Sentencia 8222-12 - Poder

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Exp: 12-001250-0007-CO
Res. Nº 2012008222
SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San
José, a las catorce horas treinta minutos del veinte de junio de dos mil doce.
Acción de inconstitucionalidad contra el artículo 27 del Reglamento a la Ley
Contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública Decreto
Ejecutivo numero 32333-MP-J del 12 de abril de 2005.
Resultando:
1.- Por escrito recibido en la Secretaría de la Sala a las catorce horas
veintinueve minutos del 31 de enero de 2012, se interpone acción de
inconstitucionalidad en contra de la frase ³Para tal efecto,la mención que el
artículo 14 de la Ley, hace en cuanto a los directores y subdirectores de
departamento, debe entenderse referida exclusivamente a la persona o personas
que ocupen un puesto de jefatura en las proveedurías del sector público.´
Contenida en el artículo 27 del Reglamento a la Ley Contra la Corrupción y el
Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública, por considerar que viola los
principios constitucionales contenidos en los artículos 11, 105 y 121 numeral 1 de
la Constitución Política. Indica el accionante que el artículo impugnado
reglamenta el numeral 14 de la ley supra citada, el cual establece la prohibición de
algunos funcionarios públicos para ejercer profesiones liberales. Explica que la
norma impugnada declara que cuando dicho artículo se refiere a la prohibición de
los directores y subdirectores de departamento, debe entenderse referida
exclusivamente a la persona que ocupe un puesto de jefatura en las proveedurías
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del sector público. Considera que esto altera lo que dispone la Ley Contra la
Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública, en tanto restringe
sus alcances, y además distorsiona el sentido que el legislador decidió dejar
plasmado en dicho cuerpo normativo. Refiere al artículo 15 de la misma Ley, el
cual establece una retribución económica por la prohibición de ejercer profesiones
liberales. Alega que en el texto legal, al indicarse los funcionarios sujetos de tal
prohibición, no se hace ninguna distinción como la que se establece vía
reglamento. Aduce que esto obedece a que la intención de los legisladores y de la
Contraloría General de la República, entidad que propuso el proyecto de ley, era
incluir en la prohibición a todos los funcionarios que son mencionados en el texto
legal. A este efecto, remite a las actas en las que constan las intervenciones de los
Diputados durante la discusión del proyecto de ley. Afirma que del análisis en
dichas actas legislativas se demuestra que hubo una moción para reducir la
cantidad de funcionarios incluidos en la prohibición, que no prosperó, y que por lo
tanto la lista de funcionarios contenida
en el artículo 14 es congruente
con la
voluntad del legislador. Alega que la prohibición establecida en dicho artículo
corresponde tanto para los directores y subdirectores de los departamentos en las
entidades descentralizadas, instituciones
autónomas, semiautónomas y empresas
públicas, como para las personas que desempeñan funciones
de proveedor
en
dichas instituciones, por lo cual la disposición reglamentaria impugnada va en
contra de lo dispuesto en la ley. Solicita se declare la inconstitucionalidad de la frase
señalada del artículo 27 del Reglamento de La Ley Contra la Corrupción y el
Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública, y solicita además, que por guardar una
conexión directa con este tema, se declare inconstitucional la sentencia
N.2799 de las 10: 51 horas del 31 de julio del 2009, del Juzgado de Trabajo del
Segundo Circuito Judicial de San José, y la resolución del Tribunal de Trabajo del
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Segundo Circuito Judicial de San José, número 471 de las 14: 15 horas del 17 de
noviembre del 2011. Menciona el recurso de casación presentado dentro de
expediente número 05-002290-0166-LA, en el cual indica está alegando la
inconstitucionalidad de la frase señalada del artículo 27 de la Ley Contra la
Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito.
2.- El artículo 9 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional faculta a la Sala a
rechazar de plano o por el fondo, en cualquier momento, incluso desde su
presentación, cualquier gestión que se presente a su conocimiento que resulte ser
manifiestamente improcedente, o cuando considere que existen elementos de
juicio suficientes para rechazarla, o que se trata de la simple reiteración o
reproducción de una gestión anterior igual o similar rechazada.
Redacta la Magistrada Calzada Miranda; y,
Considerando:
I.- De las formalidades de las acciones de inconstitucionalidad. La acción
de inconstitucionalidad es un procedimiento con determinadas formalidades, que
si no se reúnen, imposibilitan a la Sala conocer de la impugnación que se plantea.
