Tesis doctoral - Roderic - Universitat de València

Anuncio
DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA
Programa de doctorado 562-150F: “Estudios lingüísticos y filológicos hispánicos”
Tesis doctoral
Marcadores discursivos conversacionales y posición
final. Hacia una caracterización discursiva de sus
funciones en unidades del habla
Elaborada por: Marta Pilar Montañez Mesas
Dirigida por: Dr. D. Antonio Briz Gómez
Valencia, 2015
Marcadores discursivos en posición final
A mis padres
In Memoriam,
Antonio Montañez Martínez
3
Marta Pilar Montañez Mesas
4
Marcadores discursivos en posición final
AGRADECIMIENTOS
En el camino de esta investigación he contado con el apoyo de muchas personas a las
que quiero expresar mi agradecimiento más sincero y afectuoso. En primer lugar, a todos
los miembros del Grupo de Investigación Val.Es.Co., por haberme acogido con tanto cariño
y por proporcionarme todo vuestro saber investigador: a D. Salvador Pons Bordería, a D.
Antonio Hidalgo Navarro y a D.ª Julia Sanmartín Saéz, que evaluaron mi tesina, de la que
ha germinado esta tesis; a D.ª Marta Albelda Marco, D. Adrián Cabedo Nebot, D.ª María
Estellés Arguedas, D.ª Virginia González García, D.ª Ana Belén Llopis Cardona, D. Xose
Padilla García, D.ª Montserrat Pérez Giménez y D.ª Leonor Ruiz Gurillo. A todos os
agradezco vuestra sincera amistad, vuestras brillantes ideas, los ánimos, y, sobre todo,
muchos y sabios consejos que, sin duda, han sido valiosas aportaciones que han contribuido
a mejorar mi trabajo.
También agradezco las palabras de ánimo, el afecto y la energía que me han
transmitido los miembros que se han ido incorporando en estos años al grupo: a D.ª María
Estornell Pons, D.ª Amparo García Ramón, D.ª Dorota Kotwica, D.ª Elena López-Navarro
Vidal, D. Jorge Martí Contreras, D.ª Diana Martínez Hernández D.ª Elena Pascual Aliaga,
D.ª Shima Salameh Jiménez, D.ª M.ª Amparo Soler Bonafont y D.ª Cristina Villalba
Ibáñez.
En segundo lugar, quisiera hacer extensivo mi agradecimiento a otras profesoras y
profesores del Departamento de Filología Española, que siempre me han brindado su afecto
y su apoyo, desde mi etapa de alumna o becaria, y ahora como compañera: a D.ª Milagros
Aleza Izquierdo, D.ª María José Martínez Alcalde, D.ª Mercedes Quilis Merín, D.ª Amparo
Ricós Vidal, D.ª Adela García Valle, D. Juan Carlos Tordera Yllescas, D. David Giménez
Folqués y D. Manuel José Aguilar Ruiz.
En este apartado de agradecimientos académicos, dejo en posición final y, por ello,
más significativa, mi gratitud a D. Antonio Briz Gómez, que desde el principio me
incorporó como una más, tanto en el grupo como en otros proyectos, y aceptó
generosamente dirigir esta tesis. Siempre estaré en deuda contigo, a quien debo las mejores
páginas de este trabajo. Gracias por tu maestría, por tu humanidad, y por tu empeño
personal y académico en mi formación y en mi trayectoria. Tus palabras, bien en las
reuniones valesquianas bien en conversaciones más coloquiales, son siempre inspiradoras y
5
Marta Pilar Montañez Mesas
constituyen una guía certera y novedosa para seguir avanzando. Quisiera estar a la altura de
las expectativas que depositaste en mí y confío en que disculpes las carencias que no he
sabido subsanar. A ti, como a todos los miembros del grupo, me unen ya lazos de amistad
que rebasan lo puramente académico. A todos, muchas gracias.
Por otra parte, en los agradecimientos no solo deben constar quienes han contribuido
intelectualmente a elaborar esta tesis, sino también quienes, a pesar de no participar en la
redacción de ninguna línea, han hecho posible, de un modo u otro, que se escriba. Gracias a
mi familia, por vuestro amor y por vuestros ánimos, porque siempre estáis ahí cuando más
os necesito y siempre habéis creído en mí. También a mi mejor amiga, M.ª Jesús, siempre
atenta y cariñosa. No podía defraudaros, ni a vosotros ni a los siguientes de mi lista.
A Juan, mi esposo, mi compañero, mi amigo, en lo bueno y en lo malo. Por estar
siempre ahí, por tu amor y tu paciencia, por tu ayuda, por quitarle tiempo a tu compañía,
por tu aliento cuando menguan mis fuerzas. Sencillamente, gracias por todo.
Dejo para el final, como colofón, en la posición de máxima relevancia, como no
podía ser de otra manera, a las personas más importantes de mi vida, sin las cuales nada
tendría sentido; para las que no encuentro palabras que expresen todo lo que siento, dignas
o a la altura de su valor. Por su ejemplo constante de esfuerzo, tenacidad y capacidad de
trabajo; por su amor infinito, eterno; porque sin ellos no sería quien soy ni como soy, y
porque me han enseñado a ser persona antes que nada: respeto, valores, sacrificio,
altruismo, todo. Porque siempre estáis y siempre estaréis conmigo, porque sois lo que más
quiero, a vosotros va dedicada esta tesis, a Antonio y a Estrella, mis padres.
6
Marcadores discursivos en posición final
7
Marta Pilar Montañez Mesas
8
Marcadores discursivos en posición final
ÍNDICE
1. Objetivos y metodología para el estudio de la posición en unidades del discurso ........... 17
1.1 Punto de partida: la posición como criterio de descripción en el discurso
conversacional .................................................................................................................. 17
1.2 Hipótesis y objeto de estudio: los marcadores del discurso conversacionales en
posición final .................................................................................................................... 18
1.3 Un marco teórico para el estudio de la posición discursiva de los MD: la
“Propuesta para el análisis del discurso oral” de A. Briz Gómez y otros (2003) y Grupo
Val.Es.Co. (2014) ............................................................................................................. 21
1.4 Corpus de referencia: el Corpus de conversaciones coloquiales (2002) de A. Briz
Gómez y el grupo Val.Es.Co. ........................................................................................... 22
1.4.1 Descripción del corpus ................................................................................... 22
1.4.2 Justificación del tipo de corpus elegido .......................................................... 24
2. Los marcadores discursivos en la conversación coloquial: la posición como rasgo
descriptivo ............................................................................................................................ 29
2.1 Aproximación a una definición (discursiva) de los marcadores del discurso ........ 30
2.1.1 Estatuto categorial .......................................................................................... 32
2.1.2 Criterios de definición y clasificación ............................................................ 35
2.1.3 Clasificaciones de los MD .............................................................................. 44
2.2 Marcadores discursivos de control del contacto en la conversación coloquial:
propiedades conversacionales........................................................................................... 50
2.2.1 Marcadores de la lengua hablada: género y registro ...................................... 51
2.2.1.1 La conversación como objeto de estudio .................................................... 51
2.2.1.2 Discurso y conversación ............................................................................. 53
2.2.1.3 Oral y oralidad, escrito y escrituralidad ...................................................... 57
2.2.2 Marcadores conversacionales y marcadores en la conversación .................... 59
2.3 La posición en los estudios sobre marcadores ....................................................... 62
2.3.1 Introducción .................................................................................................... 62
2.3.2 A vueltas con la ‘libertad posicional’ de los marcadores ............................... 63
2.3.3 La posición como criterio para la descripción y clasificación de marcadores 65
2.4 Los MD conversacionales en posición final .......................................................... 66
2.4.1 Los marcadores (reguladores) fático-apelativos ............................................. 67
2.4.1.1 ¿Eh? y ¿no? ................................................................................................ 67
2.4.1.2 ¿Sabes?, ¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿ves?, ¿vale?, ¿verdad? ................ 70
2.4.2 Los marcadores apelativos nominales: hombre / mujer; tío / tía ................... 71
2.4.3 Los marcadores de cierre enumerativo o argumentativo: y tal; yo qué sé ..... 71
2.5 Síntesis y valoración .............................................................................................. 72
3. Posición y posición discursiva. La posición final............................................................. 75
3.1 Introducción ........................................................................................................... 75
3.2 ¿Qué es posición? Nota epistemológica sobre la posición .................................... 76
3.3 Propuesta de definición de posición discursiva ..................................................... 82
3.3.1 Posición, sintaxis y orden de palabras ............................................................ 82
3.3.2 Sintaxis y sintaxis coloquial ........................................................................... 84
3.3.3 Posición sintáctica y posición discursiva ....................................................... 86
3.3.4 Aproximación a una definición de posición discursiva .................................. 88
9
Marta Pilar Montañez Mesas
3.4 Dos posiciones relevantes: posición inicial y posición final ................................. 89
3.4.1 La posición inicial .......................................................................................... 92
3.4.2 La posición final ............................................................................................. 93
3.4.3 ¿Existe realmente la posición intermedia? ..................................................... 95
3.5 Posición, unidades discursivas y MD .................................................................... 96
3.5.1 Posición y unidades discursivas ..................................................................... 96
3.5.2 MD y posición .............................................................................................. 100
3.5.2.1 Posición absoluta y posición relativa ........................................................ 101
3.5.2.2 MD y posición inicial ............................................................................... 103
3.5.2.3 MD y posición final .................................................................................. 104
3.6 Conclusiones parciales ......................................................................................... 104
4. Posición en unidades del discurso: aproximación a los modelos de segmentación de la
lengua hablada .................................................................................................................... 107
4.1 Unidades básicas de análisis: oración y enunciado.............................................. 107
4.1.1 Insuficiencia del concepto de enunciado ...................................................... 112
4.1.2 Unidades de segmentación del discurso ....................................................... 115
4.2 La propuesta del grupo Val.Es.Co y su aplicación al estudio de los MD ............ 117
4.2.1 Propuesta de A. Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014) .... 117
4.2.1.1 Nivel dialógico .......................................................................................... 118
4.2.1.1.1 Diálogo o secuencia dialógica y discurso ........................................... 118
4.2.1.1.2 Intercambio y alternancia de turnos .................................................... 120
4.2.1.2.2 Unidades menores: acto y subacto ........................................................ 123
Para acotar y distinguir estas unidades de la conversación, era necesario determinar
criterios científicamente válidos para cada unidad, que se exponen a continuación. . 125
4.2.2 Criterios para la segmentación del discurso hablado ................................... 125
4.2.3 Aplicación al estudio de los MD .................................................................. 128
4.3 Propuestas centradas en el nivel dialógico........................................................... 135
4.3.1 Análisis conversacional ................................................................................ 135
4.3.1.1 Primeros trabajos ...................................................................................... 135
4.3.1.2 Aplicación al estudio de los MD............................................................... 136
4.3.1.3 Escuela de Birmingham ............................................................................ 138
4.3.1.4 Propuestas en el ámbito hispánico ............................................................ 138
4.3.2 Pragmática lingüística................................................................................... 141
4.3.2.1 Escuela de Ginebra ................................................................................... 141
4.3.2.2 Aplicación al estudio de los MD............................................................... 143
4.4 Propuestas centradas en el nivel monológico ...................................................... 144
4.4.1 Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), Universitat de
València ...................................................................................................................... 144
4.4.2 L. Cortes Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005), Universidad de
Almería. ...................................................................................................................... 145
4.4.2.1 Teoría psico-pragma-lingüística de unidades del discurso ....................... 145
4.4.2.2 Aplicación al estudio de los MD............................................................... 147
4.4.3 E. Cresti y otros (2003), Università di Firenze ............................................. 149
4.4.4 L. Degand et álii. Université catholique de Louvain .................................... 157
10
Marcadores discursivos en posición final
4.4.5 K. Hengeveld y J. L. Mackenzie (2011): GDF............................................. 159
4.5 Síntesis y valoración ............................................................................................ 162
5. Las funciones pragmadiscursivas de los MD conversacionales coloquiales en posición
final: propuesta de análisis y clasificación ......................................................................... 165
5.1 Los MD en posición final: modelo de análisis discursivo ................................... 165
5.1.1 Introducción .................................................................................................. 165
5.1.2 Propuesta de análisis de MD según su posición: las unidades de la
conversación del grupo Val.Es.Co. ............................................................................ 165
5.1.2.1 Unidad básica de análisis: la intervención ................................................ 165
5.1.2.2 Importancia del reconocimiento de la unidad inferior subacto ................. 166
5.1.2.3 Interfaz posición-unidad discursiva en los MD conversacionales ............ 169
5.1.3 Propuesta de clasificación de los MD en posición final ............................... 170
5.1.4 Ficha técnica aplicada a los MD: diseño y justificación de los campos ....... 173
5.1.5 Modelo de análisis discursivo de los MD en posición final ......................... 178
5.2 Propuesta de funciones de los MD en posición final ........................................... 179
5.2.1 Funciones pragmático-discursivas en posición final .................................... 180
5.2.2 Justificación de los MD en posición discursiva final elegidos ..................... 182
5.2.2.1 MD (reguladores) fático-apelativos .......................................................... 182
5.2.2.2 Apelativos nominales ................................................................................ 183
5.2.2.3 Cierres enumerativos o argumentativos .................................................... 183
5.3 Síntesis ................................................................................................................. 184
6. Los MD de control del contacto (I): ¿eh? y ¿no? .......................................................... 185
6.1 El MD ¿eh? en posición final .............................................................................. 185
6.1.1 Descripción pragmática de ¿eh?................................................................... 185
6.1.2 Frecuencias de uso ........................................................................................ 195
6.1.3 Análisis cualitativo ....................................................................................... 196
6.1.3.1 Posición final de intervención................................................................... 196
6.1.3.2 Posición final de acto (en el interior de una intervención) ....................... 201
6.1.3.3 Otras posiciones menos frecuentes ........................................................... 204
6.1.3.3.1 Posición inicial de intervención-reactiva ............................................ 204
6.1.3.3.2 Posición inicial de acto en interior de intervención ............................ 206
6.1.3.3.3 Posición interior de acto ...................................................................... 207
6.1.3.4 Análisis según el rango estructural: acto y subacto .................................. 210
6.1.4 Síntesis de funciones de ¿eh? en posición final ........................................... 220
6.1.5 Otros rasgos de ¿eh? .................................................................................... 222
6.1.5.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 222
6.1.5.2 Rasgos prosódicos ..................................................................................... 223
6.1.5.3 Combinatoria de ¿eh? ............................................................................... 224
6.1.5.3.1 Combinatoria de ¿eh? con otros MD .................................................. 225
6.1.5.3.2 Combinatoria de ¿eh? con otras formas .............................................. 227
6.1.6 Recapitulación .............................................................................................. 229
6.2 ¿No? en posición final ......................................................................................... 231
6.2.1 Descripción pragmática de ¿no? .................................................................. 231
6.2.2 Frecuencias de uso ........................................................................................ 235
11
Marta Pilar Montañez Mesas
6.2.3 Análisis cualitativo ....................................................................................... 237
6.2.3.1 Posición final de intervención................................................................... 237
6.2.3.2 Posición final de acto (en el interior de una intervención) ....................... 239
6.2.3.3 Otras posiciones menos frecuentes ........................................................... 241
6.2.3.4 Análisis de ¿no? según el rango estructural: acto y subacto .................... 243
6.2.3.4.1 ¿No? como intervención y como acto ................................................. 243
6.2.3.4.2 ¿No? como subacto adyacente ............................................................ 247
6.2.4
Síntesis de funciones según su posición ....................................................... 252
6.2.5
Otros rasgos pragmáticos ............................................................................. 255
6.2.5.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 255
6.2.5.2 Aspectos prosódicos ................................................................................. 255
6.2.5.3 Combinatoria de ¿no? ............................................................................... 255
6.2.5.3.1 Combinatoria de ¿no? con otros MD .................................................. 256
6.2.5.3.2 Combinatoria de ¿no? con otras formas ............................................. 259
6.2.6 Recapitulación .............................................................................................. 261
7. Los MD de control del contacto (II): ¿sabes?, ¿entiendes? ........................................... 265
7.1 El MD ¿sabes? en posición final ......................................................................... 266
7.1.1
Descripción pragmática de ¿sabes? ............................................................. 266
7.1.2
Frecuencias de uso ........................................................................................ 272
7.1.3
Análisis cualitativo ....................................................................................... 274
7.1.3.1 Posición final de intervención................................................................... 274
7.1.3.2 Posición final de acto ................................................................................ 281
7.1.3.3 Posición inicial de intervención ................................................................ 285
7.1.3.4 Posición interior de acto ........................................................................... 288
7.1.4
Síntesis de funciones según su posición ....................................................... 289
7.1.5
Otros rasgos pragmáticos ............................................................................. 289
7.1.5.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 289
7.1.5.2 Aspectos prosódicos ................................................................................. 291
7.1.5.3 Combinatoria de ¿sabes? .......................................................................... 294
7.2 El MD ¿entiendes? y otros en posición final ....................................................... 296
7.2.1
Descripción pragmática de ¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿ves?, ¿vale?,
¿verdad? ..................................................................................................................... 296
7.2.2
Frecuencias de uso ........................................................................................ 302
7.2.3
Análisis cualitativo ....................................................................................... 304
7.2.3.1 ¿Entiendes? ............................................................................................... 304
7.2.3.1.1 ¿Entiendes? en posición final de intervención .................................... 304
7.2.3.1.2 ¿Entiendes? en posición final de acto ................................................. 305
7.2.3.2 ¿Comprendes? .......................................................................................... 309
7.2.3.2.1 ¿Comprendes? en posición final de acto............................................. 309
7.2.3.2.2 ¿Comprendes? en posición final de intervención ............................... 310
7.2.3.3 ¿Ves? ......................................................................................................... 313
7.2.3.4 ¿Vale? ....................................................................................................... 317
7.2.3.4.1 ¿Vale? en posición final de intervención ............................................ 317
12
Marcadores discursivos en posición final
7.2.3.4.2 ¿Vale? en posición final de acto ......................................................... 319
7.2.3.5 ¿Verdad? ................................................................................................... 320
7.2.3.5.1 ¿Verdad? en posición final de intervención ........................................ 322
7.2.3.5.2 ¿Verdad? en posición final de acto ..................................................... 324
7.2.4 Síntesis de funciones según su posición ....................................................... 326
7.2.4.1 ¿Entiendes? ............................................................................................... 326
7.2.4.2 ¿Comprendes? .......................................................................................... 326
7.2.4.3 ¿Ves? ......................................................................................................... 327
7.2.4.4 ¿Vale? ....................................................................................................... 327
7.2.4.5 ¿Verdad? ................................................................................................... 328
7.2.5 Otros rasgos pragmáticos ............................................................................. 328
7.2.5.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 328
7.2.5.2 Aspectos prosódicos ................................................................................. 329
7.2.5.3 Combinatoria de ¿entiendes? y otros ........................................................ 329
7.2.5.3.1 Combinatoria con apelativos/nombres propios ................................... 329
7.2.5.3.2 Combinatoria con otros elementos frecuentes .................................... 331
7.3 Recapitulación y conclusiones parciales .............................................................. 333
8. Los MD de control del contacto apelativos nominales: hombre, tío .............................. 335
8.1 El MD hombre en posición final.......................................................................... 336
8.1.1 Descripción pragmática de hombre (y mujer) .............................................. 336
8.1.2 Frecuencias de uso ........................................................................................ 344
8.1.3 Análisis cualitativo ....................................................................................... 345
8.1.3.1 Posición inicial de intervención-turno ...................................................... 345
8.1.3.2 Posición final de acto (en el interior de una intervención) ....................... 347
8.1.3.3 Posición final de intervención-turno ......................................................... 347
8.1.3.4 Acto independiente ................................................................................... 348
8.1.4 Síntesis de funciones según su posición ....................................................... 349
8.1.5 Otros rasgos pragmáticos ............................................................................. 350
8.1.5.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 350
8.1.5.2 Aspectos prosódicos ................................................................................. 351
8.1.5.3 Combinatoria de hombre .......................................................................... 352
8.2 El MD tío en posición final.................................................................................. 357
8.2.1 Descripción pragmática de tío ...................................................................... 357
8.2.2 Frecuencias de uso ........................................................................................ 360
8.2.3 Análisis cualitativo ....................................................................................... 361
8.2.3.1 Tío y tía en posición final de intervención-turno ...................................... 361
8.2.3.2 Posición final de acto (en el interior de una intervención) ....................... 363
8.2.3.3 Posición inicial de intervención ................................................................ 365
8.2.3.4 Tío como acto independiente .................................................................... 366
8.2.3.5 Tío en posición inicial de acto (en el interior de una intervención) .......... 366
8.2.4 Síntesis de funciones según su posición ....................................................... 367
8.2.5 Otros rasgos pragmáticos ............................................................................. 368
8.2.5.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 368
13
Marta Pilar Montañez Mesas
8.2.5.2 Aspectos prosódicos ................................................................................. 369
8.2.5.3 Combinatoria de tío .................................................................................. 369
8.3 Otros marcadores apelativos nominales en el corpus Val.Es.Co. ........................ 370
8.3.1 Nano ............................................................................................................. 371
8.3.2 Macho ........................................................................................................... 371
8.3.3 Nene/nena ..................................................................................................... 372
8.3.4 Chico/chica ................................................................................................... 373
8.3.5
Tú .................................................................................................................. 373
8.4 Recapitulación ..................................................................................................... 375
9. Los marcadores de cierre enumerativo o argumentativo ................................................ 377
9.1 El MD y tal y otros en posición final ................................................................... 378
9.1.1
Descripción pragmática de y tal y otros ....................................................... 379
9.1.2 Frecuencias de uso ........................................................................................ 388
9.1.3 Análisis cualitativo de y tal .......................................................................... 390
9.1.3.1 Posición final de acto (en el interior de una intervención) ....................... 390
9.1.3.2 Posición final de intervención................................................................... 392
9.1.4 Análisis cualitativo de y eso ......................................................................... 393
9.1.4.1 Posición final de acto (en el interior de una intervención) ....................... 393
9.1.4.2 Posición final de intervención................................................................... 394
9.1.5 Síntesis de funciones según su posición ....................................................... 398
9.1.6 Otros rasgos pragmáticos ............................................................................. 399
9.1.6.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 399
9.1.6.2 Aspectos prosódicos ................................................................................. 400
9.1.6.3 Combinatoria de y tal ................................................................................ 400
9.2 El MD digo yo, yo qué sé y no sé en posición final ............................................. 402
9.2.1 Descripción pragmática de digo yo y otros .................................................. 402
9.2.2
Frecuencias de uso ........................................................................................ 403
9.2.3
Análisis cualitativo ....................................................................................... 404
9.2.3.1 Posición final de acto (en el interior de una intervención) ....................... 404
9.2.3.2 Posición final de intervención................................................................... 406
9.2.3.3 Posición inicial de intervención ................................................................ 407
9.2.3.4 Posicion inicial de acto ............................................................................. 408
9.2.3.5 Posición independiente (acto autónomo) .................................................. 408
9.2.4
Síntesis de funciones según su posición ....................................................... 410
9.2.5
Otros rasgos pragmáticos ............................................................................. 410
9.2.5.1 Aspectos ilocutivos ................................................................................... 410
9.2.5.2 Aspectos prosódicos ................................................................................. 411
9.2.5.3 Combinatoria de yo qué sé y no sé ........................................................... 411
10. Conclusiones finales ..................................................................................................... 415
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANEXO I. Sistema de transcripción del grupo Val.Es.Co. (Briz Gómez y otros, 2002a)
ANEXO 2. Signos y convenciones de transcripción (Grupo Val.Es.Co., 2014)
14
Marcadores discursivos en posición final
1 Objetivos y metodología para el estudio de la posición en unidades del
discurso1
1.1 PUNTO
DE PARTIDA: LA POSICIÓN COMO CRITERIO DE DESCRIPCIÓN EN EL
DISCURSO CONVERSACIONAL
La investigación que a continuación presentamos se centra en el estudio de los
marcadores del discurso (en adelante, MD)2 vinculados con la conversación coloquial, que
ocupan una posición final: ¿eh?, ¿no?, ¿sabes?, ¿entiendes?, hombre, tío, y tal, y yo qué
sé. En concreto, fijamos nuestro interés en la consideración de un criterio que apenas se ha
tenido en cuenta o que, en nuestra opinión, se ha manejado de manera inadecuada: nos
estamos refiriendo a la posición discursiva. Para ello, este trabajo se ha dividido en dos
bloques: una primera parte dedicada a la reflexión teórica y a la exposición de los
presupuestos metodológicos, y una segunda parte en la que nos detenemos en la descripción
de esos MD a partir del análisis de su posición.
1
Esta investigación pudo iniciarse gracias a una beca “V Segles” de la Universitat de València y a la beca
FPU del Ministerio de Educación y Ciencia, vinculadas al proyecto de investigación “Nuevas aportaciones al
Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE)”, subvencionado por el Ministerio de Educación y
Ciencia (HUM2004-01453/FILO) y por fondos FEDER. En una fase posterior, también ha sido cofinanciado
por la Fundación Comillas. Puede consultarse en la dirección electrónica www.dpde.es (A. Briz Gómez, S.
Pons Bordería y J. Portolés Lázaro, coords.). Asimismo, este trabajo se enmarca, en su última fase, en el
proyecto Es.Var.Atenuación: “La atenuación pragmática en el español hablado: su variación diafásica y
diatópica”, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España (ref. FFI2013-40905-P).
2
Optamos por la sigla MD tanto para la designación singular como plural, en lugar de MMDD, más coherente
para la concordancia en plural, por su mayor brevedad y claridad tipográficas.
17
Marta Pilar Montañez Mesas
En la descripción de los marcadores no siempre se han distinguido los criterios
gramaticales de los discursivos y, para describir un elemento de incidencia discursiva como
este, han de emplearse, precisamente, criterios de esta índole. Esta idea responde a la
necesidad de justificar un nuevo trabajo sobre marcadores del discurso, materia que ha dado
lugar a una ingente cantidad de bibliografía tan heterogénea por los corpus utilizados, como
por sus planteamientos teóricos, así como por la perspectiva de análisis, que no siempre ha
logrado dilucidar el funcionamiento de los marcadores3.
Desde el punto de vista metodológico, optamos por la posición discursiva como
criterio para la descripción funcional de los marcadores en la conversación por varias
razones. En primer lugar, se trata de un criterio propiamente discursivo, adecuado al tipo de
unidades a las que se aplica. En segundo lugar, nos decantamos, en concreto, por la
posición final, debido a que son pocos los estudios que investigan cuáles son las funciones,
dentro de la marcación del discurso, que se desarrollan en esta posición. Esto nos llevará a
determinar, de un lado, qué marcadores ocupan prototípicamente dicha posición y, de otro,
cuáles se desplazan estratégicamente a la posición discursiva final y qué función asumen en
esos casos. Por ello, en el segundo capítulo, examinaremos las definiciones de MD para
observar en qué medida se ha tenido en cuenta este rasgo, y si se ha manejado
adecuadamente en las descripciones, y precisaremos, en el capítulo tres, qué entendemos
por posición (inicial, intermedia y final) en relación con cada una de las unidades
estudiadas, en especial, lo que se ha venido llamando posición final.
1.2 HIPÓTESIS
Y
OBJETO
DE
ESTUDIO:
LOS
MARCADORES
DEL
DISCURSO
CONVERSACIONALES EN POSICIÓN FINAL
Partimos de varias hipótesis que guían los objetivos de nuestra investigación. En
primer lugar, consideramos, junto con A. Briz Gómez y S. Pons Bordería (2010: 328), que
3
Al tratarse de unidades de significado procedimental, las definiciones que ofrecen los diccionarios y otras
obras de consulta de tipo general –no así los diccionarios o manuales sobre MD– son impropias (en términos
de M. Seco, 2003: 33) o descripciones de uso, con la indicación de otros marcadores sinonímicos que, como
señala R. González Ruiz, presentan el inconveniente de que no son siempre sustituibles pues, aunque tengan
una base común “puede haber diferencias de registro, de posición, de prosodia, de puntuación o de los efectos
pragmáticos que implican en determinados contextos de uso” (2010: 626). Precisamente empleamos la
posición para discernir esas diferencias de uso entre marcadores próximos o afines que ocupan la posición
final en unidades de la conversación.
18
Marcadores discursivos en posición final
la posición que ocupa el marcador en una determinada unidad del discurso (UD, en
adelante) condiciona su función. Dicho de otro modo, la función pragmático-discursiva
de un marcador queda vinculada a la unidad y a la posición que ocupa dentro de esta
y, más específicamente, la posición discursiva es relevante para establecer la función de los
MD en la conversación coloquial, y, así pues, la de los marcadores objeto de nuestra
investigación4. Puede avanzarse, gracias a estudios previos (Briz Gómez y Montañez
Mesas, 2008a, 2008b y 2008c; Montañez Mesas, 2007a, 2007b, 2009a) que, por ejemplo, la
función del marcador ¿eh? viene determinada por la posición discursiva final.
La segunda hipótesis de nuestro estudio, apuntada ya en Briz Gómez y Grupo
Val.Es.Co., 2003 es la idea de que la mayoría de MD constituyen unidades informativas
mínimas, llamadas subactos, desde el punto de vista de la estructura de la interacción
conversacional; y, más aún, constituyen un tipo de subacto específico: los MD son subactos
adyacentes, que trataremos más adelante (§4.2.2.2.2). Por último, como tercera hipótesis,
consideramos que algunos de estos MD en posición final intervienen en la dinámica
conversacional y en la regulación de turnos, es decir, las funciones más generales de los
MD en posición final son de tipo interactivo.
Por otra parte, creemos que es un criterio de gran rentabilidad, no solo para describir
la polifuncionalidad de los MD (v. Fisher, 2006), sino también como herramienta
descriptiva para dar cuenta de las propiedades distribucionales que restringen la
combinatoria de los marcadores.
Desde nuestro punto de vista, consideramos que la posición ha de entenderse en
términos discursivos, ya que los MD no pertenecen al ámbito de la oración (unidad de la
gramática), sino del enunciado (unidad del discurso). Este hecho nos obliga, no solo a
retomar la distinción entre enunciado y oración, sino a reconsiderar la definición de
enunciado y los tipos de enunciados posibles, es decir, debemos matizar qué son y cómo
son los enunciados en el español hablado. Así, frente a la segmentación del discurso
4
Cabe señalar que, junto con la posición discursiva, la prosodia es el criterio que condiciona en mayor
medida la función o valor pragmadiscursivo de un MD. Nos decantamos por la posición, no por la dificultad
de sistematizar los valores prosódicos de un marcador y la incidencia en sus funciones, puesto que existen
distintos programas y tecnologías para el procesamiento de la voz y del habla, sino que, por un lado, algunos
corpus no permiten un tratamiento sonoro o ni siquiera se trata de muestras de habla sino de muestras escritas,
y, por otro, la prosodia, por sí sola, no siempre es capaz de distinguir los diferentes usos de un marcador, sino
que se superpone a las demás características.
19
Marta Pilar Montañez Mesas
realizada por la gramática en tipos de oraciones, el discurso hablado también requiere de
una segmentación propia que dé cuenta de los tipos de estructuras significativas y
comunicativas que lo constituyen, así como de las relaciones que se establecen entre ellas.
Solo definiendo unidades operativas, propiamente discursivas (y no gramaticales) será
posible describir de forma coherente la posición que ocupa un elemento discursivo como el
marcador. Y esto es así debido a que la posición no es una característica absoluta, sino una
condición relativa, pues cada elemento la ocupa en relación con otros.
Esa relación ha de contraerse dentro de una unidad; por ello, la primera cuestión que
nos surge es averiguar en qué unidad operan los marcadores. Se entiende, así pues, que se
precisa de un marco teórico previo en que se definan las unidades del discurso (en nuestro
caso, conversacional). Aunque explicaremos distintas teorías acerca de la segmentación del
discurso hablado, situamos nuestra hipótesis en el marco de la propuesta del Grupo
Val.Es.Co. (Valencia Español Coloquial) sobre unidades de la conversación, como
explicaremos en el capítulo cuatro (Briz Gómez y otros, 2003; Grupo Val.Es.Co., 2014).
En este sentido, una cuarta hipótesis de nuestra investigación, apuntada ya por Pons
Bordería (2006) para los conectores –subgrupo de marcadores– y ampliada en Briz Gómez
y Pons Bordería (2010) es que el tipo de unidad discursiva también repercute en las
funciones pragmadiscursivas de los MD, que varían del nivel dialógico al nivel
monológico, por poner un ejemplo. De ahí que hablemos de ‘posición discursiva’, esto es,
posición en una unidad del discurso.
La noción de posición discursiva va inevitablemente ligada a la idea de UD, de ahí
que el modelo en que nos basamos, el “sistema de unidades para el estudio del lenguaje
coloquial” de Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014) resulte idóneo, ya que
ahonda en la estructura de la interacción tanto en el nivel dialógico, como en el nivel
monológico5.
Una vez delimitadas las unidades de la conversación coloquial, nuestro objetivo más
concreto para el estudio de la relación entre MD, unidades y su posición será el análisis,
como se ha indicado, de los marcadores conversacionales ¿eh?, ¿no?, ¿sabes?,
5
Por la misma razón, este modelo de segmentación resulta apto tanto para el discurso conversacional, como
para cualquier tipo de discurso oral o escrito, dialógico o monológico.
20
Marcadores discursivos en posición final
¿entiendes?, hombre, tío, y tal, y yo qué sé (y otros semejantes) cuando ocupan la posición
final de una unidad discursiva, a cuyo estudio dedicamos la segunda parte de esta tesis, si
bien haremos referencia a otras posiciones discursivas que pueden ocupar para contrastar
sus valores y dar cuenta, así, de su polifuncionalidad. Los MD que nos ocupan, vinculados
a la conversación, y más aún, coloquial, han recibido una atención escasa, mientras que, por
ejemplo, los ordenadores del discurso, los conectores o los modalizadores, formas del tipo
por una parte / por otra (parte), no obstante o bueno, han sido tratados en numerosos
estudios. Ignoramos si por falta de corpus6 -carencia relativa según la información
contenida en la revista Oralia (8, 2005, coordinada por A. Briz Gómez)-, o por las
dificultades añadidas que supone trabajar con el discurso oral7, debido a la multitud de
factores derivados del tipo de discurso, sobre todo, solapamientos, sucesión o transición de
turnos sin pausa, reinicios… Sobre esta cuestión retomaremos algunos aspectos de interés
para el estudio de los marcadores conversacionales en el capítulo siguiente (§2.2.1.3).
1.3 UN MARCO TEÓRICO PARA EL ESTUDIO DE LA POSICIÓN DISCURSIVA DE LOS MD:
LA
“PROPUESTA
PARA EL ANÁLISIS DEL DISCURSO ORAL” DE
A. BRIZ GÓMEZ
Y
OTROS (2003) Y GRUPO VAL.ES.CO. (2014)
Para determinar las funciones de los MD en posición discursiva final partimos del
modelo de segmentación de la conversación coloquial propuesto por Briz Gómez y otros
(2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), puesto que nuestra hipótesis es que la función
pragmática de un elemento está condicionada por la posición discursiva. En nuestra
opinión, es en este marco teórico sobre unidades discursivas donde adquiere coherencia el
uso del término ‘posición’, que no puede aplicarse aislado, sino con respecto a la unidad
donde se integra.
6
Ciertamente, la conversación coloquial ha sido desatendida por el análisis lingüístico hasta las últimas
décadas, en las que los estudios sobre este discurso han avanzado gracias a la existencia de instrumentos
electrónicos que permiten registrar, procesar y almacenar muestras de habla de forma ilimitada.
7
Manejamos oral y hablado no como sinónimos, sino relacionados por inclusión: todo lo hablado es oral, pero
no todo lo oral es hablado; lo hablado se entiende como oral espontáneo (leer o recitar también son acciones
orales y no son habladas). Esto plantea la cuestión de si la interacción electrónica simultánea es hablada. En
nuestra opinión, se trata de un uso escrito espontáneo marcado por la simultaneidad, pero no hablado.
21
Marta Pilar Montañez Mesas
Las unidades de segmentación de la conversación cotidiana en las que analizamos
nuestras muestras han sido descritas por diversos investigadores del grupo Val.Es.Co. (esp.
en Briz Gómez y otros, 2003 y, más recientemente, en Grupo Val.Es.Co., 2014; pero
también Briz Gómez, 2005; 2006c; Hidalgo Navarro y Padilla García, 2006). Se trata de un
modelo jerárquico en el que se distinguen dos niveles, a saber, monológico y dialógico, y
que recubre las tres dimensiones que caracterizan la conversación coloquial: estructural,
social e informativa, como se recoge en el cuadro siguiente, que se retomará y desarrollará
en el capítulo 4 (§4.2).
CUADRO 1. Unidades de la conversación (Briz Gómez y otros, 2003: 14; Grupo Val.Es.Co., 2014:
16).
DIMENSIONES
NIVEL
Dialógico
Monológico
1.4 CORPUS
ESTRUCTURAL
SOCIAL
diálogo intercambio
discurso8
intervención acto
alternancia de turnos
DE REFERENCIA: EL
turno
CORPUS
INFORMATIVA
subacto
DE CONVERSACIONES COLOQUIALES
(2002)
DE A. BRIZ GÓMEZ Y EL GRUPO VAL.ES.CO.
1.4.1
Descripción del corpus
El material en que vamos a basar nuestro estudio, el Corpus de conversaciones
coloquiales editado por Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co. (2002a), ha sido recopilado a
partir de la aplicación de una metodología sociolingüística para que fuera representativo del
español hablado en Valencia y su área metropolitana9. El corpus editado en 2002 consta de
19 conversaciones coloquiales repartidas como sigue: 7 conversaciones coloquiales
prototípicas, esto es, que cumplen todos y cada uno de los rasgos coloquializadores; 2
conversaciones coloquiales periféricas, aquellas en las que falta algún rasgo; y 10
organizadas según el nivel sociolingüístico de los participantes de la interacción: 4
8
Esta unidad se añade en Grupo Val.Es.Co. (2014), a partir de la propuesta de Estellés y Pons (2014).
A diferencia del PRESEEA, que recoge el español hablado de Valencia, coordinado por J. R. Gómez Molina
(2001, 2005 y 2007).
9
22
Marcadores discursivos en posición final
conversaciones de nivel sociocultural bajo, 2 de nivel sociocultural medio y, por último, 4
de nivel sociocultural alto. Completamos este material con otras conversaciones y
transcripciones del corpus Val.Es.Co. 2.0 (Cabedo Nebot y Pons Bordería, eds.)10, como
corpus de control.
El grado de prototipicidad de las nueve primeras conversaciones se establece por la
mayor o menor presencia de rasgos respecto del prototipo de conversación coloquial, que
Val.Es.Co. ha definido a partir de los siguientes parámetros:
A) Rasgos primarios11
- ausencia de planificación o planificación sobre la marcha
- finalidad interpersonal
- tono informal
B) Rasgos situacionales o coloquializadores
- relación de igualdad entre los interlocutores
- relación vivencial de proximidad (saber compartido)
- marco discursivo familiar
- temática no especializada
En todos los casos, tanto en las conversaciones coloquiales prototípicas como en las
periféricas, la técnica de recogida del material es la grabación secreta en la que el
investigador actúa como observador participante. Este procedimiento metodológico, como
también reconocen otros investigadores12, favorece la calidad del material recogido, puesto
que se mantiene la espontaneidad propia de este tipo de interacción. Con esta técnica se
evita, además, la conocida paradoja del observador, razón por la que este corpus resulta
idóneo para el estudio de la conversación coloquial13.
10
Este corpus está siendo ampliado con conversaciones coloquiales periféricas, es decir, según la distinción
establecida por Briz y Grupo Val.Es.Co. (1995: 35) a partir del grado de prototipicidad, aquellas que no
cumplen todos y cada uno de los rasgos coloquializadores. La temática no especializada es el rasgo que se ha
tomado como primera aproximación para la ampliación del corpus. Es decir, las conversaciones coloquiales
que se están recopilando en la actualidad son periféricas, puesto que, aunque existe entre los interlocutores
una relación de igualdad y una experiencia compartida, y la interacción se produce en un marco cotidiano, no
marcado, la temática es especializada.
11
Reproducimos, aproximadamente, la caracterización de la conversación coloquial contenida tanto en la
introducción de este corpus transcrito (2002: 18), como en el anterior, editado también por A. Briz y Grupo
Val.Es.Co. (1995); así como en otros trabajos, por ejemplo, A. Briz (1996; 1998: 40 y ss.).
12
Ll. Payrató Giménez (1996: 75 y ss.).
13
Término acuñado por W. Labov (1972): Sociolinguistic Patterns, Philadelphia, PA, University of.
Pennsylvania.
23
Marta Pilar Montañez Mesas
En cuanto a la aplicación científica de este material, el Corpus de conversaciones
coloquiales emplea un método de codificación de los fenómenos lingüísticos y
paralingüísticos integrado en la transcripción (Hidalgo Navarro y Sanmartín, 2005), por lo
que los hechos conversacionales destacables anotados por el investigador durante la
recogida del material quedan anotados en el documento transcrito y se facilita así la lectura
de la conversación, especialmente en el caso de los turnos simultáneos (solapamientos), así
como de ciertos fenómenos fónicos (reinicios, autointerrupciones, alargamientos vocálicos
y consonánticos) y prosódicos (pronunciación marcada, silabeada, en tono bajo próximo al
susurro; también quedan reflejados los tonemas o inflexiones tonales destacables)14.
1.4.2 Justificación del tipo de corpus elegido
Los MD que nos ocupan se emplean en mayor medida en el discurso hablado
espontáneo, por lo que las muestras con las que se ejemplifica el uso de los marcadores que
hemos analizado proceden del Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo
Val.Es.Co., 2002a y Corpus Val.Es.Co. 2.0)15. Es en la interacción cotidiana donde se
manifiesta un empleo, creemos, más frecuente y, sobre todo, una mayor heterogeneidad en
los usos de los marcadores y partículas discursivas objeto de estudio. Además, las unidades
de segmentación que empleamos son propias de lo oral y, más aún, de lo oral
conversacional. Sin embargo, aunque huelga defender la importancia de emplear un corpus
de referencia en un trabajo de base empírica como este, es preciso recordar que el dato real
que ofrece el corpus resulta fundamental como comprobación, como principio del proceso
inductivo, a partir del cual llevar a cabo una abstracción, una teorización de los datos.
En nuestro caso, hemos optado por la conversación porque nos interesa la posición
de estos marcadores en un uso espontáneo de la lengua, donde generalmente se utiliza un
registro coloquial o informal, y la conversación es, en palabras de Hidalgo Navarro (2006:
14
Para una revisión del sistema de transcripción empleado por el Grupo Val.Es.Co. pueden consultarse las
ediciones del corpus (1995, 2002) y otros trabajos del grupo (Briz, 1998; Briz y grupo Val.Es.Co., 2002b), así
como en la dirección electrónica www.uv.es/valesco. También se recoge al final de este trabajo (ANEXO 1).
15
Como miembro de este grupo de investigación (Valencia Español Coloquial, de la Universidad de
Valencia) contamos con acceso de primera mano a este material y a otros inéditos.
24
Marcadores discursivos en posición final
130) la manifestación más “genuina” de lo que se ha denominado español coloquial.
Además, es la forma de comunicación lingüística más inmediata:
las conversaciones son generalmente consideradas como la forma prototípica […] y representativa
del funcionamiento general de las interacciones verbales (Kerbrat-Orecchioni, 1996: 8).
La variedad diafásica coloquial y el tipo de texto en que aparece más
frecuentemente -la conversación coloquial- han sido estudiados a fondo por A. Briz Gómez
y el Grupo Val.Es.Co. en numerosos trabajos16; de igual modo, la variedad coloquial ha
recibido la atención de otros investigadores en el ámbito hispánico17 y en el ámbito general,
tanto referidos al español como a otras lenguas18. También la conversación ha sido objeto
de estudio y se han indagado sus propiedades estructurales y comunicativas (Roulet et alii,
1991; Moeschler, 1985; Kerbrat-Orecchioni, 1996, Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls,
1999, entre otros). Al estudio de las unidades en que puede descomponerse la conversación,
dedicamos el capítulo cuatro.
En nuestro caso, optamos por la conversación y, en concreto, la conversación
coloquial, por diversas razones. En primer lugar, es la forma más primaria de
comunicación, el discurso que de modo más inmediato nos pone en relación con los demás
y constituye el primer contacto lingüístico con el entorno. Además, el registro coloquial es
el que de manera intuitiva domina cualquier hablante, haya recibido o no instrucción
escolar, esto es, democratiza a los hablantes. En segundo lugar, el registro coloquial
aparece mayoritariamente en la conversación (sin excluir, por supuesto, la posibilidad de
conversaciones formales), dicho de otro modo, la conversación, como género discursivo, es
prototípicamente informal, coloquial.
El corpus que aquí se emplea recoge, precisamente, una ingente cantidad de
muestras de conversaciones coloquiales obtenidas mediante grabación secreta, cuya utilidad
para el estudio de fenómenos coloquiales está fuera de toda duda, pues ha servido a varias
16
Briz Gómez (1996, 1998), Briz Gómez y otros (1997), Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co. (1995, 2000, 2002,
2003), Hidalgo Navarro (2002, 2006), Hidalgo Navarro y Padilla García (2006), Pons Bordería (1998), entre
otros.
17
Desde la obra ya clásica de W. Beinhauer (1929= [1978]): El español coloquial, Madrid, Gredos; se han
sucedido diversos trabajos como los de E. Lorenzo (1977): “Consideraciones sobre la lengua coloquial.
(Constantes y variables)”, en R. LAPESA (coord.): Comunicación y lenguaje, Madrid, Karpos, Instituto de
Ciencias del Hombre, 161-180; A. M.ª Vigara Tauste (1992): Morfosintaxis del español coloquial, Madrid,
Gredos; o L. Cortés Rodríguez (1995), por citar algunos de ellos.
18
Es preciso citar la edición de T. Kotschi, W. Öesterreicher y K. Zimmermann, (eds.) (1996), en la que
incluyen diversos trabajos centrados en el español hablado; o los trabajos de C. Blanche-Benveniste (1998).
25
Marta Pilar Montañez Mesas
decenas de investigadores para comprobar sus propuestas desde distintos niveles y
planteamientos lingüísticos: orden de palabras, unidades de segmentación, frecuencias
léxicas, neologismos y extranjerismos, argot, fraseología, entonación y prosodia,
estructuras sintácticas coloquiales, dinámica conversacional, estilos directos, relatos
conversacionales, y, en especial, por lo que afecta a nuestro trabajo, MD en la conversación
coloquial, por citar algunos19.
En definitiva, la conversación coloquial auténtica (en tanto obtenida mediante
grabación secreta, como la que constituye nuestro corpus) garantiza la veracidad de los
datos, se constituye como muestra irrebatible al haber sido recogida en su contexto de uso
habitual, sin la conciencia de los informantes de estar siendo grabados, esto es, en el ámbito
natural de producción del discurso.
Asimismo, para el propósito de esta investigación, el corpus elegido ofrece ventajas
sobre otros. En primer lugar, el Grupo Val.Es.Co. ha demostrado que en el discurso oral no
planificado20 es donde los MD presentan una mayor riqueza de valores (polifuncionalidad);
además, su frecuencia de uso es mayor en el discurso oral que en el escrito: En segundo
lugar, porque algunos de esos valores solo se manifiestan en el discurso oral
conversacional; y, por último, porque algunas de sus funciones han sido desatendidas en el
ámbito hispánico por estar ligadas, precisamente, a la interacción oral. En consecuencia,
este corpus resulta idóneo para nuestros objetivos, ya que los marcadores que estudiamos
están ligados al discurso dialógico (Cuenca Ordinyana y Castellà, 1995: 76-77) y aparecen
con mayor frecuencia en la conversación21.
19
Puede completarse esta lista con las distintas líneas de investigación seguidas por el Grupo Val.Es.Co.
(www.uv.es/valesco).
20
El carácter espontáneo de la conversación cotidiana lo definen otros autores desde perspectivas distintas
sobre el lenguaje. W. Öesterreicher (1996: y 2006), por su parte, distingue entre concepción y medio y
establece una división entre los discursos (entendiendo tanto discursos orales como escritos) de la inmediatez
y de la distancia. Asimismo, expone una serie de rasgos no del todo coincidentes con los del Grupo
Val.Es.Co., aptos para explicar la imitación de la oralidad en textos de la distancia comunicativa, pero quizá
menos explicativos de los discursos informales espontáneos, que él asigna a la inmediatez y a la concepción
oral, como explicaremos más adelante (§2.2.2). Por su parte, la descripción del Grupo Val.Es.Co. se adapta a
la perfección a la descripción del uso espontáneo (no planificado) del español coloquial, pero también de
cualquier tipo de discurso hablado espontáneo o preparado (Briz Gómez, 2010).
21
No obstante, para enriquecer y completar los resultados obtenidos a partir del corpus del grupo Val.Es.Co.,
en algún caso, los datos aquí obtenidos se comparan con muestras de otros corpus como el PRESEEA
(Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y América, dirigido por F. Moreno
Fernández) y del CREA oral (que puede consultarse en red www.rae.es), como corpus de control pues, aunque
recubren géneros discursivos distintos, también son muestras de lengua oral.
26
Marcadores discursivos en posición final
Una vez expuesto el género discursivo y el tipo de registro que nos interesa,
consideramos que las unidades que deben manejarse en el análisis son aquellas que, de un
modo más adecuado, definen y permiten (des)articular el discurso que nos ocupa, la
conversación coloquial. Las unidades descritas por los investigadores del grupo Val.Es.Co.
(Briz Gómez y otros, 2003; Grupo Val.Es.Co., 2014) resultan idóneas para nosotros, pues,
aunque pueden aplicarse a otros discursos propios de la lengua hablada, han sido
concebidas (y descritas a partir de), precisamente, el estudio y análisis minucioso de los
mecanismos que articulan la estructura organizativa de la conversación cotidiana.
Por último, aunque lo detallaremos más adelante (§5.1.4), adelantamos que para
analizar las muestras extraídas de este corpus, se han empleando una serie de parámetros de
análisis, a modo de ficha o base de datos, en la que se han anotado aquellos rasgos del
funcionamiento de la partícula que interesan a este estudio y en la que se trata de dilucidar,
especialmente, la relación entre la posición que ocupa el MD, la unidad en la que opera y la
función que en ella desarrolla.
Tras esta introducción, se comentan algunos estudios sobre MD y partículas
discursivas, para observar en qué medida se han tenido en cuenta la posición y respecto de
qué unidades se ha analizado.
27
Marta Pilar Montañez Mesas
28
Marcadores discursivos en posición final
2 Los marcadores discursivos en la conversación coloquial: la posición como
rasgo descriptivo
La profusión de estudios sobre MD en las últimas décadas da cuenta del interés de
estas formas lingüísticas y, a su vez, obliga a una justificación de su elección como objeto
de estudio. Ahora bien, a pesar de la ingente bibliografía22, como señalan Ó. Loureda
Lamas y E. Acín Villa (2010: 19) “han asomado nuevos problemas, sin que las viejas
cuestiones pendientes desaparecieran del todo”. Un ejemplo de ello es el hecho de que no
siempre se tienen en cuenta los marcadores de la lengua hablada, lo que ha llevado a que la
mayoría de descripciones de los usos de los MD se basen en documentos escritos y,
generalmente, pertenecientes a un registro formal. Se puede afirmar que las peculiaridades
del tipo de registro y del género de discurso, en este caso, la conversación cotidiana,
configuran usos propios de los marcadores ajenos a otros discursos, incluso coloquiales.
Dicho de otro modo, ciertos usos de los MD solo se encuentran en la conversación
22
Para un resumen exhaustivo y actualizado de los estudios sobre MD en español, v. Loureda Lamas y Acín
Villa (2010).
29
Marta Pilar Montañez Mesas
coloquial, por lo que parece sensato predecir que el género discursivo y el registro influyen
en la función que adopta el marcador. En este sentido, también C. Llamas Saíz señala “la
conveniencia de estudiar los marcadores en relación con los diversos géneros” (2003: 697).
Ahora bien, antes de avanzar en el estudio de la posición de los marcadores en la
conversación coloquial española, es preciso detenerse en la definición que han recibido
estas unidades y, especialmente, en el criterio que aquí interesa, su posición, para observar
en qué medida se ha tenido en cuenta y si se ha seguido de forma sistemática.
2.1 APROXIMACIÓN
A UNA DEFINICIÓN
(DISCURSIVA)
DE LOS MARCADORES DEL
DISCURSO
Un MD es, según la mayoría de autores consultados23, una categoría pragmática,
que opera más allá de la oración y que recubre un grupo heterogéneo de formas, las cuales
desempeñan distintas funciones. Sin embargo, a pesar de su diversidad, poseen
características en común. En primer lugar, la forma actual de la mayoría de los MD es el
resultado de un proceso de gramaticalización, es decir, su forma lingüística pertenece a una
categoría distinta de la que tenían en otro momento histórico de la lengua24. Durante ese
proceso, las formas que hoy son MD, han experimentado una fijación (p. ej. relacionado
con la pérdida de flexión) y han dejado de funcionar como formas libres: de ahí que tengan
menor libertad posicional, han dejado de manifestar su significado propiamente conceptual
y han adquirido o se emplean hoy con un significado procedimental. Establecen relaciones,
pero estas no pertenecen al nivel oracional, sino extraoracional. Por otro lado, no se les
puede asignar una función sintáctica, puesto que no pertenecen a ese nivel, aunque ciertos
autores han reconocido en algunos MD una “función incidental” (J. A. Martínez25); o bien
23
S. Gili Gaya habla de ‘enlaces extraoracionales’ (1975); ‘operadores pragmáticos’, Barrenechea (1969);
‘engarces textuales’, según Narbona (1989: 166); ‘conectores’, S. Pons (1998); M.ª A. Martín Zorraquino y E.
Montolío Durán (1998); M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés (1999); ‘marcadores pragmáticos’ (González
Condom, 2004); ‘conectores pragmáticos’ y ‘conectores metadiscursivos’, ‘partículas discursivas’, A. Briz
(1993a, 1993b, 1998, 2006), J. Portolés (1998), L. Cortés y M.ª M. Camacho (2005), entre otros.
24
Aunque no todos presentan el mismo grado de gramaticalización (Martín Zorraquino y Portolés, 1999:
4060-2). Algunos hablan de sedimentación discursiva (Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005: 148-9),
entendida no como pérdida de significado al gramaticalizarse sino “como un fenómeno de transformación de
dicho significado”.
25
A. Fernández Fernández (1993) trata esta función por extenso en La función incidental en español. Hacia
un nuevo modelo de esquema oracional, Oviedo, Departamento de Filología Española.
30
Marcadores discursivos en posición final
consideran
que,
ciertos
MD,
adverbios
desde
el
punto
de vista
gramatical
(afortunadamente, lamentablemente), funcionan como ‘atributo oracional’ (E. Alarcos
Llorach, 1997: 312)26.
Entre las definiciones de MD más seguidas por su carácter unitario encontramos en
español la propuesta por M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés Lázaro (1999: 4057):
Los ‘marcadores del discurso’ son unidades lingüísticas invariables, no ejercen una función sintáctica
en el marco de la predicación oracional –son, pues, elementos marginales– y poseen un cometido
coincidente en el discurso: el de guiar, de acuerdo con sus distintas propiedades morfosintácticas,
semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la comunicación.
Esta definición, sobre la que vuelve Martín Zorraquino (2010: 97 y ss.) recoge las
características que deben compartir los elementos considerados ‘marcadores del discurso’ o
‘partículas discursivas’, término elegido tanto en el Diccionario de partículas de L. Santos
Río (2003), como en el Diccionario de partículas discursivas del español (en adelante,
DPDE, Briz Gómez, Pons Bordería y Portolés Lázaro, coords., 2008), que recoge esas
mismas características e incide en el “carácter más procedimental que conceptual” de estas
unidades, esto es, son “elementos lingüísticos que guían la interpretación del discurso”.
Este carácter es el que las distingue de otros elementos invariables de la oración, que, sin
embargo, sí poseen función en la estructura predicativa oracional; por tanto, cualquier
forma –por invariable que sea– que desempeñe una función sintáctica, no podrá ser
considerada marcador o partícula discursiva. Forman, por tanto, una clase funcional
(Schiffrin, 1987: 41) o categoría pragmática (Fraser, 1999: 946) y su función es, por ello,
discursiva. En ese sentido, D. Blakemore (2002: 2) destaca “their function of marking
relationships or connections among units of discourse”.
No tratamos aquí de un estudio histórico sobre el desarrollo de esta categoría
pragmática, ni es este el lugar de una discusión terminológica; sencillamente empleamos
marcador o partícula discursiva de manera indistinta por varias razones:
-
por su presencia en gran parte de la bibliografía extranjera (discourse markers),
en autores como D. Schiffrin (1987) o D. M. Lewis (2006: 57, que también la prefiere
26
Alarcos Llorach, E. (1997 [=1970]): Estudios de gramática funcional, Madrid, Gredos, 8ª reimpr.
31
Marta Pilar Montañez Mesas
frente a otras etiquetas), (marqueurs) en E. Roulet et alii (1991), B. Fraser (1999), D.
Blakemore (2002), (discourse particles) K. Fisher (2006) o Pons Bordería (2008).
-
por su presencia también en la bibliografía hispánica: ‘marcador discursivo’ es
el término más empleado (confirmado por Loureda Lamas y Acín Villa, 2010: 20), frente a
otras denominaciones como ‘conector pragmático’ o ‘enlace textual’, entre otras. Por otra
parte, el término ‘partícula’ goza de una larga tradición en la lingüística hispánica (las
tradicionales ‘partezillas’ de la oración, ya las incluye Nebrija27); le añadimos la noción de
‘discursiva’ para excluir así las interjecciones, preposiciones y otras partes invariables de la
oración que sí tienen función proposicional28. Además, por supuesto, de marcar el ámbito
comunicativo y no gramatical.
Entendemos ambos términos como hiperónimo de ‘conector’, pues consideramos
que marcador discursivo es una categoría más amplia29. Entre ellos se establece una
relación de inclusión: todos los considerados conectores (pragmáticos y metadiscursivos30)
son marcadores del discurso, pero no todos los marcadores son conectores31. Además, la
categoría MD recubre también ciertas funciones no conectivas, como la modalidad o el
control del contacto (Pons Bordería, 2004: 201). Este hecho no hace sino reflejar la
diversidad categorial de los elementos que se engloban bajo la etiqueta ‘marcador
discursivo’, cuya categoría se discute a continuación.
2.1.1
Estatuto categorial
Más allá del nombre que se le asigne, lo esencial de esta discusión es, en realidad, la
naturaleza funcional de estos elementos (Briz Gómez, 2011). Dicho de otro modo, más que
la etiqueta que se elija para nombrarlos, interesa responder a la cuestión de qué tipo de
27
Nebrija, A. (1980): Gramática de la lengua castellana, Madrid, Editora Nacional, (ed. A. Quilis; 1ª ed.
1492), p. 199.
28
Se define como “parte invariable de la oración, de escaso cuerpo fónico ordinariamente”, en el Diccionario
de términos filológicos (Lázaro Carreter, F., 1971 [=1953], Madrid, Gredos, 3ª ed. corregida).
29
También lo emplean en sentido amplio Loureda Lamas y Acín Villa (2010: 22).
30
Distinción establecida por A. Briz (1993a y 1993b; más extensamente en 1998).
31
S. Pons Bordería (2001: 226) afirma textualmente: “If we mention the term connective (conector,
connecteur, connettivo) we will refer only to a subset of a wider class, that of DM”. También lo consideran
así M.ª N. Domínguez García (2007: 17) o A. B. Llopis Cardona (2006: 5). Esta última esboza una magnífica
revisión de las propuestas sobre MD en el ámbito hispánico e internacional, que puede servir de resumen de
las características más destacables de esta categoría pragmática (2006: esp. cap. I).
32
Marcadores discursivos en posición final
unidades son y a qué nivel lingüístico corresponde su estudio, si es que atañen a un único
nivel.
Todos los autores parecen convenir en que un MD no es una nueva categoría
gramatical, sino que se trata de una ‘función discursiva’ (Martín Zorraquino y Portolés
Lázaro, 1999: 4060), de una categoría o ‘clase’ pragmática (Domínguez García, 2007: 19)
ligada a la conexión, una de las funciones pragmáticas propuesta por A. Briz Gómez
(1998), o una clase funcional (R. Waltereit, 2006: 64). Dentro de la conexión, puede tener
un comportamiento más metadiscursivo o más pragmático. Pero antes de avanzar en su
descripción, consideramos pertinente discernir entre qué es y qué no es MD.
Aunque no se trata de una categoría gramatical, la categoría pragmática MD está
constituida por unidades que pueden funcionar como formas pertenecientes a diversas
categorías gramaticales, tales como conjunciones (que), adverbios y locuciones adverbiales
(entonces, luego)32 e interjecciones (ah), entre otras. Ciertas unidades invariables pueden
pertenecer a una clase de palabras y, al mismo tiempo, desempeñar una función pragmática
que las sitúe en el paradigma ‘partícula o marcador discursivo’. Incluso pueden aparecer
utilizadas de forma reiterada sin ninguna función, como simples muletillas33.
Muchos de los autores estudiados reflexionan y se detienen en este uso de los MD y
deslindan los empleos esencialmente expletivos, también llamados muletillas, de otros que
sí tienen función discursiva. M.ª A. Martín Zorraquino va más allá y considera, incluso, que
“los signos lingüísticos cumplen siempre un papel en el discurso: el hablante los utiliza por
algo. Deberíamos saber responder por qué” (1998: 32). Es decir, los expletivos no son
ciertos MD, sino el uso (o, mejor dicho, el abuso) continuado en el discurso que hace que
pierdan su valor comunicativo y se conviertan en un mero apoyo a medida que se está
formulando el discurso34. Esto respondería a la cuestión planteada por M.ª A. Martín
32
Sobre los adverbios confunción discursiva, conviene revisar el libro editado por M.ª P. Garcés Gómez
(2013), cuya reseña se encuentra en Montañez Mesas (en prensa).
33
Se les han dedicado aquí unas líneas a esta distinción, pues también otros autores como B. Fraser (1999:
942) incluyen un apartado sobre elementos que no son MD.
34
Otras veces se consideran como muletillas o expletivos elementos que sí tienen una función en el discurso.
Así, J. Christl (1996: 117) parte, al igual que nosotros, de un corpus de conversaciones espontáneas y defiende
la existencia de dos tipos de muletillas: muletillas expletivas, con función retardataria y muletillas
comunicativas con “misiones importantes en la organización del discurso”. Estas últimas no son elementos
superfluos, sino que intervienen en la construcción del discurso, por lo que se ve obligado a concluir que no es
coherente llamarlas ‘muletillas’, es preferible emplear este término solo en los casos en que funcionan como
expletivos, por lo que “muletilla expletiva” sería una expresión redundante. Para las “muletillas
comunicativas” recomienda otras denominaciones tales como ‘señal de estructuración’, ‘marcador’, ‘señal
33
Marta Pilar Montañez Mesas
Zorraquino, ya que la función que cumplen en el discurso es la de llenar huecos en la
formulación del hablante (fillers), son recursos de la emisión espontánea que evidencian un
escaso control sobre la producción, por lo que únicamente hablaremos de usos expletivos
cuando se deban a una falta de planificación discursiva previa, o bien, cuando puedan
atribuirse a la escasa destreza de los hablantes, es decir, el uso de “palabras o locuciones en
que apoyan su elocución las personas no instruidas o poco dueñas de los recursos
idiomáticos” (Gili Gaya, 1998 [1961]: 251).
