Los procesos de flexibilidad laboral en América Latina

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Los procesos de flexibilidad
laboral en América Latina:
experiencias y resultados
L
* Facultad de Contabilidad y Administración de la Universidad Autónoma de Baja California <[email protected]> y <[email protected]>.
458
COMERCIO EXTERIOR, VOL. 56, NÚM. 6, JUNIO DE 2006
MANUEL ALEJANDRO
I B A R R A C I S N E R O S*
as exigencias para alcanzar niveles de competitividad
elevados han ocasionado la búsqueda y el desarrollo de
métodos productivos novedosos que disminuyan costos
y aumenten la producción. A partir de los años sesenta se
establecieron diversos sistemas productivos que tuvieron
un efecto favorable al disminuir de manera considerable los
costos de producción, lo que trajo a las empresas un mayor
nivel de eficiencia.
La flexibilidad del mercado de trabajo surgió como la
medida idónea para lograr objetivos. El agudo debate sobre
ese tema provocó que la mayor parte de los estudios se enfocaran en el análisis de las diferencias entre los mercados de
trabajo de Estados Unidos y Europa. Gran parte de la literatura al respecto refiere los menores niveles de desempleo
y la alta competitividad de ese país como producto de un
mercado laboral flexible. En Europa, la amplia protección
al trabajador se traduce en mayor desempleo, desincentivo
a la inversión y menor competitividad. Por consiguiente, la
rigidez del mercado laboral se considera un obstáculo para
la maximización de los recursos financieros, tecnológicos
y humanos.
La apertura económica llevada a cabo en el decenio de los
ochenta fue fundamental para que diversos países europeos
realizaran cambios estructurales que les permitieran alcanzar economías más competitivas. Entre esas transformaciones se encontraban las del mercado de trabajo. Así, diversas
desregulaciones en materia laboral dieron como resultado
una mayor creación de empleo, parcialmente a costa del estado de bienestar.
En el caso de América Latina, el tema de la flexibilidad
laboral es hasta cierto punto nuevo y son pocos los estudios
sobre los efectos que acarrea la aplicación de esa estrategia.
Los argumentos planteados se refieren en términos básicos a las experiencias de países europeos donde el estado
de bienestar y la estructura del mercado de trabajo son por
completo diferentes. En consecuencia, los resultados que
alcanzó el viejo continente no son la mejor referencia de lo
que ocurrirá en la región latinoamericana en caso de aplicarse la flexibilidad laboral. La mayoría de los países de la zona
ha realizado algunos cambios en sus legislaciones laborales
desde hace más de un decenio y los resultados no se asemejan a los de Europa.
El presente trabajo muestra el efecto que han experimentado los mercados de trabajo de las economías más importantes de América Latina (Argentina, Brasil y Chile) a partir
de los cambios en materia laboral realizados en el decenio de
los noventa. Por otra parte, los resultados obtenidos hasta el
momento en esas economías se comparan con la situación
actual del mercado de trabajo en México. Se demuestra que
aun cuando éste no ha realizado reformas laborales, la estructura de su mercado presenta grandes similitudes con la
de aquellos tres países.
Al comparar los cambios en materia laboral con la situación económica de los países en cuestión se demuestra que
los resultados no son tan benéficos como se esperaba y, en
la mayoría de los casos, tienden a reducir la calidad de vida
del trabajador.
LA FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA
A
mérica Latina y en especial México fueron durante la
primera mitad del siglo pasado un ejemplo a seguir en
materia laboral, ya que contaban con legislaciones protectoras
que en aquella época fueron fundamentales para el óptimo
desarrollo de las economías. En un sistema económico cerrado (sustitución de importaciones), la mezcla parecía ser
lo ideal. Con la apertura económica y la globalización de
mercados, lo que alguna vez fue una legislación avanzada
se convirtió en una legislación laboral rígida y con pocas
facilidades para crear empleos y promover el crecimiento
económico. Así fue como, a principios de los años ochenta,
comenzaron los procesos de restructuración productiva que
dieron paso a la flexibilidad del mercado de trabajo.
Tales procesos se han apuntalado en los argumentos desarrollados en Europa, donde los parámetros económicos,
sociales y jurídicos tienen poco que ver con los de América
Latina, cuyos costos laborales y sistemas de protección so-
cial están muy por debajo de los niveles del viejo continente.
Aunque algunos opinan que los salarios altos o la compleja
reglamentación laboral europea afectan de manera negativa
la competitividad de la economía, quizá no sea tan sencillo
deducir de ello que en América Latina los salarios bajos y la reglamentación laboral deban producir efectos contrarios.1
Para muchos investigadores y promotores de la flexibilidad laboral radical, el papel que asumió América Latina en
materia de reformas laborales no fue el esperado, ya que la
mayoría de los países no flexibilizó su mercado de trabajo y
algunos lo han hecho incluso más rígido. La zona aún posee una estructura laboral paternalista y algo populista, en
el sentido de que evitan cambios trascendentales por miedo a una reacción social violenta y por el costo político que
eso supone.
