Abandono de Cultivos - Universidade Nova de Lisboa

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 Abandono de Cultivos Costas Kosmas Nicholas Yassoglou Aikaterini Kounalaki Orestis Kairis Serie Folletos: B Número: 4 CONTENIDOS INTRODUCCIÓN A LAS CAUSAS DEL ABANDONO DE CULTIVOS 1
PERSPECTIVA HISTÓRICA 2
PROCESOS Y FACTORES ASOCIADOS CON EL ABANDONO DE CULTIVOS 2
FACTORES CAUSANTES Y ALCANCE DEL PROBLEMA DEL ABANDONO DE CULTIVOS 4
CASOS DE ESTUDIO 6
LECCIONES APRENDIDAS DE ESTUDIOS SOBRE EL ABANDONO DE CULTIVOS Y PRESPECTIVAS FUTURAS / RECOMENDACIONES 9
INFORMACIÓN Y BIBLIOGRAFIA ADICIONAL 14
REFERENCIAS 14
INTRODUCCIÓN A LAS CAUSAS DEL ABANDONO DE CULTIVOS El relieve típico mediterráneo, con laderas sujetas a una deforestación extensa y al cultivo intensivo desde la antigüedad, ha conducido a la erosión y a la formación de suelos superficiales esqueléticos. A medida que el suelo se va erosionando, el uso del suelo suele pasar de la agricultura al pasto, debido a rendimientos agrícolas cada vez más bajos en los diferentes cultivos (Figura 1). Varios autores han usado los términos “tierra abandonada” y “tierra de pastoreo” indistintamente, pero tanto el pastoreo como la caza practicados en cultivos abandonados son considerados un uso tradicional del suelo en la región mediterránea. El abandono del cultivo no significa necesariamente que la tierra ya no sea utilizada, o bien por la agricultura, o bien por cualquier otra actividad económica rural. Lo que significa es un cambio en el uso del suelo que pasa de un modelo tradicional o reciente a otro modelo menos intensivo. Figura 1. Cultivos abandonados en Mertola (Portugal), utilizada hoy como pastos. La relación entre la tierra abandonada por la agricultura y la desertificación ha sido indicada en el Artículo 2 de Anexo IV de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación. Según la Convención, cada país del Anexo IV (incluyendo países mediterráneos europeos) tiene que preparar y poner en práctica su Plan de Acción Nacional y los Proyectos de Acción Regionales correspondientes para combatir la desertificación. La prevención del abandono de la tierra mediante el desarrollo de oportunidades para usos del suelo alternativos, 1 está incluida como medida para combatir la desertificación.
El abandono cultivos se produce como consecuencia de fuerzas motrices externas, como cambios de mercado, o por cambios internos; por ejemplo, si el sistema cruza algún umbral invisible, como la profundidad crítica del suelo para el crecimiento de la planta. Esto ha sucedido en toda Europa desde 1950 cuando tuvo lugar una migración masiva de la población rural hacia áreas urbanas. En el año 2000, entre el 8 y el 15% de las tierras agrícolas en los países del Mediterráneo estaban abandonadas. El abandono de la tierra ha sido considerado una causa importante de desertificación, pero en realidad esto no es siempre cierto, puesto que en muchos casos puede tener lugar la recuperación de los sistemas naturales. Áreas como las del sudeste de España o del este de Creta se localizan dentro de la parte más seca de Europa. Muchas de estas áreas reciben menos de 300 mm de precipitación al año. Se espera que la tasa de abandono agrícola aumente en estas áreas en un futuro próximo. Los cambios de las necesidades económicas y sociales de las personas así como las nuevas políticas de la Unión Europea en relación a los cultivos también favorecen el abandono de tierras. Por ejemplo, la Unión Europea promueve actualmente que las tierras menos productivas en las regiones semiáridas sean retiradas de la producción, y dedicadas a la protección agroambiental a través de medidas de acompañamiento, tales como la repoblación forestal de las tierras agrícolas y la jubilación anticipada de los agricultores. PERSPECTIVA HISTÓRICA La Cuenca Mediterránea debe ser considerada como una región enormemente afectada por la degradación de origen antrópico durante miles de años. La erosión del suelo ya fue descrita por Homero en su Iliada. Las laderas griegas estaban en un principio arboladas y cubiertas por una capa de suelo fértil, que, sin embargo, era bastante superficial y vulnerable a la erosión. El pastoreo y la agricultura en las laderas probablemente comenzaron alrededor de la mitad del segundo milenio antes de Cristo, causando el daño inicial a los bosques. Varios miles de años de una agricultura muy explotadora han contribuido en gran medida a una reducción drástica 2 de la productividad agrícola en la región, algo que fue mencionado por Platón, quién, hablando sobre Ática en el 4º siglo AC (Critias III), comentó la presencia de inundaciones masivas y de deslizamientos de tierras, la desaparición de los bosques y la degradación de los pastos. En tiempos de los romanos, la degradación de las tierras dio lugar a la aparición de grandes fincas dedicadas a la ganadería. Allí donde los romanos establecieron su dominio, repitieron el mismo modelo de aclareo extensivo del bosque, sobrecultivo y sobrepastoreo de la tierra para satisfacer su demanda de alimentos. El análisis de la evolución del uso del suelo en la isla de Lesbos durante los últimos 4000 años mostró que muchas de las áreas que fueron en algún tiempo bosques, fueron roturadas para el cultivo, pero puesto que las medidas de conservación del suelo eran insuficientes, estas áreas fueron muy erosionadas y más tarde abandonadas. El sobrepastoreo y los fuegos acentuaron la destrucción de la cubierta vegetal natural e impidieron su regeneración. Ahora estas áreas se han vuelto mayormente improductivas, escasamente pobladas y desertificadas. El contexto socioeconómico y político determinó el grado de impacto humano sobre el ambiente, que fue cada vez más negativo y potenció la desertificación. Hace aproximadamente 45‐50 años, extensas áreas cultivadas con cereales, viñas y olivos fueron abandonadas debido a la baja productividad. Después del