Por su parte, L. Cortés Rodríguez (1991: 117) distinguía elementos conectivos,
‘expletivos’ y ‘muletillas’ y aclaraba que solo se ha de considerar muletilla el empleo
reiterado de ciertos expletivos, opinión con la que coincidimos:
Los elementos conectivos se mezclan y confunden con un buen número de formas “vacías”, cuyo uso
lleva consigo la reducción de palabras conceptuales, hecho que, entre otros, diferencia un corpus de
habla de un corpus de lengua escrita. Solo en ocasiones, estas formas vacías, a las que denominamos
expletivos, se pueden confundir con las llamadas muletillas, término con el que hemos significado el
empleo frecuente por parte de cualquier hablante de dichos expletivos.
Para C. Fuentes Rodríguez (1996: 67), ciertos relacionantes u otros medios de
conexión “van convirtiéndose en elementos puramente continuativos, «muletillas»,
unidades que sirven para asegurar la unidad del discurso”. Es decir, en respuesta a la
cuestión planteada por M.ª A. Martín Zorraquino más arriba, el uso de ciertos elementos
considerados como simples rellenos tiene una función discursiva nada desdeñable,
responden a un propósito, el de asegurar la comunicación y evitar el silencio, que, además,
desde el punto de vista interactivo, puede suponer a veces una pérdida del turno de habla y,
con ello, del protagonismo del interlocutor en la conversación. En efecto, opina C. Fuentes
Rodríguez (1996: 69) que frente a los usos como conectores, en otros casos encontramos
la gramaticalización total, la pérdida de cualquier contenido específico en la conexión para ser
utilizado como mero enlace, y casi como un apoyo del discurso, una «muletilla». Ésta35 es una
función fática necesaria en la comunicación.
marcativa’, ‘ordenadora del discurso’ o ‘señal del hablante’ (1996: 139). Es decir, participan de la marcación
del discurso, cumplen una función discursiva y, por tanto, no pueden ser consideradas únicamente como
muletillas.
35
En las citas de otros autores y en todos los ejemplos procedentes del corpus, se respeta la ortografía de la
transcripción o texto original (sólo, éste/ése/aquél, guión); no así en el resto del trabajo, ajustado a la norma
vigente (Real Academia Española y Asociación de Academias de la lengua [2010]: Ortografía de la lengua
española, Madrid, Espasa Calpe).
34
Marcadores discursivos en posición final
Ese temor al silencio, casi fobia, se evidencia también en la llamada ‘Phatic Maxim’
definida por G. Leech (apud., Strentröm y Jørgensen, 2008). Es decir, muchos de estos
elementos tienen función fática, como veremos en algún caso en la segunda parte de
nuestra investigación.
2.1.2 Criterios de definición y clasificación
Los marcadores han sido descritos desde puntos de vista muy diversos: como
mecanismos de cohesión (Halliday, 1976), de coherencia (Schiffrin, 1987; Calsamiglia
Blancafort y Tusón Valls, 1999: 62; Martí Sánchez, 2008: 33), de articulación y
organización informativa del discurso (Bustos Tovar, 1997; Casado Velarde, 1998; Portolés
Lázaro, 2010). Se han estudiado por su interés lexicográfico (Llopis Cardona, 2006, 2011)
–en tanto unidades de significado procedimental, por su especial lematización, no siempre
sistemática–; su enseñanza en la clase de español como segunda lengua (Llamas Saíz, 2003;
Martínez y Labrador, 2003; Montañez Mesas, 2009, entre otros); en estudios diacrónicos
como ejemplo de un resultado de gramaticalización (Fuentes,1996, 1998; Pons Bordería y
Estellés Arguedas, 2009; Estellés Arguedas, 2009); su carácter prosódico, especialmente,
por su función demarcativa (Cepeda y Poblete, 1997; Hidalgo Navarro, 1997; Briz Gómez
e Hidalgo Navarro, 1998; Cabedo Nebot, 2013), su frecuencia de uso en hablantes afásicos
(Pietrosemoli et ál., 2005; González Dios, 2007), o entre el habla infantil y el habla adulta
(González-Ledesma y Garrote, 2009), su carácter polisémico o polifuncional (Fisher, 2006;
Hansen, 2006: 21-41 y 2008; Pons Bordería, 2008) y, finalmente, su posición en unidades
del discurso (Briz Gómez y Pons Bordería, 2009 y 2010; Montañez Mesas, 2007a, 2007b,
2008, 2009; Briz Gómez y Estellés Arguedas, 2010). También contamos con diversas obras
lexicográficas en español dedicadas a la catalogación y descripción de marcadores, de los
que manejamos el Diccionario de partículas (Santos Río, 2003), el Diccionario de
partículas discursivas del español (DPDE) (Briz Gómez, Pons Bordería y Portolés Lázaro,
coords., 2008) y el Diccionario de conectores y operadores del español (Fuentes
Rodríguez, 2009).
35
Marta Pilar Montañez Mesas
En cada caso, se han seguido unos criterios determinados para la descripción de sus
funciones. Ahora bien, coincidimos con J. Portolés Lázaro (1998a: 49) en que no se deben
mezclar criterios gramaticales con criterios discursivos (v. Briz Gómez, 2011). Por ello, a
continuación esquematizamos los rasgos que se han empleado en los estudios más recientes
en su definición y clasificación. Al respecto, S. Pons Bordería nos ofrece un valioso
catálogo de valores que resultan idóneos para el análisis de partículas discursivas36. Esta
rigurosa enumeración no solo es útil por servir de guía sino que, por su exhaustividad,
ofrece garantías de la calidad de los resultados. Distingue, además, entre características
fonológicas,
morfológicas,
sintácticas,
semánticas,
textuales,
pragmáticas
y
distribucionales. Esta ordenación de los criterios permite agrupar de forma coherente las
propuestas dispares de un gran número de autores, que, por un lado, parten de concepciones
distintas de lo que es un conector, en particular, o un MD, en general; y, por otro lado, lo
describen desde los presupuestos de una determinada teoría particular, para darle sentido o
como explicación de esta37; en definitiva, ofrece un esquema ordenado y abarcable de los
rasgos que se pueden tener en cuenta para definir este tipo de unidades de carácter
procedimental. Quizá se puedan reordenar en tres grupos: morfosintácticas (propiamente
gramaticales), pragmático-textuales, ya que los valores pragmáticos se adquieren en el
contexto, y este incluye el cotexto; y prosódicas. A continuación, se exponen los criterios
que se han empleado en la descripción y definición de MD y que sirven, también, para
clasificarlos38.
A) MORFOSINTÁCTICOS
M.ª A. Martín Zorraquino (1998) dedica el primer capítulo de esta obra de conjunto
sobre MD a aspectos gramaticales (también en 2010: 93 y ss.) y demuestra que la
característica fundamental en este nivel es la invariabilidad, como “resultado de un proceso
de ‹‹fijación››, de gramaticalización”, en palabras de la autora (1998: 23), que no es igual
en todos los MD, e incluso determinados elementos que admiten flexión, pueden
36
Además, para un estudio sistemático de los criterios que se han seguido en las definiciones de los
conectores (como subclase de MD) debe consultarse el completo esquema que traza el autor (1998: 57).
37
Coincido con S. Pons Bordería (2001: 236) en este punto, ya que considera que los conectores han servido
como “an important piece of evidence for a theory, not a direction on its own”.
38
También B. Fraser (2006: 193-196) se detiene en sus propiedades por niveles lingüísticos para describirlos.
36
Marcadores discursivos en posición final
inmovilizarse en algunos casos y funcionar como marcadores (Martín Zorraquino y
Portolés Lázaro, 1999: 4059 y ss.). Este diferente grado de gramaticalización, así como
ciertas propiedades combinatorias, pueden tener su explicación en el origen de los MD, ya
que proceden de categorías heterogéneas (también en Martín Zorraquino, 1998: 33). No
obstante esta heterogeneidad categorial, poseen una serie de rasgos morfosintácticos en
común, a saber:
- no pueden ser sustituidos por elementos pronominales o deícticos,
- ni admiten coordinación con elementos equifuncionales (Martín Zorraquino, 1998: 36);
- no pueden ser negados ni interrogados (no admiten la interrogación parcial),
- ni parafraseados (“no admite la perífrasis de relativo como paráfrasis”, Portolés Lázaro,
1998a: 65 y 1998c: 245), esto es, no admite focalización (Llamas Saíz, 2010: 191)39;
- no admiten gradación ni cuantificadores, especificadores ni complementos (Martín
Zorraquino, 1998: 37; Portolés Lázaro, 1998c: 245-6);
- ni una elipsis parcial del enunciado, no pueden “transformarse en una construcción
ecuacional (destacar el MD mediante perífrasis de relativo)” (Portolés Lázaro, 1998a: 64).
Son, según la definición de C. Blanche-Benveniste (1998: 116), una categoría no
regida por el verbo, ya que los elementos regidos difieren de los que no lo están porque
tienen pronombres equivalentes, reciben las modalidades asertiva, negativa o interrogativa de este
verbo, y, en general, los elementos regidos por un verbo pueden ser «topicalizados» […] lo que
resulta imposible con elementos situados fuera de la rección del verbo.
Desde un punto de vista puramente sintáctico, M.ª A. Martín Zorraquino señala que
algunas características de los MD derivan “de la posición ‹‹marginal›› o ‹‹periférica›› de
dichos elementos” (1998: 35). Estos conceptos toman como unidad la oración, pero los MD
pertenecen al ámbito extraoracional, nombre empleado ya por S. Gili Gaya (1998 [=1961])
y C. Fuentes Rodríguez (1987), entre otros. Por ello es necesario cuestionar si tiene sentido
hablar de posición periférica o marginal40. El término parece sugerir su marginalidad a
todos los niveles, y no lo es así en cuanto a la función que desempeñan en el discurso. La
39
Esta autora enumera y cataloga de forma muy completa las características sintácticas de los MD en su
capítulo sobre la sintaxis de los MD (Llamas Saíz, en Loureda Lamas y Acín Villa, 2010).
40
L. Santos Río (2003) califica algunos de los MD en posición final que aquí se analizan como coletillas,
etiqueta que parece aludir a esa marginalidad: s. v. y eso, digo yo o ¿verdad?
37
Marta Pilar Montañez Mesas
autora también recoge el término “elementos periféricos” empleado por Alcina Franch y
Blecua Perdices (1998: 884) y ella misma habla de la “condición ‹‹extraproposicional››”
(1998: 37) de las partículas. Es decir, son elementos externos a la estructura predicativa de
la oración gramatical o, en palabras de D. Schiffrin (1987: 32), “they are independent of
sentential structure”. De ahí las múltiples denominaciones que han recibido:
extraoracionales (Gili Gaya), interoracionales, extraproposicionales, marginales, periféricos
(Alcina Franch y Blecua Perdices). Por tanto, no poseen función sintáctica respecto a la
oración, como también expresa A. Briz Gómez (2006b) en la presentación del DPDE, o
Martín Zorraquino (2010: 107).
Quizá el carácter periférico de los MD está relacionado con su movilidad discursiva.
En cuanto a este rasgo, M.ª A. Martín Zorraquino defiende que no todos los MD gozan de
libertad posicional, es más, la mayoría están determinados por la categoría originaria a la
que pertenecían antes de fijarse como MD (1998: 44). Ese origen heterogéneo es, tal vez, la
razón para la variedad y polifuncionalidad41 de las unidades que conforman esta categoría
pragmática.
La clave está, por tanto, en que los MD poseen una función no gramatical sino
discursiva. De este modo, si una unidad posee función sintáctica no es MD. Esta sencilla
prueba permite también diferenciar los usos sintácticos de los usos discursivos de ciertas
unidades que pueden funcionar como marcadores o como categorías funcionales, tales
como las conjunciones. Los autores lo expresan de diversas formas:
-
son unidades con una “función que no se ajusta al marco oracional” de “rango externo a la
función predicativa oracional” (Martín Zorraquino, 1998: 19), con una “situación externa a la
oración” (1998: 36);
-
que “expresan transiciones o conexiones mentales que van más allá de la oración” (Gili Gaya,
1998 [1961]: 326);
-
son elementos “más allá del campo de la ordenación oracional” (Alcina Franch y Blecua
Perdices, 1975: 884);
-
“su función va más allá de la gramática; por tanto, no se corresponden con ninguna de las
categorías gramaticales establecidas” (Briz Gómez, 2006b).
41
Esa multifuncionalidad también la destacan otros autores (Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005: 156,
que hablan de una función primaria y otra u otras, secundarias; también Pons Bordería, 2001: 224 o Hansen,
2008); otros hablan de versatilidad, como Pietrosemoli et ál. (2005).
38
Marcadores discursivos en posición final
Como se observa en las descripciones sobre el comportamiento sintáctico de las
partículas, su función está muy ligada a la posición o ubicación. Esto se refleja, sobre todo,
en las denominaciones que han recibido estas unidades: márgenes (según el modelo
tagmémico de Longacre, apud., Martín Zorraquino, 1998: 30) o elementos en la periferia
(Alcina Franch y Blecua Perdices, 1998: 884), muy relacionado con su carácter
extraoracional (Martín Zorraquino, 1998: 33). Desde el punto de vista gramatical, cabe
distinguir la posición en el nivel oracional (nivel en el que la partícula tiene una posición
marginal), y en el nivel sintagmático (anteposición o posposición a determinados
complementos o unidades de la oración simple).
Es evidente que la sintaxis, definida de un modo muy elemental, no es otra cosa que
el orden y disposición de las palabras para construir con ellas significados y, en el caso del
discurso, para comunicarse. La idea de orden va inevitablemente asociada a la idea de
posición. Como se avanzó en la introducción de este trabajo, la posición se ocupa con
respecto a otros elementos: en cualquier serie ordenada, el primero existe con respecto al
segundo (no hablaríamos de ‘orden’ o ‘posición’ si fuera un segmento aislado). Pero habrá
que precisar qué entendemos por posición y cómo se emplea este criterio en los diferentes
estudios sobre MD (§2.3). Sobre el concepto de posición trataremos más adelante, en el
capítulo 3. Ahora proseguimos con los rasgos definitorios de los MD.
Otro aspecto que atañe a sus valores morfosintácticos, aunque se manifiesta a nivel
textual, es su combinatoria en el discurso (que S. Pons Bordería asigna a las características
distribucionales, 1998: 54). En efecto, los MD presentan gran versatilidad distribucional
(Martín Zorraquino, 1998: 23), lo que les permite, por ejemplo, acumularse, yuxtaponerse
(1998); incluso algunas partículas se han desarrollado a partir de un proceso de
gramaticalización de una estructura usual de la lengua, como ciertas colocaciones que han
pasado a tener un significado unitario. En la actualidad, es muy habitual la combinación
frecuente de marcadores, tal es el caso, por ejemplo, de no/ pero, estudiada por Briz Gómez
(2006a: 18), que presenta un valor concesivo y constituye un subacto adyacente que aporta
información de carácter modal (2006a: 33). El autor distingue el valor de no-concesivo en
el nivel monológico y en el nivel dialógico, y comprueba que, en el corpus Val.Es.Co.
39
Marta Pilar Montañez Mesas
(2002a), ciertos tipos de intervenciones favorecen la aparición de este marcador, a saber,
intervenciones iniciativas o reactivo-iniciativas “que expresan negatividad” (bien porque
plantean conflicto, bien porque contradicen lo anterior y lo rectifican) o que expresan “una
opinión, valoración” y piden confirmación del interlocutor42. También pueden encontrarse
fórmulas rutinarias (sí hombre, ¡vale tío!) que funcionan como enunciados independientes.
En estas combinaciones la ‘posición’ de un elemento con respecto al otro es pertinente, por
lo que atenderemos a la combinatoria de marcadores como parte de nuestra investigación y
analizaremos la combinatoria más frecuente en cada uno de los MD analizados.
B) SEMÁNTICO-PRAGMÁTICOS
En este apartado de características semántico-pragmáticas hemos incluido la
caracterización semántica de los MD, teniendo en cuenta que son unidades cuyo significado
se establece básicamente en el uso y que ponen en relación distintas unidades del discurso.
Es decir, poseen un significado procedimental (Fraser, 1999: 944), ‹‹operativo››, ya que
“predomina su función relacionadora” –dice S. Gili Gaya (1998: 98), para quien sirven a la
coherencia textual–, esto es, un significado no conceptual (no denotativo ni referencial).
Este tipo de significado va asociado para algunos, precisamente, al carácter periférico del
que hemos hablado, porque consideran que su significado es marginal o “secundario
respecto al contenido de toda la oración” (Alcina Franch y Blecua Perdices, 1975: 884). Al
respecto, M.ª A. Martín Zorraquino (2010: 107) añade que: “Los MD se colocan en una
posición incidental para poder integrar más claramente en la comunicación los contenidos
proposicionales (ideacionales, descriptivos) que aquellos comentan”.
No todos los autores consideran que los MD tengan siempre un significado
procedimental. Tal es el caso de L. Cortés Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005:
141) para quienes, siguiendo a D. Wilson y D. Sperber (1993), “una expresión puede ser
simultáneamente conceptual y no incidir en dicho contenido, o, a la inversa”, de modo que
42
También analizan su función modalizadora atenuante a partir del análisis prosódico con PRAAT en A. Briz
Gómez y A. Hidalgo Navarro (2008): “Marcadores discursivos y prosodia: observaciones sobre su papel
modalizador atenuante”, en Briz, A., Hidalgo, A., Albelda, M., Contreras, S. y Hernández, N. (eds.), Actas del
III Coloquio Internacional de EDICE. Cortesía y conversación: de lo escrito a lo oral, (celebrado en
Valencia, 22-26 de noviembre de 2006), 390-409.
40
Marcadores discursivos en posición final
consideran que en los MD hay grados de desemantización (ponen como ejemplo de MD
más discursivizado mm, y más literal, en primer lugar). No obstante esta consideración, lo
más destacable en la descripción semántica de las partículas discursivas es que la mayoría
de autores insisten en distinguir
a) significado (o significación) y
b) sentido
entendiendo lo primero como valor de lengua del MD, y el sentido, como valor que
adquiere en el uso discursivo, sobre todo, oral (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999:
4079; también M. Casado Velarde, 1998: 76). Según esta distinción existirían en los MD un
significado ‘de base’ y una serie de usos contextuales que se corresponden con los distintos
sentidos que puede expresar el marcador43. Otros autores consideran que en el discurso oral
los MD “son un medio de la lengua para facilitar la articulación entre lo dicho y el
contexto” (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999: 4079), y denominan a esos nuevos
valores del MD en el discurso “efectos de sentido” o usos contextuales.
Por otra parte, en la presentación del DPDE se parte de la premisa de que en el
discurso oral es frecuente que las partículas tengan distintos valores fundamentales, es
decir, que algunas de ellas sean polisémicas. Dicho de otro modo, habría que preguntarse si
realmente algunos de esos ‘efectos de sentido’ constituyen no tanto usos contextuales como
valores fundamentales o básicos de las partículas. Esos valores adquiridos en el discurso se
reconocen y se recogen como “Otros usos” en el DPDE, aunque, según M.ª A. Martín
Zorraquino y J. Portolés Lázaro (1999: 4078), podrían ser ilimitados, tantos como contextos
sean posibles. Lo que parece evidente es que ciertas partículas, sobre todos, orales, son
polisémicas, pues poseen distintos significados básicos, que generan, a su vez, efectos de
sentido distintos44.
43
También M.ª C. Garrido Rodríguez (2004: 46) considera que hay un significado y varios sentidos, y no
significados distintos según el contexto.
44
Esta polisemia, o polifuncionalidad, más bien, de las partículas se evidencia en el DPDE en entradas y
artículos distintos, como en el caso de o sea1 (conclusivo) y o sea2 (explicativo), o de ¿eh?1, ¿eh?2 y ¿eh?3,
como veremos.
41
Marta Pilar Montañez Mesas
Retomando la idea de significado procedimental, señalada también por B. Fraser
(1999: 950), efectivamente, los MD proporcionan instrucciones45 semántico-pragmáticas
que guían las inferencias o procesamiento inferencial de un discurso (Portolés Lázaro,
1998a: 49; 1998b: 72 y 1998c: 264). Este autor prima los criterios pragmáticos a los
gramaticales (invariabilidad, carácter periférico...), que considera secundarios en la
descripción de este tipo de unidades, precisamente por ser unidades que operan en el
discurso, que pertenecen al nivel informativo de la organización discursiva (Martín
Zorraquino, 1998: 43), es decir, no inciden sobre la estructura sintáctica de la oración,
como hemos visto, sino a otro nivel, por sus “propiedades relacionales y pragmáticas”
(1998: 34), en otras palabras, poseen una forma de significar o “función semántica,
dedicada a comentar, precisar o contrastar el significado de toda la oración o a marcar el
orden” (Alcina Franch y Blecua Perdices, 1975: 884).
Los MD expresan funciones discursivas o pragmáticas básicas, como la modalidad
(Martín Zorraquino, 1998: 22), que se concretan en sentidos (significados en uso), como
estudia M. Casado Velarde (1998: 62), y que pueden quedar como meros “empleos
enfatizadores, expresivos” (1998: 20). A partir de dichas funciones, la mayoría de autores
elaboran extensas taxonomías de marcadores: digresivos, aditivos, consecutivos,
reformuladores, entre otros. Es decir, el significado de los MD, al tratarse de unidades de
tipo procedimental, ha de entenderse como valor o función pragmático-discursiva. Así
pues, nos referiremos a las funciones pragmáticas de los MD cuando describamos su
significado.
Desde el punto de vista discursivo, los MD pueden desempeñar, además, distintas
funciones estructurales, muy ligadas a sus funciones pragmático-discursivas. Algunos han
destacado su capacidad como ‘ordenadores del discurso’ (Alcina Franch y Blecua Perdices,
1998: 886), o bien como segmentos que integran las “unidades de predicación en el
45
También L. Cortés Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005: 145-7) estudian las instrucciones de las
que proveen los marcadores, que clasifican según sean interactivos o textuales. En nuestra opinión, en su
modelo esas instrucciones aparecen diseminadas en la representación gráfica como un haz de globos, es decir,
no aparecen ordenadas ni clasificadas por niveles, por ejemplo, instrucciones sintácticas (combinatoria,
enumeración), semánticas y textuales-estructurales. Estos autores adoptan un punto de vista psicolingüístico y
estudian, entre otras unidades, “los nodos perceptibles en forma de marcadores” (2005: 145) que seleccionan
un tipo de microinformaciones “de todas las que hay distribuidas en el cerebro”.
42
Marcadores discursivos en posición final
discurso” (Martín Zorraquino, 1998: 26). Es decir, el significado, valor o función
pragmático-discursiva de un MD está ligado a su posición o localización en el discurso,
esto es, a su incidencia discursiva. De hecho, según J. Portolés Lázaro (1998a: 127-131), el
uso de algunos MD se explica por la posición que ocupan en las unidades de la
conversación, como el uso comentador de pues en posición inicial del miembro del
discurso. El autor lo expone atendiendo al papel que algunos MD cumplen en la
conversación, esto es, su función metadiscursiva, aquella que da cuenta de las relaciones
entre unidades, p. ej. introducción de un nuevo comentario en el caso de pues, como hemos
dicho.
Este es, por tanto, un argumento más para tener en cuenta el factor posición en la
descripción de las partículas discursivas, pues no solo afecta a su comportamiento
morfosintáctico y distribucional, sino que determina, en gran medida, los valores
pragmático-discursivos de las partículas.
C) PROSÓDICOS
A pesar de que parece evidente que una realización entonativa distinta supone un
diferente valor pragmático o “valor semántico-estilístico” (en palabras de S. Gili Gaya,
1998: 329), son pocos los estudios que se centran en los aspectos prosódicos de los MD de
forma exclusiva (Briz Gómez e Hidalgo Navarro, 1998; Hidalgo Navarro, 2010), o en
relación a las unidades de segmentación y los MD (Cabedo Nebot, 2014). Eso sí, muchos
autores atienden al componente prosódico y hacen referencia a las “señales
suprasegmentales” (Barrenechea, 1969: 42), la entonación (Schiffrin, 1987: 291), el tipo de
tonema o la cadencia (Martín Zorraquino, 1998: 49; Hidalgo Navarro y Padilla García
(2006, §2.2.2); sin olvidar el DPDE, que reserva un espacio específico y sistemático en la
microestructura de cada artículo lexicográfico a aspectos relacionados con prosodia y
puntuación. En nuestro análisis se incluye un apartado de rasgos prosódicos de los
marcadores analizados, como se observa en la ficha técnica de la base de datos (§5.1.4),
aunque el interés principal de este trabajo sea la descripción de la posición discursiva de
estos marcadores en la conversación, especialmente la posición final.
43
Marta Pilar Montañez Mesas
A la luz de esta extensa clasificación, una vez revisados los criterios hasta aquí
expuestos, parece necesario distinguir los rasgos puramente gramaticales de los discursivos.
En este sentido, coincidimos con J. Portolés Lázaro (1998a: 48) en que los MD deben
tratarse desde la pragmática, es decir, han de definirse a partir de elementos teóricos de la
pragmática (la Teoría de los Actos de Habla46, la Teoría de la Argumentación47, la Teoría
de la Relevancia48, la Cortesía49), pero, además, consideramos que han de manejarse
criterios como la posición discursiva para precisar el significado y, sobre todo, el
funcionamiento (significado en función del contexto) de cada MD.
En síntesis, los marcadores del discurso constituyen una categoría pragmática
formada por unidades invariables de significado no conceptual cuyas funciones se
adscriben al discurso. Dichas funciones y los valores contextuales que, según nuestra
hipótesis de trabajo, desarrollan en el uso vienen determinados por la posición que ocupan
y la realización prosódica con que se emiten.
2.1.3 Clasificaciones de los MD
En la revisión de criterios que se han adoptado para el análisis de marcadores del
discurso resulta fundamental el trabajo de S. Pons Bordería (1998), pues elabora un
catálogo de rasgos que se han tenido en cuenta en las definiciones y clasificaciones de
conector, como se ha avanzado. Asimismo, en los trabajos recientes sobre MD se han
seguido distintos criterios para definirlos, y posteriormente, clasificarlos: gramatical,
pragmático-discursivo, semántico, etc.
M.ª A. Martín Zorraquino (1998: 28-29) intenta amoldar ciertos grupos de MD a
clases funcionales o pragmáticas establecidas por otros autores como S. Dik o S. Gutiérrez
Ordóñez. Aunque no arriesga una clasificación, sí observa ciertas clases “en función de su
46
J. L. Austin y J. Searle (apud., Escandell Vidal, 1996: esp. 43-76)
Anscombre, J.C. y O. Ducrot (1988): La argumentación en la lengua, Madrid, Gredos, 2.ª ed. Esta teoría es
aplicada al estudio de los MD, en el ámbito francófono, por el llamado Grupo o Escuela de Ginebra (Roulet et
elii, 1991; Moeschler, 1985, entre otros), y en el español, por J. Portolés Lázaro (1998a, 1998b y 1998c) y M.ª
C. Garrido Rodríguez (2004).
48
Sperber, D. y D. Wilson (1994): La relevancia, Madrid, Visor. Para una aplicación de esta teoría al estudio
de MD, puede consultarse E. Montolío Durán (1998).
49
Pueden consultarse en otros, para el español, Bravo, D. y A. Briz Gómez (2004): Pragmática sociocultural:
estudios sobre el discurso de cortesía en español, Barcelona, Ariel.
47
44
Marcadores discursivos en posición final
distribución y de su alcance pragmático en relación con el núcleo oracional al que se
refieren” (1998: 54) y esboza una ordenación de los MD tomando como criterio la
procedencia categorial y las funciones pragmáticas que desempeñan. En el trabajo
elaborado junto a J. Portolés Lázaro (1999) proponen una clasificación que intenta abarcar
todos los elementos que encajan en la categoría MD: estructuradores de la información,
conectores, reformuladores, operadores argumentativos y marcadores conversacionales (a
la que pertenecen los que aquí analizamos: eh, hombre). Esta es, por el momento, la
clasificación más comúnmente aceptada y la que se emplea en la mayoría de trabajos
consultados en español.
J. Portolés Lázaro (1998a: 65), por su parte, recoge tres pruebas gramaticales para
delimitar qué es y qué no es MD: interrogarlos, negarlos y parafrasearlos (§2.1.2). Del
mismo modo, aplica pruebas discursivas a las unidades consideradas marcadores para poder
llegar a una definición y una clasificación: la conmutación y la búsqueda de un contexto
donde no sean conmutables, dicho de otro modo, agrupa varios marcadores de significado
próximo para compararlos mediante la sustitución en contextos similares con el fin de
hallar aquellos en los que sean conmutables y en los que no, y, de ese modo, precisar su
significado50.
Por tanto, podemos citar distintos tipos de clasificaciones de MD según el criterio
que adopten:
I) clasificaciones semánticas (Portolés Lázaro, 1998a; Martín Zorraquino y Portolés
Lázaro, 1999: 4072), en las que los MD se organizan según relacionen dos o más miembros
(estructuradores de la información, conectores y reformuladores) o afecten a un miembro
solo. Aunque tienen en cuenta los segmentos que los MD ponen en relación, no deja de ser
una clasificación más semántica, y, en concreto, J. Portolés Lázaro se centra en los
conectores contraargumentativos51.
50
El autor compara varios pares de MD, tanto en su monografía sobre MD (1998a, capítulo IV) como en la
obra conjunta coordinada por M.ª A. Martín Zorraquino y E. Montolío Durán (1998: 243-264).
51
En dicho grupo, diferencia entre marcadores de contraste y marcadores de contrariedad pues “dos cosas que
se cambian no tienen por qué ser contrarias” (1998c: 252). Emplea los términos “contraste o contradicción”
para referirse a los conectores contraargumentativos, pero no sabemos si esa conjunción o expresa
equivalencia (y son sinónimos) o bien, disyunción (los conceptos se oponen).
45
Marta Pilar Montañez Mesas
También se interesa por los conectores contraargumentativos, especialmente los
que se emplean en la conversación coloquial, M.ª C. Garrido Rodríguez (2004). Esta autora
recorre las distintas teorías desde las que se han estudiado los conectores pragmáticos
(término que elige siguiendo a A. Briz Gómez, 1993a y 1993b, en lugar de MD): desde la
propuesta de Halliday y Hasan, que los incluían como mecanismos de cohesión, pasando
por la Teoría de la Argumentación, hasta el análisis que realizan los seguidores de la Teoría
de la Relevancia. De ellas, la autora busca un marco teórico general que englobe las
distintas propuestas, pero, a pesar de este eclecticismo, su objeto de estudio está más
relacionado y cuenta un desarrollo mayor a partir de la Teoría de la Argumentación ya
mencionada52.
Uno de esos antecedentes, en el estudio de los marcadores argumentativos (y
también, claro está, de los contraargumentativos) en ese marco teórico de la
Argumentación, lo encontramos en J. Moeschler (1985: 124 y ss.). Este autor distingue, en
primer lugar, entre los marcadores que presentan función ilocutiva y los de función
interactiva; en segundo lugar, organiza el grupo de los marcadores interactivos según
introduzcan argumentos o conclusiones. Combina este criterio semántico con otro
estructural, ya que defiende que los marcadores interactivos que introducen argumentos
acompañan al acto subordinado, mientras que los que introducen la conclusión son los que
van con el acto director53.
Más recientemente, M.ª N. Domínguez García (2007: 21) clasifica los marcadores
discursivos según establezcan o no relaciones argumentativas54:
- función argumentativa: conectores
- ordenadores (de cierre, apertores y continuadores)
- función no argumentativa
- digresivos
- reformuladores
52
También se refieren a estos conectores Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls (1999: 297-299) al tratar la
argumentación (y, en concreto, las secuencias argumentativas) como modo de organización del discurso.
53
Sobre la unidad acto y el carácter director y subordinado trataremos en el capítulo 4.
54
En un trabajo anterior sobre el marcador pues establecía tres tipos de funciones: organizativas,
argumentativas y reformuladoras (J. Dorta y M.ª N. Domínguez, 2001: 45).
46
Marcadores discursivos en posición final
Por su parte, la clasificación de B. Fraser (2006: 196-197) se puede considerar
semántica y, en su caso, los MD solo reflejan cuatro relaciones básicas (aunque con
subtipos):
a)
b)
c)
d)
contrastive markers (como but)
elaborative markers (como and)
inferential markers (como so)
temporal markers (como then)
También es semántica la clasificación de conectores textuales que realiza M. J.
Cuenca Ordinyana (2006). Esta autora establece primero una distinción sintáctica entre
conexión oracional y conexión textual y, dentro de esta última, incluye cuatro grandes tipos
de relación semántica, a saber, adición, disyunción, contraste y consecuencia (2006: 23).
Los conectores típicos de este tipo son los parentéticos (2008: 95)55. Estos se diferencian de
las conjunciones (que son las que vinculan prototípicamente las relaciones de composición
oracional) en que establecen relaciones semánticas (no sintácticas), poseen carácter
apositivo, pueden combinarse con conjunciones, presentan mayor movilidad y son
típicamente conectores textuales, aunque pueden ser también oracionales, precedidos de
conjunciones como y.
II) clasificaciones categoriales: en el grupo de los conectores parentéticos M. J.
Cuenca Ordinyana elabora una clasificación más formal, esto es, según la categoría
gramatical a la que pertenecían originariamente las formas que se han fijado como MD.
Así, clasifica los conectores parentéticos según procedan de sintagmas preposicionales, de
otras unidades complejas (con todo), de estructuras que contienen formas verbales (es más),
de adverbios y de otras formas (2001: 217 y 2006: 61-62).
También parte del origen categorial M.ª A. Martín Zorraquino (1998: 54), quien
reconoce grupos de marcadores procedentes de conjunciones (y, pero, que), de
preposiciones más o menos gramaticalizadas (incluso, hasta); de adverbios o locuciones
adverbiales que afectan a oraciones enteras, vinculados a la modalidad (verdaderamente,
francamente) o aquellos con un estatuto próximo al de las interjecciones.
55
En el capítulo IV del manual de Gramàtica del text (2008), la autora describe por completo la conexión.
47
Marta Pilar Montañez Mesas
III) clasificaciones que atienden a la función textual56 que desempeñan los MD,
según el sentido que adquieren en el texto (valor ocasional frente al valor de lengua):
aclaración, advertencia, adición, continuidad, como la tipología de MD de M. Casado
Velarde (1998: 65). Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls (1999: 245-250) los tratan dentro
de su capítulo sobre la textura discursiva, por lo que se centran en aquellos que
“contribuyen a la organización global del texto” y parten de su función, que es la de
establecer relaciones semánticas entre enunciados o entre conjuntos de enunciados. Así, los
clasifican en cuatro grupos:
-
marcadores de ordenación del discurso (iniciadores, distribuidores, ordenadores de
transición…)
marcadores que introducen operaciones discursivas (de expresión del punto de vista, de
manifestación de certeza, de confirmación…)
conectores (aditivos o sumativos, contrastivos o contraargumentativos, de base casual…)
Frente a estos, que aparecen tanto en la oralidad como en la escritura, “existe un
grupo de marcadores que aparece exclusivamente o prioritariamente en el discurso
espontáneo, cara a cara”, pueden ser:
-
marcadores interactivos
estructuradores del discurso oral.
Asimismo, en el ámbito de la interacción oral, otros autores los organizan según las
instrucciones de procesamiento de que proveen al oyente (Cortés Rodríguez y Camacho
Adarve, 2005: 144): a saber, marcadores textuales y marcadores interactivos, con
subgrupos, como refleja el cuadro siguiente:
Cuadro 2. Clasificación de marcadores (Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005: 156)
INTERACTIVOS (A)
CENTRADOS EN EL
INTERLOCUTOR
TEXTUALES (B)
Apertura
Desarrollo
CENTRADOS EN EL
TEMA DE CONVERSACIÓN
Cierre
(CONTENIDO PRAGMALINGÜÍSTICO)
56
Para A. López Serena y M. Borreguero Zuloaga (2010: 437-438) este es el criterio más fiable, frente a otros
“como la entonación, la posición en el enunciado, su contribución a la estructura informativa, etc., rodeados
de mayor controversia”. En el caso de la posición, consideramos que esa ‘controversia’ puede deberse a que,
como criterio, no ha sido definido y fijado de manera exhaustiva, ni se ha aplicado correctamente, al carecer
de un sistema de unidades o de un modelo de segmentación adecuado al discurso objeto de análisis.
48
Marcadores discursivos en posición final
IV) según la función pragmático-discursiva: S. Pons Bordería (2000), y A. Briz
Gómez, S. Pons Bordería y J. Portolés Lázaro (2008) establecen cuatro macrofunciones
propias de la marcación del discurso (recogidas también el DPDE), a saber:
-
conexión (argumentativa, reformuladora y estructuradora)
modalización (intensificación y atenuación)
focalización
control del contacto
En Pons Bordería (2006: 86-87) se reducen a tres:
-
interactional dimensión
modalization
connection
O. Loureda y E. Acín (2010: 24) también se centran en sus funciones en diversos
planos para clasificarlos:
1. Modalización (modalizadores discursivos)
2. Marcación (marcadores propiamente dichos)
2.1 en el plano formulativo (formuladores)
2.2 en el plano estructural (organizadores de la información)
2.3 en el plano argumentativo (conectores y operadores argumentativos)
2.4 en el plano informativo (focalizadores discursivos)
3. Control del contacto (marcadores de control del contacto).
En nuestro caso, nos interesamos, especialmente, por este último grupo de
marcadores, es decir, aquellos cuya función predominante es la de evidenciar el control del
contacto en la conversación coloquial, también llamados reguladores fático-apelativos, y
que pueden, a su vez, cumplir varias subfunciones o funciones más específicas dentro del
contexto de uso particular (Briz Gómez, 1998: 224 y ss.). Este tipo de marcadores
pertenecen a un grupo más amplio denominado por A. Briz Gómez (1998: 201) ‘conectores
metadiscursivos’ (que pueden ejercer control tanto sobre el mensaje como sobre el contacto
en la conversación)57.
En resumen, la mayoría de las clasificaciones parten de las funciones o valores
semántico-pragmáticos que puede desarrollar la marcación del discurso y, dentro de cada
grupo, enumeran u organizan las diversas formas concretas que pueden desempeñar esa
57
En este capítulo, el autor desarrolla un trabajo anterior (1993b).
49
Marta Pilar Montañez Mesas
función. En el caso de los marcadores que nos ocupan, aquellos que se emplean
especialmente en la conversación informal o coloquial, son formas polifuncionales. Por
ello, para realizar un estudio exhaustivo de estos marcadores, habrá que recurrir tanto a
estas clasificaciones de conjunto como a otros estudios que, metodológicamente, podrían
considerarse más atomistas, por centrarse en un elemento concreto y, así, observar todo el
abanico de funciones y los efectos contextuales secundarios que desarrollan en cada caso.
2.2 MARCADORES DISCURSIVOS DE CONTROL DEL CONTACTO EN LA CONVERSACIÓN
COLOQUIAL: PROPIEDADES CONVERSACIONALES
Algunos de los MD que se analizarán en la segunda parte son los denominados por
A. Briz Gómez marcadores de control del contacto y bajo esa etiqueta se clasifican en el
DPDE (Briz Gómez, Pons Bordería y Portolés Lázaro, 2008) formas tales como ¿eh?,
¿no?, ¿vale?, ¿sabes?, ¿entiendes?, ¿comprendes?, tío, hombre, entre otras, que han sido
definidas, en ocasiones, como elementos vacíos, pero que, gracias a estudios recientes, han
pasado a considerarse verdaderas estrategias comunicativas relacionadas, por ejemplo, con
las actividades de cortesía (Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005: 176) o con la
estructuración del discurso; y que suelen situarse en posición final del miembro del
discurso al que afectan. Asimismo, se analizarán y tal y yo qué sé, pues también ocupan
prototípicamente la posición final.
Estos MD se utilizan frecuentemente en la conversación y, más concretamente, en la
conversación coloquial española. La etiqueta de ‘marcadores conversacionales’ la emplean,
entre otros, M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés Lázaro (1999: 4143 y ss.) para referirse
a formas como hombre, bueno, vale, mira, ya, este, agrupados en cuatro categorías:
- marcadores de modalidad epistémica (del tipo claro, por supuesto)
- marcadores de modalidad deóntica (bueno, bien, vale)
- enfocadores de la alteridad (hombre, mira, oye, por favor)
- metadiscursivos conversacionales (ya, sí, bueno, eh, este).
Algunos de estos han sido llamados apéndices comprobativos, según la
denominación de J. Ortega Olivares (1985), que incluyen en el paradigma de los
‘enfocadores de alteridad’. A su estudio dedicaremos la segunda parte de esta investigación,
50
Marcadores discursivos en posición final
en la que analizaremos la posición (sobre todo, final) de estos marcadores y la
determinación de sus funciones a partir de dicha posición en el discurso.
La consideración de estos marcadores como ‘propiamente conversacionales’
también la señalan Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls (1999: § 2.2.2), lo que implica, a
nuestro entender, que ciertos rasgos de estos marcadores no pueden entenderse ni
desvincularse del género (conversación) ni, en muchos casos, del registro (coloquial) en el
que suelen emplearse. Conviene detenerse, siquiera brevemente, en deslindar un concepto
de otro y en valorar la presencia de esos rasgos en el uso concreto de este grupo de
marcadores.
2.2.1 Marcadores de la lengua hablada: género y registro
Como hemos avanzado, los MD que nos interesan son más frecuentes en la
conversación, e, incluso, partimos de la hipótesis, más concreta, de que manifiestan las
características propias de este género de discurso, es decir, su uso responde a estrategias
conversacionales. Por ello, las líneas siguientes esbozan una descripción del ámbito
discursivo donde vamos a estudiar los MD: la conversación coloquial y sus unidades58.
2.2.1.1 La conversación como objeto de estudio
La conversación es un género útil para la investigación lingüística del discurso
hablado, puesto que además de ser una manifestación espontánea de la lengua real
(auténtica, en palabras de J. Moeschler, 1985), la conversación es una estructura
organizada59. La modelo de unidades (Briz Gómez y otros, 2003; Grupo Val.Es.Co., 2014)
58
También Matamala Ripoll (2008: 81 y ss.) se detiene a comentar el género discursivo que analiza para
comprender mejor cómo funciona y situar correctamente el objeto de estudio, en su caso, las interjecciones; y
observar qué papel desempeñan en él. También describe y justifica la decisión del corpus elegido (en
concreto, un corpus mixto formado por el guion –escrito– y la transcripción de varias grabaciones de series
cómicas catalanas o inglesas traducidas al catalán, si bien recalca que no son un corpus de muestras reales y
que, aunque se acerca, no coincide plenamente con la conversación espontánea).
59
Por el contrario, J. Portolés Lázaro (2004: 108) coincide con H. Clark en que la organización estructural de
la conversación es aparente (habla solo de actos) y que las unidades de segmentación son, en realidad, un
producto emergente, ya que, según el autor, el hablante no tiene planificado de antemano producir una
51
Marta Pilar Montañez Mesas
y otras propuestas de segmentación del discurso demuestran que la conversación no es un
producto caótico del lenguaje sino que está constituida por una serie de unidades que se
ordenan jerárquicamente.
Muchos autores han definido las características de la conversación para
diferenciarla de otros tipos de interacción oral. Así, B. Gallardo Paúls (1994b) establece las
diferencias entre conversación y conversación coloquial, ya que, hasta un periodo reciente,
los estudios confundían género de discurso (conversación) con tipo de registro
(coloquial)60. La conversación como género de discurso se define principalmente por un
rasgo que no presentan otros discursos hablados como el debate, la entrevista o la tertulia:
la alternancia de turnos no está marcada ni predeterminada (Gallardo Paúls, 1996: 45)61.
Esta autora establece dos tipos de rasgos: interactivos, por un lado, relacionados con la
simultaneidad entre hablante y oyente, la inmediatez comunicativa y el carácter dialógico
de la interacción (circunstancia previa, ya que se encuentran también en otros discursos
dialógicos); y, por otro lado, rasgos conversacionales, relacionados con la toma de turno no
predeterminada.
Además del carácter no fijado de los turnos, la conversación coloquial tiene un fin
interpersonal o socializador, es un discurso espontáneo (no hay planificación previa, o,
dicho de otro modo, presenta distintos grados de planificación sobre la marcha), es un tipo
de interacción inmediata, en la que el número y la función de los participantes puede variar
(carácter activo o pasivo de su participación)62. Es, por tanto, dinámica. Esta característica
y las anteriores se reconocen como ‘rasgos primarios’ (v. al respecto, Briz Gómez, 1998,
capítulo 1, §1.2.1; o también en Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 1995 y 2002). La
estructura coherente en la conversación, sino que esas unidades surgen para adecuarse a la pertinencia
comunicativa que en cada momento quiere lograr cada interlocutor. Por nuestra parte, consideramos que
aunque, efectivamente, la conversación se caracteriza por ser un discurso que se planifica sobre la marcha, eso
no significa que no resulte un discurso con una organización interna que se descubre si se analiza
adecuadamente y que esas unidades mantienen entre sí relaciones de tipo jerárquico. También defienden este
carácter estructurado de la conversación C. Kerbrat-Orecchioni (1996) o C. Blanche-Benveniste (1998), entre
otros, y toda la Escuela de Ginebra, con E. Roulet al frente.
60
También A. López Serena ha insistido en la distinción entre registros y géneros, por ejemplo, en “La
delimitación de registros, géneros y tradiciones discursivas. Parámetros históricos y universales”, conferencia
pronunciada en Congreso Internacional Pragmática del español hablado: Nuevas perspectivas para el
estudio del español coloquial, Valencia, 17-20 de noviembre, 2009.
61
En este trabajo, B. Gallardo Paúls aplica, además, los principios perceptivos a la conversación, de modo
que, en virtud de dicha caracterización perceptiva, la conversación es la figura, respecto del silencio, que es el
fondo, cuya frontera son las secuencias marco (1996: 128).
62
H. Sacks, G. Schegloff y E. Jefferson (1974) también recogen estas y otras características propias de la
interacción conversacional.
52
Marcadores discursivos en posición final
conversación coloquial, además, presenta libertad temática, surge entre personas que suelen
mantener una relación vivencial de proximidad y que se encuentran en condiciones de
igualdad funcional (no necesariamente de igualdad social). Estos rasgos, definidos por A.
Briz Gómez como ‘coloquializadores’ (1996, 1998), caracterizan la conversación coloquial
prototípica, frente a otras, periféricas, en las que la ausencia de alguno de dichos factores se
suple gracias a una propiedad conocida como nivelación coloquial (Briz Gómez, 1998; Briz
Gómez y grupo Val.Es.Co., 1995 y 2002).
Por otra parte, el estudio de la conversación permite descubrir el uso real de la
lengua. De igual manera, J. Moeschler (1985: 77) opone ‘discurso ideal’ y ‘discurso
auténtico’, e identifica este último con la conversación; de ahí que, partiendo de la Teoría
de la Argumentación, de J. C. Anscombre y O. Ducrot (1994), proponga “une théorie de
l’argumentation
contrainte
conversationnellement”,
ya
que
defiende
que
“una
aproximación conversacional debe fundarse en una teoría de la argumentación” (1985:
186)63. También en el ámbito francófono, es ineludible destacar a C. Kerbrat-Orecchioni
(1996), autora que resume de un modo muy didáctico las características de la conversación,
como género de discurso (organización estructural, contexto) y como tipo de actividad
social (cortesía, rutinas conversacionales…). Propone, además, analizar las interacciones
según una serie de criterios definitorios: el marco espacio-temporal, los participantes, el
propósito de la interacción y el grado de formalidad o estilo (1996: 7-8).
Lo que demuestran estos y otros trabajos es que la conversación está regida por
principios (“contraintes”, dice Moeschler, 1985: 12) de otro tipo, de carácter gradual, que
se satisfacen en mayor o menor medida, pero cuyo análisis demuestra que es un discurso
organizado, no una realidad anárquica y desmembrada. Las valoraciones sobre la sintaxis
del coloquio también han empleado a veces estos términos, como veremos en el capítulo 4.
2.2.1.2 Discurso y conversación
El discurso hablado, que es el corpus seleccionado en esta tesis, presenta unas
características específicas frente al discurso escrito. Aunque no vamos a detenernos aquí a
63
La traducción es nuestra.
53
Marta Pilar Montañez Mesas
exponer las diferencias entre lengua hablada y lengua escrita en profundidad, sí
mencionaremos un aspecto que interesa al estudio de los MD conversacionales que se
analizan en la segunda parte: dado que los principios que prototípicamente están presentes
en lo escrito y en lo hablado varían, los MD conversacionales desarrollan funciones propias
en la conversación cotidiana, pues participan de los rasgos propios del género
(conversación) y del registro (coloquial) que la caracteriza.
Por una parte, en la lengua escrita prima la gramaticalidad, mientras que en la
lengua hablada adquiere mayor importancia la comunicatividad. Lengua escrita y lengua
hablada son dos nociones que han de diferenciarse.
Por un lado, W. Öesterreicher (1996 y 2006) se basa en la distinción entre
concepción y medio y lo vincula a la distinción entre hablado y escrito / fónico y gráfico,
como se observa en el cuadro siguiente:
fónico
medio
gráfico
concepción
oralidad
inmediatez
escrituridad
distancia
polos del continuo
La concepción hablado / escrito es gradual: “un continuo limitado por dos extremos
que se podrían denominar inmediatez comunicativa y distancia comunicativa” (1996: 318).
En este continuo influyen “determinadas condiciones de comunicación”, universales y
escalares64. Estas, a su vez, “conllevan ciertas estrategias discursivas como, por ejemplo
grados de planificación, de elaboración sintáctica, diversos tipos de progresión semántica,
etc.” El autor afirma que
lo hablado, o la inmediatez comunicativa, presenta una afinidad con la realización fónica pasajera y
lo escrito, o la distancia comunicativa, a su vez con la realización gráfica perdurable65 (1996: 319).
Esta afirmación de W. Öesterreicher no deja clara la distinción entre medio (canal) e
intención del discurso, ¿qué debe entenderse por “afinidad”? Quizá se ha de entender este
concepto como “frecuencia en la identificación”, ya que es cierto que los productos fónicos
64
Estas son privacidad de la comunicación, conocimiento mutuo de los interlocutores y saber compartido,
participación emocional, integración del discurso en el contexto situativo y accional, tipo de
referencialización, posición local y distancia temporal de los interlocutores, cooperación, dialoguicidad,
espontaneidad, fijación y determinación del tema (1996: 318-9; 2006: §2.3.1).
65
El subrayado es nuestro.
54
Marcadores discursivos en posición final
son más habituales como hechos de espontaneidad y de inmediatez, “casi siempre” lo son,
pero no “siempre”. W. Öesterreicher toma la frecuencia como regla, pero su tesis “la
dependencia entre fonía e inmediatez comunicativa, por una parte, así como entre grafía y
distancia, por otra parte” (2006: §3.1.2.) deja de lado casos en que no encontramos esa
“afinidad” a la que hace referencia, como aquellos textos en que lo escrito no está destinado
a perdurar (una nota doméstica, por ejemplo).
Las nociones de concepción ‘hablada’ / ‘escrita’ de un discurso son nombres
confusos e inducen a error. Debería optarse por otros cuyo significado represente de forma
más adecuada lo que se quiere transmitir con carácter ‘hablado’ de un hecho comunicativo.
Más adelante identifica, hablado y escrito con el grado de planificación y este, a su vez,
con el carácter inmediato o distante del producto lingüístico66. En nuestra opinión, la
oposición hablado / escrito no refleja sino el canal o modo de producción / recepción del
mensaje lingüístico, definido por M. Gregory y S. Carroll (1986: 68) como “la relación
entre el usuario y el medio utilizado; el conjunto distintivo de rasgos lingüísticos que se
asocian con una relación recurrente determinada”; sin embargo, parece confundirse el
soporte67 con el propósito de la comunicación: el soporte es el medio o canal mediante el
que se comunica algo, mientras que lo que W. Öesterreicher denomina ‘concepción’ es la
intención al comunicar; o, dicho de otro modo, el tipo de planificación que el hablante
ejerce sobre el mensaje; de ahí que encontremos mensajes “pensados para ser” orales o
escritos, es decir, para utilizar un soporte fónico o gráfico en su recepción. Hay que
distinguir por tanto, el proceso de producción del mensaje y el proceso de recepción.
La idea de que un mensaje esté “concebido” o “pensado” para ser oral o escrito es
confusa; por el contrario, si hablamos de planificación e intención la distinción puede ser
más acertada. Mejor aún, la diferenciación entre tipos de mensajes puede hacerse según el
carácter espontáneo o estratégico de la interacción. A mayor grado de planificación, menor
espontaneidad del producto68. Cuando se define lo coloquial oral se suele pensar en la
emisión espontánea de un mensaje, pero la dificultad reside en calificar un discurso como
66
También S. Alcoba Rueda (1999: 24) arguye la inmediatez como rasgo definitorio de la conversación (La
oralización, Barcelona, Ariel). Para otras cuestiones sobre lengua oral, puede consultarse también Alcoba
Rueda, S. (coord.) (2000): La expresión oral, Barcelona, Ariel.
67
L. Cortés Rodríguez y A. M. Bañón Hernández hablan de medio de transmisión (1997a: 21 y 1997b: 18).
68
Sobre la eficaz distinción entre proceso y producto, v. Blanche-Benveniste (1998).
55
Marta Pilar Montañez Mesas
coloquial escrito69, ya que la escritura impone un mayor grado de planificación que la
verbalización espontánea. De manera que en lo coloquial escrito solo nos queda rastrear
fenómenos espontáneos que denoten escasa planificación, y que algunos identifican
generalmente como fenómenos subestándares. El problema que se plantea radica en que lo
coloquial escrito espontáneo es menos habitual que lo coloquial escrito estratégico, mucho
más estudiado, aunque ya no es espontáneo, sino fingido, elaborado70. Para que exista
realmente coloquialidad, el discurso ha de ser producto de la espontaneidad, que en lo
escrito se traduce en la existencia de un factor externo que reduzca la planificación del
mensaje, por ejemplo, la velocidad en la producción de discursos que exigen rapidez
comunicativa, como un examen o un informe policial.
Por su parte, el grupo Val.Es.Co. y, especialmente, A. Briz Gómez (1998: 26-27),
establece cuatro realizaciones discursivas, atendiendo a dos criterios que parecen
confundirse en otras propuestas: la formalidad o tono del discurso (que es una propiedad
gradual, de modo que [+formal] y [+informal o +coloquial] son solo los dos polos del
continuo); y el canal, que es estático (gráfico / fónico), de modo que pueden darse
producciones discursivas según sean coloquial oral, coloquial escrito, formal oral y formal
escrito. Por ello, a partir de esta serie de distinciones, podemos clasificar un discurso según
varios parámetros:
- desde el punto de vista de la producción puede ser espontáneo o estratégico (mayor o
menor grado de planificación), y
- desde el punto de vista de la recepción puede ser fónico o gráfico.
En resumen, la concepción hablado / escrito de W. Öesterreicher (entendida como
inmediatez / distancia) parece menos clara que la propuesta de Val.Es.Co., basada en la
69
Piénsese en discursos escritos de escasa planificación como la conversación electrónica informal (u otros
discursos en soporte electrónico), o, a veces, los exámenes.
70
A. López Serena (2004, 2007), por ejemplo, aplica la propuesta de W. Öesterreicher al análisis de los
mecanismos de imitación del registro coloquial en la narrativa literaria. Una reseña a este trabajo puede
consultarse en Montañez Mesas (2010c). También Ó. Loureda Lamas ha utilizado esta propuesta, por
ejemplo, en “La lingüística del texto y el estudio de la lengua oral”, conferencia pronunciada en el Congreso
Internacional Pragmática del español hablado: Nuevas perspectivas para el estudio del español coloquial,
Valencia, 17-20 de noviembre, 2009.
56
Marcadores discursivos en posición final
distinción entre grado de formalidad y características propias del canal. La conversación,
como forma de discurso, tiene unas características propias marcadas, sobre todo, por el leve
grado de planificación.
2.2.1.3 Oral71 y oralidad, escrito y escrituralidad72
A partir de lo anterior, consideramos que el canal de recepción de un mensaje se
confunde con el tipo de planificación de un discurso. Este parece ser el caso de W.
Öesterreicher, quien lo entiende como concepción inmediata o distante de un discurso,
como se ha visto. Parece claro, a la luz de ambas teorías, que el grado de planificación es el
que determina el grado de formalidad de un discurso. Por ello, es de vital importancia la
distinción entre espontáneo y preparado73, como hacen M. Gregory y S. Carroll (1978: 82),
que también recoge Ll. Payrató Giménez (1996: 184); o B. Sandig74. En este punto, parece
sencillo diferenciar este rasgo en los discursos hablados, mientras que cualquier discurso
escrito implica cierta planificación, pues lo fónico (aunque no verbalizado) antecede a lo
gráfico. Lo que cambia, según C. L. Domínguez Mujica (2005: 60), es el grado de “±
coincidencia temporal entre la planificación y la producción”. No obstante, la dicotomía
oral y escrito no solo define el canal de producción y recepción, sino que cada forma de
comunicación posee unas características propias que no siempre han sabido distinguirse del
registro que presentaba un discurso: a menudo se han confundido las nociones oral /
coloquial y escrito / formal, por lo que es necesario, sobre todo en el análisis de un discurso
oral, discriminar aquellos rasgos verdaderamente coloquiales, de aquellos que se deben
exclusivamente al canal o medio.
Este tipo de confusión también ha dado lugar a ciertas valoraciones sobre la lengua
hablada / escrita en términos de “primacía”, entre otros, de un modo de comunicación (oral
o escrito) frente al otro. En general, se considera que lo oral es previo filogenética y
71
Bustos Tovar (1995: 13) prefiere ‘vocalidad’.
También escrituridad (Briz Gómez y Serra Alegre, 1997: 1).
73
Muchos estudios sobre la conversación y sobre el registro coloquial se han basado en muestras de habla
preparadas o estratégicas, es decir, creadas por un escritor o por un guionista. En ellos suele dedicarse un
apartado a la reflexión sobre el grado de oralidad o de recreación del habla, como A. López Serena (2007),
sobre obras literarias valoradas por reflejar fielmente la lengua coloquial (Entre visillos, de C. Martín Gaite,
por ejemplo) o A. Matamala Ripoll (2008) sobre las comedias de situación televisivas en catalán (originales o
dobladas del inglés), aunque, más concretamente, se centre en el uso de interjecciones en esos diálogos.
74
Apud., Bernárdez (1982: 222 y ss.).
72
57
Marta Pilar Montañez Mesas
ontogéneticamente a lo escrito y que las formas de escritura surgieron para ‘representar’ lo
fónico. Al respecto, A. López Serena (2007: 162 y ss.) considera que lo escrito no es una
mera representación de lo hablado (según el llamado ‘dogma de la representación’, para el
cual la escritura presupone la existencia de una lengua hablada, cuya relación con aquella
es de representación), sino que tiene sus propias particularidades, por lo que es preciso
“considerarlas de forma diferenciada, en su especificidad”.
También C. Figueras (2003: 79)75 considera que
la escritura no es una simple reproducción de la lengua oral. Y la puntuación, por extensión, no es el
conjunto de signos que representan, en el texto escrito, los rasgos de la entonación de la oralidad,
sino un sistema exclusivo de la escritura, con usos y funciones derivados de las reglas gramaticales
(de ortografía, léxico, morfología, sintaxis), pragmáticas (de registro, género y adecuación del texto a
los conocimientos e intereses de la audiencia) y textuales (de coherencia y de cohesión) que operan
en el discurso escrito (y que son ajenas a las que regulan el discurso oral).
Lo escrito coloquial, es decir, espontáneo, es más infrecuente y se suele identificar
cuando se detectan fenómenos que denotan escasa planificación. Es fundamental, en este
punto, no confundir rasgos derivados de un escaso grado de planificación con rasgos
subestándares, propios de las condiciones sociolectales del hablante o autor del discurso. A.
Briz Gómez (1998) y A. Briz Gómez y el grupo Val.Es.Co. (1995 y 2002) asignan el
término ‘planificación sobre la marcha’ a este tipo de elaboración en la que influyen
factores extralingüísticos: rapidez en la producción del discurso (por falta de tiempo, por
necesidad comunicativa) o el hecho de ser un discurso no destinado a permanecer, entre
otros. Estos rasgos son muy evidentes en la interacción electrónica, en la que, además, hay
inmediatez temporal. Una nota doméstica, una carta familiar o un mensaje de móvil son
muestras prototípicas de lo coloquial escrito76. También J. J. de Bustos Tovar (1995: 13)
obliga a diferenciar los rasgos que llama “antinormativos” de los coloquiales. No así W.
Öesterreicher, que identifica lo escrito con el discurso no inmediato, es decir, con la
distancia comunicativa. Por ello, para estudiar lo hablado en lo escrito, busca “evidencias”
de esa inmediatez comunicativa,
75
C. Figueras (2003): “La puntuación”, en E. Montolío et ál., Manual de escritura académica, Barcelona,
Ariel, Tomo III, 77 y ss.
76
Serían rasgos coloquiales escritos las repeticiones innecesarias, la escasa variación o precisión léxicas
(proformas léxicas, términos no especializados), las imprecisiones en la puntuación, la omisión o elipsis de
ciertos elementos cohesivos, la presencia de abreviaturas, más o menos crípticas según el grado de saber
compartido entre los participantes, la abundancia de elementos deícticos o la falta de compleción del texto por
la fuerte dependencia del contexto comunicativo, por citar algunas.
58
Marcadores discursivos en posición final
rasgos universales de lo hablado «proscritos» por la norma y, por otro lado, las variantes diatópicas,
diastráticas y diafásicas afines a lo hablado, es decir, encontramos la disiecta membra de una
oralidad que se refleja textualmente en ciertos procedimientos y elementos lingüísticos
que dependen de factores de producción del texto, de las tradiciones discursivas o
del saber idiomático de los interlocutores (1996: 323).
Nosotros nos centramos en la lengua hablada conversacional, ejemplo, por tanto, de
lo coloquial oral, en la que los hablantes han de planificar su discurso sobre la marcha y esa
formulación espontánea tiene como resultado la producción de segmentos comunicativos
no siempre coincidentes con las unidades establecidas en la gramática (oraciones) y
definidos, en general, como enunciados. Pero, desde nuestro punto de vista, esta noción es,
quizá, demasiado abstracta y teórica, como analizaremos en el capítulo siguiente. Ahora
bien, ni todo lo conversacional es coloquial ni todo lo oral es conversacional. En el caso de
los elementos que se estudian en nuestra investigación, no todos los MD que aparecen en
una conversación coloquial son propios de esa modalidad, incluso algunos autores
consideran que hay MD propios de lo oral (Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls, 1999). A
nuestro entender, existen marcadores (propiamente) conversacionales y marcadores que
aparecen en la conversación (pero que no tienen por qué ser propios de esta), como a
continuación se explica.