Se argumenta que los países de la región no han podido
reducir sus niveles de pobreza y desempleo, aun con la expansión del sector informal, y que en algunos casos estos niveles
aumentaron.2 La causa se ubica sobre todo en la rigidez del
mercado laboral, factor que ha impedido que el crecimiento
económico inducido por las reformas se traduzca en una mayor creación de puestos de trabajo en el sector formal. 3
La controversia persiste entre quienes consideran que los
problemas de alto desempleo y falta de competitividad de
esos países se deben a que sus gobiernos no han realizado
una reforma integral del mercado de trabajo y que las medidas aplicadas carecen de mecanismos flexibles en materia
recontratación, despido y formas de terminación de la relación de trabajo. En contraposición, hay quienes establecen
que el exceso de flexibilidad de esas medidas ha agudizado
algunos problemas, como la precariedad e inestabilidad
laboral, la pobreza, la pérdida del poder adquisitivo de los
trabajadores, así como el incremento del sector informal en
la economía.
Algunos estudios afirman que en el caso de Argentina,
por ejemplo, la segmentación del mercado laboral y el desempleo comenzaron mucho antes de la apertura comercial,
quizá como consecuencia de la rigidez que imperaba en la
economía. 4 Otras investigaciones sostienen que ese país si1. A. Bronstein, “Reforma laboral en América Latina: entre garantismo y
flexibilidad”, Revista Internacional del Trabajo, vol. 116, núm. 1, Ginebra,
1997, p. 25.
2. Según cifras de 1999, el sector informal en Brasil representa 47.10% de la
estructura del empleo urbano, mientras que en Chile es de 37.50%, y en el
caso de México ya alcanza 40.10% del empleo urbano. Fuente: Organización
Internacional del Trabajo (OIT), Panorama Laboral 2002, Lima, 2002.
3. I. Gill, W. Maloney y C. Sánchez-Páramo, “Liberalización del comercio y
reforma laboral en América Latina y el Caribe en los 90”, En Breve, núm. 1,
mayo de 2002, p. 2.
4. Ibid.
459
guió todas las recomendaciones del Banco Mundial y del
Fondo Monetario Internacional en el sentido de flexibilizar
el mercado laboral, pero las expectativas de crecimiento no
se cumplieron.5
De la Garza señala que las formas de flexibilidad laboral
aplicadas en América Latina han implicado no sólo cambios
en las leyes laborales, sino también la transformación en la
contratación colectiva y la ruptura o debilitamiento de los
pactos corporativos entre sindicatos, Estado y empresas. 6
La experiencia indica que tampoco cabe esperar de dichas
medidas una gran cantidad de nuevos puestos de trabajo, en
particular en periodos de bajo crecimiento económico. Sus
ventajas parecen más bien relacionarse con la mayor estabilidad de los empleos.7
Bronstein argumenta que puede darse por sentado que
ninguna de las reformas hechas en la región se sustentó en
estudios concluyentes sobre sus efectos benéficos en la economía, y sugiere que éstas se establecieron con base en prejuicios en lugar de juicios. 8
PERFIL DE LAS REFORMAS EN EL MERCADO REGIONAL
DE TRABAJO
Argentina: cambios profundos sin resultados claros
A
rgentina es uno de los países de América Latina donde se establecieron reformas profundas en materia de
flexibilidad laboral en el mercado de trabajo durante los
años noventa. La primera modificación, que se llevó a cabo
en 1991, se proponía modernizar la economía y mejorar la
posición del país en el mundo,9 así como combatir el empleo
informal y fomentar las políticas de ocupación activas. El
desempleo se consideraba uno de los problemas más graves
que aquejaban al país, junto con la inflación elevada y los
problemas presupuestarios.
Una de las medidas más importantes de la reforma fue el
establecimiento de modalidades de contratación de trabajo
precarias o atípicas, es decir, contratos a plazo fijo, por honorarios y temporales, entre otros.10
5. E. Barrera, Elementos de análisis para la discusión sobre la reforma laboral,
Boletín, núm. 4, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Cámara
de Diputados, mayo de 2003.
6. E. de la Garza, “La flexibilidad del trabajo en América Latina”, Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, Colegio de México, 2000, p. 176.
7. OIT, op. cit., 2002, pp. 28-33.
8. A. Bronstein, op. cit., p. 26.
9. A. Salvia, “Reformas laborales y precarización del trabajo asalariado (Argentina 1990-2000)”, Programa cambio estructural y desigualdad social,
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Argentina, 2001, p. 123.
10. A. Bronstein, op. cit., p. 14.
460 FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA
El modelo de contratación se consideraba entonces demasiado rígido y sus costos muy elevados para los empresarios, por lo que se creó el contrato de duración determinada.
