EL MISIONERO, COMO FILOSOFO Los papeles de filosofo y

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EL MISIONERO, COMO
FILOSOFO
Los papeles de filosofo y misionero se p r e s e n t a n tradicionalmente
opuestos en la historia de la filosofia occidental. D e s d e el p u n t o de vista
filosofico, la mision parece incompatible con los ideales de imparcialidad
y objetividad cientificos favorecidos por el filosofo. El enfasis del misionero
se concentra en la propagacion de la fe, mientras q u e el filosofo rechaza
generalmente la ultima como medio eficaz d e encontrar la verdad. E l filosofo, por lo tanto, p o n e en d u d a , por lo menos en principio, los fundamentos mismos q u e d a n vida a la actividad misionera, y desconfia de los
motivos q u e la p r o m u e v e n . E n particular el filosofo critica la intolcrancia
del misionero, q u e se contenta con la propagacion d e sus ideas, combatiendo sin imparcialidad cientifica toda doctrina q u e va o p a r e c e ir en contra
de sus convicciones. Critica acremente, a d e m a s , lo q u e piensa es la actitud obscurantista del misionero, q u e , sin p o n e r en d u d a sus ideales, rechaza aun la mera posibilidad d e q u e este en u n error.
Por su lado, el misionero frecuentemente r e p u d i a t a m b i e n al filosofo
y su actividad, como obstaculos a su mision de diseminar la v e r d a d divina.
Pues al fin y al cabo, se p r e g u n t a , ^para q u e se necesita la imparcialidad
cientifica y la tolerancia intelectual si se sabe cual es la v e r d a d ? Tolerar en
tales circunstancias no es r e a l m e n t e tolerar, sino abrirle las puertas al error
y al mal. Ademas, dque h a n conseguido los filosofos con su enfasis en la
raz.6n y la ciencia? ^No estan la mayoria confundidos y perdidos en un mar
borrascoso de contradicciones? ^Cuantos son los q u e h a n llegado a puerto
seguro? ,jCuantos estan d e acuerdo a u n en los mas minimos detalles? Y
mientras los fi!6sofos discuten y d s p u t a n , las almas sin conocimiento de
la ley divina, a juicio del misionero, se p i e r d e n sin esperanza.
;
Puestas d e esta forma, las actividades v actitudes del filosofo y del
misionero parecen totalmente incompatibles e irreconcliables. Sin embargo,
cuando estas actividades v actitudes se e x a n r n a n mas cuidadosamente. tal
como aparecen en la historia d e la flosofia, se d e s c u b r e q u e en realidad
los respectivos papeles de misionero y filosofo no estan tan distantes, y q u c
JORCE J. E. GRACIA
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e n muchas ocasiones aparccen juntos. No es dificil encontrar filosofos q u e
actiien como misioneros, usando todos los mcdios q u e p u e d e n p a r a convencer a los dcmas de la v e r d a d de sus opiniones y teorias. Mas raro,
sin embargo, es encontrar misioneros q u e se valgan de la filosofia como
metodo de evangelizacion.
E n esta breve comunicacion, prestaremos atencion particular a un
caso d e los ultimos. Sera nuestra tesis principal q u c en Ramon Llull encontramos u n ejemplo fcaciente y claro del misionero q u e se vale d e la
filosofia para realizar su fin propagador. Como tesis secundaria mantendremos q u e es este caracter misionero-filosofico q u e explica el criticado y
malentendido racionalismo luliano.
I.
La filosofia
como instrumento
misional.
El espiritu misionero d e Llull no es dcsconocido. M u c h o se ha escrito
ya sobre el proselidsmo y la incansable actividad q u e lo llevo no solo a
escribir innumerables tratados apologeticos y tcologicos, sino t a m b i e n a
viajar y predicar extensamente en las tierras mediterraneas del medioevo.
M u e r e , segim se cree, en u n viaje de mision, y empieza su vida intelectual
como creyente con las bien conocidas intenciones descritas en la fantaseada
Vida
coetdnea.
