SOBRE EL LENGUAJE, LA LENGUA Y EL DIALECTO Selección del libro: Hablar y escribir bien, Irene Paiz (editora), Readers Digest eds., México 1994. Adaptación: Salvador Carreño EL HABLA Durante muchos siglos, el único medio de comunicación fue la relación cara a cara, la que se realizaba mediante diálogos en voz alta o discursos en las plazas públicas. Todo se afirmaba o se decidía al instante, de manera directa. En la actualidad, el habla y su representación escrita se producen, básicamente, en forma diferida, con el desarrollo de las técnicas de comunicación -primero la prensa, luego la radio y más tarde la televisión-, con el acopio de información en los archivos y en los bancos de datos, y con la multiplicación de redes que unen instantáneamente los puntos más distantes del planeta. Pese a ello, la expresión mediante el habla no deja de ser menos omnipresente, además de que constituye el medio más humano de comunicación. El concepto de habla no es fácil de comprender, dado que se define en relación con el de lengua, el cual, a su vez, remite al concepto de lenguaje. Cada uno de estos términos -lenguaje, lengua y habla- cobra sentido a partir del lugar específico que ocupa dentro de ese conjunto de actividades que es la comunicación. EL LENGUAJE El lenguaje es la función de expresar el pensamiento y los sentimientos. Por extensión, designa a todo sistema de signos que permite tanto la comunicación intrapersonal, como la interpersonal, la grupal y la masiva. “El lenguaje -escribió el lingüista Joseph Vendryes (1875-1960)- es un acto fisiológico en cuanto se sirve de diversos órganos del cuerpo humano. Es un acto psicológico, puesto que supone la actividad voluntaria del espíritu. Es un acto social en virtud de que responde a una necesidad de comunicación entre los hombres. Es, en resumen, un hecho histórico que se atestigua a través de muy diversas formas”. LA LENGUA En este marco, la lengua es el lenguaje conformado por signos lingüísticos; es decir, por palabras. Su carácter no es universal, como el del lenguaje, sólo es posible gracias a la existencia de idiomas particulares. En una época en que todo se internacionaliza e, incluso, se globaliza (la tecnología, la economía), la lengua es, al parecer, uno de los últimos valores con que los grupos humanos pueden diferenciarse. Junto a las lenguas más difundidas, como el inglés, el francés y el español, existen en el mundo entre 4500 y 6000 lenguas más, que los lingüistas y los etnólogos se esfuerzan por clasificar con base en su origen. EL HABLA ¿Qué es el habla? Es la puesta en práctica, por parte de la persona (el hablante), de la comunicación oral, en la que se emplea un cierto número de palabras (léxico) según un determinado número de reglas (sintaxis): es el ejercicio que cada individuo hace de su lengua y que, en consecuencia, lo relaciona con un concepto más, el del Dialecto, que es el conjunto de matices contextuales que da a esa ejecución la identidad cultural nacional, regional, local y/o grupal que caracteriza a cada hablante. Para designar algo con exactitud debemos conocer parte del léxico, cuya existencia es anterior al uso que hacemos de él y que se encuentra consignado en el diccionario. Y para que puedan comprendernos nuestros interlocutores debemos apegarnos, hasta cierto punto, cuando menos a la sintaxis (según las reglas formalizadas en una gramática). Sin embargo, para expresarnos, casi siempre podemos elegir entre varias combinaciones (el universo de la Retórica), que le dan variabilidad a la lengua y revelan parcialmente la personalidad del que habla. Tenemos, así, una sucesión gradual de hechos lingüísticos: El lenguaje es el fenómeno existencial que caracteriza al hombre en relación con los demás seres animados. La lengua es un hecho social, dado que conforma un sistema coherente de la expresión del pensamiento, que pertenece, en común, a un conjunto de individuos. El habla es la manifestación dialectal de esa necesidad existencial que tiene el hombre de expresarse, de afirmarse y de comunicarse. Cerca del tercer mes de edad, el bebé emite sonidos que han dejado de ser gritos, pues su carácter no es impulsivo. La primera forma del lenguaje es el balbuceo, y después de él, el niño alcanza (entre los ocho meses y el año) el estado en el que la imitación del lenguaje hablado (sílabas) se vuelve una delicada realidad. Al año, más o menos, pronuncia sus primeras palabras, cada una de las cuales tiene el valor de una frase; a los dos años, puede unir cuando menos dos palabras. A medida que pasan los meses, y después los años, su vocabulario aumenta, hasta llegar a 1500 palabras hacia los tres años y a 3000 cerca de los cinco (cabe hacer notar que, según