Año II. L A FARMACIA MODERNA, SECCION! N ú m 13. 1= F L O R E S I O N A l LA DISPENSACION DE MEDICAMENTOS EN LOS CASOS J U D I C I A L E S . (1) SR. D. ANGEL BELLOGÍN. Mi distinguido c o m p a ñ e r o y amigo: De importancia es, sin duda alguna, para los farmacéuticos la cuestión de suministrar medicamentos en los casos judiciales, y puesta sobre el tapete, ó sea en el Consultorio de LA FARMACIA MODERNA, por nuestro comprofesor R. B. Oscuro es el caso y siendo el farmacéutico lo m á s delgado de la soga, con facilidad se rompe por ese sitio, cuando se pone tirante y quedan nuestros intereses á merced de cualquiera que ostente bastón con borlas, personages temibles en los pueblos donde, por punto general, el cargo de Juez está desempeñado por personas sin la suficiente ilustración, pero con sobrada soberbia para no admitir réplicas de un criado de villa. A mí me fué sencillo defenderme, cuando un Juez de i.a instancia de Rioseco, me obligó, c o n m i n á n d o m e con formación de causa por desobediencia grave, á despachar medicamentos para dos heridos de Montealegre, porque en mi contrato está consignado que los golpes de mano airada se me abonarán por las familias de los lesionados, es decir, que consta en la escritura de una manera terminante que no me obligo á suministrar medicamentos á lesionados, sin previo pago; pero no es tan sencilla la defensa, sin esta ci rcunstancia. El Reglamento vigente para la asistencia facultativa de los enfermos pobres y la Ley de Enjuiciamiento criminal son terminantes, y no hay duda, que el farmacéutico no está obligado á poner sus intereses á disposición del primer Juez que se le ocurra disponer de ellos. Las obligaciones que señala el primero á los titulares (siempre retribuidos), son prestar servicios sanitarios de interés general y auxiliar con sus conocimientos científicos á las corporaciones, dejando en libertad á las partes contratantes, en loque se relaciona con la asistencia de los enfermos pobres. La Ley de Enjuiciamiento criminal obliga á todo ciudadano, y m u y particularmente á los que tienen un título oficial, á prestar su concurso como peritos. Ahora bien, ¿el farmacéutico obra como perito al despachar los medicamentos, que le demanden para la curación de un lesionado? No. El perito es el médico y los medios materiales que el perito médico necesita para la curación de los heridos son los medicamentos, vendages, etc. El artículo 485 de dicha Ley dice: <\E\ Juez facilitará á los peritos los medios materiales necesarios para practicar la diligencia que los encomiende, reclamándolos de la Administración jtwW/cii, ó dirigiendo á la autoridad correspondiente un aviso previo, si existieren preparados para tal objeto, salvo lo dispuesto especialmente en el artículo 362,» El artículo 362 se refiere á casos de análisis. Como se vé. la Ley de Enjuiciamiento criminal dispone, de una manera clara y precisa, que los medicamentos debe pedirles el Juez á la Administración pública, esto es, á los Alcaldes, y éstos, bajo la garantía de los fondos municipales, ó con el dinero en la mano, proporcionar aquéllos al Juez que los demanda. iV] Es tan interesante y r=tá t a m b i é n pensada l a carta en que nuestro c o m p a ñ e r o de Villalba del Alcor ha contestado á la pregunta n ú m e r o 42 del Consultorio, que la publicamos aparte é í n t e g r a , para no dar excesiva extensión al texto de aquél, y que nuestros lectores conozcan detalladamente la opinión fundada, del que l a suscribe con tanto acierto. Ma¥iT2T^7írií deT891. 174 LA FARMACIA MODERNA No está tan clara la Ley de Sanidad, y sin embargo, es indudable que su espíritu es el mismo consignado en la de Enjuiciamiento criminal. Dispone el artículo 68 de la de Sanidad que, no se podrá obligar á los facultativos á prestar otros servicios científicos que los consignados en sus contratos. Por este artículo, es evidente que, no constando en el la obligación da dar gratis et amore los medicamentos para lesionados, nadie puede obligar al farmacéutico á despachar, sin previo pago; pero viene después el 77 diciendo: ^vLos profesores que disfruten sueldo ó destino, pagado por el presupuesto general, provincial ó municipal, están obligados, si ejercen, á ptestar sus servicios facultativos á la población en que residan, cuando la Autoridad lo exija.» No cabe duda que este artículo se refiere á las obligaciones que señala el Reglamento, porque siendo los reglamentos aclaraciones á las leyes para facilitar su ejecución, no se concibe que no se expresara entre los deberes del titular el despacho de medicamentos para casos judiciales. Aun es m á s confuso el art. 79. «Siendo, dice dicho artículo, las profesiones médicas libres en su ejercicio, ninguna »Autoridad pública podrá obligar á otros profesores que á los titulares, excepto en caso »de notoria urgencia, á actuar en diligencia de oficio, á no ser que á ello se presten voluntariamente.» «En semejantes funciones, ya sean consultas, dictamen, análisis, reconocimiento ó autopsia, »serán abonados á estos profesores sus honorarios y gastos de medicina ó de viajes, si »hubieren sido precisos.» Entre las funciones que señala esta disposición no se encuentra el despacho de medicamentos, y sin embargo, dice y gastos de medicina. ¿A qué se refieren esos gastos de medicina? ¿A los empleados en análisis, reconocí' mientos, etc., ó es también aplicable á la curación de lesionados? Yo creo que no, porque despachar un medicamento para un herido no es actuar en diligencias de oficio, así como lo es el intervenir en un reconocimiento, análisis, etc. De todos modos deben pagarse esos gastos. ¿Por quién? Por el Juzgado no puede ser, porque no tiene fondos. Y no pudiendo el Juez cumplir con el mandato espreso de la Ley, pagando esos gastos, ¿se concibe que le dé atribuciones para disponer de los intereses del farmacéutico, sin g a r a n t í a de n i n g ú n género? Es indudable, repito, que el espíritu de la Ley de Sanidad es el expresado en la de Enjuiciamiento criminal y el Juez debe pedir lo que necesite á la Administración y ésta, que dispone de fondos para atender al pago, pedirlo á quien corresponda. Todo derecho lleva envuelto un deber y ¿cómo la Ley ha de dar derecho al Juez para pedir, si no puede pagar? ¿Ni c ó m o se comprende que los intereses del farmacéutico, por sólo el hecho de serlo, sean de peor condición que los de los d e m á s ciudadanos? Tan necesarios, muchas veces, como los medicamentos son los alimentos. ¿Por q u é el Juez no obliga á darlos al que los tiene, en las condiciones que