abandono, estas áreas fueron moderadamente pastoreadas y los arbustos en crecimiento fueron eliminados ocasionalmente por incendios prescritos. Figura 2. Lista de indicadores relacionados con el abandono de la tierra en la región mediterránea PROCESOS Y FACTORES ASOCIADOS CON EL ABANDONO DE CULTIVOS El principal proceso asociado con el abandono de la tierra es la erosión. La erosión está relacionada con el medio físico, la gestión del territorio y las características socioeconómicas del área. El abandono de las tierras agrícolas puede predecirse evaluando varios indicadores relacionados con la productividad de la tierra y los ingresos del agricultor (Figura 2), tales como la profundidad de suelo, el material parental, la pendiente, la cantidad y la distribución de la precipitación, las subvenciones existentes, la migración de la población, la disponibilidad de agua, la accesibilidad, etc. Varios de estos indicadores están interrelacionados y dependen de condiciones locales. La escorrentía de agua, el viento y las operaciones de laboreo son los factores más importantes que causan la pérdida de suelo en áreas montañosas, reducen la profundidad del suelo y la capacidad de almacenaje de agua y, por consiguiente, la producción agrícola y conducen al abandono de la tierra. En el marco de los proyectos de investigación de la Unión Europea MEDALUS I y II, se midió la erosión por escorrentía de agua superficial en toda la Europa mediterránea para una variedad de topografías y de suelos con usos del suelo representativos, tales como los olivos, la viña, los cereales, los eucaliptos y el matorral. Estos estudios han demostrado la gran importancia de la precipitación total y del uso del suelo sobre la generación de escorrentía y la pérdida de sedimento y, por tanto, sobre la erosión. En la Europa mediterránea, los siguientes tipos de uso del suelo pueden clasificarse por orden de efecto decreciente sobre la erosión: viña > eucaliptos > trigo > matorral > olivos, con una pérdida media de suelo que varia entre las 142,8 toneladas\hectárea\año (viña) y las 0,8 toneladas\hectarea\año (olivos) (Figura 3). Por lo tanto, los viñedos pueden ser considerados como el uso del suelo que causa los mayores tasas de erosión en las zonas montañosas, con las prácticas de gestión de la tierra existentes que promueven la degradación y el abandono de la tierra. Figura 3. Tasas medias de erosión medidas en varios suelos y condiciones topográficas en la Europa mediterránea para usos del suelo representativos. El uso del suelo sobre gran parte del Mediterráneo y, de hecho, en la mayor parte del mundo ha cambiado en los últimos 50 años, a veces de forma muy rápida. Los cambios que se han producido en la vegetación han sido inducidos por una combinación de estrés climático y de perturbaciones naturales y antrópicas. La deforestación causada por la roturación de tierras para la agricultura y el posterior sobrepastoreo de una vegetación reducida son los principales factores que han contribuido a la formación de tierras yermas y abandonadas. Erosión por Laboreo La erosión producida por las operaciones de laboreo consiste en una translocación progresiva de suelo cuesta abajo, causada mecánicamente por los instrumentos de laboreo, y se considera como una causa esencial de la degradación y el abandono de tierras en las áreas montañosas cultivadas del Mediterráneo. Las áreas que han sido puestas en cultivo durante este siglo están siendo abandonadas, con una tasa creciente en las últimas décadas, debido a la dramática disminución de la productividad de la tierra. La disponibilidad de maquinaria pesada de gran potencia ha favorecido un arado del suelo a gran profundidad, a altas velocidades y en direcciones por 3 lo general perpendiculares a las curvas de nivel. Esto ha causado el desplazamiento de enormes cantidades de materiales edáficos desde las partes superiores convexas de las laderas (la cumbre, escarpe, parte superior de la ladera) a las partes cóncavas (partees bajas de la ladera, pie de monte) y ha disminuido considerablemente la producción de los cultivos de las posiciones convexas, sobre todo sobre suelos con horizontes compactos sub‐superficiales, tales como los horizontes petrocálcicos (costras) o roca madre (Figura 4). Estudios a largo plazo realizados en áreas montañosas cultivadas de Tesalia (Grecia central) han mostrado claramente que es el laboreo, más que la erosión causada por el agua, el factor más importante que controla la degradación del suelo. La erosión hídrica en áreas cultivadas con cereales, viña u olivos es responsable de la pérdida de unos pocos milímetros (1‐3) de suelo por año, o incluso menos. La pérdida anual total estimada de suelo en las mismas áreas, cultivadas principalmente con cereales, es de 12‐16 mm por año. Se estima que el 8% de la tierra agrícola de montaña en Grecia debería haber sido abandonada en las últimas décadas debido a la baja productividad causada por la erosión, pero esta tierra continúa siendo agrícola debido a las subvenciones existentes. Figura 4. Cambios en la profundidad del suelo y producción de biomasa de trigo a lo largo de una secuencia topográfica sujeta a una alta erosión por 4 laboreo Los paisajes semiáridos, por definición, están limitados por el agua y por lo tanto son potencialmente sensibles a los cambios ambientales y a un crecimiento restringido de la vegetación. El agua disponible para el crecimiento de la vegetación de secano depende de las condiciones climáticas (precipitación, evapotranspiración) y de la capacidad de almacenaje de agua del suelo. La capacidad de almacenaje de agua de un suelo se define como la capacidad de almacenaje de agua de cada horizonte del suelo, y esta relacionada con la textura, la profundidad, la cantidad de fragmentos de roca, el material parental, etc. La producción de los cultivos en áreas montañosas del Mediterráneo está en gran parte relacionada