Parte III. Capítulo 9: Promoción de la salud mental infanto

Anuncio
Perfeccionismo
Esta actitud se caracteriza por la necesidad de alcanzar la perfección en todo lo que se emprende. Cuando nace un hijo su crianza se considera como algo que
se necesita hacer bien. Se concentran todos los esfuerzos en el lactante y en alcanzar notables éxitos mientras
el niño permanezca receptivo. Al avanzar el desarrollo y
aumentar la necesidad de conducta independiente, la
madre, lejos de aceptar la etapa más madura del niño,
concentra todas sus energías en modelarlo según su plan.
Va continuamente tras él, con sugerencias, consejos e
instrucciones. La necesidad de obtener un resultado perfecto se aplica no solo al hijo, sino al aspecto de ella, a su
hogar, a sus tareas domésticas. Al crecer el niño, se le
niega aprobación y se da poco crédito a su aprovechamiento. Es característica la presión ejercida sobre el hijo
para que alcance el primer lugar en muchos campos.
Un niño pequeño no puede comprender esa necesidad
tan exagerada de orden y perfección. Con frecuencia,
el niño reacciona con mal dormir, anorexia, hábitos nerviosos y conducta inquieta.
Exceso de crítica
Algunos padres tratan al hijo como un ser inferior
y le ridiculizan y humillan. El orgullo del niño se lastima y
pierde la estimación de sí mismo. Se siente inferior a sus
compañeros, infeliz, tímido, insatisfecho. Puede reaccionar con: tensión emocional, hiperactividad, hábitos nerviosos, retraimiento, volverse indebidamente dócil y
tímido o reaccionar con conducta agresiva y desafiante.
Inconsistencia
La disciplina, para que tenga éxito, es decir, para
que sea aceptada, supone que por parte de los padres
haya una clara conciencia de las necesidades del niño
para madurar y el respeto que ello implica. El niño debe
aprender a tener consideración hacia otros y a respetar
la propiedad ajena. Los problemas disciplinarios pueden
comenzar durante el período en que surge la dependencia de sí mismo, o sea, la autonomía. La disciplina debe
ser consistente. El niño debe saber por qué, debe saber
además lo que puede y no puede hacer. Debe saber que
si transgrede, inevitablemente recibirá desaprobación. La
confusión que produce la inconsistencia de permitir algo
en una ocasión y rechazar lo mismo en otra, de acuerdo
con el estado de ánimo de los padres, es razonable que
ejerza un efecto adverso en los niños. Estímulos inconsistentes producen neurosis en los animales, por lo que
podemos deducir que en los niños, seres más sensibles,
tengan también repercusiones negativas. El niño puede
que reaccione haciendo lo que desea o lo que es peor no
Parte III. Salud mental
sabiendo qué hacer, mostrándose indeciso como conducta habitual. Como resultado de todo esto, llegan a
veces a despreciar la autoridad no solo del hogar, sino
también del mundo exterior.
Hemos expuesto en síntesis apretada nuestro criterio acerca de qué es el maltrato psicológico, cómo la
tradición y las reglas familiares que se derivan lo encubren y lo justifican. Cómo se puede maltratar por acción
dañina o por omisión de la satisfacción de una necesidad
psicológica.
Somos optimistas, confiamos en que esa poderosa
institución, la familia, sea capaz de asimilar estas concepciones para prevenir, atenuar o eliminar todo aquello
que atente contra la felicidad de nuestros niños y de la
propia familia. Estamos comprometidos y obligados a
hacerles llegar este mensaje de amor y solidaridad. Es
evidente que para que la familia logre este objetivo tiene
que conocer y ser capaz de controlar todas las influencias perniciosas que la modernización, la urbanización y
los medios masivos de comunicación pueden ejercer sobre
esas personalidades en formación. Es por ello que la
violencia familiar no solo puede surgir en el seno de esta,
sino que puede ser inducido desde fuera por esos “maravillosos” medios. Corresponde entonces a la familia
“filtrar” ese poderoso influjo, que bien administrado puede
ser de enorme utilidad.
. Capítulo 9 .
Promoción de salud mental
infantojuvenil
Cristóbal Martínez Gómez
La medicina ha ido modificando sus enfoques a
través del tiempo. Ha pasado por etapas en su desarrollo que se caracterizan por determinados paradigmas,
desde los anticientíficos hasta los ultrabiologistas; no pretendo analizarlos todos, pero es necesario reseñar aquellos que tuvieron y que, a veces, aún tienen vigencia.
