial ofidio
de la belleza lo pasma
porque sólo lo entusiasma
su literaturicidio.
Sostenido por la herética
manía de asir un premio,
entra en el absurdo gremio
de la incertidumbre. Ascética,
como la estirpe poética,
su voluntad lo traiciona.
Quiere evadir su persona
terrenal ante un obstáculo,
pero cuando pierde el báculo
hasta Lilith lo abandona.
31
Uno va mudo, académico
de vestuario decadente,
víctima de la serpiente
que le ofreció un fruto anémico.
Viudo de un corpus sistémico
para comprender su obra,
organiza una maniobra
etílica contra el odio
y Eros lo aproxima al podio
demencial de la zozobra.
A su lado el Azar cruza.
Tiene muslos exotéricos
y obnubila los histéricos
sitios de una piel confusa.
¿Cómo inventarse una excusa
para llegar al Edén?
¿Cómo saber en qué tren
sensual viaja la inocencia
si no puede la abstinencia
separar el mal del bien?
Desmesuradas tabernas
para tan poco entusiasmo.
Lo gnosivo es un pleonasmo
hermético entre las piernas.
Teleológicas cavernas
para volver a uno mismo.
¿Miserias del altruismo
o triunfos del alter ego?
32
¿Antropocinismo ciego?
¿Autofagia? ¿Ultraerotismo?
¿Quién puede explicar la niebla
prosaica que nos impulsa
hacia una mirada insulsa
que nos sacude y nos puebla?
Si es tan atroz la tiniebla
¿por qué una sombra fortuita
que de repente nos grita:
detén tu pleamar caótica,
puede, con vehemencia erótica,
poblar un alma marchita?
Septiembre 2002
33
EN LA PENUMBRA
En la penumbra, Frida, del recinto
donde el amor desnudo nos da cita,
un vino sin edad nos resucita
antiguas embriagueces del instinto.
Tus piernas y tus brazos, doble cinto
que atas a mi cintura y que se agita,
es un dulce animal que gime y grita
como en algún fogoso laberinto.
Después la noche pone en su ventana
a la señora luna, triste anciana
que nos ve de reojo y frunce el ceño,
cuando tú y yo bebemos en la copa
de los labios, y soy como una tropa
que ocupa en guerra tu país trigueño.
34
GRACIAS TE DOY
Gracias te doy por todo lo vivido,
por alegrar mis días de tristeza
y ofrecerme desnuda tu belleza
en las horas de cuerpo compartido.
Gracias te doy, amor, por el sonido
cuando respiras fiebre de tigresa
o si bajo la lluvia, oscura, espesa,
el invierno se va solo y vencido.
Si entre la niebla de los años pierdo
la clara imagen con que te recuerdo
y con puñal del tiempo soy herido,
aunque la muerte borre mi memoria,
en todos los que lean esta historia
te salvarás, muchacha, del olvido.
35
ESCRITO FRENTE AL MAR
para Nancy Ivette Borrego
Tus pies descalzos, Borges y la orilla
infinita del mar donde me pierdo.
Esta doble aventura del recuerdo,
las calles menos solas, mi mejilla
como la de un atlante. Dios. La arcilla
de tu nombre y el sol y no me acuerdo
dónde viví estas cosas por un Cuerdo
inventadas como la maravilla.
Añorar el paisaje nos trasciende
y este muro de antaño que defiende
nuestros cuerpos telúricos de un modo
no previsto, es un límite y, en parte,
justifica las súplicas del arte
de ser un don minúsculo del Todo.
Batería Fernando VII, Gibara, abril 4 de 1997
36
AQUÍ ESTUVE CONTIGO
Aquí estuve contigo tantas veces,
gaviotas y alcatraces son testigos,
testigos la noche y sus rumores
llenando sombras con palabras de agua.
Usted, amigo mar, prendía estrellas en su pecho
de viejo capitán condecorado,
mientras el malecón soñaba sueños de salitre.
