¿Se puede conciliar intereses?

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Minería y Comunidades Campesinas
¿Se puede conciliar
intereses?
E
l área de denuncios mineros
en el país aumentó en los
últimos seis años de 4 a 20
millones de hectáreas, crecimiento
espectacular que involucra más de
la mitad del territorio de algunos
departamentos,
entre
ellos
Huancavelica, Pasco y La
Libertad. Pero este "boom",
alentado por las grandes ganancias
que reporta la minería y los
beneficios tributarios concedidos a
esta actividad, también se basa en
el uso de tierras que en mayor
parte pertenecen a comunidades
campesinas. No son pocos los
conflictos
existentes
entre
empresas mineras y comunidades
que se ven afectadas en sus
derechos de propiedad y
actividades económicas.
Un caso es el de la Comunidad
Campesina Vicco de Pasco que
vive un largo proceso de
negociación -casi cinco años- con
la Sociedad Minera El Brocal que
tiene la concesión de 3 mil Hás de
la comunidad. En esas tierras la
empresa, que cuenta con capitales
de la canadiense Cominco,
explotará a tajo abierto el
yacimiento de zinc San Gregorio,
uno de los más grandes del país y
"a nivel internacional", según se
afirma en un folleto publicitario de
El Brocal. La empresa invertiría en
el proyecto 300 millones de
dólares, suma que sería recuperada
en aproximadamente dos años
pues sus ventas anuales se calculan
en 150 millones de dólares.
En la negociación que se sigue de
acuerdo a los procedimientos de la
legislación de tierras y de minería,
se le ha planteado a la Comunidad
que ceda sus tierras por 50 años a
cambio de una servidumbre de 574
mil dólares, es decir la
Tajo abierto de la Mina Colquijirca que explota El Brocal. La
misma tecnología será empleada en las tierras ganaderas de Vicco.
Entre las intenciones y la realidad
Al reciente acuerdo de crear una comisión parlamentaria de
asuntos indígenas, se suma la existencia de dos proyectos de ley
sobre el tema, uno a iniciativa del congresista Campos Baca y el
otro de Anselmo Revilla. El primero involucra básicamente a las
etnias amazónicas, mientras que el de Revilla incorpora a
comunidades campesinas y nativas. Ambos coinciden en el
reconocimiento del indígena como ciudadano con una lista
importante de principios que sustentan el derecho a su diferencia,
a la educación intercultural y a sus formas de derecho
consuetudinario. Pero de buenas intenciones está empedrado el
infierno, porque muchas de las propuestas entran en contradicción
con las políticas derivadas del modelo económico en curso.
En relación con los territorios y uso de los recursos Campos
Baca plantea que el Estado, "antes de autorizar cualquier
programa" de prospección o explotación de recursos" existentes en
tierras de pueblos indígenas "deberá establecer procedimientos"
para la participación de dichos pueblos en "determinar" si sus
intereses se verían perjudicados y, si fuera el caso, en los
beneficios que reporten tales actividades. En la propuesta de
Revilla este tema merece todo un capítulo especial en el que la
opción por la gran minería y la extracción de hidrocarburos queda
muy bien definida: la comunidad es propietaria de los recursos
minerales no estratégicos que hayan en su territorio, pero "las
zonas donde se encuentren minerales estratégicos son terrenos
del Estado (...) y deberán estar debidamente inscritos en Registros
Públicos". Con este planteamiento queda resuelto a favor de la
minería los serios conflictos que existen por el otorgamiento de
concesiones en tierras comunales. El debate está abierto y en él se
debe dar plena participación a las organizaciones de los pueblos
amazónicos y de las comunidades campesinas, para que los
brillantes enunciados de principios no queden en meras
intenciones. z
‹
MARZO
de
1999
‹
insignificante suma de 3.95 dólares
por hectárea al año. Como es
lógico, los comuneros de Vicco
rechazan la propuesta por injusta,
calificándola de "expropiación
disfrazada de servidumbre".
Reclaman una valorización justa de
sus tierras, compartir parte de la
riqueza que la explotación minera
genera para la ejecución de un plan
de desarrollo, y el cumplimiento
cabal de un plan ambiental que la
Comunidad exige conocer.
Según denuncia el dirigente de
Vicco, Miguel Palacín, la empresa
ha respondido con represalias,
enjuiciando dirigentes y cerrando
un canal de irrigación. Y señala
que, frente a estos a hechos, el
Ministerio de Energía y Minas en
su papel de árbitro no ayuda
mucho.
Vicco, junto a otras treinta
comunidades y varios gremios
campesinos han tomado la
iniciativa de constituir una
Coordinadora de Comunidades
Campesinas y Nativas afectadas
por la Minería que está
convocando a un congreso
nacional. En un pronunciamiento
público han condenado "la
arbitrariedad" que amenaza sus
derechos de propiedad, reclaman
cambiar la legislación vigente en
términos que respeten los
derechos constitucionales de las
comunidades y faciliten la
solución armoniosa de los
conflictos, frente a los que el
Estado se convierta en un ente
concertador.
El
congreso
comunero, programado para
mediados de agosto, busca
avanzar en esta concertación a
través
del
diálogo
con
empresarios mineros, legisladores
y funcionarios públicos. z
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