se pretende demos nosotros los medicamentos? Porque sería un atropello á la propiedad y ¿ha de dejar de serlo, si el propietario es el farmacéutico? Para terminar, pues no tengo tiempo para más: m i opinión es que el Juez puede obligar al farmacéutico á prestar, como al médico, sus servicios personales; pero no tiene derecho á disponer de los intereses del farmacéutico sin garantizarlos. Creo que el camino m á s llano es recordar á los Jueces que el art. 48^ de la Ley de LA FARMACIA MODERNA I 75 Enjuiciamiento criminal, dispone que los medios materiales para practicar un perito la diligencia que se le encomiende, deben reclamarse de la Administración; por conducto de ésta despacharse lo que sea necesario y si el Juez insiste en su pretensión, despachar y elevar una queja á quien corresponda. Esto es lo que ha hecho y hará siempre su afmo. amigo y c o m p a ñ e r o CLAUDIO ELVIRA. Villalba del Alcor (JSalladolid) Abril i p - i S p i . SECCION CIENTIFICA. DISTRIBUCIÓN GEOGRAFICA DE LOS MEDICAMENTOS SIMPLES F>OS^ M r G . F» L _ A N C H Ó N . (CONTINUACIÓN), W V. Puede m u y bien darnos idea de la sencilla vegetación mediterránea, -la estepa del Mediodía de Francia. Encinas escasas, interpoladas con el pistada iherebinius, de agallas grandes, rojas y corniculadas (2); por bajo de estas filireas, lentiscos, cistos de grandes flores rosáceas, blancas ó rojizas y hojas de balsámico olor; después, labiadas como el romero, tomillo, espliego y los géneros stachys y sideritis; entre las umbelíferas, el comino, el o p o p o n á c o , el hinojo, etc.; adheridas á las rocas ó á los muros viejos, el m a d r o ñ o , con sus frutos rojos y sus flores aor^adas y la zarzaparrilla del país (Smilax áspera L . ) con sus tallos imbricados y provistos de aguijones. A l límite de las estepas y en los bordes de los caminos, grandes euforbios con el tallo henchido de látex, el cardo mariano, las centauras, las calcitrapas y t a m b i é n los scolymums, con el porte de los cardos (cardillos). En algunos sitios, las encinas llegan á constituir verdaderos bosques; pero en otros en que, sobre la roca ó el erial, se ha desarrollado ya el cultivo, resultan campos de viñedo, enrojecidos durante el invierno por el menudo césped del Mihora verna y que en la primavera amarillean con el Pterotheca nemausensis y las caléndulas de flor anaranjada. En los lugares h ú m e d o s , inmediatos ya á los pantanos, tapizan los prados varias especies de narcisos. En las fajas intermedias á la estepa y á los arenales de las playas, en las marismas saladas, se aglomeran las barrilleras, las salicornias, los almajos (Suceda fruticosa), en la misma playa crecen las statice, las soldanellas v en ambos puntos las Escitas y los Pancratium. Vienen después las plantas cultivadas á completar la característica de la región. En primer término, figura la vid, que con sus largos v á s t a g o s , verdes hasta el o t o ñ o , cubre extensiones considerables; el follaje grisáceo del olivo d á cierto tono melancólico á las comarcas en que abunda; las moreras blanca y negra, la higuera y aquí y allí el pino piñonero, interrumpiendo la uniformúlad del llano y contrastando por su porte agradable con el de Alepo, el verdadero pino de la región, que forma también pequeños bosques; se ven, igualmente, el almendro, el albaricoquero, el membrillo (3) y el azufaifo; m á s (lj V é a s e el n ú m . 11,• p á g . 161. f2) N o el enebro, como han traducido varias revistas, sino el pistacia therebintus, que por la forma particular de sus agallas, ha recibido el nombre vulgar de cornicabra, í 3) N o el c a s t a ñ o , como hemos leido en las indicadas t i aducciones, 17Ó LA FARMACIA MODERNA raros a ú n el pistacho y el algarrobo y por todas partes el granado, subespontáneo en los setos, cultivado por sus frutos, y el alcaparro de grandes y elegantes flores, que se adhiere á los muros por los aguijones de sus tallos. Este bosquejo de la vegetación mediterránea se refiere solo á la parte septentrional del Mediodía de Francia, excluyendo la parte de la Provenza, abrigada por los Alpes y el Rosellón, de latitud m á s meridional. A medida que vamos alejándonos de esta parte, la menos rica de la cuenca mediterránea y descendemos hacia los centros m á s defendidos de los vientos del Norte, se unen á las anteriores nuevas especies espontáneas. Ya en el Sudeste de Francia, se cubre el. suelo con magnífico tapiz de a n é m o n a s ; en España encontra-mos los palmitos, (Chamcerops humilis L.) representante espontáneo de las palmeras, que cubre en Africa espacios dilatados; los fresnos del m a n á , en Italia; el mirto en los maquis de Córcega; en la Grecia, la Argelia y el Oriente la adelfa, cuyas bellas flores indican el curso de los arroyos y de los ríos, y al Oriente el plátano y el Ijquidambnr, multiplicados por el cultivo en nuestras regiones m á s occidentales. Pero como mejor se caracterizan, en particular, cada una de las diversas zonas de la región, es observando las plantas que, sucesivamente, se han aclimatado por el cultivo. Por ejemplo, los naranjos, y los limoneros que dan un aspecto especial á ciertas comarcas de la Península Ibérica y algunas regiones abrigadas de la Provenza y la Liguria; en las mismas, los datileros, cuyo fruto solo madura en algunos sitios excepcionalmente, contribuyen t a m b i é n á caracterizar el paisaje. Y vienen enseguida las plantas americanas; los cactus opuntia con sus variadas formas, tanto m á s desenvueltas cuanto más completa es su exposición al Sur y que predominan principalmente en Argelia, y los Agave ( i ) aislados de trecho en trecho individualmente, en la parte Norte; pero formando y a setos en el Rosellón y contribuyendo, en gran parte, á caracterizar el paisaje de todo el Africa septentrional; por último, y desde hace no muchos años, ciertas especies australianas, que no han podido aclimatarse en las inmediaciones de Montpellier, Nimes, ni Marsella, pero que en otros países meridionales, y m á s abrigados de la región mediterránea, producen árboles magníficos en poco tiempo. El adjetivo mediterráneo nos viene sirviendo, hasta ahora, para indicar la topografía de la región y , en cierta medida, sus límites; pero es conveniente que precisemos éstos con m á s exactitud y que anotemos sus relaciones con las lloras vecinas. Partiendo de la punta Sur de España, sigue esta vegetación las costas orientales de la península, hasta tocar con la cordillera celtibérica; en Cataluña se ensancha y gana las costas meridionales de Francia, hasta los contrafuertes del