Aquí Miguel Ángel fue un niño marinero
y aún sus huesos suenan
como flautas transidas de nostalgia;
María Liliana amó en sus orillas
y Ceferino tiene óleos pintados con tristeza.
Por aquí madrugamos con los niños,
mi esposa y yo rumbo a la playa
y el agua era un asombro gigantesco,
la húmeda alegría de esos años.
Por sus orillas, viejo mar, por donde
el tiempo sigue echando cal sobre mi pelo.
37
ÓLEO DE LA MAJA DORMIDA
Ahora serás, dormida,
un tibio caracol entre las sábanas,
con tus senos —también dos caracoles—,
mirándose, gemelos, en las sombras.
En suave curva bajas
el hombro a la cintura
y subes nuevamente en las caderas.
Entre los muslos tienes el secreto
de un cálido poder.
Qué rara magia
hace que hasta él converjan
los sueños y las llaves de los hombres.
Oscuro cofre tienes,
ansiado por piratas y corsarios,
capitanes y simples marineros,
mujer que eres, dormida,
un tibio caracol entre las sábanas.
38
PARA AHUYENTAR EL TEDIO
Por tantos días de rostros repetidos
y mucho gris pintándote por dentro,
vas a olvidar que existe el arcoiris.
¿Acaso eres la rosa con que se adorna un
búcaro?
¿Un cuerpo para usar de madrugada
cuando la sed de fuego nos convoca?
Qué fueras sin el niño,
ese pequeño duende que te amarra
con invisibles hilos de ternura
para ahuyentar el tedio, su triste espantapájaros.
Yo, que en tus ojos leo
como en mínimos mares luminosos,
sé que el hambre que tienes no es de pan ni de
sexo:
eres el pájaro colgado en jaula de oro;
tu dueño no comprende que quieres cielo y bosque.
Amiga, dulce amiga,
el mundo sigue afuera,
las calles preguntan por tus pasos,
y los cines, los parques y las playas
hablan ya de tu ausencia.
39
LOS DÍAS DE DICIEMBRE
Los días de diciembre se deshojan,
se pudren uno a uno con la lluvia.
Un aliento polar recorre el pueblo.
Pasan gaviotas, el mar es todo furia.
Crujen los barcos su osamenta vieja.
Llega el olor de la madera húmeda.
¿Dónde estarás, muchacha que en mis ojos
encontraba tus dos gemelas rubias?
¿Qué rostro tiene la soledad, qué rostro?
¿Viene de un pueblo oscuro que nunca tuvo música?
Los días de diciembre se deshojan,
se pudren uno a uno con la lluvia.
40
CARTA DESDE LA AUSENCIA
...yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi sueño al despertarme.
JAIME GIL DE BIEDMA
Ahora
bajo esta noche de diciembre,
cuando los astros son frutas luminosas,
ahora
que eres el zumo de este año
y busco tus labios intangibles
con un deseo antiguo
de niño y de caníbal,
y me envuelve en sus brumas
el invierno interior de la nostalgia;
ahora
cuando mi hijo incendia su muñeco
—a las doce en punto de la noche—
y soy la soledad en medio de la gente
y me abrazan amigos y te abrazo
y los niños me besan y te beso
y en el vino que dan hallo tus labios;
ahora
que ya no me abandonan
tus pupilas untadas de tristeza,
tu sonrisa de niña abandonada,
41
mi niña, mi muchachita sola, adentro sola,
la que envía cartas llenas de flores secas,
sobres de los que escapan bandadas de gorriones
S.O.S. de barcos que naufragan;
ahora
estamos en la cumbre de un cerro
junto a un estrellerío de vicarias;
los pinos crecen como fuego verde
y me amas y te amo.
Y aquí,
en un hotel, de noche,
la luz de la ciudad penetra neblinosa
y las sábanas cómplices, testigos de mi odio,
me ven matarte a besos,
encenderte la piel con raras llamaradas,
y te quejas,
sollozas
y luego de tus ojos va naciendo la aurora.