Para impulsar esta figura jurídica, el gobierno otorgaba a
los patrones diversos apoyos y exenciones en sus contribuciones sólo si pactaban ese tipo de contratos, estímulos que
no se aplicaban en el caso de la contratación permanente. Lo anterior dio como resultado que después de cuatro
años de vigencia de esa modalidad de contratación no se
consiguiera un incremento considerable del empleo temporal, debido a los engorrosos trámites burocráticos que
aún se mantenían. En 1995 se realizó otra reforma laboral
con el propósito de corregir los errores de la primera. Los
cambios principales fueron la reglamentación del trabajo a
tiempo parcial, el establecimiento de un periodo de prueba
y la puesta en marcha de medidas para facilitar la contratación por tiempo determinado. Se autorizó también el contrato de aprendizaje y de formación, así como el régimen
de pasantías, cuya duración mínima se fijó en tres meses y
la máxima de un año.
Se estableció el despido con aviso previo (desde 15 días
hasta dos meses) y el despido colectivo por causas económicas o tecnológicas. Por último, se creó el seguro de desempleo
con una duración de 13 meses. Luego de analizar el efecto
de las nuevas reformas en el mercado de trabajo argentino,
Bronstein concluye que castigaron la generación de empleo
estable, ya que al finalizar los periodos de prueba se eliminaban las exenciones de cotizar a la seguridad social, lo que incrementó 14% los costos laborales.11 Por tanto, el empleador
no ejercía la contratación definitiva y optaba por terminar la
relación laboral. Esto produjo precariedad laboral, además
de que las empresas dejaron de invertir en la capacitación de
sus trabajadores, hecho que provocó la reducción de la eficiencia y la productividad de las plantas productivas.
Brasil: flexibilidad impuesta por los hechos
Brasil no ha profundizado sus medidas de flexibilidad y los
cambios a la ley del trabajo se tradujeron en reglamentar cierto tipo de prácticas ilegales. Es decir, más que una reforma
integral, las modificaciones consistieron, en su mayor parte,
en legalizar las prácticas informales.
Las medidas de flexibilidad laboral se han llevado a cabo
fuera del marco legal, y a pesar de que las leyes brasileñas en
esa materia se consideran rígidas, en la práctica distan mucho de serlo. Todo el sistema está hecho para que de una u
11. Ibid., p. 16.
otra manera se negocien condiciones de trabajo distintas a
las permitidas por la legislación, lo que disminuye los costos
laborales que implica la contratación formal.
Así, se establecieron los contratos de duración determinada, los de formación y aprendizaje, así como el periodo
de prueba. También se creó un salario protegido al disponer
que las remuneraciones fueran inembargables. Se mantuvo
el despido con aviso previo, y se determinó que el incremento salarial quedara en función del aumento de la productividad. Por último se estableció un seguro de desempleo por
un monto de uno a cuatro salarios mínimos, una duración
de cuatro meses, y aplicable a los trabajadores que laboraron
por lo menos seis meses.
Al parecer, esas medidas no lograron efectos positivos en
la economía, ya que el desempleo no disminuyó de manera significativa. Los datos de Sotelo demuestran que el empleo formal ha descendido en todas las ramas de la actividad
económica y el mercado formal abre paso al informal, que
ha crecido en los últimos 10 años.12 La proporción de trabajadores con ingresos menores al salario mínimo subió dos
puntos porcentuales en tan sólo un año (1996).
Camargo señala que el mercado de trabajo brasileño es
muy flexible y se orienta a reducir la desocupación y fomentar el empleo, aunque sea de manera informal. Así, la economía subterránea sirve de válvula de escape en las constantes
crisis económicas que sufre el país.13
Chile: de la flexibilidad profunda a la regulación
del mercado de trabajo
Las reformas laborales chilenas se dividen en dos etapas: la
primera, llevada a cabo en el régimen de Augusto Pinochet en
1978 y 1979, se caracterizó por la eliminación de las barreras
a la entrada de capitales extranjeros, la apertura económica
y la creación de un sistema de pensiones privado. Además
se realizó una profunda reforma laboral con el propósito de
ajustar las relaciones de trabajo colectivas e individuales a un
sistema económico de corte neoliberal.14 Las nuevas normas
se aplicaron de manera unilateral y favorecieron claramente al empresariado. La supresión de los derechos laborales
12. A. Sotelo, Globalización y precariedad del trabajo en México, Ediciones El
Caballito, México, 1999, pp. 160-164.
13. José M. Camargo, “Brazil: Labour Market Flexibility and Productivity, with
Many Poor Jobs”, en E. Amadeo y S. Horton (eds.), Labour Productivity and
Flexibility, MacMillan Press, Londres, 1997, p. 64.
14. La flexibilidad laboral en ese país se dio en el marco del milagro chileno (19771981) como un mecanismo para justificar e institucionalizar los cambios
provocados por la reconversión económica realizada por la dictadura en el
periodo precedente. Véase A. Sotelo, op. cit.