Pirineo y Cevennes, remonta el gran valle del R ó d a n o , hasta las cercanías de Valence y vuelve á descender por el S ú r , para contornear las alturas dedos Alpes y la costa de Liguria. Comprende toda la Italia, excepto la parte m o n t a ñ o s a de los Apeninos, y se extiende á lo largo de las costas orientales del Adriático y sobre toda la península de los Balkanes, al Sur de esta gran cadena. Bordea el Mar Negro con una faja estrecha, que se estiende, conservando la misma anchura, al rededor de las costas orientales del Asia menor y de la Siria. Es mucho menos continua en las costas de Africa, donde verdaderamente no existe m á s que en T ú n e z , Argelia y Marruecos. Sólo la Cirenáica emerge, como un islote aislado en medio de aquella vegetación del desierto, que invade todo Trípoli y forma en el valle del Nilo una región especial, entre las demás naciones del Mediterráneo. En casi toda su parte europea, desde Cataluña hasta Turquía, afecta relaciones muy (1) Aqui el traductor antes aludido, ha hecho decir á M . P l a n c h ó n , que el cactus o p u n t i a domina principalmente en Argelia y los Algarbes, confundiendo el g é n e r o agave con los A l g a r v e s , provincia m e r i d i o n a l de la vecina nación portuguesa. LA FARMACIA MODERHA 177 íntimas con la zona que algunos autores han llamado forestal y r e p r e s é n t a l a vegetación de la Europa del centro. Numerosas especies de esta zona viven entre plantas m e d i t e r r á n e a s , añadiendo á la riqueza de su propia flora cierto n ú m e r o de aquellas, que se reconocen perfectamente por su porte, r e m o n t á n d o l a s costas del Océano, hasta la Bretaña algunas veces, ó por el valle del Ródano otras, hasta las cercanías de L y ó n . Este contacto ó mezcla, que se determina igualmente sobre los flancos de todas las m o n t a ñ a s e l e v a d á s , á cierta distancia de las costas, se percibe m á s í n t i m a m e n t e en el límite nordeste de la flora correspondiente al lado de la Crimea y del Cáucaso. En Asia las relaciones se revelan, ya con una vegetación diferente: al Norte, con la de las estepas y región uralo-carpiana y al Sur con la vegetación del desierto. En Africa, por último, la flora del desierto contiene t a m b i é n plantas mediterráneas, a n á l o g a s á las especies de nuestras marismas, mientras que, por olro lado, suministra los dátiles de sus oasis. En la mitad occidental de las costas africanas, las altas mesetas del Atlas separan, con sus hermosos bosques de cedros, el límite de los dos dominios, mientras que en Marruecos lo euforbios de tallo grueso y carnoso, que produce la gomo-resina, nos recuerdan los del mismo grupo de las Islas Canarias, señalados t a m b i é n en las regiones del Africa central por los grandes exploradores de este continente. El cuadro con que hemos de terminar este estudio, nos enseñará como se distribuyen en las diversas parte de la región las plantas medicinales y no pudiendo entrar en el detalle, indicaremos, siquiera, los grandes trázaos de esta distribución. (Se continuará). F A R M ACOT"ECISn INCOMPATIBILIDAD A- DE LAS S A L E S DE H I E R R O CON L A S S U S T A N C I A S II. TANICAS. (1) F f e p a s r a c i ó » € © urna, f é r m i i l a á b a s e € © c a r b e n a t ® feirirosia». En nuestro artículo anterior ofrecimos, como complemento á las consideraciones en él expuestas sobre la incompatibilidad, ocuparnos de alguna forma farmacéutica constituida por hierro y tanino, y hemos elegido una, que, por tratarse del carbonato, ferroso, sal que sin contar con el cambio de estado que pueda sufrir al contacto de otras sustancias, ya de por sí y solo con la intervención del oxígeno atmosférico, es capaz de alterarse. Detallaremos también la operación de la misma, formulada del modo siguiente: De la masa pilular de Vallet Id. de la de granos de vida M. y H . 45 pildoras. 4 gramos. 4 gramos. ¿A qué sustancias es debida la acción de este medicamento? No nos incumbe contestar á esta pregunta, ni aclarar todo el concepto de ella, que corresponderá á la T e r a p é u t i c a y á la sanción de la Clínica. Unicamente consideramos que la hase será una sal de hierro y las demás sustancias de los granos de vida, coadyuvantes ó correctivos, con acciones m á s ó menos marcadas, como t ó n i c o , purgantes, estimulantes ó emenagogas: esta es nuestra suposición y en abstracto. ¿Son compatibles estas dos masas pilulares, por contener hierro y tanino? (2) (\) V é a s e el n ú m e r o 11, p á g . 165. (2) L a composición de los granos de vida de M e s u é es: acibar, 10; extracto de quina L o j a , 5; canela, 2; jarabe de ajenjo, 3. Las pildoras de vida de Bebieri se componen de: acibar, 15; mirra, T^SO; almaciga, 4; azafrán, 2; r u i barbo, canela y clavo f a a j , 1; vinagre destilado, C. S. Las Je la Farmacopea alemana: acibar, 310; jalapa, 5; ruibarbo, a z a f r á n , mástic y j a b ó n blanco (aa^, 1; jarabe de goma, C. S .Nosotros, preparamos la primera. 178 LA FARMACIA MODERNA Si la incompatibilidad consistiera sólo en administrarse separadamente dichas pildoras y mezclarse en el e s t ó m a g o , la respuesta pudiera ser afirmativa, según la definición que hemos aceptado. Si, como en l a f ó r m u a l copiada, se mezclan en la farmacia, no vemos la incompatibilidad tan manifiesta y clara ( 1 ) entre la sal ferrosa de la masa de Vallct y el tanino de la de vida; pues que antes de administrarse ya se ha verificado la reacción, (aunque incompletamente á nuestro juicio) al mezclar las dos masas, resultando un tanato de hierro, que no ha de ser incompatible consigo mismo y puede recetarse con conocimiento de causa. La composición de estas pildoras hade resultar de tanato ferroso, producto de la reacción inmediata; carbonato ¡ferroso que no haya encontrado bastante tanino para reaccionar; probablemente una pequeña cantidad de sucrato ferroso, formando sal doble de sucrocarbonato, si hemos de creer con bastante fundamento en las observaciones de Mr. Tanret, (2) la cual se f o i m a á expensas del mélito ó azúcar que entra en su composición, siendo estas sustancias azucaradas las que la comunican su mayor estabilidad; (3) algo de tanato férrico, pues por mucho cuidado que_ se tenga y aún operando con la brevedad posible, no dejará de actuar el aire, sobreoxidando al tanato ferroso; y algo también de carbonato férrico, por la misma circunstancia que el anterior, de la parte que no haya podido pasar á tanato ni á sucrato, por el exceso en que se encuentra la primitiva sal deshierro. En el tubo digestivo, es