Aquí,
donde el mar sigue siendo azul enigma
y un pájaro nocturno anda extraviado,
se oye un barco que parte en la distancia
y te beso,
y de pronto te vas y soy la noche
a la que alguien borró todas sus luces,
y vuelvo
a mirar la ceniza de los días
en el falso cadáver de ese hombre de yerbas
quemado por mi hijo...
Todo puede ocurrir menos no amarte:
42
si te apago en la luz de la memoria,
como un lucero limpio, reapareces;
si te cierro la puerta, la abre el viento
y entra la primavera con sus pájaros;
si te mato y te entierro
las manos se me rompen y echan flores.
No me leas poemas donde digas
que antes amabas tanto,
quiero que seas el alba,
la flor recién abierta,
cualquier otra mentira,
pero no estés ausente cuando estés conmigo;
no dejes que la sombra me anochezca,
dame la luz que nace de tus ojos.
No cierres la ventana de los sueños,
oye el rumor del mar azul, lejano...
La brisa pasa y canta,
la luna está elevando su claraboya de oro
y aún brilla el lucero
como un cocuyo húmedo en el agua,
y yo,
sin ti, contigo,
miro al niño de enero con su cabello rubio
gateando en la mañana que se anuncia,
bajo esta noche inmensa de diciembre.
Diciembre, 1987
43
QUÉ LÁSTIMA, AMOR,
SIEMPRE QUISE ESCUCHARTE
Nunca te oí hablar de la pureza,
tus ojos fueron como una clarinada,
un incendio en el bosque que tus ojos no vieron
a pesar de tu odio a los que regresábamos
cuando empezaba el miedo
y los pájaros estremecidos, rotos, se burlaban de ti
que no podías con ellos, que no podías
sino sentarte, predecir los augurios
en una extraña tarde de verano del jardín de tu casa
con temor a defraudar al hombre, los días
del hombre,
a escribir pureza amada que mis ojos nunca llegaron
a gozar,
pureza estás huyendo,
tú y yo estamos solos en el mundo
como si desde siempre te hubiera conocido.
Nunca te oí hablar de la pureza,
acaso lo pensabas
y desgraciadamente a veces estoy sordo.
1990
44
AL PEQUEÑO
Pequeño: la aventura se termina
en el comienzo. No me toques. Vete.
El sueño que has perdido te somete
a la tribulación. Ya es tarde. Fina
como la nieve estoy en la colina
dejándome llevar por el grumete
que no eres tú ni la pobreza. Vete,
por favor. No soporto la neblina
de esta tarde ridícula que azota
mi mejilla sin luz como una gota
oscura. El hombre es una sombra huraña,
un aprendiz, un clown, un intruso
que se arriesga a mentir. Adiós, iluso
bufón, quédate solo en tu cabaña.
45
DÉJAME SOLO
Déjame solo. Mi tambor desnudo
y esta voz que hace añicos la demencia
me acompañan, me libran de la ausencia
en que me deja tu infeliz saludo.
No he de morir soñándote, menudo
escalofrío ronco de insolencia
ni podrá conmoverme la inocencia
falsa que portas como un vil escudo.
Prefiero la razón que un vitricida
expone ante los santos como un precio
que ha de pagar a Dios por la guarida
temporal que es su cuerpo ínfimo y necio,
a esperar, como un mago, la salida
ante el público henchido de desprecio.
46
PARA OTRO CASTORP
¿Por qué te vas, callado, en la nevisca,
joven de melancólicos pulmones
que en mi regazo tu mirada pones
como una huella más de la ventisca?
¿A quién vas a engañar con esos dones
que en ti derramó Dios como arenisca
genésica si el miedo te confisca
hasta las celestiales emociones?
¿Quién eres, caballero de la mancha
húmeda, conteniendo la avalancha
de tus deseos que mi cuerpo ignora
sobre la oscuridad inextricable?