el INEGI, en México, los adultos con instrucción media suelen emplear de manera regular unas 250 ó 300 palabras distintas en su diaria comunicación, de un global estimado en 250 000 vocablos propios de la lengua española). ¿Por qué desea hablar el niño? Poco a poco descubre que el habla es un medio para influir sobre los otros: para solicitar, informar y convencer; es el lenguaje socializado. Asimismo, para él hablar es un juego, o bien, la forma de dar a la acción un acompañamiento vocal; es el lenguaje egocéntrico. La función del lenguaje infantil es descubrir (el habla sirve para cuestionar, comprender y explorar el mundo) y crear un universo particular: el de la imaginación, la creatividad y la re-creación. EL LÉXICO El léxico es el conjunto de palabras de una lengua. Se calcula que el idioma español consta de 250 000 vocablos, pero es obvio que nadie los conoce todos y que tampoco todos aparecen en un solo diccionario. Esta cifra implicaría considerar todas las palabras existentes, de todas las épocas y en todos los niveles de lenguas existentes (todos y cada uno de los dialectos), así como los arcaísmos y los neologismos. Así, por ejemplo, la vigésimo primera edición del Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, publicada en 1992, contiene solamente 83 500 palabras; y el Pequeño Larousse Ilustrado de 1993 consigna 91 000. En realidad, nosotros -los hablantes medianamente cultosapenas conocemos una parte de ese vocabulario, cerca de 20 000 palabras, un gran número de las cuales pertenecen a nuestro vocabulario pasivo, el que sólo comprendemos por el contexto pero no usamos; uno consulta los diccionarios para verificar el sentido de esas palabras. En la vida cotidiana requerimos, básicamente, de 5000 términos; y seleccionamos de entre el léxico de la lengua en cuestión los que nos son más útiles. Las palabras que se utilizan con mayor frecuencia reúnen las siguientes características específicas: Son las más cortas: cinematógrafo se transformó en cine; televisión, en tele. Son de origen popular (en oposición a las eruditas): alcohólico es más usual que etílico. Son las que tienen el mayor número de significados (en lugar de las específicas): hacer se aplica en más situaciones que realizar. LA LENGUA HABLADA Existe un alfabeto fonético internacional, diseñado para transcribir exactamente los sonidos de la lengua hablada, según el principio que reza: “Un solo signo para cada sonido, un solo sonido para cada signo”. Este alfabeto, que creó en 1888 la Asociación Fonética Internacional, es distinto del de la lengua escrita, y consta de 36 sonidos o fonemas y 26 signos o grafemas. Se utiliza con frecuencia en los diccionarios multilingües para indicar al lector la pronunciación de las palabras extranjeras. En los diccionarios de la lengua española no es necesario explicar la pronunciación porque el conocimiento de ciertas reglas ortográficas basta para que el lector sepa cómo se pronuncian las palabras. En la lengua hablada, las reglas gramaticales se aplican con mucho menos rigor que en la escrita. Las frases a menudo quedan incompletas; se enciman, se repiten; ciertos tiempos verbales -como el futuro simple (iré) o la segunda forma del pretérito subjuntivo (fuese)- no son muy favorecidos en México, y en su lugar se emplean la perífrasis verbal de futuro (voy a ir) o la primera forma del pretérito del subjuntivo (fuera). La negación se expresa en forma elíptica (se dice simplemente “no”), y se aceptan sin problema giros que en lo sintáctico resultan incorrectos. (Ver posteriormente en el tema de “Los vicios del lenguaje”). En una conversación basta con llamar eso a aquello de lo que se habla; tú, a la persona a quien se habla; y yo, a quien habla. La frase ¿Me entiendes? sustituye fácilmente a toda una serie de datos que tendrían que especificarse en un texto escrito. Asimismo, el vocabulario que se usa es poco variado, por una sencilla razón: la memoria inmediata no es capaz de retener el significado de más de 30 palabras. Un enunciado sólo se comprende al final, y las repeticiones, que son más frecuentes que en el lenguaje escrito, ayudan a la comprensión. La lengua hablada también se apoya en los nexos (conjunciones y preposiciones) y en los artículos. Estas categorías gramaticales representan menos del 1% del léxico total de la lengua española, pero se repiten tanto que pueden llegar a constituir cerca del 50% del discurso. Se utilizan con mayor frecuencia que los sustantivos, los verbos, los adjetivos y los adverbios, aunque de estas categorías tengamos una mayor variedad. La importancia de los nexos llega a tal grado que si los elimináramos de un artículo periodístico, la extensión de éste se reduciría