con contactos en las altas esferas o allegados de altos

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con contactos en las altas esferas o allegados de altos funcionarios
del gobierno y del Partido Oficialista.27
Quienes salían del esquema eran principalmente los que ocupaban
una posición baja dentro de la estructura socio-económica y en los
casos en que algunos de los que lo hicieron tenían contactos, dinero,
poder o influencia, eran tratados con otra consideración por el aparato
represivo, porque en este caso las víctimas estaban desprotegidos
como los pobres y los desheredados que carecían de cualquier tipo
de respaldo o recurso para apelar por sus derechos. En el caso de
los indígenas, los más excluidos entre los excluidos, las violaciones
de sus derechos humanos llegaron a niveles atroces, como matanzas
de pueblos y comunidades, despojo de sus tierras y violencia sexual
contra mujeres y niños.28 Por su parte, la esclavitud sexual de niñas
campesinas menores de 15 años29 constituía una práctica frecuente
por parte de oficiales y personeros del stronismo.
En términos generales puede decirse que las víctimas preferidas por
los victimarios stronistas eran personas con limitados o nulos niveles de
contacto económico, social o político respecto de los factores de poder.
Entre la gente de escaso poder no había posibilidad de sorpresas
desagradables, como en el caso del borracho del prostíbulo, los indígenas
de distintas etnias masacrados, o las pequeñas niñas campesinas
violadas y vejadas en la más completa impunidad. Una de las
características más notorias de que la violencia se ensañó con los
desheredados de la tierra es que para milicianos y ciertos comisarios
que colaboraban especialmente con el aparato represivo estaba permitido
el abigeato, pero jamás se permitió ejercerlo contra las estancias ni los
grandes establecimientos, con vinculaciones directas o indirectas con el
stronismo. Era abigeo de caballos (medio de transporte popular) y cuando
se hacía con vacas “eran vacas de pobres”.30
Si en general había un perfil socio-económico bajo entre la mayoría
de las víctimas preferidas por la dictadura, esta Comisión encontró
algunas excepciones cuando se trataba de grupos organizados en
una forma de trabajo distinta al esquema establecido. En efecto, los
Tomado del testimonio a la CVJ de Alberto Barret Viedma
Hasta comienzos de los años sesenta los comentarios sobre cacería de indígenas como diversión
realizada por personas poderosas ligadas al régimen, eran algo constante.
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En libro de reciente aparición, “Una rosa y mil soldados”, Julia Osorio, una mujer que fue esclava sexual
de oficiales del ejército desde los 13 años, cuenta que los a los 15 años las consideraban viejas y las
cambiaban por niñas más jóvenes.
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30
Relato de Agripino Silva a la Comisión.
Informe Final de la CVJ
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