¿Cómo vas a poder con la inefable
tristeza que en silencio te devora?
47
NO TE ABANDONO
No te abandono. Soy un peregrino
y como tal regreso. En otra parte
que desconoces volveré a encontrarte
mostrándome el origen del camino.
No te abandono. Sólo te conmino
a una espera de siglos. Sin culparte
de ser causa y efecto del destino
ni de las sombras que disipa el Arte.
No te abandono. Te acompaña el mundo
y esos torpes gigantes que confundo
con el aspa soberbia del molino
o viceversa. Espérame, Utopía.
Yo siempre volveré de la agonía
a restaurar las piedras del camino.
49
COMO LADY GODIVA
Yo te recordaré por el abrazo
de la mentira y por el desaliento,
no por el desamparo que lamento
ni por la incertidumbre del fracaso.
Recordar es inútil. Lo prudente
es el olvido que, a merced de todo,
existe, aunque lo niegue de algún modo
un inmortal poema de Occidente.
Pero yo voy a recordarte, amigo.
A pesar del abrazo y de la duda
inmemorial. Yo volveré a tu puerta
como el gozque sediento de tu abrigo.
Siempre regresaré, libre y desnuda,
a galopar por tu ciudad desierta.
50
DE ULISES A PENÉLOPE
He venido a decir qué tiempo dura
la sucesión impávida del tiempo
porque bien sé que el tiempo es sólo tiempo
y su añoranza largo tiempo dura.
He venido a decir que el tiempo es pura
invención de tus sueños a destiempo
para no resultar un contratiempo
de la memoria eternamente oscura.
Entro en el tiempo como en el azogue
de un espejo flamante que asegura
mi pertenencia a su vulgar recinto.
Y le doy vida al tiempo en la escritura
antes que el tiempo de una vez me ahogue
en su desmesurado laberinto.
51
COLMA
No tengo ni una cabaña que me defienda
contra la lluvia, y estoy abandonada entre
estos peñascos azotados por
la tormenta.
JOHANN WOLFANG VON GOETHE
Tú me dejaste sola en la montaña
a merced de la lluvia y del torrente
y cambiaste la historia de repente
impidiéndome entrar en tu cabaña.
Me dijiste que sólo el tiempo engaña
a los cobardes y en tu voz ardiente
creí, sin sospechar de la inocente
desolación que siempre te acompaña.
Quise olvidarme, entonces, de tu puerta
y caminé bajo la lluvia incierta
hasta que el día agonizó en mi pelo.
Pero no pude contener mis pasos
y regresé para encontrarte en brazos
de la lujuria que borró mi anhelo.
52
PARA OFELIA
Acuérdate de mí cuando se eleve
en el silencio tu infeliz plegaria
y déjame escuchar la temeraria
caída inexorable de la nieve.
Acuérdate de mí si a veces llueve
sobre tu soledad imaginaria
que reduce mi nombre a la precaria
marioneta que un raro viento mueve.
Acuérdate de mí que soy la duda
inmemorial y la Verdad desnuda
que no comprende tu mortal pureza.
Cierra los ojos y no pienses. Lejos
yo te estaré esperando en los espejos
como una sombra inútil que regresa.
53
Y YO TE BUSCARÉ POR LA MAREA
Tú no dirás como Altazor: naufrago,
«no hay bien no hay mal» sobre la tierra incauta
cuando imites al sórdido argonauta
y el mundo se equivoque como un mago.
Tú no verás al cisne de agua oscura
cantar para morir (Wagner enjuto)
ni llevarás por tu pasado el luto
de quien no vio el ayer que atrás fulgura.
Tú vencerás, Caribdis, el encierro,
mientras surjan palomas como el hierro
en el costado que a Jesús le duele.
Y yo te buscaré por la marea
donde llora Jasón sin que Medea
como un albatros en sus ojos vuele.
54
AVE FÉNIX
Su amor era una rosa de ceniza.
Deslumbramiento fue de flor de espuma.