2.2.2 Marcadores conversacionales y marcadores en la conversación
El grupo de marcadores que vamos a analizar, y que han sido clasificados por
algunos autores (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999) como ‘conversacionales’ son
propios, precisamente, de la interacción, no suelen aparecer en discursos que no presenten
actividad interactiva77. Así, un MD como ¿eh? o ¿entiendes? no estarán presentes (o lo
estarán en menor medida) en un discurso monológico, sino necesariamente operarán en
unidades que se combinen formando unidades dialógicas superiores: formarán parte de una
secuencia dialógica. Además, están cargados de un valor de espontaneidad propio de la
interacción conversacional, aunque pueden aparecer en otros discursos menos informales
como una entrevista, una conversación formal, una tertulia especializada… Lo que es
77
Cfr. Domínguez García (2010: 397 y ss.).
59
Marta Pilar Montañez Mesas
incuestionable es que requieren de un receptor inmediato y son propios de discursos con
una elaboración o planificación ‘sobre la marcha’78. No obstante, pueden aparecer en otros
discursos planificados, como los teatrales, donde desempeñan una función distinta, de
simulación de la interacción cotidiana, precisamente para lograr un efecto de discurso
interactivo, pero entre los personajes, nunca entre el texto literario y el receptor del texto
representado (el lector o espectador).
Por otra parte, ciertos marcadores propios del discurso planificado (sea escrito u
oral), también pueden emplearse en la conversación79, incluso en posiciones que no le son
propias… piénsese, pongamos por caso, en los marcadores de relación lógica, que no
suelen ocupar la posición final de una unidad del discurso pero que pueden hallarse en
dicha posición por razones formulativas, por ejemplo, como resultado de un truncamiento
(actos truncados, reinicios…), interrupciones o solapamientos de otros interlocutores:
(1)
J: y ya// ya tenía sus tres meses [e– y medio]
P:
[na–] nació en– en/ cuando– cuando/ laa guerra esa que explotó el
día quince→/ ¿fue enero o febrero?§
J:
§ enero§
P:
§ en enero/// ¿eh?§
C:
§ cuando la guerra/ iba a decir yo de
las galaxias/ pero [(RISAS)]
J:
[(RISAS)]
P: así es que [eso pasó y (( ))=]
C:
[¡ay! la– la guerra de las galaxias]80
P: = y el otro día por la mañana yo ya→/ vino Jesús/ porque se quería quedar esta chica↑ digo/ no↓
yo me quedaré/ me quedé yo con ella↑/// y por la mañana vino Jesús prontito↑§
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p.196, l. 240)81
78
No debe confundirse, como parece desprenderse de algunos trabajos, el género (en este caso, la
conversación), con uno de sus rasgos o propiedades definitorias (el carácter dialógico), pues también son
dialógicos otros géneros como el debate o la entrevista, sin ser por ello conversaciones. Este es un argumento
más para justificar que hablemos de ‘marcadores conversacionales’, como prototípicos de este género, pero
sin excluir que puedan aparecer en otros géneros que también presentan interacción.
79
También Garrido Rodríguez (2004) estudia los marcadores en la conversación.
80
Entre risas.
81
Marcamos con negrita el elemento que nos interesa destacar en lugar de la letra cursiva, ya que esta se
emplea en el sistema de transcripción para otro fenómeno lingüístico. Para una revisión del sistema de
transcripción empleado por el Grupo Val.Es.Co. pueden consultarse las ediciones del corpus (1995, 2002) y
de otros trabajos del grupo (Briz Gómez, 1998; Briz y grupo Val.Es.Co., 2002b; Grupo Val.Es.Co., 2014), así
como en la dirección electrónica www.uv.es/valesco. También lo recogemos al final de este trabajo (ANEXOS
1 y 2).
60
Marcadores discursivos en posición final
No deben confundirse estos casos, con los usos estratégicos de esos MD
desplazados a la posición final de una unidad82 o utilizados en enunciados suspendidos,
cuya posición se debe a razones de relevancia informativa (pues participan del saber
compartido):
(2)
A: mire/ mi hija a las siete y media ya se ha ido
M: fíjate y mis hijos tampoco/ y esos [(( ))]
A:
[noo s–] se ha ido a Requena§
M:
§ ¡ah! ya§
A:
§ a ver a una compañera§
M: § ¡ah! ya
A: vendrá aa las diez o la– o las doce§
M:
§ m– muy bien§
A:
§ mañana a lass/ ocho ya la esperan también/ o
sea que→
M: síi [aah/ ((también me gusta)) oye=]
A:
[está bien/ está bien/ es así]
M: = soy mayor/ y también me gusta pasármelo bien
(S.65.A.1,p. 64, l. 124).
También tratan los marcadores conversacionales G. Cepeda y M.ª T. Poblete (1997),
a partir de la definición de marcador de D. Schiffrin (1987) aplicada al habla de Chile, con
un doble objetivo: léxico y suprasegmental. Ahora bien, recopilan todos los marcadores que
aparecen en 9 entrevistas informales del habla urbana de Valdivia realizadas solo a mujeres.
Esto es, por una parte, se trata de entrevistas (aunque sean informales y en un entorno
conocido para las entrevistadas, pues se desarrollan en su propio domicilio) y no de
conversaciones propiamente dichas; por otra parte, analizan todos los marcadores que
aparecen (todas sus funciones), pero algunos de ellos son más propios del habla planificada
(en realidad, en todo caso, precisamente, prácticamente) y aunque son utilizados en la
conversación, quizá no deberían catalogarse como prototípicamente conversacionales. A
esta distinción -MD de la conversación y MD en la conversación- es a la que estamos
haciendo referencia en este epígrafe.
Hasta aquí se han presentado nuestros MD y se han situado dentro de las distintas
clasificaciones, e incluso se han vinculado a un género de discurso (la conversación) y a un
82
Piénsese en el contraargumentativo aunque sea: Dime su nombre, aunque sea (ejemplo recogido por L.
Pons Rodríguez (2010: 585) a partir del trabajo de L. Miñones (2008) sobre la evolución diacrónica de este
marcador.
61
Marta Pilar Montañez Mesas
registro (el coloquial); ahora procede lo que es central en el estado teórico: cómo se ha
tratado (o en qué medida se ha tenido en cuenta) el concepto de posición discursiva a la
hora de describir los MD, cómo se ha entendido dicho criterio y en base a qué tipo de
unidades se ha aplicado. Nos centraremos, especialmente, en aquellos que se ubican en
posición discursiva final.
2.3 LA POSICIÓN EN LOS ESTUDIOS SOBRE MARCADORES
2.3.1
Introducción
En los estudios sobre conectores, partículas o MD no se encuentran demasiadas
referencias a la posición que ocupan ni al tipo de unidad en que aparecen utilizados. En
efecto, el concepto de posición se reduce en muchas ocasiones a una mera referencia sin
desarrollo teórico. No obstante, algunos trabajos más recientes sí tienen en cuenta este
factor y comienzan a reflexionar de forma sistemática sobre las distintas ubicaciones de un
MD en el discurso y las consecuencias funcionales que de esas posiciones se derivan.
El grupo Val.Es.Co. y otros autores puntuales vienen apuntando en los últimos años
este rasgo: Briz Gómez e Hidalgo Navarro (1998), Pons Bordería (1998), Briz Gómez y
Pons Bordería (2009), Cuenca Ordinyana (2006), Jørgensen (2012), por citar algunos. La
mayoría coinciden en considerar que las unidades reconocidas como MD no pertenecen a la
oración y, en consecuencia, su estudio excede los límites de la gramática oracional.
No obstante, los criterios que se han empleado para describirlos han sido en su
mayoría gramaticales y las clasificaciones de los marcadores son eminentemente
semánticas, aunque pongan de relieve también otras características como sus funciones
discursivas. A. Briz Gómez (1998) y S. Pons Bordería (1998a) apuntan a ellas, como
también el DPDE, según se ha expuesto más arriba.
Así, entendemos que en el estudio sincrónico de las partículas discursivas, aunque
se tengan en cuenta las características morfosintácticas del signo originario y su vigencia o
incidencia en el MD resultante del proceso de gramaticalización, la descripción y
clasificación de estas unidades ha de partir de criterios pragmático-discursivos (Briz
Gómez, 2011). Uno de esos criterios, apuntado por J. Portolés Lázaro (1998a: 127-131),
M.ª A. Martín Zorraquino (1998: 41), S. Pons Bordería (1998: 189) Briz Gómez e Hidalgo
62
Marcadores discursivos en posición final
Navarro (1998); Cuenca Ordinyana (2006), Gille y Häggkvist (2006) y desarrollado por
Cortés Rodríguez y Camacho Adarve (2005) y, sobre todo, por A. Briz Gómez (2006a,
2011) o A. Briz Gómez y S. Pons Bordería (2010) es la posición, pero habrá que determinar
qué se entiende por posición y respecto de qué unidades se establece.
En otras ocasiones, no se hace referencia explícita a la posición de los MD, pero se
alude a rasgos relacionados, como la idea de ‘libertad o movilidad posicional’, pero sin
concretar si el cambio de ubicación comportaba diferencias semánticas o funcionales.
2.3.2
A vueltas con la ‘libertad posicional’ de los marcadores
En general, las consideraciones sobre la posición de un marcador han partido de dos
propiedades en el nivel sintáctico: por un lado, su valor extraproposicional, en tanto
relaciona unidades que van más allá del nivel de la oración y no desempeña ninguna
función en la predicación oracional. Por otro lado, su libertad posicional, pues muchos de
los elementos que se engloban en la categoría ‘marcador del discurso’ pueden ocupar
diversos lugares, aunque no siempre se han diferenciando las funciones o valores que
adquiría según cada nueva ubicación en el discurso.
Las posiciones que con más frecuencia se han identificado son inicial, media y final,
aunque las denominaciones varían de un autor a otro y no siempre son coincidentes los usos
que reciben, como se expondrá en el capítulo 3.
Ahora bien, la noción de ‘libertad posicional’ (o ‘versatilidad posicional’, en
Loureda Lamas y Acín Villa, 2010) parece transmitir la idea de que los MD pueden ocupar
cualquier posición del discurso o, como mínimo, pueden cambiar de posición sin que ello
afecte al mensaje. Esta idea no puede sostenerse en la mayoría de los MD y solo algunos
grupos que expresan modalización pueden ocupar más de una posición discursiva con el
mismo valor, pero no pueden aparecer en cualquier punto del mensaje. Nos referimos a MD
con valor modal como afortunadamente en usos del tipo
Afortunadamente, todos se salvaron del incendio
Todos se salvaron del incendio, afortunadamente
Todos, afortunadamente, se salvaron del incendio
Todos se salvaron, afortunadamente, del incendio.
63
Marta Pilar Montañez Mesas
Pero no,
? Todos se salvaron del, afortunadamente, incendio.
Es decir, aunque este marcador, en efecto, goza de bastante movilidad, hay ciertas
restricciones posicionales en el discurso (no se puede incrustar entre un núcleo y un
régimen verbal, ni entre determinante y determinado, como en el caso anterior), además,
son pocos los que pueden desplazar su posición con tanta libertad:
a.
Está cansada pero irá a la fiesta > ? pero está cansada irá a la fiesta (argumentativos)
b.
En resumen, la conferencia trató sobre (…) > La conferencia trató sobre (…), en resumen.
(ordenadores).
En el uso de pero con valor adversativo se observa que su posición es menos libre
que en ordenadores del discurso como en resumen, en segundo lugar, por otro lado, que
pueden aparecer introduciendo o concluyendo el segmento o unidad discursiva que
acompañan.
Estas restricciones se evidencian aún más cuando varios marcadores se combinan
entre sí, pues en estos casos, la posición es menos flexible:
No le apetecía pero/y, sin embargo, se fue de viaje.
? No le apetecía, sin embargo, pero/y se fue de viaje.
En este ejemplo el valor de contrariedad que introduce sin embargo puede seguir al
adversativo pero o a la conjunción y como un refuerzo, pero no puede anteponerse a ellos83.
A partir de estos ejemplos, se observa que los MD con frecuencia ocupan unas
mismas posiciones, aunque un pequeño grupo puedan desplazarse en el mensaje sin alterar
su función ni el valor que aportan al discurso. Este rasgo de libertad posicional debe
concretarse según el tipo de MD y no emplearse aislado, sino analizando las variaciones
que el cambio de posición opera en su función y significado. Solo así podrá aplicarse como
83
S. Murillo Ormat (en Loureda Lamas y Acín Villa, 2010: 248) recoge las opiniones de Rouchota (1998a) y
Blakemore (2000) sobre las posibilidades combinatorias de los elementos de significado procedimental frente
a los de significado conceptual.
Blakemore, D. (2000): “Indicators and procedures: nevertheless and but”, Journal of Linguistics, 36, 463-486.
Rouchota, V. (1998a): “Procedural meaning and parenthetical discourse markers”, en Jucker, A., y Y. Ziv (eds.), Discourse markers,
Amsterdam, John Benjamins, 97-126.
64
Marcadores discursivos en posición final
criterio operativo para una descripción y clasificación de marcadores más completa y
exhaustiva.
2.3.3 La posición como criterio para la descripción y clasificación de
marcadores
Como se ha avanzado (§2.3.1), el concepto de posición apenas si se ha utilizado
hasta muy recientemente, y, en general, hacía referencia en exclusiva a la unidad oración o
enunciado, pero sin profundizar en el tipo o el rango que tiene ese enunciado.
Las referencias a la posición en los estudios sobre marcadores son casi siempre
puntuales o referidas a ciertos grupos que suelen ocupar una posición más o menos fija o
habitual. Sin embargo, pocos trabajos –como venimos señalando– se centran en una
descripción sistemática de los valores o funciones pragmadiscursivas de los MD en español
a partir de su posición y, en los casos en que sí hacen referencia a la posición, la emplean
asociándola bien a unidades gramaticales (hablan de ‘posición’ en el seno de la oración),
bien a unidades entonacionales o tonales (Cepeda y Poblete, 1997: 212; Cepeda, 1999:
105); bien a unidades del discurso, pero sin tener en cuenta el rango de esa unidad: en
general, cuando analizan la posición de un MD parecen utilizar la unidad turno o
intervención, sin hacer distinción en las funciones que el MD puede desarrollar en otras
unidades (en esa o en otra posición discursiva).
Así, autoras como Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls (1999: 247) señalan que
los MD que introducen operaciones discursivas “en general se sitúan en posición inicial del
enunciado, o como preámbulo al segundo miembro de la relación”. Esto conlleva:
- el uso de ‘enunciado’ como unidad del discurso, sin más especificaciones, y
- el empleo de la posición como criterio o dato relevante para la descripción de MD.
Desde el marco teórico del Natural Semantic Metalanguage de Wierzbicka
(1996)84, C. E. Travis (2006) parte de la posición estructural donde se encuentra el
marcador, entendiendo que solo puede comprenderse el significado de un marcador si los
84
Wierzbicka, A. (1996): Semantics: Primes and Universals, Oxford, Oxford University Press (apud. Travis,
C. E., 2006: 221) .
65
Marta Pilar Montañez Mesas
diferentes contextos donde se usa están exhaustivamente definidos (2006: 219). Esa
posición estructural, para la autora, incluye:
- La posición en el turno (inicial, media, final)
- El tipo de unidad sintáctica y/o discursiva que le sigue y/o le precede
- La prosodia del marcador (en un sentido muy general, el contorno entonativo).
Lo ejemplifica en un corpus de conversaciones del español de Colombia con el caso
de bueno que, efectivamente, puede ocupar diversas posiciones en unidades discursivas de
distinto rango. También S. Pons Bordería (2008) da cuenta de la polifuncionalidad de este
marcador en el DPDE85.
Por tanto, para encontrar referencias a la posición en el estudio de los marcadores,
más que acudir a publicaciones que se centren en este aspecto, se van encontrando en los
trabajos sobre MD pero no siempre de manera sistemática. Así, al estudiar algunos
marcadores concretos, encontramos referencias puntuales a la posición que ocupan; por
ejemplo, V. Edeso Natalías (2006) estudia, entre otras, la forma eh, que aparece
frecuentemente en posición final, aunque su perspectiva de estudio no sea la posición, ni
analice en exclusiva los valores como marcador (su objetivo, en sentido estricto, es estudiar
el paradigma de las interjecciones, no de los marcadores, aunque esta función pragmática
pueda estar desempeñada por una interjección). También A. M. Jørgensen (2012: 215-217)
analiza la posición del marcador como al contrastar sus funciones pragmáticas en el habla
juvenil de Madrid y Santiago de Chile.
2.4 LOS MD CONVERSACIONALES EN POSICIÓN FINAL
En los apartados anteriores se han establecido las características generales de los
MD y sus clasificaciones más habituales. Ahora se detallan las distintas aproximaciones al
estudio de los llamados por A. Briz Gómez (1998: 224 y ss.) “marcadores metadiscursivos
de control del contacto”, que otros han denominado ‘apéndices’, ‘preguntas
85
S. Pons Bordería (2008): “Bueno1”, “Bueno2” y Bueno3”, en A. Briz Gómez, J. Portolés Lázaro y S. Pons
Bordería (eds.) (2008): Diccionario de partículas discursivas del español, en línea, www.dpde.es
66
Marcadores discursivos en posición final
comprobatorias’, reguladores fático-apelativos... y otros cuya ubicación más frecuente es la
posición final (de intervención, acto o subacto). El grupo que aquí interesa pertenece a los
llamados marcadores conversacionales, en concreto, nos centramos en un subtipo de los
reguladores fáticos (o fático-apelativos): las formas ¿eh? y ¿no? y otros apéndices de base
léxica como ¿sabes?, ¿entiendes?, ¿comprendes?; también tratamos otros marcadores de
tipo nominal con carácter apelativo (hombre, tío), así como otros marcadores
conversacionales, como los de cierre enumerativo (y tal, y eso), que también ocupan una
posición discursiva final.
En este apartado se presenta una visión general de cada uno de estos grupos,
mientras que el análisis pormenorizado se ofrece en la segunda parte de esta tesis.
En general, muchas de estas formas marcan el control del contacto. M.ª A. Martín
Zorraquino y J. Portolés Lázaro (1999: 4143-99) los analizan tanto como ‘enfocadores de
alteridad’ como ‘metadiscursivos conversacionales’, aunque estos últimos se consideran
representados por signos que desempeñan otras funciones (de tipo modal o relacionadas con el
enfoque de la alteridad), que ven trasladado su significado hacia el ámbito de la configuración de la
información o de la propia formulación del discurso (1999: 4191).
Es decir, uno y otro grupo están muy próximos, pues son subtipos de marcadores
conversacionales, por ello se incluyen aquí. A priori, podemos establecer tres grupos de
marcadores que operan en posición final de la unidad del discurso en que se alojan, según
los trabajos y publicaciones consultadas, a saber, los de control del contacto con función de
reguladores fático-apelativos (¿eh?, ¿sabes?), los marcadores de cierre enumerativo o
argumentativo (y tal, y punto, yo qué sé) y los apelativos de tipo nominal (hombre, tío).
2.4.1 Los marcadores (reguladores) fático-apelativos
2.4.1.1 ¿Eh? y ¿no?
Este tipo de marcadores ha recibido atención en varias obras generales sobre MD
(Briz Gómez, 1993b y 1998; Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999) pero, sobre todo,
en artículos monográficos como los de M.ª J. Cuenca Ordinyana y J. M. Castellà (1995),
que los estudian como tags, que traducen como ‘preguntas comprobatorias’ y los
caracterizan en el marco de la teoría cognitiva, idónea, según ellos, ya que “permet integrar
67
Marta Pilar Montañez Mesas
i interrelacionar correctament la sintaxi i la pragmàtica de certs mots i estructures” (1995:
68).
A. B. Strenström (2005) también los incluye como ‘question tags’, mientras que M.ª
J. García Vizcaíno (2005) toma la etiqueta de ‘apéndices’ de J. Ortega Olivares (1985 y
1986), el primero que estudia estas formas de manera independiente. Este autor las
denomina genéricamente “apéndices”, precisamente por su especial ubicación, no la única,
pero sí la más frecuente, en posición final del segmento de habla al que se refieren o en el
que aparecen. Así, en el marco teórico de los Actos de Habla de J. Searle, explica una serie
de “signos de cuerpo fónico reducido, emitidos siempre con entonación ascendente o
ascendente-descendente” (1986: 272; también en 1985: 42) y situados normalmente al final
del enunciado-base (formas tales como ¿no?, ¿sí?, ¿no es verdad?, ¿vale?, ¿sabes?,
¿entiendes?, ¿ves?); y los considera modalizadores porque cuando se explicitan en el
enunciado, definen la modalidad escogida por el hablante. En su trabajo de 1986 retoma la
idea de apéndices, pero se centra en otro grupo al que denomina justificativos (1986: 273).
Los apéndices son unidades que no pueden ser descritas léxicamente puesto que son
elementos de significado procedimental (aunque J. Ortega no emplee este término), en su
caso son “recursos de la interacción” (1986: 273). La función comprobativa o justificativa
que describe se asocia al valor ilocutivo de los enunciados; aunque consideramos que el
autor no insiste en el hecho de que el valor del apéndice refleja la fuerza ilocutiva del
enunciado-base, de ahí que, aunque algunos enunciados evidencien una forma lingüística
aseverativa, el apéndice pueda interpretarse como justificación del acto de habla, por
ejemplo, petición: Tengo sed ¿sabes?
Las formas ¿eh?, ¿no?, ¿sabes?, ¿entiendes?, también se estudian en los trabajos
sobre interjecciones86 (Edeso Natalías, 2006) o en otros que analizan la relación entre MD e
interjección o la función de algunas interjecciones como marcador (Vázquez Veiga, 2003;
Cuenca Ordinyana; 2001 o 2006; Matamala Ripoll, 2008).
En la bibliografía sobre este tipo de unidades también encontramos otras
denominaciones como “expresiones adosadas” (Blas Arroyo, 1995: 84), “pegadas”
86
Para una revisión de la categoría interjectiva, puede consultarse R. Almela Pérez (1990): Apuntes
gramaticales sobre la interjección, Universidad de Murcia, 3.ª ed. corregida y aumentada.
68
Marcadores discursivos en posición final
(González Dios, 2007: 33), “añadiduras” (Christl, 1998: 161), “interrogación ficticia”
(Miranda, 1992)87 o “cue phrases” (Knott, 1996)88, “coletillas” (Santos Río, 2003, s. v.
digo yo, ¿verdad?), cuyo rasgo en común es, precisamente, señalar su posición final, en la
que sirven, frecuentemente, como cierre o pre-cierre. En ese sentido, H. Clark (1997: 335)
explica right? y ok? como pre-closing statements, esto es, marcadores que inician el cierre
de una conversación.
Otras denominaciones están basadas en algunos de sus rasgos: la de ‘apéndice’ hace
referencia expresa a su posición final; otros hablan de ‘pregunta comprobatoria’ dado su
frecuente carácter apelativo y su entonación interrogativa; y otros la más genérica
‘marcador discursivo conversacional’, por su mayor presencia en la bibliografía referida al
español. Finalmente, siguiendo a Briz Gómez (1998) nos decantamos por la denominación
marcador de control del contacto y, como subtipo, regulador fático-apelativo, por su
concreción formal, no en vano el hablante, mediante tales formas, controla la relación
interpersonal en la conversación.
La elección de las formas ¿eh? y ¿no? obedece a dos criterios relacionados con los
ejes teóricos de nuestro análisis; por un lado, su posición habitual: estos marcadores
conversacionales suelen aparecer en posición final de la unidad del discurso a la que
acompañan y, por otro, su frecuencia, ya que de los marcadores conversacionales en
posición final, son los más frecuentes en el corpus Val.Es.Co. de conversaciones
coloquiales89.
También A. B. Stenström (2005) compara la frecuencia de aparición de cinco tags
en dos corpora de lenguaje adolescente90 y su distribución coincide, aproximadamente, con
la nuestra en el Corpus de conversaciones coloquiales (2002a). Aunque en el caso de ¿eh?
la autora no incluye los usos de ¿eh? “as a request for repetition”, que sería nuestro ¿eh?
como acto independiente (como veremos en §6.1.3.4), ni como “a turn initiator”, que
87
Apud., Christl (1998: 158).
Apud., Garrido Rodríguez (2004: 48).
89
Compárese con la de otros apéndices: ¿sabes? (46 usos), ¿ves? (5), ¿entiendes? (7), ¿vale? (3),
¿comprendes? (3).
90
The Bergen Corpus of London Teenage Language (COLT) y el Corpus de Lenguaje Adolescente de Madrid
(COLAm). Las características del corpus se expusieron, entre otros, en A. Jørgensen y A. B. Stenström
(2005): “El lenguaje juvenil y la construcción de un corpus oral de lenguaje adolescente”, conferencia
pronunciada en la 38th Annual Conference SLE (Societas Linguistica Europaea: Formal, Functional and
Typological Perspectives on Discourse and Grammar), Valencia, 7-10 de septiembre de 2005).
88
69
Marta Pilar Montañez Mesas
nosotros sí incluimos como ¿eh? en posición inicial de intervención reactiva o intervención
reactivo-iniciativa (v. infra. §6.1.3.3.1).
2.4.1.2 ¿Sabes?, ¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿ves?, ¿vale?, ¿verdad?
Este grupo también se ha denominado apéndices de base léxica, pues proceden de
palabras que pertenecen a una categoría léxica (verbo, nombre) y no gramatical
(interjección, adverbio), como los anteriores; no obstante, sus funciones son similares. Se
incluyen formas como ¿sabes?, ¿entiendes?, ¿vale?, ¿verdad?, entre otras, que han
recibido una atención mayor, en algunos casos, que ¿eh? y ¿no?
J. Gille y C. Häggkvist (2006: 65-67) estudian estos ‘apéndices conversacionales’,
que definen como “marcadores discursivos que se añaden al final de unidades de habla
que el hablante presenta como terminadas”, especialmente en conversaciones espontáneas,
y cuya particularidad es que se especializan en un contexto: la posición final. Los autores
establecen cinco tipos de apéndices:
- apéndices de categorización generalizada (y todo eso, y tal);
- apéndices de modificación de postura (digo yo);
- apéndices de intersubjetividad (bien comprobativos, no, eh, sabes, entiendes; bien
interpersonales, hombre, claro, para nada);
- apéndices de acierto formulativo (digamos, o sea, por decirlo así); y
- apéndices de organización discursiva (equivalentes a las formas españolas en
realidad o de hecho que aparecen en posición final como apéndices en sueco,
según los autores, 2006: 75), asociados a cada uno de los niveles discursivos
establecidos por L. Fant91, a los que estos añaden la gestión discursiva.
Se trata, por tanto, de marcadores propiamente conversacionales –marcadores de
interacción los denomina, precisamente, C. L. Domínguez Mujica (2005: 216), para quien
apelan “a la colaboración textual” del oyente– aunque también pueden aparecer en ciertos
91
A saber, el significado, la fuerza ilocutiva, la gestión interactiva y la autorregulación. Fant, L. (2005):
“Discourse perspectivas on modalisation: the case of accounts in semi-structured interviews”, en A. Kinge &
H. H. Müller (eds.): Modality: Studies in Form and Function, London, Equinox. (apud., Gille y Häggkvist,
2006: 65).
70
Marcadores discursivos en posición final
escritos que imitan el discurso oral o que intentan acercarse al lector, como es el caso de los
discursos periodísticos de opinión (no en los de información). También son frecuentes en
entrevistas o conversaciones semidirigidas, como las que se recogen en el PRESEEA92, con
la diferencia de que –hipotéticamente– en cada género de discurso desarrollarán funciones
distintas. En unos casos, predominará un valor más apelativo para intentar generar una
respuesta en el oyente; y, en otros, un valor más fático, textual, ligado bien a la
formulación, bien a la intención de focalizar algún elemento y llamar la atención del
oyente-lector sobre este.
2.4.2 Los marcadores apelativos nominales: hombre / mujer; tío / tía
Este grupo tiene una alta frecuencia de uso en el corpus, como se podría prever, al
tratarse de conversaciones, un género discursivo proclive a la presencia de apelativos y de
referencias a los participantes de la interacción. La dificultad se plantea en si ambas formas,
la forma masculina y la femenina presentan el mismo estatus de partícula discursiva, el
mismo grado de gramaticalización, y si su frecuencia de uso en el discurso es o no similar.
A ellos dedicaremos el capítulo 8.
2.4.3
Los marcadores de cierre enumerativo o argumentativo: y tal; yo
qué sé
En este grupo se incluyen ciertos marcadores de posición final que suelen funcionar
como cierre o falso cierre enumerativo o argumentativo (y tal, y nada, pues nada; y eso,
pues eso; con mayor fuerza argumentativa y punto, y ya está); o aquellos que implican al
hablante y lo comprometen en mayor o menor medida con lo dicho (digo yo, yo qué sé).
Su presencia en nuestro corpus es muy desigual, por lo que solo estudiaremos los
más significativos según su frecuencia. En concreto, se analizarán las formas y tal y yo qué
sé (capítulo 9). Los marcadores y punto o y ya está son escasísimos en las conversaciones,
92
J. R. Gómez Molina (coord.) (2001, 2005 y 2007).
71
Marta Pilar Montañez Mesas
por lo que, a pesar del interés de compararlos con otras formas menos marcadas, su análisis
no resultaba rentable.
2.5 SÍNTESIS Y VALORACIÓN
En el presente capítulo hemos descrito algunas características significativas que
definen la categoría pragmática ‘marcador del discurso’, recogidas en la amplísima
bibliografía sobre marcadores, así como los criterios empleados en las diversas
clasificaciones que, en atención a estos rasgos, se han elaborado (tanto para los marcadores
en español como en otras lenguas). A continuación, hemos acotado el grupo de marcadores
que nos interesa analizar (aquellos que con frecuencia se ubican en la posición final de la
unidad del discurso en que se encuentran), dada su alta frecuencia de aparición en la
conversación coloquial española, género discursivo al que pertenecen las muestras de
nuestro corpus y de cuyas características participan estos marcadores.
Una vez apuntadas dichas propiedades, se ha señalado la necesidad de emplear
criterios discursivos en su descripción, precisamente porque son unidades que exceden los
límites de la oración gramatical. El criterio que postulamos en este trabajo y que se
desarrolla en el capítulo 3 es la posición discursiva. Asimismo, se ha esbozado una primera
clasificación provisional (MD de control el contacto reguladores fático-apelativos, MD de
control el contacto apelativos nominales y MD de cierre enumerativo) pero operativa, que
se desglosará y se justificará en la segunda parte de esta investigación (capítulo 5 y ss.).
El criterio posicional, factor que vertebra esta tesis, se ha aplicado generalmente de
forma poco sistemática al estudio de los MD, a excepción de los trabajos de los miembros
del Grupo Val.Es.Co. que han tratado este aspecto (A. Briz Gómez y S. Pons Bordería;
2010; A. Briz Gómez, 2011; M. Estellés Arguedas y S. Pons Bordería, 2014).
Por último, queremos señalar que, en la actualidad, hay dos aspectos que parecen
destacar especialmente algunos investigadores en el estudio de los MD:
- su polifuncionalidad (Garrido Rodríguez, 2004; Fisher, 2006; Cuenca Ordinyana,
2006; Hansen, 2006) y
72
Marcadores discursivos en posición final
- su combinatoria (Briz Gómez, 2006; Briz Gómez y Pons Bordería, 2009), Cuenca
Ordinyana y Marín Jordà (2009), Domínguez García (2007).
A ambos problemas quizá puede arrojar luz el criterio de la posición discursiva,
concepto teórico central aquí que explicamos y analizamos con detenimiento en el capítulo
siguiente, en relación con los tipos establecidos de marcadores en posición final.
73
Marta Pilar Montañez Mesas
74
Marcadores discursivos en posición final
3.Posición y posición discursiva. La posición final
3.1 Introducción
3.2 ¿Qué es posición? Nota epistemológica sobre la posición
3.3 Propuesta de definición de posición discursiva
3.3.1 Posición, sintaxis y orden de palabras
3.3.2 Sintaxis y sintaxis coloquial
3.3.3 Posición sintáctica y posición discursiva
3.3.4 Aproximación a una definición de posición discursiva
3.4 Dos posiciones relevantes: posición inicial y posición final
3.4.1 La posición inicial
3.4.2 La posición final
3.4.3 ¿Existe realmente la posición intermedia?
3.5 Posición, unidades discursivas y MD
3.5.1 Posición y unidades discursivas
3.5.2 MD y posición
3.6 Conclusiones parciales
3 Posición y posición discursiva. La posición final
3.1 INTRODUCCIÓN
En el capítulo anterior hemos acotado el concepto de ‘marcador del discurso’ a
partir de las definiciones y de los criterios que se han empleado para describirlos y
clasificarlos. En nuestro caso, como hemos apuntado, entendemos que la posición que
ocupa un marcador es un criterio válido y puede aportar datos relevantes en la
caracterización de estas unidades pragmáticas. Sin embargo, aún no hemos definido qué
entendemos por posición y, en concreto, por posición final. A ello se dedica este capítulo.
Como se avanzó en el capítulo 1, la elección de este criterio para la descripción de
marcadores obedece a la hipótesis de que la posición discursiva determina la función
pragmática de los MD conversacionales. La mayoría de autores suele distinguir entre un
significado de base y una serie de sentidos pragmáticos derivados del contexto. En palabras
de A. M.ª Barrenechea (1969: 42), “la posición condiciona el sentido”.
Ahora bien, en la lengua hablada es frecuente que los MD tengan varios
significados fundamentales (Briz Gómez, 2006b) –por ello se habla de polifuncionalidad–,
75
Marta Pilar Montañez Mesas
de ahí que nos preguntemos si además del sentido, la posición discursiva también
condiciona el significado de los MD.
Ese cambio de valor de un MD, según algunos (p. ej. Martín Zorraquino, 1998;
Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999; González Ruiz, 2010: 518), viene determinado
por dos características: la posición y los rasgos suprasegmentales. Si bien aquí, aunque
haremos mención a los valores prosódicos de los MD, nos centraremos en la posición que
ocupan en determinadas unidades del discurso.
Al estudiar la posición, es inevitable hacer referencia a otros conceptos como el
orden de palabras, o la disciplina encargada de analizar las relaciones entre las unidades de
un periodo oracional: la sintaxis. A continuación revisamos brevemente estos conceptos.
3.2 ¿QUÉ ES POSICIÓN? NOTA EPISTEMOLÓGICA SOBRE LA POSICIÓN
Al hablar de posición no encontramos una definición clara, pues existen una serie de
conceptos afines con los que guarda relación y de los que no es fácil discriminarla. En
primer lugar, acudimos al diccionario para aclarar su significado básico, al margen del
significado especializado con que se utiliza en este trabajo. Según el DRAE-01 y el DLE14, dejando a un lado las definiciones específicas de un ámbito de uso concreto, se define
como:
posición.
(Del lat. positĭo, -ōnis).
1. f. Postura, actitud o modo en que alguien o algo está puesto.
2. f. Acción de poner.
3. f. Categoría o condición social de cada persona respecto de las demás.
4. f. Acción y efecto de suponer. La regla de falsa posición.
5. f. Situación o disposición. Las posiciones de la esfera.
6. f. Actitud o manera de pensar, obrar o conducirse respecto de algo.
En segundo lugar, el Diccionario de uso del español (DUE), de M. Moliner (2001)
recoge cuatro acepciones:
76
Marcadores discursivos en posición final
posición (del lat. «positio, -ōnis»)
1 f. Cada manera de estar una cosa, cambiando su orientación o la posición relativa de sus
partes, pero sin cambiar de lugar el total de ella: ‘Se ha retratado en distintas posiciones’. Ô
*Postura.
2 Lugar que ocupa una cosa: ‘Señálame en el plano la posición de ese lugar que dices’. Ô
Emplazamiento, *situación.
3 *Posición económica o posición social. ¤ Buena posición económica o social: ‘Crearse una
posición’.
4 Manera de pensar o de obrar o conducirse con respecto a cierta cosa: ‘Ya conocéis mi
posición en este asunto’. Ô *Actitud, postura93.
En ambos casos, se alude a sinónimos de lengua como lugar o situación,
conmutables en la mayoría de contextos de uso, como es propio de diccionarios generales
como estos.
Una definición algo más precisa la encontramos en el manual de X. Padilla García
(2005) sobre el orden de palabras en español. La posición puede entenderse en sentido
literal: primera posición, segunda posición, como en el ejemplo que aporta este autor:
B: bueno↓ café con leche2ª posición no quiero ¿vale?
en su apartado sobre aclaraciones terminológicas en torno a los conceptos de
tema/rema, tópico/comentario (2005: 33). Este uso del término posición, vinculado a una
unidad discursiva de la conversación y en relación al marcador bueno está más próximo al
sentido con que aquí se utilizará.
En líneas generales, la posición puede definirse como lugar94, situación, ubicación,
colocación95 o, mejor aún, orden de un elemento con respecto a otro (idea que se trasluce
de la primera acepción del DUE). Todas las nociones afines a la idea o noción básica de
posición se refieren, de alguna manera, a la idea de orden.
a) Posición y orden u ordenación
La estructura de la lengua participa de la ordenación, y esta afecta a conceptos
como la fijación, la idiomaticidad, las UF, porque en ellas el orden o posición de los
93
La negrita de ambas entradas lexicográficas es nuestra.
Así se utiliza en Carbonero Cano y Santana Marrero (2010: 506) al describir los trabajos que relacionan el
estudio de los MD en relación con la variación diastrática y diatópica; o en González Ruiz, 2010: 646.
95
Cepeda y Poblete (1999).
94
77
Marta Pilar Montañez Mesas
elementos es relativamente fijo. También afecta al grado de gramaticalización o
lexicalización, en definitiva, la posición frecuente y repetida de un elemento junto a otro es
la causa de su fijación en la lengua96.
El orden o posición también afecta a la linealidad de la lengua, del signo lingüístico
(Saussure). La articulación del lenguaje humano establece necesariamente un orden en los
elementos, no puede darse un aleph borgiano, y ese orden, a su vez, prioriza (¿focaliza?)
unos sobre otros, o, mejor dicho, hay un orden prioritario o preferido por el uso de los
hablantes, respecto de otro, que se fija o no en la norma.
El orden o posición revela la relación de unos elementos con respecto a otros, de
modo que cualquier alteración, modificación o cambio en el orden o posición altera o
repercute sobre las relaciones entre ellos, de ese modo, la linealidad del signo no significa
la intercambiabilidad o conmutabilidad de unos elementos por otros, puesto que el orden o
posición nunca es aleatorio ni arbitrario: entre los elementos de una unidad o grupo siempre
hay un tipo de relación afectada: relación lógico-semántica (causa-efecto o consecuencia,
condición-acción…), relación temporal, entre otras.
La posición o concurrencia de diversos elementos es la razón de ser de las unidades
pluriverbales, la fraseología, con todos sus tipos, incluidas las colocaciones, que solo se
justifican por la fijación más o menos frecuente de los elementos que las componen en una
posición determinada y no en otra (extender un cheque).
b) Posición y función
La posición, en el discurso, también puede referirse a la función que cumple un
elemento. De ahí las designaciones, p. ej. de la estructura u organización textual, sea esta
narrativa, argumentativa, expositiva, etc., sea el género discursivo que sea (entrevista,
conversación,…). En este ámbito, las posiciones tienen un carácter metadiscursivo, esto es,
se refieren a la propia ordenación del texto: introducción, conclusión y continuación (M. B.
Alvarado Ortega, 2008: 61)97.
96
Así lo recoge también A. B. Llopis Cardona (2011: 172 y ss.).
Esta autora se basa, a su vez, en A. Zuluaga Ospina (1980): Introducción al estudio de las expresiones fijas,
Bern, Peter Lang, esp. 205 y ss.
97
78
Marcadores discursivos en posición final
Si se indaga en el concepto de posición en sentido amplio, la posición es una noción
o condición relativa, no absoluta, de un elemento sobre otro(s) en una unidad, grupo,
organización. En sentido estricto, también se refiere a la ordenación en una unidad de un
elemento con respecto a los demás. Al considerar que un elemento se encuentra, p. ej. en
posición de introducción equivale a decir que sirve como introducción, o, dicho de otro
modo, que funciona como introducción. La posición, en sentido estricto, puede
interpretarse o emplearse como sinónimo de función. En definitiva, la función de un
elemento no es más que la relación que contrae con él y esta se expresa, entre otras formas,
mediante la posición (también la concordancia o la prosodia, entre otras).
En el caso de la estructura de un texto, la posición, entendida en términos
metadiscursivos, hace referencia a la función que desempeñan en ella los distintos
elementos lingüísticos (inicio, introducción, continuación, mantenimiento, regulación,
cierre, conclusión, coda, apéndice) (Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005). Ese
vínculo se produce hasta tal punto que, incluso, podría llegar a identificarse posición y
función, de manera que posición de inicio sería lo mismo que función de inicio.
A. B. Stenström (2005) también estudia la relación entre posición y función, y
añade un tercer rasgo, el “lexical content”, en el análisis de marcadores discursivos. Del
mismo modo, D. Schiffrin (1987: 293) considera que la relación entre ambos criterios es
determinante para identificar los diferentes efectos pragmáticos de los marcadores
discursivos.
c) Posición y relación
La posición de un elemento con respecto a otro nos indica la relación que mantiene
con él; si cambia la posición, cambia la relación que se establece entre ambos. En español,
incluso, ciertas relaciones tienen o requieren una posición fija: determinante-determinado
(el coche, no *coche el).
Esta relación y la noción de posición de un elemento con respecto a otro ha de
darse, necesariamente, en una unidad o grupo de palabras, es decir, podemos establecer la
ecuación
POSICIÓN ↔ UNIDAD
79
Marta Pilar Montañez Mesas
Dicho de otro modo, ambas nociones se exigen mutuamente: la posición de un
elemento se establece con respecto a la unidad en que se integra y la unidad (el tipo de
unidad) condiciona la función que adquiere ese elemento, precisamente, por la posición que
ocupa. Esta es, sin duda, la identificación más importante y relevante de este apartado
epistemológico, el reconocimiento del carácter abstracto de esta noción o característica
lingüística y, de ahí, la necesidad de acotar unidades de segmentación del discurso
apropiadas98.
La posición, como orden de un elemento se establece con respecto a otro en el seno
de una unidad o grupo. Esto es, el primero lo es respecto del segundo, el tercero… y todos
los demás en una clasificación, lista o jerarquía, en definitiva, en una unidad de
ordenación. Decir que un elemento es el primero o el último, o que es el elemento inicial o
final sin más no es informativo ni descriptivo. Para serlo, es necesario indicar respecto de
qué unidad de ordenación se establece su posición o ubicación99. Ahora bien, al aplicar esta
noción a un objeto concreto de la lingüística, conviene tener claro en qué nivel de análisis
hay que situarse, para que los criterios de descripción se apliquen de modo coherente.
En otras palabras, la posición de cualquier signo lingüístico no es una cualidad
absoluta, sino que se establece con respecto a otras unidades. En el caso de los MD,
siguiendo con la línea marcada por A. Briz Gómez (2005), la posición no puede estudiarse
como fenómeno aislado, abstracto, sino en relación con las unidades donde el elemento
ocupe dicha posición, es decir, un marcador se sitúa en un lugar dentro de una unidad (que
habrá que determinar) y con respecto a otros elementos, o lo que es lo mismo, un marcador
aparece en posición inicial, media o final de una unidad del discurso con respecto a otros
miembros del discurso. Aquí se llega a la cuestión fundamental: la relación entre posición y
unidades, que conduce a la definición de posición discursiva.
98
Ya A. M. Bañón Hernández señalaba en 1993, en un trabajo sobre el vocativo, que la posición requiere de
unidades de referencia. Considera que “posición es, además, un concepto siempre dinámico”, en el sentido de
que “la posición lingüística dependerá de la unidad referencial seleccionada” y de que habrá distintas
manifestaciones posicionales: posición absoluta-posición relativa (1993: 19-20).
99
Algo similar sucede, por ejemplo, con otros fenómenos de lengua, como el grado del adjetivo: en el caso
del superlativo relativo “el mejor”, su relación se establece respecto de otros de un grupo o conjunto del
mismo rango o función equiparable en una unidad (el mejor de los jugadores, de los políticos, de los
estudiantes).
80
Marcadores discursivos en posición final
d) Posición y posición discursiva
En el ámbito lingüístico, se ha definido posición, stricto sensu, en dos sentidos
fundamentales a partir de la unidad y del punto de vista del análisis que se lleve a cabo:
-
Sintaxis, oración, relaciones sintagmáticas
-
Discurso, enunciado, UD, relaciones discursivas
-
Pragmática, unidades informativas (foco, tópico, comentario…).
En trabajos anteriores (Montañez Mesas, 2007, 2008a, 2009a y 2009b) se ha
señalado la necesidad de acotar la unidad respecto de la cual se valora la posición de un
elemento. Así, según la naturaleza de dicha unidad, se distingue o especifica el concepto de
posición que se maneja. En otras palabras, puede establecerse una primera distinción entre
-
Unidades sintácticas
-
Unidades discursivas100.
En consecuencia, la posición que ocupe un elemento, en cada tipo de unidad, puede
concebirse de dos maneras, como
- Posición sintáctica. En este caso, la posición se identifica como ‘relación’ de un
elemento con otro: determinante-determinado, núcleo-régimen, núcleo-adyacente…
- Posición discursiva. Aquí la posición se identifica como ubicación en una unidad
del discurso, y dependiendo del rango de esa unidad, el valor funcional del elemento
analizado variará.
e) Posición y combinatoria
Entre los conceptos afines a ‘posición’ o que se relacionan con ella, se encuentra un
último tipo que hace referencia a la relación de dos elementos lingüísticos en el discurso:
coaparición, coocurrencia101, concurrencia, combinación o combinatoria. Todos ellos
100
101
Cepeda (1999: 106) distingue función sintáctica y función discursiva en el uso de los conectores.
En M. J. Cuenca, 2009, co-occurrence.
81
Marta Pilar Montañez Mesas
pueden discriminarse gracias al concepto de posición discursiva. En el caso de los
marcadores, muchos se sitúan en un mismo punto del discurso, compartiendo posición
discursiva. En el caso de los marcadores que aquí se analizan, se ha incluido un apartado
específico sobre la combinatoria más frecuente que se documenta en el corpus.
La combinatoria de MD suele generar secuencias más o menos fijas, en cuanto a la
posición que ocupa cada elemento, aunque en el caso de nuestros marcadores, en muchos
casos alternan su posición:
a)
¡Claro hombre! / ¡Hombre claro!
b) ¿eh? ¿no? / ¿no? ¿eh?
En el DPDE se han denominado a estas combinaciones fórmulas conversacionales.
En el corpus utilizado se documentan tanto combinaciones de dos marcadores, como
combinaciones de marcadores con otros elementos discursivos. El valor de la estructura
resultante se comentará en cada marcador analizado.
3.3 PROPUESTA DE DEFINICIÓN DE POSICIÓN DISCURSIVA
3.3.1 Posición, sintaxis y orden de palabras
El concepto de ‘posición’ se asocia de forma inmediata al de sintaxis, que significa
etimológicamente “con orden”, ya en sentido griego (Padilla García, 2005: 24). A partir de
aquí consideramos que se debe distinguir una sintaxis de la oración (de la que se encarga la
gramática) y de una sintaxis del enunciado (que se produce en el discurso). De manera
aproximada, la sintaxis se define tradicionalmente como la disciplina que estudia la
estructura interna de las oraciones y las relaciones entre sus constituyentes, esto es, una
manera de descomponer en unidades un todo (el texto). Según el Esbozo (Real Academia
Española, 1973: 349):
A la Sintaxis corresponde estudiar el contexto como tal, es decir, las agrupaciones de palabras
conexas o relacionadas entre sí, con los medios para significar sus relaciones mutuas, y señala y
clasifica las unidades o agrupaciones que la intención del hablante establece en el conjunto de la
elocución.
82
Marcadores discursivos en posición final
L. Gómez Torrego (1990) comparte la definición del Esbozo sobre la sintaxis y
afirma que “toda agrupación o palabra resultantes de una segmentación es una categoría
que desempeña una función en la oración” (1990: 3). Un MD es, por lo general,
segmentable, tiene, por tanto, una función, aunque esa función es discursiva, pertenece a la
sintaxis de la enunciación. Este autor defiende “el análisis sintáctico que tenga como base
la oración”, por lo que los límites de la sintaxis se hallan en esta unidad; en caso de
considerar una sintaxis del discurso (o del texto, en sentido amplio) estaríamos ante otro
campo de estudio que requiere una metodología y unas unidades diferentes.
La posición es, sencillamente, la plasmación del orden de palabras, y como bien
expone Gili Gaya “el orden es la forma más primitiva de establecer relaciones sintácticas”
(1998). Por tanto, posición, orden y sintaxis son términos muy próximos que, no obstante,
conviene deslindar. Nosotros manejamos los términos del modo que sigue. Entendemos por
Sintaxis la disciplina que estudia las relaciones entre unidades. En cambio, posición es el
lugar que ocupa un segmento con respecto a otros. Por último, el orden es la valoración del
todo, no de la posición de un elemento o parte.
Hay que distinguir también entre orden gramatical (SVO, p. ej.) y orden
informativo (tópico, tema, rema), en este sentido, muchos autores han estudiado el orden de
palabras y la posición atendiendo a sus implicaciones informativas. Es el caso de C.
Fuentes, para quien
El hablante organiza la información que desea transmitir en función de lo que presupone que conoce
su interlocutor / receptor. Esto también afecta a la estructura sintáctica elegida y al orden de los
miembros dentro del periodo oracional. (1999: 11)
Es decir, el hablante ordena las palabras según las preferencias comunicativas de
cada momento. En el discurso oral no planificado el orden no siempre responde al orden
canónico impuesto por la gramática, sino que el hablante formula su mensaje estableciendo
prioridades informativas102 y organiza su emisión según la intención comunicativa o el
efecto que quiera causar en su receptor, todo ello de forma improvisada, pues gestiona la
información sobre la marcha, sin una planificación previa.
102
Así lo corrobora S. Gutiérrez Ordóñez (1997: 29), quien considera que “el orden no depende, en general,
de las funciones sintácticas ni semánticas, sino de las funciones informativas”.
83
Marta Pilar Montañez Mesas
El orden de palabras obedece, por tanto, a las necesidades comunicativas de la
conversación, de modo que se producen desajustes en el esquema sintáctico SVO con que
habitualmente se define la sintaxis del español, y esa variación en el orden de palabras
canónico es especialmente evidente en el uso coloquial de la lengua.
3.3.2 Sintaxis y sintaxis coloquial
Dado que analizamos muestras de conversaciones coloquiales es preciso detenernos
en las valoraciones sobre la sintaxis del registro informal de la lengua, que habitualmente
(aunque no en exclusiva) se emplea en el coloquio y el orden en esta. Así, la sintaxis
coloquial se ha descrito, en ocasiones, como desmembrada o caótica pero, como demuestra
A. Narbona Jiménez (1989: 166) el carácter parcelario o fragmentario de la sintaxis
coloquial “básicamente acumulativa” se debe a que
La organización es distinta que en la lengua culta. No es una des-ordenación del orden tenido como
lineal, normal o lógico, sino que responde a factores prioritarios diferentes, relacionados con el valor
informativo, con independencia de las relaciones estrictamente funcionales. No es menos trabada,
sino que prefiere servirse de esquemas que no constriñen por anticipado el significado de la relación
entre los miembros de un periodo y de la que contraen éstos con la unidad global resultante. (1989:
167)
A. Briz Gómez (1998) llama “planificación sobre la marcha” a la causa que
favorece este tipo de sintaxis. En la misma línea que A. Narbona Jiménez, B. Gallardo
Paúls (1996: 79) considera que “en la conversación la sintaxis se subordina por lo general
a las necesidades pragmáticas y de eficacia comunicativa”103. Esta autora recoge los
“intentos de caracterizar la conversación como una unidad de la lingüística” llevados a
cabo por autores anteriores (1996: 45), es decir, demuestra que es un género discursivo apto
para la investigación y es precisamente el nivel sintáctico (junto al léxico-semántico) el que
más ha atraído a los estudiosos de la lengua oral conversacional..
En este punto, nos parece muy interesante la consideración que hace C. BlancheBenveniste (1998) a propósito de la sintaxis en la conversación, ya que considera que no es
‘lícito’ comparar la sintaxis de un texto, que es un producto lingüístico, con la sintaxis de
una conversación, ya que esta no refleja sino un discurso en proceso de producción. Esta
103
De modo similar se expresa también A. Hidalgo Navarro (2001: 1596).
84
Marcadores discursivos en posición final
distinción entre el discurso como proceso y el discurso como producto, o como discurso
acabado / no acabado es muy cercana a la idea de ‘planificación sobre la marcha’ de A.
Briz Gómez (1998) y señala el carácter espontáneo de este tipo de discurso104.
Por su parte, X. Padilla García (2005) ha estudiado en profundidad el orden de
palabras, especialmente del español coloquial en la conversación, cuyo orden más frecuente
es (S)VO, esto es, con caída del pronombre sujeto. Como bien afirma X. Padilla García
(2005: 27) solo estableciendo el orden podemos definir el desorden. Así, aunque con menor
frecuencia de lo esperable, pueden darse dos fenómenos sintácticos en la sintaxis informal
oral: las dislocaciones (DIS) y las topicalizaciones (TOP)105. Estos y otros cambios de
posición obedecen a “diferentes tipos de estrategias pragmáticas.” (2005: 63)106. En cuanto
a la estructura informativa, utiliza el concepto como hiperónimo de dos estructuras:
a) estructura tópico-comentario (vinculada a la enunciación) y
b) estructura tema/rema (vinculada al contexto)
Señala, además, que la primera posición se ha confundido habitualmente con tema y
con tópico (2005: 48 y ss.) y considera que deben diferenciarse, especialmente, en lo que
atañe a la primera posición absoluta, ya que, según el autor,
en los turnos e intervenciones de las conversaciones coloquiales es frecuente que la primera posición
absoluta esté ocupada por un subacto adyacente107, posibilidad conversacional que es normalmente
rellenada por un marcador discursivo (2005: 52).
El tópico puede no ocupar la primera posición absoluta, por lo que no debe
emplearse dicho término para referirse a la posición de un marcador: afirmaciones como “el
marcador X se sitúa en posición temática” no sería totalmente aceptable. Tampoco ha de
104
Se podría comparar, por ejemplo, con discursos que muestren esa planificación, por ejemplo, la escritura
infantil, ya que su lenguaje se encuentra en fase de aprendizaje; o bien, con los distintos borradores previos a
un texto final.
105
Define la dislocación como un subgrupo de topicalización (2005: 122) que supone el “cambio de posición
de un objeto desde su posición posverbal a una posición inicial o final del enunciado”. La topicalización, por
otro lado, es la “colocación de un elemento, sea éste objeto o no, en la posición inicial o final del enunciado
sin aparición de clítico”.
106
Sobre la variación estratégica de ciertas estructuras en posición de periferia izquierda (aplicado al francés y
al español), pueden consultarse los trabajos de K. Lahousse, como la conferencia “The left periphery and
nominal inversión in Romance”, pronunciada en la 38th Annual Conference SLE (Societas Linguistica
Europaea: Formal, Functional and Typological Perspectives on Discourse and Grammar), Valencia, 7-10 de
septiembre de 2005).
107
El subrayado es del autor.
85
Marta Pilar Montañez Mesas
confundirse con foco (elemento realzado, destacado, generalmente mediante rasgos
prosódicos), ya que “ni el realce es exclusivo de la primera posición, ni la posición es el
único mecanismo existente para indicar énfasis o realce” (2005: 60)108.
Resumiendo, los patrones sintácticos de la gramática se alteran en el discurso oral
espontáneo para ajustarse al desarrollo de la interacción a elección de cada hablante. La
posición de unos y otros elementos revela dicha planificación sobre la marcha con la que
hemos calificado la conversación coloquial, y no siempre la posición topicalizada o
dislocada de un segmento se debe a un fallo en la planificación, sino que, en la mayoría de
ocasiones, es estratégica: cierta información se desplaza para causar en el oyente un efecto
previsto por el hablante, lo mismo sucede en el uso de un MD. Esa posición puede definirse
según dos niveles, uno puramente sintáctico y otro, discursivo, como se define en el
epígrafe siguiente.
3.3.3 Posición sintáctica y posición discursiva
El concepto de posición opera en dos niveles que es conveniente diferenciar para
que el análisis de los marcadores sea coherente. Por un lado, la posición en el nivel
sintáctico ubica las partes de la oración con respecto a las funciones sintácticas: un
elemento puede aparecer sintácticamente antepuesto o pospuesto al verbo, al sujeto,... Su
posición determina la relación con respecto a los demás constituyentes, en este caso, una
relación sintáctica (relación determinante-determinado, núcleo-adyacente, etc.). La unidad
en la que se establecen estas relaciones es la oración. Por otro lado, la posición en el nivel
discursivo revela la función pragmática del elemento que, en ese caso, tiene un carácter
extraoracional, pues los límites para emplear conceptos como posición inicial, media o final
108
Las propuestas, quizá, más destacadas del autor sean, por un lado, proponer la existencia de construcciones
de sintaxis simplificada (CSS), que demuestran que aunque los hablantes pierdan el hilo sintáctico, no pierden
el hilo informativo “y logran ser relevantes, comunicativamente hablando, porque optimizan los recursos de
la lengua que van más allá de lo puramente sintáctico o construccional.” Esta idea le permite, además,
rechazar una total integración de la pragmática en la gramática (2005: 125). Por otro, diferencia entre un
orden sintáctico y un orden pragmático, definidos a partir de una serie de rasgos como la alteración del orden
básico SVO, la perspectiva, el patrón y la existencia o no de métodos de compensación de la pérdida de
perspectiva del patrón (2005: 171-2), que le permiten ubicar todas las posibles construcciones, ya que, entre
ambas categorías establece “un espacio categorial flexible”, esto es, siguiendo las propuestas cognitivas, el
espacio entre dos polos del continuo donde se definen los prototipos de cada categoría (orden sintáctico y
orden pragmático, 2005: 179).
86
Marcadores discursivos en posición final
los identificamos con una unidad del discurso. Por tanto, la posición, en términos
sintácticos, tiene como margen el marco oracional y las nociones que expresa se refieren a
la relación de un elemento con respecto a las unidades sintácticas y sus funciones, por
ejemplo, una conjunción o transpositor, con respecto a los demás miembros a nivel
sintáctico, puede funcionar como introductor de proposición subordinada, coordinante
adversativo, copulativo..., aunque dicha conjunción se reconozca, en el nivel discursivo,
como marcador109.
Cuando acudimos a los estudios sobre marcadores, observamos que muchos autores
manejan el criterio de la posición atendiendo de forma más o menos explícita a relaciones
sintácticas dentro de la oración. Aunque algunas obras emplean la unidad enunciado,
siguen aludiendo a nociones sintácticas en la descripción de la posición de ciertos MD. Es
el caso de M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés Lázaro (1999: 4062), en afirmaciones
como “las conjunciones siempre preceden al sintagma”, es decir, toman como unidad de
referencia la oración, unidad sintáctica de la gramática y no del discurso110.
En otros casos, estos autores ya vinculan posición y unidad discursiva (no
sintáctica), cuando señalan que “ciertos marcadores adquieren sentidos condicionados por
la posición del intercambio en el que se encuentran” en una conversación. En concreto,
establecen diferentes sentidos en algunos MD según aparezcan en intervenciones reactivas
preferidas o no preferidas (1999: 4079). La intervención, frente al sintagma o la oración, sí
es una unidad del discurso.
En efecto, cuando se analizan muestras del discurso oral, debe recordarse que, como
indica C. Fuentes Rodríguez (1996: 7), el hablante “no habla con oraciones, sino que
relaciona enunciados, párrafos, incluso tiene que mantenerse en conexión estrecha con su
interlocutor”. Por ello, la posición de los MD, u otros elementos discursivos, y las unidades
de referencia deberán entenderse no en términos sintácticos sino discursivos, como las
unidades propuestas por el Grupo Val.Es.Co. (2003, 2014) (cf. §3.3.3).
109
La posición se ha estudiado referida a los adjetivos (y sus implicaciones semánticas), o del sujeto, el verbo
y los constituyentes del predicado en las lenguas de orden fijo, pero apenas si se ha estudiado en relación con
los MD.
110
Posición y unidad son realidades paralelas y la inadecuación en el uso de la posición refleja lo inadecuado
de las unidades que se manejan.
87
Marta Pilar Montañez Mesas
En el caso del DPDE, la posición sí se utiliza en términos discursivos y se emplea
como unidad de referencia el “miembro del discurso”, que funciona a modo de hiperónimo
de las posibles unidades de segmentación del discurso, para evitar así el uso de unidades
sintácticas111.
Por tanto, la posición puede entenderse en dos niveles: sintáctico y discursivo. La
posición que ocupa un elemento será una noción sintáctica si se analiza respecto a unidades
sintácticas, y será discursiva si se estudia dicho elemento en relación con unidades del
discurso (conversacional, en nuestro caso). En el caso de los MD, dado que sintácticamente
son marginales, periféricos o extraoracionales y quedan fuera de la unidad gramatical
oración, su posición se establece respecto a otro tipo de unidad, al enunciado o miembro del
discurso, a esto nos referimos con posición discursiva.
3.3.4 Aproximación a una definición de posición discursiva
La posición discursiva puede definirse como el lugar funcional de un segmento en
una unidad discursiva. Esto es, la posición está ligada a una función discursiva (o varias)
según el tipo de unidad respecto a la que se analice un elemento, es el límite funcional de
dicho segmento, hasta el punto de que posición y función pueden interpretarse como
sinónimos en algunos casos. Así, las nociones de apertura, continuación y cierre (C.
Fuentes Rodríguez, 1996: 22) son funciones discursivas, pero también son posiciones que
pueden ocupar determinados elementos lingüísticos.
Siguiendo la línea marcada por A. Briz Gómez (2005), la posición no puede
estudiarse como fenómeno aislado, abstracto, sino en relación con las unidades donde el
elemento tenga dicha posición, es decir, un marcador ocupa un lugar dentro de una unidad
(que habrá que determinar) y con respecto a otros elementos, o lo que es lo mismo, un
marcador aparece en posición inicial, media o final de una unidad del discurso con respecto
a otros miembros del discurso.
111
Puede compararse, por ejemplo, el artículo de una partícula discursiva de un solo valor (monosémica),
como eso sí o al contrario con otra como bueno, que posee más de un valor fundamental (y por tanto, descrita
en varias entradas o artículos distintos). En ambos casos, se expresan las posiciones más frecuentes y se
observa ese uso de ‘miembro del discurso’.
88
Marcadores discursivos en posición final
De ese modo, la posición de un segmento está siempre ligada a una unidad, por lo
que, en última instancia, el objetivo del trabajo sería llegar a predecir que un MD X en la
posición Y (de una unidad Z) desempeña tal función pragmática: conexión, formulación,
modalidad o control del contacto.