indudale que concluirá la reacción de las sales ferrosas, transformándose en férricas y que por no operar con excipiente líquido no lo verificarían antes, pues bien sabemos que en las reacciones en que no interviene el calor y á no ser entre los'de una afinidad extremada, corpora non agunt nisi soluta. Que después haya oxidaciones, reducciones, desdoblamientos, combinaciones con las sustancias de los tejidos ó modificaciones ulteriores, es cuestión, no para tratada aquí, ni por nosotros. En resumen, y de un modo ó de otro, c o n t e n d r á n o'6^ gramos de hierro metálico para las 45 pildoras, ó sea o ' o ^ gramos cada una. Las d e m á s sustancias quedarán con la acción respectiva que les comuniquen sus principios inmediatos, restando de ellos el tanino que las constituyeran en parte y que se haya combinado con los óxidos de hierro. Vamos ahora á exponer c ó m o operamos en la preparación de dichas pildoras. T e n í a m o s las de Vallet, pero no la masa, que es lo que necesitábamos mezclar; aquellas nos parecen de mejor reposición y menos expuestas, por lo tanto, que esta á alterarse. Sucede con esto lo mismo, ó poco menos ,que con el ioduro ferroso; por bien repuesto que esté, siempre actúa el aire, aunque no sea m á s que el que contenga el frasco y al destaparle, que le hace pasar á ioduro férrico, por lo cual las pildoras de Blancard y otras preparaciones a n á l o g a s , en vez de hacerlas directamente con el ioduro, se aconseja con razón prepararlas con el iodo y el hierro metálico, en las proporciones convenientes, y en favor de estas razones está t a m b i é n la de que los cuerpos en estado naciente tienen más actividad y manifiestan mejor sus afinidades químicas. Nos fué preciso, pues, preparar la? dos masas de la fórmula referida; y calculando la cantidad de escipiente que podíamos ahorrarnos de las de Vallet, con objeto de que las pildoras salieran menos gruesas y más proporcionadas, atendiendo al exceso de polvos ^1; Por eso decíamos en nuestro articulo arterior, que la palabra incompatibilidad es muy e l á s t i c a . (2) V é a s e el Formulario critico de las especialidades del hierro del D r . Bellogin, p á g . 312. (3> E l carbonato ferroso natural ó h i e r r o espático, no es alterable como el artificial; pero nuestros procedimientos de o b t e n c i ó n difieren esencialmente de los empleados por las fuerzas cósmicas en el gran laboratorio de la Naturaleza, pues mientras nosotros le obtenemos por la via h ú m e d a , aquella probablemente le formó por fusión y consecutiva cristalización, en periodo P l u t ó n i c o . LA FARMACIA MODERNA. 179 que constituyen las de vida, y que habían de dar m á s consistencia á aquellas, empezamos por obtener el carbonato ferroso dulce, y calculando la cantidad de sulfato ferrroso que se necesita para que resulten los 4 gramos de la masa, pesamos 3 gramos de sulfato ferroso puro y 3,60 gramos de carbonato sódico cristalizado, que es lo que corresponde á la fórmula^ (1) disolviendo separadamente en agua hirviendo, para privarla de la acción del aire, adicionada de un 6 0/0 de glicerina, filtrando y mezclando: y una vez obtenido el precipitado de carbonato ferroso, dejándole depositar y decantando, le colocamos en un embudo sobre un filtro de papel, lavándole con m á s agua glicerinada, para que arrastrase todo el sulfato de sosa formado y que podría retener; dejamos escurrir el agua y procedimos á secar el precipitado, evaporando la humedad que retenía a ú n ; mezclamos i,s¡o gramos de miel y lo colocamos en otro papel de filtro, doblado éste y envuelto en otros tres.ó cuatro papeles absorventes, con objeto de que embebiera mas la humedad que retenía a ú n , y de que el aire actuase sobre el precipitado lo menos posible y llevándole á la estufa sobre m á s papeles bien secos y hechos dobleces, adelantando de este modo la absorción y e v a p o r a c i ó n ; quedando satisfechos de este modo de obrar, pues el color apenas si" varió un poco en la superficie del precipitado en masa pulverulenta. Creemos imposible evitar en dicha superficie expuesta al aire el color ocráceo por n i n g ú n otro procedimiento, á menos de no evaporar en el vacio. Un poco h ú m e d o quedó el precipitado, pues no nos convenía llevarle á m á s sequedad, debiendo prestar la suficiente consistencia á la masa total los otros polvos que habían de añadirse y considerando que cuanto m á s tiempo estuviera expuesto al aire y á la t e m peratura que actuaba, aunque no fuese excesiva, se le daría mayor facilidad para descomponerse, si bien que la misma melaza interpuesta impida mucho la acción de a q u é l ; pues, aun admitiendo la formación de la sucrosal, podemos también creer en un efecto mecánico de protección, para su mayor estabilidad. Mas á pesar de esta humedad, no fué preciso, ni con mucho, añadir luego tanto polvo inerte como hubiera necesitado, operando según varios autores y entre ellos el Códex Francés. Pesadas las sustancias de la masa pilular de vida-y mezcladas, las a ñ a d i m o s el carbonato ferroso; (2) hicimos las pildoras no teniendo que añadir apenas polvo inerte como hemos indicado; y procediendo luego á ponerlas á cubierto de la acción del aire, las b a r nizamos con la solución etéreo-alcohólica de bálsamo de T o l ú , d á n d o l a s el aspecto exterior de las pildoras de Blancard, (3) El barnizado en estas pildoras, cuyo objeto no es disimular su mal sabor r e c u b r i é n dolas, sinó preservarlas de la acción del aire, nos parece mejor que el plateado. Y resumiendo ahora lo expuesto en nuestros artículos anterior y presente, diremos que la incompatibilidad sólo existe, cuando se disponen los medicamentos sin conocimiento de las propiedades químicas, no respondiendo la acción terapéutica esperada, por las distintas propiedades que adquieren los cuerpos combinados. Y ú n i c a m e n t e de este modo damos valor á la palabra incompatibilidad, de acuerdo, aunque no de un modo absoluto, con el Diccionario de Farmacia y de ninguna manera con el sentido tan'general en que algunos la toman, GERARDO GIMÉNEZ. ( \ ) Por no operar con tan p e q u e ñ a cantidad., multiplicamos los antedichos n ú m e r o s por 5, siendo é s t a s en reaidad las pesadas; es decir que hicimos cinco fórmulas. (2) L a quinta parte del producto obtenido; y separamos las otras 4[o, para proceder en lo damas como roco mienda el C. F., reponiendo la masa en un bocaüto apropósito, del cual a ú n conservamos, con buenos caracteres exteriores. (3) Algunos autores y el C. F . mandan platear las de Vallet: nuestra Farmacopea no dice nada respecto á esto; en la prescripción tampoco se indicaba nada, por lo que obramos con libertad y seguimos nuestro crite.io en este p u n t o . 