“La onda expansiva de revueltas sociales difícilmente cese”

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Actualizado: 08:19 - Miércoles 09.03.2011
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“La onda expansiva de revueltas sociales
difícilmente cese”
Por Néstor Leone Khatchik Der Ghougassian, especialista en Oriente Medio y
profesor de política internacional de la Universidad de San Andrés, analiza el
conflicto en Libia
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¿Qué líneas de continuidad considera que existen entre los conflictos en
Túnez, Egipto y Libia y qué los diferencia?
Es una onda expansiva que tiene como causa estructural a las condiciones
socioeconómicas existentes, la falta de democracia y un cambio
demográfico importante. En tanto, las diferencias tienen más que ver con la
composición de la población y la forma en que se construyeron las lealtades
políticas. Por eso, los orígenes pueden ser parecidos, pero los resultados
distintos. De hecho, ni en Túnez ni en Egipto estas revueltas se convirtieron
en guerras civiles, como parece que tenemos en Libia. Además, si en Siria no
han tenido éxito las movilizaciones, revela que Twitter o Facebook por sí
solos no pueden movilizar. Hay razones más profundas. Khadafy está ciertamente aislado, sin apoyos de la comunidad
internacional, con buena parte del ejército en su contra y el pueblo en la
calle. ¿Cuánto más podrá resistir?
Probablemente su fin sea parecido al de Nicolae Ceauescu. No es un
pronóstico, pero según se observa no hay otra salida que la victoria absoluta
de uno u otro campo y, en ambos casos, mucha sangre va a correr. Y si
Khadafy cae, no sé dónde podría refugiarse. No hay un país árabe que lo
pueda recibir.
Se ha dicho de él que es un líder que perdió el sentido de la realidad.
¿Hay algo de eso?
O que ve la realidad a partir de su propio ego. Las dos son interpretaciones
posibles. Así lo hacen pensar los últimos acontecimientos. No creo que
acepte una salida a la Hosni Mubarak o a la Ben Ali. Se quedará convencido
de que puede ganar y terminará pagando con su vida y la de sus hijos.
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09/03/11
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El gobierno de Barack Obama advirtió sobre la posibilidad de que se
desencadene una prolongada guerra civil. ¿Lo ve probable?
Sí, es un escenario posible. Y también que el país se divida, hasta con
fronteras establecidas. El hecho de que Khadafy conserve mucho poder en
sus manos, y tenga todavía seguidores, hace más difícil una victoria
inmediata.
El gran temor, en términos geopolíticos para Occidente, es que se pierda
el tan preciado equilibrio inestable que existe en una región tan
estratégica.
¿En qué sentido?
Que la convulsión traiga otras revueltas y haya nuevas guerras civiles…
En ese sentido, sí. La inestabilidad es un hecho. La onda expansiva de las
revueltas sociales difícilmente cese. Y me resultaría extraño que la onda no
llegase a los países del Golfo Pérsico. En Arabia Saudita ya están pensando
seriamente en reformas. La única forma de parar esta onda, si es que no es
tarde, será introducir reformas muy radicales que harían perder a las elites
dominantes (príncipes, emires, dinastías) mucho control político y
económico. Y no sé si estos regímenes están dispuestos a hacerlo. Además,
hay una conciencia colectiva emergente que ya no se deja engañar. El caso
de Túnez lo demuestra. Llegaron hasta las últimas consecuencias e hicieron
renunciar al primer ministro. Lo más interesante es que esto se está
logrando a partir de la presión de la calle. ¿Hasta dónde estarán dispuestas
las monarquías, por ejemplo, a ceder poder? ¿Es imaginable que algún día
Jordania, Arabia Saudita u Omán lleguen a aceptar un status como la
monarquía de España, por ejemplo? Difícil. ¿Qué le parecieron las coberturas y las interpretaciones occidentales del
conflicto? ¿Qué considera que les cuesta comprender?
Eso que se llama la opinión pública mundial está completamente
desorientada sobre estos temas. No entiende lo que pasa por dos razones
fundamentales. En primer lugar, porque desde el 11-S se pensó la región
desde la antinomia regimenes autocráticos o islamismo, y no se tuvieron en
cuenta cuán importantes eran las condiciones socioeconómicas deterioradas.
No advirtieron que había una sociedad civil avanzada y que no se
consideraba al islamismo como única vía de cambio. De ahí el absurdo de
comparar las revoluciones en Túnez o Egipto con la iraní o el proceso turco.
