APRENDER A PENSAR LEyENDO bIEN

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Aprender a pensar leyendo bien
Yolanda Argudín y María Luna
Editorial Paidós, México, 2006
Reseña de Liliana Vázquez Hoyos
Instituto Municipal de Arte y Cultura
La universidad supone uno de los más altos escalafones en la educación de una persona; sin embargo,
hoy en día tanto en México como en casi cualquier
parte del mundo se habla de la baja comprensión
lectora que padecen la mayoría de los jóvenes que
inician su instrucción superior.
Yolanda Argudín y María Luna vivieron de forma
personal el problema de la incomprensión lectora
en los estudiantes universitarios, y elaboraron, con
buenos resultados, Aprender a pensar leyendo bien,
un libro-manual escrito a manera de guía personal
para salir de este laberinto. El libro está dirigido a
toda aquella persona que necesite y quiera mejorar
sus habilidades y competencias lectoras; es ideal
para estudiantes de preparatoria y universidad.
Leer bien, según Argudín y Luna, consiste en ser capaz de comprender lo que se lee, crear nuevas ideas
a partir de un texto, poder criticar y hasta pelear con
un autor. Desafortunadamente, la mayoría de los jóvenes lectores que llegan a las aulas universitarias no
acostumbran a leer, son pasivos e iletrados. Su falta
de hábito es, en gran parte, la responsable del aburrimiento, la confusión, y hasta del fracaso escolar,
que experimentan los estudiantes cuando enfrentan
un texto medianamente complejo y mejor no hablar
de los libros especializados.
El problema, según Gabriel Zaid, es que “los universitarios no leen”, como lo documentó la encuesta La
cultura en México de la Universidad de Colima (1996)
y lo confirma la Encuesta Nacional de Lectura de Conaculta (2006).
Puesto que el ingreso promedio de la población
universitaria es superior al ingreso promedio del
resto del país implica que la población más preparada (escolar y económicamente) para comprar libros
no es lo que se esperaba. “La educación ha costado
mucho y educado poco” (Gabriel Zaid, “Hacia un
país sin librerías”, Letras libres, diciembre de 2006).
La ausencia de lectores en México se ha convertido
en una terrible realidad, somos un país cuya matrícula universitaria crece de forma masiva; sin embargo, los profesionistas egresados no cuentan con las
competencias lectoras que les exige el mercado de
trabajo para desempeñar con éxito una profesión;
así que estamos frente a personas que sólo poseen
un título académico, y casi nada de información y ni
conocimientos básicos de ninguna materia.
Es un contratiempo que en la mayoría de los planes
académicos de las universidades se ha hecho indispensable contar con una asignatura de ortografía y
redacción, materias que por fuerza fueron vistas en
primaria, secundaria y preparatoria y de las cuales
los alumnos (y no pocos profesores) tienen un desconocimiento casi total.
En Aprender a pensar leyendo bien, las autoras proponen un método que está pensado como un manual para los maestros y sus estudiantes. Es una herramienta práctica y didáctica, que da la posibilidad
de aprender a leer de forma efectiva y eficiente.1
El texto se divide en cinco capítulos: La lectura de
exploración, la lectura crítica, el vocabulario, la lectura de comprensión y por último la interpretación.
Los teman se van volviendo cada vez más complejos, pero el diseño editorial y el uso oportuno de
“Efectivo” significa que las estrategias permiten alcanzar con
seguridad los objetivos planteados y “eficiente” significa que los
objetivos son alcanzados con economía de recursos y tiempo.
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cuadros sinópticos, esquemas y palabras en negritas o cursivas los vuelve accesibles y sencillos para
un lector que se encuentra en entrenamiento.
Cada capítulo contiene instrucciones claras y precisas, muchas preguntas para la autoevaluación, lecturas selectas y ejercicios que tienen como fin que
el lector asuma su responsabilidad con su propio
aprendizaje y con el desarrollo de las competencias
lectoras y de comunicación que le serán imprescindibles para su óptimo desarrollo, tanto en el aprovechamiento universitario como en la vida profesional que dependerá de sus propias capacidades.
Por lo regular, cuando nos acercamos por primera
vez a un texto, casi de forma instintiva realizamos lo
que las autoras denominan una lectura de exploración: echar una hojeada, leer los encabezados, observar los cuadros sinópticos, las ilustraciones, a lo
mejor revisar el índice para saber que el libro elegido
es el que necesitamos, etc. Sin embargo, las autoras
nos dan algo más que instrucciones generales, ellas
aportan un método de enseñanza-aprendizaje para
el desarrollo de una competencia que debiéramos
tener madurada en la secundaria. Considero que
ahí es donde está su mayor mérito, porque no sólo
abordan el problema (como tantos catedráticos e
investigadores lo han hecho), sino que ofrecen una
opción para su solución de forma oportuna, clara y
ordenada.
Entre las propuestas principales se destacan: el lector antes de iniciar a leer debe conocer de antemano sus objetivos y expectativas, qué información
requiere, saber en dónde buscarla, qué va a investigar; y para resolver lo anterior, se sugiere hojear
de forma general el texto antes de empezar a leer,
poner atención especial a los subrayados, palabras
en negritas o cursivas, a los títulos y subtítulos, imágenes, esquemas, entre otros; también debemos
revisar el índice para seleccionar los capítulos en
donde encontraremos lo que se busca, nos indican
las consideraciones que debemos tomar en cuenta
si el texto es corto o largo, si es un artículo o un
libro; a examinarlo siguiendo algunos consejos y a
preparar exámenes, responder cuestionarios, realizar síntesis, a elaborar cuadros sinópticos y esquemas para ordenar la información.
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Un lector eficiente debe saber “seleccionar rápidamente lo que le interesa, pero su lectura no será
efectiva si no reflexiona y evalúa el contenido de lo
que lee”. Las estrategias para que el lector logre la
lectura crítica tienen que ver con investigar sobre la
confiabilidad de la fuente, considerando el autor, el
lugar donde aparece el texto (libro, revista, diario,
boletín, fanzine, semanario, manual, entre otros), la
fecha de la publicación; en caso de ser un libro, la
editorial puede arrojar información muy importante.
También debe considerarse cómo presenta el autor
la información, y por medio de ejemplos y ejercicios
le enseñan al lector a saber cómo distinguir si el texto está basado en hechos, inferencias u opiniones.
En el mismo tenor hablan sobre la importancia del
lenguaje y especifican las diferencias entre lenguaje
denotativo y connotativo, en el que el primero se
refiere al sentido objetivo y real que se les da a las
palabras y el segundo a la carga emocional o simbólica que se les confiere.
Uno de los capítulos centrales es el dedicado a la
lectura crítica. Para cualquier lector es importante
tener la habilidad de cuestionar un texto y no suponer que todo lo que lee es verdadero. Será muy difícil comprender lo que se lee si antes no se puede
distinguir entre una tesis y una hipótesis; o entre un
estereotipo, una sobregeneralización o una falacia.
Aprender a pensar leyendo bien es una gran aportación para cualquier persona que sepa leer, pero que
considere que sus competencias no son las adecuadas para lograr una lectura crítica y de comprensión. Escrito a partir de los nuevos paradigmas de la
educación basada en competencias, que coloca al
alumno en el centro del aprendizaje; el libro, como
se mencionó antes, contiene ejercicios, explicaciones claras, sencillas y concretas, lecturas ilustrativas
y herramientas que le permitirán al estudiante o al
profesionista, discernir, deliberar y elegir libremente
la información que requiere, de tal forma que pueda comprometerse en la construcción de sus propias competencias.
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