El paradigma biomédico con su enfoque fundamentalmente curativo predominó hasta muy avanzada la mitad del siglo XX. Al avanzar la epidemiología de las
enfermedades crónicas no transmisibles le imprimió a la
medicina un enfoque preventivo. Con los más recientes
aportes de las ciencias de la salud se propugna el enfoque de promoción de salud como el que debe predominar. La reforma de la asistencia psiquiátrica que se ha
llevado a cabo en muchos países conlleva la reestructuración de los hospitales, la creación de centros para la
95
atención ambulatoria, la reorientación hacia la atención
primaria y la organización de la comunidad en función
de esta nueva estrategia.
Todo lo anterior genera cambios substanciales en
nuestro quehacer:
El escenario es otro y muy distinto, tenemos que
salir del marco estrecho y “cómodo” del consultorio y la
sala del hospital para situarnos allí en el propio entorno
donde se desarrolla la vida de nuestros pacientes, menos “cómodo”, pero evidentemente más real.
Debemos entonces modificar nuestra práctica
médica y centrarnos en: el ambiente familiar y social
donde está ubicado nuestro objetivo de trabajo; en las
repercusiones que el medio ejerce en la producción de
los “trastornos” que manifiesta la persona o familia en
cuestión. En los factores de riesgo presentes en ese
medio, en los factores protectores y en las determinantes de la salud y no solo la relación causa-efecto tan
controvertida y tan cuestionada en nuestra especialidad.
Todo ello nos obliga a desarrollar acciones de salud mental
sobre los individuos, sobre la familia, sobre los grupos
sociales y sobre la comunidad.
EL ENFOQUE DE RESILIENCIA
El enfoque de resiliencia muestra que las fuerzas
negativas, expresadas en términos de daños o riesgos,
no encuentran a una familia inerme en la cual se determinarán daños. Describe la existencia de verdaderos
escudos protectores que harán que dichas fuerzas no
actúen libremente y a veces, las transforman en factor
de superación de la situación difícil. Es necesario definir qué es para nosotros factor de riesgo y factor protector para darle mayor claridad a nuestra posición.
Factor de riesgo es cualquier característica o
cualidad de una persona, familia o comunidad que se
sabe unida a una elevada probabilidad de dañar la salud.
Factores protectores son las condiciones o los
entornos capaces de favorecer el desarrollo de individuos o grupos y, en muchos casos, de reducir los efectos
de circunstancias desfavorables. Podemos clasificarlos
en externos e internos. Los factores protectores externos son: una familia extensa, apoyo de un adulto significativo, integración social y laboral, etc. Los factores
protectores internos son: autoestima, seguridad y confianza en sí mismo, facilidad para comunicarse, empatía.
Individuos resilientes son aquellos que al estar
insertos en una situación de adversidad, es decir, al estar
expuestos a un conglomerado de factores de riesgo, tienen la capacidad de utilizar aquellos factores protectores para sobreponerse, crecer y desarrollarse
adecuadamente llegando a madurar como seres adultos
competentes, pese a los pronósticos desfavorables.
96
La resiliencia no debe considerarse como una capacidad estática. Es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores protectores y la personalidad
del ser humano. Uno puede estar más que ser resiliente.
Lo cual nos permite afirmar que no es que la persona o
familia resiliente esté todo el tiempo poniendo de manifiesto su resiliencia, sino que en aquellos momentos de
riesgo, los factores protectores son usados con efectividad para salir airosos de la situación. La resiliencia es
un llamado a centrarse en cada individuo como alguien
único, es enfatizar las potencialidades y los recursos
personales que permiten enfrentar situaciones adversas
y salir fortalecido a pesar de estar expuesto a factores
de riesgo. Ejemplos de personalidades con una resiliencia
evidente son Demóstenes, Jean Piaget, Rigoberta
Menchú, Ana Frank, Truman Capote, José Martí.
En un estudio realizado por Werner a personas
desde recién nacidos hasta los 40 años, este creó el concepto de “niños invulnerables”. Después vió que el concepto de invulnerabilidad era un tanto extremo y lo
modificó por el de “capacidad de afrontar”. El adjetivo
resiliente del inglés resilient expresa esta cualidad y el
sustantivo resiliencia expresa esta condición. Se han
hecho por diferentes autores definiciones variadas de
este término, así tenemos:
• Habilidad para resurgir de la adversidad, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva (Institute on Child Resilience and Family ).
• Enfrentamiento efectivo de circunstancias y eventos de la vida severamente estresantes y
acumulativos (Lösel).
