¿Qué pueden hacer los padres por la afectividad infantil? La psicóloga chilena Neva Milicic proporciona algunas claves. Sostiene que el apego es la base sobre la cual los niños construyen y establecen vínculos afectivos; se trata de una unión vital que determina la relación afectiva entre los niños y sus padres, unión que debe mantenerse durante toda la vida. psidesarrollo3equipo6.wikispaces.com apego.jpg En este contexto hoy se pone el acento en la necesidad de establecer apegos múltiples, con otras personas; entre ellos, el padre, que es, sin lugar a dudas, uno de los agentes más relevantes para el bienestar socio emocional del niño: el padre debe participar en la vida de sus hijos, desde el embarazo mismo, compartiendo los cuidados y la educación de los niños. El apego parental se logra a través de la presencia en situaciones vitales, de tal modo que los niños sienten que sus padres y los adultos importantes estarán presentes cuando se los necesite. Un niño que se siente querido, cuidado y acompañado tiene un apego seguro. Los niños que han desarrollado un buen apego en la infancia tienen mayor facilidad para relacionarse con otras personas; son capaces de establecer amistades profundas y relaciones afectivas duraderas. Son más seguros y sociables, sonríen con mayor frecuencia, tienen talante positivo y un buen nivel de autoestima. Los niños necesitan que los padres estén con ellos; que se ocupen de ellos (y no tan sólo se preocupen); necesitan que les den tiempo. Si los niños tienen algún problema deben saber que cuentan con la ayuda de sus padres. En este contexto son importantes las afirmaciones de Humberto Maturana: cuando un papá o una mamá están, por ejemplo, jugando con sus hijos, deben estar ciento por ciento disponibles para ese juego, para esa conexión, sin estar con la mente en otra parte, sin estar con los niños ‘a medias’. Los padres, según Maturana, ‘deben estar ahí; el compromiso de los padres debe ser total’. Agreguemos otro hecho importante: la clásica y repetida explicación ‘tengo poco tiempo para mis hijos pero el tiempo que les doy es de mucha calidad’ ya no es aceptada. La razón es sencilla: los niños necesitan tiempo y que en ese tiempo, los padres ‘estén ahí y solamente ahí’. Lo menos importante es el lenguaje utilizado en la relación con los niños: la seguridad personal de los hijos se construye a partir de su propia imagen corporal: si un niño de tres o cuatro años escucha a su madre decirle que es lindo, se sentirá valorado, querido. Los padres, a través de lo que dicen y hacen respecto a sus hijos le devuelven una especie de fotografía de sí mismos, consecuentemente, los padres deben entregar a sus hijos las mejores fotografías posibles. La violencia, la descalificación, la indiferencia van en dirección contraria a este proceso de desarrollo social y emocional. Ya a nivel escolar, la opinión de otras personas significativas, como los hermanos, tíos, amigos, profesores, influirán en la imagen que los niños se formen de sí mismos. Consideremos, además, que la inteligencia emocional de los niños facilita su desarrollo intelectual y afectivo y su inserción social, aprendiendo a relacionarse y a resolver conflictos. Esto supone que los niños deban desarrollar las siguientes capacidades: - Capacidad para identificar y comprender sus propias emociones - Saber esperar y controlar los propios impulsos - Identificar aquello que los motiva y entusiasma - Tener capacidad para afrontar tanto buenos como malos momentos - Reconocer las emociones de los demás y tratarlas apropiadamente - Tener capacidad para la propia motivación; organizarse, proponerse metas, trabajar con entusiasmo y superar las frustraciones, y, finalmente, - Mantener relaciones positivas. Estas características se desarrollan en el seno familiar: los niños observan las formas de relación de los adultos de la casa, las imitan y luego las incorporan a su esquema mental… por lo que se comportarán de acuerdo a ellas en la vida adulta. (Documento base: EL DESARROLLO SOCIAL Y AFECTIVO EN LOS NIÑOS DE PRIMER CICLO BÁSICO. Tesis, Universidad Mayor, Facultad de Educación. Mónica Álvarez F., María M. Becerra V., Fabiola E. Meneses S. Profesor Guía: Bartolomé Yankovic N., Santiago, 2004).