Tuvo la consistencia de la bruma,
la lealtad del rumbo de la brisa.
Fue pompa de jabón que el sol irisa
para que en su belleza se consuma;
un espejismo sólo, al que se suma
mi paso por su arena movediza.
Yo creí ver la luz donde hubo un brillo;
el camino buscado se hizo trillo;
la hojarasca en el viento no era un canto;
pero de los escombros de la hoguera,
donde se suicidó la primavera
igual que el Ave Fénix, me levanto.
55
NO TIRES TU PASADO POR LA BORDA
para Ana Li
No te acerques, mujer, al egoísmo
de asegurar en ti mi permanencia;
el hielo es agua y su mayor violencia
hunde a la embarcación en el abismo.
Un peregrino sólo ve en sí mismo
los caminos que llevan a la ausencia.
No te acerques, desnuda, a la imprudencia
si no es omnipotente el paroxismo.
No me confundas con la nieve rauda
que penetra en las sombras de tu cauda
jungla libidinosa. Genuflexo,
huérfano soy de única pradera
y he visto arder en mí la primavera
como arden mis manos en tu sexo.
II
No tires tu pasado por la borda
que el mar es un desierto de ceniza.
56
Ya no eres inmortal como la brisa
porque la brisa es demasiado sorda.
Si ayer se abrió el espejo ante una horda
de recuerdos, y el caos de la prisa
te condujo en silencio hasta la misa,
hoy sientes que la misa te desborda.
Y el miedo a lo inasible te desgasta
y aquella sensación de lo inexacto
sobre tu piel, resulta vergonzante.
El desamor es una luz nefasta
que sólo tú conoces en el acto
de buscar un inútil consonante.
57
LA SIESTA DEL FAUNO
para Magaly
Yo le tiré al ideal
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Mal armé como el fauno mi siesta de relojes
derretidos y obscenos sobre mi piel confusa
en la noche del ábrego. Mal brilló la inconclusa
égloga entre mis manos desierta como trojes
cuando intenté apresar la irresistible fronda
de sus rizos que nadie pudo soñar. El cierzo
me impidió excomulgar su música de scherzo
disonante, su cuello de palidez redonda.
La oscuridad urdía su fantasmal protesta
cerca de las estatuas caídas en la fuente
que noviembre dispuso en mí con el rechazo.
Ella nada insinuó de mi ansiedad demente,
pero yo vi en sus ojos la drástica respuesta
y presentí la burla del fauno en mi fracaso.
58
INFIDELIDADES
Uno empieza siendo infiel
a la casa donde vive,
a los cuartos, al aljibe,
a los barcos de papel.
Uno olvida el carrusel
que de niño conoció,
dice que ya terminó,
pero cambia de juguete.
Uno es un torpe grumete
a veces y a veces no.
1987
59
ATRÁS
Atrás, siempre atrás me vence
tu silueta y otro nombre
que pasó y otro. Este hombre
se equivoca, que no piense
en ti si no lo convence
ir de derrota en derrota.
Soñar es una remota
posibilidad que suplo.
Atrás nadie. Yo y el duplo
del dolor, la misma gota.
60
S\T
Echo fuera de mí un leño
cercenado. Sé que he roto
un bosque frágil y agoto
mis esperanzas. Me empeño
en decirme que no sueño,
que el bosque estaba sin ramas
antes de arder las retamas
y los sauces. Ya no queda
remedio, sin la arboleda
nadie impedirá las llamas.
61
PARQUE DE SOMBRAS
Parque de sombras, baldía
mansión de campanas, quiebro
la fortuna en que celebro
el don de tu compañía.
Déjame aquietar la umbría
mueca del final, reclama
mi necedad que derrama
tantas gotas de extrañeza
cuando en mi piel la tristeza
urde un sucio melodrama.