El artículo 75 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional establece los
presupuestos de admisibilidad para las acciones de inconstitucionalidad, y se
regulan tres situaciones distintas. En el párrafo primero, se exige la existencia de
un asunto pendiente de resolver, sea en sede judicial -en el que se incluyen los
recursos de hábeas corpus o de amparo-, o en la administrativa, únicamente en el
procedimiento de agotamiento de esta vía, en el que se invoque la
inconstitucionalidad de la norma cuestionada, como medio razonable de amparar
el derecho que se considera lesionado en el asunto principal.
El requisito de la
existencia de este asunto pendiente de resolver, ha sido interpretado por esta Sala
de manera tal que, no basta la mera existencia de ese asunto, sino que se requiere
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de su invocación en el asunto principal, de manera que constituya
³medio
razonable para amparar el derecho o interés considerado lesionado´, tal y como lo
dispone la norma en comentario, es decir, no basta la mera invocación de
inconstitucionalidad de la norma cuestionada, sino que la misma debe ser de
aplicación -directa o indirecta- en el asunto que le da sustento a la acción; tal y
como lo ha manifestado en forma reiterada esta Sala, entre otras, ver las sentencias
01668-90, 04085-93, 00798-94, 03615-94, 00409-I-95, 00851-95, 04190-95,
00791-96. Asimismo, requiere de ciertas formalidades importantes, como la
determinación explícita de la normativa impugnada, debidamente fundamentada,
con cita concreta de las normas y principios constitucionales que se consideren
infringidos, autenticación por abogado del escrito de interposición de la gestión,
las copias necesarias para los magistrados integrantes de la Sala, la Procuraduría y
las partes que intervienen en el asunto principal, la acreditación de las condiciones
de legitimación (poderes y certificaciones), y certificación literal del libelo de
impugnación, los cuales, en caso de no ser aportadas por los accionantes, deben ser
prevenidos para su cumplimiento por el Presidente de la Sala.
II.- Incumplimiento de requisitos.- La acción incumple varios requisitos de
admisibilidad, pues el actor alega que el asunto base del cual deriva su
legitimación para accionar en esta sede es el expediente número
05-002290-0166-LA, en el cual pende de resolver un Recurso de Casación. Sin
embargo, se aporta copia simple del escrito de interposición de dicho recurso en el
cuan el accionante no invocó la inconstitucionalidad de la frase impugnada del
artículo 27 del Reglamento a la Ley Contra la Corrupción y el Enriquecimiento
Ilícito en la Función Pública. Tampoco acredita el accionante la representación
con la que comparece en favor de Eduardo Antonio Montoya Solano. Sin
embargo, por una cuestión de economía procesal, se omite la prevención para su
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subsanación que prevé el párrafo primero del artículo
80 de la Ley de la
Jurisdicción Constitucional, por la improcedencia del reclamo, según se analizará a
continuación, que obliga a rechazar de plano la acción, al tenor de lo dispuesto en el
párrafo primero del artículo 9 de la Ley que rige esta Jurisdicción.
III.- Antecedentes jurisprudenciales sobre la improcedencia de la acción
formulada.- Esta Sala en dos oportunidades
se ha pronunciado
sobre el tema
planteado por el accionante, en las sentencias N. 2005-8568 de las 16:35 horas del 29 de
junio del 2005, y 2007-17741 de las 16:12 horas del 5 de diciembre del 2007. En ésta
última sentencia señaló este Tribunal:
³En todo caso y sin perjuicio de lo anterior, es oportuno señalar al actor que
el problema de fondo planteado en el sub lite ya ha sido resuelto por la Sala, en
sentencia número 2005-08568 de las 16:35 horas del 29 de junio del 2005, en la
que se dijo:
³I.- Objeto de la acción. Se impugna en esta acción, el artículo 27 del
Reglamento a la Ley contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito en la
función pública, decreto ejecutivo número 32333-MP-J del doce de abril del dos
mil cinco. Lo anterior por estimarlo contrario al principio de igualdad, la no
desviación de poder y el ejercicio arbitrario de la potestad reglamentaria del
Poder Ejecutivo, el principio de legalidad, el derecho al trabajo y su
manifestación en el principio de salario
igual para trabajo
igual en idénticas
condiciones. La norma se impugna en cuanto establece que la mención que el
artículo 14 de la Ley contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito en la
función pública, hace en relación con los directores y subdirectores de
departamento, debe entenderse referida exclusivamente a la persona o personas
que ocupen un puesto de jefatura en las proveedurías del sector público. Aduce
que en el artículo 14 de la Ley se establece la prohibición tanto para jefaturas en
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general como para titulares de proveeduría; no obstante, por la vía del
Reglamento, el Poder Ejecutivo en forma arbitraria y excediéndose en el ejercicio de
sus potestades, asimila ambos puestos, restringe y cercena derechos
constitucionales, haciendo distinciones y discriminaciones donde la Ley no las
hace, excediendo con ello la potestad reglamentaria constitucional, dado que
excluye a las jefaturas en general e indica que se aplica la norma sólo a las
jefaturas de proveeduría.