con la profundidad del suelo. Los suelos de montaña formados sobre materiales parentales consolidados como la caliza, la arenisca, la lava volcánica, etc. suelen tener una profundidad efectiva de arraigo limitada ya que son suelos erosionados y superficiales. La profundidad del suelo define el volumen colonizable por las raíces, a partir del cual las plantas satisfacen sus demandas en agua y nutrientes. En condiciones climáticas secas, que generalmente prevalecen en dichas áreas, la producción de los cultivos de secano disminuye rápidamente y el cultivo deja de ser rentable cuando la profundidad del suelo pasa a ser inferior a 30 cm. El incremento de la productividad derivado de los métodos agrícolas modernos ha afectado al abandono de la tierra. En los primeros años del Mercado Común Europeo quedó claro que la reducción de la superficie de tierras de cultivo no era adecuada para compensar el aumento de la producción agrícola. Por lo tanto, se propuso el Plan Mansholt (en 1968) para fomentar el abandono de otros 5 millones de hectáreas, principalmente en el sur de Francia, el Macizo Central, Córcega y sur de Italia. Más recientemente, se han dejado de cultivar temporalmente tierras del sur de Europa bajo el régimen de subvenciones para la retirada de tierras de la producción. Esta medida, sin embargo, no identifica las tierras que no deberían ser cultivadas. FACTORES CAUSANTES Y ALCANCE DEL PROBLEMA DEL ABANDONO DE CULTIVOS Los cambios de usos del suelo en el Mediterráneo durante la historia reciente se deben a factores físicos y técnicos así como a motivos socioeconómicos. Los diferentes usos del suelo han sido relacionados con la demografía y la presión sobre los recursos naturales. La región ha sufrido transformaciones importantes desde la mitad del siglo XIX, cuando el desarrollo agrícola comenzó a ser relevante. La mala gestión de la tierra provocó el traslado de la población agrícola (y sus actividades) hacia áreas marginales inadecuadas para la agricultura. El impacto humano sobre el paisaje se hizo cada vez más negativo debido a la agricultura extensiva convencional a gran escala, que afectó a las propiedades del suelo y acentuó los procesos de erosión. La extensión de las áreas cultivadas en perjuicio de las zonas forestales implica grandes cambios ecológicos debidos a la deforestación y la ruptura del equilibrio original entre la agricultura, el pastoreo y la selvicultura. La inversión de capital a corto plazo y el cultivo intensivo en las áreas montañosas a menudo causaron la degradación y el abandono del suelo. Las ganancias de la tierra no son invertidas por lo general en medidas de conservación del suelo, sino que simplemente son reinvertidas para cultivar otra área. El cambio más significativo en la distribución de usos del suelo actual en la Europa mediterránea es la creciente intensificación de los cultivos en términos de mecanización, uso extensivo de agroquímicos e irrigación. La cuenca del Guadalentín en el sudeste de España puede servir como ejemplo para demostrar los impactos de los cambios en la transformación de la tierra y de la evolución demográfica sobre la degradación de tierra. La cuenca se caracteriza por tener el mayor déficit hidrológico de la Península Ibérica y también de Europa. El Guadalentín ha sufrido una significativa transformación desde la última mitad del siglo XIX, cuando comenzó el desarrollo agrícola. Desde entonces, las actividades agrícolas junto con algo de minería han afectado seriamente el paisaje rural y el medioambiente en general. En la cuenca montañosa del Guadalentín, la degradación del suelo causada por el hombre ha sido especialmente alta debido al cultivo intensivo de cereal, al pasto y a la explotación de recursos forestales de Quercus (Figura 5). Decisiones políticas basadas en los rendimientos económicos han fomentado unas prácticas y una gestión agrícolas inadecuadas en relación con las propiedades del suelo, la topografía y el clima, que han resultado en la expansión de las tierras agrícolas hacia áreas marginales con suelos pobres. Otro impacto humano negativo sobre el paisaje del Guadalentín ha sido debido a la agricultura extensiva convencional mecanizada a gran escala, debilitando las propiedades de suelo en relación con la meteorización y los procesos erosivos. Por motivos económicos y también como una respuesta a la degradación del suelo, grandes áreas tuvieron que ser abandonadas o usadas sólo para el pastoreo. En las cuatro últimas décadas, unas condiciones edáficas y climáticas favorables y la disponibilidad de agua en el subterránea o superficial han dado lugar a una agricultura intensiva en las tierras bajas del Mediterráneo. El desarrollo de una agricultura con altos insumos en las llanuras proporcionó rendimientos netos mucho más altos que los obtenidos en áreas montañosas o por la agricultura en bancales. Además, el desarrollo de redes de transporte rápido y la disponibilidad de vacaciones baratas para los turistas han animado la expansión del turismo nacional e internacional de masas durante los últimos 50 años. Figura 5. Áreas montañosas degradadas de la Cuenca del Guadalentín, España, (arriba) y de la Cuenca Agri, Italia (abajo) en la cual la vegetación natural fue 5 sustituida por cultivos agrícolas La rápida expansión del turismo a lo largo de la línea de la costa de la Europa mediterránea ha causado recientemente la intensificación de la agricultura en las tierras bajas, el abandono de tierras agrícolas abancaladas en las laderas y un aumento en el número y la frecuencia de los incendios. Las grandes demandas para consumo de agua u otras actividades económicas han incrementado el precio del agua y han forzado a que el coste de la producción agrícola aumente, mientras que en muchos casos se está utilizando agua de baja calidad (alta conductividad eléctrica) para el regadío. El agua de regadío con altas concentraciones de sales