1996
63
COMO PETRARCA
L’aura mia sacra al mio estanco riposo
FRANCESCO PETRARCA
Qué te has hecho, Laura, urdo
cuerpos vacíos y aflige
la desolación que rige
mis actos. Todo es absurdo.
Recomenzar es el burdo
pretexto. Nadie me espera
después del comienzo. Opera
en mí un azar enemigo.
Como Petrarca prosigo
detrás de vana quimera.
64
ERES YA UN CLARO ESPANTO
EN LA MEMORIA
Eres las ruinas, quién sabe
de qué amurallado invento
descrito a distancia. Siento
por ti una dulzura grave
y te pido que se acabe
esta opalina zozobra.
Magníficamente cobra
sin ti la miseria un alto
vuelo para el sobresalto
y la amargura que sobra.
65
CON ESTOS HIMNOS
Con estos himnos voy a eternizarte
(esto es como decir a conocerte)
para salvar tu lluvia de la muerte,
para tenerte que es como mirarte.
Y en mi continuo anhelo de tocarte
me desconcierta el modo de decirte
que mis blancas palabras de sentirte
ya no son el peligro que me infarta,
algo más son, lo digo en esta carta
escrita sólo para despedirte.
66
LADRAN LOS PERROS
Ladran los perros en la noche inmensa
y sus ecos rebotan
caen
en los oídos de los que duermen
y los confunden con lo que ocurre ahora
en el brumoso mundo de sus sueños.
Los ladridos
asustan a otros perros
en patios y calles desoladas
bajo la comezón de las estrellas.
Tú y yo
nos amamos con furia en noches como esta
—porque ahora estoy solo—,
pero es imposible que no estés conmigo
cuando ladran los perros en la noche.
67
TAZA DE OLVIDO
Ahora me bebo una taza
de olvido y, al poco rato,
no reconozco el retrato
tuyo que tengo en mi casa.
A veces la tarde pasa
y me ve tan distraído
bebiendo tazas de olvido,
que ya ni yo mismo sé
si alguna vez te besé
o nunca te he conocido.
68
TRENO
por Lilly
para Mayra y Waldo
La dolorida selva que dejamos.
DANTE ALIGHIERI
Cerró el teatro mórbido. Las ruinas
me delatan. ¿Soy otro o el que encaja
en el reverso hostil de la baraja?
¿Estaré reduciendo las cortinas
del embeleso? ¿Copiaré neblinas
como palabras en la piedra firme?
Cerró el teatro, ya lo sé, vestirme
no me hará nuevo. Si bajo el pescante
vuelve a pasar el hombre del turbante
podré decir que no y arrepentirme.
Segundo círculo. ¿Puedo
regresar? ¿Sentir que el hado
sórdido en mí me ha salvado?
¿Qué hacer? ¿Asesino el miedo
o tapo el sol con un dedo
para que ya no parezca
extraño? ¿Dejo que crezca
un árbol donde más duele?
¿Suelto las riendas? ¿Qué vuele
69
mi tempestad sin Francesca?
¿Si me vuelvo a la ceniza
a qué obsesiva pagoda
irá tu pie, la luz, toda
inocencia? ¿Si tu risa
a solas esteriliza
el recuerdo y sólo abrumo
al que soy? ¿Si yo no asumo
esta orfandad de tu vino
podré seguir el camino
acosado por el humo?
Voy a pedir que no vuelva
octubre incierto, insepulto
con su apagado tumulto
de nostalgias. (Que resuelva
cómo escapar de la selva
abstrusa en que se hunde el techo
de mi edad) Pido un deshecho
amanecer de suicidas
y unas velas encendidas.
Quiero incinerar el pecho
de la crueldad. Ser el Norte,
el centro de lo nefasto
vuelto hacia mí, ser el pasto
de las fieras, lo que aborte
el odio. Pido una corte
de asesinos (algo infame).
No permitan que reclame
el infierno donde apuro
71
sorbos de un silencio oscuro
para que Francesca llame.
1994
72
REFERENCIAS
Si hubieras sido halcón...