COMERCIO EXTERIOR, JUNIO DE 2006
461
fue persistente y el sindicalismo se redujo a su mínima expresión y perdió la capacidad de negociación con el régimen
que gobernaba el país.
En ese marco, el mercado de trabajo en Chile experimentó
la flexibilidad más profunda de toda América Latina y fue,
en su momento, una de las economías más atractivas para
la inversión. Asimismo, su desarrollo económico fue muy
significativo en ese periodo.
La segunda etapa comenzó en 1990, con la llegada al poder de un régimen democrático que volvió a modificar las
leyes laborales para hacerlas más protectoras y regular de
nuevo el mercado de trabajo.
Morgado establece que los cambios normativos producto de la reforma de ese año tuvieron el propósito de volver a
regular; se abandonó la desregulación de los años setenta y
ochenta, sin que esto significara una pérdida de eficiencia de
las instituciones laborales.15 Insiste en que no se trata de una
contrarreforma sino de la reforma de la reforma, y concluye que
los cambios aplicados, a pesar de su relevancia, no han sido tan
profundos como para invertir la tendencia hacia la disminución de la calidad del empleo. Tampoco se ha revertido el aumento de las contrataciones temporales y a tiempo parcial, ni
las prácticas de subcontratación o de trabajo externo.
Algunos de los cambios en materia laboral fueron la mejora en la regulación de la contratación a plazo fijo, la rebaja
en la duración de los contratos de formación y aprendizaje, y
el establecimiento del despido colectivo derivado de procesos
de modernización de las empresas, bajas en la productividad,
cambios en las condiciones del mercado o la economía y falta
de adecuación laboral o técnica del trabajador. Asimismo,
se creó la figura de las centrales sindicales y se ofreció mayor
apoyo a la constitución de sindicatos.
Es pertinente señalar que en Chile la fijación del salario
mínimo no está reglamentada; por ello, la flexibilidad salarial
es un instrumento ya en uso. De hecho, para los menores de 21
años y mayores de 65 no existe el salario mínimo. También,
el aviso de despido se aplica con 30 días de antelación.
De acuerdo con cifras de Schkolnik, el empleo temporal,
cuya duración es de hasta tres años, representa 15.2% de la
ocupación, y 49% de los empleos duran menos de tres años.16
De los trabajadores con jornada parcial, sólo 31% cotiza a
la seguridad social; el salario medio ha disminuido de manera considerable, y la participación de la mujer es muy baja
15. E. Morgado, Las reformas laborales y su impacto en el funcionamiento del
mercado de trabajo, CEPAL, julio de 1999 (serie Reformas Económicas, núm.
32).
16. M. Schkolnik, Brechas, desafíos y avances en el mercado de trabajo, ponencia
presentada en el panel Experiencias Sectoriales de Reducción de Brechas y
Desafíos en el Sector Público, Ministerio del Trabajo y Previsión Social, 23 y
24 de mayo de 2002.
462 FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA
(35% frente a 44% en América Latina). Si a eso se le añade
que de 50 a 57 por ciento de la población adolece de un nivel
educativo básico, la pérdida del potencial productivo en los
últimos años es enorme. La cultura empresarial no ha aplicado de manera eficiente las medidas de flexibilidad interna,
ya que menos de 10% de la fuerza de trabajo se ha capacitado
para realizar su labor.
Los resultados de las medidas de re regulación del mercado laboral se consideran desalentadores. Si bien a principios
de los noventa contribuyeron a crear numerosos empleos,
e ingresos, a mitad del decenio se redujo de modo considerable la generación de puestos de trabajo y aumentaron los
niveles de pobreza, la precariedad del empleo y, desde luego, el subempleo.
Análisis comparativo del mercado de trabajo
en Argentina, Brasil, Chile y México
En el cuadro 1 se observa que los cuatro países estudiados
prevén los contratos indefinidos. Sin embargo, en Chile se
especifica la cantidad y la vigencia de los pactos a plazo que
deben presentarse para considerarlos indefinidos. El convenio por tiempo determinado se permite en todos los países,
pero en México sólo se autoriza en ocasión de una obra determinada o por la sustitución temporal de un trabajador.
Por su parte, la nación andina no establece ninguna restricción, mientras que Argentina y Brasil lo permiten. México
es el único país donde la contratación temporal no se aplica,
pero en su lugar se ejerce el contrato eventual.
Por otra parte, Argentina no establece un plazo en la
duración de la contratación temporal, a diferencia del resto de los países. Asimismo, México es el único que no permite el contrato de aprendizaje. El periodo de prueba no
está legislado en este último país ni en Chile. La fijación
o negociación del salario mínimo se realiza de forma tripartita (Estado, empresas y sindicatos) en todas las naciones, excepto en Chile. Empero, en éste se otorgan más
días de licencia por maternidad, mientras que en el resto
la duración es casi similar. El despido justificado se regula
en todos los países y cuando se ejerce no existe el pago de
compensación. A su vez, la legislación mexicana es la única que no prevé el despido con aviso previo. En Chile, el
costo por despido injustificado es el más elevado, seguido
de México y Brasil.