ha aumentado la salinidad del suelo, dando lugar a tierras improductivas abandonadas y desertificadas, especialmente en las llanuras situadas a lo largo de la costa. La degradación del suelo y el abandono se han visto afectados por varios factores en la Europa mediterránea. En las páginas siguientes se presentan varios ejemplos de abandono de la tierra en Portugal, España, Italia y Grecia. CASOS DE ESTUDIO Cuenca del Guadalentín, España La cuenca del Guadalentín está situada en el sudeste de España. El área es parte del dominio morfoestructural del sistema Bético. Este es el sistema montañoso más grande y complejo formado en el pasado por movimientos orogénicos alpinos. Los suelos se han formado principalmente sobre micaesquistos mezclados con pizarras y arenisca gruesa. Estos materiales se han meteorizado en una mezcla de suelos friables ligeros con grandes bloques, que han sido aflorados a la superficie mediante el arado con tractores. La vegetación dominante natural es el matorral que coexiste con árboles dispersos de Pinus halepensis y con arbustos de Quercus coccifera a mayor altitud. El paisaje está dominado por manchas de cultivos que están abandonados desde diferentes épocas, generando una gran variedad de tipos de vegetación. La precipitación anual se sitúa entre 250 y 300 mm, es sumamente variable cada año y se distribuye principalmente entre los meses de octubre a marzo. Las temperaturas medias anuales varían entre los 16 y 17 °C y las altas tasas de evapotranspiración oscilan 6 entre los 900 y 1200 mm al año. El abandono en esta zona se refiere a la tierra que ha sido retirada de cualquier forma de producción agrícola (Figura 6) o que ha sido protegida del pastoreo intensivo para permitir la regeneración de la vegetación natural. El abandono completo implica que la tierra ha sido dejada para volver a su estado natural sin ningún tipo de interferencia humana. En los estudios ecológicos, el abandono de la tierra es utilizado en un sentido mucho más amplio para referirse al cambio de uso del suelo entre el modelo tradicional o reciente y otro modelo menos intensivo. Los factores principales que conducen al abandono en la cuenca del Guadalentín, sobre todo en áreas de agricultura de secano, son tanto el aumento de la aridez climática como los cambios demográficos. Los procesos de abandono de la tierra suceden con una mayor probabilidad en áreas de agricultura de secano, porque las actividades de regadío, que requieren superficies de tierra menores y proporcionan grandes beneficios, tienen una menor probabilidad de ser abandonadas. En general, la agricultura de secano es cada vez más marginal en esta zona. Las subvenciones de la Unión Europea son esenciales para asegurar ingresos agrícolas suficientes, por lo tanto cualquier cambio en las regulaciones de la Unión Europea afecta a las decisiones de los agricultores. La edad del agricultor es otro factor importante en relación al abandono de tierras en esta zona. Las nuevas generaciones están poco dispuestas a continuar con actividades agrícolas allí donde los ingresos no están asegurados y prefieren trabajar en otros sectores económicos, a menudo fuera de las áreas rurales. La fragmentación de las parcelas de cultivo es también importante. Se necesitan áreas mayores para que un cultivo de secano sea rentable, pero los procesos de reparto de tierra (de padres a hijos) lo hace más difícil. En el caso específico del Guadalentín en Murcia, los campos de almendros son los más propensos al abandono. Este es el cultivo de secano más importante, situado comúnmente en áreas abancaladas o suelos marginales. Algunas áreas se han pasado al cultivo del olivo porque existen más subvenciones de la Unión Europea para las aceitunas. Tanto la baja rentabilidad debida a los bajos precios del mercado, como los eventos climáticos, tales como las sequías y las heladas, y la competencia de mercados de otros países, conducen al abandono de la tierra. Figura 6. Bancal abandonado en condiciones climáticas secas en Almería, España El Bajo Alentejo Interior Esta área está localizada en la penillanura del sur del Alentejo (sureste de Lisboa). El paisaje está caracterizado por cumbres aplanadas y relieves de pendientes suaves que no sobrepasan el 25%. Sin embargo, hay pendientes pronunciadas en algunos sitios, debido a cambios en la litología (afloramientos de roca) y donde los arroyos han hecho profundas incisiones a lo largo del río Guadiana. Los suelos son los característicos suelos rojos mediterráneos, de poca profundidad, de 10 a 30 cm, o de muy poca profundidad, menos de 5 cm. El clima es mediterráneo, con influencia claramente continental, con una precipitación concentrada en otoño e invierno (un 67 % de la precipitación anual total) y una estación larga cálida y seca de mayo a septiembre. La variabilidad de la precipitación es extrema, tanto anualmente (de 1041,4 mm en 1989/90, a 236,4 mm en 1980/81) como mensualmente (el promedio total anual, para el período 1931/90 era de 562 mm), y a veces se concentra en unos pocos eventos tormentosos muy violentos. Los períodos de sequía, que a veces duran varios años (por ejemplo, 1980‐82, 1990‐93) tienen un gran impacto socioeconómico, de igual modo que los años extremadamente húmedos, menos comunes. El análisis de la evolución del uso del suelo en el Bajo Alentejo Interior en los últimos 300 años mostró un drástico aumento de la superficie agrícola en sustitución del bosque y el matorral. A principios del siglo XIX, la agricultura ya estaba muy extendida con el cultivo del cereal y el pastoreo. La intensidad de la degradación ambiental causada por el hombre, especialmente en áreas que sólo eran convenientes para el pastoreo de baja densidad, había empezado ya en la Edad Media. Entre 1900 y 1950, casi todas las áreas que seguían teniendo vegetación natural (crestas, laderas de pendientes más pronunciadas) fueron transformadas en campos