Los judíos ortodoxos se oponen al Estado de Israel

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Los judíos ortodoxos se oponen al Estado de Israel
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Israel - Movilización masiva contra el servicio militar
Los judíos ortodoxos se
oponen al Estado de Israel
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Martes 15 de abril de 2014
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Los judíos ortodoxos se oponen al Estado de Israel
Rechazando la política de su gobierno y el sionismo, los judíos ortodoxos viven en los márgenes de la sociedad
israelí. Se niegan a servir en el ejército israelí y hasta ahora estaban exentos de ello. Instrumentalizando la cuestión,
una parte de la clase política intenta imponérselo. No contaban con su movilización en Israel y otras partes del
mundo; mientras, el poder intenta ahogar las protestas.
Desde hace más de medio siglo, el objetivo de los dirigentes sionistas ha sido doble: por una parte, evidentemente,
la puesta en pie de un Estado judío en Palestina, pero también la creación de un "judío nuevo", liberado de una vez
por todas de los rasgos de la diáspora que aborrecían: intelectualidad, debilidad física, sumisión. El ejército era
percibido como una de las herramientas más importantes para realizar ese objetivo; era también un valor en si
mismo, última expresión de la soberanía judía y de la entrada del Judío nuevo en la modernidad.
Dos grupos de ciudadanos estaban excluidos de esta construcción: la minoría árabe, considerada como un error de
recorrido en la construcción del Estado judío, y los judíos ortodoxos, refractarios al proyecto de integración en la
nueva identidad en formación. Estos dos grupos estaban exentos del servicio militar y, por tanto, también del
colectivo nacional. Por otra parte, ni uno ni otro querían formar parte de él.
Los años 1980 marcaron un giro importante: la identidad nacional se debilita en detrimento de las pertenencias
comunitarias. Se ve en ello la influencia de las concepciones multiculturales anglosajonas pero también, y sobre
todo, de la ofensiva neoliberal que concede un lugar mucho más grande al individuo. Fue en ese momento en el que
el "yo" reemplazó al "nosotros". Parte integral de ese cambio, una cierta desmilitarización de las mentalidades y una
desacralización del ejército. A partir de ahí, no hacer el servicio militar dejó de ser un tabú y fueron numerosos los
jóvenes que encontraron -bastante fácilmente, por otra parte- los trucos para escapar de él: la mayoría de las
jóvenes y cerca de un tercio de los muchachos.
¿Quiénes son los "haredim"?
Si un cuarto de la población judía es practicante, aquellos a quienes se llama a menudo judíos ortodoxos (haredim
en hebreo) y que representan menos del 10% se niegan a hacer su servicio militar. Para ellos, esta negativa no es
más que un aspecto, entre otros, del rechazo del Estado que en su opinión no es otra cosa que una estructura
administrativa que no posee ningún valor en sí mismo y, en el mejor de los casos, no es diferente de cualquier otro
Estado del planeta. Su "antisionismo" expresa una rechazo a sacralizar el Estado de Israel y a legitimar cualquier
lazo entre éste y el destino del pueblo judío. Israel no será un "Estado judío" más que cuando el Mesías venga y su
gobierno esté regido por las leyes de la Torah. La pretensión sionista y constitucional de ser un estado judío es, para
los ortodoxos, una forma de blasfemia.
La lealtad de los judíos ortodoxos hacia el Estado y sus leyes permanece subordinada a las decisiones de sus
rabinos. Ciertamente, solo una minoría marginal rechaza someterse a las leyes del Estado y vive al margen de la
sociedad. Si existe una especie de modus vivendi entre el Estado y las comunidades ortodoxas, es porque el
fundador de Israel, David Ben Gurion, tomó la decisión de negociar con las autoridades ortodoxas lo que, hasta hoy,
se ha llamado el statu quo que rige las relaciones entre el Estado, la religión y los religiosos, que implica, entre otras
cosas, el shabat y las fiestas judías como días festivos, la financiación del rabinato y de las instituciones religiosas,
así como el reconocimiento y la financiación, en el sistema educativo, de corrientes religiosas y ortodoxas.
La dispensa del servicio militar para quienes, por razones religiosas, no quieren hacerlo constituye un elemento
importante del statu quo. Por otra parte, el Estado Mayor del Ejército ha visto siempre con buenos ojos esta
dispensa colectiva, juzgando que el aislamiento de los judíos ortodoxos en sus tradiciones y modos de vida
implicaría, en el caso de que tuvieran que llevar el uniforme, un esfuerzo exorbitante por parte del aparato militar.
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La provocación de Yair Lapid
Yair Lapid es una estrella de la televisión. Hace un año y medio, decidió lanzarse a la política, surfeando sobre las
gigantescas movilizaciones del verano de 2011 /1. Su programa electoral se limitaba a un eslogan: "reparto
equitativo de las cargas". Las "cargas" en cuestión comprendían el servicio militar. De hecho, el llamamiento a que
todo el mundo hiciera su servicio militar solo se utilizaba para atraer a las clases medias y no religiosas de Tel-Aviv.