Por su parte, las reglas para el despido colectivo sólo se
encuentran en las legislaciones de Argentina y Chile. La revisión de los convenios colectivos se lleva a cabo cada dos
años en todos los países. Un punto muy importante es que
en México no existe el seguro por desempleo.
C
U
A
D
R
1
O
AMÉRICA LATINA: ANÁLISIS COMPARATIVO DE LA LEGISLACIÓN LABORAL EN CUATRO PAÍSES
Argentina
Brasil
Contrato indefinido
Suposición de que el
convenio es indefinido, salvo
que se exprese lo contrario.
Renovación del acuerdo sin
especificar la duración.
Contrato temporal
y por tiempo determinado
Si, en algunos casos.
Contrato de aprendizaje
Plazo del contrato temporal
Sí
No hay duración máxima.
Si, ciertos casos, más
aprobación en la
negociación colectiva.
Sí
Dos años.
Período de prueba
Negociación del salario
mínimo
Vacaciones
3-6 meses.
Estado, empresas y
sindicatos.
De 14 a 35 días, según
antigüedad.
Máximo tres meses.
Estado y convenios
colectivos.
De 12 a 30 días naturales,
menos faltas.
Licencia por maternidad
De 45 días antes y 45
después del parto.
15-30 días.
Salario mensual por años
de antigüedad.
Cuatro semanas antes
y ocho después del parto.
8-30 días.
Un mes por cada año
de antigüedad.
Seis semanas antes y 12
después del parto.
30 días.
Salario mensual por años
de antigüedad.
Sí
No
Sí
No
Estado, empresas
y sindicatos.
De 6 a 12 días, después
aumentan en dos días por
cada cuatro años
de antigüedad.
Seis semanas antes y seis
semanas después del parto.
No
Salario mensual por tres
meses más 20 días por cada
año de antigüedad.
No
Dos años.
Sí
Dos años.
Sí
Dos años.
Sí
Dos años.
No
Despido con aviso previo
Pago por despido injustificado
Normas sobre el despido
colectivo
Revisión de los convenios
Seguro por desempleo
Chile
México
A partir de dos contratos a
un plazo de 12 meses
o a partir de un periodo
de 15 meses si el trabajo
es discontinuo.
Libertad de otorgar.
Se considera indefinido.
Sí
Máximo un año, y 15 meses
si es discontinuo.
No
No
15 días, los cuales aumentan
por antigüedad.
Sólo algunos casos, por obra
determinada y sustitución
temporal del trabajador.
No
Hasta finalizar la obra.
Fuente: elaboración propia con datos de las Propuestas de reforma a la legislación laboral, Instituto de Investigaciones Legislativas, Senado de la República, México, 2002, y A.
Bronstein, “Reforma laboral en América Latina: entre garantismo y flexibilidad”, Revista Internacional del Trabajo, vol. 116, núm. 1, Ginebra, 1997.
Es pertinente señalar que los cambios en materia laboral
se han llevado a cabo en todos los países, excepto en México, pero las modificaciones no son tan radicales o profundas, ni sus beneficios los esperados.
El cuadro 2 da cuenta del grado de flexibilidad aplicado
en 10 países de América Latina. Perú y Argentina son los que
llevaron a cabo el mayor número de medidas flexibilizadoras
en los años noventa. El primero no otorga a las pequeñas y
medianas empresas (PYME ) exenciones a la ley laboral. Por
su parte, Argentina no ha establecido un salario mínimo
integral ni una flexibilidad salarial mediante convenio colectivo, ni tampoco ha ampliado las causas de despido por
razones económicas ni tecnológicas. A pesar de ser los más
flexibles de la región, ambos países presentan condiciones
económicas precarias.
Por otra parte, Bolivia, El Salvador, Honduras, México y Uruguay no han realizado cambios en sus legislaciones laborales, por lo que algunos organismos internacionales
las consideran rígidas. En el mismo caso están los regla-
mentos de Nicaragua, Ecuador y Brasil. Sin embargo, en
la práctica se ha demostrado que al menos los mercados
de trabajo de México y Brasil son muy f lexibles si se tienen en cuenta las condiciones de alta informalidad (40
y 47 por ciento del empleo urbano, respectivamente),
salarios por debajo del incremento de la inf lación, pocas prestaciones sociales y precariedad en el empleo. La
tendencia de los distintos países apunta hacia el impulso
de las nuevas modalidades de contratación temporal, la
modificación del régimen de indemnización por despido, la f lexibilidad del horario y, sobre todo, los cambios
en los montos de las indemnizaciones por la terminación
de la relación laboral.
Las reformas se orientan, en su mayor parte, al aspecto de
la flexibilidad llamada externa o numérica.17 La flexibilidad
17. Es la capacidad que tiene determinada empresa para aumentar o disminuir
el empleo sin incurrir en grandes costos ni enfrentar trabas de índole normativa.
