que reforma los parrafos primero y cuarto del artículo 34, así como

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QUE REFORMA LOS PARRAFOS PRIMERO Y CUARTO DEL ARTÍCULO 34, ASÍ COMO SEXTO,
SÉPTIMO Y OCTAVO DEL ARTÍCULO 35 DEL CÓDIGO FEDERAL DE INSTITUCIONES Y
PROCEDIMIENTOS ELECTORALES, A CARGO DEL DIPUTADO JAIME MORENO GARAVILLA,
DEL GRUPO PARLAMENTARIO DE CONVERGENCIA
El suscrito, con fundamento en el artículo 71, fracción II, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, y 55, fracción II, del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General
de los Estados Unidos Mexicanos, me permito presentar al honorable Congreso de la Unión, por
conducto de esta honorable Cámara de Diputados, iniciativa de decreto por el que se reforman los
párrafos primero y cuarto del artículo 34, así como el sexto, séptimo y octavo del artículo 35 del
Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, al tenor de la siguiente
Exposición de Motivos
¿Es que en los albores del siglo XXI todavía hay que inventar la democracia?
Eso suena lo mismo que volver a descubrir América, el bien llamado Continente de la Esperanza.
Pero sí; de eso se trata: de continuar la permanente búsqueda del perfeccionamiento de la
democracia, de ese sueño tan particularmente humano en el que se ha invertido sangre de mártires
de todos los credos y todas las razas, y por el que se sigue luchando hoy en día en todas las
latitudes.
La democracia, dice Carlos Giner, es el "viejo vicio griego que ningún dictador logrará arrancar del
corazón del hombre y permanecerá como un ideal siempre joven".
En México, a pesar de las voces y conductas que parecen alimentar al escepticismo, al desaliento y
la parálisis ciudadana, vive y vibra el anhelo democrático
Gracias a ese anhelo, a ese ideal siempre joven que está en la base de las mejores luchas del
pueblo mexicano, el Poder Legislativo y en particular la Cámara de Diputados, se consolida como
ancho espacio para la pluralidad, entendida y reconocida como consecuencia misma de la
naturaleza humana.
En efecto, es en la Cámara de Diputados donde la pluralidad dispone del instrumento igualmente
humano, como lo es el diálogo que permite la unidad en lo fundamental, la diversidad en lo
accidental y, en todo, la libertad, la dignidad y la caballerosidad.
Y si en algo están de acuerdo las representaciones partidarias en el Legislativo, es en el criterio de
que, sin ciudadanos no hay democracia.
Lo dicho: la relación entre ciudadanos y democracia es constitutiva, pues sin ciudadanos no hay
democracia y sin democracia no hay ciudadanía.
Al igual que lo anterior, se reconoce prácticamente por todos, que la participación de la ciudadanía
como signo claro de vivencia democrática, no se reduce a la emisión del sufragio, sino que alcanza
todo lo que tenga que ver con la vida pública nacional.
Como elocuente e histórico soporte a la anterior convicción, se mantiene la fracción II del Artículo 3°
constitucional, que para la educación nacional establece el criterio democrático, "considerando a la
democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema
de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo".
Georges Bordeau, con ironía metafórica a tono con nuestro 3° constitucional, dice que "la
democracia es hoy en día una filosofía, una manera de vivir, una religión, y casi accesoriamente una
forma de gobierno."
Por fortuna, en nuestra nación hay avances importantes en la democracia como sistema de
gobierno, comenzando por la vigencia de un requisito tan elemental, como es el respeto al sufragio
ciudadano, lo que ha hecho posible la alternancia pacífica en el poder y la existencia de partidos que
se esfuerzan por ser más competitivos.
Gracias a las luchas perseverantes de diversas organizaciones sociales y políticas, hoy las
elecciones en nuestro país no las hace el gobierno, sino que están a cargo de organismos
electorales autónomos, entre los que destaca el Instituto Federal Electoral, que ha venido
construyendo un sólido capital de credibilidad y una cada vez más reconocida autoridad moral.
En aras de ese prestigio y en cumplimiento de sus funciones como garante de procesos electorales
confiables y como animador de la participación ciudadana, es deseable que el Instituto Federal
Electoral, valore en su justa dimensión a los partidos y las agrupaciones políticas, de manera que
propicie su propio desarrollo, a partir del respeto a su vida institucional interna y, con ello, a su
independencia y autonomía.
La respetuosa relación entre los partidos, las agrupaciones políticas y los organismos electorales,
resulta todavía más necesaria ante el hecho de que los avances democráticos en materia de respeto
al voto, no han sido suficientes para hacer de la participación ciudadana una de las constantes
intrínsecamente democráticas del país.
Por el contrario, puede afirmarse que la no-participación, se ha convertido en factor de alto riesgo
contra el desarrollo, la gobernabilidad y la paz social de la Nación.
En efecto, el fenómeno del abstencionismo ha sido el predominante en los últimos comicios locales
celebrados en diferentes entidades federativas.
Confirma lo anterior, el estudio ofrecido por la Red Interamericana para la Democracia, en el sentido
de que las actividades de ciudadanos en organizaciones intermedias que trabajan por la democracia
sólo alcanza el 2.8%, contra el 18.8% que registran las de tipo religioso.
Según el mismo estudio, en comparación con otros países de América Latina, en el rubro de la noparticipación, México ocupa el tercer lugar, sólo debajo de Costa Rica y Brasil.