• La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción y la capacidad de
forjar un comportamiento positivo pese a las circunstancias (Vanistendael).
• La resiliencia es un concepto genérico que se refiere a una gama de factores de riesgo y su relación con los resultados de la competencia
(Osborn).
• La resiliencia significa una combinación de factores que permiten a un niño o ser humano, afrontar y superar problemas de la vida y construir sobre
ellos (Suárez Ojeda).
• Capacidad del ser humano para hacer frente
a las adversidades de la vida, superarlas y ser
transformado positivamente por ellas
(Grotberg). (Esta última es la que más conceptual nos parece.)
Grotberg ha creado un modelo que caracteriza a
un resiliente a través de la posesión de condiciones que
Tomo I
en el lenguaje se expresan diciendo: “yo tengo”, “yo
soy”, “yo estoy”, “yo puedo”. De acuerdo con ese modelo se pueden detectar estas expresiones que caracterizan a un resiliente:
TENGO:
Personas en quienes confío y que me quieren incondicionalmente,
Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar peligros o problemas.
Personas que me muestran, por medio de su conducta,
la manera correcta de proceder.
Personas que quieren que aprenda a desenvolverme
solo.
Personas que me ayudan cuando estoy enfermo, o en
peligro o cuando necesito aprender.
SOY :
Una persona por la que otros sienten aprecio y cariño.
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto (como dijo Martí).
Respetuoso de mi mismo y del prójimo.
Capaz de aprender.
Agradable y comunicativo con mis familiares y vecinos.
ESTOY :
Dispuesto a responsabilizarme con mis actos.
Seguro de que todo saldrá bien.
Triste, lo reconozco y lo expreso con la seguridad de
encontrar apoyo.
Rodeado de compañeros que me aprecian.
PUEDO :
Hablar sobre las cosas que me asustan o me inquietan.
Buscar la manera de resolver mis problemas.
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien
o para actuar.
Encontrar alguien que me ayude cuando lo necesito.
Equivocarme y hacer travesuras sin perder el afecto
de mis padres.
Sentir afecto y expresarlo.
Perfil de un niño o adolescente
resiliente
Este perfil está compuesto por tres aspectos
esenciales:
Competencia social. Incluye cualidades como: estar listos para responder a cualquier estímulo, comunicarse con
Parte III. Salud mental
facilidad, demostrar empatía y afecto y tener comportamientos prosociales y sentido del humor.
Resolución de problemas. Capacidad para resolver
problemas desde la niñez temprana. En la adolescencia:
capacidad de jugar con ideas y sistemas filosóficos.
Autonomía. Sentido de la propia identidad, habilidad para
poder actuar independientemente y control de algunos
factores del entorno.
Sentido de propósito y de futuro. Expectativas saludables, motivación para los logros, sentido de la anticipación, anhelo de un futuro mejor.
En el Manual de Identificación y Promoción de la
Resiliencia publicado por la OPS se describen además:
Atributos para ser resiliente
Atributos personales: Control de las emociones
y de los impulsos. Autonomía. Sentido del humor. Alta
autoestima. Empatía. Capacidad de comprensión y análisis de las situaciones. Cierta competencia cognitiva.
Capacidad de atención y concentración.
Condiciones del medio: La seguridad de un afecto recibido por encima de todas las circunstancias y no
condicionado. La relación de aceptación incondicional
de un adulto significativo. La extensión de redes informales de apoyo.
ACCIONES PARA PROMOVER
LA RESILIENCIA
Durante el embarazo y el parto
• Comunicarse con el feto, hablándole con voz suave.
• Cantarle, exponerlo a música suave adecuada al
medio sociocultural en que está creciendo. (Asociación entre el desarrollo del centro de sensibilidad musical y el de capacidad lógico-matemática).
• Acariciarlo a través del vientre.
• Alimentarse adecuadamente.
• Prepararse para una lactancia exclusiva y prolongada.
• Incluir al padre y a los hermanos en estas acciones.
• Preparar a la familia para la llegada del nuevo
miembro.
Recién nacido
El nacimiento es una de las crisis que el ser humano tiene que enfrentar. Es una verdadera prueba de
resiliencia biológica y psicológica. Cambios de temperatura, ruidos, luz, aire, manipulación. Tener que respirar, comer, digerir, etc. Solo tiene algo que lo une a la
seguridad de la etapa anterior el latido del corazón
97
materno. Este cambio coexiste con una crisis de transformación de la madre. Además es también una etapa
importante para la familia en la que tendrán que asumirse
nuevos roles: padre, madre, hermano, abuelo.