COMERCIO EXTERIOR, JUNIO DE 2006
463
C
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A
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2
O
AMÉRICA LATINA: REFORMA LABORAL EN 10 PAÍSES
Nuevas modalidades
de contrato temporal
Extensión del periodo
de prueba
Ampliación de causas
de despido
Nuevo régimen
de indemnizaciones
por despido
Modificación del monto
de la indemnización
por terminación de la
relación laboral
Salario mínimo integral
Flexibilidad del horario
Flexibilidad salarial por
convenio colectivo
Exenciones a la ley
laboral en relación
con las pequeñas y
medianas empresas
Mayor
descentralización en la
negociación colectiva
Traslado a la
negociación de
determinados
aspectos de la relación
laboral
Nuevas formas de
solución extrajudicial
de conflictos
Argentina
Brasil
Colombia
X
X
X
Chile
Ecuador
México
Nicaragua
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
Venezuela
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
Perú
X
X
X
Panamá
X
X
X
X
X
X
Fuente: E. Barrera, Elementos de análisis para la discusión sobre la reforma laboral, Boletín, núm. 4, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Cámara de Diputados, mayo
de 2003, y L. Vega, La reforma laboral en América Latina. Un análisis comparado, OIT, Lima, 2001, pp. 15 y 16.
interna18 ha pasado a un segundo plano, ya que la primera
tiene mayor repercusión en el empleo y puede contribuir de
manera importante a la disminución de los costos laborales
no salariales.
La rigidez laboral es más profunda en Argentina, a pesar
de todos sus cambios en materia laboral, seguida de México. El estudio de Forteza y Rama coloca a Argentina con el
mayor índice de rigidez laboral (0.38), mientras que el de
México es de 0.33.19 El país más flexible de la región es Chile, con un índice de 0.15; sin embargo, hay una contradic18. Capacidad que tiene la empresa para asignar a los trabajadores distintas
tareas o puestos de trabajo.
19. A. Forteza y M. Rama, Labour Market Rigidity and the Success of Economics
Reforms across More than One Hundred Countries, Banco Mundial, 2001.
<http://econ.worldbank.org/files/1337wps2521.pdf>.
464 FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA
ción en los resultados del estudio, pues mientras Argentina
tiene un índice muy elevado de rigidez, a pesar de que llevó
a cabo numerosos cambios que facilitan la entrada y la salida de trabajadores de las empresas y eliminan numerosos
obstáculos a la movilidad interna, otros países que no han
efectuado reformas en favor de la flexibilidad son considerados menos rígidos que el país austral.
Esto puede llevar a la conclusión de que una cosa son los
cambios en la legislación laboral tendientes a una mayor desregulación del mercado de trabajo, y otra muy distinta es el
comportamiento de éste; ya sea que dicho mercado se incline
hacia la búsqueda de una mayor informalidad de las relaciones laborales (caso de México) o bien que tienda a mantenerse
en el mismo sistema laboral mediante una rígida contratación
colectiva que inhiba la propia reforma (Argentina).
Los costos laborales no salariales en Argentina son los
más elevados de los países analizados, a pesar de que esa nación realizó reformas profundas. Lo anterior se expresa en
diversos estudios, 20 en el sentido de que tales modificaciones
no tuvieron los resultados positivos que se buscaban a largo
plazo y, además, que el camino a seguir no consiste sólo en
flexibilizar el mercado de trabajo si faltan las condiciones
estructurales adecuadas para aprovechar los resultados que
ofrece la reforma laboral. Caso contrario es el de Chile donde, pese a que la desregulación no fue profunda, los costos
laborales son más bajos que en aquellos países.
Un indicador que ayuda a determinar cuán competitiva
puede ser una economía es el costo de despido injustificado. Cuanto mayor sea éste, menor será el incentivo de las
empresas para contratar a más trabajadores; por ende, la
capacidad de generar empleos es muy limitada, como ocurre en México. Ese indicador es mayor en Chile (3.38 meses de salario), seguido muy de cerca por México, mientras
que Brasil tiene los costos más bajos de América Latina, con
1.78 meses. Más aún, en la nación amazónica este costo es
inferior al que se aplica en países europeos, como Portugal,
España y Grecia.
México es el país donde el salario real ha caído de manera más drástica desde 1990: perdió alrededor de 25% de su
valor (véase la gráfica 1). Chile por su parte experimentó el
incremento más elevado del salario real, que no sólo es considerablemente alto, sino que también ha sido constante,
pese a las crisis económicas a que este país se ha enfrentado.
Brasil registra un crecimiento lento pero constante del salario real (que disminuyó en 1994). Argentina presentó una
simetría entre la evolución del salario real y las situaciones
coyunturales por las que ha atravesado. El salario aumentó
en periodos de estabilidad económica y descendió en épocas
de crisis; sin embargo, a partir de 1995 la disminución del
salario real ha sido lenta, quizá como consecuencia de la rigidez salarial que experimenta ese mercado de trabajo.