Es claro que la no-participación, junto a la permanencia y profundización de problemas como el de
la miseria, el desempleo y la inseguridad pública, constituye ese factor que alimenta la tentación de
la violencia y que anuncia el posible registro de estallidos sociales con dimensiones y consecuencias
impredecibles.
Por todo lo dicho, urgen reformas que se traduzcan en la existencia de un mejor marco jurídico que
estimule y propicie la cabal y verdadera participación ciudadana, en todo aquello que tenga
trascendencia social.
Se desprende de lo anterior, la necesidad de eliminar la camisa de fuerza que en la actualidad
dificulta la sobrevivencia e impide el desarrollo de las agrupaciones políticas nacionales.
Es a todas luces inaceptable, que a las agrupaciones políticas se les exija lo mismo que a los
partidos políticos nacionales, pero que al mismo tiempo sean objeto de trato distinto por inferior,
cuando de prerrogativas se trata.
Conforme al espíritu que animó la Reforma Electoral de 1996, las agrupaciones políticas nacionales
deben ser la respuesta a la demanda ciudadana, que exige la plena vigencia del Artículo 35 de
nuestra Carta Magna, que garantiza el derecho de todos los ciudadanos de votar y ser votados sin
necesidad de pertenecer a algún partido político.
Si por ahora no resulta posible que las agrupaciones políticas legalmente puedan registrar
candidatos a puestos de elección popular, lo menos que puede hacerse es que en ejercicio del
derecho de asociación, garantizado por el 9° constitucional, puedan celebrar convenios de
participación con algún partido, o partidos coaligados.
Tanto el Legislativo como las dirigencias y militancias partidistas deben colocar los intereses de la
Nación por encima de los particulares, de modo que, bajo este principio, entiendan y acepten que en
las agrupaciones políticas se pueden tener eficaces aliados para afrontar, con éxito, el gran reto de
nuestro tiempo: llevar a los ciudadanos a las urnas, para luego crecer en la participación orgánica
del pueblo en todas las tareas del bien común.
Se trata de que los partidos y las agrupaciones tengan generosidad y altura de miras para satisfacer
el imperativo de rescatar la estimación social hacía la política, lo que equivale a conservar y mejorar
la integridad de nuestro tejido social, pues si bien la economía es la relación del hombre con la
naturaleza, la política es la relación civilizada del hombre con el hombre mismo.
Así entonces, la primera función de los partidos y las agrupaciones políticas, será la de promover la
participación ciudadana en la vida democrática, la que a su vez conlleva funciones sociales y cuenta
con distintas facetas, entre la que destaca la socialización política.
La socialización política supone los deberes de los partidos y las agrupaciones políticas nacionales,
de educar a los ciudadanos en la democracia; de concientizarlos tanto en el ejercicio de derechos,
como en el cumplimiento de deberes, lo mismo que el de propiciar la libre expresión de opiniones,
pareceres y criterios de la sociedad civil para canalizarlos adecuadamente, de modo que se
enriquezca la agenda legislativa y se promocione el desarrollo integral del país.
Se persigue con las reformas propuestas, además, ampliar las actuales vías de financiamiento de
las agrupaciones políticas nacionales, a fin de que no dependan como hasta ahora casi
exclusivamente del financiamiento del Instituto Federal Electoral, y puedan concursar en igualdad de
condiciones con otras organizaciones de la sociedad civil para la obtención de fondos públicos y
privados, nacionales y extranjeros como lo hacen hoy en día Alianza Cívica o Ancifem, asociaciones
civiles que por cierto están sujetas a niveles considerablemente menores de fiscalización y rendición
de cuentas. Necesitamos agrupaciones políticas nacionales cada vez más fuertes y
profesionalizadas, y solo ampliando el espectro de su financiamiento esto es factible.
Por todo lo anteriormente expuesto, me permito someter a la alta consideración de esta Asamblea la
presente iniciativa de decreto:
Artículo Único. Se reforman los párrafos primero y cuarto del artículo 34, así como los párrafos
sexto, séptimo y octavo del artículo 35, del Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales para quedar como sigue:
Artículo 34 ...
1. Las agrupaciones políticas nacionales podrán participar en procesos electorales federales
mediante acuerdos de participación con un partido político, o con partidos coaligados. Las
candidaturas surgidas de los acuerdos de participación, serán registradas por el partido político o los
partidos coaligados y serán votadas con la denominación, emblema, color o colores acordados y
expresos en el convenio de que se trate.
2. ... (sin cambio)
3. ... (sin cambio)
4. A las agrupaciones políticas nacionales les serán aplicables en lo conducente lo dispuesto por los
artículos 38, 49-A y 49-B, así como lo establecido en los párrafos 3,4 y 5 del artículo 49 de este
Código.
Artículo 35 ...
6. Las agrupaciones políticas con registro, gozarán del régimen fiscal previsto para los partidos
políticos en los artículos 50, 51 y 52 de este Código. Asimismo, tendrán acceso a la radio y televisión
en términos de proporcionalidad y equidad con los partidos políticos nacionales, así como derecho a
las franquicias postales y telegráficas para apoyo de sus actividades.
7. De igual manera, las agrupaciones políticas con registro, gozarán de financiamiento público para
apoyo de sus actividades editoriales, educación y capacitación política, investigación
socioeconómica y política, de organización, representación y desarrollo orgánico.
8. Para los efectos del párrafo anterior, se constituirá un fondo consistente en una cantidad
equivalente al 6% del monto que anualmente reciben los partidos políticos para el sostenimiento de
sus actividades ordinarias permanentes.
Dip. Jaime Miguel Moreno Garavilla (rúbrica)
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