Ya S. Pons Bordería (2001: 235) considera que, en relación con la combinatoria de
MD en posición inicial –su ubicación más habitual, pero no la única–, “in order to achieve
a clearer picture of the structure regularities of first position, a theory of units will be
hended”, de ahí que nos detengamos explicar en qué unidades vamos a estudiar la posición
(y también, aunque de manera subsidiaria, la combinación) de MD en el capítulo 4, pues,
de otro modo, estaríamos usando posición de un modo abstracto e inoperante.
También se ha utilizado la posición desde el punto de vista prosódico tomando
como referencia unidades entonativas. Así, Cepeda (1999) analiza algunos MD según la
unidad tonal en que aparezcan y establece cuatro posibles posiciones: inicio, cuerpo,
término o constituyente total de su unidad.
Aunque planteada en relación con el vocativo, resulta interesante la propuesta de
posiciones que emplea Bañón Hernández (1993), teniendo en cuenta que muchos MD, al
igual que los vocativos, se sitúan en la periferia de las unidades (llámense genéricamente
enunciados, por el momento). El autor distingue hasta 7 posibilidades: inicial, final,
posmarginal, premarginal, central, poscentral y precentral.
3.4 DOS POSICIONES RELEVANTES: POSICIÓN INICIAL Y POSICIÓN FINAL
Las posiciones relevantes desde el punto de vista pragmático son la posición inicial
y la posición final. Según S. Pons Bordería (1998: 199) “La primera posición de los
enunciados (unidad de habla) es la posición de varias funciones pragmáticas” (a saber,
conexión, formulación, modalidad y control del contacto). La posición se ha vinculado a la
función discursiva; así, L. Cortés y M.ª M. Camacho (2005: 31) establecen tres posiciones
básicas de organización y distribución discursiva: inicio, mantenimiento y cierre, en las que
se desarrollan tres “funciones textuales-discursivas” con las que se puede identificar un
marcador, a saber, apertura, desarrollo y cierre. Muy similares son las que emplea C.
Fuentes Rodríguez (1996: 22; 47), esto es, apertura, mantenimiento y cierre.
89
Marta Pilar Montañez Mesas
A. B. Stenström y A. M. Jørgensen (2008b) hablan de opening y closing. Estas
autoras inciden en la posición inicial y final desde el punto de vista de los límites del
discurso o de una UD: apertura y cierre. También hablan de turn-initial position, turnmiddle position y turn-final position, es decir, vinculan posición con una unidad, el turno.
Otras etiquetas inciden en el valor informativo; así, se define la posición en términos de
preludio, paréntesis y coda.
No obstante, la mayoría de estudios, generalmente sintácticos, sobre la posición de
ciertas partes de la oración se engloba en las nociones sentence-final y sentence-initial
position112. Por su parte, M.ª A. Martín Zorraquino (1998: 41) considera que
“Habitualmente se reconocen, para muchos de los marcadores, tres posiciones posibles
dentro del enunciado en el que comparecen: la inicial, la media –o intermedia– y la
final”113, aunque “ciertos marcadores comparecen en una posición determinada en el
discurso” (ahora bien, al comienzo del enunciado, por poner un ejemplo). Es decir, los MD
también pueden reconocerse por su posición en unidades del discurso, como venimos
exponiendo en este trabajo. También G. Cepeda y M.ª T. Poblete (1997: 202 y ss.) y G.
Cepeda (1999), a partir de la unidad turno, diferencian tres ubicaciones: inicio (donde es
más frecuente la presencia de MD), progresión y cierre. Asimismo, establecen tres tipos de
MD según su mayor frecuencia de aparición en una ubicación u otra de una unidad tonal:
-
MI (marcadores de inicio)114, al inicio de la unidad (IP)
MC (marcadores de cuerpo), dentro de la unidad (P/) y
MT (marcadores de término), al término de la unidad entonacional (TP).
Cepeda (1999) va más allá y diferencia entre ubicación en el turno, ubicación en los
actos de habla y ubicación dentro de la unidad tonal. Dicho de otro modo, establece tres
niveles o tres modos de evaluar la posición de un marcador. La autora analiza un grupo de
112
Buena cuenta de ello se dio, entre otros, en el 38º Congreso de la Societas Linguistica Europaea, celebrado
en Valencia, Universitat de València, del 7 al 10 de septiembre de 2005, en el que uno de los paneles
temáticos trataba, precisamente, sobre estas cuestiones.
113
También en el DICME (Diccionario de marcadores y colocaciones del español) se emplean inicial, medial
y final como posiciones de un marcador pragmático y así lo indican en la microestructura en el apartado 4,
sobre caracterización sintáctica (M. Alonso Ramos y N. Vázquez Veiga, apud. R. González Ruiz [2010], en
Loureda Lamas y Acín Villa, pp. 647 y ss.).
114
Carbonero Cano y Santana Marrero (2010: 508-9) recogen varios trabajos de Mª José Serrano (1995, 2001)
en los que estudia la distribución sociolingüística de la verdad y pues en dos comunidades de habla: la de La
Laguna (Tenerife) y el área metropolitana de Madrid; y en 1999, bueno en Santa Cruz de Tenerife, como
marcador de inicio de turno de conversación y como marcador de contraposición.
90
Marcadores discursivos en posición final
conectores distinto a los que son de interés en esta investigación, pero su planteamiento
puede resultar útil para otros grupos de MD.
En el ámbito coloquial, X. Padilla García (2005: 158) define el esquema completo
de una intervención como la suma de tres elementos, a saber, anticipo, posición intermedia
y coda. En todo caso, concede menor importancia a la posición intermedia.
En general, posición inicial y posición final se han identificado habitualmente con la
primera y la última palabra o con la primera o última posición sintagmática, como también
ha señalado S. Pons Bordería (2001: 228-8; 2006: 85), sin embargo, posición inicial y
posición final no siempre significan la primera y la última palabra o unidad verbal de un
segmento, ya que, muchas veces, esa unidad se sitúa en posición inicial o “hacia el inicio”,
o bien, en posición final o “hacia el final”, debido a que el orden informativo es distinto del
orden gramatical. En la lengua oral, el hablante tiende a organizar la información según
parámetros comunicativos, lo que provoca que ciertas unidades modifiquen su posición
habitual por motivos estratégicos. De ahí que surjan alteraciones en el orden,
topicalizaciones o dislocaciones (Padilla García, 2005), que dejan otros elementos en
posiciones aparentemente interiores en la unidad. Por ello, emplearemos las nociones ‘hacia
el inicio’ y ‘hacia el final’ cuando se produzcan fenómenos de este tipo. Ya J. Ortega
Olivares (1986: 288) señalaba la posibilidad de que estos marcadores, restos fosilizados de
preguntas, aún puedan mostrar extensiones o expansiones. Un ejemplo lo encontramos en el
fragmento siguiente:
(3)
1B1: y no se levantará NI A COME(R)§
1A1:
§ no↓ me levantaré a comer↓ pero estaré→/con unas ojeras↑
2B2: increíbles (( ))///(8’’) tú ¿cuál querías ver/ papi↑// de peli↑?115
1C1: no vale ninguna (10’’)
B3: [¡HOLA/ GÜILI!/116 ¿QUÉ no te he dicho=]
A2: [está bueno ¿eh?// el jamón]
B3: = nada? Güili↓ ¡cariño!// está costipaete§
C2:
§ ¿parto el otro?§
(VC.117.A.1, p. 331, l.375)
115
116
Película de televisión.
B habla con el gato (Willy).
91
Marta Pilar Montañez Mesas
En este ejemplo, la emisión de A2 constituye, según el modelo de unidades
propuesto por el grupo Val.Es.Co., una intervención no turno117, pues la pausa detrás del
marcador nos indica que no ha obtenido respuesta por parte de sus interlocutores. La
intervención A2 está constituida por un acto que, a su vez, lo forman tres subactos, a saber,
un subacto sustantivo (está bueno), un subacto adyacente y otro sustantivo subordinado
(¿eh? y el jamón). El segmento el jamón funciona como extensión explicativa del acto ‘está
bueno’118, de modo que el MD queda en posición final, aunque seguido por otro subacto
que funciona como explicación o aclaración de lo anterior, por tanto, ‘hacia el final’. Las
nociones de intervención o subacto se tratarán con detalle en el capítulo siguiente.
3.4.1 La posición inicial
Los MD ocupan habitualmente la posición inicial, como señala, entre otros, S. Pons
Bordería (1998a; 2001: 227; 2006: 85)119. Este autor retoma (2001: 226-7) la definición de
D. Schiffrin sobre MD en la que se describen como “utterance-initial elements” (1987:
326-7) y se plantea qué se entiende por ‘posición inicial’ (first position). De acuerdo con
este autor, la noción de primera posición puede entenderse de dos modos: a) la primera
palabra de un enunciado; o b) la primera posición sintagmática. Según Pons Bordería, la
elección de una u otra acepción radica en el tipo de elemento que analicemos: la primera es
más adecuada para definir MD, y la segunda, para la definición de un tipo de MD, los
conectores, ya que un marcador puede preceder a un conector en posición inicial de un
enunciado (lo ejemplifica con “well, and…”, 2001: 228; es decir, el marcador well se
emplea en posición inicial seguido del conector and)120.
En la posición inicial de una unidad discursiva se desarrollan varias funciones
pragmáticas. Lo más frecuente es la apertura de una unidad: ya sea secuencia (saludos y
117
Las nociones aquí manejadas (intervención, acto) se explican en el capítulo siguiente, pero se anticipan
aquí para explicar adecuadamente los ejemplos.
118
Por otro lado, no creemos que el solapamiento deba considerarse como un turno competitivo, ya que se
produce una escisión conversacional especial y B3 interactúa con un animal doméstico y no con los demás
interlocutores presentes.
119
Al respecto, se considera que el primer elemento o lo primero de un conjunto, en nuestra cultura, siempre
implica énfasis (Padilla García, 2005: 58), no solo por la posición.
120
Precisamente la conjunción copulativa y (and) es el conector que prototípicamente se sitúa con más
frecuencia en posición inicial, de ahí que haya sido objeto de estudio en varios trabajos. Sirva de muestra el
artículo de H. Dorgeloh (2004) respecto de esta forma and en inglés.
92
Marcadores discursivos en posición final
apelativos, inicio del tópico discursivo, Gallardo Paúls, 1993: 41), intercambio
(presentación, Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005: 86), o intervención (tema,
focalización, Padilla García, 2005), entre otras. No nos detendremos en describir las
diferentes funciones que se desarrollan en posición inicial (aunque las tratamos brevemente
en §3.5.2.2), puesto que nuestro trabajo se centra en la posición final, por lo que solo hemos
mencionado la apertura para justificar que, aunque en posición inicial y posición final las
funciones comunicativas pertenecen a una categoría más general (apertura y cierre), esas
funciones se pueden concretar algo más en cada tipo de unidad discursiva.
3.4.2 La posición final
Como hemos apuntado más arriba, la posición es una noción abstracta que requiere
de unidades concretas en las que actualizarse. Mientras que la posición inicial (llamada tête
por E. Roulet et alii, 1991, por ejemplo) ha sido tratada en algunos trabajos, la posición
final (y las funciones que a ella se asocian) apenas ha sido estudiada, excepción hecha de
algunas publicaciones sobre apéndices, caracterizados por su distribución en posición final
(Ortega Olivares, 1985 y 1986; García Vizcaíno, 2005; Gille y Häggkvist, 2006; Jørgensen,
2005, 2008, 2009, 2010, 2012)121. De hecho, pocos definen qué entienden por posición
final. Sí lo hace Jørgensen (2008: 392; 2010: 200) al afirmar que “los vocativos se hallan
en posición final cuando están precedidos por tres o menos palabras”.
Por nuestra parte, consideramos que la posición final es una categoría del discurso
oral en que pueden desarrollarse varias funciones122:
121
122
Tratamos por extenso estas obras en la segunda parte de esta investigación.
Para esta clasificación se ha tomado como base la unidad discursiva intervención.
93
Marta Pilar Montañez Mesas
- es un cierre temático (desde el punto de vista semántico)
- desempeña una función metadiscursiva, ya que interviene en la regulación
discursiva de los turnos, tanto cesión del turno, como mantenimiento del turno de
habla; desde el punto de vista del análisis de la conversación es una marca de
Lugar de Transición Pertinente (LTP123)
- es una posición de relevancia informativa (posición informativamente
pertinente); eso lleva a que en la posición final se evidencien las categorías
pragmáticas descritas por Briz Gómez (1998): intensificación124 y atenuación125.
Al igual que hemos visto en relación con la posición inicial, las funciones que se
desarrollan en posición final se engloban en la categoría de cierre (closing), pero se
concretan en cada unidad discursiva, de modo que un elemento (p. ej., un marcador) en
posición final desempeña funciones como conclusión, remate (Cortés Rodríguez y
Camacho Adarve, 2005: 86), atenuación o intensificación de lo dicho (Briz Gómez, 2002:
181; 2009), entre otras, que se analizan con más detenimiento en la segunda parte de esta
investigación.
El concepto de cierre (en lugar de final) es el preferido por C. L. Domínguez Mujica
(2005a) para referirse a una de las tres posiciones que puede ocupar cualquier elemento en
el discurso. Ahora bien, cabe preguntarse si todos los finales son cierres. Algunos autores
los identifican, si bien, en nuestro caso, consideramos que no siempre el final de una unidad
discursiva constituye un cierre. Quizá cuando analizan la posición del marcador se refieren
a unidades dialógicas como el turno de habla, donde la posición final sí coincide con la
posición de cierre. Sin embargo, si nos situamos en el nivel monológico, no todo elemento
en posición final constituye un cierre, sino que puede tratarse de un puente o transición para
123
La noción de transition-relevance place fue introducida por H. Sacks, E. Schegloff y G. Jefferson (1974:
703).
124
Para una revisión de la intensificación como estrategia pragmática, pueden verse los trabajos de Albelda
Marco (2005, 2007) o Briz Gómez (en prensa).
125
En otros casos, se entiende como ‘fuerza argumentativa’, siguiendo los postulados de la Teoría de la
Argumentación de J. C. Anscombre y O. Ducrot, asociada, precisamente, al hecho de aparecer en una
determinada posición, por ejemplo, la posición final. Así lo indica M. Martí Sánchez (2008: 39) cuando
describe el funcionamiento de algunos conectores de tipo sumativo y, en concreto, lo ejemplifica con el MD
aparte:
Con algunos conectores sumativos no se deduce que su argumento sea el más fuerte. Si bien la posición final de este, propia
de los constituyentes remáticos del enunciado, puede facilitar que el argumento cobre una especial relevancia, incluso, dentro
de una gradación.
94
Marcadores discursivos en posición final
la(s) unidad(es) siguiente(s). Por tanto, se hace necesario estudiar la posición en relación a
la unidad del discurso en que puede emplearse cada marcador, pues prevemos que la
distinción entre funciones puede radicar en la posición en diferentes unidades discursivas.
3.4.3 ¿Existe realmente la posición intermedia?
Del mismo modo que con la posición inicial o final, la llamada posición intermedia
es una noción imprecisa si no se cuenta con la descripción de unas unidades reconocibles
en el nivel discursivo. La posición media es, quizá, el límite funcional más difícil de
definir, ya que el interior es todo lo que hay entre la primera y la última palabra, o entre el
primer y el último tópico; es un ‘lugar de nadie’ que muchas veces se asigna intuitivamente.
Es cierto que algunos elementos pueden aparecer en el interior de una unidad discursiva126,
incrustados o a modo de paréntesis, de ahí que algunos autores propongan una posición
parentética (Domínguez García, 2007: 16) e incluso asignen este nombre a un tipo de
marcadores discursivos precisamente por ocupar dicha posición, como es el caso de M. J.
Cuenca Ordinyana (2001, 2006) que estudia los conectores parentéticos. Al respecto,
señala A. B. Stenström (2005: 284) que “turn-medial tags are found in long narrative
turns, for instance, where speakers are inclined to ‘bracket’ units of speech”.
En algunos casos, se habla de posición intermedia o interior sin tener en cuenta que
el análisis no acaba en el enunciado, sino que existen unidades de habla inferiores.
Dependiendo del nivel en que nos situemos, un MD puede ocupar, efectivamente, la
posición intermedia de una unidad del discurso, o puede que ocupe la posición inicial o
final de una unidad inferior.
Observemos la posición que ocupa el segmento ‘digamos’, en el ejemplo que sigue:
En la cena seremos, digamos, dieciséis127
126
C. Fuentes Rodríguez (2009) indica en el apartado de sintaxis, en la microestructura de al fin y al cabo:
“inicial, intercalado o final, en enunciados breves, entre pausas”. Entendemos, a partir de los ejemplos
propuestos en otros apartados del artículo lexicográfico, que la noción de ‘intercalado’ equivale a la de
‘parentético’, máxime cuando indica, a renglón seguido, que “forma grupo entonativo independiente” (s. v. al
fin y al cabo1).
127
Agradezco este ejemplo a D. Antonio Briz Gómez (en comunicación personal).
95
Marta Pilar Montañez Mesas
A primera vista parece tratarse de posición intermedia, medial o interior, si
adoptamos como punto de vista la oración o el enunciado, pero, puesto que el segmento
digamos afecta a dieciséis, habrá que considerar que aparece en posición inicial respecto
del miembro discursivo afectado, independientemente de que desde un punto de vista
sintáctico aparezca en el interior de la oración. Habrá que preguntarse si realmente todos
los marcadores llamados parentéticos ocupan la posición ‘intermedia’ de una unidad, o en
realidad, anteceden o siguen a un elemento para focalizarlo.
Lo que parece incuestionable es que sin unos límites o unidades delimitadas a las
que hacer referencia, la noción de posición no deja de ser equívoca, por lo que requiere de
unidades concretas en las que actualizarse. De esta manera, insistimos en la necesidad de
disponer de una propuesta de segmentación del discurso hablado como la descrita por Briz
Gómez y otros (2003), y ampliada en A. Briz Gómez (2005 y 2006c); A. Hidalgo Navarro
y X. Padilla García (2006) y Grupo Val.Es.Co. (2014) que es el modelo en que nos
basamos.
Por último, cabe mencionar la llamada por M. Estellés Arguedas y S. Pons Bordería
(2014: 128 y ss.) posición independiente, aquella que ocupa un elemento cuando se emplea
por sí solo como intervención. Sobre esta cuestión se tratará más adelante, cuando se
analice el rango estructural de ciertos marcadores que pueden funcionar por sí mismos
como actos (y, en consecuencia, como intervenciones) independientes.
3.5 POSICIÓN, UNIDADES DISCURSIVAS Y MD
La posición de los MD ha de estudiarse, precisamente, en UD, pues posición y
unidad son dos aspectos discursivos que, en la práctica, no pueden disociarse. A
continuación se esboza un breve resumen de algunas propuestas sobre marcadores que
atienden, entre otros factores, a la posición que ocupan en diversas unidades del discurso.
3.5.1 Posición y unidades discursivas
El criterio que postulamos para el análisis de marcadores del discurso es la posición
discursiva. Los segmentos que se han venido denominando MD se insertan en un punto
96
Marcadores discursivos en posición final
determinado del discurso en el que desempeñan una función (conexión, modalización,
focalización y control del contacto, en el DPDE; o bien, estructurador de la información,
conector, reformulador, operador argumentativo y marcador conversacional, si tomamos
la clasificación de M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés Lázaro, 1999).
A ese lugar funcional lo denominamos posición discursiva. La posición discursiva
de los marcadores conversacionales se asocia a determinadas funciones y requiere de unas
unidades a las que hacer referencia. Esas unidades son las unidades de la conversación, que
se exponen en el capítulo 4.
En la bibliografía reciente sobre MD encontramos algunos trabajos que vinculan las
funciones de los MD a las UD en que aparecen. Así, A. Briz Gómez analiza el valor de o
sea y atiende, entre otros factores, a sus capacidad distribucional (al principio, al final o en
el interior) de una intervención (2002). Establece incluso una correspondencia entre
posición y función cuando afirma que
cuanto más alejado de dichas posiciones iniciales, menor será su valor conectivo textual y mayor su
carácter interactivo modal y modalizador. Y en posición final o sea ha perdido su valor de conector
(2002: 181).
A. Briz Gómez aplica la teoría de las unidades al estudio de otros MD y demuestra
su eficacia (2005). También en A. Briz Gómez (2006a) defiende que las funciones
pragmático-discursivas de los marcadores se establecen a partir de la posición y de la UD
en la que aparecen; en concreto, analiza el marcador no, que se emplea con valor concesivo
en posición inicial de un acto o intervención reactiva, posición discursiva en la que es un
subacto adyacente.
A. Briz Gómez y A. Hidalgo Navarro (1998) también combinaban posición y
unidades, y realizan afirmaciones relativas al conector bueno:
en la intervención, en posición interior de enunciado, bueno explica, matiza, etc., en parte o
completamente, lo dicho; marca el cambio temático, secuencial; o expresa la recuperación de la
secuencia anterior tras una precisión. [Mientras que] en el intercambio, en posición inicial de
intervención reactiva, bueno es, en cambio, un preludio concesivo de una antiorientación posterior,
reformulador argumentativo, señal de desacuerdo.
Y cuando introduce un enunciado en una secuencia de cierre tiene valor de
conclusión conversacional (1998: 128-9). Es decir, no solo vinculan el estudio de los
97
Marta Pilar Montañez Mesas
conectores pragmáticos a las unidades en que aparecen, sino que distinguen dichas
unidades según pertenezcan al nivel dialógico o al nivel monológico.
Por su parte, J. Gille y C. Häggkvist (2006) toman la propuesta de L. Fant sobre
niveles discursivos y los relacionan con los apéndices conversacionales. Dicho de otro
modo, establecen cinco funciones para este tipo de marcadores a partir del nivel discursivo
en el que se sitúen y tienen en cuenta, además, la posición, pues estudian elementos que se
caracterizan, precisamente, por su aparición en posición final.
L. Cortés Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005) describen la función de
ciertos marcadores según la UD a la que afecte. Dentro de los marcadores interactivos (v.
§2.1.3) dan cuenta de si aparecen en intervenciones iniciativas o en intervenciones
reactivas. Asimismo, ya D. Schiffrin (1987: 31) proponía explicar los MD a partir de las
unidades de habla en que aparecen, puesto que, según la autora, “many units of talk which
influence the use of markers”.
Más recientemente, A. Briz Gómez y S. Pons Bordería (2010) vinculan posición y
unidad aplicadas a ¿eh? y a bueno y establecen una primera distinción entre aquellos que
forman acto por sí mismos y aquellos que forman parte de acto. Es decir, determinan su
rango estructural. Este trabajo es pionero en relacionar posición, unidades discursivas y
marcadores y supone una novedad de gran relevancia para el estudio de las partículas
discursivas. También en Estellés Arguedas y Pons Bordería (2014) se emplea la relación
entre posiciones y unidades para determinan las funciones de bueno/por cierto como MD
en posición inicial absoluta, lo que les confiere la capacidad para iniciar un nuevo discurso
dentro de la conversación.
Otros autores, aunque no se centran exactamente en la relación entre unidades y
valores pragmáticos, sí observan diferencias en el uso de ciertos marcadores según la
posición que ocupen y según la unidad del discurso en que aparezcan; tal es el caso de J.
Portolés Lázaro (1998: 128 y ss.), quien destaca algunos valores de pues y bueno, en
intervenciones reactivas. También se indica que ciertos MD poseen la capacidad de
constituir solos un enunciado “e incluso llenar un turno de palabra o una ‘intervención”
(Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999: 4145). Sin embargo, esta no es una
98
Marcadores discursivos en posición final
característica general de los MD, ya que algunos tipos, como los conectores, no son
autónomos y se definen por su incapacidad para formar por sí solos turno de habla (Portolés
Lázaro, 1998: 57)128. Frente a los conectores, casi todos los marcadores que aquí se
analizan pueden emplearse como actos (formando un enunciado independiente susceptible
de funcionar como turno en una intervención). Por tanto, ciertos usos de algunos MD
presentan autonomía como unidad del discurso, aunque, eso sí, requieren de un cotexto
previo o de una situación comunicativa que los integre.
También M. Chodorowska (1997: 366-7) establece valores distintos del marcador
interaccional ¿(me) entiendes?129 en conversaciones transaccionales no secretas, según la
posición, a saber, valor de búsqueda del acuerdo o la aprobación, generalmente en
enunciados impositivos y seguido de una explicación o justificación, en posición media y
con enunciados menos impositivos, que expresan una situación problemática o un consejo,
en posición final, como analizaremos (§7.2).
Por otro lado, la posición frecuente de un determinado MD en una unidad es una de
las causas determinantes en el proceso de gramaticalización de este tipo de elementos
lingüísticos. En ese sentido, L. Cortés Rodríguez (1991: 118) afirma que:
Al igual que hay casos de enlaces aceptados gramaticalmente que pierden su condición para
convertirse en meros expletivos, también existe el proceso contrario: un término gramaticalizado con
carácter expletivo puede, tal vez por un uso continuado en determinada posición, adquirir en el habla,
aunque se siga ignorando en las gramáticas, un sentido concreto, lo que lo convierte en muchas
ocasiones en conector.
A. B. Stenström (2005) considera que la posición (junto a la entonación y el
contenido léxico) determina funciones distintas, de modo que elabora una clasificación de
las funciones de las tags según la posición en UD. En la misma línea, D. Schiffrin ya
consideraba la entonación y la posición como dos condicionantes de los distintos efectos
pragmáticos (valores, podemos entender) que desarrollan los marcadores, como y’know
(1987: 293).
128
También M.ª N. Domínguez García (2007: 20) señala la “incapacidad para formar enunciados por sí
mismos” de los conectores discursivos.
129
Lo reproduzco con el pronombre entre paréntesis porque no siempre aparece, sobre todo, en la
conversación.
99
Marta Pilar Montañez Mesas
A. González-Ledesma y M. Garrote (2009) también incluyen la posición discursiva
como parámetro de análisis de MD, aplicado a un corpus de habla infantil espontánea
(CHIEDE) y establecen, para sus objetivos, tres posiciones:
- “principio de turno
- principio de enunciado (después de pausa fuerte y descendente)
- interior de enunciado”.
En conclusión, todas estas propuestas que vinculan la función de los marcadores a la
posición en unidades del discurso demuestran lo productiva que puede resultar la noción de
posición discursiva.
3.5.2 MD y posición
La unidad de referencia elegida para el análisis es la intervención, ya que se trata de
una unidad estructural y que enlaza el nivel monológico (del que se constituye como unidad
máxima) con el nivel dialógico (del que forma parte como constituyente del intercambio).
En las líneas que siguen, a la hora de definir los valores de los MD según la posición
discursiva habrá que tener en cuenta el tipo de unidad en que nos situemos. Es decir, si nos
centramos en el nivel estructural o en el nivel social. Esta distinción de niveles queda
recogida en la ficha que aplicamos al estudio de los MD conversacionales (§5.1.4).
En cuando al nivel social, parece claro que lo relevante no es tanto diferenciar si el
MD se sitúa en una intervención que es o no reconocida por los demás hablantes (y, en ese
caso, es turno), sino observar si existen diferentes funciones en cada caso o si la intención
en el uso del MD es la misma independientemente de la aceptación o no de la emisión del
hablante por parte del interlocutor.
En cuanto al nivel estructural, es preciso distinguir dos nociones: posición absoluta
y posición relativa.
100
Marcadores discursivos en posición final
3.5.2.1 Posición absoluta y posición relativa
Empleamos la noción posición absoluta para referirnos a aquellos casos en que un
MD la ocupa con respecto al conjunto de la UD en que aparece. Esto es, posición inicial o
posición final absoluta de intervención implica el inicio o final de dicha unidad
independientemente de si se trata de una intervención simple o compleja, es decir, si está
constituida por uno solo o más actos. En cambio, la posición relativa sería aplicable a la
noción de ‘posición inicial de acto’, si este formara parte de una intervención compleja, en
cuyo caso, dado el carácter aislable de un acto (el hecho de poder constituirse por sí solo
como intervención) la posición del MD es inicial relativa (por situarse en un acto en el
interior de la intervención) pero podría ser absoluta. En nuestro caso, prescindimos de la
noción de posición relativa y empleamos siempre los términos posición inicial, media y
final en sentido absoluto. De ahí que, al establecer las posiciones en UD nos refiramos, por
ejemplo, a posición inicial de acto (se entiende, de un acto en el interior de una
intervención, puesto que si la intervención está formada por más de un acto, y se sitúa al
inicio del primer acto, coincide con el inicio de la intervención, y es, por tanto, redundante,
como vemos en el gráfico siguiente:
Ai
Am
Af
INTERVENCIÓN
Este cuadro representa la visualización de una intervención compleja formada por
tres actos, un primer acto o acto inicial (Ai), el/ los acto(s) intermedios (Am) y un último
acto (Af), como en el ejemplo130:
(4)
1A1: #¿te vienes?#
1B1: #Estoy cansada#/ #no creo que salga#/ #me voy a dormir pronto#
Las tres unidades son actos porque pueden funcionar de manera aislada como
intervención con valor ilocutivo de rechazo justificado a la invitación de A. En caso de
130
Ejemplo propio.
101
Marta Pilar Montañez Mesas
definir un MD en posición final de una intervención compleja ha de entenderse posición
final absoluta de intervención, y el hecho de que sea o no una intervención compleja es
indistinto.
De la misma manera, la posición inicial de un elemento en el acto inicial (Ai)
coincide con la posición inicial absoluta de intervención, por tanto, resultaría, en principio,
redundante distinguir posición inicial de acto inicial (por coincidir con posición inicial de
intervención) y posición final de acto final (coincidente con posición final de intervención),
veámoslo gráficamente:
a) Intervención simple (un solo acto): posición inicial de intervención
C: #pero un plato combinao# (H.38.A.1, p. 62, l. 469)
[[MD-acto] intervención]
b) Intervención compleja (más de un acto): posición inicial de intervención y
posición inicial del primer acto (A1), al ser coincidentes, resulta redundante
distinguirlos
A: #pero no//# #con la gente puedo estar muy bien/# #pero contigo no/ no me sirve esa sonrisa dee
¡hola qué tal! ¿cómo estás? bien↓ ¡qué divertido es todo!//# #NO PUEDO MENTIRTE ASÍ#
(ML.84.A.1, p. 75, l. 114)
[[MD-A1] [A2] [A3] [A4] intervención compleja]
Obsérvese el siguiente esquema de segmentación:
L: #Ai# #Am# #Am# #Af#
Correspondería a una intervención compleja, formada, en este caso, por 4 actos. Si
un MD se sitúa en posición inicial del acto inicial (Ai), coincide con la posición inicial
absoluta de la intervención. Otra cuestión es si el MD afecta a toda la intervención o solo al
acto que inicia o que cierra131. En cada caso particular, se decidirá el nivel (monológico o
dialógico) sobre el que incide el marcador.
131
Es posible que, en algún caso, sí sea relevante distinguir posición inicial (del primer acto) de posición
inicial de intervención, según A. Briz Gómez (en comunicación personal), por ejemplo:
102
Marcadores discursivos en posición final
Hemos adelantado que los MD aparecen habitualmente en dos posiciones
discursivas: posición inicial y posición final; y que en cada una de ellas desarrollan
funciones discursivas distintas. En el capítulo 4 se comprobará la aplicabilidad de la Teoría
de las unidades (Briz Gómez y otros, 2003; Grupo Val.Es.Co., 2014) a la descripción de
MD.
3.5.2.2 MD y posición inicial
Aunque algunos de los marcadores que analizamos, como ¿eh?, ¿no?, y tal, ocupan
prototípicamente la posición final, conviene conocer la otra posición más frecuente, para
comprobar si se producen cambios funcionales según la posición. En posición discursiva
inicial se pueden distinguir las siguientes funciones según la UD en que aparezcan:
- posición inicial de acto (se entiende, en el interior de una I, como acabamos de
explicar): tiene una función fática, para mantener el contacto con el oyente;
- posición inicial de intervención (posición absoluta, tanto de I-i como de I-r):
intenta robar el turno o sirve como pausa oralizada;
- posición inicial de turno:
•
función estructural: intención de hacerse con el turno
•
función pragmática: acuerdo / desacuerdo (sí, claro, hombre)
•
función digresiva (en intervención-turno iniciativa que inicia diálogo,
introduce un nuevo tópico discursivo, o un nuevo discurso)
No tratamos con detenimiento las funciones que pueden desarrollarse en posición
inicial dado que el interés de esta investigación se centra en la posición final, pero sirvan
como muestra de que el criterio de la posición discursiva es operativo para el estudio de los
MD. Se aportarán algunos ejemplos de los MD analizados en posición inicial en la segunda
A: pero no me lo creo/ pero no me lo puedo creer
Pero se sitúa en posición inicial del primer acto, que coincide con la posición inicial de intervención, pero
solo afecta al primer acto. Revisado el corpus, estos casos resultan muy infrecuentes y, en el ejemplo, puntual,
se realizaría la dintinción pertinente.
103
Marta Pilar Montañez Mesas
parte, dedicada a su análisis, para comprobar las funciones según las posiciones discursivas
que acabamos de enumerar.
Se opta por estas tres unidades –acto, intervención y turno– para el estudio de los
marcadores conversacionales por varias razones. En primer lugar, el acto es una unidad con
valor ilocutivo que presenta aislabilidad, esto es, que puede funcionar por sí sola como
intervención, de manera que equivale a una intervención simple. Ya hemos defendido el
por qué de utilizar esta unidad en el capítulo anterior, si, además, nos interesa si es o no
turno es porque el turno añade la dimensión social a la intervención (unidad estructural). De
este modo se analiza la intervención de un hablante a tres niveles: en sus constituyentes
inferiores, como unidad en sí misma y en su dimensión social.
3.5.2.3 MD y posición final
En cuanto a las funciones de los MD en posición final, dado que es el tema central
de nuestro trabajo le dedicamos un capítulo independiente (capítulo 5). Por otra parte, la
posición interior es muy infrecuente, ya que en el interior de la intervención existen
unidades inferiores como el acto o el subacto que permiten establecer otros límites.
3.6 CONCLUSIONES PARCIALES
En este capítulo se defiende la importancia del concepto de posición como criterio
para la descripción de los MD conversacionales. En primer lugar hemos intentado
acercarnos a una definición de posición discursiva, deslindando entre el nivel sintáctico y el
nivel discursivo, y a las posiciones descritas con mayor frecuencia, a saber, posición inicial
y posición final, así como de las funciones que habitualmente se desarrollan en dichas
posiciones discursivas.
Los MD conversacionales que nos interesan aparecen, como lugar habitual, en
posición final de una unidad estructural del discurso, a saber, acto o intervención. Pero, en
ocasiones, como veremos, también pueden situarse en posición inicial y, raras veces, en
posición interior. Lo fundamental es reconocer que la función pragmadiscursiva que
104
Marcadores discursivos en posición final
desempeñan en cada caso es distinta, y con ello se confirma que la posición discursiva (de
la unidad en la que nos situemos) condiciona la función de los MD.
En cuanto a la posición final, las funciones que se desarrollan al final o “hacia el
final” de una UD son sustancialmente distintas de las que se desarrollan al inicio y en el
interior de las UD. Lo que parece claro es que dependiendo del rango de la unidad en que
no situemos, la identificación de la posición discursiva que ocupa y de la función variarán,
por lo que será preciso comprender y reconocer cada una de esas unidades.
Del mismo modo que para el estudio de la interfaz marcador-prosodia (Hidalgo
Navarro, 2010), en el análisis de la relación posición-unidad-MD es preciso partir de un
modelo de segmentación adecuado al discurso que se analiza, que valide las funciones
pragmadiscursivas de cada marcador según su posición. A ello dedicamos por extenso el
capítulo siguiente, así como a un recorrido por los distintos modelos de segmentación de
unidades y su aplicación al estudio de los MD.
105
Marta Pilar Montañez Mesas
106
Marcadores discursivos en posición final
4. Posición en unidades del discurso: aproximación a los modelos de segmentación de la
lengua hablada
4.1 Unidades básicas de análisis: oración y enunciado
4.1.1 Insuficiencia del concepto de enunciado
4.1.2 Unidades de segmentación del discurso
4.2 La propuesta del grupo Val.Es.Co y su aplicación al estudio de los MD
4.2.1 Propuesta de A. Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014)
Para acotar y distinguir estas unidades de la conversación, era necesario determinar
criterios científicamente válidos para cada unidad, que se exponen a continuación
4.2.2 Criterios para la segmentación del discurso hablado
4.2.3 Aplicación al estudio de los MD
4.3 Propuestas centradas en el nivel dialógico
4.3.1 Análisis conversacional
4.3.2 Pragmática lingüística
4.4 Propuestas centradas en el nivel monológico
4.4.1 Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), Universitat de
València
4.4.2 L. Cortes y M.ª M. Camacho (2005), Universidad de Almería
4.4.3 E. Cresti y otros (2003), Università di Firenze
4.4.4 L. Degand et álii. Université catholique de Louvain
4.4.5 K. Hengeveld y J. L. Mackenzie (2011): GDF
4.5 Síntesis y valoración
4 Posición en unidades del discurso: aproximación a los modelos de
segmentación de la lengua hablada
4.1 UNIDADES BÁSICAS DE ANÁLISIS: ORACIÓN Y ENUNCIADO
A la hora de estudiar cualquier fenómeno es preciso situarlo en una unidad de
referencia, pues cualquier signo lingüístico funciona o adquiere su valor en un contexto,
con respecto a otras unidades. Si es comúnmente aceptado que los MD no pertenecen al
nivel oracional, nos deberemos centrar en la posición discursiva de unidades también
discursivas, en concreto, las propias de la lengua hablada. En este capítulo, se delimitan
cuáles son esas unidades.
Hasta hace relativamente poco tiempo, los trabajos que se basaban en discurso
hablado espontáneo empleaban las unidades fijadas por la gramática. Ahora bien,
encontraban no pocas dificultades al analizar de ciertos elementos, como los marcadores
107
Marta Pilar Montañez Mesas
del discurso, sintácticamente extraoracionales, pues no desempeñan ninguna función en el
seno de la unidad sintáctica oración, lo que llevó a algunos autores a proponer una
macrosintaxis que concibiera unidades de tipo sintáctico superiores a la oración, por la
insuficiencia de la sintaxis oracional para abarcar estas formas de la lengua. Frente a esta
postura, otros consideran que la sintaxis acaba en la oración, y que no es posible concebir
unidades sintácticas superiores; no niegan que existan unidades superiores a la oración,
pero no establecerán vínculos sintácticos, sino de otro tipo (pragmáticos, discursivos…).
Piénsese en un ejemplo del tipo132:
a)
hombre, por mí, vale, no sé… no está mal, ¿no?
Se trata de un enunciado real emitido por un hablante expresando su conformidad
con el precio fijado y con las condiciones de compra para adquirir un vehículo. Si se aplica
de aplicar un análisis funcional de tipo sintáctico se encuentran una serie de dificultades
para asignar una función a segmentos como ‘no sé…’ o ‘¿no?’, incluso en ‘por mí, vale’.
Se podría pensar que se debe a una supuesta elipsis y que bastaría con restaurar ciertos
elementos para obtener una estructura sintáctica completa. Sin embargo, resulta forzado
concebir una estructura que ‘repare’ la anterior, como si fuera defectuosa y, además, esa
restitución de elementos genera una nueva estructura:
(a’) hombre, en mi opinión, no está mal, ¿no te parece?
que difiere lo suficiente de la anterior como para que no comunique lo mismo; de
hecho, ¿por qué han de recuperarse elementos que el hablante no ha necesitado para
expresar su intención comunicativa, en este caso, de conformidad y acuerdo cortés? La
explicación que se ha dado es que elementos como ‘no sé’ o ‘¿no?’ son extraoracionales,
exceden los límites de las unidades sintácticas y, por tanto, su análisis compete a otra
perspectiva lingüística. Por ello, algunos, como S. Gutiérrez Ordóñez (1997), partiendo de
la misma consideración de que no existen unidades sintácticas superiores a la oración,
proponen unidades de tipo informativo (tema/rema, tópico-foco/comentario…). Sin
132
Ejemplo propio.
108
Marcadores discursivos en posición final
embargo, al respecto A. López Serena (2004: 321), siguiendo a A. Narbona Jiménez
(1988), considera insuficientes esas “nociones informativas” con la perspectiva oracional.
Para tratar de dar cuenta de ciertas estructuras de la lengua en uso, ya J. Lyons
(1989 [1977]: 560) distinguió entre oraciones de sistema y oraciones de texto:
Las oraciones del sistema son constructos teóricos abstractos cuyos correlatos son generados por el
modelo que el lingüista hace del sistema de la lengua a fin de explicar aquella parte de la
aceptabilidad de los enunciados cubierta por la noción de gramaticalidad; a su vez, las oraciones de
texto son enunciados (o partes de enunciados) dependientes del contexto, muestras de lo que puede
aparecer en textos concretos.
Es decir, en el uso concreto de la lengua, los hablantes producen “unidades simples
de enunciación” u oraciones de texto (1989 [1977]: 571), pero no oraciones de sistema. Por
ello, la unidad del discurso, defendida por la mayoría de autores consultados para el estudio
de la lengua hablada, frente a la unidad gramatical oración, es el enunciado133.
Así, desde el estudio del catalán coloquial, Ll. Payrató Giménez (1996, esp. 105 y
ss.) también empleaba esta unidad en la segmentación y análisis de la cadena oral, aunque
reconocía que el término adolece de cierta imprecisión, especialmente a la hora de
delimitarlo. Consideraba que el discurso presenta una organización jerárquica y que,
“estructuralmente, está formado por turnos de habla, constituidos por enunciados, que se
pueden desglosar en unidades inferiores o frases, correspondientes a los grupos tonales y a
las unidades informativas”134 (1996: 109). Esas unidades sintácticas mínimas son aislables
y participan de diferentes perspectivas, a saber, fónica, semántica, gramatical o estructural.
Lo más interesante, quizá, de la caracterización del enunciado es que consideraba,
frente al resto de descripciones, que este “no ha de tenir forçosament sentit complet”, sino
que “pot estar constituït, des d’un punt de vista semàntic i pragmàtic, per més d’una unitat
d’informació o seqüència significativa (però no necessariament amb sentit complet), i que
un enunciat no té per què correspondre’s amb un sol grup tonal”. Así, según Payrató
Giménez (1996: 107-108), el enunciado se podría definir como un producto lingüístico con
sentido
completo,
limitado
por
dos
pausas,
y normalmente
estructurable
en
tópico/comentario. Añadía que está formado por secuencias significativas (frases, cláusulas
133
134
Puede verse también al respecto, J. Portolés Lázaro (2004: 52-58).
La traducción es nuestra.
109
Marta Pilar Montañez Mesas
o constituyentes) y que es frecuente la presencia de una frase final interrogativa o
exclamativa (oi?, o què?, no?, veritat?) en el registro coloquial, con una función importante
en la interacción comunicativa (fática, conativa o exhortativa, como interpelación al
interlocutor).
Por su parte, Cortés Rodríguez y Camacho Adarve (2005: 74) consideran que
El hecho de que unidades como la oración, la sentence, la Satz sirvan para la segmentación del
discurso escrito pero no para el oral muestra la posibilidad de que estemos ante dos sistemas
diferentes del lenguaje.
En efecto, no pueden transponerse las unidades sintácticas a los discursos de la
lengua hablada espontánea, precisamente porque la unidad básica de la sintaxis, la oración,
ha sido explicada a partir de datos solo escritos (Domínguez Mujica, 2005a: 5). Por tanto,
“una sintaxis de la lengua oral debe empezar planteándose cuáles son las unidades de
análisis135 de las que se puede valer” (2005a: 84). Esto justifica la necesidad de fijar unas
unidades adecuadas para investigar lo escrito o lo oral; en nuestro caso, el modelo de
segmentación diseñado y aplicado por Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co.
(2014).
Frente a la unidad sintáctica ‘oración’, lo habitual en las obras de gramática
generales era reservar el término ‘enunciado’ para unidades discursivas, como hacían J.
Alcina Franch y J. M.ª Blecua Perdices (1975, §7.0, 845-6), que así lo definían:
En el discurso, la unidad básica es el enunciado que se define operacionalmente por ser un segmento
de la comunicación, cualquiera que sea su extensión, comprendido entre dos pausas marcadas o el
silencio anterior al habla y una pausa marcada. Todo enunciado concluye por un tonema
característico. Para la segmentación del enunciado no se toma en cuenta ni su estructura gramatical ni
su contenido que puede ser insuficiente e incompleto.
Asimismo, G. Herrero Moreno (1997) defiende la importancia del concepto de
enunciado en la investigación del discurso oral. Concretamente, en el estudio de los MD, es
evidente la necesidad de manejar unidades discursivas y hasta ahora se ha empleado la
noción genérica de enunciado. Así, M.ª A. Martín Zorraquino (1998: 41) o S. Pons
135
El subrayado es nuestro.
110
Marcadores discursivos en posición final
Bordería (1998: 199) ya definen, en ocasiones, la posición que ciertos MD ocupan en el
enunciado y las repercusiones que tiene en el valor semántico resultante. Esto es, ya no
hacen referencia a ‘oración’, que es una unidad de la gramática y no del discurso. También
Jørgensen (2010: 198) emplea la unidad enunciado, en sentido amplio, y la prefiere, como
es comprensible, a la oración sintáctica, aunque en trabajos anteriores (2008: 389) toma
como unidad de referencia la C-unit o unidad-C descrita por Biber et ál.136 en su completa
gramática.
Por su parte, B. Fraser (1999) utiliza como unidad de referencia para el estudio de
los MD la noción de “discourse segment”, en lugar de “proposition”, “sentence”,
“utterance” o “message”, dado que lo considera un “cover term” (1999: 938). Por otro lado,
R. Waltereit emplea “host unit” y también señala que no ha de determinarse en términos
gramaticales sino como unidades funcionales o unidades de acción (2006: 65), en la línea
de M. M. Hansen (2006).
Por definición, el enunciado es la unidad comunicativa mínima del discurso
(Herrero Moreno, 1997). Esto es, el criterio para delimitar enunciados es su
comunicatividad y sus límites son fónicos. Efectivamente, es el enunciado y no la oración,
la unidad del discurso por excelencia, pero si se atiende a la organización del discurso
hablado y, más concretamente, de las conversaciones cotidianas, los tipos de enunciados
que se utilizan son mucho más ricos, de modo que se puede precisar aún más el carácter
estructural, social e informativo137 del segmento de habla (o unidad del discurso). Es decir,
en la gramática del español hablado puede (y debe) establecerse una clasificación de los
miembros del discurso susceptibles de funcionar como enunciados. Dicho en otras palabras,
habrá que determinar qué tipos de enunciados existen según el tipo de UD a que
corresponden en el discurso oral.
136
Biber, D. et ál. (2002): The Longman Student Grammar of Spoken and Written English, London,
Longman, p. 1070.
137
Estos tres ámbitos o dimensiones de la unidad de habla han sido propuestos por Briz y otros (2003: 13).
111
Marta Pilar Montañez Mesas
4.1.1 Insuficiencia del concepto de enunciado
El concepto de enunciado no parece suficiente para explicar el rico caudal del
español hablado, sobre todo, conversacional. Mientras que la unidad oración ha sido
perfectamente delimitada desde distintos puntos de vista (lógico, gramatical), la unidad
enunciado no tiene unos límites claros ni una estructura constante, sino que se define
sencillamente como ‘unidad de habla’ o ‘unidad comunicativa mínima’. Según esto, ¿cabe
pensar, entonces, que existe una ‘unidad comunicativa máxima’? Según la definición que
L. Cortés Rodríguez toma de T. A. Van Dijk, “tal como las oraciones combinan con las
oraciones para formar enunciados, los enunciados combinan con los enunciados para
formar los diálogos” (apud., Cortés, 1991: 10), es decir, el diálogo es esa unidad
máxima138. Pero el discurso conversacional está compuesto por más unidades estructurales
y no todas pueden quedar subsumidas en el concepto ‘enunciado’. Dicha unidad
comunicativa mínima puede estar constituida por un único signo lingüístico, por ejemplo,
un MD (como en la intervención de B en 5), o por varios elementos:
(5)
A: ¿Te vienes al cine?
B: Bueno.
(6)
A: Estás cansado, ¿eh?
B: La verdad es que sí.
Estos ejemplos plantean, a su vez, el problema de reconocer uno o varios
enunciados. En nuestra opinión, en 5) los interlocutores emiten sendos enunciados
(invitación y aceptación), mientras que en 6) el hablante A emite dos enunciados, uno
aseverativo (Estás cansado) y otro representado por ¿eh? Un enunciado puede estar
constituido por una interjección, una palabra, un sintagma, una oración gramatical
completa… Esto es, no siempre presenta el mismo tipo de estructura, porque el principio
que lo define es la comunicatividad.
138
También así lo considera A. Briz Gómez (2005 y 2006c), como veremos en el apartado §3.3.2.1.
112
Marcadores discursivos en posición final
En este tipo de usos, el concepto de enunciado no es apto para describir la posición
de la partícula discursiva, ya que no todos los enunciados están al mismo nivel de estructura
jerárquica en un discurso: en los ejemplos anteriores, bueno funciona de modo
independiente como enunciado, mientras que ¿eh? no aparece aislado; de ahí que haya que
definir unas unidades más precisas para ver la relación o rango de importancia que se
establece entre ellos y, así, comprobar la eficacia del factor posición en la descripción de
los MD.
Estas unidades que proponemos no son sino tipos de enunciados. De la misma
forma que la gramática tradicional ha desarrollado toda una tipología de clases de oraciones
(según la naturaleza del predicado, según el significado, según el modus), a partir del rango
estructural que posee cada hecho de habla o enunciado podemos establecer tipos, y, de ese
modo, se podrán determinar también las funciones discursivas de los marcadores en uno u
otro tipo de enunciado, de forma más concreta.
En síntesis, un enunciado es una unidad del discurso que en un contexto de uso (en
una conversación) y con respecto a los demás interlocutores y al desarrollo de la tensión
dialógica es una unidad social, informativa y estructural.
Desde el ámbito prosódico, A. Hidalgo Navarro (1997: 26 y ss.) parte de139
una definición amplia de enunciado como conjunto unitario de elementos agrupados en torno a una
curva melódica, esto es, una entidad lingüística que representa siempre un aporte semántico (unidad
informativa) y que manifiesta una estructura interna específica (curva melódica completa) que le
permite ser descodificada sin necesidad de sobrepasar sus propios límites (unidad de planificación)
A continuación, recoge la definición de G. Herrero Moreno (1996: 112), para quien:
El enunciado constituye, en fin, una secuencia comunicativa mínima, sin estructura sintáctica
concreta, producida en un contexto comunicativo real, por un hablante específico, con una intención
comunicativa precisa, y dirigida a uno o más interlocutores que añaden a dicha secuencia una
interpretación válida en términos interactivos.
En este sentido, también J. Portolés Lázaro (1998: 40-42) parece sugerir la
insuficiencia del concepto de enunciado. Pero esta insuficiencia señala, en realidad, la
inadecuación o confusión de dos perspectivas: el análisis del discurso como unidades
139
También V. Edeso Natalías (2006: 44) reproduce esta definición.
113
Marta Pilar Montañez Mesas
comunicativas (enunciado) y como unidades estructurales (las del Grupo Val.Es.Co.). Es
decir, se adoptan enfoques distintos sobre un mismo hecho de habla. Un discurso está
formado, desde el punto de vista de la comunicatividad (concepto en el que insiste G.
Herrero Moreno, 1996), por una serie de unidades que se han venido denominando
enunciados. Ahora bien, no todos los enunciados presentan el mismo rango (ni prosódico,
ni estructural, ni social, ni informativo). Al analizar los enunciados del discurso hablado
espontáneo, es preciso atender a esos otros ámbitos para poder precisar esos tipos de
enunciados.
En su caso, J. Portolés Lázaro define y caracteriza los enunciados (2004: 53) como
“segmentos materiales de un discurso, […] unidades mínimas intencionales de la
comunicación, con otras palabras, los estímulos verbales ostensivos mínimos”. A partir de
los ejemplos que analiza, observa que esta definición se puede afinar más y opta por el
término ‘miembro del discurso’ (2004: 55) para hacer referencia a unidades inferiores al
enunciado, aunque sin especificar más140.
Recapitulando, según lo expuesto, cualquier segmento completo desde el punto de
vista comunicativo es un enunciado. Esta definición es excesivamente amplia y, por tanto,
es inevitable argumentar su vaguedad descriptiva, es un concepto poco operativo, pues no
presenta unos límites formales apreciables y se revela insuficiente para delimitar con
precisión el significado de un MD; al menos para nuestro objeto de estudio, ya que afirmar,
por ejemplo, que un MD ocupa la posición inicial, interior o final de un enunciado no da
cuenta del rango de esa unidad con respecto al conjunto (al discurso en el que se integra y
del que es constituyente). Como hemos señalado, no todos los enunciados son idénticos, ni
en su extensión, ni en su grado de aporte informativo, ni en su autonomía o dependencia
prosódica… En una primera aproximación al discurso, podemos emplear el concepto
genérico unidad del discurso (UD), que tiene en cuenta no solo el valor comunicativo de la
unidad a la que hace referencia, sino también sus valores prosódicos y estructurales. Se
hace necesario, por tanto, concretar el concepto básico UD y, para ello, se han de establecer
140
Efectivamente, esa es la noción que también se emplea en todos los artículos del DPDE (A. Briz Gómez,
S. Pons Bordería y J. Portolés Lázaro, eds.)
114
Marcadores discursivos en posición final
otros mecanismos de segmentación del discurso para referirnos a unidades delimitadas, y
no a una realidad abstracta y genérica como el enunciado141.
De las propuestas más destacables sobre segmentación del discurso hablado, nos
centraremos en la propuesta de unidades elaborada por A. Briz Gómez y otros (2003) y
Grupo Val.Es.Co. (2014). Dicho de otro modo, la propuesta de unidades que aquí se
maneja como marco teórico permite dar nombre y entidad estructural a esos segmentos, de
los que habla B. Fraser (1999: 938) o a los ‘miembros del discurso’ que propone J. Portolés
Lázaro (2004), y según su rango comunicativo pueden ser subactos, actos o intervenciones
(§4.2).
4.1.2 Unidades de segmentación del discurso
El discurso hablado y, especialmente, la conversación, puede analizarse a partir de
sus constituyentes, de modo que se establecen una serie de unidades de segmentación,
término manejado por L. Cortés y M.ª M. Camacho (2005), entre otros. Las relaciones entre
dichas unidades dan cuenta de la organización y de la estructura del discurso, de ahí que
muchas de las propuestas sobre unidades de segmentación se hayan centrado en la
conversación, dado que hasta no hace mucho tiempo se percibía como un producto
caótico142 del lenguaje y de la interacción humana. La definición de una serie de unidades
de la conversación permite justificar que este tipo de discurso presenta una estructura
interna en la que las distintas partes quedan organizadas y desempeñan funciones.
La conversación es un tipo de discurso dialogal143, de ahí que muchas de las
propuestas sobre unidades de la conversación se centren en el nivel dialógico, como es el
caso de los trabajos del llamado Análisis Conversacional. A partir de estas primeras
investigaciones, algunos autores empiezan a fijarse en unidades adscritas a un único locutor
141
Tampoco D. Schiffrin (1987) parte del enunciado como unidad para definir marcadores, y prefiere las units
of talk puesto que influyen en el uso de ciertos MD.
142
Ese carácter no caótico lo recuerdan, entre otros, Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls (1999: 16).
143
E. Roulet et ál. (1991) distinguen entre monologal / monológico y dialogal / dialógico, de modo que el
discurso monológico se relaciona con la estructura de la intervención, y el dialógico, con la del intercambio;
mientras que monologal y dialogal se refieren a que sea uno o varios los locutores o escritores que producen
el discurso. En este trabajo, sin embargo, empleamos ambos pares de términos indistintamente, ya que estas
distinciones no nos resultan pertinentes por el momento.
115
Marta Pilar Montañez Mesas
y analizan también el nivel monológico, como la Escuela de Ginebra (Roulet et ál., 1991
[=1985]; Moeschler, 1985). De estas propuestas beben otras en el ámbito hispánico, que
proponen y desarrollan unidades inferiores en el nivel monológico (Briz Gómez y otros,
2003; Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005; Grupo Val.Es.Co., 2014). Estas y otras
propuestas de segmentación no solo demuestran que la conversación es una estructura
jerárquicamente organizada, sino que permiten integrar el estudio de distintos componentes
de la conversación a partir de la relación con dichas unidades, como por ejemplo, la
descripción de ciertos marcadores del discurso (tal es el caso de Roulet et ál., 1991).
Es habitual, por tanto, encontrar análisis detenidos de ciertos marcadores como
aplicación de los sistemas de unidades propuestos por cada teoría. Entre otras razones
porque los MD −como también la entonación, según demuestra A. Hidalgo Navarro
(1997)− son estrategias demarcativas del lenguaje, es decir, son índices del cambio de
unidad. En efecto, en la delimitación de unidades suelen emplearse dos tipos de rasgos:
- suprasegmentales (entonación, pausas, alargamientos…)
- segmentales (MD y otros elementos de relación).
Ahora bien, en muchas propuestas los MD permitían delimitar unidades del habla
pero, a su vez, una vez fijadas y descritas esas unidades conversacionales, estas servían
para precisar las funciones y valores de ciertos MD menos estudiados. También cabe
destacar que la mayoría de los modelos de segmentación de la lengua oral suelen estar
asociados a un corpus de referencia en que se basan los investigadores para extraer
empíricamente unidades significativas: el grupo Val.Es.Co. (el Corpus de conversaciones
coloquiales, tanto el publicado en 2002a, como el Corpus Val.Es.Co. 2.0, Cabedo Nebot y
Pons Bordería, 2013), Cortés Rodríguez y Camacho Adarve (el corpus del habla de
Almería), Cresti y el grupo LABLITA (el C-ORAL-ROM), etc.
En los apartados que siguen, se exponen brevemente distintas teorías sobre
segmentación del discurso hablado y su aprovechamiento en la descripción de marcadores
del discurso, comenzando por nuestra propuesta de unidades, que ya hemos adelantado en
§1.3. Para una revisión de otros modelos de segmentación, debe consultarse el reciente
manual editado por S. Pons Bordería (2014), en el que se presentan siete propuestas,
referidas a lenguas romances (francés, italiano y español), tanto para lengua hablada como
116
Marcadores discursivos en posición final
para lengua escrita. Dos de sus capítulos desarrollan el modelo del Grupo Val.Es.Co., que
se describe a continuación.
4.2 LA PROPUESTA DEL GRUPO VAL.ES.CO Y SU APLICACIÓN AL ESTUDIO DE LOS MD
A. Briz Gómez y el Grupo Val.Es.Co. han estudiado con detenimiento la
conversación coloquial y en muchos de sus trabajos empiezan a observar la necesidad de
definir una serie de unidades para segmentar el discurso hablado en español, al igual que
otros autores lo habían hecho para otras lenguas. Así, A. Hidalgo Navarro (1997) y A. Briz
Gómez (1998: 52-58 y 2000) ya apuntaban los primeros pasos de esta propuesta, hasta que
en 2003, A. Briz Gómez y otros miembros del Grupo Val.Es.Co. publican un artículo
conjunto sobre un sistema de unidades que después ha ido desarrollándose (Briz Gómez,
2005 y 2006c; Hidalgo Navarro, 2006; Hidalgo Navarro y Padilla García, 2006);
especialmente destaca Grupo Val.Es.Co., 2014, en la que se revisa y se actualiza la
propuesta y se ofrece, además, una muestra de conversación segmentada, como ejemplo
para el investigador. Este sistema será la base metodológica para el estudio de la posición
de ciertos MD que participan en la interacción cotidiana y se sitúan en posición final.
4.2.1 Propuesta de A. Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co.
(2014)
La propuesta de segmentación del discurso hablado de A. Briz Gómez, A. Hidalgo
Navarro, X. Padilla García, S. Pons Bordería, L. Ruiz Gurillo, J. Sanmartín Sáez, E.
Benavent Payà, M. Albelda Marco, M.ª J. Fernández Colomer y M. Pérez Giménez (2003),
actualizado en Grupo Val.Es.Co. (2014)144, distingue dos niveles fundamentales, a saber, el
nivel dialógico y el nivel monológico, como se observa en el cuadro siguiente145:
144
Son autores de este trabajo, Marta Albelda, Antonio Briz, Adrián Cabedo, María Estellés, Virginia
González, Antonio Hidalgo, Ana Llopis, Xose Padilla García, Montserrat Pérez, Salvador Pons Bordería,
Leonor Ruiz Gurillo, Julia Sanmartín, Marta Montañez, Dorota Kotwica, Cristina Villalba, Elena LópezNavarro, Silvia Company, Elena Pascual, Shima Salameh, Amparo Soler y Gloria Uclés.
145
Este cuadro está tomado de Grupo Val.Es.Co. (2014: 16).
117
Marta Pilar Montañez Mesas
CUADRO 3. Unidades de la conversación Grupo Val.Es.Co., 2014: 16).
NIVEL
Dialógico
Monológico
ESTRUCTURAL
discurso146
diálogo
intercambio
intervención
acto
DIMENSIONES
SOCIAL
INFORMATIVA
alternancia de turnos
turno
subacto
Este modelo de unidades de la conversación parte de la consideración conjunta de
tres dimensiones o ejes que intervienen en cualquier interacción conversacional, a saber,
estructural, social e informativa. Las unidades pertenecen a uno de los tres ejes de forma
inclusiva. Dicho de otro modo, todas las unidades estructurales son informativas, pero no
viceversa (relación de inclusión); y todas las unidades sociales son estructurales (todo turno
es intervención), pero no a la inversa (no toda intervención es turno).
Por otro lado, estas unidades mantienen entre sí relaciones jerárquicas, de modo que
a cada unidad superior le corresponde una o varias unidades inferiores. En este sentido, la
propuesta de Val.Es.Co. coincidiría con la de J. Moeschler (1985: 82) en el principio de
composición jerárquica, descrito más adelante (v. infra. §4.3.2).
Por todo ello, en la descripción de unidades que se desarrolla a continuación, y dada
la relación de inclusión que se acaba de citar, partimos de la organización estructural a la
informativa y de lo más general (unidades mayores) a lo más particular (unidades menores).
4.2.1.1 Nivel dialógico
4.2.1.1.1 Diálogo o secuencia dialógica y discurso
El nivel dialógico se caracteriza por la alternancia de turnos, que hace que progrese
la conversación; sin esa alternancia de turnos, estaríamos ante discursos monológicos.
146
Esta unidad se añade en Grupo Val.Es.Co. (2014), a partir de la propuesta de Estellés Arguedas y Pons
Bordería (2014).
118
Marcadores discursivos en posición final
Además, esta alternancia de turnos en la conversación no está fijada de antemano, como
ocurre en otros discursos orales dialógicos, tales como la entrevista, el interrogatorio o la
vista oral, por citar alguno.
Las unidades estructurales del nivel dialógico son dos, a saber, el
SECUENCIA DIALÓGICA
y el
INTERCAMBIO
añade una unidad superior denominada
DIÁLOGO
o
(vid. Briz Gómez, 2005 y 2006c) a las que se
DISCURSO
(Estellés Arguedas y Pons Bordería,
2014; Grupo Val.Es.Co., 2014: 36).