180 LA FARMACIA MODERNA. SUEL-T-OS Y ISJOTICIAS- F i e s t a profesional.—El 16 del mes corriente celebróse el banquete cón que los farmacéuticos de Madrid han querido testimoniar á la pinta de Defensa la estimación que les merece, por sus perseverantes trabajos en el enojoso asunto de las farmacias militares y su reconocimiento por el éxito alcanzado. Bien quisiéramos, para que resultase con su verdadera entonación la nota de fraternidad que vibró constantemente é n t r e l o s numerosos y regocijados comensales, reproducir literalmente los entusiastas brindis que se iniciaron, luego de sentirse las primeras detonaciones de los obuses cargados de champagne; pero fueron estos tantos que habremos de limitarnos á bordear su sustancialidad. Dió comienzo á tan espiritual tiroteo de ideas, proyectos y amenidades el iniciador de la fiesta Sr. F o n t á n , con un voto expresivo de gracias á los individuos de la Junta y un saludo tan discreto como oportuno al ilustre diputado á córtes Sr. Muro. El Sr. Villegas, otro organizador del banquete, y que, dicho sea de pasó, d e m o s t r ó en ello una pericia consumada, solicitó el concurso de todos aquellos que no pertenecieran todavía al Ilustre Colegio de Farmacéuticos, para que contribuyan á aumentar su tradicional prestigio, inscribiéndose al efecto, en su registro de colegiales. Ruego tan simpático fué, éste, para todos que, seguidamente, hubieron de apoyarlo con expresivas y á veces ingeniosas frases los Sres. Vallina, Reymundo, Falcés, Garcerá, Torres Muñóz, Vázquez Arias y otros varios, cuyos nombres sentimos no recordar, logrando caldear de tal suerte la voluntad de los aludidos, que éstos y muy especialmente el Sr. Aparicio, formularon solemnemente su promesa de solicitar el ingreso en la secular corporación. Invitados, después, á que hicieran uso de la palabra el presidente del y a mencionado Colegio, Sr, Ruiz del Cerro, y el que lo es de la Junta de Defensa, Sr. Siboni, levantóse el primero para hacer estas dos afirmaciones: una, que las bases para el proyecto de colegiación que tanto anhelan los farmacéuticos de conciencia y corazón sanos, serían presentadas en la primera sesión que celebrase el instituto profesional de la calle de Sta. Clara; otra* que los resultados obtenidos por la Junta de Defensa testifican, que no es el enemigo m á s temible aquel que, como el Estado, se presenta con todo el aparato sí, de su omnipotente fuerza, pero frente á frente y con la celada enhiesta, sinó aquel otro doméstico que burla la vigilancia de los que viven á su lado, para ir minando sagazmente los cimientos de la casa en que todos se albergan. Y continuaba diciendo, muy oportunamente por cierto, el distinguido farmacéutico: «¡cuántas y cuán peligrosas vías de agua abren en el casco de un buque los ratones que logran penetraren el!» La insinuante indirecta fué cogida al vuelo y obtuvo una nutrida salva de aplausos. Como que había hecho un buen blanco, Y ¿cuándo no lo hace el amigo í n t i m o del inolvidable Calvo Asensio? Para terminar, dedicó algunas observaciones, que no sonaron, ni mucho menos, á villancicos, á los trabajos en que al parecer, hállase e m p e ñ a d a actualmente la prensa profesional, por iniciativa del Sr. Castell. Estas mismas observaciones, hechas con llaneza y convicción profunda, sirvieron de punto de partida al Sr. Siboni para hacer uso de la palabra. Justificó su alejamiento de las deliberaciones de la prensa congregada, manifestando que un mes antes, en cordial conferencia celebrada por los Directores de esta Revista con el dignísimo Sr. Director general de Beneficencia y Sanidad, habían formulado su opinión, nada conforme en verdad con estos aparentes conciertos de pensamientos y voluntades, en los que se su- LA FARMACIA MODERNA. 181 bordina á criterios ágenos á nuestros intereses de colectividad y hasta hostiles á estos mismosjntereses, la resolución de problemas que positivamente desconocen. Y continuó diciendo, que «LA FARMACIA MODERNA» nunca prestará á sabiendas su concurso á resabiados convencionalismos, eternamente estériles, ni acudirá j a m á s allí donde resuenen todavía los ecos del desdén y de la malevolencia con que siempre distinguió á la clase farmacéutica un renombrado periodista médico, que ya arrebató, hace pocos años, la ola de la eternidad. Las últimas frases del Sr. Siboni, después de estimar como inmerecidos los obsequios que la colectividad farmacéutica titulaba á la Junta de Defensa, fueron consagradas al concepto que tiene de la misión del periódico profesional. Este, decía, no debe dar cuerda indefinida á la explotación, presentando problemas y m á s problemas; su deber es dar soluciones: que por algo ejerce un verdadero magisterio y de a l g ú n modo ha de justificar sus invocaciones á la colectividad, para que le nutra y sostenga con la savia de su cooperación. Así t e r m i n ó , entre recíprocas demostraciones de adhesión y simpatía, esta a g r a d a b i l í sima fiesta celebrada por los farmacéuticos m a d r i l e ñ o s . JPor lo que p u d i e r a o c u r r i r , — « S i dispusiéramos de espacio suficiente, tendríamos una verdadera complacencia en dar cabida en las columnas de nuestra Revista al «comunicado» que se ha servido dirigirnos la subcomisión de farmacias militares, pues, sobre que nos merecen singular estimación algunos de sus individuos, nunca duelen prendas á nuestra imparcialidad, cuando se la invoca con motivo justificado. Pero y a que no nos sea posible deferir, en la medida de nuestros deseos, á los expresados por dicha subcomisión, condensaremos en breves, sí, pero expresivas frases el objeto que se proponían los comunicantes. P r e g u n t á b a m o s en el n ú m . 