Un ataque injusto

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: ÜN ATAQUE INJUSTO
N un delicioso artículo, Wenceslao
Fernández Flórez, y. al historiar
sus cinco estilográficas, que es como
i historiar treinta años del humor español,
clava el aguijón de la última de ellas, con
que lo firma, en. eí panzudo abdomen de
Jas máquinas de escribir.. Ni las maneja,ni'las entiende,, ni las estima". Yo, que me
' preció, empíricamente, de todo lo contraído, considero inexcusable deber salir a
la-liza en su favor.
Mi maquinilía de escribir, /con su triquitraque de férrocarrilito gallego, corre
de'izquierda a derecha y de derecha a izquierda, , castigada nerviosamente por mis
dedos; hoy s e me antojaba más dócil, que
otras veces, como si supiera que la utili-'
zo en defensa de su clase. Defiendo, sí,
• de ella,, no sólo su:claridad,'sino SU cántico. Sus teclas se, disparan desde él tambor a h.< cinta. Su entintado plomo, me es
famiHar, y mientras va y vuelve y hace
i y deshace s'ir siempre idéntico recorrido,
crepita, hierve, carita quizá un estribillo
monocorde, pero confortante. Yo amo ese
estribillo,' ese repiqueteo áe¡ sus letras en
el negro cilindre que abraza el papel, esa
lluvia un poco estridente y lacónica de su
teclado,, y me siento artesano al provocarlo. , \
D?l hambre" a la máquina saltan con
frecuencia extraños vínculos sentimental
< les.^ Yo quiero mi máquina de escribir
corrió quise antaño—claro, que era mi primera pasión—el Fotingo de que' me d^s., pojaron los rojos al comenzar nuestra
guerra. Si. la máquina nos ha sido fiel, si
nos ha servido disciplinadamente y largo
tiempo, si hubimos de" sacrificar nuestros
• presupuestos para.- adquirirla, nos sentimos enlazados a su compañía como a la
de un sár vivo. Por algunas de esas máquinas que utilizamos a lo largo de una
,
época, y que enajenamos después, segui,-.- mos interesándonos siempre que. vemos a
sus dueños actuales. "¿Qué? ¿Cómo va
aquella "radio'*? ¿O aquel frigorífico?..."
Y una sensación de orgullo nos invade si
l a ' respuesta obtenida ,es -satisfactoria.
Eri cuanto a las maquinas de escribir...
Yo he hecho a mí Yost de tampón, tan
veterana, que • está al margen; ya dé toda .
vanidad publicitaria, muchas 'doloridas
exequias y pienso que si volviera a tenerla un día, la reconocería en el acto.
Durante años y años de -niñez,- de adolescencia y aun de juventud me prestó
'—a mí, -endiaMado criptógrafo—su clara
^'hilidad. Tal compenetración nos unietan personalmente trataban sus caires mis desiguales pulsaciones, a tal
:o 'eran mis erratas siempre' las misque hubiera podido solicitar de los
eos que .me permitieran firmar en ella
andar autógrafos, con su escritura, a
esos, extraños seres que nos los piden,. dé
provincias,, para, sus colecciones.
••" , Yo sé que la estilográfica tiene su!nobleza, sí, como la tuvo antaño la pluma
de ave^ y que el rasgueo sobre la blanca
cuartilla- lleva, implícita, una delicada y
confidencial música, pero,'la dé mi máquina es la que me parece mejor acordada de todas. :''
E
K
¡ Fusas y semifusas, nuídas de su metálico" corpino a altas horas: de la noche,
cuando la casa duerme!... ¡Opacó latido
del espaciador!... ¡Ágil briricp de las mayúsculas!... Y la.página,.nevada, en torno i
del azul de las palabras... Fiel y querida
maquinilía, viajera,-conmigo, sobre, los
siete marcs¡,. único instrumental de mis
tareas, acarado, reproche para-mis horas
4e holganza... 1 Sería terrible que leyera
esos peyorativos • comentarios de los que
ttán malparada sale! ¡Como si én su seno
flHHIHHH
r
no cupiera Hamlet, de ser de Shakespeare \
la menestralía!,.'. Yo la enfundo en su
caperuza - de hule y la aislo del mundo
exterior. Soy prudente. No vaya a ñoñería el-diablo al alcance de.su vista_ la despiadad diatriba de Fernández Flórez.
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