La secuencia dialógica o diálogo era considerada, en otras propuestas, como unidad
temática, que podía estar formada por uno o más intercambios (Gallardo Paúls, 1993: 13);
por el contrario, A. Briz Gómez defiende el carácter estructural de la secuencia dialógica o
diálogo y demuestra que no solo se identifica semánticamente sino que, desde el punto de
vista formal, puede determinarse a partir del reconocimiento de una intervención-turno solo
iniciativa (al inicio) y de una intervención-turno solo reactiva (al final)147, si bien esta
última puede no estar, ya que una conversación puede terminarse sin que haya una marca
específica (2014: 33)148.
La secuencia mínima es un intercambio, y su manifestación prototípica, el par
adyacente, por lo que, por ejemplo, un sencillo intercambio de saludos es un diálogo. Los
saludos, en concreto, pertenecen a las llamadas secuencias marco (de apertura y cierre), que
se diferencian de las secuencias-cuerpo en que están más ritualizadas, ligadas a actos
corteses, y en su menor informatividad; las secuencias-cuerpo se caracterizan, por el
contrario, por su centralidad informativa. La unión de un diálogo-marco y un diálogo
cuerpo constituye un diálogo de rango primario, que puede contener subdiálogos o diálogos
de rango secundario, terciario…
En el reconocimiento de los diálogos pueden manejarse otros rasgos que, aunque
interesantes, son complementarios, pues no delimitan por sí solos esta unidad. Por un lado,
un criterio temático: el cambio de tópico, que debe ser aceptado, de ahí que las
intervenciones de inicio y reacción que marcan los límites de cada secuencia sean
intervenciones-turno, esto es, reconocidas por los demás interlocutores. Por otro lado, un
criterio externo: la entrada y salida de participantes en la interacción, que suelen generar, a
147
Definimos estas unidades –intervención y turno– en el apartado siguiente (§4.2.1.2.1).
Por la misma razón, puede definirse también el diálogo por la presencia de dos intervenciones-turno
iniciativas (si tras una intervención reactiva, no se generan reacciones en ningún otro interlocutor).
148
119
Marta Pilar Montañez Mesas
su vez, secuencias de apertura y cierre (saludos, presentaciones, cierre de unos tópicos para
iniciar otros de interés para el nuevo participante, entre otros).
La unidad
DISCURSO
(2014: 36) ha sido propuesta por Estellés Arguedas y Pons
Bordería (2014: esp. 141 y ss.) e incorporada al modelo de segmentación del Grupo
Val.Es.Co. como unidad superior, diferenciada del diálogo. Se caracteriza por marcar un
“cambio en el contexto interactivo particular”; este cambio puede deberse a diversas
circunstancias de la interacción: si cambia el número o el papel funcional o el grado de
igualdad jerárquica entre los interlocutores; o bien, si se modifica la dinámica en la toma
del turno (predeterminada/no predeterminada) o el registro (de no planificado a
(semi)planificado).
Por una parte, estos rasgos lo diferencian del diálogo o secuencia dialógica,
condicionada por la aparición de una intervención solo iniciativa al principio y solo reactiva
al final, acompañada de un cambio o variación en el tópico de la conversación. Por otra
parte, el discurso no ha de confundirse con la conversación, sino que constituye una parte
de esta, formada, a su vez, por diálogos. Se trata, por tanto, de una unidad intermedia, pero
de gran interés porque permite explicar ciertos giros en la conversación que no constituyen
únicamente sucesión de diálogos. El punto de inflexión es la posición inicial del discurso,
que Estellés Arguedas y Pons Bordería (2014) denominan posición inicial absoluta (AIP,
absolute initial position) y permite establecer el inicio –y, por tanto, los límites– entre
discursos. En su aplicación del modelo, argumentan que el paradigma de elementos que
pueden ocupar esta posición es muy reducido (vocativos, saludos, fórmulas de apertura,
MD de carácter vocativo y otros MD, como bueno o por cierto, a veces, incluso,
combinados). Su exposición se centra, precisamente, en estos últimos MD y concluyen que
ambos se emplean en PIA para introducir un nuevo tópico; la unidad discurso es la que
permite diferenciar el funcionamiento de ambos marcadores, si bien puede generalizarse a
otros MD (2014: 134).
4.2.1.1.2 Intercambio y alternancia de turnos
En cuanto a la unidad estructural mínima del nivel dialógico, el
INTERCAMBIO,
se
define por la presencia de dos emisiones o intervenciones sucesivas de dos hablantes
120
Marcadores discursivos en posición final
distintos. Si dichas emisiones se favorecen del reconocimiento social de los interlocutores
(y, por tanto, son turnos) estamos ante una unidad dialógica no solo estructural
(intercambio) sino también social (ALTERNANCIA DE TURNOS). Por tanto, la diferencia entre
ambas es un rasgo vinculado al oyente, que es quien decide (acepta o no) los turnos y, con
ello, la alternancia de turnos (Briz Gómez y otros, 2003: 28-29; Grupo Val.Es.Co., 2014:
25-26). La relación entre las unidades dialógicas mínimas intercambio y alternancia de
turnos es, al igual que entre las unidades monológicas mínimas intervención y turno –como
veremos– de inclusión: “toda alternancia de turnos implica un intercambio, pero no todo
intercambio implica una alternancia de turnos” (2003: 29; 2014: 29).
4.2.1.2 Nivel monológico
4.2.1.2.1 Intervención y turno
En cuanto al nivel monológico, de nuevo procedemos del nivel estructural al nivel
informativo. Las unidades estructurales del nivel monológico son dos: la
el
ACTO.
INTERVENCIÓN
y
La intervención es la unidad estructural monológica máxima y se define por cada
cambio de emisor que o bien provoca reacción (intervención iniciativa, en adelante, I-i), o
reacciona a una emisión previa (intervención reactiva, I-r), o bien reacciona y provoca
reacción a la vez (intervención reactivo-iniciativa, I-r-i). E. Roulet et ál. (1991) ya emplean
los conceptos iniciativo y reactivo para las relaciones ilocutivas entre las intervenciones en
un intercambio, de ellos ha tomado el grupo Val.Es.Co. tales denominaciones.
En el caso de las reactivas, pueden ser respuestas, conformidades, valoraciones,
excusas o concesiones; manifestaciones de acuerdo o desacuerdo, rechazo o aprobación.
Como respuestas, pueden ser cooperativas, evaluadoras, fáticas o completivas (Grupo
Val.Es.Co., 2014: 20 y ss.).
Asimismo, las intervenciones, tanto reactivas como iniciativas, pueden clasificarse
según otros criterios: pueden ser verbales o no verbales (miradas, gestos, paralenguaje,
cambios de tono de la voz, toses o risas); directas o indirectas (según quieran provocar una
reacción o simplemente la provoquen); continuas o discontinuas (si sufren alguna
interrupción). Por último, pueden ser intervenciones complejas cuando una misma voz
121
Marta Pilar Montañez Mesas
emite dos intervenciones diferentes en el mismo turno: una reactiva y una iniciativa que
constituye un cambio de tópico y, con ello, la ruptura temática e intencional respecto del
diálogo previo. Debe aclararse, por tanto, qué es el turno para el Grupo Val.Es.Co.
El
TURNO
es algo más que el cambio de emisor: es una unidad social que hace que
progrese la conversación. El que contribuye a esa progresión no es un mero emisor, sino un
hablante. Para J. Portolés Lázaro (2004: 76), el turno es un “hueco funcional” que puede
construirse mediante recursos verbales o no verbales (kinésicos, p. ej.); también para B.
Gallardo Paúls (1993: 18) es un “hueco estructural que puede o no ser rellenado por una
intervención”. Efectivamente, el turno es un “lugar de habla rellenado” (Briz Gómez y
otros, 2003: 20) pero, a diferencia de la opinión de J. Portolés Lázaro o de B. Gallardo
Paúls, siempre contiene una intervención, ya que mantienen una relación inclusiva, como a
continuación justificamos.
Como se ha visto en las unidades del nivel dialógico, la relación existente entre la
intervención (unidad estructural) y el turno (unidad social) es equiparable a la relación entre
el intercambio y la alternancia de turnos: las unidades del orden social de la conversación
vienen determinadas por el criterio del reconocimiento de tales intervenciones por parte de
los interlocutores. Este criterio es fundamental y exige tener en cuenta al receptor, como
reivindica B. Gallardo Paúls (1996: 27), quien señala acertadamente que “no existe
hablante sin oyente que lo sancione como tal”. Así, además de intervenciones iniciativas
que no generen respuesta y, por tanto, no repercuten en el desarrollo de la conversación, ya
que no provocan ningún tipo de reacción en los demás participantes, podemos encontrar
emisiones que, aunque no constituyen turno, son fundamentales puesto que colaboran en la
progresión de la conversación, se trata de respuestas mínimas colaborativas o fáticas (mm),
así como de los marcadores de recepción a los que hace referencia N. Vázquez Veiga (2000
y 2003), que sirven como ‘acuse de recibo’ manteniendo así los papeles comunicativos.
La relación es, del mismo modo, de inclusión: todo turno es intervención, pero no
toda intervención constituye turno. Recordemos que, en contraste con lo anterior, B.
Gallardo Paúls (1993: 19-20) distinguía entre intervenciones y turnos sin intervención.
Dentro de estos últimos incluía aportaciones (semejantes a lo que Briz Gómez y otros,
122
Marcadores discursivos en posición final
2003: 18, consideran respuestas fáticas) y turnos de paso (mecanismos de cesión del turno
sin referencia a otra intervención). En la propuesta de Val.Es.Co. todo turno está
constituido por una intervención, aunque no todas las intervenciones llegan a ser turnos.
La intervención, por último, puede ser continua o discontinua, según se vea o no
interrumpida o solapada por la emisión de otro hablante; y puede ser simple o compleja,
según esté constituida por una o más unidades inferiores. A esas unidades inferiores,
constituyentes inmediatos de la intervención, las denominamos actos.
4.2.1.2.2 Unidades menores: acto y subacto
El modelo de segmentación defendido por Briz Gómez y otros (2003) y Grupo
Val.Es.Co. (2014) ahonda en la estructura de la intervención y, aplicando ciertos criterios
(§4.2.2), caracteriza las unidades menores de la conversación. Los criterios manejados para
determinar estas unidades son, en concreto, la aislabilidad y la identificabilidad. En el
primer caso, todo fragmento aislable en una intervención, es decir, que puede constituirse
en intervención por sí mismo, es un acto. Hasta este nivel analizan E. Roulet et ál. (1991) o
J. Moeschler (1985), pero aún podemos identificar otra serie de segmentos informativos,
reconocibles también prosódicamente por constituir un grupo entonativo (Hidalgo Navarro
y Padilla García, 2006) que denominamos subactos.
El
ACTO
es el constituyente inmediato de la intervención, es una unidad estructural
que puede funcionar como intervención por sí misma, ya que es aislable, esto es, su
aparición de forma independiente en el nivel monológico constituye una unidad de sentido.
Entre los criterios que nos permiten reconocer esta unidad discursiva podemos citar un
criterio semántico-pragmático –el acto posee valor modal completo– y otro prosódico –un
contorno melódico propio–. La entonación desempeña, en este caso, una función
demarcativa, es decir, sirve para segmentar el discurso en unidades estructurales. Es, por
tanto, identificable (gracias a marcas prosódicas y semánticas) y aislable (pues posee fuerza
ilocutiva propia).
123
Marta Pilar Montañez Mesas
En cambio, el
SUBACTO
es la “unidad monológica estructural, constituyente
inmediato del acto, caracterizada por constituir un segmento informativo identificable,
habitualmente, mediante marcas semánticas y prosódicas” (Grupo Val.Es.Co., 2014: 55)
es, por tanto, parte del acto. En efecto, el subacto se reconoce, por una parte, a partir de un
criterio prosódico: según A. Hidalgo Navarro y X. Padilla García (2006) “todo subacto
constituye por definición un grupo de entonación”149). Por otra parte, pueden clasificarse en
dos grupos amplios, según tengan o no contenido proposicional (criterio semántico), a
saber, sustantivos y adyacentes, tal y como se esquematiza a continuación150:
CUADRO 4. Clasificación de los subactos (HIDALGO NAVARRO Y PADILLA GARCÍA, 2006,
ampliado)
directores (SSD): representan la fuerza ilocutiva del acto
(rechazo, aceptación, acuerdo, desacuerdo)
SUSTANTIVOS
S
U
B
A
C
T
O
S
(contenido
proposicional)
subordinados (SSS): dependen del anterior, semántica o
pragmáticamente (explicitación, justificación)
topicalizaciones (TOP): bien SSTA (a la izquierda,
anticipadores), bien SSTC (a la derecha, clarificadores)
textuales (SAT): organizan y distribuyen el flujo del habla, sin
representar por sí mismos aporte semántico. Algunos usos
de los MD poseen esta función, según su altura entonativa.
ADYACENTES
(elementos
extraproposicionales
que aportan
información
no incluible
en la forma
lógica del
enunciado)
interpersonales (SAI): muestran la atención, recursos fáticos
y apelativos, del tipo mm, sí, oh, ya, ¿eh?, ¿no?, ¿sabes?
modalizadores (SAM): aportan una matización específica sobre
el subacto sustantivo (atenuación, actitud del hablante ante lo
dicho: digo yo, no sé, yo qué sé). Si encabezan el acto se
denominan preactos.
Dentro de los subactos sustantivos podemos encontrar subactos directores,
subordinados y topicalizaciones. En cada acto solo puede haber un subacto sustantivo
149
El grupo de entonación ha sido definido por A. Quilis Morales (1999: 419) como
la porción de discurso comprendida entre dos pausas, entre pausa e inflexión del fundamental, entre inflexión del fundamental
y pausa, o entre dos inflexiones del fundamental, que configura una unidad sintáctica más o menos larga o compleja
(sintagma, cláusula, oración).
Y se dintingue del grupo fónico, que no es más que la “porción de discurso comprendida entre dos pausas”
(1999: 418; también en A. Quilis, M. Cantarero y M. Esgueva, 1993).
150
Este esquema recoge, en esencia, la exposición más detallada de Briz Gómez y otros (2003: esp. 45-52).
124
Marcadores discursivos en posición final
director (SSD), del que pueden depender uno o varios SSS o TOP, y uno o varios subactos
adyacentes. Estos pueden ser, a su vez, de distinto tipo, según la relación contraída con el
subacto sustantivo. Muchos de estos subactos adyacentes están representados
categorialmente por MD que realizan funciones organizativas (SAT), fáticas (SAI) o
modalizadoras (SAM). Dado que la posición más habitual de los MD es la posición inicial
del miembro o UD en que aparecen, y asumiendo que suelen coincidir estructuralmente con
subactos, el Grupo Val.Es.Co. ha asignado a dichos subactos en posición inicial la
denominación de preactos. Se trata de un tipo específico de subacto modalizador o subacto
de inicio, como el siguiente:
(7)
E: (…) yo qué sé/ no se trata de ser/ extremista o a rajatabla
(L.15.A.2, 93, l. 461)
Para acotar y distinguir estas unidades de la conversación, era necesario determinar
criterios científicamente válidos para cada unidad, que se exponen a continuación.
4.2.2 Criterios para la segmentación del discurso hablado
El sistema de unidades propuesto por Briz Gómez y otros (2003) y Grupo
Val.Es.Co. (2014) parte de una serie de criterios con la idea de que la segmentación sea lo
más objetiva y clara posible. Dichos criterios permiten llegar a una definición, de modo que
la aplicación del sistema de unidades ofrece resultados coherentes y posee, además, un
carácter predictivo.
La existencia de un modelo de unidades de la conversación como este permite
ubicar objetivamente los MD en la cadena hablada. Solo estableciendo unidades del
discurso operativas, reconocibles y con límites debidamente marcados tiene sentido
manejar términos como posición inicial, posición final y posición media o intermedia de los
MD. Como se ha visto (§4.1) la noción de enunciado resulta insuficiente y han de
precisarse aún más los segmentos de habla o UD en que aparece un marcador, a partir de
criterios sólidos que den cuenta de la estructura de la conversación.
Así, para la segmentación del discurso hablado conversacional, el Grupo Val.Es.Co
ha establecido unos ejes –estructural, social e informativo– que operan en los niveles
125
Marta Pilar Montañez Mesas
monológico y dialógico de la interacción. Las unidades de la conversación se pueden
segmentar a partir de una serie de criterios lingüísticos, como los rasgos prosódicos
(Hidalgo Navarro y Padilla García, 2006), rasgos morfosintácticos (presencia de
marcadores discursivos, especialmente importantes en el reconocimiento de unidades
monológicas) o rasgos propiamente estructurales (Briz Gómez, 2005).
En cuanto a los primeros, A. Hidalgo Navarro y X. Padilla García (2006) proponen
el uso de criterios prosódicos para delimitar unidades y, de ese modo, ser capaces de
segmentar la compleja y rica conversación coloquial (pero también cualquier otro tipo de
discurso hablado espontáneo). El criterio prosódico resulta fundamental en el
reconocimiento de las unidades menores de la conversación: los subactos, unidades
mínimas de carácter informativo pertenecientes al nivel monológico (Briz Gómez y otros,
2003: esp. 46-52; Grupo Val.Es.Co., 2014: 55). De igual modo, es un criterio válido en la
descripción de marcadores: como bien recogen los autores “un marcador puede desarrollar
papeles funcionales diferentes según su realización prosódica específica (± prominente).”
(Hidalgo Navarro y Padilla García, 2006, §2.2.2.2. y nota 34). Por otra parte, B. Gallardo
Paúls (1996: 78-79) considera que los rasgos suprasegmentales (entonación, pausas) son
más adecuados que, por ejemplo, los criterios sintácticos en la delimitación de UD. En
efecto, la función demarcativa de la entonación también ha sido aplicada por Hidalgo
Navarro (1997) al análisis de la conversación coloquial. Además, la prosodia puede
combinarse con otros rasgos que emanen del propio discurso, como rasgos estructurales.
En cuanto a los rasgos morfosintácticos, en el reconocimiento de unidades como el
acto, los marcadores del discurso poseen función demarcativa y también favorecen la
segmentación de una conversación (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2003)151. Asimismo,
para diferenciar las unidades menores, se emplean pruebas de reconocimiento de unidades
de tipo morfosintáctico, como razones de dependencia o independencia (el acto es aislable,
frente al subacto); o bien marcas de inicio de acto (se puede añadir un verbo de lengua
como ‘decir’ delante de un acto, aunque se trata de una prueba secundaria). Por último, otra
151
Según H. H. Clark, en la conversación hay dos medios para marcar la transición entre turnos: la propia
estructura del par adyacente y los marcadores discursivos, esto es, sirven como delimitadores de unidades
(1997: 345).
126
Marcadores discursivos en posición final
forma de reconocer el acto es la sustitución por el acto anterior, no porque sea prescindible,
sino porque es independiente (2014: 39-41).
Los actos son segmentos autónomos aunque pueden estar sintácticamente
incompletos,
como
los
enunciados
suspendidos,
ahora
bien,
dado
que
son
comunicativamente completos y poseen fuerza ilocutiva completa, constituyen actos (Pérez
Giménez, 2004, 2012).
Al respecto de los criterios estructurales, encontramos una aplicación en el artículo
de A. Briz Gómez (2005) “La unidad superior del discurso (conversacional): el diálogo”,
donde se defiende el carácter estructural y no meramente temático (comp. Gallardo Paúls,
1993)152 de la unidad superior del discurso llamada diálogo o secuencia dialógica. La
justificación que permite afirmar que es una unidad estructural, y no solo temática, radica
en que hay razones estructurales que lo demuestran, como es el hecho de que un diálogo
posee unos límites formales claramente definidos: la presencia de una intervención-turno
solo iniciativa al principio y de una intervención-turno solo reactiva al final del fragmento
que lo limitan, y que permiten reconocerlo como unidad. Esa unidad es el
SECUENCIA DIALÓGICA
DIÁLOGO
o
(§4.2.1.1.1).
De este modo, el análisis de un fragmento de habla espontánea puede realizarse
mediante criterios objetivos, esto es, la presencia de unidades estructurales menores que
marcan los límites entre diálogos, basadas en el criterio de aceptación o reconocimiento de
los demás hablantes, es decir, la presencia de determinados turnos de habla que abren y
cierran el diálogo. El cambio de tópico y el movimiento de participantes son rasgos
complementarios, pero el principio esencial para delimitar los diálogos es un rasgo
propiamente estructural.
En este mismo artículo, se propone la aplicabilidad de este planteamiento al estudio
de los marcadores. El valor y la función de un marcador se definen, entre otros rasgos153
por la posición que ocupa y por el tipo de unidad del discurso en que aparece (2005). El
factor posición resulta fundamental en el español hablado, puesto que es ahí donde los MD
presentan una mayor polivalencia en sus usos. Nuestro campo de estudio es la conversación
152
Gallardo Paúls afirmaba exactamente que “la secuencia no es ya una unidad estructural, determinada por
la toma de turno, sino una unidad funcional. La definimos como el intercambio o grupo de intercambios
dotados de entidad temática y/o funcional.” (B. Gallardo Paúls, 1996: 127).
153
Estos son invariabilidad, gramaticalización, movilidad posicional, autonomía sintáctica, estar situados
entre pausas, imposibilidad de recibir adyacentes o especificadores, etc., nota 19 del artículo citado.
127
Marta Pilar Montañez Mesas
coloquial, la manifestación prototípica de ese español hablado que, como demuestra este
modelo de segmentación, es una realidad estructurada y jerarquizada, en la que pueden
observarse una serie de dimensiones que atienden a distintos ejes que se entrecruzan en el
acto conversacional.
4.2.3
Aplicación al estudio de los MD
La teoría de las unidades del grupo Val.Es.Co. se ha aplicado a la descripción de
diversos marcadores como el caso de no inicial con valor concesivo (Briz Gómez, 2006a),
así como en la definición lexicográfica de las partículas que componen el Diccionario de
partículas discursivas del español (DPDE, A. Briz Gómez, S. Pons Bordería y J. Portolés
Lázaro, eds.). Ya en el artículo donde se presenta el modelo de unidades (Briz Gómez y
otros, 2003: 35) se relacionaba el estudio de MD y actos discursivos. También hemos
defendido la aplicabilidad y rentabilidad del concepto de posición discursiva a la
descripción lexicográfica de los MD (Briz Gómez y Montañez, 2007 y 2008; Montañez
Mesas, 2007b, 2009a; Briz Gómez, 2012) y, con ello, a su aplicación en la enseñanza de
ELE (Montañez Mesas, 2009 y 2010; Pérez Giménez, 2012)154. Los miembros del Grupo
Val.Es.co. aplican el modelo a MD u operaciones pragmáticas concretas, como la digresión
(Pons Bordería y Estellés Arguedas, 2009), o la relación en posición y unidades (Briz
Gómez y Pons Bordería, 2010), por citar algunos; y también otros investigadores no
vinculados al Grupo (p. ej. C. Valero Garcés, 2012).
En Briz Gómez (2005) se demuestra la aplicabilidad del modelo de unidades al
análisis de MD y se establece que un MD no puede desempeñar la función estructural de un
acto ni de una intervención. Ahora bien, aplicando el modelo de segmentación observamos
que ciertos MD de control del contacto adquieren un diferente rango estructural
dependiendo de la posición discursiva que ocupen. Así, por ejemplo, ¿eh? presenta usos
integrados y usos aislados, que, según los criterios que se utilizan en la descripción de
unidades, se corresponden con usos como subacto y usos como acto, respectivamente. La
diferencia es evidente en casos como los que siguen:
154
Otros autores también han dedicado parte de su investigación sobre MD a proponer aplicaciones didácticas
en el aula de ELE (Llamas Saíz, 2003; Martínez y Labrador, 2003).
128
Marcadores discursivos en posición final
(8)
1L1: #155¿no erais cuatro?#
1E1: #¿eh?#
2L2: #¿no erais cuatro?#
2E2: #síi#// #AHORA hay dos/ y yo tres↓ y me falta unaa nueva#
(L.15.A.2, p. 86, l. 189)
En este ejemplo, ¿eh? es un
ACTO
por sí mismo, puede funcionar aislado en una
intervención (posición independiente, Pons Bordería y Estellés Arguedas, 2014: 128).
Según la premisa defendida por A. Briz Gómez (2005), este elemento no puede
considerarse marcador, puesto que mantiene el valor de pregunta, que solicita información
no recibida satisfactoriamente y equivale a ‘¿qué has dicho?’ o ‘¿cómo has dicho?’, o bien
al valor ilocutivo de petición, propio de actos indirectos en que la estructura formalmente
interrogativa de una pregunta funciona como petición ‘¿me das sal?’ es, en realidad, una
petición similar a ‘dame la sal’, de igual forma, la pregunta ¿eh?, en este caso, es una
demanda de repetición de la información y puede parafrasearse por una intervención
semejante a ‘repíteme lo que has dicho’, ‘no te he oído, repítemelo’.
Estellés Arguedas y Pons Bordería (2014: 128) sí reconocen como posición
discursiva relevante la posición independiente y señalan, asimismo, que ciertos MD pueden
ocuparla formando, por sí mismos, una intervención. Esta es la única posición discursiva
independiente y constituye, desde el punto de vista interactivo, una forma de respuesta. Tal
es el caso de bueno.
Frente al uso como acto, encontramos ejemplos en los que la partícula aparece en
posición final de la unidad discursiva. En una estructura del tipo:
(9)
B1: #{¡ay madre!/} {Jose está muy verde} {¿eh?}#
(VC.117.A.1, p. 327, l. 224)
El segmento ‘Jose está muy verde’ presenta aislabilidad, puede formar una
intervención de modo autónomo. En cambio, el segmento ¿eh? no puede funcionar aislado
en esta intervención, no obstante, es identificable, posee un contorno melódico propio
155
El símbolo sostenido # se emplea para delimitar actos, v. ANEXOS I y II.
129
Marta Pilar Montañez Mesas
distinto de la curva entonativa aseverativa expresada por el primer segmento, es, por tanto,
un SUBACTO, desde el punto de vista estructural.
La definición de esta unidad menor del discurso permite explicar la función de
ciertos marcadores como ¿eh? en posición final de intervención, de la que constituye un
subacto. Debido a que los subactos son unidades de carácter informativo o informativoargumentativo, los tipos de subactos que se establecen tienen en cuenta los valores
informativos que constituyen los contenidos del subacto. En el caso de marcadores
conversacionales como ¿eh?, ¿no?, ¿sabes? (Briz Gómez, 1998: 244) se adscriben, más
concretamente, en el modelo de unidades del grupo Val.Es.Co. al tipo de
ADYACENTES.
SUBACTOS
Veámoslos con más detenimiento.
(9’)
B1: #{¡ay madre!/} {Jose está muy verde}SSD {¿eh?}SSA#
(VC.117.A.1, p. 327, l. 224)
En estos casos, ¿eh? es prescindible desde un punto de vista gramatical (aunque
comunicativamente la intervención varía), mientras que en el ejemplo anterior (8), donde
funcionaba como acto, no lo es. En ese sentido, A. Briz Gómez (2006: 17), apunta que el
subacto es un “segmento informativamente dependiente, su supresión no altera el acto sino
el modo táctico de plantear la acción o intención”. En este caso, es conmutable por otros
marcadores de control del contacto como ¿no? No obstante, la posición final de estos
elementos no siempre es absoluta, sino que a veces se sitúan hacia el final, ya que pueden
añadirse otros subactos –a modo de extensiones– que explican o describen lo dicho o parte
de lo dicho:
(10)
1A1: #no↓ eso lo hacen mucho ¿eh?// esa broma#
(H.25.A.1, p. 236, l. 144)
donde el elemento ‘esa broma’ también es un subacto, aunque de tipo sustantivo
topicalizado, que concreta lo dicho o parte de lo dicho, en este caso, se refiere
anafóricamente al pronombre ‘eso’ del segmento anterior –acto– en la misma intervención.
130
Marcadores discursivos en posición final
Desde el punto de vista informativo, es una dislocación a la derecha (Padilla García, 2005:
75-76).
La descripción de un sistema de unidades menores inferiores al acto responde a la
necesidad de explicar y definir ciertos segmentos de la conversación que pueden
identificarse a pesar de no poder aislarse como intervenciones. Su valor informativo, unido
a su reconocimiento como unidad entonativa, resulta suficiente para justificar su existencia.
Su aplicabilidad, por otro lado, nos resulta inmediata si tenemos en cuenta que muchas de
las unidades que estamos estudiando, los MD, funcionan en la conversación como subactos,
de ahí la necesidad de emplear un modelo de segmentación que ahonde en las unidades
menores de la lengua hablada, concretamente, como acabamos de ver, muchos MD
funcionan como subactos adyacentes. Veamos un par de ejemplos:
a) ¿Eh? como subacto adyacente
(11)
1C1: #{os hago una tortilla de patata} {¿eh?}#
1B1: #vale#
(RV.114.A.1, p. 303, l. 442-443)
En la intervención de 1C1, se identifican dos segmentos informativos: ‘os hago una
tortilla de patata’, que funciona como subacto sustantivo y representa el contenido
proposicional: podría aislarse y funcionar por sí solo como intervención, mientras que el
segmento ‘¿eh?’ no es aislable, depende informativamente del anterior, lo identificamos
como segmento informativo que regula la interacción, como subacto adyacente de tipo
interpersonal, ya que manifiesta la llamada de atención al oyente, en este caso B, que
interpreta dicha apelación y responde, ‘vale’156. En cambio, en el ejemplo siguiente, ¿eh?
funciona como acto, ya que aparece aislado:
156
Este ejemplo se analiza también en A. Briz y M. P. Montañez (2008a), “¿Eh?1”, en A. Briz, S. Pons y J.
Portolés (eds.), Diccionario de partículas discursivas del español, www.dpde.es, así como en A. Briz Gómez
y M. P. Montañez Mesas (2008).
131
Marta Pilar Montañez Mesas
b) ¿Eh? como acto
(12)
1J1: #¿de campo?#
1C1: #¿eh?#
2J2: #¿de campo?#
2C2: #sí#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 216, l. 1015)
La existencia de marcadores que pueden funcionar aislados como actos contradice
la opinión de J. Portolés Lázaro, para quién ciertas unidades “permiten usos vedados a los
marcadores […] Admiten, por ejemplo, ser autónomos en un turno de habla” (1998a: 57),
es decir, según el autor, los MD no pueden funcionar como elementos autónomos, como
enunciados independientes (al menos, los conectores). Ahora bien, J. Portolés Lázaro se
refiere a autonomía sintáctica y semántica. Más adelante, reconoce ciertos “usos de bueno,
claro o bien como interjecciones, para distinguirlos de unidades como sin embargo,
además y por tanto, que se clasifican habitualmente como adverbios” (1998a: 67). Estas
interjecciones sí que pueden aparecer solas en un turno de habla, mientras que “las
conjunciones que participan de la función discursiva de marcador no son autónomas en
español” (solo y). Según esto, la capacidad del marcador discursivo para funcionar o no
aislado como enunciado independiente radica en su origen categorial157. En cambio, en
opinión de A. Briz Gómez (2005), si una unidad funciona como acto (con valor ilocutivo)
no puede ser considerada, en principio, marcador discursivo. Aunque, por otro lado,
considera que un segmento no puede ser considerado acto o subacto por sí mismo. Así, A.
Briz Gómez y el grupo Val.Es.Co. (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014: 39 y ss.) analizan
cómo un mismo segmento de habla en unos casos es aislable en una intervención y, por
tanto, es acto y, en otros casos no, por lo que se identifica solo como subacto. Es la
definición de acto y subacto la que permite identificar y segmentar los constituyentes de
una intervención, no los segmentos por sí mismos. No obstante, ejemplos como estos
demuestran que los MD pueden definirse a partir de las unidades del discurso en que se
ubican y de la posición que ocupan en ella.
157
Sobre estos ejemplos volveremos y discutiremos en el capítulo 6 (§6.4.1).
132
Marcadores discursivos en posición final
Recapitulando, la propuesta de segmentación descrito por A. Briz Gómez y otros
(2003) y ampliado en trabajos posteriores del grupo Val.Es.Co. (esp. Grupo Val.Es.Co.,
2014), permite dar cuenta de la organización estructural de la conversación y configura un
modelo aplicable a otros discursos y dotado de una gran capacidad descriptiva y explicativa
para analizar diversos fenómenos de la interacción, como el uso de MD de control del
contacto, que es nuestro objeto de estudio, gracias, sobre todo, a la descripción de unidades
menores correspondientes al nivel monológico que permite explicar cualquier segmento de
habla por breve que sea.
Ahora bien, para llegar a un modelo con este de concreción se han analizado
numerosas muestras de habla real y se ha tratado de aplicar otros modelos anteriores que no
siempre daban cuenta de estas unidades menores. Por ello, a continuación ofrecemos un
breve repaso de los modelos de segmentación de la lengua oral organizados según se
centren en mayor medida en el nivel dialógico (especialmente, en lo referido a la unidad
turno) o bien, se detengan en las unidades menores o inferiores al turno de habla.
La propuesta de Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), además de
favorecer el estudio de ciertos valores de los MD, tiene como primera misión descubrir la
organización estructural de la conversación, así como describir unas unidades capaces de
segmentar el discurso oral. Por ello, esta teoría se centra o ha sido diseñada expresamente
para adaptarse a un discurso eminentemente dialógico en el que tiene sentido el
reconocimiento de unidades menores (Hidalgo Navarro, 2006; Hidalgo Navarro y Padilla
García, 2006). Ahora bien, ¿se podrían adaptar o transferir estos conceptos, o lo que es lo
mismo, aplicar esta teoría a otro tipo de discursos, incluso monológicos? Pensamos que sí.
Es más, ¿puede entenderse todo discurso como dialógico en tanto que es equiparable al
esquema información / pregunta o información / respuesta donde la primera parte esté
implícita? Considérese, por ejemplo, un discurso escrito como una receta de cocina158.
158
Este género discursivo suele contener una serie de unidades estructurales (ingredientes, instrucciones,
tiempo, sugerencias...). Cada una de ellas responde a una pregunta que implícitamente se hace el lector
potencial de la receta (¿Qué ingredientes lleva? ¿Cómo se prepara? ¿Cuánto se tarda? ¿Cómo y con qué se
sirve?). La información contenida en una noticia responde a estas mismas preguntas: ¿qué? ¿quién?
¿cuándo? ¿dónde? ¿cómo? Así, A. Llopis (2006), siguiendo a J. Rey-Debove y F. Lara Ramos, ha aplicado
esta misma idea a la elaboración de un discurso eminentemente escrito como son las obras lexicográficas.
133
Marta Pilar Montañez Mesas
De este modo, un texto monológico puede reinterpretarse como dialógico y, por
tanto, pueden aplicarse las unidades características de un tipo de discurso dialogal como la
conversación. Es decir, podemos interpretar cualquier texto como dialogal. Desde el punto
de vista de dicha estructura informativa, cada uno de los comentarios “se puede explicar
como la respuesta a una pregunta implícita” y “los ‹‹comentarios›› son las respuestas a
estas preguntas” (Portolés Lázaro, 1998a: 117). Este autor, de alguna manera, da razones
que nos permiten justificar la necesidad de incluir un apartado sobre unidades
conversacionales en esta investigación, ya que afirma que la descripción de los MD “con
usos conversacionales, para ser completa, ha de dar cuenta de las relaciones de estas
unidades con los patrones de la conversación y, en especial, sus funciones
metadiscursivas” (1998a: 131).
Por su parte, L. Cortés (2002) consideraba que los sistemas de unidades
conversacionales descritos hasta esa fecha no eran adecuados para discursos monológicos
de largas intervenciones, lo que le obligó a definir una unidad intermedia entre la
intervención y el acto, el enunciado, en el que los actos establecen relaciones entre sí, como
hemos visto (§4.4.2.1). Aunque el propio autor reconoce, junto a M.ª M. Camacho (2005:
23), que hay fragmentos de texto irreductibles a su propuesta, por nuestra parte, creemos
que el modelo de segmentación propuesto por el grupo Val.Es.Co. en los trabajos ya
citados, da cuenta de todos los posibles segmentos identificables en una conversación o en
otro tipo de discurso, de modo que ninguna unidad, por pequeña que sea, escapa a la
clasificación de unidades descritas en el modelo. En cualquier caso, se puede aplicar el
sistema de unidades propuesto por Val.Es.Co. al discurso escrito (en la misma línea,
Hidalgo Navarro y Padilla García, 2006, nota 2).
En síntesis, el modelo de segmentación descrito por Briz Gómez y otros (2003) y
ampliado por varios miembros del grupo Val.Es.Co., esp. Grupo Val.Es.Co. (2014), aunque
fue concebido y se propuso para el análisis del discurso oral, eminentemente dialógico
como la conversación, puede aplicarse también a los discursos monológicos y a los
discursos escritos, prueba, por tanto, de su eficacia descriptiva y evidencia de una notable
predictibilidad.
134
Marcadores discursivos en posición final
Por último, queremos citar una innovadora propuesta para la segmentación de la
lengua hablada, surgida en el seno del grupo Val.Es.Co., el MESTEL (Cabedo Nebot, 2009,
2011) a partir de criterios prosódicos, conducentes a delimitar grupos entonativos y, con
ello, marcar con mayor eficacia las fronteras entre unidades, especialmente, los subactos159.
4.3 PROPUESTAS CENTRADAS EN EL NIVEL DIALÓGICO
La conversación es el prototipo de discurso dialógico, pero está integrada tanto por
unidades dialógicas como monológicas160. En este apartado nos detenemos en aquellas
propuestas que prestan una atención mayor al nivel dialógico161.
4.3.1 Análisis conversacional
4.3.1.1 Primeros trabajos
El artículo “A simplest systematics for the organization of turn-taking for
conversation”, de H. Sacks, E. Schegloff y G. Jefferson (1974) se centra en el turno de
habla y parte de la idea de que el sistema de turnos es un hecho general que interviene en
diversas actividades humanas, entre ellas, la actividad lingüística desarrollada en la
interacción, especialmente conversacional. Por tanto, el TURNO es una unidad social, que se
aprende desde la infancia. El sistema de turnos que proponen se genera a partir de los datos
(cambios de hablante, duración de los turnos…) que observan en el desarrollo de la
conversación, de los que extraen catorce características relacionadas con el cambio de
turno. De estas, podemos destacar el hecho de que en la conversación, ni el orden de los
159
Cabedo Nebot, A. (2011): “Hacia un modelo predictivo para la segmentación prosódica del discurso oral
coloquial: MESTEL (Modelo Estadístico para la Selección de Términos Entonativos Ligados)”, Oralia, 14,
85-104. Antes ya lo había defendido en su tesis Segmentación prosódica en la conversación coloquial: sobre
el grupo entonativo como mecanismo demarcativo de unidades mínimas (2009, Universitat de València).
160
Optamos por ordenar las diferentes propuestas atendiendo al nivel de la conversación que más
profundizan, para destacar aquellos modelos que han desarrollado más el nivel monológico y las unidades
inferiores de la estructura de la lengua oral, frente a los que no se han detenido tanto en esas unidades
menores.
161
Para una revisión de las propuestas sobre las unidades del discurso desde distintos enfoques hasta los años
90, puede consultarse B. Gallardo Paúls (1993: esp. 7-13)
135
Marta Pilar Montañez Mesas
turnos, ni su duración, ni el número de participantes, ni el contenido o temática están
fijados de antemano. Este carácter no predeterminado ocasiona fenómenos como el habla
simultánea (los solapamientos) y favorece el desarrollo de diversas técnicas de cesión del
turno entre los participantes de la conversación.
4.3.1.2 Aplicación al estudio de los MD
Esta propuesta sobre el turno puede aplicarse a MD ligados a la dinámica
conversacional. Recordemos que una de las características determinantes de la
conversación es su dinamismo, la llamada alternancia de turnos, que, como destacaban los
autores, no está predeterminada. Ciertos MD se especializan en funciones relacionadas con
el mantenimiento o la cesión del turno, desde el punto de vista del hablante, o bien, sirven
como estrategia de autoselección de hablantes (incluso para robar el turno), en el caso del
oyente. En situaciones de turno competitivo, los interlocutores en pugna suelen hacer uso
de diversas tácticas para alzarse vencedores e imponerse: además de las estrategias fónicas
(elevar el tono de voz, aumentar o disminuir la velocidad de habla, producir una entonación
ascendente o suspendida que indica que no se ha terminado de formular la intervención, o
bien con alargamientos), emplean también ciertos MD, generalmente combinados con esos
rasgos prosódicos, como en (13):
(13)
A: yo es que estoy muy [tranquila peroo]
B:
[y yo también↑ no te digo]162
En este ejemplo se observa un alargamiento del marcador ‘pero’ en la intervención
de A al sentirse solapado por la intervención de B y yo también↑ no te digo. Estas
funciones relacionadas con la cesión y robo del turno también las cumplen, en especial, los
MD de control del contacto, como ¿eh?, ¿no?, ¿entiendes?, sobre todo en posición final de
intervención, donde generalmente intentan ceder el turno, como en 1G1 en el ejemplo que
sigue:
162
Ejemplo propio.
136
Marcadores discursivos en posición final
(14)
1E1: yo tengo unos principios y para mí hay valores fundamentales§
1G1:
2E2:
2G2: ¿o intentas seguirlos↑?§
3E3:
§ sí (…)
§ eso/ y tú los sigues ¿no?§
§sí
(L.15.A.2, p. 91, l. 385)
Una valoración crítica a este artículo la encontramos en un trabajo de H. H. Clark
(1997) en el que considera que la conversación consiste en una jerarquía de partes:
conversación, secciones, pares adyacentes y turnos, y que esta estructura jerárquica de la
conversación “es una propiedad emergente”. En cuanto a los turnos, el autor señala las
carencias de la propuesta de H. Sacks et alii (1974) sobre las reglas que rigen la alternancia
de turno en la conversación; por ejemplo, indica que la visión de la conversación como
reactiva (el hecho de que no se inicie un turno hasta que no acabe otro) significaría que no
hay vacíos, y, sin embargo, los hay. Este es solo un ejemplo de las limitaciones explicativas
del modelo de los autores anteriores, que tampoco da cabida a otros fenómenos frecuentes
en la conversación como los truncamientos, las estructuras inacabadas o las interrupciones
estratégicas.
Las críticas de H. Clark al modelo de H. Sacks et ál. (1974) se podrían resumir
diciendo que los autores proponen un modelo estático del cambio de turno, y la
conversación es un tipo de discurso dinámico (Briz Gómez, 1998, entre otros) o, dicho de
otro modo, parafraseando a H. Clark, las acciones de la conversación son generalmente
simultáneas y no sucesivas (1997: 327). Ahora bien, el autor defiende que la conversación
debe ser vista como fenómeno emergente, esto es, considera que “people may have general
goals on entering a conversation but they cannot prepare specific plans to reach them.
They must achieve what they do contribution by contribution.” (1997: 331).
A partir de este fragmento podemos afirmar que el H. Clark no niega que la
conversación tenga una estructura –de hecho, defiende que todas las conversaciones tienen
una estructura de tres partes (o secciones): entrada, cuerpo y salida (1997: 340)–, sino que
esta no refleja un plan previo, ya que la conversación se construye paso a paso, turno a
turno. El autor, incluso, afirma que el orden de la conversación es un testimonio de cómo la
137
Marta Pilar Montañez Mesas
gente coordina sus acciones con otro163. También J. Portolés Lázaro (2004: 108) insiste en
la ausencia de plan previo en la conversación164, hecho que no debe confundirse, sin
embargo, con el hecho de que carezca de estructura y organización interna.
4.3.1.3 Escuela de Birmingham
Dentro del Análisis del discurso destaca la llamada Escuela de Birmingham. Uno de
sus representantes, M. Coulthard, en su trabajo An introduction to discourse analysis (1994
[1977]) sobre la interacción en el aula (classroom interaction), incluye la lesson (de estatus
similar al parágrafo en gramática), la transaction (delimitada por un marco o frame, e
identificada por una señal entonativa que indica “a point of semantic completeness” y que
es, por tanto, una unidad de compleción semántica), que está formada por intercambios
(exchanges) de distintos tipos, que se expresan mediante movimientos (moves). El
movimiento es la contribución mínima de un hablante en un intercambio y está formado por
uno o más actos (acts). Los actos se definen por sus funciones interactivas, que pueden
agruparse en tres categorías: meta-interactive, interactive y turn-taking (1994: 123 y ss.).
4.3.1.4 Propuestas en el ámbito hispánico
Una línea dentro del análisis conversacional la encontramos en español en el trabajo
de B. Gallardo Paúls (1993), que se centra en el nivel dialógico, en concreto, en la
descripción de las secuencias de una conversación a partir de la combinación de
intercambios que comparten un mismo tópico, e integra este criterio semántico en un marco
teórico más amplio, el de la coherencia en el discurso. Cuando una intervención mantiene la
coherencia con lo inmediatamente previo (con la ayuda del contexto, del conocimiento del
mundo y del cotexto) y se reconoce el mismo tema, esta intervención se asigna a la misma
secuencia. Este interés por la organización secuencial de la conversación le lleva a recoger
163
Literalmente afirma: “Orderly conversations are a testimony to the remarkable skill by which people are
able to coordinate their actions with one another” (Clark, 1997: 352).
164
Dice textualmente:
Las conversaciones y los intercambios no son estructuras con justificación en unas propiedades propias, sino consecuencia del
peculiar comportamiento de los seres humanos y, por tanto, su aparente organización a partir de un plan es, en realidad, una
ilusión (2004: 203).
Véase también la nota 45, en este mismo capítulo.
138
Marcadores discursivos en posición final
una clasificación de intervenciones que parte de esta idea de coherencia; así, según inicie,
mantenga o aporte nuevos referentes al tema, B. Gallardo Paúls (1993: 38), recogiendo la
propuesta de Goldberg (1983) (apud, Gallardo Paúls, 1993), distingue 4 tipos de
intervenciones, a saber, de introducción, de reintroducción, de conservación ampliada y de
conservación.
Por otro lado, establece diversos tipos de secuencias según el rango perceptivo con
el que se asocien, a saber, secuencias marco (de apertura y cierre), secuencias de
conformidad o concordancia (asociadas al nivel de la concordancia y a la ley de igualdad),
secuencias laterales (correspondientes al nivel lineal y a la ley de proximidad) y secuencias
de inserción (relacionadas con el nivel presuposicional y la ley de la buena forma).
En su Pragmática del receptor (1996: esp. 78-98) describe varias unidades
siguiendo propuestas anteriores (en especial, de la Escuela de Birmingham, Sinclair y
Coulthard, 1975, apud, Gallardo Paúls, 1996), pero presenta algunos elementos distintos
más ajustados al corpus con el que trabaja, el corpus Val.Es.Co. de conversaciones
coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a). Las unidades que describe son:
- el movimiento, unidad mínima determinada por el cambio de hablante e
identificada prosódicamente. No considera que la unidad básica sea el acto, como afirman
muchos, puesto que el acto de habla “es una unidad que se encuentra tanto en la base del
diálogo como del monólogo”, esto es, no se trata de una unidad “propiamente interactiva”,
de ahí que prefiera el movimiento, entendido como “el acto o conjunto de habla dotado de
valor interactivo, es decir, que involucra a un hablante y un oyente” (1996: 79). Pueden ser
constitutivos o de enlace. Esta unidad se sitúa entre la intervención y el acto y se
demuestra, sobre todo, en intervenciones extensas165.
- turno e intervención: el turno es un hueco estructural que puede ser rellenado por
una simple aportación (continuación o turno de paso) o por una intervención (contribución
de un hablante), que puede ser iniciativa (inicio, informe y relanzamiento), reactiva
165
Según esta definición, el movimiento se aproxima a la unidad enunciado que definen L. Cortés Rodríguez
y M.ª M. Camacho Adarve (2005), como veremos (víd. infra. §4.4.2)
139
Marta Pilar Montañez Mesas
(respuesta, respuesta/inicio y reacción evaluativa) o mixta (respuesta/inicio, que puede
desglosarse en movimientos separables);
- intercambio y par adyacente: el intercambio es la unidad estructural máxima de la
conversación, y el par adyacente es el intercambio prototípico básico que generalmente se
identifica con la estructura pregunta / respuesta. La autora se centra en esta unidad y
considera que la segunda parte puede ser prioritaria o no prioritaria, concepto del Análisis
de la Conversación (comp. con las intervenciones reactivas preferidas y no preferidas de
M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés Lázaro, 1999: 4079).
- secuencia: unidad funcional, no estructural, constituida por uno o varios
intercambios. A esta unidad había dedicado todo un monográfico (1993) en el que
interrelacionaba los tipos de secuencia con las leyes perceptivas, los niveles y tipos de
actos, como hemos descrito más arriba. A diferencia de nuestro modelo, para la autora es
una unidad solo temática (comp. A. Briz Gómez, 2005 y 2006c, en este capítulo
§4.2.1.1.1).
- acto: unidad mínima no necesariamente dialogal (de ahí que prefiera el
movimiento como unidad básica que sí es interactiva).
Otra autora centrada en el español hablado es A. B. Stenström (2005), quien emplea
turno para referirse a la emisión de un hablante sin referencia a si este obtiene o no
respuesta (rasgo que contrasta con la propuesta del grupo Val.Es.Co.). Esta autora toma la
propuesta de J. Sinclair y M. Coulthard (1975). Las unidades que define son:
- la transacción: conjunto de intercambios que comparten un único asunto.
- el intercambio: par de turnos de hablantes distintos.
- el turno. No se indica si debe o no haber reconocimiento de la emisión del
hablante por parte de los interlocutores.
- el movimiento. Se define como “what the speaker does in a turn to start, carry on
and finish an exchange” y
- el acto, la unidad de intención comunicativa, que puede ser de tres tipos:
140
Marcadores discursivos en posición final
primario: realiza un acto de habla por sí mismo,
secundario: acompaña pero puede reemplazar a actos primarios, y
complementario: acompaña pero no puede reemplazar a actos primarios.
La idea de reemplazo (‘replace’) de la que habla A. B. Stenström se parece bastante
al criterio de aislabilidad que emplea el grupo Val.Es.Co. en su distinción entre actos y
unidades inferiores al acto (subactos). Esta aportación tiene aplicaciones al estudio de un
tipo particular de MD: los marcadores de control del contacto (que ella denomina tags),
como veremos en la segunda parte de este trabajo.
4.3.2 Pragmática lingüística166
4.3.2.1 Escuela de Ginebra
El grupo formado por E. Roulet, A. Auchlin, J. Moeschler, C. Rubattel y M.
Schelling, entre otros, conocido como la Escuela de Ginebra, ha propuesto un modo de
segmentación para dar cuenta de la articulación del discurso y de la estructura jerárquica de
la conversación (Roulet et alii, 1991 [=1985]). La propuesta ginebrina centra su atención
principalmente en dos unidades conversacionales: el intercambio y la intervención, y en las
funciones que se desarrollan en el interior de cada tipo de unidad, a saber, ilocutivas –
iniciativas o reactivas– entre las intervenciones en el interior de los intercambios, e
interactivas (entendiendo por ‘interactiva’ la relación entre director-subordinado) en el caso
de las intervenciones. Esta relación director-subordinado se establece entre actos, o entre
otros constituyentes de la intervención, a partir de la relación entre argumento (acto
subordinado) y conclusión (acto director).
Las intervenciones son casi siempre unidades complejas, formadas no solo por
actos, sino por otras intervenciones que constituyen intercambios enlazados. La
166
Aunque autores como B. Gallardo Paúls (1993: 11) la denominan pragmática dialógica, elegimos
pragmática lingüística puesto que es el nombre que el propio J. Moeschler emplea (1985: 17), dentro del
análisis de la conversación y rechaza análisis conversacional porque se vincula a los etnometodólogos
(Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974). C. Fuentes Rodríguez (2000) describen este modelo ginebrino como
propuesta modular en el apartado de Lingüística pramática y Análisis del discurso.
141
Marta Pilar Montañez Mesas
consideración de intervenciones complejas en el modelo ginebrino responde a la idea de
“complétude interactive”, que es una de las constantes que determinan la estructura del
discurso167. El término procede de F. Flahault (1978) y A. Auchlin (1981a)168 y parte de la
concepción de la conversación como un proceso negociador, en el que, para llegar al
acuerdo en la negociación debe lograrse la compleción interactiva, esto es, que
las proposiciones que se realizan en cada una de las fases de la negociación, iniciativa, reacción,
réplica, satisfagan las restricciones comunicativas y rituales, de manera que estén claras y
justificadas.
También, J. Moeschler (1985) considera que puede estar constituida por actos de
habla, intervenciones e intercambios. No obstante, según lo que denomina principio de
composición jerárquica (1985: 82), “todo constituyente de rango n está compuesto por
constituyentes de rango n-1”. Según esto, no es coherente que una intervención esté
formada, a su vez, por unidades de su mismo rango (intervenciones) o, incluso, de rango
superior (n+1), como el intercambio. Para explicarlo, propone el “principio de composición
de intervención” (1985: 89) en virtud del cual, “la intervención puede estar compuesta por
acto(s) de lengua, intervención(es) y/o intercambio(s)”. Es evidente que estos dos
principios son contradictorios, por lo que el segundo se interpreta como modificación del
primero, más general, y así le permite explicar lo que él denomina “échange enchâsse”,
esto es, un intercambio incrustado o engarzado, no en otro intercambio, sino en una
intervención. Esto explica que dentro de lo que considera ‘intervención’ puedan
desarrollarse constituyentes de rango no solo inferior, sino igual o superior. Hemos de
entender, por tanto, un concepto amplio de intervención. Se define como “la mayor unidad
monologal que compone el intercambio” (1985: 81), y que puede ser simple o compleja,
según si contiene uno solo o más actos de lengua.
Para justificar que constituyentes no solo inferiores como el acto, sino también
intercambios (y las intervenciones que los forman), puedan ser constituyentes de una
intervención, maneja las funciones interactivas director y subordinado, y explica esos
167
El carácter complejo de la articulación del discurso espontáneo también lo señalan Calsamiglia Blancafort
y Tusón Valls (1999: 319) ya que “pueden aparecer unidades secundarias incrustadas en unidades
directoras”.
168
Apud., Roulet et alli (1991: 16)
142
Marcadores discursivos en posición final
intercambios engarzados como subordinados dentro de la intervención. El engarce se
describe como propiedad recursiva en la composición de unidades. Para J. Moeschler
(1985: 88), las relaciones en el intercambio son lineales, ya que este no puede estar
formado por una sola intervención; mientras que, en la intervención, las relaciones son
jerárquicas, porque si hay más de un constituyente, uno es director y el resto, subordinados.
Las funciones que desempeñan las intervenciones en el intercambio, de carácter ilocutivo,
pueden ser iniciativas o reactivas, distinción que permite establecer tres tipos de
intervenciones, a saber, intervención iniciativa (que, a su vez, es la intervención directriz),
intervención reactivo-iniciativa (en el interior del intercambio) e intervención reactiva
(como cierre del intercambio). Estos tipos han sido aprovechados con algunas
modificaciones por la propuesta de Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co.
(2014)169 y, asimismo, se afirma en esta el carácter recursivo de las unidades (una unidad
inferior puede contener unidades superiores).
4.3.2.2 Aplicación al estudio de los MD
E. Roulet et ál. (1991) analizan una serie de marcadores una vez descrita su
propuesta de unidades del discurso. No emplean para ello únicamente conversaciones sino
también entrevistas y textos escritos, aunque siempre auténticos, reales. Para la descripción
de conectores pragmáticos (grupo que ellos analizan), distinguen entre:
- marcadores de función ilocutiva (metadiscursivos)
- marcadores de función interactiva (argumentativos, contraargumentativos, concesivos y
reevaluativos) y
- marcadores de estructuración de la conversación
y atienden a sus valores en el seno de dos unidades conversacionales, a saber, el
intercambio y la intervención. Los autores analizan con detenimiento los marcadores más
importantes de cada subgrupo y dan cuenta de las relaciones que contraen las unidades en
que funcionan, esto es, si se trata de una unidad directora o subordinada, si es iniciativa o
reactiva, con respecto a las demás unidades de la conversación.
169
También en el ámbito francófono, C. Kerbrat-Orecchioni (1996: 34-40) define un modelo jerárquico de
organización estructural de la conversación con unidades semejantes a las descritas por la llamada Escuela de
Ginebra, a saber, interacción, secuencia, intercambio, intervención y acto.
143
Marta Pilar Montañez Mesas
Uno de los miembros del grupo, J. Moeschler (1985), se centra en los MD
argumentativos en relación con la estructura de la conversación que, según el autor, lleva
integrada una estructura de la argumentación (1985: 119). De modo que estudia la
argumentación tanto en el nivel de la intervención, donde la argumentación funciona como
funtivo (término con el que traducimos la noción de foncteur empleada por este autor) de
coherencia, como en el nivel del intercambio, como funtivo de cierre y expansión (1985).
Del mismo modo, según J. Moeschler “l’interprétation des marqueurs argumentatifs
pouvant être déterminée par la prise en compte de contraintes interactionelles et
structurelles” (1985: 119).
4.4 PROPUESTAS CENTRADAS EN EL NIVEL MONOLÓGICO
Más recientemente, otras propuestas de segmentación concretan aún más el nivel
monológico y fijan su atención en la estructura de las intervenciones, donde especifican
tipos de actos e, incluso, unidades inferiores al acto. Estas son, por un lado, la propuesta de
Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), que identifican unidades mínimas
informativas llamadas subactos, desarrolladas por el Grupo Val.Es.Co. y, por otro, la de L.
Cortés Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005), quienes reconocen unidades inferiores
que denominan microactos170.
4.4.1 A. Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), Universitat
de València
Esta es la propuesta en que basamos nuestro estudio. El artículo programático de
2003 ha ido ampliándose, sobre todo, en lo referente a las unidades superiores (diálogo,
discurso) y a las unidades inferiores (subactos), hasta completarse en el artículo de 2014.
No obstante, el primer artículo ha servido de base para el estudio de algunos marcadores
discursivos, como hemos comprobado en §4.2.3; y, el modelo completado en 2014 es el
170
Los propios autores señalan que se limitan en ese trabajo al nivel monológico (2005: 47), razón de más
para incluirlos en este apartado.
144
Marcadores discursivos en posición final
que se aplica en la segunda parte de esta tesis. Ahora nos detenemos en la propuesta de los
autores andaluces.
4.4.2 L. Cortes Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005), Universidad
de Almería
4.4.2.1 Teoría psico-pragma-lingüística de unidades del discurso
Estos autores parten de los planteamientos de la psicolingüística, que concibe las
unidades de segmentación del discurso como unidades de procesamiento. Plantean una
“Teoría psico-pragma-lingüística de las unidades y marcadores del discurso oral” (2005:
12). En un artículo anterior, L. Cortés Rodríguez (2002) ya había definido las unidades del
discurso oral y su relación con los MD. Allí consideraba, como punto de partida, que las
unidades del discurso oral descritas hasta el momento de confeccionar su propuesta no eran
adecuadas para cualquier tipo de discurso, especialmente aquellos en que aparecen
intervenciones de cierta extensión, de ahí que proponga una unidad intermedia entre la
intervención171 y el acto, que denomina enunciado (2002: 9).
Esta unidad se define como “unidad de comunicatividad”, necesaria, sobre todo, en
el análisis del discurso monológico (2002: 9, en n.p.p.); más adelante, amplía esta
definición:
fragmento, más o menos amplio, presentado por el emisor al destinatario como una totalidad
conclusa; es un acto o varios actos discursivos emitidos por un hablante y que están relacionados
bien formalmente, bien semánticamente, al ser elementos componentes de una misma intención
argumental (2002: 14).
En nuestra opinión, lo fundamental de esta definición es, más que la idea de
comunicatividad, la consideración del enunciado como unidad de intención o “estrategia
intencional” (2002: 17), y como unidad conclusa, lo cual viene reforzado por la presencia
de pausas largas, que marcan sus límites. El enunciado, a su vez, está formado por actos,
unidades mínimas de comunicación que, a diferencia de la consideración de la Escuela de
171
Ya que la intervención, identificada como emisión ininterrumpida de un hablante, puede tener cualquier
extensión: desde una única palabra hasta un discurso de horas.
145
Marta Pilar Montañez Mesas
Ginebra, para quienes tienen función interactiva, pueden o no tener dicha función según los
actos mantengan una relación jerárquica o lineal.
En este artículo también menciona otras dos unidades más, el macroacto y la
secuencia que, sin embargo, no define. Sí aparecen descritas en L. Cortés Rodríguez y M.ª
M. Camacho Adarve (2005). Ambas son consideradas unidades derivadas del acto (unidad
básica, junto al microacto y al enunciado). Por un lado, el macroacto no es una unidad de
procesamiento “sino resultado de servir como combinatoria funcional”, en los casos en que
un acto (dentro de un enunciado) está formado, a su vez, por más de un acto, que se
encuentra, por ejemplo, incrustado (2005: 126-127). Este carácter lineal de los actos nos
recuerda a los constituyentes «enchâsses» de los que daba cuenta J. Moeschler (1985). Por
otro lado, la secuencia es una unidad que se delimita a posteriori a partir de un doble
criterio: temático (toda secuencia contiene un macrotema que desarrolla temas y sub-temas)
y textual (según la actividad que cumplan en el discurso: apertura, desarrollo, cierre y
lateral172).
En nuestra opinión, la aportación más interesante de la propuesta citada es la
consideración de una unidad básica constituida por actos, pero inferior a la intervención,
que presenta carácter completo: el enunciado. Este se materializa en un acto que, a su vez,
puede contener unidades inferiores llamadas microactos (microinformaciones simultáneas).
Si hemos situado esta propuesta junto a la teoría de las unidades definida por el Grupo
Val.Es.Co. es, precisamente, porque L. Cortés Rodríguez (2002) y L. Cortés Rodríguez y
M.ª M. Camacho Adarve (2005) definen una unidad inferior al acto, llamada semiacto, en
el artículo del primer autor, y microacto, en el trabajo conjunto. En su descripción del
semiacto, se define como constituyente “inseparable” del acto en que se integra, y para su
reconocimiento solo afirma que “el semiacto dependerá de la configuración del acto, y,
como siempre, del contexto” (Cortés Rodríguez, 2002: 22). El criterio informativo según el
cual los semiactos son “bloques de contenido aún más pequeños, con significado pero
menos carga semántica que los actos” (2002: 21) coincide con la idea de identificabilidad
que propone el Grupo Val.Es.Co. (§4.2.1), pero no se tiene en cuenta el otro criterio, la
aislabilidad (que distingue el acto del subacto, en Briz Gómez y otros, 2003; Grupo
172
Estos tipos los describe extensamente B. Gallardo Paúls (1993)
146
Marcadores discursivos en posición final
Val.Es.Co., 2014). En el caso de L. Cortés Rodríguez, dado que describe una unidad
intermedia entre la intervención y el acto, el enunciado, en virtud del cual no todo acto es
inseparable de otro en el interior de un enunciado (solo los jerárquicos nucleares parecer ser
aislables), no es posible aplicar de la misma manera el criterio de aislabilidad; mientras que
en las unidades de la conversación descritas por Briz Gómez y otros (2003) y Grupo
Val.Es.Co. (2014) es un rasgo claramente definitorio y permite distinguir el acto del
subacto. Más abajo, el autor señala de forma implícita la diferencia entre acto y semiacto,
ya que afirma que el semiacto no desarrolla una función interactiva, frente al acto, que entra
“en las relaciones de dependencia discursiva” (2002: 26).