Las demandas que vienen de la sociedad, en estos casos, no tienen nada que
ver con la discusión sobre islamizar o no la sociedad. Hay una recuperación
de la idea de la soberanía nacional, popular, y hay una construcción
democrática sin antecedentes. Y viene desde abajo, desde las calles. Y la
segunda razón de esta desorientación es que los países europeos estaban
prácticamente “casados” con esos regímenes autocráticos. ¿Quién no
recuerda, cuatro años atrás, a Tony Blair abrazando a Khadafy y
considerándolo baluarte de la guerra contra el terrorismo? ¿Quién no
recuerda cuando se consideraba a Libia como contención de la inmigración
hacia Europa?
¿Qué incidencia puede tener el conflicto en nuestra región?
Esta ola de protestas se inscribe más allá del mundo árabe y el Medio
Oriente. Sin establecer una relación directa, porque no la hay, es posible
pensar vínculos entre lo que pasó en Sudamérica a principios del siglo XXI,
con el colapso del neoliberalismo y cierto giro a la izquierda en sentido
amplio, y la demanda de cambios que hoy se sostiene allí. Hay motivaciones
similares y un derrumbe parecido de modelos impuestos. La inequidad social
es tremenda. Pero, también, existe la demanda por una inclusión
democrática en su forma más simple, empezando por tener elecciones libres
y transparentes. Si bien hubo un rechazo mayoritario a la figura de Khadafy en la región,
aparecieron voces disonantes. La más relevante ha sido, sin duda, la de
Hugo Chávez, quien dijo que no “condenará a su amigo” y que no le
constaba que fuese un asesino.
La verdad es que no entiendo esa respuesta. Me parece desafortunada. No
veo ninguna relación entre la figura de un hombre megalómano, que se cree
el fundador de Libia, y los procesos de cambios sudamericanos. Quizá tenga
que ver con una alianza supuestamente antiimperialista, movida por el
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factor petróleo. Pero no comparto el análisis y no creo que sea correcto
apoyar a un hombre rechazado hasta en su propio mundo. Khadafy no tiene
amigos en el mundo árabe. Ni hablar de occidente. Pero, bueno, ahí la
hipocresía de occidente ya es conocida.
El impacto concreto que se puede esperar en nuestra región, entonces,
es prácticamente inexistente.
No hay impacto. Simplemente porque no hay una vinculación estrecha entre
América Latina y el Oriente Medio.
Las revueltas en Túnez, Egipto y Argelia ya habían puesto nervioso al
mercado petrolero. Ahora parece que la incertidumbre podría ser mayor.
El alza en el precio no tiene que ver sólo con las revueltas sociales. La crisis
del petróleo la explica la “tesis del pico”. Ya estamos en una situación en la
que hay escasez en las capas superiores, por la forma en la que se explotó
durante los últimos cincuenta años. Por lo tanto, cualquier acontecimiento
más o menos trascendental genera incertidumbre y tiene su impacto
profundo. Pero si la situación se normaliza en breve, cosa que dudo,
igualmente vamos a tener un piso más elevado y va a ser más costosa su
extracción. Por lo tanto, hay que esperar que siga subiendo. Además, ya no
es posible hacer la vista gorda a la represión.
¿A qué se refiere?
Si no fuese por la trascendencia que tuvieron las revoluciones en Túnez y en
Egipto, si no fuese por el error que cometió el régimen de Mubarak al
apuntar a la prensa internacional como agentes de instigación, la
preocupación por un petróleo a 150 o 200 dólares el barril podría haber
llevado a Estados Unidos a cerrar los ojos frente a las represiones, por más
violentas que éstas fueran. Es más, si uno sigue un poco el debate interno en
Estados Unidos no son pocas las voces que sostienen la necesidad de frenar
el entusiasmo por la democracia en Oriente Medio, porque la democracia
significaría “islamismo o caos”.
¿Una salida aún más represiva, entonces, puede ser una opción concreta
a la crisis?
Podría haber sido, pero con los ojos del mundo puestos ahí eso ya es
imposible. Ningún país puede asumir un costo tan alto. Ni Estados Unidos, ni
Europa. Sería legitimar masacres masivas. Por más cínico que parezca,
desde 2001 en adelante a Estados Unidos lo único que le importó fue la
estabilidad de esta región, el precio del petróleo y la lucha contra el
terrorismo. La democracia nunca fue tomada seriamente.
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