9 de nuestro periódico, después de consignar los resultados obtenidos por la Junta de Defensa en el primer a ñ o de sus gestiones, cuáles habían sido los que obtuvo la y a citada subcomisión en los cinco de su existencia legal y . sin duda por error de interpretación, los comunicantes se han creído en el caso de recordar los importantes trabajos realizados por la misma, y cuya existencia jamás habíamos negado. Y por que e x p o n t á n e a m e n t e los t e n í a m o s reconocidos y nos constaba de toda notoriedad que la subcomisión los realizó, es por lo que nuestra pregunta fué formulada, concreta y llanamente, en la forma que conocen y a nuestros lectores. Qye los resultados no han correspondido á esa suma inapreciable de esfuerzos no es una razón para que resulten desvirtuados estos, ante la clase en cuyo obsequio y por cuyos intereses se realizaron. A pesar de lo expuesto, la Junta de Defensa, creyóse en el caso de formular la pregunta apuntada, por medio de esta Revista, para poner dique, en cierto modo, no á los procederes de esta misma subcomisión, á la que nunca ha pretendido mortificar ni discutir, sinó á repetidas irreflexiones y al sordo siseo de m u y contadas individualidades de su seno. Conste, pues, que este ha sido nuestro propósito y que por el camino de la rectitud y de la expontaneidad, habrá quien marche tan resueltamente como nosotros, pero m á s , no.» ¡ S e e m p e ñ a en ello!—Parece que existe el propósito de buscarnos la pluma y la nuestra es de las que j a m á s dicen que «nó». En prueba de ello, fíjense nuestros lectores en lo que seguidamente vá á estampar. Nuestro compañero y amigo «El Siglo Médico», que encuentra muy lógico y sobradamente natural andar de carantoñeos con los farmacéuticos en época santa de elecciones, iS2 LA FARMACIA MODERNA para que le ayuden á a u p a r á alguno de sus redactores, no ha debido quedar muy satisfecho de los resultados, cuando, desde hace poco tiempo, viene dedicándose á averiguar si nuestra colectividad tiene algún trapito sucio, para proporcionarse luego el gusto de exponerlo á la vista del público. Exceso de celo fraternal, por cierto, que le hace incurrir en muchas y lastimosísimas inconveniencias. Como esta: la de afirmar—porque Jo ha oido—que la clase farmacéutica, en una reunión celebrada para discutir la mayor ó menor corrección profesional de determinado c o m p a ñ e r o , resolvió que todos sus individuos, en lo sucesivo, realizasen lo propio que era objeto de sus acerbas censuras y motivaba precisamente aquella reunión. Y esto es, a preciabilísimo amz^o de los farmacéuticos, lisa y llanamente, un canard, sin chiste, sí; pero de una fuerza de cien Miuras, puesto que, el que se !o llevó á la redacción, por amor, sin duda, á su propia clase, hízole oír lo contrario de lo que se a c o r d ó , esto es, la condenación expresa, por una parte, de la conducta del aludido profesor y la resolución, por otra, de no suministrar medicamentos á las clases pasivas si exijían, estas, mayores ventajas que las que vienen concediéndose á asociaciones análogas. Otra inconveniencia, de las varias que suele cometer el colega, es la de que por oir loque le cuentan que ocurre en el hogar farmacéutico, ignora ó se olvida cuando menos de las tribulaciones por que está pasando la clase médica, y esto, dicho sea de silla á silla, es imperdonable en quien, como él. no ciertamente por espíritu de empresa, sinó por amor á los suyos, blasona de ser el Mentor de cuantos visten la muceta amarilla. Y buena prueba de que existen esas tribulaciones domésticas y que se desentiende de ellas, es el olvido en que tiene un asunto de importancia capitalísima para dos apreciables médicos, que desempeñan cargos oficiales y se encuentran sometidos actualmente á la formación de otros tantos expedientes gubernativos, incoados á petición de parte y de los que, probablemente, entenderán m u y e n breve los tribunales de justicia. Ya vé, pues, «El Siglo Médico» si el tiempo que pierde en oir lo que le cuenta algún compañero d é l a casa del vecino podía invertirlo con m á s provecho en arreglar los asuntos de su propia familia y hasta alargarse á recomendarla que, ya que no fuese casta, fuese al menos algo cauta y no se dejara coger tan fácilmente los dedos entre las taquillas gubernativas y judiciales. ¡Tan desmedrados como tiene á los suyos y tan poco interés como le merecen sus cuitas y crónicas debilidades! Pues qué, ¿no ha oido nada de esas consultas de á perro chico, con que se buscan la vida varios c o m p a ñ e r o s suyos, ni tampoco de esas otras consultas gratuitas en que hasta se regalan los medicamentos (Mancebos 4, darán detalles) n i , por último, de esos Galenos, cuya bolsa de instrumentos quirúrgicos hállase tan bien dotada, que, m á s de una vez, al querer practicar una o p e r a c i ó n , h á n s e visto precisados á acudir al carpintero para que les facilite un serrucho y un mazo? ¿En nada de esto ha hecho alto? ¡Qué rareza! En cambio, siempre está oliendo lo que se guisa en la casa farmacéutica, y esta indicación suya le ha deparado la oportunidad de elevar una denuncia, ante cierta corporación, relativa al precio de los medicamentos. Muchas gracias c o m p a ñ e r o ; pero esto de «las gracias» no obsta para que dejemos de envidiarle las glorias de su nuevo oficio. Como tampoco se las envidiarán los farmacéuticos que prestan sus servicios á la aludida corporación. Conque, apreciable colega, no se olvide de ello; cuando venga otro período electoral, . no escasee circulares, visitas ni lagoteos á los farmacéuticos, que, éstos, dispuestos se hallan á devolverle fineza por fineza, y hasta á continuar recriando á E l Siglo Médico, con el contingente de sus anuncios, para que el dividendo sea mayor. LA FARMACIA MODERNA 183 S é p a s e , — E n lo sucesivo, al reunirse los gremios para designar los síndicos que han de representarles en el ejercicio p r ó x i m o , n o m b r a r á n también á dos individuos de su seno para que los representen en la Cámara de Comercio. La concesión de este derecho, tal vez contraríe á los que hacen la cruz á todo aquello que pueda dar rasgos comerciales á nuestra profesión y viven, sin embargo, ejerciéndola como mercaderes de ancha base, pero ¿quién se preocupa de tales convencionalismos? fin el presente período evolutivo, cuando todos los organismos se descentralizan y todos, también, vienen engranando entre sí para sumar fuerzas y armonizar en lo posible sus funciones, la profesión farmacéutica—tal es el vuelo alcanzado por la potente industria q u í m i c a — n o puede ni debe perseveraren su tradicional aislamiento. El concepto científico es ciertamente su alma; el comercio es la carne que viste á esa misma alma. Aquél la ciñe á la labor cada día más restringida de sus modestos laboratorios; éste la impulsa hacia las espaciosas vías de la especulación, á esas vías en que contrata y adquiere las primeras materias y los productos químicos que la es imposible obtener. Con que no se santigüen los señores porque se les invite á velar por sus intereses, que es á lo que en primero y último t é r m i n o consagran sus energías todas las colectividades. Un hecho, que vamos á citar, robustece nuestra opinión. En virtud del dictamen emitido por los químicos que paga el Estado en su laboratorio del Ministerio de Hacienda, declaróse ¡alcaloide! la antipirina y se la sometió al adeudo arancelario de sus similares. Formulóse una protesta contra semejante absurdo, pero no prospe ró, por que fué individual, ¿Hubiera sucedido lo propio si el profesorado farmacéutico, representado oficialmente en las Cámaras de comercio, reclamase de tan arbitraria disposición? S i votos ¿ p a r a q u é rejas"?