Datos de la OIT sobre la economía mexicana muestran que
si se considera como referencia el índice de salarios mínimos
reales urbanos cuya base en 1980 era de 100, para 2000 ese
indicador sólo llegó a 31.23%; es decir, el poder adquisitivo del salario se contrajo cerca de 70% en 20 años. 21 Otro
estudio de ese organismo internacional da cuenta de que de
1990 a 1994 el efecto combinado de la evolución de los salarios reales con la del empleo asalariado dio como resultado
un crecimiento de la masa salarial real de 45%; después ese
avance sufrió una fuerte contracción durante la crisis de 1995,
y luego se recuperó a partir de 1997.22 Dos años después, la
masa salarial real de los trabajadores del país se situó en el
mismo nivel de 1994, lo que significa que el salario real sufrió
un fuerte deterioro, ya que mientras en 1994 la masa salarial
se repartió entre 8.7 millones de trabajadores, en 1999 un
monto real igual se distribuyó entre 11.5 millones.
Ante los frecuentes ajustes estructurales y crisis económicas que presenta la economía mexicana, donde las variables
empleo y salarios son las más amenazadas, hay pruebas de
que durante dos decenios la decisión de los agentes económicos fue preservar el empleo
G
R
Á
F
I
C
A
1
a costa del salario real.
AMÉRICA LATINA: EVOLUCIÓN DEL VALOR DEL SALARIO MÍNIMO REAL EN CUATRO PAÍSES , 1990-2000 (1980 = 100)
Pese a que en México la tasa
de desempleo abierto se acerca
a la del pleno empleo (4.1%),23
es indudable que si se compa140
Chile
ran las tasas de desocupación
120
de Argentina, Brasil y Chile,
100
de 12.1, 10.2 y 7.5 por cienArgentina
80
to,
respectivamente, se podría
Brasil
60
concluir que en México no hay
40
problemas de empleo, sino que
México
20
el país tendría uno de los mercados laborales más funciona0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000
les no sólo de América Latina
sino del mundo. En el perioFuente: elaboración propia con base en OIT, Panorama Laboral 2002, Lima, 2002.
do 1991-2002, la tasa de des-
20. Véanse A. Salvia, op. cit.; M. Oliva, Consecuencias de las políticas públicas
sobre el mercado laboral en Argentina en el periodo 1989-1999, Instituto
de Investigaciones Gino Germani, y A. Bronstein, op. cit.
21. OIT, op. cit., 2000.
22. OIT, op. cit., 2002
23. INEGI, cifra a febrero de 2005.
COMERCIO EXTERIOR, JUNIO DE 2006
465
ocupación media en México fue de 2.51%, 24 cifra que está
muy por debajo de los niveles registrados en los tres países
mencionados.
Al observar el comportamiento experimentado tanto por
los salarios reales cuanto por el desempleo abierto en México
se puede advertir, por un lado, una clara rigidez en el empleo
y, por otro, una considerable flexibilidad salarial. La primera obedece a que la legislación laboral mexicana no incluye
la contratación temporal, ni los contratos de formación y
aprendizaje; en paralelo, hay muchas restricciones al despido justificado. Los altos costos de contratación, capacitación
y despido ocasionan que el empresario no pueda hacer uso
discrecional de la fuerza de trabajo. Así, en épocas de crisis
económica o de baja producción, este empresario debe mantener casi el mismo nivel de empleo, lo que se traduce en mayores costos y, por tanto, en pérdida de competitividad. Por
otro lado, el comportamiento tan flexible del salario, junto
con la alta rigidez del empleo, determina que aquél funcione
como un flexibilizador del mercado de trabajo y resulte factible compensar los altos costos que genera el empleo.
Otro indicativo de rigidez de los mercados de trabajo es
el número de ratificaciones en materia de seguridad y protección laboral ante la OIT. México tiene el mayor número
de dichas ratificaciones en América Latina (76), seguido de
Brasil (73), Argentina (67) y Chile (41), lo que se traduce
en una mayor estabilidad laboral y más beneficios sindicales
para los trabajadores.
El índice de competitividad de 2002 da cuenta de que
Chile logró uno de los mejores niveles en este rubro. 25 Entre
un total de 80 naciones, ese país pasó del lugar 27 en 2001
al 20 en 2002. No fueron así los casos de México, Brasil y
sobre todo Argentina, toda vez que experimentaron fuertes
pérdidas de competitividad en ese lapso.
Según la OIT, la evolución del progreso laboral ocurrió
en Chile y México. 26 En los países donde la situación laboral se estancó, las mejoras de algunos indicadores se contrarrestan por deterioros en otros durante esos años. Las
naciones que redujeron el desempleo pudieron lograrlo con
una leve reducción de la productividad y en un marco de
contracción de los salarios reales (el caso de México). En
otros países, las mejoras en productividad se acompañaron
de deterioros en el nivel y la calidad del empleo (aumento de la informalidad). Por último, en los países donde se
mostró un deterioro de la situación laboral se observó un
aumento del desempleo y la informalidad, así como la reducción tanto de los salarios reales como de la productividad (el caso de Argentina).