de cereal, siendo esta colonización promovida por la división y donación de tierras comunales. Gran parte del Bajo Alentejo Interior se convirtió en una zona sin árboles, con monocultivo de cereal, y algunas manchas de Quercus (encina) y matorral. Este proceso fue todavía más alentado por una política gubernamental denominada la "Campaña del Trigo", que ayudó a los agricultores (con semillas, fertilizantes, maquinaria y subvenciones). A pesar de toda esta inyección, la Campaña del Trigo no fue un éxito, y en los años 1950 había una concienciación oficial de que la degradación del suelo había alcanzado graves proporciones. Entre 1950 y 1985 la agricultura empezó su declive, la gente comenzó a emigrar a las capitales y al extranjero, y comenzó la despoblación rural. El abandono de la tierra se hizo una realidad. Después de que Portugal se uniera a la Unión Europea en 1986, los costes de producción de trigo eran 3 a 4 veces más altos que en el norte de Europa. La tendencia actual es al abandono de la tierra o a la conversión de la tierra agrícola mediante repoblación forestal con especies autóctonas (Quercus suber, Quercus ilex), o en la mayoría de los casos con pinos (Pinus pinea). Recientemente, sin embargo, ha existido un interés renovado por el ganado, el vacuno sobre todo, además de por el ovino, presente desde hace mucho, que ha sido apoyado por subvenciones de la Política Agraria Común. De este modo, extensas áreas que fueron abandonadas están siendo reconvertidas en pastos, tanto naturales como mejorados (Figura 7). Sin embargo, el suelo es muy vulnerable durante este proceso ya que está sometido a prácticas de implementación que favorecen la degradación de sus propiedades físicas y químicas. La degradación puede ocurrir cuando los arbustos son cortados y destruidos, o cuando el laboreo para preparar los pastos para el sembrado es realizado a demasiada profundidad. Sin embargo, dadas las características edáfo‐climáticas del Bajo Alentejo Interior, el abandono de la tierra generalmente permite una mejora de las condiciones del suelo y favorece la aparición de especies de la vegetación natural (anuales y perennes), que minimizan y tienden a casi 7 neutralizar los procesos de erosión en el suelo. Figura 7. Tierra abandonada forestada y utilizada hoy como pastizal en el Alentejo, Portugal Las medidas de erosión obtenidas muestreando parcelas de 20 x 20 metros en cultivos abandonados de diferentes edades (entre menos de 5 años y más de 25 años), en el marco del proyecto MEDALUS II, revelan (en términos de propiedades del suelo) una recuperación clara del contenido en materia orgánica y de las condiciones de drenaje, así como un mejor desarrollo del perfil vertical del suelo. A mayor tiempo transcurrido desde el abandono, más densa se hizo la cobertura vegetal, con un número creciente de especies. Cuenca del Agri, Italia La cuenca del Agri está localizada en la región de Basilicata, al sur de Italia. Está situada en medio de los Montes Apeninos de la Basilicata y cubre 1.730 kilómetros cuadrados, con una población de 94.291 habitantes. El río Agri fluye 136 kilómetros hacia el mar Mediterráneo. Los principales cambios del paisaje tuvieron lugar durante el siglo pasado. En comparación con las 290.000 ha de bosque que cubrían toda la Basilicata a principios del siglo pasado, se estima que el 17 % fue destruido entre 1800 y 1860, el 20 % entre 1860 y 1908, y el 19 % entre 1908 y 1930. A pesar de las medidas adoptadas por las autoridades francesas y posteriormente por las borbónicas, más de la mitad de la cubierta forestal de la Basilicata fue destruida durante este período. Esto fue debido principalmente al aumento de población, pero también a las grandes transformaciones sociales que se produjeron durante el siglo pasado. Sin embargo, al mismo tiempo, se ponía en marcha una "guerra del trigo" para contrarrestar la prohibición de 8 emigración y abastecer las necesidades crecientes de la población, dando como resultado la expansión del área cultivada y la reducción del impacto de las medidas de conservación del suelo. En la década pasada, la cuenca del Agri, siguiendo la misma tendencia que el resto de la Basilicata, ha sufrido una fuerte reducción de la superficie agrícola total y también de la Superficie Agrícola Utilizada (SAU). Tal reducción de la superficie agrícola afecta a los tipos y a la distribución de los cultivos. Considerando el tipo de cultivo que requiere una intervención más constante tanto en intensidad como en frecuencia de acción (por ejemplo, cultivos sembrados y leñosos) y observando los cambios de este valor sobre la superficie total, se puede ver que en toda la cuenca del Agri hubo una disminución progresiva en el grado de uso agrícola del territorio (Figura 8). Una comparación entre esta información y las tendencias de los cultivos sembrados y leñosos en relación a la Superficie Agrícola Utilizada permite una interpretación más clara de lo que ha sucedido en las diferentes secciones de la cuenca. En la baja cuenca del Agri, aunque ha habido una reducción de aproximadamente el 10 % en el uso de la tierra agrícola, ha habido una intensificación del sector primario. El 91 % de la superficie agrícola utilizada que se dedica a cultivos intensivos. En realidad hay una fuerte competencia para el uso del recuso suelo entre el sector agrícola y el resto de sectores económicos, sobre todo el turismo, y esto explica la reducción progresiva de las áreas de cultivo. En la cuenca media del Agri, los valores de la superficie agrícola total muestran signos negativos, indicando una actividad agrícola extensiva y un abandono progresivo de la tierra. Para la cuenca alta del Agri, el comportamiento es similar, aunque menos marcado en comparación con la zona baja de la cuenca. Figura 8. Tierra muy degradada y abandonada en la cuenca alta del Agri, Italia La isla de Lesbos, Grecia La isla griega de Lesbos