La definición de ‘semiacto’ de 2002 es insuficiente, por lo que se ve obligado a
reelaborarla en 2005 y a asignarle la denominación, quizá más precisa, de microacto, que se
describe como unidad básica, que contiene una serie de ideas asociadas que no pueden
funcionar solas, son unidades relativas, “fragmentos que únicamente adquieren su sentido
pragmadiscursivo asociados con otro u otros” (2005: 113). Esta descripción es muy
cercana al rasgo de no aislabilidad que le asigna el grupo Val.Es.Co., como se comprueba
en 4.2.1.2.2. También la consideran “unidad informativa que procesa simultáneamente
microinformaciones” de diversos tipos (fónicas, morfosintácticas, temático-ilocutivotextuales, etc.). Este carácter informativo también lo destaca la propuesta de Briz Gómez y
otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), y es la dimensión (informativa, frente a la
estructural o social) en la que encuadran el subacto.
4.4.2.2 Aplicación al estudio de los MD
Como se ha anticipado, tanto en L. Cortés Rodríguez (2002) como en L. Cortés
Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005), se vinculan las unidades del discurso con el
análisis de los MD que integran dichas unidades y se considera que estas favorecen la
distinción de tipos de MD según el tipo de acto que unen: si los actos mantienen una
relación jerárquica, el marcador puede ser un conector o un reformulador; mientras que si
la relación es lineal, el marcador es un organizador. Por otro lado, también se centran en el
estatuto estructural de los marcadores y la posibilidad de funcionar aislados en unidades de
la conversación. El corpus que manejan también se nutre de muestras del español hablado,
147
Marta Pilar Montañez Mesas
aunque de un género distinto, la entrevista semidirigida, por lo que, aunque podemos
cuestionar que exista un grado máximo de espontaneidad, sin duda se trata de un material
valioso173.
Estos autores quieren “demostrar que los MD son determinantes para el
procesamiento de las unidades de segmentación” (2005: 24), puesto que, según ellos, “los
marcadores son piezas básicas en la articulación y delimitación de unidades en el
discurso” (2005: 31 y 156)174.
Más adelante los clasifican en dos subgrupos: aquellos centrados en el oyente (en
intervenciones iniciativas) y aquellos centrados en el tema de conversación (tanto en
intervenciones iniciativas como reactivas). Establecen cuatro grupos dentro de los primeros,
a saber, empáticos, antipáticos, apáticos y ambiguos. Por tanto, los autores explican la
importancia de los MD en el reconocimiento de las unidades de procesamiento, que sirve,
además, para clasificar los MD según las unidades con las que se relacionen. Esto les
permite establecer la existencia de marcadores de iniciación y marcadores de reacción
(2005: 179), pero de manera indistinta, es decir, un mismo marcador puede pertenecer a
ambos grupos.
Los autores señalan que en el caso de los marcadores que denominan de indecisión
(eeeh, estooo, no sé, mmm), además de ser interactivos, pueden desempeñar funciones
textuales como delimitadores de unidades, o para reorganizar un microacto, acto, enunciado
o secuencia “tanto con una finalidad retardadora (bueno, eeh) o con una intención
demarcativa (no sé, o sea)” (2005: 180). En cuanto a los que aparecen solo en
intervenciones reactivas, pasan a denominarse marcadores interactivos de función reactivotemática, y pueden subclasificarse según tres valores: aceptación, rechazo e indiferencia
(2005: 184). En cuanto a los marcadores textuales, distinguen tres grupos según la función
en la organización del discurso: marcadores de apertura, marcadores de cierre y
marcadores de desarrollo o progresión temática (2005: 189-217). La mayoría pertenece a
este último grupo, dentro de los que establecen otros dos subtipos según las relaciones que
contraigan las unidades entre las que se sitúa el marcador, esto es, marcadores jerárquicos
173
Se trata del Corpus del habla de Almería, que pertenece a un proyecto sociolingüístico para la recopilación
del español hablado en las principales ciudades de habla española, el PRESEEA, coordinado por F. Moreno
Fernández.
174
También S. Pons Bordería (2001: 231) señala esta función demarcativa en los marcadores del discurso.
148
Marcadores discursivos en posición final
y marcadores lineales. Aún distingue tipos en cada grupo, para dar cabida a todas las
unidades que participan de la marcación del discurso.
Por lo tanto, establecen una clasificación de MD a partir de su función y de su
ubicación en las unidades de segmentación del discurso oral, sin duda, novedosa, sobre un
corpus de entrevistas semidirigidas, próximas, aunque no idénticas, a la conversación
cotidiana en que nos basamos nosotros.
4.4.3 E. Cresti y otros (2003), Università di Firenze
También aplicado a la lengua hablada, en concreto, al italiano, es el modelo
propuesto por el grupo LABLITA de la Università di Firenze. Aunque se ha señalado la
indefinición del concepto de enunciado en la mayoría de propuestas, así como su carácter
poco operativo como unidad de análisis del discurso hablado espontáneo, ciertas propuestas
sí lo utilizan de modo algo más concreto y afinan en la descripción de sus rasgos. Este es el
caso del grupo LABLITA, que analiza el discurso oral espontáneo, uno de los tipos que
incluye el corpus C-ORAL-ROM175, mediante un conjunto de unidades de segmentación
del discurso establecidas a partir de criterios prosódicos y pragmáticos; en concreto, uno de
sus investigadores, M. Moneglia explica en la presentación del corpus que primero realizan
la escansión tonal y la segmentación del discurso en enunciados (como base del análisis) y
después llevan a cabo la demarcación mediante criterios ilocutivos, dicho de otro modo, el
valor ilocutivo identifica el enunciado. En opinión de E. Cresti “chaque expression
interprétable pragmatiquement est énoncée” (apud., Moneglia, 1998).
Tras este primer nivel de análisis, se establece la relación entre la entonación de las
unidades tonales176 −pues, según Moneglia, la entonación otorga valores funcionales y
demuestra un plan de estructuración (1998: 7)− y su valor funcional mediante la llamada
175
Este corpus europeo y su modelo de anotación sirven de base a otros proyectos y corpus, como el
CHIEDE, sobre habla espontánea infantil. Con base en este corpus, M. Garrote, J. M. Guirao y A. Moreno
comparan el uso de MD en el lenguaje infantil frente al lenguaje del adulto y concluyen que son más
frecuentes en el habla adulta. La referencia completa es:
Garrote, M., Guirao, J. M. y A. Moreno (2008): “Extracción de unidades distintivas en adultos y niños de un
corpus de lengua oral espontánea”, en Actas del VIII Congreso de Lingüística General: El valor de la
diversidad [meta]lingüística, Madrid.
176
Payrató Giménez (1996) también considera que se delimitan mediante unidades tonales.
149
Marta Pilar Montañez Mesas
por Cresti en 1996177 “Théoriee de l’articulation de l’information (comment, topic,
appendice, aide de dialogue, incise, etc…)” (apud, Moneglia, 1998: 7). Así, se atribuye un
valor funcional informativo a cada unidad tonal en relación con una unidad de comentario
(comment), según esa teoría de la articulación de la información.
En 2001, E. Cresti publica un trabajo en el que renueva la definición de frase a
partir de su dominio de la lingüística de corpus, que obliga a repensar las unidades
establecidas. Así, defiende que la frase (sentence) no puede ser considerada la unidad de
referencia de la lengua hablada, aunque sí de la escrita, sino que ha de manejarse el
enunciado, entendido como “ogni espressione interpretabil pragmaticamente perché
esprimente un’illocuzione”. Desde el GARS se centran en el noyau, como núcleo del
enunciado, y la Longman Grammar of Spoken and Written English en la utterance.
Lo fundamental, según la autora, es que no todas las estructuras de la lengua
hablada tienen la estructura sintáctica o clausal de la frase. En este sentido, señala también
Cresti (2003: 2) que se hacen estudios de lengua oral pero con métodos tradicionales, sin
tener en cuenta la especificidad oral ni entonativa, esto lleva a tratar de amoldar en vano las
unidades de la sintaxis al discurso hablado espontáneo.
En efecto, muchos aducen razones como la elipsis para justificar el desajuste entre
el discurso oral espontáneo y el análisis sintáctico propio (diseñado a partir de la
observación de) la lengua escrita. Esta autora, por su parte, al establecer una nueva
definición de frase, se obliga a contrastarla con otras nociones como enunciado o
proposición y repasa las propuestas de Bloomfield o del generativismo, entre otras. Entre
las características aducidas, la idea de autonomía o independencia es la que siempre se
postula para calificar la frase. Según la autora, si se entiende como posibilidad de
interpretación entonces es una característica pragmática y es propia del enunciado. De todo
ello, Cresti llega a la hipótesis de que la frase es la interpretación sintáctica de una
proposición (2003: 28).
177
Cresti (1996), en E. Fava (ed.), Speech acts and linguistic research, Nemo Padova, 89-107. Sería
interesante la revista Recherches sur le français parlé, con varios trabajos del GARS, C. Blanche-Benveniste,
1991.
150
Marcadores discursivos en posición final
Por otra parte, Cresti recupera la definición de cláusula, propuesta en muchos
estudios como la unidad sintáctica de referencia tanto en lo hablado como en lo escrito,
para quien es “la proiezione massima del verbo, ovvero come un sintagma verbale che può
avere anche struttura frástica, ma non per questo coincide con frase” (2003: 29). La frase,
finalmente, se ajusta a la siguiente definición:
configurazione ordinata di due sintagmi distinti, non vouti, il primo dei quali responde alla
condizione semántica di essere un individuo ed il secondo è libero, dal momento che puè essere
constituito da un SN o un SP, o anche dalla proiezione massima di V, ovvero da una clausola.
Lo fundamental, como se desprende de toda esta exposición, es el interés y la
utilidad de definir una unidad de referencia para el análisis lingüístico, como señala Cresti
(2001: 31).
En un trabajo posterior, E. Cresti y P. Gramigni (2003) han descrito las unidades de
referencia para el estudio de la lengua hablada a partir del análisis de un corpus. Las autoras
recuerdan que apenas hace unas décadas se carecía de corpus del uso hablado del lenguaje
y se trabajaba casi en exclusiva con ejemplos escritos (sobre todo, literarios), también en
italiano. Esto llevaba a los investigadores a trasladar los métodos de análisis de lo escrito a
lo hablado y eso les conducía también a amoldar las estructuras de un medio a otro, de
modo que al encontrarse con algún problema de análisis, procedían a la reconstrucción de
la estructura, a la creación de una nueva clase léxica o a la de una subclase dentro de una
clase existente. Con el estudio de los corpus hablados se demuestra la insuficiencia de los
instrumentos de que dispone la ciencia lingüística para avanzar en su investigación, de
modo que se impone la necesidad de una unidad de referencia específica para el estudio de
lo hablado (2003: 3-4). También se ha señalado en este trabajo (§4.1) la insuficiencia de la
sintaxis oracional en el estudio del discurso hablado espontáneo. No es que carezca de
sintaxis, como también opinan Cresti y Gramigni (2003: 4), sino que requiere de unidades
específicas de segmentación, como venimos constatando.
Así, frente a la ‘frase’ (o sentence, en inglés), que no puede ser considerada la
unidad de referencia de la lengua hablada, pero sí de la escrita (Cresti, 2001)178, esta autora
178
Agradezco los valiosos comentarios de la profesora E. Cresti durante el seminario “La teoría de la lengua
en uso y la articulación de la información en el lenguaje coloquial. El corpus C-ORAL-ROM”, que ofreció en
151
Marta Pilar Montañez Mesas
propone la unidad enunciado
(enunciato),
entendido
como
unidad
delimitada
prosódicamente. El enunciado, para este grupo de investigadores, se corresponde con un
acto de habla y no tiene equivalente sintáctico. Esto no ha de entenderse como carencia,
sino que lo convierte en unidad de referencia (C-unit en la Longman Grammar, apunta
Cresti) “de la que se ha tratado de descubrir en vano la regularidad sintáctica” Cresti y
Moneglia (2001: 4)179. El núcleo del enunciado es el comment o comentario. La autora
repasa las definiciones de frase que aparecen en diversos autores (Bloomfield, Harris…) y
las contrasta con otro concepto afín, el de proposición.
De este modo, las autoras de Firenze consideran que la unidad de referencia
(superior a la palabra) para la lengua hablada es el enunciado o unidad de organización. De
esta unidad pueden enumerarse cuatro definiciones distintas:
- Dialógica: entendida como cambio de voz (turno, de silencio a silencio del
hablante).
- Temporal: secuencia entre silencios dentro del mismo turno (esto es, no todo
silencio determina turnos). Puede establecerse bien de pausa a pausa, bien de pausa
virtual a pausa virtual (que podría definirse, siguiendo a las autoras, no como
aquella que se realiza accidentalmente, sino la que se “inserta” de manera
sistemática, o estratégica se podría añadir).
Lo que se desprende es que la pausa no parece ser la señal para identificar la unidad
de organización de lo hablado. Por un lado, la dificultad para asignar pausas virtuales está
en la adecuación del concepto de frase al análisis de la lengua hablada. Por otro, si la
lengua hablada tuviera una estructura basada en frases, se reconocerían en los mismos
puntos esas pausas, pero no es así, basta con solicitar a varios hablantes la segmentación en
unidades de un diálogo para comprobar que no identifican las mismas unidades. Se
demuestra, por tanto, la inadecuación del concepto de frase en el estudio de lo hablado.
el Departamento de Filología Española de la Universitat de València, en el marco del Máster en Estudios
Hispánicos, en febrero de 2008.
179
La traducción es nuestra.
152
Marcadores discursivos en posición final
- Sintáctica: frase dicha, pronunciada (en uso), que puede definirse de dos
maneras:
a) relación de S+Pred: dentro de una unidad tonal (7-11 sílabas más o menos)
(Bally). Solo el 5% del corpus son frases S+P, por tanto, no es representativa de
la organización sintáctica del texto hablado;
b) estructura argumental del verbo (agente-tema): “proiezione massima del
verbo (clausola)”; sí aparece del 62-70% del corpus C-ORAL-ROM, es decir,
el 38% de los enunciados son nominales, no verbales. No es lo típico, por tanto,
demuestra que aunque la estructura de la cláusula es mayoritaria, no es
exclusiva.
- Pragmática: el enunciado se corresponde con un acto lingüístico o acto de habla,
esto es, cualquier expresión interpretable pragmáticamente. La ausencia de una
definición sintáctica para el enunciado puede llevar a pensar que todo es lícito y que
no tiene límites ni reglas como unidad. La definición pragmática implica que es una
unidad de uso, con fuerza ilocutiva y, como condición semántica, es una expresión
léxica plena (p. ej. la interjección sí, pero un morfema no puede ser un enunciado);
formalmente debe presentar un patrón entonativo (adecuado a esa fuerza ilocutiva).
Para determinar esa forma ilocutiva, retoma las definiciones de acto de Austin
(1962), y llega a la conclusión de que hay una interrelación o interfaz entre lo
ilocutivo y lo locutivo mediante la entonación, dicho de otro modo, el acto ilocutivo
se señala mediante la entonación del acto locutivo.
Por otro lado, recordemos que, además de esta, la entonación presenta una función
demarcativa180, esto es, permite escandir o segmentar en el interior de un grupo de palabras
y reagruparlas según su función informativa (que depende de la fuerza ilocutiva). Así pues,
una unidad de información se define como el grupo de palabras caracterizado por el
180
A. Hidalgo Navarro (1997, 2000 y 2002).
153
Marta Pilar Montañez Mesas
desarrollo de una función informativa y segmentado mediante la entonación. En definitiva,
el enunciado, según las autoras, responde a un patrón entonativo y contiene una unidad de
información necesaria (comment) y una información opcional.
El modelo de unidades propuesto por Cresti y Gramigni parte, por tanto, de criterios
entonativos, y establece una correspondencia entre unidades tonales y unidades de
información, de las que describe su función y modalidad, sus reglas distribucionales y su
caracterización entonativa, que se sintetizan en el siguiente cuadro:
154
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 5. Modelo de unidades de información (Cresti y Gramigni, LABLITA, 2003)
Rango
PRIMARIAS
Unidad
COM
(comment)
100%181
Función
Distribución
Fuerza ilocutiva del Es necesario
acto, su modalidad
viene
determinada
por la ilocución.
TOP (topic)
20%
Concreta el campo
de aplicación de la
fuerza del
comentario,
distanciando el
enunciado del
referente contextual.
Modalidad propia.
Integra textualmente
la locución del TOP
o del COM.
APP
(appendice)
11%
DE
CARÁCTER
DIALÓGICO
INC (incipit)
ALL
(allocutivo)
FAT (fatico)
CON
(conativo)
CON
FUNCIÓN
METALINGÜÍSTICA
INX (inciso)
8%
ILO
(introduttore
locutivo)
Sanciona o confirma
la toma de turno.
Reclama la atención
del interlocutor.
Solicita la apertura
del
canal
comunicativo.
Refuerza
una
petición
de
comportamiento al
interlocutor
en
relación
con
el
enunciado.
Inserto
metalingüístico,
modalidad
de
digresión.
Señala un COM
metalingüístico
(discurso repetido,
ejemplo, instrucción
verbal…),
posee
modalidad propia.
181
Precede
a
unidad
comment.
Es iterativo.
Entonación
Tipo
root.
Existen
muchas formas
entonativas
específicas.
la Entonación
del tipo prefijo.
Existen,
al
menos,
tres
formas
entonativas.
Sigue a la unidad Entonación
del TOP (APT) o tipo sufijo.
del COM (APC).
Iterativo.
Inicia el turno.
Iterativo.
Distribución libre.
No iterativo.
Distribución libre.
Iterativo.
Posición inicial o
final del patrón
informativo.
Iterativo.
No al inicio, sino Parentética.
en el interior del
TOP, COM o
APP;
puede
contener
otro
INX.
Iterativo.
Precede
De
tipo
inmediatamente al introductorio.
COM
metalingüístico.
No iterativo.
El valor numérico indica el porcentaje de unidades que en el corpus C-ORAL-ROM responde a ese tipo de
unidad.
155
Marta Pilar Montañez Mesas
La conclusión a la que llegan los autores de Firenze, una vez analizado el corpus, es
que hay dos unidades de referencia superiores a la palabra:
- el enunciado (puede estar formado solo por el comment)
- la unidad de información.
Este modelo lleva a una nueva hipótesis, según la cual existe una equivalencia entre
la unidad de referencia de la lengua hablada (enunciado) y la unidad de la actividad humana
(acto), y que esta es señalada mediante la entonación y formulada mediante criterios
ilocutivos, que permite, por un lado, reconocer prosódicamente el enunciado de forma
inmediata en el interior de un contínuum fónico y, por otro, el carácter pragmático,
sociocultural y cognitivo del enunciado, que permite descubrir su función ilocutiva. Las
autoras consideran que la única manera de identificar una unidad de referencia superior a la
palabra es disponer de una contrapartida entonativa sistemática, y, para ello, resulta
ventajoso contar con la alineación de la transcripción del corpus, que permite, entre otras
ventajas, medir la duración de los enunciados (tanto el tiempo de emisión como su número
de palabras).
Sintácticamente, proponen como unidad de referencia la C-unit, que comprende
tanto cláusulas como no cláusulas. Así, se distingue de otros modelos, como la Longman
Grammar, que emplea la utterance, pero no ofrece criterios de reconocimiento en el corpus.
El problema que se plantea es el de determinar cuál es la estructura o el tipo de sintagma
que compone una C-unit. Esto obliga a describir los tipos de estructuras que aparecen en el
corpus hablado:
- sintaxis segmentada (o parcelada, en términos de Narbona Jiménez, 1989), que se
corresponde con el 5% del corpus;
- estructuras no estándares (que constituyen entre el 0,1-1%, por tanto, poco
significativas de lo hablado);
- estructuras pseudo-correctas (en las que no hay que recurrir a la supuesta elipsis;
- también enunciados suspendidos, a los que la entonación otorga la completud
semántica); y
- enunciados caracterizados por la articulación informativa (+50%).
156
Marcadores discursivos en posición final
Por último, el artículo pretende mostrar “che esistono relazioni tra le espressioni
linguistiche che non possono essere ridotte al solo criterio della gerarchia sintatticae
últimamente della reggenza (microsintassi)” (2003: 24). En conclusión, lo que demuestran
los trabajos del grupo LABLITA es la importancia de partir de una unidad de referencia
como el enunciado y la unidad de información para el análisis del discurso oral espontáneo.
Esta propuesta, por tanto, viene a corroborar la hipótesis de que es necesario
establecer unidades de segmentación pertinentes para el estudio de cualquier fenómeno del
discurso oral espontáneo (así como de la oralidad en lo escrito). En nuestro caso, en el
modelo de segmentación de Val.Es.Co., se parte del acto y del subacto que se define como
unidad entonativa e informativa, y que se reconoce a partir de esos criterios. Ya se ha
sugerido anteriormente (§4.1.1) que la noción de enunciado es demasiado abstracta y
amplia (‘sin límites’) y que es necesario establecer tipos de enunciados (o tipos de
estructuras que funcionan como enunciados); una propuesta de tipificación la encontramos,
precisamente, en el modelo del grupo LABLITA que se ha sintetizado en este epígrafe,
como un paso previo para el análisis del objeto de estudio que se selecciona y que, en
nuestro caso, lo constituyen los MD. Ahora bien, el establecimiento de un modelo de
segmentación de la lengua hablada tiene diversas aplicaciones y, en función del objeto de
estudio que se desee analizar, habrá de elegirse la unidad de referencia más pertinente.
Todas las unidades son relevantes o pueden llegar a serlo para el análisis de los MD.
4.4.4 L. Degand et álii. Université catholique de Louvain
Desde la Universidad de Lovaina, L. Degand y otros autores ofrecen un modelo de
segmentación que también desciende de las unidades dialógicas a las monológicas para
tratar de llegar a las unidades mínimas de discurso en francés hablado (L. Degand y A. C.
Simon, 2008) y las denominan:
-
MDU (minimal discourse units)
MIU (major intonation units)
Las autoras postulan que la segmentación de unidades mínimas debe combinar
criterios prosódicos y sintácticos, y lo aplican a tres géneros orales distintos (noticias de
157
Marta Pilar Montañez Mesas
radio, entrevistas y conversación). Al comparar la segmentación prosódica con la sintáctica,
observan tres estrategias que afectan al uso de unidades mínimas (2008: 35):
a) Congruence between syntax and intonation in the sense that each dependency unit realizes one major
intonation unit. As far as the adjuncts are concerned, they may be part of the intonation unit, or they
may constitute one intonation unit by themselves;
b) Condensation occurs when the speaker groups two or more syntactic dependency units in one
intonation unit;
c) Dislocation occurs when the speaker cuts one dependency unit into successive intonation units.
La estrategia que denominan dislocation es más propia de estilos más formales y
menos frecuente en la conversación espontánea.
En Degand et ál. (2014: 243), se emplea la noción de basic discourse units,
definidas como “segments that speakers and hearers use to interpret the discourse they are
engaged in”. Se centran en la periferia izquierda (posición inicial absoluta), como Estellés
Arguedas y Pons Bordería (2014, en el mismo libro). La unidad básica de discurso no es
solo la unidad semántica, sintáctica, informativa y conversacional más pequeña; sino que su
extensión puede variar. Paras segmentarla, la estructura sintáctica y la prosodia por
separado no son suficientes, es necesario combinarlos. Así, proponen dos niveles de
segmentación:
a) Segmentación sintáctica. Permite establecer 4 tipos de dependency clauses:
i)
ii)
iii)
iv)
Verbal dependency clauses
Averbal dependency clauses
Elliptical dependency clauses
Interrupted dependency clauses.
Este análisis deja fuera ciertos segmentos, llamados ‘associés’ (adjuntos) y MD, que
no están regidos por la proposición principal, pero sí dependen semántica y
pragmáticamente de la proposición dependiente. El siguiente paso de esta segmentación es
asignar funciones (sujeto, objeto…).
b) Segmentación prosódica. Una vez establecidos los límites, mayores (///) o
menores (//), según criterios como la duración de las pausas o el incremento de la
158
Marcadores discursivos en posición final
F0, proceden a la anotación del contorno entonativo: continuación, finalidad,
foco o suspendido182.
Los autores aplican este modelo de segmentación a los MD que pueden ocupar la
periferia izquierda en dos géneros diferentes: la entrevista y el discurso político. En esa
posición, los MD pueden desarrollar funciones de tres tipos: textual, interactiva y cognitiva.
La función textual es, con diferencia, la más frecuente, de hecho, la mayoría de Left
Peripheral Elements parecen participar de la progresión textual (2014: 260).
En este modelo resulta interesante la diferencia entre dos niveles de análisis para la
segmentación del discurso hablado: uno sintáctico y otro prosódico. Se centran en el nivel
monológico, donde distinguen unidades mínimas y unidades mayores, pero no tienen en
cuenta las unidades del nivel dialógico, donde intervienen otros parámetros relevantes para
el análisis de la lengua oral, sobre todo, conversacional, como la alternancia de turnos (el
carácter social de la conversación).
4.4.5 K. Hengeveld y J. L. Mackenzie (2011): GDF
Desde el ámbito de la Gramática Discursivo-Funcional, K. Hengeveld y J. L.
Mackenzie (2011) desarrollan un modelo estructural del lenguaje de inspiración tipológica
organizado en cuatro niveles de arquitectura descendente, a saber, interpersonal,
representativo, morfosintáctico y fonológico. Todos los niveles tienen en común una
organización en estratos jerárquicamente ordenados, ahora bien, no todas las relaciones
entre unidades son jerárquicas: se distinguen las relaciones de dependencia de las relaciones
equipolentes183.
En el nivel interpersonal, que concierne a la interacción entre hablante y oyente, es
donde se describen los estratos que aquí interesan. En concreto, describen tres estratos,
todos centrados en el hablante, es decir, en la producción del mensaje. En primer lugar,
definen el movimiento:
182
La traducción es nuestra.
Este tipo de relaciones se representan entre corchetes [ ]. La formulación de los marcos y estructuras de
cada estrato aprovecha el modo de representación de la semántica formal, que no detallamos aquí porque no
constituye un objetivo de este análisis.
183
159
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuadro 6. Estratos del nivel interpersonal: el movimiento (Hengeveld y Mackenzie, 2011)
Movimiento (M1)
Mayor unidad de interacción que resulta ser relevante en el análisis gramatical
Descripción Contribución independiente al desarrollo de la interacción.
Bien requiere una reacción o es en sí misma una reacción. Siempre toma la
forma de uno o más Actos Discursivos
La complejidad de un Movimiento puede variar enormemente: desde el
Ejemplo
silencio a un largo trecho de discurso
(π M1: [(A1) ... (A1+N)] (M1): Σ (M1)), donde N ≥ 0
Marco
La relación entre los Actos Discursivos puede ser de equipolencia o de
dependencia (indicadas estas como una función retórica sobre el Acto
Discursivo dependiente: la Motivación, Concesión, Orientación y
Corrección):
(5) Ten cuidado, porque habrá preguntas engañosas en el examen.
el segundo Acto Discursivo, con entonación propia e Ilocución Declarativa,
señala la motivación del Hablante para pronunciar una Ilocución Imperativa
en el primer Acto Discursivo.
En segundo lugar, detallan y ejemplifican una tipología de actos discursivos:
Cuadro 7. Estratos del nivel interpersonal: el acto discursivo (Hengeveld y Mackenzie, 2011)
Acto Discursivo (A1)
La representación de un Acto Discursivo mostrará tan solo aquellos componentes que hayan sido
realmente empleados por el Hablante, como mínimo la Ilocución (F1) y el Hablante mismo (P1) S
Expresivos
Dan expresión directa a los
sentimientos del Hablante
Interactivos Consisten en material léxico
invariable y a menudo
ritualizado
Informativos Implican un Contenido
Comunicado
y
una
Ilocución (F1) léxica o
abstracta
p. ej. ¡Ay! (AI: [(FI: /ai /Int (FI)) (PI)S] (AI))
p. ej. ¡Felicidades! (AI: [(FI: /feliθi'dades/(FI)) (PI)S
(PJ)A] (AI))
p. ej. Prometo que estaré ahí mañana (AI: [(FI:
/pro'met-/V (FI)) (PI)S (PJ)A (CI)] (AI))
Estaré ahí mañana (AI: [(FI: DECL (FI)) (PI)S
(PJ)A (CI)] (AI))
El acto puede llevar modificadores léxicos como brevemente, que indican el estilo
del acto, o modificadores de la ilocución (adverbios ilocutivos del tipo honestamente, no
me gustas), u otros operadores de énfasis, ironía y mitigación. Asimismo, el núcleo del acto
puede ser léxico (prometo que estaré ahí mañana) o abstracto (estaré ahí mañana). Según
los autores, el Contenido Comunicado (C1) en cada acto, que se define como la totalidad de
lo que el Hablante desea evocar al Oyente con su comunicación (2011: 16), contiene uno o
más Subactos:
160
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 8. Estratos del nivel interpersonal: el subacto (Hengeveld y Mackenzie, 2011)
Subactos
Están subordinados jerárquicamente a los Actos Discursivos.
Los Subactos llevan las funciones pragmáticas: se asignan solo donde son relevantes, donde
tienen impacto en la forma lingüística.
Los marcos para los Contenidos Comunicados («marcos de contenido») se constituyen
como configuraciones de esas funciones pragmáticas, por ejemplo, tético, categórico, etc.
Funciones
pragmáticas
del Subacto
Codificados en las lenguas
Expresión formal infrecuente
en las lenguas
(pueden
combinarse)
Selección
estratégica
de
nueva El segmento de (C1) que no
información por parte del Hablante, bien recibe
la
función
Foco
para rellenar una laguna en la información constituye el Fondo
del Oyente o bien para corregir esa
información
Se asigna a un Subacto que posee una El segmento que no recibe la
Tópico
función especial dentro del Acto función Tópico constituye el
Discursivo, la de señalar cómo el Comentario.
Contenido Comunicado se relaciona con el
registro que se construye gradualmente en
el Componente Contextual
Indica el deseo del Hablante de destacar En oposición a Solapamiento
Contraste
las diferencias entre dos o más Contenidos
Comunicados o entre un Contenido
Comunicado e información disponible en
el contexto
TIPOS DE SUBACTO
Marca explícita
Puede verse afectado por…
intento por El núcleo de (T1) aparece Modificadores:
elementos
Subacto
del vacío en principio ya que la como
supuestamente,
Adscriptivo parte
(T1)
Hablante de [17] propiedad se indica en el afortunadamente, realmente
p. 16
evocar una Nivel Representativo.
y/o puede ser afectada por un
propiedad
Operadores:
operador
aproximativo, expresado en
castellano por tipo, así o
como
intento por El núcleo de (R1) es Modificadores: formas como
Subacto
del generalmente un Subacto pobre en pobre de mí y los
Referencial parte
(R1)
Hablante de Adscriptivo en sí mismo operadores principales son
evocar
un (como en el sombrero), pero especifico (±s) e identificable
referente
puede ser un nombre propio (±id)
(María) o un núcleo abstracto
realizado como un pronombre
o afijo
Foco
161
Marta Pilar Montañez Mesas
Tras desarrollar los estratos de cada nivel, aquí se limitan a dar cuenta del
interpersonal, los autores completan su artículo con dos apartados muy interesantes: por un
lado, ejemplifican las relaciones entre niveles y componentes. En el caso del nivel
interpersonal (al que corresponden las unidades aquí recogidas), existe un alto grado de
correspondencia entre los cuatro niveles gramaticales:
hay correlaciones por defecto entre, por ejemplo, el Acto Discursivo, el Estado de Cosas, la Cláusula
y el Sintagma Entonativo o entre el Subacto, la Propiedad/Individuo, el Sintagma y el Sintagma
Fonológico. Sin embargo, estas correlaciones no son ni mucho menos perfectas y difieren también en
las lenguas. (2011: 29)
Por otro lado, en §6 aplican el modelo a un ejemplo de la lengua australiana bininj
gun-wok (variedad manyallaluk mayali), a partir de un análisis realizado por J. Bishop y J.
Fletcher (2005)184, relevante para quien desee aplicar este modelo a otras lenguas, al
tratarse de una propuesta de inspiración tipológica. La aplicabilidad de una propuesta es,
sin duda, un punto fuerte del modelo de Hengeveld y Mackenzie, por lo que conviene
tenerlo en cuenta en cualquier estudio aplicado de unidades de segmentación y en el estudio
de ciertos marcadores (los que denominan modificadores, que funcionan como subactos).
Como se observa, también es un modelo jerárquico (como el de Val.Es.Co.) y emplea
unidades inferiores al acto, también llamadas subactos, si bien, con objetivos teóricos,
presupuestos metodológicos y criterios distintos. Sirva, pues, de muestra de la necesidad y
utilidad de profundizar en el nivel monológico de los discursos.
4.5 SÍNTESIS Y VALORACIÓN
La exposición que se presenta en este capítulo muestra, por una parte, la
preocupación por segmentar el discurso, más allá de las unidades sintácticas que establece
la gramática. Por otra parte, se han agrupado siguiendo un criterio que será determinante
para esta investigación: el hecho de que conciban o no unidades inferiores en el nivel
monológico. No todos los modelos describen unidades inferiores al turno o a la
intervención (actos) y solo algunos descienden un nivel más para desentrañar la estructura
184
Bishop, Judith & Fletcher, Janet (2005): “Intonation in six dialects of Bininj Gun-wok”. En Sun-Ah Jun
(ed.): Prosodic Typology: The Phonology of Intonation and Phrasing. Oxford: Oxford University Press, 33161.
162
Marcadores discursivos en posición final
del acto y reconocer sus constituyentes (subactos). El interés por conocer los modelos de
segmentación que incluyen unidades menores radica en la utilidad que esto tiene para el
análisis y la descripción de los MD. Por ello, los modelos anteriores también pueden
valorarse según su aplicabilidad al estudio de marcadores y, en concreto, según su posición
en dichas unidades. Así, hay 4 clases de propuestas:
a) Las que no tratan la posición (la mayoría)
b) Las que no tratan marcadores (no es una de sus aplicaciones)
c) Las que sí tratan marcadores (Degand y Simon)
d) Las que tratan posición y marcadores (Grupo Val.Es.Co., Cortés Rodríguez y
Camacho Adarve)
La propuesta de unidades de Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014)
es la que aquí se emplea. En ella, en resumen, se adoptan algunos términos de las
propuestas anteriores, especialmente de la escuela de Ginebra (intervención iniciativa,
reactiva, oposición director-subordinado) y se propone una especificación mayor de la
estructura de la intervención. Otras propuestas se centran en el intercambio y la
intervención (Moeschler, 1985; Roulet et alii, 1991) y ya perciben su compleja estructura:
E. Roulet et alii (1985) explican cómo las intervenciones se encadenan unas a otras
mediante relaciones de dependencia (intervenciones subordinadas que forman intercambios
subordinados en el interior de una intervención principal). Pero el modelo de segmentación
del Grupo Val.Es.Co. va más allá y ahonda en las unidades del nivel monológico, en el que
establece la distinción entre actos, unidades identificables y aislables y subactos, unidades
informativas solo identificables. A partir de estos criterios de definición, demuestran que un
segmento no es acto o subacto por sí mismo, sino que, en función del contexto y de la
unidad superior en que se integre, funciona como acto o no, según sea o no aislable o solo
identificable como segmento informativo.
Otras propuestas presentadas (a excepción de Cortés Rodríguez y Camacho Adarve,
2005; o Hengeveld y Mackenzie, 2011) no acotan estas unidades inferiores que, sin
embargo, son indispensables para describir ciertas funciones discursivas de los marcadores
que solo se explican en relación con dichas unidades.
163
Marta Pilar Montañez Mesas
Definidas estas unidades, se identifican mejor todos los “márgenes” de la
proposición desde el punto de vista sintáctico, y los elementos modales, topicalizadores,
deícticos, etc., desde el punto de vista discursivo. Como señala el Grupo Val.Es.Co.,
gracias al desarrollo de una teoría de las unidades de la conversación como esta
…no solo se consigue un análisis pormenorizado de la conversación, sino que también se explican
fenómenos, algunos de los cuales habían permanecido, tradicionalmente, dentro de la periferia de la
gramática como son el orden de palabras, los marcadores discursivos…185
Esto último es lo que nos ocupa y creemos necesario aplicar este marco teórico a su
estudio, especialmente a los MD conversacionales de control del contacto, como
desarrollamos en la segunda parte de esta investigación.
185
Para más información sobre esta línea de investigación véase www.uv.es/valesco/valesco_4b.html
164
Marcadores discursivos en posición final
5. Las funciones pragmadiscursivas de los MD conversacionales coloquiales en posición
final: propuesta de análisis y clasificación
5.1 Los MD en posición final: modelo de análisis discursivo
5.1.1
Introducción
5.1.2
Propuesta de análisis de MD según su posición: las unidades de la
conversación del grupo Val.Es.Co
5.1.3
Propuesta de clasificación de los MD en posición final
5.1.4
Ficha técnica aplicada a los MD: diseño y justificación de los campos
5.1.5
Modelo de análisis discursivo de los MD en posición final
5.2 Propuesta de funciones de los MD en posición final
5.2.1
Funciones pragmático-discursivas en posición final
5.2.2
Justificación de los MD en posición discursiva final elegidos
5.3 Síntesis
5 Las funciones pragmadiscursivas de los MD conversacionales coloquiales en
posición final: propuesta de análisis y clasificación
5.1 LOS MD EN POSICIÓN FINAL: MODELO DE ANÁLISIS DISCURSIVO
5.1.1 Introducción
En este segundo bloque se pretende establecer una clasificación provisional de los
MD que ocupan generalmente la posición final de una unidad discursiva y se analizarán las
funciones que en ella desempeñan. Para ello, será preciso fijar de qué manera se aplica el
marco metodológico descrito en §1.2 y ampliado en §4.2 y bajo qué criterios se han
seleccionado los MD del corpus analizado. Asimismo, se ha seguido un mismo esquema de
análisis y se ha diseñado una ficha técnica para elaborar una base de datos que permitiera
dar respuesta a los objetivos planteados en esta investigación.
5.1.2 Propuesta de análisis de MD según su posición: las unidades de la
conversación del grupo Val.Es.Co.
5.1.2.1 Unidad básica de análisis: la intervención
Para el análisis de los marcadores del discurso conversacionales, que es el objetivo
concreto de este estudio, partimos de la
INTERVENCIÓN,
165
unidad estructural máxima
Marta Pilar Montañez Mesas
perteneciente al nivel monológico que, en tanto juicio o reacción, es también unidad
dialógica mínima. Optamos por esta unidad discursiva para el análisis posicional de los MD
frente a otras como el turno, el acto o el subacto, puesto que, en primer lugar, es una unidad
estructural de la conversación. Si, por el contrario, tomáramos como unidad de referencia
básica el
TURNO,
se restringirían los resultados, pues no se contemplarían aquellas
intervenciones no reconocidas como turno que, sin embargo, son fundamentales en la
progresión conversacional. En segundo lugar, la intervención es una unidad completa
emitida por cada hablante, y puede estar formada por unidades menores (acto y subacto)186.
Si tomamos esas unidades menores en lugar de la intervención perdemos el carácter
dialógico inherente a la propia interacción conversacional. De este modo, al estudiar como
punto de partida la intervención estamos incluyendo dichas unidades menores, y solo
integrándolas en la unidad superior en la que operan (intervención) podemos observar el
rango o nivel que poseen y así, valorar la función de cada MD según el tipo de unidad en la
que se hospeda.
También J. Moeschler (1985) parte de esta unidad para el estudio de la
argumentación tanto en unidades monológicas como dialógicas. Por tanto, la razón última
por la que tomamos la unidad intervención es porque nos permite estudiar cualquier
fenómeno en relación a los dos niveles discursivos, tanto el dialógico (si es o no turno, si se
trata de una intervención iniciativa o reactiva, si es una mera aportación o intervención
colaborativa), como el monológico, pues permite integrar los constituyentes menores que,
de otra forma, quedarían descontextualizados.
5.1.2.2 Importancia del reconocimiento de la unidad inferior subacto
Como se ha señalado, la mayoría de propuestas sobre segmentación del discurso
detienen su análisis en la unidad monológica acto, constituyente inmediato de la
intervención (p. ej. la Escuela de Ginebra: Roulet et ál., 1991; Moeschler, 1985). Sin
186
Además, tiene unos límites precisos que se identifican con el cambio de hablante, que queda representado
en la escritura gracias a la transcripción de la inicial de cada hablante seguida de (:) y el cambio de renglón. El
grupo Val.Es.Co. numera a la derecha de la inicial de cada participante las intervenciones, y a la izquierda, los
turnos, de modo que, sin dificultar la lectura, estas indicaciones nos informan de la dimensión social y
estructural o solo estructural de la emisión de cada participante en la conversación. Pueden consultarse al
respecto los ANEXOS 1 y 2.
166
Marcadores discursivos en posición final
embargo, en las intervenciones podemos encontrar ciertos segmentos informativos que, a
pesar de no ser aislables (y, por tanto, no ser actos), sí poseen identificabilidad y, además,
se pueden reconocer a partir de rasgos prosódicos como grupo de entonación. A estos
segmentos los llamamos subactos. La existencia de estas unidades inferiores al acto
permitirían describir ciertos usos de marcadores que no hay que identificar como
‘muletillas’, sino que responden a un propósito interaccional (ya sea reafirmación,
ratificación, corroboración) de lo que el hablante viene diciendo; se trata de otros usos de
dichas partículas que responden a un propósito o intención, no son meros apoyos léxicos, ni
huecos o dudas en la formulación, son estratégicos, por lo que podemos analizarlos sin el
prejuicio de asociarlos solo a usos expletivos, ni atribuirlos directamente a la escasa
destreza lingüística de los hablantes por sus cualidades sociolingüísticas. Así sucede en
ejemplos como:
(15)
1C1: #no se pue tomar nada ((de cerveza ni nada ha dicho ¿eh?)#// #yo pienso [que no ¿eh?]#
B:
#[pero→]/ si te bebes
el alcohol cuando te has pinCHAO↓ no cuando te lo has bebío↑§#
(RV.114.A.1, p. 293, l. 40)
En este caso, en un primer nivel de análisis diríamos que ¿eh? se sitúa en posición
interior de intervención de 1C1, que no busca respuesta ni confirmación del interlocutor,
pero pensamos que esta descripción no es suficiente sino que se explica de modo más
adecuado gracias a la existencia de unidades inferiores bien definidas; así, en un segundo
nivel de análisis en unidades menores a la intervención, el MD tiene como función la
ratificación del propio hablante, que en esos momentos está en poder del turno de habla, y
marca, así, su carácter activo dentro de la conversación, tiene un valor continuativo,
formulativo. Incluso podrían aducirse valores de refuerzo argumentativo en el uso de este
marcador ¿eh? Para ello, habrá que ver en qué tipo de estructuras aparecen (actos
recriminadores, aseverativos, de opinión,…) para ver si el hablante, al reforzar su condición
de participante activo, también está reforzando sus argumentos. No olvidemos que
conversar es negociar (Roulet et ál., 1991; Briz Gómez, 1998) y, por tanto, intentar guiar al
interlocutor hacia una conclusión. En ese sentido, la ratificación mediante elementos como
¿eh? supondría un refuerzo interaccional, no solo del papel del participante que ostenta el
turno de habla en la conversación, sino un refuerzo argumentativo, del contenido de sus
167
Marta Pilar Montañez Mesas
intervenciones (sobre todo si constituyen turnos de habla, esto es, intervenciones
reconocidas y respetadas por el resto de interlocutores).
También J. Portolés Lázaro reconoce que los MD pueden operar en unidades del
discurso que pueden ser inferiores al enunciado, y por ello tiene que recurrir al concepto
“miembro del discurso” sin darle una denominación más precisa (Martín Zorraquino y
Portolés Lázaro, 1999: 4063, dicen textualmente ‘posición inicial de su miembro
discursivo’, y este mismo término se emplea en la definición de las partículas incluidas en
el DPDE).
Este problema a la hora de determinar las unidades discursivas en las que aparecen
los MD se solventa si manejamos unidades del discurso perfectamente definidas y
reconocibles, como las que estamos analizando. Las otras propuestas que revisamos
(excepción hecha del microacto de Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005, y de la
noción de Subacto de Hengeveld y Mackenzie, 2011) no especifican unidades inferiores al
acto, no conciben enunciados inferiores como la unidad mínima identificable, de carácter
semántico-informativo, llamada por Val.Es.Co. SUBACTO.
Cuando una unidad está formada por un solo constituyente resulta teóricamente
redundante referirse a ese nivel. En cambio, cuando se identifican varios elementos sí es
preciso descender un nivel más:
(16)
1D1: #{¡qué explotadores!} {¿no?}#
B1: #sí#
(IM.339.B1, p. 372, l. 95)
El primer hablante emite una intervención (1D1) constituida por dos segmentos
identificables: ‘¡qué explotadores!’ y ‘¿no?’. El criterio de la identificabilidad es el que se
emplea, como hemos visto, para reconocer subactos. Sin embargo, solo el primer miembro
es aislable, por lo que el primer segmento podría constituirse en acto y el segundo no, sería
siempre un subacto, en concreto, un subacto adyacente.
En conclusión, es preciso ahondar en la estructura de la conversación en el nivel
monológico puesto que ciertos fenómenos no pueden ser explicados únicamente en relación
168
Marcadores discursivos en posición final
con el acto. Gracias al reconocimiento de la unidad inferior subacto se pueden comprender
mejor ciertos usos de ciertos MD que, de otra manera, no quedarían bien perfilados.
5.1.2.3 Interfaz
posición-unidad
discursiva
en
los
MD
conversacionales
Una vez descritas las unidades de segmentación y partiendo de la definición de
posición discursiva que se ofrece en el capítulo 3, puede realizarse el estudio concreto de
los MD conversaciones que ocupan prototípicamente la posición final de la unidad donde
se alojan para tratar de comprender mejor su funcionamiento y comprobar la rentabilidad
de la posición discursiva como criterio definitorio.
En los estudios que vinculan posición y unidades, los autores ya aprecian valores
distintos según aparezca el MD en unidades constitutivas o no de la intervención (Briz
Gómez, 2005 y 2006a). Al mismo tiempo, la posición discursiva también permite
diferenciar marcadores próximos o que desempeñan una misma función pragmática o
estructural (cf. Estellés y Pons Bordería, 2014 a propósito de la distinción entre bueno/por
cierto como marcas de apertura de discurso en posición inicial absoluta).
En este estudio, se manejan cuatro posiciones discursivas fundamentales:
- Final de intervención-turno
- Final de acto (en el interior de una intervención)
- Inicial de intervención
- Acto (intervención) por sí mismo (llamada por Pons Bordería y Estellés
Arguedas, 2014: 128, posición independiente).
Existen otras posiciones discursivas, pero el grupo de marcadores que aquí se
analizan no las ocupan de forma prototípica, sino que son usos esporádicos en el corpus de
conversaciones coloquiales.
169
Marta Pilar Montañez Mesas
5.1.3 Propuesta de clasificación de los MD en posición final
Hemos considerado MD de posición discursiva final187 aquellos que con frecuencia
aparecen en el corpus en posición final de cualquier unidad del discurso, sea del nivel
dialógico (intervención y turno) o del nivel monológico (acto y subacto). Así, los elementos
que hemos recogido y sus frecuencias de uso absolutas son los siguientes:
Cuadro 9. Propuesta de clasificación de marcadores en posición final
TIPO
GRUPO I
Marcadores de posición final
Total de casos
SUBGRUPO
¿eh?
270
I-1
¿no?
217
¿sabes?
46
SUBGRUPO
¿entiendes?
7
I-2
¿comprendes?
3
¿vale?
3
¿ves?
5
¿verdad?
7
hombre
107
mujer
11
tío
37
tía
23
nano
32
tú
23
macho
19
SUBGRUPO
y tal
21
III-1
y eso
27
188
GRUPO II
187
También Briz Gómez y Pons Bordería (2010) se refieren a MD de posición final.
Este grupo de apelativos nominales parecen funcionar de forma semejante: en posición final con valor de
recriminación, acuerdo o desacuerdo, atenuador o intensificador… Anotamos otros cuyo estudio puede
resultar de interés. Se trata de usos con marca diatópica: tronco/tronca (centro peninsular); chaval (‘estás
tonto, chaval’); picha (Andalucía occidental); co (< chico) (Aragón, esp. Zaragoza); prim (comarca alicantina
de l’Aicoià: esp. Alcoy); tete/teta (zona de Valencia).
188
170
Marcadores discursivos en posición final
GRUPO
y nada
8
III
pues eso
10
pues nada
11
SUBGRUPO
y ya está
23
III-2
y punto
6
yo qué sé
62
no sé
35
digo yo
1
GRUPO IV
Ahora bien, aunque su posición discursiva más frecuente (prototípica) sea el final de
la UD en que aparecen, esto no excluye que puedan ocupar otras posiciones del discurso,
como sintetizamos en el cuadro siguiente, para aquellos que se analizan en la segunda parte.
Cuadro 10. Distribución de posiciones en MD de posición final
Marcadores
de
posición final
Total
FINAL
de
INTER
casos
VENCI
FINAL
ACTO
INICIAL
INTERIOR
INTERVE
INTERVENCI
NCIÓN
ÓN
ACTO
OTRAS
(INTERVENCI
ÓN)
POR
SÍ
MISMO
ÓN
¿eh?
270
118
74
¿no?
217
120
75
¿sabes?
46
21
16
¿entiendes?
7
3
4
¿comprendes?
3
1
2
¿vale?
3
2
1
¿ves?
5
¿verdad?
7
3
4
hombre
107
11
13
48
mujer
11
1
6
4
tío
37
17
11
6
tía
23
7
6
5
3
30
17
28
3
12
10
6
3
2
171
16
19
2
1
5
Marta Pilar Montañez Mesas
y tal
21
4
17
y eso
24
10
13
1
yo qué sé
62
12
27
9
6
8
no sé
35
8
13
4
1
9
digo yo
1
1
TOTAL
879
339
285
115
65
58
17
Como se observa en esta tabla de frecuencias de uso absolutas, de las 879 muestras
analizadas, 624 se sitúan en posición final, bien de intervención, bien de acto (en el interior
de una intervención), de ahí que se hayan considerado como MD de posición final.
Esta propuesta de clasificación parte de dos criterios: por un lado, está guiada por el
análisis de ciertos MD que ocupan con frecuencia la posición final, apuntados ya en los
trabajos de J. Ortega Olivares (1985, 1986) o A. Briz Gómez (1993b y 1998), entre otros. A
partir de formas como ¿eh?, ¿no?, ¿sabes?, ¿entiendes? o y tal, se han observado otros
marcadores de funcionamiento similar, que se han ido incorporando y agrupando durante la
investigación, en los bloques arriba expuestos. Por otro lado, la revisión bibliográfica arroja
algunas clasificaciones, como la de J. Gille (2006) o J. Gille y C. Häggkvist (2006),
revisadas en §2.4.1.2, que al igual que en la propuesta que aquí se presenta, organizan
marcadores de posición final (que ellos denominan ‘apéndices’) conversacionales.
Por otra parte, en cada grupo se han organizado bien por su mayor frecuencia en
nuestro corpus, bien por su mayor presencia en la bibliografía, o, en el caso del grupo II, de
apelativos nominales, cada marcador procedente de un apelativo masculino se analiza junto
con la forma femenina correspondiente (aunque esta presente menor frecuencia o no haya
recibido el mismo interés bibliográfico).
172
Marcadores discursivos en posición final
5.1.4 Ficha técnica aplicada a los MD: diseño y justificación de los
campos
Como hemos avanzado, nuestra hipótesis de partida consiste en la consideración de
la posición discursiva como un criterio determinante en la descripción del valor de los
marcadores del discurso. Para el diseño de esta ficha se ha seguido a S. Pons Bordería
(1998a), que establece 20 campos de estudio, cada uno de los cuales ofrece dos o más
opciones. Los campos que propone son los siguientes:
1.
Añade información?
11.
Otros valores conversacionales
2.
Cambio de orden
12.
Posición
3.
¿Cambio de tópico?
13.
¿Precedido de pausa?
4.
Comportamiento con respecto a y
14.
¿Qué une?
5.
¿Estilo directo?
15.
Rango de los constituyentes
6.
¿Enunciado por sí mismo?
16.
¿Valor formulativo?
7.
¿Focalizable?
17.
Segmentos
8.
¿Construcción gramaticalizada?
18.
¿Seguido de pausa?
9.
Modalidad oracional
19.
¿Tipo de construcción?
10.
¿Monológico o dialógico?
20.
¿Tónico o átono?
Dado que nuestro interés se centra en la posición discursiva, varios de nuestros
campos fijan su atención en la ubicación del marcador y en las unidades a las que se refiere
o sobre las que incide. En el momento en que S. Pons Bordería (1998a) tuvo que
confeccionar la ficha para establecer la prototipicidad de ciertos conectores en español, no
se contaba con el desarrollo de un marco teórico capaz de segmentar y describir la
estructura de la conversación, como la Teoría de las Unidades (Briz Gómez y otros, 2003),
ni era su propósito centrarse en la posición discursiva, por lo que, aunque tomamos su ficha
como modelo, la adaptamos a las necesidades de este estudio. Así, consideramos una serie
de campos cuyos valores son unas veces binarios (de tipo Sí / No) y otras, admiten
respuesta múltiple. Los campos que consideramos pertinentes para el estudio de la posición
de los marcadores en unidades de la conversación son los siguientes:
173
Marta Pilar Montañez Mesas
A) Discursivo-estructurales
1. UNIDAD DIALÓGICA. Con este apartado nos referimos a la función que cumple la
intervención en que aparece la partícula en el nivel dialógico (en la alternancia de turnos):
(I-i) intervención iniciativa. Una intervención iniciativa es la que intenta provocar
una reacción. Si la provoca realmente, además, constituye turno. Una intervención-turno es
la marca de inicio de un diálogo189.
(I-r) intervención reactiva. Una intervención reactiva es la emisión que viene
provocada por una intervención iniciativa, es una reacción o respuesta a dicha I-i. Este tipo
de unidad sirve, al igual que la anterior, para marcar los límites de otras unidades
conversacionales, exactamente, una I-r supone una marca de cierre de secuencia dialógica
si es I-r turno. Si no provoca reacción, pero el diálogo prosigue, es decir, si no constituye
turno, se trata de una mera intervención fática, que ratifica al hablante en su papel como
participante de la interacción.
(I-r-i) intervención reactivo-iniciativa. Aquí la intervención reacciona a lo dicho por
otro interlocutor y, a su vez, provoca la reacción de otro(s) interlocutor(es). Este último tipo
resulta muy interesante, puesto que la parte reactiva o iniciativa de la intervención puede
reducirse a un único elemento, por ejemplo, un marcador discursivo, como en (17):
(17)
1G1: el día ventiunoo me imagino que vendréis aa (a)nimar y a hacer fotografías/ [¿no?]
1J1:
[yo a correr]/
¿eh?
2G2: ¿tú a correr?§
2J2:
§ y mi hermano también/ Lorenzo
(AP.80.A.1, p. 143, l. 11)
2. UNIDAD MONOLÓGICA. Unidad del nivel monológico de la conversación en la que
aparece la partícula, el acto: (ai), en caso de intervenciones complejas (aquellas que
contienen más de un acto), indica que es el primer acto (o acto inicial) de la intervención;
(am) es el acto (o actos) se sitúan en el interior de la intervención; y (af) es el último acto (o
acto final) de la intervención. (I) intervención, se indica cuando la intervención está
formada por un solo acto (se trata, en ese caso, de una intervención simple), y por tanto, la
189
Como explica A. Briz Gómez (2005) para que una intervención solo iniciativa y una solo reactiva sean
marcas de inicio y cierre de diálogo, deben ser reconocidas por los demás participantes de la interacción. En
esos casos, parece preferible hablar de ‘turno solo iniciativo’ y ‘turno solo reactivo’, para evitar la posible
confusión con I-i e I-r, que pueden o no constituir turno. En cualquier caso, en nuestra ficha incluimos un
apartado dedicado al nivel social de la unidad en que se integra la partícula.
174
Marcadores discursivos en posición final
posición aquí ha de entenderse como ‘posición absoluta’ de intervención. En el siguiente
ejemplo, la intervención de 2S2 es simple, esto es, está formada por un solo acto; en este
caso, la partícula aparece en posición final absoluta:
(18)
1S1: aquí se supone que el sap– que el sapillo es Andrés ¿no?
1A1: ¿qué pasa? ( RISAS)/// el Papá Pitufo190
2S2: yo nunca he visto una persona tan enrollada como el Andrés ¿eh?
1J1: ¿tan enrollá↓?
3S3: sí
(AP.80.A.1, p. 164, l. 897)
3. ¿ES UN SUBACTO O PUEDE CONSTITUIRSE COMO ACTO POR SÍ MISMO? (S) Sí, es un
subacto. (N) No, es un acto y funciona de manera independiente. Esta característica
establece si la partícula se identifica como segmento informativo no aislable en la
intervención sino integrado en otra unidad, o si, en cambio, se constituye como unidad
informativa aislable por sí misma, esto es, como acto. Permite identificar, por tanto, su
grado de independencia.
4. TIPO DE SUBACTO. Todo segmento informativo es un subacto; por lo que, en este
campo concretamos el tipo de subacto que el marcador constituye. Siguiendo la propuesta
de unidades de Briz Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014) observamos los
siguientes tipos: (SSD) Subacto Sustantivo Director. (SSS) Subacto Sustantivo
Subordinado. (TOP) Topicalizaciones. (SAT) Subacto Adyacente Textual (SAI) Subacto
Adyacente Interpersonal. (SAM) Subacto Adyacente Modalizador.
5. POSICIÓN. Se establecen tres posiciones posibles: (I) inicial (o hacia el inicio),
(M) media, intermedia o interior y (F) final (o hacia el final)191.
6. ¿CONSTITUYE TURNO? En este apartado se consigna si la intervención en la que
aparece la partícula tiene el rango social de turno. (S) Sí. (N) No.
190
Personaje de dibujos animados.
La posición independiente se identifica como acto por sí mismo (apartado 3), y, por tanto, inicial, media y
final se refiere a su posición como acto dentro de la intervención.
191
175
Marta Pilar Montañez Mesas
B) Semántico-pragmáticos
7. TIPO
DE ACTO
(valor ilocutivo)192 en que aparece o al que acompaña.
Seguiremos los tipos de actos de habla propuestos por J. Searle193, a saber, representativos,
directivos, compromisorios, expresivos y declarativos194.
8. VALOR
PRAGMÁTICO
que aporta el MD: (A) atenuación (y los valores que
representa dicha atenuación, por ejemplo, si se trata de atenuación cortés); (I)
intensificación (y lo que esta representa), (C) conexión (argumentativa, reformuladora o
estructuradora), y (N) neutro (cuando no aporta ningún valor particular y es una mera
muletilla).
C) Prosódicos
9. CONTORNO
MELÓDICO.
1) Propio. 2) Integrado en la curva entonativa del
segmento en que aparece o al que acompaña.
10.
CURVA ENTONATIVA (tonema). 1) Ascendente. 2) Descendente. 3) Mantenida
(suspendida) 4) Neutra. Entendemos por curva entonativa neutra aquella que no manifiesta
una realización prosódica marcada, es decir, los valores 1, 2 y 3 se consignan en caso de
que el marcador posea un contorno melódico propio, mientras que reservamos el término
‘neutro’ para aquellos casos en que el marcador aparece integrado en un segmento
entonativo y no posee contorno melódico propio.
10.
PRECEDIDO DE PAUSA. 1) Sí. 2) No.
11.
SEGUIDO
DE PAUSA.
1) Sí. 2) No. En ambos casos tendremos en cuenta
también la duración de la pausa.
192
En cuanto a este criterio, también J. Ortega Olivares (1985 y 1986) insiste en la importancia del tipo de
enunciado-base en que aparecen ciertos marcadores.
193
J. R. Searle (1990 [=1969]): Actos de habla. Ensayo de filosofía del lenguaje, Madrid, Cátedra, 3ª ed.
Tomamos las denominaciones que, siguiendo a este autor, emplea B. Gallardo Paúls (1996: 20-21).
194
Existen otras clasificaciones, como la que recoge J. Portolés Lázaro (2004: 202-8) de J. Sinclair y M.
Coulthard, que distinguen entre actos de habla en turnos iniciativos y en turnos reactivos. A los primeros
corresponden como actos un requerimiento (que se identifica con la pregunta), uno directivo (que pide
respuesta no verbal, entre los que estarían tanto las solicitudes como los mandatos), las informaciones (relato,
juicio) y un acto expresivo (felicitar, agradecer, excusarse); y, los segundos, a la partir de la idea de
pertinencia condicional (esto es, un turno iniciativo crea la expectativa de otro reactivo), pueden ser una
respuesta preferida (si el segundo turno responde a lo esperado) o respuesta no preferida, si es al contrario.
176
Marcadores discursivos en posición final
Aunque en un primer momento del diseño de la base de datos para el análisis de
MD no se planteó un análisis prosódico exhaustivo, tras la publicación del volumen
coordinado por Loureda Lamas y Acín Villa (2010) se añadieron algunos aspectos de
interés que pueden contribuir a dilucidar mejor la polifuncionalidad de nuestros marcadores
según su posición. Así, siguiendo a Hidalgo Navarro, en ese volumen (2010: 88), se
valoran:
a) posición del marcador: inicial, medial o final del grupo entonativo.
b) Constitución o no de contorno melódico propio por parte del marcador.
c) Caso de constituir contorno melódico propio, tipo de perfil del marcador (la diversidad de perfiles
puede depender del modelo de análisis entonativo escogido para la descripción).
d) Análisis del entorno prosódico del marcador:
- contexto anterior: con / sin reajuste tonal; con / sin pausa
- contexto posterior: con / sin reajuste tonal; con / sin pausa
e) Reducción fónica del marcador: presencia o ausencia”.
Los apartados a) y b) ya se incluían en nuestra ficha desde el principio (5 y 9,
respectivamente). También los apartados del d), que se corresponden con nuestros
apartados 10 y 11, aunque no aplicamos el reajuste tonal. En el caso de c) y e), en un
principio no se habían previsto. El c) por ser estrictamente prosódico no lo vamos a aplicar,
mientras que el e), si bien no constituye un apartado independiente en nuestra ficha, pues
no parece muy rentable en nuestros MD tras la revisión del corpus, sí se comentará
puntualmente en aquellos ejemplos en que se produzca y se observará si tiene algún tipo de
repercusión funcional o si esa reducción fónica está relacionada o motivada pon la posición
que ocupa o por otros factores, más relacionados con la formulación del discurso (dinámica
conversacional, interrupciones o solapamientos en los turnos de habla…).
La siguiente imagen corresponde a un extracto de la base de datos correspondiente a
uno de nuestros marcadores, ¿sabes?:
177
Marta Pilar Montañez Mesas
Figura 1. Ejemplo de muestra de la base de datos.
5.1.5 Modelo de análisis discursivo de los MD en posición final
En la descripción de todos ellos se ha seguido un mismo esquema de análisis a partir
de los datos recogidos y estudiados en la ficha técnica descrita, constituido por cinco
apartados.