Se recomiendan las siguientes acciones que deben
hacer los padres:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Presencia del padre en el parto y período perinatal.
Abrazarlo antes de que corten el cordón.
Colocarlo entre los senos.
Iniciar lactancia cuanto antes, para aprovechar el
valor inmunitario del calostro.
Darle masajes rítmicos, muy suaves.
Hacer que su mirada se encuentre con la de la
madre, en cuanto esté alerta.
Hablarle usando palabras melódicas y
tranquilizadoras.
Mantenerlo al lado de la madre.
Incorporarlo rápidamente a la familia.
Incluir al padre en las tareas de estimulación e
higiene.
El niño de 0 a 3 años de edad
El vínculo del niño con su madre, indispensable para
su desarrollo, se fortalece con la lactancia materna. A
través de la lactancia el bebé recibe no solo el alimento
que le permite subsistir, sino también el afecto materno.
El niño necesita de afecto incondicional, aquel que perdura sin exigencia, que no depende de su comportamiento.
Ese afecto incondicional es, posiblemente, el pilar fundamental de la resiliencia. Durante sus primeros años el
niño comienza a desarrollar la sensación de confianza
básica, como sentimiento positivo hacia el mundo. Se
genera la sensación de que los demás lo cuidan. De ese
modo, aprende a confiar en los cuidados que le brindan
y en el afecto que le dan y permiten que surja la confianza en sí mismo.
¿Qué pueden hacer los padres en esta edad?
• Proveer amor incondicional, expresarlo física y
verbalmente, ya sea tomándolo en brazos, acunándolo, acariciándolo, o usando palabras suaves
para calmarlo, confortarlo y alertarlo a que se
calme por sí mismo.
• Proveerle lactancia materna, como alimentación
exclusiva 4 meses y extenderla hasta el primer año.
• Reforzar reglas y normas y utilizar la supresión
de privilegios y otras formas de disciplina que no
lo humillen, dañen o expresen rechazo.
98
• Modelar comportamientos que comuniquen confianza, optimismo y fe en los buenos resultados.
• Alabarlo por logros y progresos.
• Estimularlos para que intenten hacer cosas por sí
mismos con un mínimo de ayuda de los adultos.
• Reconocer y nombrar los sentimientos del niño.
• Usar el desarrollo del lenguaje.
• Prepararlo para situaciones desagradables o adversas.
• Estar alertas a su propio temperamento para calibrar cuán rápida o lentamente introducir cambios.
• Contrapesar la necesidad de exploración con apoyos seguros.
• Ofrecer explicaciones junto con reglas y disciplina.
• Darle consuelo y apoyo en situaciones de estrés
y riesgo.
• Proveer un ambiente muy estable pero con novedades.
• Cambiar y modificar la mezcla de libertad y seguridad, de acuerdo con lo que indiquen progresivamente sus reacciones.
El niño de 4 a 7 años de edad
El niño en esta etapa es muy activo. Gradualmente
el juego con los pariguales desplaza el juego solitario. El
juego de roles permite revivir situaciones, resolver conflictos y anticipar conductas. Es muy curioso e indagador cómo a los 5 o 6 años se identifica con el padre del
mismo sexo. Precisa de un maestro cuyo afecto no esté
condicionado a sus logros escolares. El afecto con los
pares está más condicionado a la presencia de características valoradas por el grupo. Aumenta gradualmente
sus posibilidades de relación y de comprensión del sentido
de los límites puestos como cuidado y protección. Para
ello es necesario que los límites sean razonables y no
dependan de la arbitrariedad del adulto. Las frustraciones intensas sin sentido, generan desconfianza, inhibiciones y agresiones. Una vez adaptado el niño a sus
actividades escolares, la relativa independencia ganada
lo conducirá a situaciones que puede manejar con autonomía, a aquellas para las cuales necesita ayuda y a
aquellas para las cuales ofrecerá ayuda. La independencia y la cooperación son dos aspectos del proceso de
integración social.
¿Qué pueden hacer los padres, trabajadores de la
salud y educadores?
• Ofrecerle amor incondicional y expresarle dicho
amor verbalmente.
Tomo I
• Abrazarlo y usar una voz suave para calmarlo,
enseñarle técnicas para que se calme antes de
hablar de su problema (respirar profundamente o
contar hasta diez antes de reaccionar).
• Promover el valor, la confianza, el optimismo y la
autoestima de manera permanente.