a la mitad, y si nos expresáramos sin ellos, el sentido de nuestros contactos resultaría incomprensible. EL DIALECTO Respecto de las más o menos 5000 palabras que usamos en nuestra vida cotidiana, vamos a precisar y a valorar su significado mediante las particulares formas de expresión de las que carece la lengua escrita y que constituyen el ámbito propio del Dialecto, el cual comprende no sólo el uso específico de determinados vocablos de acuerdo con las situaciones contextuales más diversas, sino que incluye fenómenos importados de otros lenguajes no verbales, visuales y paraverbales que se materializan en la articulación, el énfasis, la inflexión, la gestualización y la mímica. La articulación permite emitir y comprender el significado del contacto. No obstante, cada situación presenta sus propias exigencias: una conferencia debe articularse mejor que una simple conversación; un discurso oral que no se acompaña de mímica -como sucede al hablar por teléfono o por radio- requiere de una mejor articulación; y para dar una impresión de intimidad, las palabras se susurran. El énfasis permite cortar una frase, subrayar algo importante o expresar una emoción, destacando una sílaba o un grupo de ellas. En español, a diferencia de otros idiomas, los acentos de la lengua hablada ayudan a marcar el énfasis. En la lengua escrita, las tildes y los signos de puntuación, los de exclamación y los de interrogación se encargan de indicar este aspecto. La inflexión sugiere matices, colorea el sentido y orienta la forma de interpretarlo. En cuanto a la respiración, que corresponde a la necesidad física de recuperar el aliento, es la que da ritmo al discurso. Los gestos no pertenecen propiamente a la lengua, pero casi siempre la acompañan, y sirven para puntualizar o reforzar el discurso: distinguen al que habla. Cabe señalar que la expresión del rostro varía según los códigos propios de cada cultura; y al respecto se habla de la comunicación no verbal, que puede incluso contradecir a la oral. En el lenguaje kinésico no sólo interviene el rostro: prácticamente todas las partes del cuerpo comunican algo que a veces las palabras no dicen. La postura al sentarse, el movimiento de las manos, de las piernas y de la cabeza, así como la mirada, el tono de la voz y muchos otros elementos complementan o modifican el discurso emitido por el hablante. Incluso nuestra ropa y, en general, el aspecto personal, envían a nuestro interlocutor ideas de las que con frecuencia no estamos conscientes. Modalidades sociales de la lengua Resulta claro que nuestra manera de utilizar la lengua varía de acuerdo con el contexto. Así, es posible distinguir varios niveles dialectales o registros de lengua (también llamados modalidades): uno familiar (el de la conversación entre amigos); otro estándar o común (que empleamos en situaciones donde se requiere cierto nivel de formalidad), y un registro elevado (el de la literatura, las conferencias, los cursos o la comunicación en la vida profesional) Los niveles sociales del dialecto identifican a las personas que pertenecen a un mismo grupo. Hay personas que pueden tratar con individuos de todos los niveles y usan el lenguaje requerido en cada situación; por otra parte, el léxico que se considera culto en un país puede ser vulgar en otro. En todo caso, dentro del marco dialectal de cada grupo humano, conviene allegarnos de un volumen cada vez mayor de palabras en uso efectivo, para incrementar un valor agregado de nuestra comunicación verbal en lo que identificaremos finalmente como idiolecto, o capital total de palabras registradas en la práctica de cada hablante. ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS El habla es una de las características existenciales del ser humano. Lenguaje, lengua y dialecto son QUÉ EVITAR Considerar inferiores civilizaciones que no tienen una lengua escrita. Pensar que existe una lengua noble (la eslabones de una cadena indisoluble. La lengua posee un alfabeto, un conjunto de reglas gramaticales y algunos nexos. La respiración da el ritmo al discurso y la frase obtiene de ella su equilibrio. escrita) y una vulgar (la oral). Empobrecer el vocabulario del español por el uso innecesario de los vicios del lenguaje. Discriminar otras lenguas, evaluándolas desde las limitaciones de nuestro propio contexto. La inflexión, la articulación y el énfasis Identificar las lenguas muertas o de son otros recursos para orientar el grupos humanos reducidos como sentido de las palabras. dialectos cuando el término se use para referirse el sistema completo y no a una de sus variables contextuales. La sociedad y la comunicación no Rechazar la evolución de las lenguas. pueden existir sin el habla