Muchos beneficios a pocos deportados Por Clara Carolina Jiménez González (*) Durante el último mes, hemos sido testigos de la situación que afrontan muchos connacionales deportados del país vecino, Venezuela, situación que aparentemente desde hace unos días está en un proceso lento de normalización, sin embargo vale la pena realizar un análisis sobre esta situación, y con ella no me refiero a los problemas bilaterales, sino al impacto que esta situación generó en las personas que fueron deportadas que hasta la fecha suman más de 1.200. No es un secreto para ningún colombiano, lo sucedido referente a migraciones en la década de los 90, pues seguramente cada uno de nosotros tuvo un amigo, familiar, vecino, o tan solo conocido que dejó un país en conflicto y con pocas posibilidades; para soñar con una oportunidad mejor en el extranjero, una gran cantidad de personas encontraron su rumbo en España, otras con un poco más de posibilidades tomaron dirección hacía el sueño americano, y aquellos que no contaban con recursos suficientes para un tiquete aéreo decidieron migrar hacia Venezuela y Ecuador, sin embargo estos no fueron los únicos rumbos de nuestros compatriotas, pero al menos si fueron los más mencionados y reconocidos. No son los colombianos residentes en Venezuela los primeros deportados que hemos tenido en el país, ni a los primeros a quienes se les han violado sus derechos, tampoco son los primeros que se han deportado durante el gobierno de Juan Manuel Santos, pues para nombrar unos cuantos ejemplos, en 2014, según migración nacional 1.181 colombianos fueron deportados de EE.UU. a Colombia; mientras en marzo de 2013 diferentes medios españoles informaban sobre cientos de deportaciones provenientes de este país, a inicios del mismo año se reportó el mismo fenómeno de personas provenientes de México, esto solo por mencionar algunos ejemplos que no fueron merecedores de llamar la atención del país entero como los hechos recientemente sucedidos. Al ingresar a la página del Ministerio de Relaciones Exteriores e indagar sobre este tipo de situaciones, ésta nos direcciona a la ley 1565 de 2012, por medio de la cual se dictan disposiciones y se fijan incentivos para el retorno de los colombianos residentes en el extranjero, sin embargo al leer esta ley, hace énfasis en que está dirigida a personas que deseen regresar de forma voluntaria al país, estos incentivos son tributarios, laborales, situación militar, acompañamiento, caja de compensación, entre otros, pero en ninguna parte hace referencia a aquellos que no regresan de forma voluntaria. Por otro lado, al investigar sobre otras situaciones de deportados, se identifica que hubo un acompañamiento de primer momento al retornar al país, pero que más allá de esto no hubo un seguimiento real, ni a la persona directamente afectada, a su círculo cercano, entonces yo me pregunto, por qué estas personas no contaron con posibilidades de educación para ellos o sus hijos, por qué ellos no fueron visitados por un psicólogo, un abogado, por qué no recibieron un mercado o simplemente un censo que permitiera validar las condiciones de vida en las cuales se encontraba luego de su retorno. Entre los beneficios que han obtenido los miles de colombianos deportados por orden del Presidente Nicolás Maduro, se encuentran entre otras, $1.074.453.305 que aportó la DIAN en donaciones para atender a los colombianos en frontera. La Gobernación de Norte de Santander recibió donaciones por esa suma entre las que se cuentan ropa, zapatos, artículos de aseo personal y alimentos, igualmente contaron con albergues distribuidos en la ciudad de Cúcuta, por nombrar un ejemplo, de igual forma el presidente dentro de las tres alocuciones nacionales que hizo acerca del tema, sostuvo que los niños tendrían acceso a educación, y que no permitiría que faltaran un solo día al colegio, muchos de estos niños fueron reubicados por el ICBF con sus familiares que residían en Colombia, de igual modo, están recibiendo apoyo psicosocial y de defensores de familia. Con lo anterior no se hace referencia a que este apoyo este mal y que no sea la forma en que un gobierno deba reaccionar, pero si nace la duda de el por qué estas personas han contado con los beneficios que miles de colombianos que han sido expulsados de otros países y han llegado en peores condiciones, donde ni siquiera tuvieron la oportunidad de traer algo más que la ropa que tenían puesta, no han contado con estos beneficios y oportunidades. Los colombianos que regresan en contra de su voluntad al país, también tienen sueños en los países que de manera formal o informal los acogieron, también dejaron gran parte de su vida atrás, también fueron algunos maltratados, golpeados y retenidos en contra de su voluntad, entonces se hace necesario un mayor acompañamiento a estas personas, no sólo a las provenientes de Venezuela, por ser el tema coyuntural de moda que despierta pasiones y tendencias en época electoral tanto en Colombia como en Venezuela, sino a los colombianos deportados en general, igualmente no es digno de una democracia asegurar educación, mercado y salud para unos y no para todos. (*) Politóloga. Línea de Teoría y Práctica de las Políticas Públicas de las Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.