T a m b i e n se conoce el importe filosofico dcl pensamiento, la obra y la
actividad personal lulianos. No son pocos los libros q u e Llull dedica a
temas p u r a m e n t e filosoficos, y no es dificil encontrar en los otros,pasajes
d e interes p a r a el filosofo.
1
A pesar de todo lo q u e se h a escrito sobre Llull el misionero, y Llull
el filosofo, sin embargo, no parece h a b e r s e enfatizado suficicntemente
el hecho de q u e es el mismo individuo el q u e se nos presenta como misionero y como filosofo. E n particular falta notar la rclacion q u e estos
2
1 Ed. BATLLORI, Obres essencials, I. Barcelona 1957, pp. 31-54.
2 Se ha escrito mucho sobre Llull el teologo y Llull el filosofo, pero esto no es lo
mismo. No todo teologo es misionero y no todo misionero es teologo. El conccpto de teologo tiene que ver con la elaboracion y entendimiento de la doctrina revelada; la del raisioncro con su propagacion. A proposito, tampoco hay que confundir al teologo y misioncro con el apologeta. El fin apologetico es la defensa de la fe. El apologeta depende hasta
cierto punto del teologo, pues poco puede defender la fe sino Ia entiende. Pero el teologo
no depende del apologeta. De la misma manera el misionero depende dcl teologo, pero no
el teologo del misionero. Por lo que respecta al apologeta, el misionero puede utilizar su
metodo como medio de conversion, pero no cs necesario que asi lo haga.
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dos papeles, juzgados incompatibles por filosofos y misioneros por igual,
tienen en Llull.
L a naturaleza de esta relacidn la revela la m u y discutida doctrina
luliana de las razones necesarias, pues es aqui q u e encontramos indicaciones d e q u e en Llull la relacion entre el misionero y el filosofo no es
independiente, como, por ejemplq, Ja jrelaoion entre el medico y el
marido en un h o m b r e cualesquiera. Al contrario, e n Llull el misionero es
filosofo precisamente p o r q u e es misionero. Esto no quiere decir q u e los
dos papeles se fundan en la personalidad o actividad lulianas, sino simplemente que, segun Llull, una m a n e r a eficaz, y quiza la mcjor m a n e ra en ciertas circunstancias, d e ser misionero sea el ser filosofo. Esta aparente paradoja se resuelve demostrando q u e el m e t o d o filosofico y, por
lo tanto, la actividad filosofica no es incompatible con el metodo y la
actividad misionera, sino q u e , al contrario, la filosofia es la mejor m a n e r a
de p r o p a g a r la fe.
Por lo q u e nos dice Llull, el n u n c a penso q u e estos metodos o actividades estuvieran en eonflicto. E n un texto frecuentemente citado q u e se
encuentra en el Libre de demostracions,
Llull nos dice:
Certa cosa es e manifesta q u e errors mills es mortificada e destruida
a b raons neccesaries q u e a b fe, e asso es p e r so cor e n t e n i m e n t e
lum de saviesa se convenen en entendre, e fe e innorancia se convenen en c r e u r e . . . Los infeels... son pus apparellats a r e b r e veritat
per necessaries demostracions q u e per fe ni p e r creensa demostrada
a ells per h o m e ; Car D e u s tan colament es aquell qui dona lum d e
fe als homcns qui.s convertexen creen veritat, mas h o m e p e r la virt u t d e D e u ha poder d'cntendre e de mostrar e d e reebre veritat per
rahons neccesaries. On eom asso sia en aixi, si era cosa q u e 1'enteniment no agues possibilitat de e n t e n d r e los articles per necessaries
rahons, mas q u e ab fe tan solament h o m pogues aquells creure, seguir sia q u e D c u e menor e defalhment se concordassen contra major et a c a b a m e n t , en q u a n t no auria o r d e n a t ni volgut q u e fos la
major utilitat fos, e auria vulgut q u e fos la m e n o r t a n s o l a m e n t . . .