—Si elSr. Ministro de la Gobernación ha designado á un funcionario de su departamento, para que estudie y formule las bases de una nueva Ley de Sanidad, ¿por q u é ni para qué se ha distraído de sus habituales ocupaciones á la prensa médica, farmacéutica y veterinaria, requiriéndola con el propio objeto? ¿ N o es cierto que, después de la expresada resolución ministerial, resulta harto desairada la situación de los periodistas deliberantes? Por que no hay que hacerse ilusiones, de ambos trabajos ministerial el uno y particular el otro, de estas dos paralelas como quien dice, que nunca coincidirán ó dejarían de serlo, la trazada por el funcionario público, bajo la inspiración y dirección de su jefe, fácil es prolongarla hasta el hemiciclo del palacio en que se discuten las leyes,- pero, la otra, la otra, ¿quién t e ñ i r á interés en prolongarla? Convengamos, pues, en que la prensa trabaja una vez m á s , para dotar de legajos al archivo del Ministerio de la Gobernación. Y sinó, tiempo al tiempo. Buena c a m p a ñ a , buena, m u y buena. Aquello matando á esto. A s o r p r e s a p o r dia.—Nos resistíamos á creer, que un farmacéutico, de laclase de excedentes y de cierto renombre profesional, fuese el que alentara á cierto droguero, del que repetidamente nos hemos ocupado, para que se desentienda de las amonestaciones á que se ha hecho acreedor, por parte del digno Sr. Subdelegado del Distrito de Buenavista. Nos resistíamos á creerlo, pero ante el testimonio de un testigo presencial, persona de veracidad indiscutible, nos resignamos á soportar tan lamentable contrariedad. jCómo se enlazan ciertos sucesos! ¡Si supieran los farmacéuticos de provincias quién es el personaje que tan sanos consejos dá á sus intrusos! ¡Quién sabe! P e t i c i ó n j u s t a y JOO/We,—Nuestro estimado amigo Sr. Palomares, farmacéutico establecido en Ayllón, y víctima, según saben ya nuestros lectores, de un rasgo de compañerismo perpetrado á sabiendas y con premeditación por el titular de C edillo de la Torre desea hagamos pública su gratitud á los profesores D. Abrahan Abad, establecido en el pro 184 LA FARMACIA MODERNA pió Ayllón, y á D. Calixto González, que lo está en El Fresno, por su conducta correctísima y ejemplar, al negarse á aceptar las pretensiones de los vecinos del pueblo de Riaguas de San Bartolomé. Queda complacido y también lo quedamos nosotros, al dar á conocer los nombres de estos dos compañeros dignos y pundonorosos. C o n v o c a t o r i a . — E n la Universidad se han fijado los anuncios oportunos, convocando á los alumnos libres que deseen sufrir examen en Junio próximo. El plazo improrrogable para presentar las instancias y documentos que se requieren para cada facultado carrera, será del i.0 al 16 de Mayo, y horas de once á una, excepto en los días 14 y 16, que estarán abiertos los registros en los negociados de la secretaría general, hasta las cuatro d é l a tarde. Las solicitudes de e x á m e n e s , que deberán presentarse firmadas por los mismos infere sados, se facilitarán gratuitaniente en la portería Je la secretaría del establecimiento, conteniendo indicados los extremos que en ellas deben expresarse. V a c a n t e s , — L a Gaceta del día 18 anuncia las de dos plazas de profesor auxiliar supernumerario gratuito, con destino á la Facultad de Farmacia, en la Universidad de Santiago. Para ser nombrado Profesor auxiliar, según el art. 3.0 del decreto de 25 de Junio de de 1875, es necesario acreditar: Haber cumplido veintidós años. Hallarse en posesión del título de Doctor en dicha Facultad ó tener hechos los ejercicios, debiendo presentar en cualquiera de estos casos el correspondiente título al tomar posesión. Acreditar además alguna de las circunstancias siguientes: Haber sido Profesor auxiliar conforme á alguno de los sistemas que han regido anteriormente, por espacio de cinco años, ó haber explicado dos cursos completos de cualquiera asignatura. Haber escrito y publicado una obra original de reconocida importancia para la ense ñanza, relativa á la Sección en que el aspirante pretenda prestar sus servicios. Ser Catedrático excedente. Por tanto, los que se crean adornados de las circunstancias expresadas, dirigirán sus solicitudes documentadas al Rectorado, dentro del t é r m i n o de veinte días, contados desde el de la publicación de este anuncio en la Gaceti de Madrid; debiendo tener entendido que el período hábil para la presentación de dichas solucitudes termina á la hora de las dos de la tarde. R e m a c h a n d o , — O t r a Real Crden, fecha 17 del presente mes, dispone sea llevado á los tribunales de justicia un intruso en el ramo de veterinaria. Se le acusa de haberse dedicado al herrado, sin poseer título alguno oficial que le autorice para ello. Suponemos, pues, que las subdelegaciones todas de farmacia abandonarán, desde luego, el trillado camino del expedienteo gubernativo y romperán á andar por el de los juzgados de instrucción; que es donde tan soberbios recorridos están llevando ya los matuteros profesionales. Como, por ejemplo, el que denunciábamos, en nuestro n ú m e r o anterior. En efecto al droguista, ó lo que sea, de la calle de Ferráz á buen precio le ha salido la tintura de iodo que se permitió despachar. Lo dicho, no hay revulsivo superior á el de unas costas procesales cobradas por la vía de apremio. V a l b d o l i d : Establecimiento tipográfico de I I u o s r>K J . PASTOR. NUESTRO CONSULTORIO. Mas, aun reconociendo, corno parece probado, que de este modo se evitan los enturbiamientos y precipitados subsiguientes, nosotros insistimos, con el Dr. Sadaba, en que por el hecho de no consumarse las reacciones tánicas, y a no resulta el genuino láudano líquido, bajo el punto de vista f á r m a c o - q u í m i c o , ni tampoco el terapéutico. Lo que sí debe aconsejarse es no preparar nunca grandes cantidades, emplear siempre Canela de Ceilán, un mismo vino y un opio de igual riqueza, para asegurar al preparado la mejor conservación y la mayor uniformidad posibles. Y conforme á la doctrina expuesta en la consulta n ú m e r o 4 1 , declaramos absolutamente inadmisible la preparación e x t e m p o r á n e a y toda otra cualquiera substitución de los factores del láudano. 