En primer lugar, una descripción sucinta de los marcadores concretos analizados,
que completa la información presentada en §2.4 con datos específicos, no generales del
grupo de marcadores, sino de los escogidos para este análisis en particular. En segundo
lugar, se presentan las frecuencias de uso y se realiza el análisis cualitativo (apartados 2 y
3); en tercer lugar, se sintetizan las funciones descritas según la posición en un cuarto
apartado, resumidas en un cuadro. Finalmente, se añaden otros rasgos pragmáticos
178
Marcadores discursivos en posición final
relacionados tanto con su semántica como con algunos aspectos prosódicos relevantes y su
combinatoria195.
En cuanto a este aspecto, resulta de especial interés la propuesta de M. J. Cuenca
Ordinyana y M. J. Marín Jordà sobre coocurrencia de MD en catalán y en español. Las
autoras establecen tres posibles modos de combinatoria de marcadores según el mayor o
menor grado de integración de la unión resultante (2009: 900 y 910-911):
- yuxtaposición: aparición conjunta sin que se combinen sintáctica o semánticamente (conjunción +
conjunción);
- adición: se combinan y funcionan a nivel local pero mantienen reconocibles sus funciones
separadas (conjunción + conector parentético; o conjunción + conector pragmático);
- composición: se combinan dos (o tres) marcadores para formar una nueva unidad compleja que
indica una función discursiva a nivel global (conector parentético + conector pragmático; o
conjunciones, parentéticos o conector pragmático + estructuras semifijas).
La composición es la combinación más integrada, pues genera un nuevo marcador
con un significado más global que la mera adición del significado de los marcadores que lo
componen. Su distribución es diferente a la de las otras combinaciones: la yuxtaposición y
la adición suelen ocupar posiciones en el interior de un acto; mientras que las
composiciones de MD, son más habituales en posición inicial o en posición final de turno,
donde marcan precierres o cierres que marcan una transición (2009: 909).
5.2 PROPUESTA DE FUNCIONES DE LOS MD EN POSICIÓN FINAL
La clasificación de los MD conversacionales en posición final que hemos
seleccionado parte de un criterio pragmático-funcional y posicional, esto es, trata de
sistematizar las diferentes funciones pragmáticas o discursivas que desempeñan según el
tipo de unidad del discurso en que se utilizan. Esta ordenación, con todo, constituye una
propuesta y, como tal, objeto de revisiones o matices en el futuro. Las funciones
características de la marcación del discurso que enumeramos han sido extraídas de las
195
Este aspecto resulta relevante y se tiene en cuenta en diversos trabajos sobre elementos pragmáticos como
las partículas discursivas (el DPDE incluye un apartado en su microestructura sobre ‘Fórmulas
conversacionales’ donde se recogen las combinaciones documentadas de cada partícula), o las interjecciones
(como la propuesta de diccionario que elabora A. Matamala Ripoll, 2008, donde incorpora información
referente a la repetición o combinación de interjecciones, así como a la tendencia de ocupar determinadas
posiciones, en el apartado ‘combinatoria’ de la ficha con que diseña cada artículo lexicográfico).
179
Marta Pilar Montañez Mesas
diversas obras de consulta revisadas y, entre ellas, principalmente, de las descritas en el
Diccionario de partículas discursivas del español (Briz Gómez, Pons Bordería y Portolés
Lázaro, coords., en línea).
5.2.1 Funciones pragmático-discursivas en posición final
En el conjunto de funciones de la marcación del discurso descritas por Pons
Bordería (2000) y empleadas en Briz Gómez, Pons Bordería y Portolés Lázaro (coords.,
2008), a saber:
-
conexión (argumentativa, reformuladora y estructuradora)
modalización (intensificación y atenuación)
focalización
control del contacto
que en Pons Bordería (2006: 86-87) eran tres: interactional dimensión, modalization
y connection; las que pueden desempeñar los MD son, en esencia, las que siguen:
a) control del contacto: la mayoría de MD que aquí se analizan funcionan como
formas para controlar el contacto con los interlocutores en la conversación, permiten
mantener y ceder el turno de habla, esto es, favorecen la dinámica de la interacción.
Muchos de esos marcadores están relacionados con la función fática del lenguaje y
establecen y evidencian la relación entre los participantes del discurso (propios de la lengua
hablada). En nuestra opinión, esta sería la función prototípica de los MD de posición final
que aquí analizamos.
b) modalización: ciertos MD denotan la presencia del hablante en el discurso y la
relación entre los interlocutores (los apelativos nominales, por ejemplo). En muchos
ejemplos, además, se asocian a valores de atenuación e intensificación196: mitigación o
refuerzo del contenido que se transmite; pues el hablante no se comunica de manera neutra,
sino que se implica en lo dicho y refuerza o suaviza sus enunciados, especialmente,
196
Para una revisión completa del concepto de intensificación, v. Albelda Marco, 2007. Para una completa
revisión bibliográfica sobre la atenuación, debe consultarse el proyecto ES.VAR.ATENUACIÓN
(http://esvaratenuacion.es/) dirigido por la Dra. Marta Albelda Marco.
180
Marcadores discursivos en posición final
opiniones, órdenes (actos expresivos, asertivos, exhortativos…). Varios autores ya
relacionan el uso de los MD con intención de atenuar o intensificar el discurso (Briz
Gómez, 2011).
Ese valor modalizador (atenuado o intensificado), puede estar asociado a una
estrategia de cortesía o de descortesía: los MD se revelan como marcas útiles para
favorecer la cortesía lingüística, aunque también pueden utilizarse al servicio de la
descortesía (o aparente descortesía), sobre todo en el registro coloquial, donde intervienen
otros factores que posibilitan el uso de elementos descorteses sin que por ello se interrumpa
la comunicación (por ejemplo, el uso de órdenes directas, la expresión de opiniones
taxativas e, incluso, el uso de insultos entre conocidos en una situación informal no supone
un agravio capaz de disolver la interacción, sino, al contrario, es a veces una muestra de
saber compartido y de confianza que no genera un efecto negativo, sino que resulta propio
de ese registro. (García Vizcaíno, 2005; Stenström y, 2008b).
c) conexión: esta función de los MD es menos frecuente y se corresponde con la
subfunción de estructuradores u ordenadores de la materia discursiva. Los MD de posición
final no son prototípicamente conectores, pero sí desarrollan esa función en ciertas
posiciones, como en posición final de acto (y tal, y eso). De otro lado, algunos conectores
se desplazan a la posición final por razones formulativas o estratégicas (con una
determinada entonación, por ejemplo, suspendida, como vimos en §2.2.2.
Ahora bien, un mismo MD puede participar de varias funciones en el mismo
contexto o posición discursiva, como en (19) donde acompaña a una orden:
(19)
B: [¡ye! acabaros la cocacola↓tíos]§
(H.38.A.1 p. 62, l. 498)
En este caso, además de funcionar como marcador de control del contacto situado
en posición final de intervención, intensifica la orden anterior. Dicho de otro modo, las
funciones de los MD pueden darse de forma simultánea en ciertos ejemplos.
181
Marta Pilar Montañez Mesas
Del mismo modo, en el siguiente ejemplo, en que los participantes discuten sobre la
compra de un ordenador, C insiste a A en saber por qué se ha comprado un modelo y no
otro, finalmente A reacciona de manera descortés:
(20)
C: § ¿y por qué no te has comprao un– un Pecé?
A: ¡coño! cállate ya↓ hombre/ porque es el único que conozco
C: [pero ese no es el mejor]
(H.38.A.1 p. 70, l. 806)
el marcador hombre, además de realizar la función de control del contacto, aparece
como refuerzo de la intención comunicativa –en este caso, recriminación– y desarrolla una
estrategia de descortesía, que queda neutralizada en la conversación coloquial española en
virtud de sus propias cualidades discursivas (saber compartido, relación de igualdad entre
los participantes, relación vivencial de proximidad, marco familiar y temática no
especializada).
5.2.2 Justificación de los MD en posición discursiva final elegidos
A partir de la clasificación y caracterización presentada en §2.4 y §5.1.3, se han
elegido dos marcadores de cada grupo y, a partir de ellos, se comentan otros afines
recogidos durante la investigación. El principal criterio para seleccionar los marcadores
comentados de cada bloque es la frecuencia de uso, aunque en algún caso también se
combina ese criterio con el interés por contrastar ciertos valores de un marcador con otro de
significado próximo, o por su mayor frecuencia en la bibliografía.
5.2.2.1 MD (reguladores) fático-apelativos
En este bloque pueden establecerse dos subgrupos de MD del grupo I:
•
subgrupo I-1: ¿eh? y ¿no?
•
subgrupo I-2: ¿sabes?, ¿entiendes? (reguladores fático-apelativos de base
léxica)
182
Marcadores discursivos en posición final
Los marcadores del subgrupo I son los más frecuentes en el corpus, más de la mitad
de las muestras analizadas (en concreto, 487 de las 879 totales) son de ¿eh? y ¿no? Por esta
misma razón, se les ha dedicado un capítulo en exclusiva (§6) y se han analizado los del
subgrupo II en capítulo aparte (§7). Estos comparten con los primeros la función fáticoapelativa que regula la interacción; el contorno melódico ascendente, en general,
interrogativo; y, el hecho de ser intercambiables en ciertos contextos.
5.2.2.2 Apelativos nominales
En este grupo se han seleccionado los más frecuentes en el corpus, a saber, hombre
y tío, con referencia también a sus correspondientes formas femeninas: mujer y tía. En este
caso, también son los de mayor presencia en la bibliografía. A partir de su análisis, y dada
su presencia en la bibliografía consultada, se comentan, más brevemente, formas como
nano, macho, tú, o la pareja nene, nena (capítulo 8).
5.2.2.3 Cierres enumerativos o argumentativos
Por último, en este apartado, que se desarrolla en el capítulo 9, se analizan MD de
dos grupos:
•
Grupo III: y tal (con referencia a y eso), de cierre enumerativo.
•
Grupo IV: yo qué sé (contrastado con digo yo y no sé), de cierre argumentativo.
El criterio de este apartado combina la frecuencia con el interés particular de los
MD descritos, por su mayor presencia en la bibliografía. En el primer caso, y tal compite
con otras formas como y eso, y ya está, y punto en uso. Dado el comportamiento discursivo
particular de algunos, se ha escindido en dos subgrupos, de modo que la distribución queda
de la siguiente forma para el grupo III:
-
subgrupo III-1: y tal, y eso
-
subgrupo III-2: y punto, y ya está.
183
Marta Pilar Montañez Mesas
En el segundo tipo, yo qué sé, no sé o digo yo se reconocen en la bibliografía como
MD que modifican la postura del que habla (Gille y Häggkvist, 2006) y se sitúan
prototípicamente en posición final (cf. I mean, en D. Schiffrin, 1987). Se trata de
“expresiones con el verbo decir en primera o tercera persona del singular, como digo yo, en
expresiones del tipo no sé, yo qué sé, etc.” (Briz Gómez y otros, 2003: 52).
5.3 SÍNTESIS
Una vez expuesto el modelo de análisis, las funciones básicas que pueden
desempeñar los marcadores escogidos, los criterios para justificar su elección, así como la
ficha técnica que se ha empleado para analizarlos, a continuación se explican los resultados
de ese análisis en sendos capítulos dedicados a cada uno de estos grupos de marcadores, a
saber, el capítulo 6 está dedicado a los reguladores fático-apelativos ¿eh? y ¿no?, los MD
de control del contacto más frecuentes197 en nuestro corpus y que constituyen el prototipo
de la categoría. En el capítulo 7 se comentan los reguladores fático-apelativos ¿sabes? y
¿entiendes? que, a diferencia del primer subgrupo, presentan una base léxica, pues
proceden de la categoría verbal y conservan, en algunos casos, rasgos combinatorios
relacionados con su categoría originaria, según el diferente grado de gramaticalización que
han alcanzado. También se hace referencia a la forma ¿verdad?, pues también presenta
base léxica, aunque en lugar de verbal es nominal.
El grupo de marcadores discursivos de control del contacto apelativos nominales se
desarrolla en el capítulo 8, con el análisis de las formas hombre y tío. Por último, en el
capítulo 9 se han aglutinado los marcadores que propiamente un cierre: se analiza tanto y
tal (cierre de tipo enumerativo, serial) como yo qué sé (de tipo más argumentativo), antes
de exponer las conclusiones finales.
197
En el caso de ¿eh? esta mayor frecuencia en la conversación demuestra que es un elemento característico
de este género discursivo, como veremos en el capítulo siguiente, dedicado a estos dos marcadores. En efecto,
resulta revelador que ¿eh? sea la forma más improvisada por los actores durante el proceso de grabación de
diversas comedias de situación televisivas (en catalán), según las investigaciones de A. Matamala Ripoll
(2008: 297), es decir, añadidas al guión original, como una manera de acercarlo a la conversación espontánea,
de dotarlo de realismo.
184
Marcadores discursivos en posición final
6.Los MD de control del contacto (I): ¿eh? y ¿no?
6.1 El MD ¿eh? en posición final
6.1.1
Descripción pragmática de ¿eh?
6.1.2
Frecuencias de uso
6.1.3
Análisis cualitativo
6.1.4
Síntesis de funciones de ¿eh? en posición final
6.1.5
Otros rasgos de ¿eh?
6.1.6
Recapitulación
6.2 ¿No? en posición final
6.2.1
Descripción pragmática de ¿no?
6.2.2 Frecuencias de uso
6.2.3 Análisis cualitativo
6.2.4 Síntesis de funciones según su posición
6.2.5 Otros rasgos pragmáticos
6.2.6 Recapitulación
6 Los MD de control del contacto (I): ¿eh? y ¿no?
6.1 EL MD ¿EH? EN POSICIÓN FINAL
6.1.1 Descripción pragmática de ¿eh?
Antes de iniciar el análisis de ¿eh? y ¿no? acudimos a su descripción lexicográfica
y a otros estudios monográficos sobre estos MD para revisar definiciones y descripciones
con se han ofrecido de estos y del resto de marcadores aquí estudiados.
En primer lugar, María Moliner, en su Diccionario de uso del español, distingue
dos valores fundamentales, uno como interjección y otro, que para nosotros sería MD, con
entonación interrogativa:
eh
1 interj. Con tono exclamativo se emplea, generalmente repetido, para llamar la *atención de alguien o advertir un
riesgo; puede emplearse sin más palabras, pero generalmente va seguido de un nombre en vocativo: ‘¡Eh, señora,
fíjese qué melones! ¡Eh, niño, que vas a tropezar!’.
2 Con tono interrogativo se emplea como expresión enfática al final de una advertencia o *reprensión, para
reforzarlas: ‘Que no tenga que decírtelo otra vez, ¿eh?’. ¤ Otras veces, por el contrario, pronunciado con descenso de
voz, se emplea para *atenuar una frase de reconvención o de mandato: ‘Has llegado un poco tarde, ¿eh? A dormir,
¿eh?’. ¤ Muchas personas abusan del empleo de esta expresión al final de cualquier frase dirigida a otra persona, para
mostrar amabilidad.
3 Es también una exclamación de *susto, equivalente a «¡ah!» u «¡oh!».
185
Marta Pilar Montañez Mesas
La autora acierta plenamente con la descripción de esta partícula en la
identificación funcional pragmática de la forma que nos ocupa, especialmente, en la
segunda acepción, en la además de la función, comenta diversos efectos contextuales
como el énfasis (‘expresión enfática’) o el valor atenuador (‘atenuar una frase’).
Menos explícito resulta el Diccionario de la lengua española (tanto el DRAE-01,
como el DLE-14), que lo explica solo como interjección y, por tanto, parece identificar
una sola forma y un significado, mezcla fenómenos distintos como si se tratara de uno
solo.
eh.1. interj. U. para preguntar, llamar, despreciar, reprender o advertir.
En cuanto a otras obras lexicográficas especializadas en el tratamiento de
partículas en español, por un lado, el Diccionario de partículas, de L. Santos Río (2003:
354) ofrece dos valores en la descripción de ¿eh?: uno como “partícula fática pura de
mantenimiento del contacto”, que, a la luz de los ejemplos, parece, más bien, una duda o
vacilación fónica en la producción o formulación del discurso que el hablante rellena
con una pausa oralizada del tipo ee. En cuanto al segundo tipo, como en la obra
académica, se mezclan valores distintos. Menciona la entonación como rasgo
discriminador para distinguir estos valores. Así, sirve de “petición de confirmación o
reproche” (Eso no se hace, eh) o para “advertir o reforzar advertencias” (Con que te vas
a América, ¿eh?). También incluye –además, en primer lugar en la descripción– el uso
de eh “para llamar a alguien” (eh, tú, ven un momento) que, en nuestra opinión, ya no
funciona como MD, sino que mantiene su valor interjectivo, por su especial entonación,
exclamativa en lugar de interrogativa, y por su posición en el discurso (al inicio de la
unidad discursiva en la que aparece). En este último uso, dado que podría funcionar
como elemento independiente, constituye un acto, siguiendo el modelo de unidades de
Val.Es.Co.
Por otro lado, en el Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE) se
recogen dos valores, ¿eh?1 y ¿eh?2, relacionados con la posición que ocupa el marcador,
que determina un valor más apelativo en el primer caso (en posición final de intervención)
186
Marcadores discursivos en posición final
y una función de carácter más fático, en el segundo (en posición final de acto en el interior
de una intervención, como se verá en los apartados siguientes).
No lo incluye C. Fuentes Rodríguez (2009) en su Diccionario de conectores y
operadores del español, y lo justifica porque, aunque puede funcionar como conector
interactivo, lo considera interjección y remite a la obra en preparación de la profesora E.
Alcaide sobre interjecciones, en la que aparecerá junto a otras formas como ah u ¡hombre!
En las descripciones lexicográficas que acabamos de analizar, especialmente en el
diccionario académico y en la obra descriptiva de María Moliner, observamos que la
partícula ¿eh? se reconoce categorialmente como interjección, por ello nos ha parecido
conveniente comparar el valor de ¿eh? cuando funciona como interjección y cuando
funciona como marcador discursivo.
Ya J. L. Blas Arroyo definía esta partícula como interjección que pasa a funcionar
como marcador discursivo “en diversas dimensiones de las actividades discursivas” (1995:
81). El autor rechaza que sea una simple muletilla o tic lingüístico empleado por hablantes
de escasa destreza, como se consideraba desde enfoques más normativos. Por su parte, M.
J. Cuenca Ordinyana y J. M. Castellà (1995: 69) la consideran como interjección propia que
puede manifestar otros significados pragmáticos y la estudian como tag o pregunta
comprobatoria en varias lenguas (catalán, español, inglés, alemán, italiano), hecho que
demuestra que es un fenómeno frecuente en la interacción, no solo en español198. También
A. B. Stenström (2005) la estudia como tag y, según la lista de funciones que elabora
contrastando los valores en inglés y en español, ¿eh? en posición final de turno puede
desempeñar las funciones de marcar sarcasmo y solicitud de respuesta en inglés, y petición
de opinión, petición de acuerdo, marca de énfasis y solicitud de respuesta en español199.
198
Por otro lado, siguiendo la propuesta de J. M. Brucart (1993), consideran que puede analizarse como
SComp (sintagma complementador), es decir, le otorgan una función sintáctica en la predicación oracional
(1995: 79-80). Este sería un argumento, según hemos aclarado en el primer capítulo, para rechazar los usos
con función sintáctica como MD.
199
Las tags cuentan con bastantes estudios en otras lenguas. En inglés, por ejemplo, N. R. Norrick (1995)
analizó la forma hunh, propia de Estados Unidos y parte de Canadá como marcador de evidencia. Por otro
lado, en alemán, N. Braber (2006) analiza el uso de partículas modales y tags en la ciudad de Berlín en
entrevistas y las asocia a las secuencias emotivas en las que los hablantes tienen que expresar sensaciones o
sentimientos, por lo que no son elementos superfluos, sino que “[they] serve very important functions in
German (as in many other languages)” (2006: 1501).
187
Marta Pilar Montañez Mesas
Más recientemente, R. G. Montes (1999) también la estudia como interjección,
aunque señala que con frecuencia la forma ¿eh? ya no manifiesta los valores expresivos o
modales (actitudes) que caracterizan el uso de la interjección, sino que queda como simple
llamada de atención sobre algún asunto o acción (1999: 1317), ya no puede formar un acto
o enunciado independiente, sino que se convierte en marcador del discurso. La autora
analiza la adquisición y desarrollo de los valores de siete interjecciones en el lenguaje de
una niña, entre ellas, eh. Defiende la existencia de un significado primario en las
interjecciones, derivado de la relación con el contexto (1999: 1297), y un significado
extendido, referido al contexto mismo. También diferencia entre marcadores subjetivos (ay,
oy, uy) y marcadores de proyección (ah, oh, uh). Para eh propone, a pesar de las
limitaciones de su corpus, dos funciones, a saber, marcador de titubeo (hesitation), por un
lado, que denomina eh1, en posición inicial como tentativa de intervención, ya que el
hablante no está seguro de lo que va a decir y de cómo dirigirse al oyente, y en posición
media, para buscar (planificar) la palabra exacta que quiere transmitir en su discurso; y, por
otro, marcador de intensificación, situado en posición final como tag del enunciado
precedente, caracterizado por una entonación ascendente, como la interrogativa. Lo más
interesante para nosotros, por tanto, es que establece tres valores atendiendo a la posición
que ocupan:
-
inicial: marca de relleno para planificar lo que va a decir,
-
medial: marca de relleno para buscar la expresión deseada, y
-
final: marcador de intensificación del enunciado previo.
La autora señala otros datos interesantes, por ejemplo, constata que en muchas
ocasiones los actos a los que acompaña eh se refieren al futuro. Así como el hecho de que
la madre –dado que compara la interacción madre-hija– solo usa este marcador
acompañando a preguntas cuando quiere marcar un sentido de reiteración, y el niño lo
adquiere y lo emplea casi sin función aparente, excepto en preguntas, para marcar
insistencia, como ha aprendido. Es decir, adquiere primero el valor semántico que mantiene
cierto contenido léxico parafraseable por ‘¿me has oído?’. La autora habla de ‘insistencia’
y ‘reiteración’ pero no de ‘recriminación’, que consideramos que también se produce en
algunos casos en que ¿eh? aparece al final de una intervención-turno.
188
Marcadores discursivos en posición final
También N. Vázquez Veiga (2003: 62) compara las interjecciones con los MD y
considera que
a pesar de que comparten un número importante de rasgos, es evidente que no parece adecuado
identificar interjecciones y MD, pues está claro que no todas las interjecciones pueden funcionar
como MD.
Entre los rasgos en común, señala la posibilidad de que formas pertenecientes a
distintas categorías pasen a formar parte de las interjecciones (impropias, en ese caso) o de
los MD (mediante un proceso de fijación morfológica); en el plano semántico, ambas
categorías poseen variedad de sentido, hecho que dificulta su clasificación; y, desde el
punto de vista sintáctico, ninguna de las dos categorías se integra en la estructura sintáctica
de la oración y constituyen por sí mismas una unidad entonativa (2003: 61-62). Esa
capacidad de las interjecciones para funcionar como MD también la corroboran L. Cortés y
M.ª M. Camacho (2005: 166).
Por su parte, S. Ramírez Gelbes (2003) analiza eh como marcador de contenido
procedimental, en el marco de la teoría de la relevancia, y aporta ejemplos de uso de eh
correspondientes a los cuatro tipos de marcadores conversacionales establecidos por
Portolés Lázaro y Martín Zorraquino (1999); es decir, para esta autora hay un uso de eh
metadiscursivo conversacional, uno de modalidad deóntica, otro como enfocador de
alteridad y, por último, un uso como marcador de modalidad epistémica, en el que se centra
esporádicamente su trabajo. El criterio que emplea para distinguirlos es, además de la
función, la entonación200.
Un trabajo destacable sobre el marcador ¿eh? es la contribución de V. Edeso
Natalías (2006) al estudio de la interjección. En el marco de la gramática funcional de S.
Dik201, lo incluye como interjección prototípica de la función interaccional, de la que
200
201
Emplea como ejemplos:
a. JOSE: -Bueno, cien no creo, eeh, pero tiene razón, por ahí, eeh, somos más (adaptación de Bortnik 1984). (Metadiscursivo
conversacional, con vocal alargada);
b. OLEGARIO: -Lo habías notao, ¿eh? (Sánchez 1997). (Modalidad deóntica, con entonación interrogativa);
c. JUANCHO: -Alcanzame esos papeles. ¡Eh! ¡Pupi! (Halac 1984). (Enfocador de alteridad, con entonación enfática; la partícula
aparece delimitada).
d. PADRE: -¡Claro! La señorita quería estudiar dibujo. ¡Dibujo! Y ¿qué vas a hacer con dibujo, se puede saber? Morirte de
hambre, ser una carga para nosotros. No tenés cabeza, vos. Y andá sabiéndolo, ¡eh! Perito mercantil o nada, ¿me entendés?, o nada
(Gené, s/d.). (Marcador de modalidad epistémica; entonación enfática y ascendente, pero no interrogativa).
Siguiendo la propuesta de este autor, considera que las interjecciones también pueden funcionar como
constituyentes extra-clausales.
189
Marta Pilar Montañez Mesas
describe tres usos: “eh como elemento de llamada, eh como elemento de cortesía y eh como
elemento de pregunta” (2006: 327). Aunque esta es su función prototípica, también, según
la autora, puede desarrollar de forma periférica las funciones textual y modal.
Al final de su completo y extenso trabajo compara la interjección con otros
elementos afines en el uso de la lengua, entre ellos, los marcadores de discurso, e indica lo
que los asemeja y lo que los diferencia. Según V. Edeso Natalías el grupo más afín es el de
los metadiscursivos conversacionales, sobre todo, cuando su función es textual-cohesiva
(2006: 444). Según ella, solo comparten semejanzas en la función textual, por lo que más
abajo señala:
Creemos que, cuando la interjección funciona como un conector continuativo, presenta un valor
metadiscursivo y, más concretamente, de control del mensaje, ya que el hablante la utiliza como
medio de hacer progresar la conversación, al dar por entendido el turno anterior y continuarlo con su
propia intervención (2006: 446).
Es decir, la interjección ¿eh? se ha convertido en algunos contextos en marcador
discursivo, pero constituyen categorías distintas (habla de ‘dos clases de palabras’), como
explica V. Edeso Natalías (2006: 452):
El hecho de que algunas interjecciones pasen a funcionar como marcador discursivo en determinados
usos no debe conducirnos a confundir estas dos clases de palabras. En estos casos, las interjecciones,
aunque mantienen algunos de los rasgos de la categoría a la que pertenecen, se integran en la clase de
los marcadores discursivos y atenúan parte de sus características para desarrollar esta nueva función.
Lo mismo ocurre con los adverbios y con las partículas y no por ello se confunden con los
marcadores discursivos (2006: 451-2).
Ahora bien, la forma ¿eh? no solo tiene una función textual de ordenar la
conversación, sino también es un elemento fático, de mantenimiento del canal de
comunicación. En este sentido, A. B. Stenström y A. M. JØrgensen (2008b) contrastan el
uso de elementos fáticos en la conversación adolescente en dos corpora, el COLT y el
COLAm202, referidos a la ciudad de Londres y Madrid. Entre sus conclusiones destacan el
mayor número de elementos fáticos en la conversación espontánea española y señalan, por
tanto, que esto puede entenderse como un hecho cultural. Entre las señales fáticas estudian
las rutinas de apertura y cierre, los elementos de relleno (fillers) y otras señales fáticas
202
En concreto, en el COLAm analizan 5 tags (así los etiquetan las autoras): eh, no, sabes, vale y verdad.
190
Marcadores discursivos en posición final
como los appealers, cuya función es mantener el contacto comunicativo, entre los que
incluyen eh/ y no/203.
Según las autoras, para el hablante es fundamental contar con la atención (reacción)
del oyente, de ahí que este deba dar muestras de interés como ‘mm’, que facilitan que el
hablante mantenga el turno, ya que generalmente estas marcas llamadas acknowledgments
(Clark, 1997: 323), marcadores de recepción (Vázquez Veiga, 2003) o continuadores, son
elementos con que “los H se limitan a indicar a quien habla que lo siguen”, sin llegar a
interrumpirlo (Portolés Lázaro, 2004: 80).
Desde el punto de vista de las funciones comunicativas, A. Matamala Ripoll (2008,
passim) incluye ¿eh? entre las interjecciones metalingüísticas y señala su posición
frecuente en posición final, en especial, cuando es improvisada por los actores (pues parte
de un corpus de guiones de comedias televisivas y sus grabaciones) que tienden a dar
realismo a las situaciones representadas, lo que le permite justificar su carácter típicamente
conversacional.
Otros autores mantienen la denominación de apéndices, en lugar de MD. Así, J.
Gille y C. Häggkvist (2006), dentro de ‘apéndices conversacionales’, catalogan la partícula
¿eh? como apéndice de intersubjetividad, dentro del nivel de la gestión interactiva, en el
que establecen dos grupos: interpersonales y comprobativos (nombre empleado ya por J.
Ortega Olivares, 1985), grupo este último en el que incluyen la partícula ¿eh?
Desde la lingüística clínica, nos ha resultado interesante el trabajo de A. González
Dios (2007) sobre el uso de comprobativos en el lenguaje afásico. En concreto, parte de un
corpus de conversaciones entre el hablante con afasia y un interlocutor clave204, y aunque el
investigador está presente durante la interacción, según la autora es una situación
comunicativa que propicia la naturalidad. La figura del interlocutor clave resulta
fundamental en este tipo de hablantes ya que, conocedores de sus carencias comunicativas,
no mostrarían tal espontaneidad en otro tipo de interacción, por ejemplo, en una entrevista a
solas con un interlocutor que no pertenece a su entorno, como un especialista o un
logopeda.
203
Los reproducimos tal y como los transcriben, seguidos de la barra oblicua (/), que indica entonación
ascendente.
204
Se trata del corpus PerLA (“Percepción, lenguaje y afasia”, www.uv.es/perla).
191
Marta Pilar Montañez Mesas
La autora se centra en ¿eh?, ya que es el apéndice más frecuente en el corpus
PerLA. En el lenguaje afásico, el hablante no emplea este comprobativo solo para
corroborar que sus interlocutores han comprendido su emisión, sino, sobre todo, y dadas
sus dificultades para comunicarse, para comprobar si ha pronunciado correctamente su
enunciado (2007: 36). Precisamente, dichas limitaciones permiten explicar dos fenómenos
relacionados con la frecuencia de uso, según A. González Dios. Por un lado, la presencia de
¿eh? es mayor que la de otros comprobativos porque su articulación es más sencilla; y, por
otro lado, y más importante, la frecuencia en el uso de comprobativos en hablantes con
afasia también debe interpretarse como una “estrategia compensatoria de sus déficits
gramaticales” (2007: 37)205.
También en el ámbito de la interacción médico-paciente (aunque no afásico, sino en
situaciones interculturales donde el paciente es no nativo), C. Valero Garcés (2012: 74)
recopila diversos elementos de esa habla de contacto utilizados con el fin de “asegurarse de
que el interlocutor nos sigue, buscar su aprobación o simplemente hacer más amigable la
entrevista”, entre los que destacan formas como ¿eh? o digo yo, que aquí también se
analizan.
Asimismo, la investigación de J. Guillén Escamilla206 sobre pacientes con afasia de
Wernicke demuestra el frecuente uso de marcadores discursivos como ¿no?, no solo como
mecanismo de cohesión en su discurso, sino como forma de control del contacto con su
interlocutor. Al igual que C. Valero Garcés, compara un paciente de afasia con un hablante
sano (en el caso de Guillén Escamilla, emplea el corpus PRESEEA de la ciudad de México)
y aplica el modelo de unidades de Briz Gómez y otros (2003).
Rodríguez Muñoz (2009), a partir de su análisis en el CREA, analiza ¿no? y ¿eh?
descarta llamarlos apéndices comprobativos, pues no siempre se sitúan al final, marginal, ni
siempre tienen esa función. Destaca, por tanto, que son unidades polivalentes (2009: 84)
que se emplean en discursos muy diversos. En este análisis comprobamos esa
polifuncionalidad a partir de su distribución posicional en la conversación pues, en efecto,
no siempre se sitúan al final ni siempre son comprobativos.
205
Sería interesante realizar un análisis sociolingüístico posterior para valorar si los hablantes de nivel
sociocultural bajo lo emplean como estrategia compensatoria.
206
Profesor del Colegio de México, en conferencia privada para el Grupo Val.Es.Co., Valencia, 27 de abril de
2012.
192
Marcadores discursivos en posición final
A. González-Ledesma y M. Garrote (2009), siguiendo a Portolés Lázaro (1998), los
denominan conativos, pues “aseguran el mantenimiento del contacto del canal de
comunicación”, formas como ¿eh?, ¿vale?, ¿o no?, ¿a que sí?, fíjate, sabes qué, ¿a que no
sabes X? De nuevo, destacan su valor apelativo o de control del contacto.
Por último, Fuentes Rodríguez y Brenes Peña (2014) ofrecen un estudio
variacionista de ¿eh?, ¿no?, ¿verdad? o ¿entiendes? en un género concreto (el discurso
parlamentario) y exclusivamente en mujeres. Analizan distintos planos (interactivo, modal,
informativo y enunciativo o formulativo) y concluyen que estos apéndices apelativos
responden a una estrategia cortés pero, al ser un discurso habitualmente impositivo, el acto
de habla se convierte en descortés. También corroboran un mayor uso de estos apéndices en
varones, especialmente del partido en el poder, con un uso intensificador.
Recapitulando, la definición más acertada –de tipo general– sobre ¿eh? como
marcador, a pesar de que existan trabajos más recientes, la encontramos en J. L. Blas
Arroyo (1995: 96):
señal interlocutiva, que apela explícitamente o implícitamente al interlocutor, y a través de la cual el
hablante marca su actitud hacia determinadas unidades del habla (proposiciones, actos de habla…),
así como hacia sus relaciones con los demás participantes en la interacción.
En su aproximación interaccional a la forma ¿eh? (empleando sus propias palabras),
aplica las tres dimensiones del discurso propuestas por Vion (1992) al análisis de este
marcador, a saber, informativa (lo relaciona con una unidad del discurso, el par adyacente
pregunta / respuesta), inter-enunciativa y discursiva, que le permiten ordenar las diversas
funciones que puede desempeñar este marcador discursivo.
Antes de presentar los resultados de nuestro análisis del marcador ¿eh? queremos
señalar que no atendemos a los usos de la interjección eh con valor no conectivo o no
marcador, puesto que aquí nos interesa el marcador conversacional ¿eh? Por tanto, no
analizamos ejemplos como el que sigue, en el que eh, con entonación aseverativa, no es
intencional sino que responde a un estímulo extralingüístico, no es un uso estratégico (ni
apelativo, ni como llamada de atención, ni para ceder el turno, ni siquiera para mantener el
turno como elemento retardatario):
193
Marta Pilar Montañez Mesas
(22)
[Los participantes conversan sobre algunos lugares hermosos de España]
M207: en– EH– EH PARA para/ para
P: se ve que los PiriNEOS de esos
J: ((¿qué te pasa?))
P: aragoNESES y todo eso lo (( )) unas cosas preciosas
M: ((que bebe)) (( )) y no
(PG.119.A.1, p. 285, l. 407)
¡Eh! es aquí un enunciado exclamativo, como se aclara en la nota que acompaña la
transcripción, con el que la hablante M reacciona al hecho de que J le sirva bebida. Es fácil
inferir por el cotexto el significado de la intervención de M, que indica la cantidad deseada.
No funciona, por tanto, como marcador discursivo. Dicho de otro modo, analizamos el uso
de ¿eh? –y después de ¿no? – como marcador discursivo, en concreto, atendiendo a su
posición discursiva,
esto es, a su emplazamiento en unidades
del discurso
conversacionales208.
En las líneas que siguen se describen las funciones pragmático-discursivas de ¿eh?
según el rango estructural, social e informativo –los tres ejes descritos por el Grupo
Val.Es.Co.– que presente en la conversación, de ese modo, la función pragmática del
marcador queda inevitablemente ligada a la posición en una unidad del discurso y a su
ámbito o rango.
En primer lugar, ofrecemos los resultados del análisis presentando el resumen de los
datos de dos modos distintos. Por una parte, se ofrecen los datos de la frecuencia de
aparición de la partícula ¿eh? en el corpus, y la función o funciones que desarrolla de forma
más usual. La frecuencia de la partícula en el corpus, unido a la función que realiza también
más frecuentemente, quedan como criterios de ordenación en el análisis de los datos. Parte
del análisis tiene, así pues, carácter cuantitativo.
En segundo lugar, describimos cada valor pragmático según la unidad y la posición
en que aparece la partícula (a partir del modelo de descripción de unidades que hemos visto
207
J sirve una bebida a M, lo que provoca una escisión conversacional entre J y M.
En la recuperación de muestras del corpus asignamos a los ejemplos con entonación exclamativa o
enunciativa un valor propio de su categoría interjectiva (v. Edeso Natalías, 2006), de modo que nos centramos
en la forma ¿eh? como marcador discursivo.
208
194
Marcadores discursivos en posición final
en §1.3 y en el capítulo 4, de lo más general a lo más particular). Esta aproximación es de
carácter cualitativo.
6.1.2 Frecuencias de uso
En el Corpus de conversaciones coloquiales, editado por Briz Gómez y el Grupo
Val.Es.Co. (2002a), encontramos 267 empleos del marcador ¿eh?. En cuanto a la
frecuencia de aparición, la distribución de las muestras de ¿eh? según posiciones es:
Cuadro 9. ¿Eh? en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
¿eh?
Nº de casos
totales: 270
FINAL ACTO E
INTERVENCIÓN
118
FINAL
ACTO
INICIAL
INTERVENCIÓN
74
30
ACTO
(INTERVENCIÓN)
POR SÍ MISMO
28
OTRAS
20
Los valores numéricos contenidos en esta tabla reflejan las posiciones en las que
hemos localizado el marcador ¿eh? aplicando la Teoría de las unidades de la conversación
del grupo Val.Es.Co. Así, hemos ordenado los empleos en cinco grupos:
- posición final de acto e intervención: aquí se incluyen tanto las muestras de ¿eh?
en una intervención simple (71 casos) o como en una intervención compleja, en ese caso, el
marcador aparece en posición final del último acto dentro de la intervención (47
ocurrencias). Los agrupamos ya que, en ambos casos, el marcador se sitúa en posición final
absoluta de intervención (o ‘hacia el final’.)
- posición final de acto, en el interior de una intervención: esto es, posición de final
de un primer acto (25 casos) o de un acto interior (49 casos) dentro de una intervención (los
casos de posición final del último acto se incluyen en el apartado anterior porque coincide
con posición final absoluta de intervención).
- posición inicial de intervención: al igual que en el apartado de posición final,
incluimos tanto los casos en que ¿eh? aparece en una intervención simple (11 muestras)
como compleja (primer acto de la intervención, 19 casos).
- acto (intervención por sí mismo): ¿eh? aparece como acto, tanto en intervenciones
simples como complejas, en 28 ocurrencias.
195
Marta Pilar Montañez Mesas
- otras posiciones: en este grupo englobamos otras ubicaciones poco frecuentes de
¿eh? en la conversación. Incluimos aquí, por un lado, la posición intermedia de un primer
acto (3 casos), de un acto interior (12 casos) y del último acto (2 casos); también la
posición inicial de un acto interior (2 casos) o del último acto (1 caso), en el interior de una
intervención.
En síntesis, la partícula discursiva ¿eh? puede ocupar diversas posiciones en las
unidades de la conversación, pero prototípicamente se sitúa en posición discursiva final (de
acto o de intervención). A continuación, describimos los valores pragmadiscursivos de
¿eh? en unidades tanto dialógicas como monológicas209.
6.1.3 Análisis cualitativo
Como se ha adelantado (§3.5.2), la UD de referencia que tomamos como base es la
intervención. La cuestión que guía nuestro análisis es describir en qué tipo de UD se
encuentra el MD y qué posición ocupa dentro de ella. Las intervenciones pueden ser
iniciativa, reactiva y reactivo-iniciativa. Primero se organizan los valores de ¿eh? según
aparezcan en cada tipo de intervención y, después, según la unidad monológica inferior,
esto es, el acto que ocupan.
6.1.3.1 Posición final de intervención
La posición más frecuente en el Corpus de conversaciones coloquiales es aquella en
la que la partícula ¿eh? se sitúa como final de una intervención que, en la dinámica
conversacional, es un turno. En esta posición, el marcador se convierte en un LTP, una
marca del hablante para indicar a su interlocutor que ha terminado de hablar, es decir, una
cesión del turno de habla, con valor claramente apelativo (descrito como ¿eh?1 por A. Briz
Gómez y M. P. Montañez Mesas en el Diccionario de partículas discursivas del español,
DPDE) con valor de petición de confirmación (has venido, ¿eh?) o de reacción por parte
209
Ordenamos los valores según su mayor frecuencia de uso en nuestro corpus.
196
Marcadores discursivos en posición final
del oyente210. La partícula suele reforzar, asimismo, el valor ilocutivo del acto en que
aparece, de modo que su ausencia no altera dicho valor ilocutivo, sino que mengua la
predictibilidad de la respuesta del interlocutor.
En el nivel dialógico se inserta en una intervención iniciativa o reactivo-iniciativa, a
la que afecta. Por otra parte, según la tipología establecida por Briz Gómez y otros (2003:
esp. 46-52), el marcador ¿eh? constituye un subacto adyacente, puesto que no aporta
contenido proposicional; dado su carácter vinculado al oyente, en esta posición discursiva
lo identificamos como subacto adyacente interpersonal:
(22)
1B1: #{acabaros esta cocacola}#
1A1: #{os la regalamos}#//#{mezcla a ver}#
1D1: #{Yeti///} {yo no soy un criado tuyo} {¿eh?}#
1C1: #{no}#/ #{eres una sirvienta}#
(H.38.A.1, p. 63, l. 504)
En este ejemplo, 1D1 recrimina la orden de 1A1 (el acto sustantivo director, mezcla
a ver). Su reacción es una intervención reactivo-iniciativa, con la que muestra su
desacuerdo (yo no soy criado tuyo, subacto sustantivo director) y apela para que reaccione
(de forma verbal o no verbal), es decir, le exige una respuesta (¿eh?, subacto adyacente
interpersonal). Su intervención es socialmente reconocida como turno, pues 1C1 responde
con dos actos de desacuerdo (no/ eres una sirvienta). Por tanto, ¿eh? adquiere en esa
posición final de intervención la función discursiva de cesión del turno de habla211.
La partícula ¿eh? en posición final de I-turno es un lugar de “selección directa del
próximo interlocutor”, en palabras de B. Gallardo Paúls (1996: 53). La autora recupera así
uno de los rasgos descritos por los analistas de la conversación H. Sacks, E. Schegloff y G.
Jefferson (1974: 718) para establecer un sistema de turnos. Estos autores señalaron que las
tags question “can be made into a locus of ‘current select next’”, esto es, el hablante en
curso selecciona al próximo hablante mediante el uso de una tag question para que
complete el turno, de ahí que las llamen “recompleters”. Por tanto, este marcador en
210
Este ¿eh?1 espera una respuesta verbal o no verbal en la interacción cotidiana, pero no en otros géneros,
donde la respuesta es solo no verbal, como en la interacción oral académica (clase, conferencia, exposición)
donde la interrupción resultaría descortés (v. Domínguez Mujica, 2005a: 80).
211
Por otra parte, la aparente descortesía de la reacción de 1D1 se neutraliza en la conversación coloquial en
virtud de rasgos como la relación de proximidad, el saber compartido, la temática… descritos por el Grupo
Val.Es.Co.
197
Marta Pilar Montañez Mesas
posición final absoluta de I-turno iniciativo o reactivo-iniciativo (en su parte iniciativa) es
una señal para el cambio de turno, casi “expresiones fáticas estereotipadas”, como diría
Duncan (apud., Gallardo Paúls, 1996: 61).
Desde el punto de vista del tipo de acto, en estos casos, la partícula ¿eh? acompaña
a actos de habla directivos y comisivos. Tales como petición (exige acción):
(23)
1A1: #habláis poco ¿eh?#
(H.38.A.1, p. 50, l. 1)
No afirma sino que pide a los interlocutores de modo indirecto un cambio de
actitud, que hablen. También pueden ser consejos, como en (24) o advertencias, como en
(25) y (26):
(24)
1P1: #dice/ ama al prójimo como a ti mismo/ ¿eh?#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 219, l. 1150)
(25)
1P1: #noo/ a ese paso no adelgazarás/ ¿eeh?#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 220, l. 1172)
(26)
1A1: #¡ye cuidao con las hormigas! ¿eh?#
(H.38.A.1, p. 50, l. 17)
El marcador ¿eh? refuerza el valor directivo o comisivo del enunciado en que
aparece, ya que aporta al valor ilocutivo la apelación al interlocutor buscando así una
mayor implicación por su parte, en espera de una respuesta verbal o no verbal, a veces,
incluso, un cambio de actitud o una modificación en el estado de cosas. También tiene
valor de refuerzo con actos representativos (aseveraciones, valoraciones, opiniones):
(27)
1C1: #mi hijo era muy comprensivo/ ¿eh?#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 218, l. 1093)
La posición final de intervención puede no ser posición final absoluta, sino ‘hacia el
final’, esto es, que el marcador aparezca seguido de otros subactos, generalmente, como
extensiones explicativas o descriptivas, que concretan lo dicho o parte de lo dicho:
198
Marcadores discursivos en posición final
(28)
(Los participantes hablan de la venta de un reloj)
1B1: #{pues Pepita↓} {si él te daba doscientas} {es porque el reloj vale medio kilo↑} {seguro}
{¿eh?/} {seguro}#§
1D1:
§#{casi valdrá medio kilo}#
(RB.37.B.1, p. 228, l. 191)
En este ejemplo, 1B1 repite parte de lo dicho (‘seguro’) al final de su intervención,
como estrategia para reforzar su argumento y la recomendación implícita ‘no se lo vendas
por doscientas mil pesetas’; su aparición conjunta con el marcador ¿eh? refuerza todavía
más el acto directivo. No consideramos que ¿eh? aparezca en posición interior, sino que
coaparece con otro subacto en posición final: ({¿eh?/} {seguro}).
A partir de estos y otros ejemplos, consideramos que ¿eh? no solo refuerza el acto
precedente, generalmente expresivo, sino también los valores argumentativos de dichos
actos: recomendación en (26) y opinión favorable en (27). En ese sentido, M. J. Cuenca
Ordinyana y J. M. Castellà (1995: 76) consideran que elementos como este tratan de
“involucrar –de fer còmplice– el receptor en un procés argumentatiu”. Estos autores
destacan, además, que su valor está más ligado al nivel de la enunciación que al del
enunciado, ya que, según ellos, “són evidenciadors de modalitat” y piden al receptor “que
refermi la validesa d’aquesta creença”.
También aparecen este tipo de extensiones, que causan que ¿eh? aparezca ‘hacia el
final’ y no en posición final absoluta, cuando va seguido de un vocativo que selecciona a un
hablante (de entre los interlocutores) al que parece ceder el turno:
(29)
(C enseña una ración de paella precocinada y otros comestibles que ha comprado)
1J1: #pero los pastelitos↑ ¿son para el cumpleaños [o→?]#
1C1:
#[noo]/ tengo encargada una tortada divina#
P1: #¡uuhh!#
2C2: #°(a ver si lo encuentro aquí)°/ que quiero que lo veas#
1P2: #¡ah! puees/ tiene una pinta BUENA ¿eh↑ Juan?#
3C3: #una pinta/ y unos hechos#/ #y no me digas que no tiene chicha#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 219, l. 1144)
Los ejemplos que hemos analizado hasta ahora pertenecen a intervenciones-turno,
es decir, son reconocidas y aceptadas por otros hablantes, puesto que generan una reacción
en alguno de los interlocutores. Sin embargo, queremos destacar algunos casos en que el
199
Marta Pilar Montañez Mesas
marcador ¿eh? se sitúa en posición final de una intervención que no es turno, es decir, que
no provoca reacción, simplemente es una intervención evaluadora, fática o colaborativa
(Briz Gómez y otros, 2003: 18) que no llega a interrumpir la intervención-turno del
hablante que tiene la palabra.
Este uso es algo inusual y, por ello, realizamos una descripción tomando ciertas
precauciones, puesto que requeriríamos de la comparación con otro corpus para corroborar
el valor que atribuimos a este uso de ¿eh?, a partir de los criterios que estamos manejando
en este análisis, la posición y el tipo de unidad en que aparece. Consideramos que, en
ejemplos como (30), la partícula es un subacto que desempeña una función de refuerzo de
la relación social entre los interlocutores, no presenta valor apelativo a pesar de su posición
final de intervención, sino que, al tratarse de una intervención que no genera una reacción
posterior, ni creemos que sea ese el propósito del hablante, su valor es solo colaborativo,
pretende mantener abierto el canal de comunicación, de ahí que le asignemos un valor
fático, en el que la exigencia de respuesta al interlocutor es mínima o, incluso, nula. Por
todo ello, lo incluimos en el valor de ¿eh?2 en el DPDE:
(30)
(Tres amigas comentan una promoción de yogures con la que regalan vasos)
1E1: #no↓ es que con las tapas [de los yogures→=]
1L1:
[#¿cuántos tienes?#]
1E1: = tengo diez↓ me faltan dos#§
L2:
§#¡anda!#§
G1:
§#¡qué regalo! ¿eh?#§
L3:
§#¡qué bien!#
(L.15.A.2, p. 85, l. 144)
En este ejemplo, G1 no apela ni espera respuesta de 1E1, con su intervención, solo
pretende marcar la recepción del mensaje (el reconocimiento del interlocutor E como
hablante activo), así como afianzar las relaciones sociales con sus interlocutoras.
Consideramos que este tipo de intervenciones, que podríamos considerar evaluadoras (Briz
Gómez y otros, 2003: 18), participan del fin socializador que caracteriza la conversación
coloquial, en las que se halla un valor no apelativo del MD en final de intervención.
Hemos incluido este uso, a pesar de su menor frecuencia, ya que nos parece
interesante, puesto que muestra que la posición por sí misma no es totalmente indicativa de
la función, sino que lo es en relación con la unidad discursiva en que aparece. Demuestra,
asimismo, lo relevante que resulta considerar la dimensión social de la conversación para
200
Marcadores discursivos en posición final
explicar más adecuadamente este tipo de valores. Es preciso, por tanto, atender a ambos
niveles (monológico y dialógico) y a todas las dimensiones de la conversación.
En este ejemplo, el marcador cierra una intervención no turno y desarrolla una
función de refuerzo de la relación interpersonal entre los interlocutores (‘alianza’ en el
DPDE, s. v. ¿eh?2). Otros autores también reconocen usos del marcador ¿eh? sin valor
apelativo y lo describen como formas de “complicidad emocional” (Blas Arroyo, 1995:
103) que el hablante utiliza para crear “un clima de cooperación interlocutiva” en la
conversación. En términos de Val.Es.Co., se adscribe a ese ‘saber compartido’ entre los
interlocutores que caracteriza prototípicamente la conversación coloquial. Este marcador
evidencia las relaciones interpersonales que se establecen en la conversación. Así, J. L.
Blas Arroyo (1995: 103), afirma que ¿eh? es un “marcador de las relaciones entre los
participantes en el marco de la dimensión inter-enunciativa de la interacción”212.
6.1.3.2
Posición final de acto (en el interior de una intervención)
Entendemos, en este caso, que la intervención está formada por más de un acto, y la
partícula se sitúa en posición final de uno de esos actos, ya sea el primer acto (Ai) o en un
acto interior (Am)213. En estos casos, la partícula suele desempeñar un valor fático, de
mantenimiento del contacto, en que el hablante reafirma lo dicho, llama la atención sobre el
mensaje y pide la atención del oyente, si bien, no espera una respuesta, a diferencia del
anterior. Este uso, recogido por A. Briz Gómez y M. P. Montañez en el DPDE como ¿eh?2,
es claramente estratégico y no debe confundirse con un uso expletivo, ni con una fórmula
de relleno, ya que el hablante persigue mantener la atención de su interlocutor y, de paso,
llamar la atención sobre una parte del mensaje.
Los actos con que aparece suelen ser representativos (valorativos, de opinión), por
lo que no presentan la exigencia de respuesta que describimos en los casos en que el
marcador se sitúa en posición final absoluta de intervención. Quizá la mayor o menor
obligatoriedad de respuesta, en uno y otro caso, está relacionada con lo que A. Briz Gómez
212
Como observamos en estos últimos párrafos, los MD participan de las característica del género en que se
emplean: la conversación, en su modalidad coloquial, de ahí que fuera necesario dedicar, siquiera un apartado,
a la caracterización de este tipo de discurso (§2.2.1).
213
No incluimos aquí la posición final del último acto (Af), pues coincide con la posición final de
intervención, como se ha explicado al describir los valores de la tabla.
201
Marta Pilar Montañez Mesas
y otros (2003: 18) denominan intervenciones iniciativas o reactivo-iniciativas directas e
indirectas. Esto es, aquellas que requieren una mayor implicación (entiéndase, reacción a lo
dicho) por parte del oyente, por lo que podríamos entenderlas como macrocategorías
pragmáticas que englobarían los tipos de actos ilocutivos, desde el punto de vista
semántico-pragmático: los actos directivos, compromisorios y declarativos serían más
directos (es más predecible una respuesta, de aceptación o rechazo, por ejemplo), mientras
que los actos representativos y expresivos, serían más indirectos.
De modo que la posición (final) y el tipo de unidad en que aparece el marcador ¿eh?
(intervención o acto; directa o indirecta) condicionan el valor o función del marcador
discursivo en cada caso. En el siguiente ejemplo, el marcador aparece en posición final de
acto en el interior de una intervención reactivo-iniciativa, que además, ocupa un turno en la
conversación, dado que genera una reacción paralingüística de acuerdo (risas):
(31)
1D1: #¡hostia! me han puesto huevo#/// #¿nunca has vi– has visto las habas con huevo#/ y→? #pues
están buenísimas#
1A1: #no/ yo no digo que no estén buenas#
2D2: #pero habas de esas dee– no son de las otras/ de las congeladas ¿eh?#/ #son de laas que se
quita#
B1: (RISAS)
(H.38.A.1, p. 61, l. 424)
El emisor se ratifica en su papel de hablante, no pide ni solicita respuesta por parte
del oyente, sino que reclama su atención. Es un elemento formulativo, no pide reacción ni
confirmación, indica solo que va a seguir hablando, como en (32):
(32)
1S1: #que se pone unos– que están muy estr–# #¿tú los has visto ya?#
1L1: #no/ pero sería verlos#/ #no hay ningún problema/ ¿sabes?#///(6”) #de todas formas es gente de
poderío ¿eh? que si se los cambia ee–/ que igual están muy usaos/ pero que no es gente quee/ que
arruina las cosas ¿no?#
1J1: #mm# #mm#/// (4’5”) #tienen pasta ¿no?#
(AP.80.A.1, p. 162, l. 799)
Creemos que en este uso, como describe D. Schiffrin (1987: 274) para y’know, otro
MD, a la que parafraseamos, el hablante induce al oyente a actuar como receptor, por lo
que tiene una función complementaria de ratificar al hablante como proveedor de
información. Este uso es frecuente en narraciones y descripciones, o bien en intervenciones
de cierta extensión, en las que el hablante quiere mantener el contacto y la atención de su
202
Marcadores discursivos en posición final
interlocutor, por lo que es frecuente que aparezcan señales mínimas de atención o
colaborativas por parte del receptor: risas en (31) y ‘mm’ en (32).
Recopilando, la partícula ¿eh? ocupa, prototípicamente, la posición final de la UD
que ocupa, sea acto o intervención:
CUADRO 11. Posiciones discursivas prototípicas de ¿eh?
POSICIÓN DISCURSIVA
FUNCIÓN PRAGMÁTICA
Final de intervención (turno)
Refuerzo, apelación.
Final de acto (en el interior de una Formulativa, regulación interactiva.
intervención)
Su valor más habitual es apelativo, pero puede desarrollar otros valores. Por un
lado, A. B. Strenström y A. M. Jørgensen (2008) vinculan este marcador con la “phatic
communion”; por otro lado, A. Briz Gómez y M. P. Montañez (2007) señalan casos en que
refuerza la relación interpersonal y sirve como ‘alianza’ entre los interlocutores. Este uso
está ligado a la cortesía, de la que ya daba cuenta M. Moliner, aunque con otros términos,
además de “atenuar una frase de reconvención o de mandato”, casi denunciaba que
“muchas personas abusan del empleo de esta expresión al final de cualquier frase dirigida
a otra persona, para mostrar amabilidad”. Dicho de otro modo, el MD ¿eh? en posición
final de intervención o de intervención-turno sirve, con frecuencia, como mecanismo
atenuador de lo dicho y, con ello, como estrategia de cortesía.
En esa posición final prototípica, bien sea intervención, en cuyo caso hablamos de
posición final absoluta; bien sea de acto, en el seno de una intervención compleja, en virtud
de su valor apelativo, el marcador ¿eh?:
- exige respuesta: provoca reacción de forma directa (relacionado con las
intervenciones directas, Briz Gómez y otros, 2003),
- exige acción: no pide respuesta verbal sino no verbal (un cambio de actitud, una
acción), o
203
Marta Pilar Montañez Mesas
- pide ratificación, una respuesta fática o colaborativa que implica una muestra de
atención por parte del oyente (sí/ sí, mm, claro), especialmente en posición final de
intervención no-turno y en posición final de intervenciones evaluadoras o fáticas.
- implica atenuación o intensificación de lo dicho en el segmento anterior.
Aunque son las más frecuentes, las anteriores no son las únicas posiciones que
puede ocupar el marcador.
6.1.3.3 Otras posiciones menos frecuentes
6.1.3.3.1 Posición inicial de intervención-reactiva
La partícula ¿eh? en posición inicial de intervención tiene valor retardatario,
funciona como falsa pregunta con la que el oyente se da tiempo para planificar su
intervención-reactiva:
(33)
1L1: #¿y qué horas son?#
1A1: #¿eeh?#/ #de nueve y media aa– a las doce y media#/// #oo las diez// hasta la una// o las once
hasta las dos#// #que hora de entrada tampocoo/ tienen/214¿quieres que– [la quieres?]#
1J1:
#[si está abierto]#
2L2: #sí #
(AP.80.A.1, p. 145, l. 87)
Como se observa, 1A1 responde sin problemas a la pregunta (I-i) de 1L1, ‘de nueve
y media aa– a las doce y media’, es decir, ha entendido perfectamente a su interlocutor. En
este caso, el marcador no presenta función pragmática de atenuación o intensificación, solo
tiene una misión metadiscursiva de mantenimiento del contacto y del turno de habla, una
función retardataria que se corrobora por el hecho de que la partícula va seguida de pausa
(/) y se pronuncia alargada; con ello, la hablante A gana tiempo para planificar lo que va a
decir y formular su respuesta de forma adecuada. El marcador ¿eh? en posición inicial de
intervención es una muestra clara del carácter no planificado de la conversación coloquial
o, dicho de otro modo, evidencia una de las características definitorias de este tipo de
discurso: la planificación sobre la marcha (Briz Gómez, 1998: 41).
214
Suena un timbre.
204
Marcadores discursivos en posición final
En este caso, puede considerarse una pausa oralizada en la que el alargamiento nos
recomienda pensar en una vacilación que el hablante trata de disimular con esta falsa
pregunta. Pensamos que este uso puede haberse derivado del empleo de ¿eh? como
marcador independiente que sí sirve como pregunta para solicitar repetición. De hecho, es
también un marcador independiente que expresa una falsa pregunta.
También funciona como pausa oralizada en (34), donde el hablante se ve obligado
a alterar su planificación y llena el silencio con un MD:
(34)
(La secuencia trata sobre la posible causa de la avería de un coche)
1E1: #entonces ¿sabes lo que es? # (…)215
1R1: es que no lo sabemos#
2E2: #¿eh? ¡ah!# #pos bueno#
(MA.341.A.1, p. 270, l. 496)
No obstante, según L. Cortés y M.ª M. Camacho (2005: 191), desde la perspectiva
textual, ciertos marcadores de apertura considerados rellenos verbales, situados en posición
inicial, no los emplea el hablante para “rellenar silencios con objeto de estructurar su
intervención” (como recurso de formulación, diríamos nosotros, como acabamos de
señalar), “sino como síntoma de apertura discursiva, es decir, con función textual” y no
interactiva. Quizá es lo que ocurre en (35):
(35)
(C y P hablan de la actitud de una niña pequeña hacia su niñera)
C: #¿y qué pasa?#/ #¿que la chiquilla le tiene menos eso a Paula↑/ o por qué?#
P: #¿eh?/ no lo sé/ porque como se ve que como se queda con ella# (…)
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 218, l. 1108)
En posición inicial puede tener valor de rechazo, de desacuerdo con lo dicho, como
en (36). El hablante reacciona a un hecho extraverbal y solicita al oyente un cambio de
actitud:
(36)
1C1: (…) #¿QUÉ no hago macarrones?#/ #no tengo ganas de hacer macarrones esta noche#
1B1: #((¿no tienes?))#
2C2: #¿eh?# #(RISAS)///# #porque tú↑ vah a cenar hoy poco#
2B2: #poquito#
(RV.114.A.1, p. 303, l. 442)
215
Los puntos suspensivos entre paréntesis significan que hemos suprimido un fragmento (en concreto, una
escisión conversacional) para facilitar la comprensión del ejemplo.
205
Marta Pilar Montañez Mesas
Equivale a una ratificación del tipo tengo razón y solicita al hablante solo que le
confirme sus palabras, por lo que la petición es implícita (‘dame la razón’): se pide el
acuerdo con lo que el hablante viene diciendo. En el ejemplo (36) se observa este valor, ya
que la respuesta de 2B2 confirma lo expresado por 2C2. En otros casos, la partícula
conlleva cierto matiz de sorpresa, como en (37):
(37)
1A1: BRR///216 #yo estuve viendoo For Bravo↑///217 gran película#
1D1: #¿For [Bravo?# sí#]
2A2:
[#y una tía] muy buena#§
1B1:
§#¿eh?/ Eléanor Párquer218# #está buenísima↓ tío#// #bueno↓
estaba#
3A3: #hombre↓ ahora↑# (RISAS)
(H.38.A.1, p. 66, l. 652)
Resumiendo, cuando ¿eh? ocupa la posición inicial del miembro de discurso en que
aparece como reacción a la intervención de otro interlocutor, tiene la función de ser
preludio de la respuesta que sigue, a modo de pausa oral, es un recurso formulativo
momentáneo que precede al miembro discursivo que inicia, o tiene un carácter más
interactivo, como en (38). Su uso puede aparecer, incluso, sin entonación interrogativa sino
exclamativa o con entonación suspendida o alargamiento vocálico219, como un tiempo para
comprender o procesar lo dicho por su interlocutor, y que funciona como acto, de ahí que lo
consideremos más próximo al uso de ¿eh? como marcador independiente, como en (38):
(38)
1M1: #(( )) ¿tú no sales?#
1S1: #¿eh?# #noo#
(S.65.A.1, p. 133, l. 432)
6.1.3.3.2 Posición inicial de acto en interior de intervención
Estos casos son muy infrecuentes, no hemos encontrado usos de la partícula ¿eh? en
posición inicial de acto en interior de intervención, acaso en (39), en una I-i que inicia
diálogo o secuencia dialógica:
216
Fórmula de desprecio.