• Reforzar normas y reglas, usar la supresión de un
privilegio y otras formas de disciplina para establecer límites sin humillar.
• Alabarlo por logros.
• Animarlo a que actúe independientemente.
• Ayudarlo en su aprendizaje de reconocer sentimientos propios y ajenos.
• Prepararlo gradualmente a situaciones adversas.
• Animarlo a que demuestre simpatía y afecto por
los demás.
• Comunicarse a menudo con él para discutir acontecimientos y problemas cotidianos, así como compartir ideas, observaciones y sentimientos.
• Enseñarle a que acepte responsabilidades por su
propio comportamiento negativo.
• Aceptar sus errores y fallas, pero al mismo tiempo orientarlo para que logre su mejoramiento.
• Darle consuelo y aliento en situaciones
estresantes.
El niño de 8 a 11 años de edad
En esta etapa, sus actividades se centran en aprender las habilidades de la vida diaria. Desea tener amigos
íntimos y ser objeto de la aceptación de sus pares, los
cuales van cobrando una importancia cada vez mayor.
Si se burlan de él o le muestran que es incapaz se sentirá
inseguro. El manejo adecuado de los fracasos consiste
en hacer un análisis sobre cómo se produjeron y en
generar opciones de solución en conjunto. El amigo o
amiga íntimo asume un lugar de privilegio. Le cuesta
mucho más que antes aceptar límites. El cuerpo infantil
que conocía y dominaba, comienza a modificarse de diferentes maneras produciendo una gran inseguridad. Para
que la confianza regrese es de gran ayuda que conozca
los cambios que se produzcan en él y que entienda que
son parte de un hecho positivo, su crecimiento físico.
¿Qué pueden hacer los padres, trabajadores de la
salud y educadores?
• Proveer amor incondicional y expresarlo de manera apropiada a la edad.
• Usar comportamientos tranquilizadores para ayudar a que maneje y module sus sentimientos.
• Desarrollar comportamientos consecuentes que
trasmitan valores y normas, incluyendo factores
de resiliencia.
Parte III. Salud mental
• Explicar claramente las normas y expectativas.
• Elogiar logros y comportamientos deseados.
• Proveer oportunidades de practicar cómo lidiar
con los problemas y adversidades.
• Alentar la comunicación de hechos, expectativas,
sentimientos y problemas.
• Equilibrar el desarrollo de la autonomía, las consecuencias o sanciones de errores, con cariño y
comprensión.
• Comunicar y negociar con él acerca de su creciente independencia, sus nuevos desafíos y sus
nuevas expectativas.
• Instarlo a que acepte la responsabilidad de sus
comportamientos.
• Promover y desarrollar su flexibilidad para que
seleccione diferentes valores de resiliencia.
El adolescente de 12 a 16 años de edad
Hay un conflicto en el joven que ahora tiene su
cuerpo con funciones sexuales adultas, pero con una
organización psicosocial con características infantiles.
El crecimiento rápido de los adolescentes también desorienta a padres y educadores. Muchas veces no saben
si tratarlos como a niños o mayores. Los padres perciben que el niño está cambiando y que van perdiendo al
niño-hijo. El joven percibe la pérdida de su propia infancia, de las figuras paternas que lo acompañaron en esos
años y del cuerpo que materializaba una identidad de
niño. Mientras tanto, para buscar su propia identidad tratará de separarse de las figuras parentales. Busca la
diferencia para llegar a la afirmación de lo propio, y a
causa de la rebeldía que esto a veces engendra, los conflictos familiares se incrementan. El grupo adquiere un
significado especial. Las dificultades con los padres pueden ser desplazadas hacia los profesores. Aquellos además, reviven situaciones con sus propios hijos. La
confianza básica se tambalea. La irrupción de cambios
físicos, emocionales y sociales le hace perder confianza
en sus propias posibilidades, puesto que aún no las conoce bien. A esto contribuye también el cambio en el nivel
de escolaridad con nuevas exigencias y nuevos grupos
de pares. Lo mismo ocurre si sale a buscar trabajo y no
lo encuentra. Para tomar la mayoría de sus decisiones,
el adolescente precisa de un adulto que lo acompañe,
para recibir información, escuchar una opinión. Este
apoya, pero quien decide es el joven. La actitud de colaboración y de respeto por la decisión del adolescente
fortalece la resiliencia.
99
¿Qué pueden hacer los padres, trabajadores de la
salud y educadores?
• Estimular el desarrollo de las capacidades de escuchar, de expresión verbal y no verbal, y de comunicación en general.