3
E l texto es importante, pues mucstra q u e , a juicio de Llull, el instrumento principal del filosofo, las presuntas "razones necesarias", son u n
8
En Obres XV (Palma dc Mallorca 1930), pp. 7-8.
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JORGE J. E. GRACIA
instrumento eficaz para p u r g a r la fe d e los errores q u e p u e d a n introducirse en ella por falta d e conocimiento. Y esto p o r q u e el instrumento q u e
Dios h a d a d o al h o m b r e p a r a comunicar la v e r d a d a otros hombres es
precisamente el entendimiento. D e s d e luego, Dios p u e d e , por su gracia,
hacer creer al h o m b r e y asi atraerlo a la verdad, pero un h o m b r e no puede convencer a otro h o m b r e excepto por demostracion y entendimiento.
Su p o d e r reside en las facultades naturales q u e Dios le h a otorgado y,
por lo tanto, son estas las q u e h a d e usar si desea atraer a la v e r d a d a
su congenere.
Naturalmente, en caso de estupidez natural o d e u n intelecto obtuso,
entonces no hay otro camino a la v e r d a d sino la fe, o la autoridad, o, si
es posible, los milagros y otras cosas por el estilo, pues poco p u e d e hacer
un h o m b r e para convencer a otro con razones y argumentos c u a n d o a este
otro le falta entendimiento. E n casos como este, solo el p o d e r divino sobrenatural, en forma de fe o de milagros, es eficaz. Como nos dice Llull
en el Libre de contemplacio
de Deu:
C o m 1'ome savi disputa a b 1'ome errat... si.l veu q u e sia home d e
gros enteniment e q u e no sia home subtil, molt mills lo pora trer
de sa error ab auctoritat et a b miracles de sants q u e li fassa creure,
q u e no fara a b raones ni ab arguments naturals; car h o m e d e gros
enginy pus p r o p es d e fe q u e de r a o . . . Com home subtil disputa,
Senyer, ab altre h o m e subtil, si vol trer de sa error ni e n d u r a veritat, cove q u e desput a b ell per raons silogitzans naturals en les coses sensuals e en les coses entellectuals, car molt mills e n d u u h o m e
subtil a veritat per raons q u e per fer fe ni p e r auctoritat...
4
L a mejor manera de atraer al h o m b r e sutil a la doctrina cristiana,
entonces, es usando el metodo natural q u e Dios nos h a dado, ya q u e
como hombres no tenemos otro instrumento d e q u e valernos. Como tal,
el misionero, q u e tiene como fin principal la propagacion de la fe e n t r e
los infieles, h a de convertirse en filosofo y a p r e n d e r a disputar y usar
razones necesarias q u e convenzan al infiel de la v e r d a d de la fe cristiana.
Con estas razones podra, segim nos dice Llull en el Libre de
demostracions, p r o b a r los articulos d c la fe sobre la existencia divina, la trinidad
y la encarnacion.
5
4
5
En Obres IV, p. 172.
Ed. cit., p. 4.
EL MISIONERO COMO FLLOSOFO
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Por supuesto, esto no quiere decir q u e la fe sea superflua. L a fe,
como instrumento divino, y el entendimiento, como instrumento h u m a n o ,
no se oponen en sus respectivas operaciones. Ademas, Llull no piensa
por u n momento, como algunos han incorrectamente mantenido, q u e el
entendimiento h u m a n o es suficiente p a r a c o m p r e n d e r todas las obras d e
la naturaleza. C o m o expresa claramente en el Libre de contemplacio
de
Deu:
T a n t son grans e molts los secrets d e n a t u r a q u e no p o d e n caber
tots en conexensa d'ome, car 1'apercebiment h u m a no abasta a ent e n d r e ni a saber totes les obres d e natura, car molt major es la
possibilitat q u e n a t m a h a en obrar segons son cors q u e no es la
possibilitat q u e la anima d'ome h a a e n t e n d r e la obra de n a t u r a .
