Literatura del descubrimiento y la conquista

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Literatura del descubrimiento
y la conquista
Lenguaje
Español
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fue el primer europeo en llegar allí), Bernal Díaz del Castillo, Garcilaso de
la Vega, Felipe Guamán Poma de Ayala y Fray Bartolomé de las Casas,
quien con su Brevísima relación de la destrucción de las Indias inauguró el género al que antes hacíamos referencia como la crónica política,
abogando claramente por dar a los nativos un trato más civilizado.
Del desconocimiento de Cristóbal Colón, en cuanto a su expedición, se
derivó el nombre habitual con el que los historiadores se refirieron a este
hecho y a los posteriores: el descubrimiento de América. Sin embargo,
pronto quedó claro que lo que vino después de ese descubrimiento fue
una invasión militar y una conquista especialmente virulenta, que acabó
con la aniquilación de numerosos pueblos indígenas y la desaparición de
las tres grandes culturas precolombinas: la azteca, la maya y la inca.
Lecturas de las crónicas
Dicho torrente de acontecimientos inspiró un numeroso conjunto de libros y descripciones que, en su mayoría, han sido categorizadas como
“crónicas” (y sus autores como “cronistas”). Algunas de ellas fueron
meras descripciones de las tierras a las que los conquistadores iban
llegando. Otras daban cuenta de los pueblos que encontraban, sus costumbres y tradiciones. Poco a poco, cuando la cuestión colonial fue ganando en importancia y los españoles se dieron cuenta de la magnitud
del “descubrimiento”, las crónicas empezaron a tornarse en alegatos
políticos a favor o en contra de determinadas actuaciones.
Una primera verificación de la empresa del descubrimiento y la conquista se refiere a su carácter económico y religioso. Desde la primera
crónica –el Diario de navegación de Colón de 1493, dirigida a los Reyes
Católicos y al tesorero Luis de Santángel–, se perfila esa intención. Sin
duda, Cristóbal Colón buscaba riquezas, pero a la vez pensaba que tales caudales podían servir para rescatar el supuesto sepulcro de Cristo.
Más tarde, conquistadores como Hernán Cortés o Pizarro invocaban el
auxilio del dios cristiano o de sus intermediarios –Santiago o San Pedro– en los momentos de apremio o cuando se disponían a “castigar” a
los “infieles”. El propósito de cruzada, íntimamente articulada a ciertas
aspiraciones de índole económica, está presente, entonces, en las crónicas, y lo explica el tardío espíritu medieval que dominaba y dominó a
España hasta el siglo XVII.
La literatura de la conquista es, pues, este acervo literario producido en
su mayor parte por los españoles y europeos que llegaron a América
en la primera etapa de la conquista. El primero, sin duda, fue el propio
Cristóbal Colón, que escribió un diario desde su salida del puerto de
Palos de la Frontera hasta su llegada al posteriormente llamado “Nuevo
Mundo”.
Los ideales “caballerescos” de los conquistadores es otra característica
que claramente resalta en las crónicas. Los conquistadores indianos,
muchos de ellos pertenecientes al bajo pueblo en España, vieron en
las tierras recién descubiertas la oportunidad de convertirse en el mo-
Algunos de los famosos cronistas fueron Álvar Núñez Cabeza de Vaca,
que da cuenta de su llegada a las cataratas del Iguazú (se considera que
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Literatura del descubrimiento y la conquista
En el libro, se distinguen tres partes:
delo que las novelas de caballería habían implantado en su imaginario. El conquistador español trató de emular la conducta del caballero
andante. Así, más allá del relato de la búsqueda del oro y de la fama,
se equiparó en las crónicas los hechos de los conquistadores con las
imaginarias proezas de los héroes de las novelas de caballerías (en la
elaboración de este efecto, los cronistas Francisco López de Gómara,
Bernal Díaz del Castillo, Francisco de Xerez o Pedro Pizarro fueron los
más conspicuos).
creación del
→→ La primera es una descripción de la
pués de
mundo y del origen del hombre que, des
alimento
varios fracasos, fue hecho de maíz, el
base de su alimentación.
“La crónica implica una cercanía en el lugar y el tiempo –escribió Raúl
Porras Barrenechea–. Los cronistas viven en el espíritu de los acontecimientos que describen y pertenecen a él”. Quizá por lo mismo, por lo
comprometidos que estaban con la historia que referían, es clamoroso
el distorsionado punto de vista de los cronistas hacia los indígenas en
su afán de justificar la conquista, y a la par, también, como producto del
fallido intento de descifrar una cultura a partir de los códigos de otra.
→→ La segunda parte trata de las aventuras de los
jóvenes semidioses Hunahpú e Ixbalanqué, que
termina con el castigo de los malvados, y de sus
padres sacrificados por los genios del mal en su
reino sombrío de Xibalbay.
Dentro de la literatura precolombina, antecesora a la literatura de la
conquista y descubrimiento, encontramos uno de los libros más importantes de este periodo, el Popol Vuh. Veamos sus características más
relevantes.
→→ La tercera parte es una historia detallada referida al origen de los pueblos indígenas de
Guatemala, sus emigraciones, su distribución
en el territorio, sus guerras y el predominio de
la raza quiché sobre las otras hasta poco antes
de la conquista española. Describe también la
historia de los reyes y la historia de conquistas
de otros pueblos.
El Popol Vuh
El Popol Vuh, Las antiguas historias del Quiché, es el libro sagrado de
los indios quichés que habitaban en la zona de Guatemala. En él se explicaba el origen del mundo y de los indios mayas. También, se relataba
la historia de todos los soberanos.
Se puede señalar que hay allí una conjunción de religión, mitología,
historia, costumbres y leyendas. Esencialmente, es una descripción del
conjunto de tradiciones mayas de quienes habitaban la región guatemalteca, pero también se agregan algunas ideas cristianas, lo que hace
suponer que el autor conocía a misioneros católicos. 2
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