está situada en la parte nordeste del Mar Egeo, cubriendo una área de 163.429 hectáreas. Se caracteriza por una gran variedad de paisajes, de unidades litológicas y de condiciones climáticas. La tierra está ocupada por una serie de usos del suelo representativos de la región mediterránea, por ejemplo bosques seminaturales y matorrales, y tierras agrícolas que, en gran parte, están siendo actualmente abandonadas. El clima de la zona se caracteriza por las fuertes variaciones estacionales y espaciales de la precipitación, y las grandes oscilaciones entre las temperaturas mínimas y máximas diarias, típicas de condiciones climáticas mediterráneas. Hay un gradiente de precipitación en la isla, con una precipitación media anual en las zonas de estudio variando entre los 677 mm (en la zona oriental) y los 415 mm (en la zona occidental). La mayor parte de la isla se encuentra ya muy degradada y desertificada, y el resto experimenta una deterioro lento pero constante de sus recursos naturales. El análisis de la evolución del uso del suelo en la isla de Lesvos durante los últimos 4000 años ha mostrado un enorme aumento del suelo agrícola en sustitución del área arbolada. Muchas de las áreas, en la zona occidental, más seca, que antiguamente albergaron bosques, fueron roturadas para el sostenimiento de la agricultura, pero dado que las medidas para la conservación del suelo fueron insuficientes estas zonas fueron severamente erosionadas y, por consiguiente, abandonadas. El sobrepastoreo y los incendios destruyeron aún más la cubierta vegetal natural e impidieron su regeneración. Ahora estas áreas son principalmente improductivas, escasamente pobladas y desertificadas. El contexto socioeconómico y político determinó el impacto humano sobre el medioambiente que fue cada vez más negativo, estimulando la desertificación. Hace aproximadamente 45‐50 años, las áreas de cultivo extensivo de cereal, viña y olivar fueron abandonadas debido a su baja productividad. Después del abandono, fueron moderadamente pastoreadas y los arbustos que crecían fueron ocasionalmente eliminados utilizando el fuego. (Figura 9). abandonada, seguida por el pastoreo, ha mostrado que los factores más importantes fueron: el tamaño de la familia, el tamaño de la explotación, la precipitación anual, la aplicación de las políticas, la proximidad a áreas recreativas, la sensibilidad de la tierra a la desertificación y la presencia de bancales (Figura 10). El abandono de la tierra puede ocurrir en áreas que experimentan condiciones medioambientales adversas. Las áreas con baja precipitación anual y alta sensibilidad a la desertificación son más vulnerables a sufrir un cambio de uso del suelo de la agricultura al pasto. En el mismo estudio se observó que una parcela de tierra sigue cultivándose sólo si se cumplen ciertas condiciones de medio físico, socioeconómicas y de gestión del suelo. Las condiciones que más favorecieron que no se produjera un cambio de uso del suelo fueron unos suelos profundos, unas condiciones climáticas secas subhúmedas (alta precipitación anual) y una baja sensibilidad a la desertificación. 9 Figura 10. Factores importantes que afectan el cambio de uso del suelo de la agricultura al pasto en la isla de Lesbos. Figura 9. Área muy degradada y abandonada en Lesbos (Grecia) después de un largo periodo de cultivo de secano, y utilizada actualmente como pasto. El análisis de los diferentes micro y macrofactores que afectaron a la toma de decisiones en los cambios del uso del suelo en la isla de Lesbos para el período 1965‐2002, desde la agricultura a la tierra LECCIONES APRENDIDAS DE LOS ESTUDIOS SOBRE EL ABANDONO DE CULTIVOS Y PERSPECTIVAS FUTURAS / RECOMENDACIONES El abandono de la tierra es una cuestión principal en áreas donde la degradación del suelo se ha convertido en un problema. El abandono de la tierra puede tener grandes impactos sobre el medioambiente y la economía de comunidades locales. El abandono de la tierra puede ser seguido por una de dos tendencias, dependiendo del grado de protección del suelo, con efectos contrarios: 1. Recuperación de la vegetación natural y extensión del bosque y arbustos, conduciendo a la completa recuperación del ecosistema. 2. Degradación de la vegetación natural y desertificación debidas a la extensión del sobrepastoreo, agravadas por políticas de la Unión Europea tales como las subvenciones de la PAC. Que la tierra agrícola abandonada tienda hacia la recuperación o hacia la desertificación depende del estado de la tierra en el momento de su abandono y de lo que siga después. Las tierras más vulnerables a una mayor degradación son aquellas en terrenos inclinados y de suelos poco profundos, que fueron estabilizadas en el pasado por medio de bancales de control de la erosión. Estas tierras están en un estado de equilibrio meta‐estable, el cual sólo existe mientras los bancales están protegidos y cualquier daño es reparado. Después del abandono, los bancales se derrumban y la erosión acelerada comienza a eliminar el suelo de los mismos. La desertificación puede actuar en suelos inclinados cuando el pastoreo intensivo sigue a la agricultura. 