La verdadera carga evocada por Lapid era de orden financiero, es decir, los servicios públicos y las ayudas sociales
a los más pobres. Entre ellos, en particular, los ortodoxos que viven mayoritariamente por debajo del umbral de
pobreza. "¡Todos esos parásitos, esos religiosos, con sus docenas de críos y que ni siquiera trabajan!" tal es el
mensaje que quería oír esa clase media, que, consiguientemente, plebiscitó a Yair Lapid y envió 19 candidatos de
su partido Yesh Atid a la Knesset (parlamento israelí), haciendo de él la segunda fuerza política en el parlamento
israelí.
Una vez elegido y nombrado a la cabeza del ministerio de finanzas, Lapid se ha visto confrontado a gigantescas
manifestaciones contra el servicio militar. Ante esta oposición masiva y combativa del mundo ortodoxo y de sus
rabinos a la idea de que se les imponga el servicio militar, la respuesta del gobierno (contra la voluntad de una parte
de los ministros) ha sido utilizar la fuerza y castigar con el encarcelamiento a algunos refractarios llamados a filas.
Evidentemente, por parte de Lapid eso significa no comprender al adversario. Esos jóvenes sancionados se han
convertido en mártires que refuerzan aún más las movilizaciones y, accesoriamente, ponen a Benyamin Netanyahu
y al Likud en una situación delicada en el futuro, al haber jurado ciertos rabinos, cuya palabra tiene mucha influencia,
que nunca jamás apoyarían al partido contra sus adversarios de izquierda.
Diálogo de sordos
Así que, gracias a Yair Lapid, hemos vuelto al comienzo de los años 1950 cuando, frente al discurso falsamente
laico de Ben Gurion y de la izquierda sionista, una parte importante del mundo religioso se sentía amenazada en su
existencia misma, y se declaraba dispuesta a resistir contra lo que calificaba de shamad, por alusión a las
conversiones forzosas sufridas por algunas comunidades judías a lo largo de la historia.
El antiguo primer ministro Levi Eshkol, en los años 1960, logró calmar el asunto y convencer de que la política de
shamad realizada por Ben Gurion estaba enterrada y que los ortodoxos podrían vivir en el respeto de sus tradiciones
y de acuerdo con los mandamientos de sus rabinos. Y si hubo momentos de tensión (sobre de la cuestión de las
autopsias y de la apertura de cines los sábados en Jerusalén), pudieron ser rápidamente limitados.
Cerca de medio siglo más tarde, con el servicio militar, se ha abierto una nueva fase de la guerra de culturas. Con
una incomprensión total del adversario, que evoca la incapacidad del colonialista para comprender al colonizado, y
rechazando intentar siquiera escucharle. Yair Lapid y sus colegas de la burbuja occidental que es Tel Aviv están
persuadidos de que, a medio plazo, el servicio militar podrá ser impuesto a los ortodoxos, bien sea mediante el
diálogo o por la utilización de la fuerza. ¡Grave error! El diálogo es imposible porque los presupuestos y los sistemas
de valores no son los mismos. El llamamiento al patriotismo, al respeto a la ley y los valores democráticos, a la
decisión de la mayoría, todo eso no tiene ningún sentido en los barrios de Mea Shearim o de Bnei Brak. Solo
cuentan la ley de la Torah y las decisiones de los rabinos.
En cuanto a las amenazas de usar la fuerza, éstas provocan un brillo de desafío en los ojos de los afectados, que se
ven ya en los circos de la Roma ocupante o en las hogueras de la España de la Reconquista cristiana. Si Yair Lapid
no fuera tan ignorante de la historia judía y de la cultura de sus tatarabuelos, si Tel-Aviv saliera de su arrogancia
colonial y occidental, comprenderían quizá que a ojos de centenares de miles de judíos ortodoxos no son más que
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un episodio efímero en lo que consideran como el destino eterno del pueblo judío. Como me decía un viejo tío, con
una confianza que despierta admiración, "hemos superado los romanos, la Inquisición, e incluso a Hitler. No va a ser
ciertamente el pequeño Lapid, cuyo nombre habrá olvidado todo el mundo tras las próximas elecciones, quien nos
forzará al Shamad".
14/04/2014
http://orientxxi.info/magazine/les-juifs-orthodoxes-s-opposent-a,0564
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Notas
1/ NDLR. Formada el 14 de julio de 2011, una amplia movilización contra la vida cara y por más justicia social
reunión durante varios meses a una parte de la población israelí, en particular su juventud. Fueron instaladas
tiendas de campaña en un primer momento en el bulevar Rothschild de Tel Avir -de ahí el nombre de "revuelta de
las tiendas"-, antes de que el movimiento se extendiera a varias otras ciudades.
- Para ver la información que sobre el tema dieron los dos periódicos de mayor tirada en el estado español, ver
http://www.elmundo.es/internacional/2014/03/02/5313649f22601d872a8b4572.html y
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/02/actualidad/1393784991_176074.html (ndt).
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