En Brasil hubo un aumento del desempleo y de la informalidad; sin embargo, presentó una mejoría en los salarios
reales y en la productividad en el decenio de los noventa (la
productividad fue negativa en el lapso anterior).
El balance final establece que Chile, pese al poco éxito de las medidas adoptadas, presenta mejores indicadores
que los otros países: costos laborales bajos, reducido sector
informal, salarios reales más elevados y bajo índice de rigidez laboral.
Por su parte, México presenta costos laborales moderados, bajo desempleo abierto, alto índice de rigidez laboral,
un sector informal creciente y evolución del salario real negativo. Aun así, pese a no haber llevado a cabo reformas laborales, ese país es el segundo de América Latina que logró
un progreso laboral.27
24. INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
25. Foro Económico Mundial, Informe global de competitividad 2002-2003,
Ginebra, 2004.
26. OIT, op. cit., 2002.
27. Ibid.
466 FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA
CONCLUSIONES
C
omo parte de la competitividad y el desarrollo económico
de un país, la flexibilidad del mercado de trabajo se volvió
la estrategia más utilizada en América Latina a partir de la
apertura económica. La magnitud de la flexibilidad laboral
en los mercados de la región depende en gran medida de la
disposición de los agentes políticos; algunos han optado por
realizar pequeños cambios en el tema de la contratación; otros
han profundizado y aplicado mecanismos que flexibilicen las
relaciones laborales dentro de la organización, en la duración
de la contratación y hasta en el salario.
Es innegable la enorme importancia de las instituciones
para crear un mercado de trabajo, sea rígido o flexible. Tal
es el caso de Chile, donde a raíz de la caída del régimen totalitario el Estado reformó un mercado laboral muy flexible
para dotarlo de elementos de rigidez que lograron crear un
mercado laboral formal, productivo, con mayores prestaciones y protecciones al trabajador, sin perder la competitividad
ni eliminar las medidas de flexibilidad básicas.
Caso contrario es el de Argentina, que durante el decenio de los noventa puso en marcha diversas medidas flexibilizadoras que resultaron en la desregulación del mercado
laboral, hasta precarizar las condiciones del trabajador, en
busca de una mayor competitividad que en los últimos años
no ha ocurrido. El país austral, a pesar de ser más flexible
que antes, continúa siendo algo rígido y la flexibilidad no
solucionó los problemas de desempleo.
En Brasil, los cambios han sido mínimos y, al igual que
en México, la rigidez se mantiene y la flexibilidad se ha impuesto al margen de la legislación laboral, con la anuencia
de instituciones (Estado, sindicatos, organismos de justicia laboral) que al no poder realizar cambios legales optan
por no respetar las leyes establecidas.
Como se ve, el papel de las instituciones ha sido fundamental para tener una estructura laboral precaria, informal
y muy segmentada, o bien, una estructura formal, funcional,
con beneficios tanto para el trabajador como para el empresario y con una baja polarización entre sectores.
Los tres países que aplicaron cambios en su legislación
laboral (Argentina, Brasil y Chile) siguen manteniendo casi
las mismas condiciones laborales, ya que sólo realizaron modificaciones en el empleo temporal y en el costo del despido
injustificado, e introdujeron nuevas modalidades de contratación. De ahí la crítica que reciben de algunos organismos
en el sentido de que no se han comprometido a llevar a cabo
cambios estructurales en todo el sistema laboral.
De lo anterior se puede inferir que una reforma laboral
por sí sola no garantiza la solución de los problemas estructurales del mercado de trabajo, ni tampoco es condicionante
para lograr mayores competitividad y productividad. Esto
se debe a que las reformas laborales no se acompañaron de
otras que mejoren la calidad educativa y doten de mayor calificación a la mano de obra, eliminen obstáculos a la creación de PYME , restructuren las organizaciones sindicales y
abran más las empresas estatales a la inversión privada. Si
estos cambios no se aplican será muy difícil aprovechar las
ventajas que una reforma laboral puede ofrecer.
En México la elevada rigidez en el empleo, que impide la
creación de un mayor número de puestos de trabajo y una reacción más rápida ante los cambios en la demanda por parte
de las empresas, se compensa con una flexibilidad salarial que
disminuye los costos laborales y ha permitido hacer frente a
las crisis económicas de los últimos decenios.
La flexibilidad laboral en América Latina necesita un mayor análisis desde diferentes enfoques si se desea comprender
las repercusiones de una medida de estas características en
el mercado de trabajo. La escasa literatura en la zona vuelve
muy difícil precisar el efecto real de la flexibilidad laboral
en escala macroeconómica, y si ésta es la mejor manera de
encarar los problemas por los que atraviesan las economías
de América Latina.
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