0
Al contrario, la razon y el entendimiento h u m a n o s son insuficientes
y necesitan de la fe p a r a el conocimiento del universo. Y, por supuesto,
la ultima esta siempre por encima d e los primeros. Sobre esto no hay d u d a
segiin aclara en el Liber de disputatione
fidei et
intellectus:
E d a m Isaias dicit: "Nisi credideritis, n o n intelhgetis"; et sic patet,
q u o d tu, Fides, sis dispositio et praeparatio, p e r q u a m ego d e D e o
sum dispositus ad altas res; n a m in hoc, q u o d ego per te suppono
credendo, per q u o d possum ascendere, h a b i t u o m e de te, et sic t u
es in me, et ego in te; et q u a n d o ascendo ad gradum, in q u o tu es,
intelhgendo, tu ascendis credendo in altiorem g r a d u m super m e ;
n a m , sicut oleum n a t a t super a q u a m , ita tu semper moraris super
me...
7
Pero desde el p u n t o de vista h u m a n o , y d e lo q u e u n ser h u m a n o
p u e d e hacer para convencer a otro, no h a y d u d a t a m p o c o de q u e la razon
toma precedencia sobre la f e . E s t e es el fundamento q u e h a c e posible la
transformacion del misionero en fil6sofo. El fin del misionero es la conversi6n a la fe, pero ya que, como ser h u m a n o , su p o d e r no alcanza a
mover la voluntad h u m a n a p a r a aceptar la v e r d a d d e la doctrina, tiene
q u e valerse de su intelecto y d e las razones q u e este le facilite p a r a su
fin.
8
«
t
8
Ed. cit., p. 27.
Ed. Ivo SALZINGER en Opera onmia IV (Maguntia, 1729), p. 2, n. 2.
Libre de demostracions, ed. cit., p. 4.
JOBGE J. E. GBACIA
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Naturalmente, esta concepcion d e la relacion entre el misionero y el
filosofo afecta drasticamente tanto la nocion d e filosofo como la d e misionero, cosa q u e Llull parece comprender perfectamente. El misionero
desde esta perspectiva, convertido en filosofo, mantiene su fin propagador, pero su metodo de propagacion cambia subtancialmente: El sermon
se convierte en disputa y la fe en razon. Lo ultimo no implica, sin embargo, q u e el misionero pierda su fe al convertirse en filosofo; por el contrario, la fe se confirma y fortalece con la razon, pues el misionero personifica al filosofo solo ante el infiel para poder atraerlo a la fe, sin menoscabo d e su propia creencia.
Por otro lado, el filosofo tambien cambia, pues en lugar de comenzar
su biisqueda d e la v e r d a d con u n a tabula rasa, como quisieron los filosofos modernos, comienza con los supuestos d e la v e r d a d cristiana. Por
csto pierde su autonomia, pcro gana en cambio, segiin cree Llull, la seguridad de que llcgara al pucrto seguro de la v e r d a d . Asi lo expresa Llull
en el Libre de meravclles, c u a n d o escribe:
...los filosofs gentils no sotsposaven p e r fe nulla cosa en D e u ,
mas q u e seguien raons necesaries; e per 50 lur enteniment no poc
pujar tan alt en Deu, com 1'enteniment dels filosofs cristians catolics e teolegs, qui per fe sotsposen en lo comcncament esser Trinit a t en D e u . E car fe es lum d e n t e n i m e n t , puja l'enteniment a
entendre pus altmcnt 90 q u e los filosofs gentils no p o g r e n cntcndre.
9
II.
Las razones
necesarias.
Es desde esta perspectiva misional q u e se entiende mejor la naturaleza del discutido racionalismo luliano y el caracter d e sus famosas razones necesarias.
Lo primero q u e hay q u e tener bien claro es q u e la necesidad de las
razones de q u e Llull nos habla, no es lo q u e se entiende c o m u n m c n t e
hoy en dia por necesidad 16<n'ca. Segim la logica, u n a razon o a r g u m e n t o
es necesario si su conclusion se sigue necesariamcnte d e las premisas d e
q u e depende. En tal caso el argumento se dice valido, lo cual quire decir
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I, cap. 4. Obres essencials, I, p. 328.