10 Los animales de pastoreo consumen la vegetación que trata de establecerse sobre los campos abandonados, el suelo queda desprotegido y la erosión lo degrada rápidamente. El sistema se mueve hacia la desertificación si la productividad del suelo y la tolerancia a la erosión son bajas, y las condiciones bioclimáticas no permiten una recuperación rápida de la vegetación. La degradación de la tierra agrícola abandonada es la más extensa y con frecuencia conduce a la desertificación en pendientes de caliza dentro de la zona semiárida y especialmente en orientaciones sur y suroeste. En los casos donde el citado paisaje y las limitaciones climáticas no son críticas, el sistema se dirige hacia la recuperación del medio natural. Sin embargo, esta recuperación puede no ser tan provechosa, desde el punto de vista económico, como la explotación agrícola. Por esta razón, algunas personas consideran la repoblación forestal de las tierras agrícolas abandonadas como una "degradación", una posición que en la mayoría de los casos es de poca visión de futuro. Los efectos del abandono de la tierra sobre el medioambiente, o más específicamente sobre la calidad del suelo, pueden ser positivos o negativos dependiendo de los suelos y de las condiciones climáticas de la zona. Los suelos en condiciones climáticas favorables que mantienen la cubierta vegetal pueden mejorar con el tiempo por medio de la acumulación de materia orgánica, el incremento de la actividad de la flora y de la fauna, la mejora de la estructura del suelo, el aumento de la capacidad de infiltración y, por lo tanto, la disminución del potencial de erosión. Los estudios hechos en el sur de España han demostrado un efecto positivo del abandono de la tierra después de un período de más de diez años, momento en el cual las características de los suelos abandonados se acercaron a las observadas antes del cultivo. El abandono de esta área mejoró algunas características del suelo como el contenido en materia orgánica, la capacidad de retención de agua, la agregación, la estabilidad estructural y la conductividad hidráulica. Estudios similares llevados a cabo en la isla de Lesbos mostraron que la mejora del suelo más significativa, después de un período de 40‐45 años de abandono, estuvo relacionada con el aumento del contenido en materia orgánica y de la estabilidad de los agregados en el horizonte superficial (Figura 11). Los suelos formados sobre material parental piroclástico tienen una menor capacidad para regenerar la vegetación natural y esto conduce a tasas de erosión más altas. Los suelos formados sobre esquistos, ignimbrita, mármoles y lava volcánica tienen una capacidad más alta para la regeneración, al menos parcial, de la vegetación natural. Figura 11. Cambios en el contenido de materia orgánica en el horizonte superficial de suelos abandonados y cultivados en la isla de Lesbos La naturaleza del material parental se hace cada vez más importante en relación al establecimiento de la vegetación y la protección del suelo a medida que disminuye la profundidad del suelo debido a la erosión. Los estudios realizados durante la ejecución del proyecto de investigación MEDALUS III de la Unión Europea en la isla de Lesbos, en condiciones climáticas semiáridas, han mostrado que un paisaje montañoso cultivado experimentará problemas de degradación a no ser que el abandono se produzca antes de que el suelo se haya reducido hasta una profundidad crítica de 25‐30 cm. La recuperación de la vegetación natural es muy baja en suelos con una profundidad menor y los procesos de erosión pueden ser muy activos dando lugar a una mayor degradación y desertificación de la tierra. Si la cobertura del suelo es reducida a una profundidad menor de 10 cm, dependiendo del material parental, entonces la vegetación perenne no puede mantenerse y la totalidad del suelo es eliminada rápidamente por la acción erosiva del viento o del agua. Este tipo de degradación y desertificación es un proceso irreversible. Grandes áreas del Bajo Alentejo Interior (Portugal) que habían sido abandonadas, están siendo reconvertidas a pastos, permitiendo a la tierra permanecer en condiciones naturales o aplicando prácticas para mejorarla, tales como eliminación de arbustos, arado, siembra de semillas, etc. Sin embargo, este tipo de gestión de la tierra puede causar problemas de degradación, puesto que el suelo está sujeto a prácticas que favorecen la degradación de sus propiedades físicas y químicas, como cuando los arbustos son cortados y destruidos, o cuando los pastos son preparados por medio del laboreo, o la siembra es realizada a demasiada profundidad. Sin embargo, dadas las características ambientales de tipo físico del Bajo Alentejo Interior, el abandono de la tierra permite generalmente una mejora de las condiciones del suelo y favorece la aparición de especies de la vegetación natural (anuales y perennes), que minimizan y tienden a casi neutralizar los procesos erosivos. Los resultados experimentales obtenidos durante el proyecto de investigación MEDALUS II han demostrado que después del abandono de la tierra, el contenido de materia orgánica y las condiciones de drenaje mejoraron, y que el perfil del suelo se desarrolló mejor. La cubierta vegetal se hizo más densa, con un número creciente de especies vegetales a medida que el período de tiempo desde el abandono aumentaba. La cubierta vegetal es crucial para la protección del suelo después del abandono. Allí donde la cubierta vegetal es escasa, los procesos erosivos pueden ser muy activos y la degeneración de las tierras abandonadas puede ser irreversible. Muchos autores han demostrado que, en una amplia gama de ambientes, tanto la escorrentía como la pérdida de suelo disminuyen exponencialmente con un aumento del porcentaje de cubierta vegetal. Los estudios conducidos en los Pirineos españoles han mostrado que sólo el 3,5% de los campos abandonados durante un periodo menor de diez años no sufrió erosión, y el 60 % de los campos sufrió una severa erosión laminar en ausencia de una protección suficiente de la 11 cubierta vegetal. Los estudios de erosión conducidos en matorral de zonas montañosas en la Europa mediterránea han mostrado que tanto la escorrentía como la pérdida de suelo aumentaron con la disminución de la precipitación anual (por encima de un umbral de 280‐