• Fortalecer la capacidad de manipulaciòn de rabia-enojo y de las emociones en general.
• Reforzar la capacidad de definir el problema, de
optar por la mejor solución y de aplicarla cabalmente.
• Ofrecer preparación para enfrentar las dificultades de los cambios escolares y laborales.
• Reforzar los conceptos de protección familiar y
procreación responsable.
• Fomentar la habilidad de reconocer esfuerzos y
logros.
• Desarrollar la capacidad de comunicación
afectiva.
• Aclarar los roles y favorecer el establecimiento
de límites razonables para todos los miembros de
la familia.
• Favorecer la presencia de al menos un adulto significativo para el adolescente.
. Capítulo 10 .
Importancia del juego
en el desarrollo social
y emocional
Cristðbal Martˇnez Gðmez
FUNCIONES DEL JUEGO
El juego desarrolla porque proporciona:
Satisfacción emocional. No creo que sea necesario
insistir en lo beneficioso que es, desde el punto de vista
emocional, el juego para los niños y la necesidad que
ellos manifiestan de realizar esta actividad placentera.
Sentido de eficacia. Cuando el niño logra realizar una
determinada tarea durante el juego comprueba que él es
eficaz, que es capaz de hacer “cosas”, que puede superar obstáculos, etc.
Mejor utilización de la agresividad. Aprende que
cuando es agresivo con los de su edad estos le responden de la misma manera y que cuando no lo es reina la
armonía y disfruta más de la actividad.
Adquisición de destrezas. En el mismo desarrollo del
juego se van produciendo exigencias que van a presionarlo a ser cada vez más diestro. El placer funcional que
100
esto implica estimulará la necesidad de adquirir otras
destrezas y así sucesivamente.
Mejor coordinación mano-ojo. La coordinación manoojo es imprescindible en cualquier acción que se ejecute
y en el juego esto se pone de manifiesto de manera singular, pues hay juegos que prácticamente consisten en
demostrar quién tiene una mejor coordinación (Canicas,
trompos, saltar la cuerda, béisbol, tenis de mesa, etc.).
Imaginación. No podríamos en este espacio mencionar todos los juegos de imaginación que los niños son
capaces de elaborar y cómo esto contribuye a desarrollar esta importante función del psiquismo humano.
Parafraseando podemos decir “imagínense todo lo que
es capaz de imaginar un niño”.
Mejora la concentración, la observación y la experimentación. El niño tiene un afán lógico de obtener un
resultado satisfactorio en la realización del juego. Para
lograr su deseo de “querer ganar” necesita concentrarse, observar todas las situaciones y experimentar variantes que lo hagan ser más eficiente para obtener
mejores resultados que los otros jugadores. La satisfacción que produce un buen resultado lo estimula a seguir
manteniendo estas actitudes y las refuerza.
Mejores relaciones interpersonales. Las reglas del
juego hacen que los participantes mantengan una “ética” que contribuye a mejores relaciones. La necesidad
de respetar los derechos de los demás y hacer valer los
propios va a resultar en una relación armoniosa y productiva.
La cooperación y la colectividad. Cuando el juego es
por equipos obliga a un trabajo en colectivo que estimula la colaboración entre los miembros. Evidentemente
este aspecto también contribuye a mejorar las relaciones interpersonales
Conocimientos acerca de las consecuencias de las
trampas, el aislamiento y la pérdida de amistades.
Cuando uno de los participantes hace trampas es “sancionado” de alguna manera (salir del juego, recibir un
puntaje negativo, etc.). A veces conlleva al aislamiento
y la pérdida de las amistades, lo cual es algo muy doloroso para los niños y habitualmente es una “experiencia
emocional correctiva” de un gran efecto educativo.
Sentido de honradez. No ser honrado en el juego produce la misma reacción que el hacer trampas, pues los
niños lo hacen equivalente, las consecuencias van a ser
las mismas y los efectos similares.
El aprendizaje de perder con ecuanimidad y dignidad. Mantener una actitud digna y ecuánime ante la
pérdida prepara para aceptar las frustraciones que necesariamente van a ocurrir en la vida real de cualquier
ser humano.
Ejercicio al aire libre, mejora su salud y fortaleza.
La realización de los juegos que implican ejercicio va a
mejorar el desarrollo muscular, la capacidad respiratoria, el apetito, la coordinación, el equilibrio, etc. Todo ello,
por supuesto, que mejora su salud y su fortaleza.
Tomo I
Descargar