36. ¿Qué método es el mejor y más rápido para preparar la Tomada mercurial doble?—D. Como V . sabe, los propuestos son casi innumerables y est^ abundancia el indicio m á s seguro de que ninguno satisface completamente. Por esto nos abstenemos de proponerle ninguno, recordándole con el Dr. Sádaba: «que si bien el procedimiento oficinal es lento »y trabajoso, produce en cambio pomada mercurial, doble, h o m o g é n e a , poco alterable y »con poco óxido de mercurio, y que es admisible la práctica de acelerar la extinción »>mezclando el metal con pomada anterior, no rancia; pero no puede aceptarse la adición »de trementina y otros cuerpos ácidos ú oxidantes, que alteren el estado q u í m i c o del «mercurio en su mezcla con la grasa.v> Nosotros hemos recurrido siempre á la pomada anterior y algunas veces hemos utilizado el estado pulverulento del azogue que ha de mezclarse con la grasa, recurriendo á su agitación previa con la tintura de benjuí. 3 7 , ¿Cuál es la fórmula que produce un emplasto confortativo de Vigo, mejor y más adhesivo?—E. D. Usted sabe, igualmente, que para dar buen aspecto al producto algunos prácticos se permiten todo género de licencias; pero aun suponiendo que con ellas resulte m á s agradable el aspecto exterior, siempre será el mejor emplasto de Vigo el que haya sido preparado subordinándose extrictamente á la fórmula y al procedimiento oficinales. Para que sea más adhesivo, puede aumentarse, en caso necesario, la cantidad de trementina, haciendo tanteos previos, y hasta dar intervención á la glicerina, teniendo en c u é n t a l a fórmula que para el esparadrapo c o m ú n emplea el Dr. Gorriz ( 1 ) . 38. ¿Conocen ustedes una fórmula buena de Brillantina para el planchado? La hemos buscado en un Formulario de procedimientos útiles, y he aquí la que hemos visto recomendada y usted puede perfeccionar. Disolver una cucharada de bórax p u l v e r i zado en 250 ct.s cub.s de agua;|desleir en este líquido una cucharada de polvo de almidón y mezclar, con agitación, dos del mucílago de goma tragacanto. 39. ¿Como se obtienen esas pirámides de cristalizaciones coloreadas^ que se colocan en fanales de cristal, para adornar los escaparates de las Farmacias? No hemos preparado ninguna, ni hemos encontrado n i n g ú n manual operatorio que se refiera á este caso concreto; pero, recordando las generalidades de la operación, creemos que será relativamente fácil, procurando concurran en ella las circunstancias siguientes: (i) Es la Siguiente: Emplasto de diapalma 235,0 gramos. Cera amarilla 30,0 » Trementina depurada 20,0 » Glicerina 20,0 » Vaselina amarilla 10,0 » L a reproducimos integra, para subsanar la omisión en que incurrimos al contestar la pregunta 11 de C o n s u l t ó l o , pliego I I , correspondiente al n ú m e r o 8. nuestro NUESTRO CONSULTORIO |Hallar, para cada cuerpo el punto de cristalización, practicando tanteos, á partir de las tablas ^ n que se indica la densidad correspondiente á las soluciones cristalizables; operar con grandes cantidades de las soluciones y que no excedan de la saturación; reposo absoluto, m u y prolongado y un cristalizador alto y estrecho, en que se coloque el núcleo ó molde de la forma que se desea obtener. Este núcleo puede construirse de tabla fina ó alambre. 40. He usado, sin resultado, muchas preparaciones para quitar las pecas de la cara, ¿conoce algún compañero una que sea positivamente eficaz? Las pecas ó efélides, cualquiera que sea su naturaleza,desaparecen con mucha dificultad. (Dechambre). Se ha intentado extirparlas empleando, desde simples soluciones boratadas, al 5 por 100, en el agua de rosas y de azahar, hasta la siguiente fórmula dé M . Hardy, ya m á s complicada. Sublimado corrosivo. .• Sulfato de zinc Acetato neutro de plomo Agua destilada. 1 gramo. 2 » 2 » 250 » ,D ¡suélvase, para uso tópico 41. El Láudano de Sydenham, preparado según la fórmula de la F, E., pierde con el tiempo gran parte de su coloración y deposita sedimentos en las paredes del frasco en que se repone. ¿Pierde también con este cambio de color algunas de sus propiedades? ¿Hay medios de evitarlo? R. B. Las alteraciones que V . denuncia se desarrollan en el láudano de todas las Farmacopeas que conservan la fórmula clásica de este medicamento oficinal, como lo prueba el hecho de haber sido observadas por todos los p r á c t i c o s . A l estado normal el láudano es un líquido de composición muy compleja, que contiene los principios inmediatos del vino y varias sales ácidas de los alcalóides del ópio, meconatos, tanatos, tartraios, acetatos, malatos, citratos, etc., de morfina, codcina, narceina, narcottna, etc.; aceites esenciales de azafrán, canela y clavo; crocina y crocetina, etc. Poco á poco, este líquido abandona un sedimento ténue, pardo amarillento rojizo, de crocetina formada á expensas de la crocina, glucosida que, por la acción de los ácidos del vino, se escinde en glucosa y crocetina. La reacción es lenta y continúa verificándose en el láudano después de filtrado; así, que éste deposita nuevo sedimento de crocetina y táñalo de narcotina principalmente, decolorándose; pero sin perder sensiblemente aroma, porque la pirocrocina, otra glucosida del azafrán, se descompone por los ácidos produciendo glucosa y un terpeno aromático (Sádaba). El Doctor Puerta ha encontrado un bacillus, que le pareció ser el b. subtilk, m á s abundante en los sedimentos que en el líquido filtrado y m á s numeroso en este, cuanto más antiguo. Comprobada la presencia de este micro-organismo, habrá que atribuirle una intervención muy principal y directa en las alteraciones del láudano. En cuanto á la naturaleza de estos sedimentos, se ha venido atribuyendo casi exclusivamente al azafrán: para Henry consistía solo en una materia colorante inactiva; después Bihot, ( i 8 8 6 ) e n c o n t r ó en ellos una porción no despreciable de narcotina, al estado de tanato; posteriormente Ballard (1889), investigando los alcalóides contenidos en 2 k i l ó gramos de láudano, ha dosificado casi doble cantidad de morfina que narcotina. Ahora bien, aun cuando estas alteraciones no modifiquen esencialmente las propiedades del láudano, para nosotros es casi seguro que no pueden menos de influir en su intensidad, como es indudable también que todavía no se han estudiado completamente estos sedimentos. Respecto al modo de evitar su formación, véase la consulta n ú m e r o 35.