II.- Inadmisibilidad de la acción en razón del objeto impugnado. De
conformidad con lo expuesto, puede verse entonces, que lo impugnado por el
accionante tiene que ver con la contradicción entre el contenido de una norma
reglamentaria y lo previsto en la ley. Sobre ese particular,
este Tribunal
ha
resuelto que la invocación de inconstitucionalidad motivada en la exclusiva
violación del principio de legalidad administrativa es un asunto que se reserva a
la jurisdicción ordinaria, precisamente al tenor de lo dispuesto en los artículos
11, 49, 121 y 140 Constitucionales. La simple infracción del exceso de la potestad
reglamentaria debe ventilarse en la Jurisdicción Contencioso-administrativa,
toda vez que esta labor fue asignada por el Constituyente al juez contencioso,
según se desprende de lo dispuesto en el artículo 49 de la Constitución Política;
lo cual obliga a interpretar de forma sistemática el texto constitucional y entender
que las cuestiones de legalidad han de someterse a la citada Jurisdicción, con el
fin de mantener una uniforme distribución de las competencias y el respeto de
todas las reglas que conforman el sistema previsto en la Constitución Política. En
ese sentido, se ha señalado que cualquier impugnación como la que se plantea,
conlleva implícita una presunta violación a la Constitución Política, dado que de
ella se deriva todo el ordenamiento jurídico, pero en la propia Constitución existe un
reparto de competencias con el fin de garantizar al ciudadano una manera de
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proteger las distintas clases de derechos e intereses que posee. De esa forma, se
regulan en la Constitución Política, las jurisdicciones contenciosa y de trabajo
(artículos 49 y 70) y es dentro de este contexto que debe incrustarse la
jurisdicción constitucional, en el entendido de que su competencia se
complementa y no se superpone a las señaladas, a los fines de protección del
ciudadano
1994-00843,
(en este sentido, pueden consultarse las sentencias número
1996-00404,
1996-003379,
1996-006689, 1997-2402, 1997-004261,
1999-2364,
1999-2372,
2004-4865). De manera
1999-5025,
1996-006471,
1996-
1998- 3458, 1998-5055,
1999-5026,
que, corresponde
1999-6399,
006692-96,
1998- 6242,
2003-11921,
a la vía contencioso administrativa,
pronunciarse en relación con la alegada contradicción entre un reglamento y la
ley, por ser un tema de mera legalidad. En consecuencia, por ser manifiestamente
improcedente, se rechaza de plano la acción interpuesta.´
Nótese, pues, que debe ser en la vía contencioso-administrativa, no en la
constitucional, que se dilucide el diferendo que interesa al accionante. ³
Asimismo, debe tomarse en consideración que el Nuevo Código Procesal
Contencioso-Administrativo prevé la impugnación directa de un reglamento o
disposición general (artículo 37, párrafo 1°), norma que permite, incluso, fiscalizar
en la sede contencioso-administrativa los reglamentos que no son de aplicación
automática que no resultan congruentes con el parámetro de legalidad (artículo 49
constitucional). Por su parte, el artículo 130, párrafo 3°, del Código Procesal
Contencioso-Administrativo estipula que ³La anulación de un acto administrativo
de alcance general producirá efectos erga omnes, salvo derechos adquiridos de
buena fe y situaciones jurídicas consolidadas. La sentencia firme será publicada
íntegramente en el diario oficial La Gaceta, con cargo a la administración que la
haya dictado´. Consecuentemente, a la luz de la nueva legislación procesal el juez
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ordinario contencioso-administrativo sí puede anular con efectos erga omnes un
reglamento que excede el parámetro legislativo.
IV.Conclusión. En razón de lo expuesto, se rechaza de plano la acción.