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COMO
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FILOSOFO
q u e no p u e d e tener u n a conclusion falsa si las premisas son verdaderas.
Pero, obviamente, de acuerdo con esta definicion, hay muchos argumentos validos q u e tienen premisas falsas. Tomese, p o r cjemplo, el siguiente:
Lo q u e no esta a q u i esta alla y yo no estoy aqui, asi q u e yo estoy alla.
Es obvio a los presentes q u e es falso q u e yo no este aqui, y que, por lo
tanto, es tambien falso q u e yo este alla. Pero, por otro lado, es t a m b i e n
perfectamente obvio q u e es valido concluir q u e si yo no estoy aqui y q u e
si no estar a q u i es estar alla, entonces yo estoy alla.
A pesar del grado de formalismo q u e algunos aspectos del arte luliano alcanzan, Llull nunca divorcia completamente la estructura argumentativa del valor proposicional. Para Llull una razon necesaria tiene siempre por conclusion una proposicion verdadcra. Lo cual indica q u e las
razones necesarias lulianas no se p u e d e n tomar como argumentos validos
y nada mas.
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Otra posibilidad seria tomar estas razoncs como argurnentos ciertos
o indudables, lo q u e en ingles se Uama sound,
Un argumento es cierto o
indudable si es formalmente valido y sus premisas son verdaderas, por
ejemplo: La p a r t e es mas chica q u e el todo, y la pata es u n a p a r t e d e
la mesa, asi q u e , la p a t a es mas chica que la mesa.
D a d a s estas condiciones pareceria a primera vista q u e las razones
necesarias son de este tipo, argumentos ciertos o indudables, o sea, argumentos validos con premisas verdaderas. D e s g r a c i a d a m e n t e el asunto
no es tan sencillo, pues algunos ejemplos q u e Llull nos da invalidan clar a m e n t e esta intcrpretacion. E n el Libre de demostracions
I, capitulo 14,
Llull nos dice, por ejemplo, q u e los milagros q u e Jesucristo hizo mientras
estaba en esta tierra constituveron razones necesarias d e los articulos d e
la fe p a r a los apostoles. Claramente, si un acto d e esta naturaleza p u e d e
ser considerado razon necesaria, entonces las razones necesarias estan
m u y lejos de ser lo q u e en logica se llaman argumentos ciertos o i n d u d a bles.
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JORGE
J.
E.
GRACIA
l" De hccho, no sc pucclcn juzgar ni siquiera como argumentos formalcs o silogisticos.
He examinado los clemcntos formales del arte luliano en "The Structural Elcments of Nccessary Reasons in Ansclm and Llull", Diiilogo 9 (1973), 105-129.
11 Veasc 1. M. C O P I , Introduction to Logic cap. 1 (New York: MacMillan, 1972, 4 th.
ed.), p. 33.
12 Ya vimos cn una sesion antcrior dcl Congreso como el padre Platzeck ha intentado
dar una interpretacion mistica de la razon nccesaria. Dudo, sin embargo, que se pueda
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JORGE J. E. GRACIA
encontrar fundamento textual para arguir que solamente la interpretacion mistica es valida,
algo que parece ser lo que piensa el padre Platzeck. En mi opinion, como explico en esta
comunicacion, la raz6n necesaria no tiene forma definitiva para Llull y, por consiguiente,
tanto hierran aquellos que la identifican exclusivamente con el silogismo aristotelico u otro
mecanismo formal como aquellos que la intcrpretan metaforica o misticamente. Las tinicas
caracteristicas constantes de la razon necesaria que he podido encontrar en la obra luliana
son dos: su verdad y su fuerza psicol6gica de persuaci6n. Por esto es que, dependiendo de
las circunstancias, pueden ser filos6ficas teologicas o experienciales, y estar articuladas en
forma silogisttca o artistica.
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