REINA CRUZ H
Ha pasado los años y el paisaje
del amor es ya otro y es el mismo:
unas veces, al borde del abismo,
otras muchas, siguiendo algún celaje.
No he cambiado de casa ni de traje
exterior, sin embargo, más de un sismo
con su lava feroz, su cataclismo,
me ha grabado, invisible, su tatuaje.
He sido aventurero en los caminos,
con brújulas que cambian de destinos
o zarzas que se visten de azucena,
y sé que cuando se anda tan a solas
se pueden encontrar bajo las olas
las huellas extraviadas en la arena.
73
AHORA QUE EL HUERTO SE HA ALEJADO
Ahora que el Huerto se ha alejado
y ya no eres el resumen de la Creación,
con pies de vivo por infierno en llamas
miro tu cuerpo desmejorado por la ausencia
bogando frente a las costas de Sicilia como Eneas
perdido
y digo adiós a esas muchachas que se desnudan
ante el mar
como Afrodita naciendo de las aguas,
en el momento de descubrirte virgen y no saber
qué hacer
con tanta noche de Walpurgis asestándome
un golpe
en el costado que Prometeo ofreció al pájaro
siniestro.
Oh, extrajera,
quién eres ante las puertas de la ciudad,
el camino que a ella conduce no es muy agradable
pero ruega que sea largo para que aprendas
de los sabios,
74
para que no extrañes al imposible como el joven
Rimbaud
y sepas distinguir entre la imagen y su espíritu.
Ahora que el Huerto es una leve llama en los ojos
de Circe
y escucho tu plegaria antes de maldecir,
nada puedo contra la sordidez.
«Cuando vos me volvisteis a tomar
yo dije que me quería quedar a vuestro lado
para toda la vida».
Pero sucede que a veces el universo es como
un tonto
balanceándose en la colina para negar el fruto,
a veces la reconciliación es un mal signo
oh, extranjera,
y decir adiós a unas muchachas ante las costas
de imposibles ciudades
es como dar cabida al cuerpo de lo inútil,
ahora que el Huerto se derrumba y empezamos
el viaje
sobre la medianoche del desierto.
1996
75
ÍNDICE
Tu mirada / 7
Amor / 8
Frida y el hombre del otoño / 9
La que soñó, la que fue soñada / 13
Elogio de la mujer sentada de Víctor Manuel / 15
Elegía / 17
Hijo del Rey Perión / 18
Para Georgia / 19
Soneto por Magdalena / 20
Fotos... cartas... papeles... / 21
Fronteras de silencio / 22
Freudianas / 23
Artesano de sueños / 24
Porno casi poema / 27
Sábado en gris / 28
Médulas que han gloriosamente ardido / 31
En la penumbra / 34
Gracias te doy / 35
Escrito frente al mar / 36
Aquí estuve contigo / 37
Óleo de la maja dormida / 38
Para ahuyentar el tedio / 39
Los días de diciembre / 40
Carta desde la ausencia / 41
Qué lástima, amor, siempre
quise escucharte / 44
Al pequeño / 45
Déjame solo / 46
Para otro Castorp / 47
No te abandono / 49
Como lady Godiva / 50
De Ulises a Penélope / 51
Colma / 52
Para Ofelia / 53
Y yo te buscaré por la marea / 54
Ave fénix / 55
No tires tu pasado por la borda / 56
La siesta del fauno / 58
Infidelidades / 59
Atrás / 60
S\T / 61
Parque de sombras / 63
Como Petrarca / 64
Eres ya un claro espanto en la memoria / 65
Con estos himnos / 66
Ladran los perros / 67
Taza de olvido / 68
Treno / 69
Referencias / 73
Ahora que el huerto se ha alejado / 74
El más perfecto modo,
de Renael González y Ronel González,
terminó de imprimirse en el mes de
noviembre de 2004, en el Taller Gráfico de
la Editorial Capiro y el Combinado Poligráfico
de Villa Clara.
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