V.- Nota separada de los magistrados Cruz Castro, Rueda Leal
y Piza
Rocafort. Coincidimos con la mayoría en los argumentos que esgrimen para
rechazar de plano la acción, toda vez que no hay una contradicción evidente y
manifiesta entre la Ley y el Reglamento que se impugna. La postura del Tribunal,
en el sentido de que cuando una norma reglamentaria violenta o excede lo
dispuesto en una ley es un tema de legalidad, cuya discusión no corresponde a esta
jurisdicción, en términos generales, acierta jurídicamente. No cabe duda que es al
Juez ordinario a quien compete determinar los alcances de la interpretación y
aplicación de la Ley y, por consiguiente,
es él el llamado a
establecer si una
norma reglamentaria vulnera o no la norma legal. Sin embargo, hay un matiz
importante en este asunto, y es que, desde nuestro punto de vista, cuando hay una
evidencia manifiesta, que salta a la vista, que la norma reglamentaria excede,
suprime- o contradice el texto de la Ley- no cabe duda que, de forma grosera,
se
vulnera el principio de fuerza, autoridad o eficacia de la Ley; principio que tiene
cobertura constitucional y que debe ser tutelado por este Tribunal.
Como es bien sabido, el principio de fuerza, autoridad o eficacia de ley nos remite a la
potencia (fuerza activa), a la resistencia
(fuerza pasiva) y al régimen de
impugnación de la Ley. Con base en el primer aspecto del concepto, la Ley, una vez que
entra en vigencia, deroga o modifica toda norma de igual o inferior rango. Con
fundamento en el segundo, la Ley no puede ser derogada ni modificada por una norma
de inferior rango. Por último, con base en el tercero, la Ley sólo puede ser impugnada
por razones de inconstitucionalidad y, por ende, sólo a través de una resolución de la
Sala Constitucional se puede anular.
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El basamento constitucional de este principio lo encontramos en el numeral 129 de la
Carta Fundamental, que señala que la Ley sólo puede ser derogada, abrogada o
modificada por otra norma posterior de igual rango.
Por otra parte, el principio de fuerza, autoridad o eficacia de ley es un presupuesto
esencial del Estado social y democrático de Derecho, toda vez que parte de una
idea nuclear: el acto normativo parlamentario es superior en rango al acto
normativo que emiten los otros Poderes del Estado, en especial del Poder
Ejecutivo, lo que supone que todos los Poderes del Estado, cuando ejercen la
potestad normativa (artículo 6 de la Ley General de la Administración Pública
inciso d), deben de ajustarse a lo dispuso por el legislador. Cuando ello no ocurre,
se desconoce el rango normativo de la Ley que, en la escala jerárquica normativa,
ocupa el
tercer lugar en importancia después de la Constitución Política y los
Tratados Internacionales (artículos 10 y 7) y, por consiguiente, se vulnera un
principio clave del Estado social y democrático de Derecho. Aunado a lo anterior,
a esta Sala Constitucional sí le corresponde garantizar el Principio de Reserva de
Ley y sus corolarios esenciales, recogidos sintéticamente en la sentencia
N.92-3550; lo que supone verificar que el Reglamento no traspase los límites
razonables de la reserva de ley.
Ergo, cuando de manera evidente y manifiesta una norma reglamentaria rebasa,
suprime o contradice una Ley de la República, se vulnera el numeral 129 de la
Carta Fundamental y el principio de fuerza, autoridad o eficacia de la Ley, así
como el Principio de Reserva de Ley; y el Tribunal Constitucional sí tiene
competencia en este asunto, sin demérito de la competencia que también le asiste a
los integrantes de la jurisdicción ordinaria cuando no estamos en el supuesto
comentado.
En abono de nuestra tesis, debemos recordar que el Juez ordinario desaplica la
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norma reglamentaria para el caso concreto, en la eventualidad que concluya que
ésta es contraria a la Ley, lo que significa que, en los demás casos, pese a ello, la
norma reglamentaria ilegal sigue surtiendo todos los efectos. No ocurre así cuando
se trata de la jurisdicción constitucional, pues al tener el Tribunal Constitucional el
³monopolio del rechazo´, en el eventual caso de que considere que la norma
vulnera de manera evidente y manifiesta la Ley y, por consiguiente, el numeral
129 constitucional y el principio de fuerza, autoridad o eficacia de la Ley, no sólo la
anula, sino que la expulsa del ordenamiento jurídico, con lo que el efecto erga omnes
despliega toda su intensidad en el ordenamiento jurídico.
Por tanto:
Se rechaza de plano la acción. Los Magistrados Cruz, Rueda y Piza ponen
nota.
Ana Virginia Calzada M.
Presidenta
Gilbert Armijo S.
Ernesto Jinesta L.
Fernando Cruz C.
Paul Rueda L.
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Teresita Rodríguez A.
Rodolfo E. Piza R.
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