300 mm), y esto fue atribuido a una disminución de la cubierta vegetal. Para áreas con una precipitación por debajo de este umbral, la erosión disminuyó con el aumento de la precipitación (Figura 12). Una presión moderada de pastoreo sobre la tierra agrícola abandonada puede conducir al rejuvenecimiento parcial de las comunidades vegetales con un alto índice de diversidad. La disminución de la vegetación por sobrepastoreo puede incluir la pérdida de ciertas familias de herbáceas (Leguminosae, Gramineae) que ayudan a mantener la estructura del suelo. Las especies vegetales de estas familias pueden tanto proteger la superficie del suelo de las salpicaduras de la lluvia como reducir las tasas de erosión aumentando la estabilidad de los agregados del suelo. Figura 12. Escorrentía superficial (arriba) y pérdida de suelo (abajo) anuales, medidos en áreas montañosas cubiertas por arbustos alrededor de la región mediterránea El proceso de degradación del suelo también cargas de ganado que conducen a la degradación de la 12 vegetación y, a su vez, a la compactación del suelo (Figura 13). Una consecuencia obvia del sobrepastoreo es el aumento de la erosión, ya que la denudación gradual del paisaje expone el suelo a la erosión del agua y del viento. El sobrepastoreo en áreas climática y topográficamente marginales, acompañado de fuegos, causa un mayor deterioro de los recursos del suelo existentes. Figura 13. Zona de pastos en Beja (Portugal) con una alta densidad de animales que favorece la compactación y la erosión del suelo La perturbación producida por el pastoreo no causa la completa desaparición momentánea de la vegetación de la misma manera que lo hacen los incendios intensos. El impacto del fuego es mayor en aquellas áreas con una menor frecuencia de incendios. Un aumento en la frecuencia de incendios conduce a un número menor de especies vegetales, causado por la pérdida de aquellas que no pueden sobrevivir cuando los fuegos son demasiado frecuentes. Recomendaciones Un planteamiento integrado para la protección de tierras abandonadas requiere no sólo el conocimiento de las características actuales del área que es abandonada, sino también la historia de los usos del suelo (o la evolución de los usos del suelo) en el área. Estos factores proporcionarán una idea sobre los procesos que pueden ocurrir después del abandono. De hecho, las primeras áreas abandonadas suelen ser las menos rentables o las más difíciles de cultivar. Áreas como las que existen en la cuenca del Guadalentín (España) son marginales con pendientes pronunciadas. En estas áreas la restauración natural es muy difícil, y la alta aridez y el déficit de agua en el suelo la hacen aún más difícil. El bajo contenido de materia orgánica del suelo, la baja cubierta vegetal, las pendientes pronunciadas y las condiciones climáticas adversas (menos de 300 mm de precipitación/año, con lluvias torrenciales ocasionales, sequías y una fuerte radiación solar de casi 3000 horas/año), causan un alto déficit de humedad del suelo. Estas condiciones hacen que los procesos de erosión sean habituales e intensos. Los procesos de restauración natural en estas áreas son realmente lentos, casi imposibles, y los procesos de erosión persistentes pueden dar lugar a una severa degradación del suelo y a la desertificación. En el marco de las actuales condiciones socioeconómicas en el sur de Europa, el abandono de las tierras agrícolas marginales parece ser inevitable y, en muchos casos, beneficioso para la preservación de los recursos edáficos. Las preguntas a contestar son: cuándo y dónde el abandono debería ser seguido por el pastoreo controlado, o dejado a los procesos de recuperación de la vegetación natural. Los ecosistemas que podrían establecerse sobre las tierras agrícolas abandonadas de la Europa mediterránea son los siguientes: 1. Zona semiárida: En áreas marginales con precipitación anual por debajo de 350 mm cualquier forma de explotación ganadera conduciría seguramente a una mayor degradación y desertificación de la tierra. Por otra parte, si la tierra abandonada se deja sola y protegida del pastoreo, incluso una baja cubierta de vegetación natural de plantas resistentes a la sequía podría prevenir una mayor degradación y ofrecer ventajas recreativas y medioambientales, sin un coste sustancial. También se podrían fomentar otros usos, tales como el residencial y el turístico, en las zonas apropiadas. 2. Zona Seca Subhúmeda: En áreas con una precipitación anual que supera los 400 mm, la explotación ganadera controlada podría ser factible en zonas con una profundidad de suelo superior a 30 cm, pendientes inferiores al 25 %, infraestructura suficiente y condiciones socioeconómicas favorables. El tipo y el número de animales de pastoreo deberían ser limitados. Es importante que los cambios que se efectúen en las tierras agrícolas abandonadas sean el resultado de la evaluación de la capacidad de la tierra, y de la viabilidad socioeconómica. Las subvenciones y otras ayudas de la Política Agraria Común de la Unión Europea deberían satisfacer estas exigencias. 3. Zonas Subhúmedas y Húmedas: Otras áreas, con precipitación anual superior a los 600 mm y con parámetros de suelo, de infraestructura y socioeconómicos fuera de los umbrales establecidos para tierras de pastoreo, deberían dejarse para su desarrollo hacia un ecosistema natural clímax y protegerse del pastoreo ilegal, al menos durante los primeros 5‐10 años. La rapidez de desarrollo y la calidad de los ecosistemas dependerán del valor de los parámetros mencionados anteriormente. Al evaluar las capacidades de las tierras agrícolas abandonadas y al seleccionar su futuro uso, deberían considerarse los indicadores relacionados son su resiliencia. Los indicadores de la resiliencia de una tierra abandonada podrían ser los siguientes: geomorfología, orientación de la ladera, material parental, pendiente, profundidad del suelo, precipitación anual, temperatura del aire, inundaciones, salinidad de suelo, infraestructura y condiciones socioeconómicas. 13 INFORMACIÓN Y BIBLIOGRAFÍA ADICIONAL Mediterranean Desertification and land Use ‐ MEDALUS I, 1990‐1993. Commission of the European Communities, contract number: EPOC‐
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