Fort Bravo.
218
Eleanor Parker.
219
No ha de confundirse con los casos de pausa oralizada, pues no son elementos conmutables.
217
206
Marcadores discursivos en posición final
(39)
(El interlocutor V inicia una secuencia sobre asuntos del pueblo de Alborada)
1V1: #ayer me llamaron→# / #Santi sí que estaría en la reunión#// sobre eso de la moción de
censura// seguramente ya/ oo– o ha dictaoo sentencia el juez/ o está a punto de dictarla ¿sabes?#//
#lo que pasa es qu’este hombre ees– está por la peseta#/ #¿eh? es el alcalde que cobra más de
to(d)os los alcaldes que han pasao↓# #estos tíos que iban a ser austeros es que es verdad también#
#digo bueno te ríes de estas cosas no sé qué#// #yaa noo/ en fin#// #este no iba a subir los
impuestos↑/ no iba aa prácticamente a cobrar nada dee l’ayuntamiento// está cobrando/ trescientas
casi cuatrocientas mil pesetas/// en un ayuntamiento como el de Alboraya→#
1G1: #que sí#/ #que sí#
(J.82.A.1, p. 186, l. 742)
No obstante, también podría interpretarse como posición final del acto anterior, ya
que la pausa que precede al marcador tiene una duración inferior al medio segundo (lo que
pasa es qu’este hombre ees- está por la peseta/ ¿eh?). En cualquier caso, el hablante V
parece notar la falta de atención de su interlocutor, como lo demuestra que sea una
intervención tan extensa, hecho que luego se corrobora en la reacción de 1G1 (que sí/ que
sí), de manera que la partícula también presenta aquí un valor fático, de control del
contacto, autorreafirmativo, como en (40), intervención del mismo hablante:
(40)
1V1: #mejor qu’el otro#/ #mejor qu’el otro#/ #mm– lo de amortizar fuera↑// se nos integra→//
¿eeh? con tod– con las mismas funciones// eso es mucho/ ¿eh?/ decir// ¿eh?/ con las funciones y
tal↑// y– ¿eeh? sin PERJUICIO/ dee// la integración al cuerpo de profesores de secundaria/ POR
los procedimientos que se ESTABLEZCAN// NO por los procedimientos legales/ que eso
también lo habíamos comentado alguna vez→#
1G1: #hombre#
(J.82.A.1, p. 186, l. 742)
6.1.3.3.3 Posición interior de acto
Como venimos afirmando, el marcador discursivo ¿eh? se ubica prototípicamente
en posición final de una unidad del discurso. También aparece como acto independiente e
incluso, derivado de ese uso independiente con valor de pregunta, en posición inicial de
intervención como falsa pregunta autorreafirmativo, como el caso de ¿eh? a final de acto en
interior de intervención. Sin embargo, los casos en que aparece verdaderamente en posición
interior son muy escasos, por ello, las observaciones que realizamos a continuación deben
entenderse como limitadas. Solo en 17 de las 270 muestras el marcador ¿eh? aparece en
posición intermedia en un acto. Veamos un ejemplo:
207
Marta Pilar Montañez Mesas
(41)
(Los interlocutores comentan la instalación de un nuevo ascensor acristalado en un centro comercial)
1L1: #además/ que sólo sube un piso#
1S1: #claro#// #no↓ el de allí también ¿eh? subía un piso o dos/ el dee– el de Mallorca↑# #pero
claro/ tú veías// veías la zo– la playa desde– desde l’ascensor ese↓ por eso sí que tenía
muchο→#///(2’5”) #a mí ese Pryca me gusta#/ #he ido dos o tres veces a comprar allí↑// y he
flipao#/ #lo que pasa es que te gastas mucha pasta porque todo te gusta↓ lo tienen todo muy bien
puesto/ (RISAS) empiezas a llenar→#
(AP.80.A.1, p. 153, l. 429)
A partir de este ejemplo consideramos que ¿eh? en posición interior llama la
atención del oyente sobre el propio mensaje, es decir, focaliza su atención sobre una parte
de lo dicho. Nótese que detrás del marcador no hay ninguna pausa, lo que quiere decir que
1S1 no tiene intención de apelar a su interlocutor para que muestre su acuerdo con él, ni
pide ratificación, sino que el marcador únicamente refuerza la opinión de 1S1, se
autorreafirma. Consideramos que, desde el punto de vista de la estructura de la
conversación, se trata de un subacto adyacente modalizador que aporta ese matiz de
intensificación o refuerzo. Como se observa, la autorreafirmación se asocia a actos (final,
inicial o intermedio) en interior de intervención, es decir, afecta a un acto en concreto y no
tanto a la intervención completa.
Evidentemente, nos interesan los valores en posición final, los demás se anotan solo
para completar la descripción de todos los usos del marcador y ofrecer un análisis integral
de cada uno de ellos para poder contrastar las funciones del MD según la posición.
Recapitulando, a pesar del distinto rango jerárquico, todos los valores justifican su
carácter formalmente interrogativo pues expresan algún tipo de petición: confirmación (en
posición final de intervención-turno), repetición (en el caso de ¿eh? como acto) o atención
(en los usos fáticos); por tanto, lo fundamental de ¿eh? es su carácter dialógico, no deja de
ser una llamada de atención, de control del contacto, una marca de la relación interpersonal.
Su aparición en un discurso escrito o en un discurso hablado monológico, presupone la
presencia de otro u otros. En el caso de un discurso literario, solo tiene sentido en
secuencias dialógicas, pero nunca en secuencias narrativas o descriptivas, un enunciado
como ‘Y en mí, vamos, que no la tienen, ¿eh?’ solo tiene sentido pronunciado por un
personaje, nunca por el narrador:
208
Marcadores discursivos en posición final
(42)
Mandonio. (Ceñudo.) Bueno. Basta ya de palabras. ¿Qué?
Rosacruz. Que nuestra gente necesita ánimo y moral, y confianza en sus jefes.
Mandonio. Y en mí, vamos, que no la tienen, ¿eh?
(Madariaga, S. de, ¡Viva la muerte! Tragedia moderna en tres actos, en CREA, España, 1983)
Si aparece en un discurso “escrito para no ser hablado”, en palabras de M. Gregory
y S. Carroll (1986: 71), es una llamada de atención al lector, explicable en ese juego entre
autor-lector conseguido mediante un narrador que interpela al receptor del discurso, al igual
que en un artículo de opinión, el autor se dirige a los potenciales lectores:
(43)
En el barrio incluso nos llamaban las Charlinas, pero no se hagan líos, que nosotras, de drogas, nada
de nada ¿eh?
(Diario Metro Valencia, 4/V/07, p. 21)
En ambos casos, estamos ante usos estratégicos, planificados, no espontáneos, en
los que se pretende imitar o recrear los mecanismos del discurso hablado espontáneo para
aproximarse al lector e implicarlo en lo que se está diciendo e, incluso, en el caso de la
prensa de opinión, guiarlo en una determinada línea ideológica o argumentativa.
Como primera conclusión, a excepción del uso de ¿eh? como acto independiente, en
todos los demás casos ¿eh? es un subacto adyacente, esto es, aporta una información “no
incluible en la forma lógica del enunciado”, razón por la que habitualmente se considera
que la unidad estructural subacto puede estar ocupada por un marcador. Por ello, en el
siguiente apartado, aprovechamos esta idea (Briz Gómez y otros, 2003) y proponemos que
los MD han de considerarse, desde el punto de vista discursivo-estructural, subactos
adyacentes: segmentos informativos identificables en la conversación, pero no aislables
(dejando a un lado, por ahora, el uso de ¿eh? como acto).
Como hemos señalado, los marcadores pueden describirse atendiendo a dos
criterios, por un lado, su posición y, por otro, su rango estructural (en el marco de la teoría
de unidades en que se encuadra esta investigación). Por ello, abrimos aquí un paréntesis
para comentar, a propósito de ¿eh?, la cuestión del rango estructural de algunos
marcadores, que retomaremos en el análisis de cada uno de los marcadores escogidos.
209
Marta Pilar Montañez Mesas
6.1.3.4 Análisis según el rango estructural: acto y subacto
La forma ¿eh? puede funcionar como acto, tanto como acto único en una
intervención (en cuyo caso, puede constituir o no turno) y como acto dentro de una
intervención compleja. En ambos casos, el rango estructural del marcador es el mismo: es
un segmento aislable, funciona como enunciado independiente y equivale a una pregunta.
La diferencia radica en que consideramos ¿eh? como intervención cuando aparece solo y
constituye, por tanto, una intervención simple (un solo acto)220:
(44)
1J1: #¿de campo?#
1C1: #¿eh?#
2J2: #¿de campo?#
2C2: #sí#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 216, l. 1015)
Mientras que el marcador ¿eh? como acto aparece en intervenciones complejas
(integradas por varios actos):
(45)
1J1: #tú #¿a qué hora han de venir estos?##
1A1: #¿qué?# #mm# #¿eh?#
1J2: #¿a qué hora vienen estos?#
(J.82.A.1, p. 167, l. 12)
En este caso, la intervención compleja de A contiene tres actos con valor idéntico de
pregunta cuya combinatoria nos indica insistencia por parte del hablante221. Efectivamente,
¿eh? es aquí un acto (puede aislarse como intervención), pero aparece junto a otros
elementos también aislables. Este ejemplo, además, nos da la clave del tipo de unidades con
las que puede conmutarse este uso de ¿eh?, así como de aquellas con las que puede
aparecer combinado. En estos casos, hemos establecido tres posiciones posibles del acto en
220
Recuperamos el ejemplo (12) como (44).
La denominación de intervención compleja, que hasta ahora hemos manejado, se refiere a aquella formada
por más de un acto, sin embargo, recientemente, A. Briz (en comunicación personal) reserva este concepto
para aquellas I-r-i en que la parte reactiva y la parte iniciativa están claramente diferenciadas y constituyen
actos aislables por sí mismos como I-r e I-i, respectivamente:
221
1A1: #Vamos a tomar algo#
1B1: #Estoy cansado# #¿Vamos otro día?#
La intervención de 1B1 incluye dos actos, uno reactivo con valor de rechazo justificado (estoy cansado) y
otro iniciativo cuyo valor es de invitación (¿vamos otro día?) La aparición de este segundo acto depende del
primero, no viene determinado por la I-i (turno de A) con valor de invitación vamos a tomar algo, sino a
partir de estoy cansado (Ejemplo propio).
210
Marcadores discursivos en posición final
el interior de la intervención, a saber, acto primero (Ai), acto en el interior (Am) y último
acto (Af). De este modo integramos tanto la posición en la unidad inferior acto, como en la
unidad monológica máxima intervención. En (45), en concreto, ¿eh? es el último acto de
una intervención reactivo-iniciativa compleja.
Por tanto, cuando ¿eh? es un acto, sea en una intervención simple o compleja, tiene
valor de pregunta, de petición de información no comprendida adecuadamente, y, por tanto,
de solicitud de repetición o aclaración. De forma similar lo explica B. Gallardo Paúls
(1996: 141-2) para quien “la petición de aclaración se debe a dificultades de interpretación
que plantea la intervención previa”, y, según la autora, es frecuente en casos de secuencias
laterales de aclaración. A este uso lo denominamos ¿eh? como acto independiente222),
puesto que hemos rechazado el concepto ‘enunciado’, ya que lo consideramos apto solo
para segmentos descontextualizados: en el momento en que contamos con un fragmento o
contexto, dicho ‘enunciado’ adquiere rango estructural, social y/o informativo, es decir,
pasa a ser una UD, y hay que precisar de qué tipo de UD se trata, término que nos parece
más adecuado a nuestro objeto de estudio.
Como venimos explicando, la partícula ¿eh? puede funcionar en el discurso como
acto independiente; puede ocupar el lugar de un acto tanto en una intervención simple
(formada por un solo acto), como en (46):
(46)
1A1: (RISAS) #¿qué le habéih hecho?#
1J1: #¿eh?#
2A2: #¿qué le habéih hecho/ al Ignacio?#
(AP.80.A.1, p. 161, l. 754)
como en una intervención formada por varios actos:
(47)
1B1: #JOSE// noo tiene PRÁCTICA// y son CURVAS#
1C1: °(#¡hombre!#/ #tampoco→#)°
2B2: °(#¿eh?#/ #¿no?#)°
(VC.117.A.1, p. 329, l. 290)
222
A. López Serena y M. Borreguero Zuloaga (2010: 447), entre otros, notan también la posibilidad de
algunos MD propios de la oralidad concepcional de aparecer “de manera independiente, constituyendo
enunciados por sí mismos” y lo ejemplifican con vale y ¡oye!
211
Marta Pilar Montañez Mesas
En ambos casos, estructuralmente es un acto de habla por sí mismo, que puede
aislarse como intervención y, por tanto, opera en el nivel dialógico. Este uso puede
conmutarse por una pregunta propiamente dicha que expresa petición de aclaración o
repetición de información no entendida o no comprendida adecuadamente del tipo ‘¿qué
has dicho?’ o ‘¿cómo has dicho?’. Por tanto, el valor es claramente apelativo, pero su
rango es distinto del valor que hemos visto en el caso de ¿eh? en posición final de
intervención-turno (§6.1.3.1), en que se pedía una comprobación, que el oyente mostrara su
acuerdo con lo dicho. Aquí se pide información o una aclaración sobre lo dicho:
(48)
1C1: #fue porque pensó que/ [como (( )) #]
1B1:
[#¡ye! acabaros la cocacola↓ tíos#]§
1A1:
§#yo pensé que podíaa#
2C2: #¿eh?#
2B2: #acabaros esta cocacola#
(H.38.A.1, p. 62, l. 501)
En este ejemplo, 2C2 no comprende o no percibe adecuadamente lo dicho por su
interlocutor, probablemente a causa del solapamiento de 1B1, por lo que emplea ¿eh? para
solicitar una repetición del contenido proposicional emitido por su interlocutor y así
proseguir la conversación. 2B2 reacciona, pues responde a la petición de 2C2, otorgándole
así el turno, esto es, reconociéndolo como hablante. En ambos ejemplos, la modalidad
interrogativa mantiene su función comunicativa de pregunta y equivale a ¿qué has dicho? o
¿cómo dices? o a una petición indirecta del tipo ¿puedes repetir?
Ahora bien, a diferencia del caso anterior, en la mayoría de usos en nuestro corpus,
¿eh? suele tener un estatus estructural equiparable a un segmento dependiente, un subacto,
ya que constituye un grupo de entonación, se identifica como segmento informativo con un
valor pragmático (que tratamos de descubrir), aunque no es aislable y equivale a otros MD
conversacionales. En concreto, el marcador ¿eh? es un subacto adyacente, ya que no posee
contenido proposicional como el subacto sustantivo, sino que aporta información que no se
incluye en la forma lógica del enunciado. Esto lo diferencia claramente del uso de ¿eh?
como acto, en el que sí equivale a la forma lógica de una pregunta (¿qué has dicho?,
generalmente en su forma abreviada ¿qué?, como hemos visto).
212
Marcadores discursivos en posición final
Tras analizar las muestras de ¿eh? en el corpus consideramos que puede funcionar
como subacto adyacente de tres tipos: bien como subacto adyacente interpersonal (SAI),
como en (49):
(49)
(A no sabe si llegará a tiempo para cenar con unos familiares)
1C1: #a ver si viENEN A COMER y no estáh aquí↑ ¿eh?#// #A LAS ONCE ESTÁN223 AQUÍ YA↑
¿eh?#
1A1: #A LAS ONCE noo// yo llegarée→ hombre#/ #yo es que depende de que me traiga alguien#
1B1: #((¡madre mía!))#
(VC.117.A.1, p. 327, l. 208)
En este ejemplo ¿eh? es un subacto adyacente interpersonal pues, como se ha visto
en la clasificación descrita por A. Briz Gómez y otros (2003), completada por A. Hidalgo
Navarro y X. Padilla García (2006) y Grupo Val.Es.Co. (2014: 62), funciona como
segmento apelativo, llama la atención de A para que actúe de una determinada forma, en
este caso, que llegue a la hora oportuna. El marcador ¿eh? también funciona como subacto
adyacente, pero de tipo textual (SAT) en el ejemplo siguiente:
(50)
1B1: #yo no voy a comer [más]#
C1:
[¡ay!]
2B2: #los pasteles estaban buenísimos/ ya no como más#// #estoy hinchada ¿EH?// tanto pastel//#
#pues yo hoy me he levantao→ con mal cuerpo y no sé si eran LOS DATILES↑/ no tenía muy
buen cuerpo↓ no#
1C2: puees/ #a tu madre se lah conté yo↑ y se comió catorce o quince#// #[yo me como DOS o
TRES→]#
3B3:
#[¿de qué↑ de dátiles?]#
pues– #yo anoche que me comí uno/ oo noto que– que el dátil es lo que mee///(3”) hoy tenía
como una agonieta/ y esto es el dátil/ es que es muy fuerte↓ el dátil↓# ¿eh? (( ))
(VC.117.A.1, p. 331, l. 387)
A diferencia del anterior, en este caso ¿eh? no busca respuesta por parte del
interlocutor, sino que el marcador le sirve para organizar su discurso y marcar o delimitar
las distintas informaciones, a modo de argumentos, que se presentan como actos en la
intervención (‘los pasteles estaban buenísimos’, ‘ya no como más’, ‘estoy hinchada’, ‘hoy
me he levantao→ con mal cuerpo y no sé si eran LOS DATILES↑’), asociado a un valor de
intensificación de sus razones para no tomar más pasteles. Por último, como subacto
adyacente modalizador (SAM) lo encontramos en (51):
223
Se refiere a los invitados a la comida de Año Nuevo.
213
Marta Pilar Montañez Mesas
(51)
1A1: #IMAGINO QUE a las seis o las siete nos iremos#
1B1: #a las seis es de noche ¿eh?///(4”)# #¡ay/ mare meua!//224# #ya no estaré yo tranquila// os
podíais ir a una casa aquí en Castellón más→ cerquita#§
A2:
§#¿DÓONDE?#
2B2: PUES/ #CON JOSE no subas AHÍ→ con esas curvas al desierto↑ ¿eh?#§
2A3:
§#PUES SI JOSE
ES EL QUE MEJOR CONDUCE oo Víctor#// #igual lo coge Víctor#§
3B3:
§#pero Jose [no está
EXPERTO↑ MÓNICA]#
3A4:
#[¡yo ((son
de los)) que más me] fío!#
(VC.117.A.1, p. 328, l. 259)
Aunque puede considerase como SAI porque apela, en cierta manera, a 2A3,
creemos que se reconoce de forma más adecuada como SAM, ya que la presencia de ¿eh?
aporta un valor modal de intensificación del contenido del acto de recomendación ‘CON
JOSE no subas AHÍ→ con esas curvas al desierto↑’, que se convierte casi en una
prohibición. Nótese la reacción de 2A3, con tono alto, que marca el desacuerdo,
precisamente porque interpreta dicho valor modal.
En cualquier caso, el uso de ¿eh? como subacto se podría representar gráficamente
como sigue:
(52)
A1: #{la carne es cara}SSD {¿eh?}SAI#
la carne es cara
SSD (subacto sustantivo
director)
(VC.117.A.1, p. 330, l. 344)
¿eh?
SAI
intervención de A1
Esta intervención está formada por un acto que contiene dos subactos: uno
sustantivo director (la carne es cara) y otro adyacente de tipo interpersonal (¿eh?). Lo que
muestra es que presenta el rango estructural de un subacto, pero puede emplearse también
como elemento autónomo, esto es, como acto. Veámoslo con más detalle.
224
Valenciano, «madre mía».
214
Marcadores discursivos en posición final
En este trabajo venimos insistiendo en que la posición discursiva determina la
función y en que el concepto de posición no puede desvincularse, en la práctica, de la
noción de unidad discursiva. La teoría de las unidades descrita por A. Briz Gómez y el
grupo Val.Es.Co. permite señalar estos valores, precisamente porque están ligados a la
posición en una unidad conversacional. Como ejemplo, adelantábamos en el capítulo 4
(§4.2.3) el hecho de que el MD conversacional ¿eh? puede equivaler, desde el punto de
vista de dichas UD, a un acto y también a un subacto. Sin embargo, en cada caso tendrá
valores distintos, como resumimos en el cuadro siguiente:
CUADRO 12. Rango estructural de ¿eh?
¿EH? COMO SUBACTO
I-i o I-r-i (predomina la parte iniciativa)
petición (de respuesta o de acuerdo con el
interlocutor: señal apelativa o fática)
como subacto, no es aislable como I
es conmutable o equivale a otros MD
comprobativos como ¿no?, aunque con otros
matices, con los que se puede, incluso, combinar
(B: estate quieto ¿eh?/ ¿no?)
¿EH? COMO ACTO
I-r o I-r-i (predomina la parte reactiva)
petición de repetición de información
como acto, es aislable, puede constituirse por sí
mismo como I
no es conmutable por ¿no?, sino que equivale a
preguntas metadiscursivas del tipo ‘¿qué has
dicho?’ o ‘¿cómo dices?’ o, simplemente, ‘¿qué?’,
con las que se puede combinar (B: ¿eh?/ ¿qué?)
En Briz Gómez y otros (2003: 35) se defiende que “hay marcadores que pueden
tanto constituir un acto o funcionar como marcas delimitativas de actos” y se establece,
además, que ciertos MD pueden constituirse como actos o subactos, y otros solo como
subactos. ¿Eh? pertenece a ese primer grupo de los que pueden funcionar aislados como
actos en un contexto determinado, y no solo como subactos adyacentes.
De modo similar, L. Cortés y M.ª M. Camacho (2005: 165) consideran que los
marcadores interactivos “tienen la posibilidad de expresarse solos en una intervención” y
para los autores almerienses ¿eh? y ¿no? son, precisamente, marcadores interactivos,
centrados en el oyente (aunque también pueden tener función textual de cierre).
Por nuestra parte, ya hemos justificado que ¿eh? es un subacto adyacente, sin
embargo, a partir de la comparación de ambos usos, se nos plantea la necesidad de justificar
que este uso de ¿eh? sea, efectivamente, un acto o, dicho de otro modo, si puede ¿eh?
funcionar como marcador independiente. Esto nos plantea una cuestión estructural
importante, pues afectaría a un rasgo que con frecuencia ha servido para determinar lo que
215
Marta Pilar Montañez Mesas
es un marcador de lo que no lo es (teniendo en cuenta nuestra definición de acto): ¿pueden
ser los MD ‘actos’?
A partir de la distinción discursivo-estructural entre un ¿eh? subacto y un ¿eh? acto,
consideramos que este ¿eh? que funciona como enunciado independiente, como acto (y,
por tanto, como intervención) por sí mismo, quizá no sea un marcador. Ya A. Briz Gómez
(2005) apunta el hecho de que los marcadores son subactos:
Los marcadores son segmentos informativos que no pueden constituirse en actos ni en
intervenciones. Así, un formante reconocido como tal no puede ser un marcador225.
Sin embargo, J. L. Blas Arroyo (1995: 98) aplica pruebas para distinguirlos, como
hemos hecho nosotros más arriba, entre ellas, la conmutación por otros y la posición que
ocupa. También constata que la forma ¿eh? en esos casos equivale a oraciones
interrogativas (¿qué dices?, con las que puede combinarse) y considera que su
“aislamiento” no es razón suficiente “para descartar la posibilidad de un análisis de la
interjección como marcador discursivo, incluso en este contexto” (1995)
Por su parte, A. B. Stenström (2005) se plantea si los speech tags son o pueden ser
actos. Siguiendo a D. Schiffrin (1987), considera que la forma que puede tener un acto de
habla es independiente de la forma sintáctica o, dicho de otro modo, el acto de habla o
enunciado tiene una forma sintáctica variable, desde una unidad léxica hasta un largo
discurso, por lo que un turno puede contener más de un acto (2005: 286). La autora aporta
datos importantes acerca de las tags, como el hecho de que son unidades de entonación
(presentan contorno melódico propio) y resulta muy interesante su clasificación de
funciones. Según la autora, ciertos marcadores pueden ser no solo actos complementarios y
secundarios, según el contexto, sino, incluso, primarios. Sin embargo, para A. Briz Gómez
(comunicación personal), los marcadores no pueden ser actos primarios (autónomos); en
todo caso, secundarios o complementarios (que complementan a otros), pero no
‘reemplazar’ a uno anterior o funcionar aislados como actos, sino que lo habitual es que
acompañen a otros actos.
Según la definición más generalizada, un MD es una unidad de carácter
procedimental;
no
obstante, algunas
unidades
225
presentan
un
menor
grado
de
También se apuntaba esta idea en el reconocimiento de actos que llevaban a cabo A. Briz Gómez y grupo
Val.Es.Co. (2003), con respecto a bueno, donde afirman que además de subacto “puede ser en otros casos un
acto, lo cual impide igualmente su categorización como conector o como modalizador.” (p. 960)
216
Marcadores discursivos en posición final
gramaticalización y conservan cierto significado conceptual. Así, este uso de ¿eh? como
acto independiente presenta valor ilocutivo propio de pregunta, de petición de información,
que se comprueba conmutándolo por otro segmento equivalente. En ese caso, no puede
conmutarse por otro MD, sino por otra pregunta. Esto resulta fundamental para su
adscripción o no a la categoría MD. Si aceptamos que este ¿eh? es MD, tendremos que
asumir que se trata de una unidad con valor ilocutivo completo y, por tanto, deberemos
considerar que ciertos marcadores funcionan en el discurso de forma aislada, generalmente
en una intervención reactivo-iniciativa (Ir-i) que ha realizado una acción (valor ilocutivo),
en este caso, preguntar. Mientras que si atendemos al hecho de que este ¿eh? no puede
conmutarse por otro marcador, sino que el elemento equifuncional con el que puede
intercambiarse, e incluso combinarse, es una pregunta (del tipo ‘¿Qué?’), y los MD no
realizan acciones sino que codifican instrucciones, tendremos que aceptar que este ¿eh? no
es un marcador.
Una posible solución a la pregunta sobre qué es categorialmente este ¿eh? sería la
de adscribirlo a la categoría interjectiva, que no deja de ser una categoría pragmática,
vinculada al contexto y a la situación comunicativa, que puede revestirse también de
entonación interrogativa y que, a diferencia del MD, sí puede constituirse como acto por sí
misma en el discurso.
No obstante, esta posible solución no es definitiva ni estamos totalmente seguros de
ella, lo que queremos demostrar es que la existencia de unas unidades del discurso en las
que ubicar este tipo de elementos discursivos nos permite dar cuenta del diferente
comportamiento de segmentos que pertenecen a una misma categoría pero que las pruebas
lingüísticas muestran como divergentes. En definitiva, consideramos que, como demuestra
A. Briz Gómez y el grupo Val.Es.Co. (2003) a propósito del acto, un segmento, en nuestro
caso, un marcador, no es un acto o un subacto per se, sino en un contexto (Briz Gómez y
grupo Val.Es.Co., 2003), según su posición discursiva. De hecho, algunos MD coexisten
con las respectivas formas libres y el rasgo posicional es un criterio funcional diferenciador
entre estas y aquellas formas.
Una segunda cuestión de interés que se nos plantea es la discusión sobre el aparente
carácter vacío de ¿eh?, dicho de otro modo, determinar cuál es su aporte a la unidad
217
Marta Pilar Montañez Mesas
discursiva en la que aparece. Al respecto, no estamos de acuerdo con V. Edeso Natalías
(2006: 55) en que este elemento ¿eh? sea prescindible en casos como Eh, ¿qué hora es?,
que ella cataloga después como eh con valor de llamada (2006: 327). La autora, afirma
textualmente que la interjección en ese caso puede eliminarse puesto que “no presenta un
significado veritativo-condicional” (2006: 55). La interjección se ha fijado en posición final
como marcador discursivo con un valor semejante de llamada de atención y de refuerzo del
acto (preguntar, en este caso); pero, incluso en posición inicial como en el ejemplo que nos
ofrece V. Edeso Natalías, consideramos que no es un elemento prescindible226, sino que,
por el contrario, coincidimos con L. Cortés Rodríguez y M.ª. M. Camacho Adarve (2005:
150) que opinan que
aunque estos marcadores pueden estar semánticamente vacíos desde el punto de vista lingüístico, no
lo están desde el punto de vista pragmático, al cumplir distintas funciones que originan que el
resultado del fragmento discursivo no sea el mismo que si se hubiera prescindido de tales elementos.
De ese modo, en un caso como el que sigue, el uso de ¿eh? es aparentemente vacío
y, por tanto, prescindible porque no contribuye al significado veritativo del segmento
precedente. Sin embargo, aporta valores importantes desde el punto de vista discursivo;
recordemos que, como hemos explicado en el capítulo 4 a propósito de la sintaxis
coloquial, la eficacia comunicativa cobra mayor importancia que otras propiedades
gramaticales como la corrección o la gramaticalidad en un tipo de discurso como la
conversación coloquial:
(53)
1J1: #mm#///(3’5”) #¿qué hora tenéis?#
1S1: #las siete y veinticinco#
2J2: #¿¡las [siete y veinticinco!? #]
226
Tampoco en el ejemplo siguiente:
A: Estás cansado, ¿eh?
B: La verdad es que sí.
Esta autora no emplea este ejemplo, pero en este caso, argumentaría que A puede decir únicamente Estás
cansado. Esta prueba justifica la independencia comunicativa de ¿eh?, su condición externa a la predicación
Estás cansado (argumento que se ve corroborado por el hecho de que posee un contorno entonativo propio,
distinto del segmento anterior); es decir, constituye un enunciado distinto. No discutimos aquí el estatuto
categorial de ¿eh?, pues para V. Edeso Natalías es una interjección, mientras que aquí lo incluimos como
marcador o partícula discursiva conversacional. La aparente contradicción se explica porque adoptamos
puntos de vista distintos: eh es una interjección desde el punto de vista gramatical pero puede funcionar como
MD, especialmente si aparece con entonación interrogativa y en determinadas posiciones del discurso.
Interjección y MD tienen rasgos en común, ya que recientemente la interjección se postula como categoría
pragmática y no gramatical (Edeso Natalías, 2006).
218
Marcadores discursivos en posición final
1L1:
[#¿está muy lejos] donde vamos? #
1A1: #NOO#// #ahí/ en la horchatería#// [#¿quiereh que vayamoh ya?=]
L2:
[#ahora vengo ¿eh? #]
1A1: = bueno↓ voy a dejar el chaquetón de mi Ignacio227 ahí/ mi Ignacio se queda por aquí#
(AP.80.A.1, p. 154, l. 468)
En este ejemplo, L2 hace partícipes a sus interlocutores de la acción que va a
realizar. Ese ‘hacer partícipe’ es claramente un valor dialógico, no solo tiene valor
representativo, sino que pide implicación a los demás, comunica una intención contra la
que pueden expresarse en caso de no estar de acuerdo; la no respuesta se interpreta como
aceptación, similar al dicho popular “el que calla, otorga”. Es decir, el hablante informa
(casi avisa o advierte) de la acción que va a realizar y entiende, en ausencia de respuesta
verbal, que su intención ha sido tácitamente aceptada. En general, existe un tipo de
respuesta no verbal: un gesto con la mano, el movimiento de levantar la cabeza o asentir, e
incluso, sencillamente, una mirada de aprobación, que es lo que pensamos que se produce
en la mayoría de los casos, que sanciona favorablemente este tipo de usos. A falta de estos
datos paralingüísticos más concretos, debemos interpretar los datos lingüísticos que ofrece
la transcripción, y de ella deducimos que, si ningún interlocutor expresa lo contrario,
significa que aceptan lo dicho por L2.
Un uso cortés de ¿eh?, como el de (53), colabora al éxito conversacional. Su
ausencia puede provocar no tanto problemas informativos, como de comunicación social
(fracasos comunicativos, efectos descorteses).
Recapitulando, consideramos que marcadores como ¿eh? (y también lo veremos en
el caso de ¿no?) no son elementos prescindibles sino señales de atención al oyente o
receptor de la interacción, tanto en I-i, cuando se dirigen al oyente para asegurar su
atención (control del contacto), como en I-r o I-r-i, en que el oyente reclama al hablante una
repetición. Este tipo de marcadores conversacionales de control del contacto nos obliga a
tener en cuenta los estudios centrados en la recepción de la conversación, que señalan el
papel activo del oyente. La dinámica conversacional favorece un intercambio de papeles
constante, ya que los turnos no están predeterminados. En ese sentido, B. Gallardo Paúls
(1996) defiende una ‘pragmática del receptor’ como parte activa de la conversación, ya
227
Hijo de A.
219
Marta Pilar Montañez Mesas
que no debemos perder de vista que la interacción es cosa de, al menos, dos. Por su parte,
N. Vázquez Veiga (2003) se centra en los ‘marcadores de recepción’ (ya antes había
descrito las respuestas mínimas reguladoras, 2000). Es decir, en el desarrollo de la
interacción, hablante y oyente se intercambian, ambos son, simultáneamente, emisores y
receptores, y esto distingue, entre otros rasgos, la conversación de otros discursos, y la
convierte, además, en un tipo de discurso interesante para la investigación lingüística. De
ahí que, “la presencia simultánea del emisor y de su interlocutor es la causa segura por la
que aparecen, en el texto oral, marcadores interlocutivos” como estos (Domínguez Mujica,
2005: 80).
En nuestro caso, consideramos que ¿eh? (y después lo veremos en el caso de ¿no?)
funciona, en gran medida, como señal de atención, por ello no estamos en absoluto de
acuerdo con quienes como V. Edeso Natalías (2006) afirman que son elementos
prescindibles. Quizá lo sean en otro tipo de discursos, pero no en la conversación, donde los
papeles han de ratificarse mediante muestras de atención; por tanto, son marcadores
estratégicamente empleados de forma consciente. Es por ello muy importante diferenciar el
MD ¿eh? (y ¿no?) de otras formas semejantes como ee, que cumplen otra función en la
planificación discursiva, pero que no pueden considerarse un marcador discursivo.
En consecuencia, consideramos, al igual que otros autores (Cortés Rodríguez y
Camacho Adarve, 2005) que ¿eh? no es un marcador prescindible pragmáticamente, ni
siquiera en posición inicial donde parece mantener rasgos de su valor interjectivo, ni
tampoco es suprimible ¿no?, como veremos en el capítulo siguiente. Antes de pasar a dicho
análisis, queremos detenernos en otros aspectos de ¿eh?
6.1.4 Síntesis de funciones de ¿eh? en posición final
El marcador ¿eh?, como señalamos en Briz Gómez y Montañez Mesas (2008), es
polifuncional, esto es, presenta –al menos– dos significados básicos, el de apelación o
reclamación para que el interlocutor acepte lo que se dice o se le pide, incluso, a veces, para
que cambie de actitud, y el de reafirmación de lo que el propio hablante va diciendo.
Los valores o funciones pragmático-discursivas del marcador conversacional ¿eh?
pueden sintetizarse en el siguiente cuadro, cuyo contenido se recoge en tres entradas en el
220
Marcadores discursivos en posición final
DPDE. Aquí evidenciamos la relación entre la posición discursiva y las funciones
pragmáticas228:
Cuadro 12. El marcador ¿eh? en la conversación coloquial
¿Eh? en el Posición discursiva
Función pragmática
DPDE
¿eh?1
Final de intervención-turno, (o, Apela al oyente solicitando de
hacia el final, seguido de manera reforzada que confirme,
apelativo o extensión aclaratoria): ratifique o acepte lo dicho o lo que
el hablante le pide, con frecuencia
A: está bueno ¿eh?// el jamón
un cambio de actitud, de forma
(A. Briz
expresa o sobreentendida.
Gómez y Grupo
Val.Es.Co., 2002,
331, l. 375)
Cede el turno.
¿eh?2
Final de acto (en el interior de una Reafirma lo que el propio hablante
intervención)
o
final
de dice a la vez que parece llamar la
intervención (no turno). Raras atención del oyente para que se alíe
veces, en posición inicial, como con él y con lo que está diciendo.
pausa léxica, o interior, con valor
modal.
No cede el turno.
¿eh?3
Enunciado independiente, que
forma intervención por sí mismo,
o bien, se sitúa al principio de
esta, pero siempre pidiendo
aclaración.
Aparece en I-r-i, en turnos del
oyente.
Reacciona a lo dicho y pide bien
una aclaración o repetición de
información no entendida o no
comprendida adecuadamente, bien
una rectificación por lo dicho o
hecho por alguien.
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
interpersonal
(SAI)
Subacto
adyacente
textual (SAT):
reafirmación; a
veces,
modalizador
(SAM)
de
refuerzo
Acto
Otros rasgos distintivos entre los valores de ¿eh?1 y ¿eh?2 se describen en Briz
Gómez y Montañez Mesas (2008), tales como la exigencia de respuesta o reacción por
parte del interlocutor, su relación con la dinámica conversacional (si ceden o no el turno), el
tipo de combinaciones rutinarias de las que forma parte, los valores contextuales que
desarrollan según el tipo de acto de habla, y, en definitiva, su carácter dialógico común y su
altísima frecuencia de uso en el registro coloquial en su modalidad oral.
Las descripciones que aquí reproducimos son las que asignamos en el DPDE a cada partícula (Briz Gómez
y Montañez Mesas, 2008). Este cuadro completa el presentado en Montañez Mesas (2007).
228
221
Marta Pilar Montañez Mesas
6.1.5 Otros rasgos de ¿eh?
Más allá de los derivados de la posición discursiva de los MD, el análisis de los
datos revela algunos rasgos relevantes para determinar las funciones de los MD, entre ellos,
los semánticos, los prosódicos y su combinatoria. Estos datos han sido obtenidos a partir de
una serie de campos presentes en la ficha de análisis que se detalla en §5.1.4.229.
6.1.5.1 Aspectos ilocutivos
Este apartado trata de establecer los rasgos semánticos asociados a cada MD, el tipo
de acto en que aparece el marcador y el valor pragmático que aporta a dicha unidad. Las
observaciones que ofrecemos a continuación se refieren a los valores más frecuentes en
nuestro corpus y han de entenderse, insistimos, como provisionales.
En el Corpus de conversaciones coloquiales, el marcador ¿eh? aparece, en la
mayoría de los casos, junto actos representativos (opiniones, afirmaciones, aseveraciones,
valoraciones) y directivos (instrucciones, peticiones, órdenes, consejos, preguntas). Sin
embargo, no aparece junto a actos de habla compromisorios ni declarativos (quizá por la
escasa frecuencia de este tipo de actos, en general, especialmente, los declarativos).
Consideramos que el valor pragmático que aporta el marcador está relacionado,
esencialmente, con el tipo de acto de habla que se lleva a cabo. Lo más habitual es que la
presencia de ¿eh? atenúe los actos directivos (que suponen, desde el punto de vista de la
cortesía verbal, una amenaza para el interlocutor) y refuercen los actos representativos, más
ligados al hablante, aunque también se dan casos en que este atenúa sus afirmaciones para
no ser tan categórico y, justamente, la presencia del marcador deja siempre una posibilidad
al oyente de manifestar su desacuerdo. Recordemos, por un lado, los usos apelativos (que
esperan la corroboración del interlocutor) y, por otro, los usos de ¿eh? como muestra del
saber compartido (alianza, complicidad) entre los interlocutores.
229
Los campos correspondientes al apartado A (discursivo-estructurales) quedan contenidos en la descripción
de cada marcador en su capítulo correspondiente (apartados sobre el análisis cualitativo y cuantitativo), de
modo que aquí solo recogemos los aspectos incluidos en los otros dos grupos.
222
Marcadores discursivos en posición final
6.1.5.2 Rasgos prosódicos
En nuestro corpus, el marcador ¿eh? presenta un contorno melódico propio, tanto en
los casos en que funciona de modo independiente, como en su valor de subacto,
diferenciado del resto del acto. Cabedo Nebot (2013: 209) señala que tanto ¿eh? como
¿no? “en gran parte de los casos, se integran en la periferia de unidades fónicas mayores y
que, por tanto, su función discursiva es más alta como subacto”. Dicho de otro modo, no
siempre forman grupo entonativo propio, solo cuando funcionan como actos.
Dado su carácter formalmente interrogativo, la curva entonativa es generalmente
ascendente. Por otro lado, aunque no nos hemos centrado en el componente prosódico de
estos marcadores de forma sistemática, hemos realizado un análisis de muestreo con un par
de conversaciones en las que hemos estudiado si existe una diferente realización prosódica
(en concreto, el tono) según la posición, esto es, según si el marcador se sitúa en el interior
de una intervención compleja o al final de dicha intervención. Comparamos la media tonal
del acto en que aparece el marcador y el tono con que este se emite. Los resultados no
revelan diferencias muy llamativas entre la realización en final de acto interior o en final de
intervención, acaso en esta última posición, el marcador presenta un tono ligeramente más
elevado que el del resto del acto.
La presencia de contorno melódico propio hace innecesaria la presencia de pausas
delimitativas que precedan y sigan el marcador, por lo que lo más frecuente es que ¿eh? no
vaya precedido de pausa, y le siga solo en casos en que el hablante espera respuesta y al no
obtenerla, prosiga su turno de habla.
Otros fenómenos fónicos relacionados con estos MD son:
- alargamientos: el marcador aparece, en ocasiones, alargado, en cuyo caso
intensifica el valor pragmático que desempeña. En el siguiente ejemplo, como
autorreafirmación frente a la opinión contraria del otro:
(54)
1J1: pero (( ))/ con el pacto ese que van a hacer a nivel de estado↓ de no presentar ya mociones [ni el
transfuguismo ni nada de eso]
223
Marta Pilar Montañez Mesas
1V1: [¡ah! / eso es yaa// ] no/ no// lo que pasa es que s’evitan– van aa– ee– van a evitar las ee– las
mociones/ porque va a gobernar↑ el partido ma–[el partido mayoritario]
1G1:
[lo que van a hacer] es otra cosa/ es lo que tú
dices
2V2: el partido más votao↑ es el que gobierna↓ punto// [y a ver ¿eeh?// en ese caso→]
(J.82.A.1, p. 184, l. 657)
- solapamientos
La partícula ¿eh? en posición final de intervención aparece a veces solapada por la
intervención reactiva de otro interlocutor:
(55)
C: #¿vees?# #os hago una tortilla de patata ¿eh? #
B: #vale#
C: #yy/// cordero↑/ torraico↑ ¿o no te gusta a ti el cordero?#§
B:
§#que síi#
C: #chuletillas de cordero torrao↑ [¿eh?#]
B:
[#sí val–#]§
C:
§#¿Jose?#
(RV.114.A.1, p. 303, l. 449)
Según B. Gallardo Paúls (1996: 68) una de las posibilidades de solapamiento
“consiste en añadir elementos prescindibles tras el primer LTP posible, p. ej. vocativos, o
las llamadas «preguntas añadidas» (tag question) que ceden el turno”. Pensamos que,
quizá, no sea tanto ‘añadir’ como marcar el cambio de hablante, ceder el turno, de modo
que, dado que la partícula presenta contorno melódico propio distinto del resto de la
intervención, que aparece entonativamente conclusa, el solapamiento se produce porque el
oyente interpreta el descenso tonal propio del final de la intervención como LTP (Lugar de
transición pertinente), de hecho, la entonación es uno de los rasgos más habituales en el
señalamiento del cambio de hablante.
6.1.5.3 Combinatoria de ¿eh?
El marcador discursivo ¿eh? aparece combinado con MD y también con otros
signos. Se presentan, a continuación, los más significativos.
224
Marcadores discursivos en posición final
6.1.5.3.1 Combinatoria de ¿eh? con otros MD
El MD ¿eh? puede duplicarse o combinarse con otros MD. En tales casos, la
combinación intensifica, insiste en el valor que aporta el marcador y se da en usos
apelativos, no en usos fáticos. También L. Cortés Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve
(2005: 173) señalan, a propósito de estos marcadores interactivos centrados en el oyente, el
hecho de que, si se combinan, incrementan su valor de insistencia; la repetición es un
medio básico de intensificación230 y aquí funcionan como refuerzo argumentativo:
a) ¿eh? ¿eh?
(56)
1M1: #eso también es verdad/ claro que primero tenía que (( ))/ porque ahí para hacer un estudio no
está nada mal/ un estudio/ hacer por ejemplo→/ quitar tabiques y hacer una habitación solamente
con cocina y cuarto de baño y de– lo demás todo un salón para/ [un/ pintor o un estudio↑=]
1A1:
[#no/ eso quien lo compre
que haga lo que quiera#]
1M1: = o un– ¡ay! quiero decir yo que para eso es fenomenal porque hay mucha luz/ y eso para eso
es muy bonito/ y aparte que buscan eso mucho// lo sé yo porque el ático de mi hija↑// se lo
quitaban de las manos/ eso lo buscan más que los pisos#/ #y a(de)más/ la gente joven que– que se
va/ ¿eh?// ¿eh?/ que se– que ahora/ lo que pasa↑/ sin comentarios231 (RISAS) ///(3”) sin
comentarios/ tú ya lo entiendes232#
(S.65.A.1, p. 129, l. 271)
b) ¿eh? ¿no?
También se combinado con otro MD de control del contacto, ¿no?, en cuyo caso,
manifiesta un grado mayor de desacuerdo:
(57)
1A1: #pero si Jose conduce muy bien/ mamá §#
1B1:
§# JOSE// noo tiene PRÁCTICA// y son CURVAS#
1C1: #°(¡hombre!#/ #tampoco→)°#
2B2: #°(¿eh?#/ #¿no?#)°
2A2: #PERO SI ÉL VA/// SI IRÁ– no irá ni a diez kilómetros por hora#// #si cuANDO VAMOS
RECTO→#§
3B3:
§# a ver si [te pregunta=]
A3:
[#te lleva→#]
3B3: = si hay una curva/ y vais abajo#
(VC.117.A.1, p. 329, l. 290)
230
Véase al respecto, M. Albelda Marco (2007).
Mira a S.
232
Entre risas.
231
225
Marta Pilar Montañez Mesas
En ambas combinaciones, los MD funcionan como actos independientes y podrían
aparecer sin duplicar o sin combinar, aunque el valor cambiaría y dejaría de estar reforzado.
Incluso nos aparece un caso en que se añade un tercer elemento que refuerza, más si cabe,
el segmento anterior:
(58)
(Las interlocutoras comentan la escasa experiencia conduciendo de Jose)
1B1: #((siempre)) va preguntando↑# #¿no?#/ #¿eh?#/ #¿qué?#– o claroo↓ te lo digo yo por algo#§
1A1: §# no/ a lo mejor no se atreverá a coger el coche/ lo coge Víctor#
(VC.117.A.1, p. 329, l. 297)
c) ¿eh? + oye / mira
El MD también puede combinarse con otros MD conversacionales como oye o mira
con los que intensifica el argumento, en (59) M refuerza ‘yo también tengo mis gastos’, que
aparece, además, repetido en el turno anterior.
(59)
A1: #si no↑ ¿en qué se lo va a gastar?#/// [#así]
1M1:
[#yo tam]bién tengo mis gastos#
1A2: así se lo dejaa#
2M2: #yo también tengo mis gas[tos/ ¿eh?/ oye#]
2A3:
[#se lo deja arregladito] a ellos#
(S.65.A.1, p. 136, l. 556)
d) ¿eh? ojo
También es un refuerzo cuando lo acompañan formas interjectivas como ¡ojo!, con
un matiz de desacuerdo que intensifica quizá más aún que en la combinación con oye o
mira.
(60)
1B1: #uno puede llegar a conseguir ser rico↑ feliz↑ amado↑/ oye eso es maravilloso#§
1C1:
§#
¿¡qué
más quieres!?#§
2B2:
§# yo creo que ahí está↑# #ahí está↑#/ #es nuestro inmenso deseo de
conseguir→ // todas esos bienes#
1A1: #que para eso sería la magia↓ no la astrología ¿eh? ¡ojo!/ o sea/ siempre↑/ o sea la astrología
[(( )) informar#]
3B3: [#pero la ASTROLOGÍA] la astrología/ también yo creo que la gentee en general/ la utiliza/ los
que acuden a la astrología↓ en función de saber por QUÉ MEDIOS pueden acceder/ y por cuál
es el camino más rápido para llegar a conseguir↑ lo bueno#
(MT.97.A1, p. 356, l. 204)
226
Marcadores discursivos en posición final
e) ¿eh? o sea
Esta combinación, a diferencia del anterior, posee un valor de atenuación, en este
caso, no necesariamente cortés, sino que sirve al hablante para indicar que no está
totalmente seguro de lo que afirma o del modo en que se ha expresado, y comprueba que el
interlocutor le sigue y le comprende, de ahí el uso del reformulador atenuador, que también
hallamos en el caso de ¿no?, como veremos (§7.4.3). A este valor atenuador contribuyen
tanto ¿eh? como o sea:
(61)
(Las interlocutoras hablan del tipo de falda que se va a llevar)
1M1: #de largo↑/ esta temporada que viene ((vendrá)) más largo#/// pero/ #a– pa nosotros está
bien↑// por bajo de la rodilla/ pa nosotras ¿eh?// o sea que#§
A1:
§#o sea#§
2M2:
§#cada uno tiene que
llevar// el– e– la edad que tiene↑// dentro de lo moderno// dentro de lo moderno que– e– porque#
(S.65.A.1, p. 138, l. 621)
6.1.5.3.2 Combinatoria de ¿eh? con otras formas
a) sí ¿eh?
Esta combinación de ¿eh? con el adverbio de afirmación sí parece buscar no solo la
corroboración sino el beneplácito del otro, como una forma de aliarse con él y de
manifestar su acuerdo. Este valor se comprueba en (62), en el turno siguiente de S, en que
duplica la afirmación: ‘sí sí’.
(62)
1A1: #no/ es buena gente/ y te suelta unos pildoretazos que→#
1J1: #¿te suelta unos [qué? #]
1S1:
[#¿pil–] pildoretasos?#
2A2: #pildoretazos#/ #que te dicee que vamos↓ que no se corta en decirte lo que eres# (RISAS)
2S2: #sí ¿eh?#
3A3: #te lo dice en la cara↓ y se queda tan tranquilo#
3S3: #sí# #sí#
(AP.80.A.1, p. 165, l. 905)
(63)
1S1: #o sea quee/ voy a ir pillao// [gimnasioo↑=]
C1:
[#no/ peroo#]
1S1: = curso/ gimnasio↑ curso#
1C2: #l– luego lo notas un montón ¿eh?#
227
Marta Pilar Montañez Mesas
2S2: #sí ¿eh? #/ #incluso jugando al fútbol y todo#
1J1: #c(l)aroo#/ #yo quisiera hacer algo también [((aparte)) #]
3S3:
[#a(d)emás eh que quiero–] quiero hacer cosas p–
porque mira↓ ahora/ yo llevo un mes sin fumar pero tengo muchísimas ganas#
(AP.80.A.1, p. 157, l. 587)
Este uso tiene, por tanto, un claro valor apelativo. Se trata de un uso atenuado de la
afirmación, al igual que se atenúa la negación o el rechazo en su combinación con el
adverbio ‘no’, que constituye una negación a medias:
b) no ¿eh?
En (64) el hablante no niega de forma tajante, sino que atenúa su rechazo, que se
comprueba en su siguiente turno, 3B3 ‘a mí me sobra la mitad’:
(64)
(Los participantes hablan de una prenda deportiva que se le ha quedado pequeña a C)
1B1: #¿no le vieene?#
1A1: #tú prueba#
1C1: #no le [viene=]
A2:
[#tú prueba#]
1C1: = y me la poneih p’hacer futin#/ # ((cuando venga de correr→))#
2A3: #no le vienen/ digo#
2B2: #no ¿eh?# /// #¿a mí no me viene eso?#
3A4: ((no/ te viene entonces de tortaja))
3B3: a mí me sobra la mitad de la faja (RISAS)
(RV.114.A.1, p. 306, l. 561)
c) ¿eh que sí?
(65)
1B1: #PUES A MÍ DOS VECES SE LO PREGUNTÉ Y ME DIJO EL VINTIOCHO/Anselmo/ dije
oye que son los Inocentes a ver si me–/ no el ventiocho [vamos#]
1A1:
[#mm#]
#yo
estaba
delante/
¿eh?#
2B2: #¿eh QUE SÍ? #/ #DOS VECES/ SE LO PREGUNTÉ#
(VC.117.A.1, p. 325, l. 115-119)
Este uso nos parece llamativo, puesto que aparece en posición inicial; consideramos
que participa de la apelación como ¿eh?, con el que puede intercambiarse (‘¿eh?/ dos
veces/ se lo pregunté’), o bien por ¿verdad que sí?, de modo que refuerza su propia
228
Marcadores discursivos en posición final
afirmación en 1B1 (autorreafirmación), apoyada por 1A1 (‘yo estaba delante/ ¿eh?’), así
como la solicitud de acuerdo233.
En esta combinación el MD no posee contorno melódico propio sino que se integra
con el elemento con el que se combina, formando así una nueva unidad. En el siguiente se
combina con vocativos o apelativos, reforzando así la alianza con el interlocutor:
d) ¿eh? + vocativo / apelativo
(66)
1C1: #está bueno este jamoncito ¿eh↑/ perla?# #¿partiremos el otro también? #
1A1: #¡hombre↓!#
(VC.117.A.1, p. 326, l. 169)
Esta distinción entre la combinatoria de ¿eh? con otros marcadores y con otras
formas, puede presentarse atendiendo a otros criterios, como el rango adquirido por la
nueva combinación, esto es, si forman una nueva unidad, como en el caso de la fórmula
conversacional ¿eh que sí?, o bien combinaciones que simplemente se yuxtaponen en la
que cada elemento mantiene su valor, como en ¿eh?/ o sea. En el primer caso, pueden
funcionar como acto independiente, por tanto, constituyen una nueva unidad (no puede
aparecer ¿que sí?). A esta combinación la denominan Cuenca Ordinyana y Marín Jordà
(2009) composición, frente a la segunda, que consideran como una mera yuxtaposición de
marcadores.
6.1.6 Recapitulación
La partícula discursiva ¿eh? presenta valores distintos según la UD y la posición
que ocupa dentro de esta. Hemos intentado ejemplificar cómo la posición discursiva en la
que aparece este marcador determina o condiciona su valor pragmático-discursivo. Esto ha
sido posible gracias a la aplicación de una propuesta de segmentación del discurso
conversacional capaz de identificar unidades inferiores al acto: los subactos. Esta teoría
permite no solo reconocer usos estructuralmente distintos de un mismo marcador (¿eh?
como acto y ¿eh? como subacto) sino también describir las funciones que desempeñan en
dichas posiciones.
233
Tenemos noticia de la combinación con que sí ¿eh?, pero no la documentamos en nuestro corpus.
229
Marta Pilar Montañez Mesas
A partir del análisis del Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y
Grupo Val.Es.Co., 2002a) confirmamos la idea apuntada por otros (p. ej. Ortega Olivares,
1985) de que la partícula discursiva ¿eh? se sitúa prototípicamente en posición final de la
UD en que aparece. Pero, además, como se explica en Montañez Mesas (2007b: 270 y ss.),
en virtud del marco teórico que manejamos, damos cuenta de que no solo aparece en final
de intervención (unidad completa emitida por un hablante, que es a lo que parecen referirse
otros autores con el término más genérico ‘enunciado’), sino también en posición final de
otra unidad inferior, el acto. Esto hace que existan valores distintos según hallemos la
partícula en posición final de una unidad dialógica (intervención-turno) o en posición final
de una unidad monológica (acto). Es decir, desde el punto de vista estructural, ¿eh? puede
aparecer en la conversación en posición independiente, con contorno melódico propio,
ocupando el lugar de un acto y, por tanto, capacitado para constituirse como intervención
por sí mismo; o bien, como unidad menor, integrado entonativamente en un acto, formando
parte de esa unidad, esto es, ser subacto, que no posee contenido proposicional (de ahí que
sea adyacente) y que prototípicamente evidencia la interacción entre los participantes del
acto conversacional, bien como muestra de atención, bien como recurso apelativo, es decir,
de carácter interpersonal.
De los tres usos descritos, en el primer caso, ¿eh? en posición final de intervención
presenta un valor claramente apelativo, se dirige al oyente para que responda de forma
verbal o no verbal (p. ej. un cambio de actitud) a lo dicho. En cambio, en posición final de
acto en interior de intervención, presenta, más bien, un valor fático, de mantenimiento del
turno, ya no pide una respuesta (sea esta verbal o no), sino que el/los interlocutor(es)
mantengan su atención como muestra de acuerdo con el hablante, de ahí que sea frecuente
la aparición de intervenciones reactivas fáticas por parte del oyente (mm, ya).
La partícula ¿eh? también aparece como marcador independiente con valor de
pregunta (¿eh? como acto), así como en otras posiciones, eso sí, mucho menos frecuentes,
como en el caso de la posición inicial de intervención, en que funciona como falsa pregunta
con la que el hablante evidencia la planificación sobre la marcha propia de la conversación
coloquial y facilita la formulación del mensaje. Los usos en posición interior apenas
aparecen en la conversación cotidiana y parecen ser recursos para focalizar la atención
230
Marcadores discursivos en posición final
sobre un aspecto de la intervención con el que mantener la atención del interlocutor. El
abuso en interior de acto la convierte en muletilla.
El MD ¿eh? expresa siempre una llamada de atención sobre algún aspecto del acto
enunciativo, según la posición que ocupe y según la unidad del discurso en la que aparezca,
a saber:
- sobre el propio hablante: posición inicial de una I-r o I-r-i. En este caso el
hablante intenta ocupar el turno de habla, de modo que llama la atención sobre sí mismo
como coparticipante activo de la interacción (se autoselecciona);
- sobre el oyente: posición final de una I-i o I-r-i. El hablante apela al receptor para
que conteste o para que haga algo, tiene valor perlocutivo. Aunque la apelación puede
buscar solo el acuerdo (tácito o explícito).
- sobre el mensaje: posición interior de un acto. En este caso se llama la atención
sobre una parte del mensaje, de manera que se focaliza o interviene en tareas formulativas.
Los valores o funciones pragmático-discursivas del marcador conversacional ¿eh?
quedan, por tanto, ligados a la posición y a la unidad discursiva en que aparecen, como
también comprobamos en los apartados siguientes referidos al marcador ¿no?
6.2 ¿NO? EN POSICIÓN FINAL
6.2.1 Descripción pragmática de ¿no?
De modo resumido, ¿no? es un marcador de control del contacto234, que evidencia
la relación interpersonal entre los interlocutores y desempeña, además, una función
demarcativa, pues, debido a que su posición más frecuente es el final de una unidad
discursiva, permite delimitar unidades.
234
Cfr. Domínguez García (2010: 399), para quien
¿No? no es propiamente un MD, sino una partícula enunciativa que se engloba en los «apéndices comprobativos»
que estudió Ortega en su trabajo de 1985. Se orienta claramente al interlocutor, del que busca la aceptación de lo
que acaba de decir el H. Con la misma función enunciativa de comprobación tenemos otras partículas similares,
como ¿eh? o ¿verdad?
231
Marta Pilar Montañez Mesas
El DRAE-01 incluye la forma ¿no? como adverbio de negación y solo como forma
de pregunta negativa (acepción 4), generalmente, al inicio de la oración interrogativa (|| 4.
¿No me obedeces?), que no se corresponde con el uso como MD. En el DLE-14 se añade
que esa pregunta negativa se usa “en ocasiones, atenuando un mandato, una petición, una
sugerencia o una recriminación”.
Por su parte, en el DUE, María Moliner, además del valor de ‘no’ como adverbio; y
de su uso antepuesto a algunas oraciones, incluye sus unidades fraseológicas frecuentes y,
finalmente, en las notas de uso, describe la forma interrogativa como sigue:
«¿No?» solo se emplea muy frecuentemente al final de una frase: 1.º Para pedir la
*confirmación de algo que ya se sabe o supone: ‘Ayer estuviste en mi casa ¿no?’. 2.º Cuando se
pregunta *incitando a realizar aquello que se pregunta: ‘Te quedarás a comer con nosotros
¿no?’. 3.º Poniendo el verbo en futuro hipotético puede tener la frase sentido sarcástico: ‘Estarás
contento de verla llorar ¿no?’. 4.º Puede emplearse simplemente como partícula enfática o como
*muletilla: ‘Todos lo sabemos ¿no? Aquí estamos mejor ¿no?’.
La autora ya señala su posición habitual “al final” y nombra la unidad afectada, la
frase, apuntes interesantes para nuestro estudio.
Más recientemente, C. Fuentes Rodríguez (2009: 231) lo describe como “conector
ordenador discursivo interactivo”235, de carácter apelativo, que pide la colaboración del
interlocutor, que puede tener dos empleos: para pedir confirmación a una pregunta o
afirmación, y un uso fático, puramente continuativo. Forma un grupo entonativo
independiente y entonación interrogativa. Los valores que describe concuerdan en gran
medida con los que se desprenden de nuestro corpus.
En los estudios particulares, la mayoría de autores que analizan la forma ¿no? la
catalogan como tag o pregunta comprobatoria, generalmente, analizado junto a ¿eh? Otros
los describen como terminadores (Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005: 169). Así,
M. J. Cuenca Ordinyana y J. M. Castellà (1995), como hemos visto en el caso de ¿eh?,
235
Esta obra lexicográfica incluye una serie de informaciones en cada artículo: lema, origen, categorización,
valor básico de lengua, valores contextuales, combinatoria, posición en la oración, entonación,
comportamiento en el plano modal y enunciativo, comportamiento en el plano enunciativo, comportamiento
en el plano argumentativo, tipo de texto, lengua: oral-escrita, registro: coloquial-culto y variantes. La
disposición de la microestructura es sistemática, como en el DPDE, si bien, como indica C. Fuentes en la
introducción, en el Diccionario de conectores y operadores del español no siempre se cubren todos los
apartados.
232
Marcadores discursivos en posición final
consideran que las marcas de confirmación relacionan dos proposiciones (pregunta +
aseveración afirmativa o negativa), “de forma que la segunda es más informativa que la
primera” (1995: 75). Según estos autores, la construcción con una pregunta confirmatoria
aporta más información que una estructura aseverativa o una estructura interrogativa
simplemente, porque la pregunta confirmatoria “afegeix informació sobre l’enunciació”
(1995: 76). La idea de que estos marcadores conversacionales de control del contacto, ¿eh?
y ¿no?, se vinculen al nivel de la enunciación, no tanto a lo dicho, sino al decir, resulta
relevante, ya que demuestra que no son elementos pragmáticamente prescindibles. Algunos
autores consideran que estas marcas son marginales, por lo que su supresión no altera el
contenido del enunciado o la unidad del discurso en que aparecen. Por el contrario,
pensamos que su uso es pertinente en el desarrollo de la conversación, no solo para
mantener el canal de comunicación (carácter fático) sino para mantener la atención de los
interlocutores (carácter apelativo) y hacer que progrese la conversación.
Por su parte, también M.ª J. García Vizcaíno (2005) compara ambos marcadores y
su diferente grado de cortesía. Resulta de gran interés el artículo de A. B. Stenström (2005)
sobre el uso de tags en adolescentes en español e inglés en su corpus de lenguaje
adolescente. En el caso del español, la autora establece las funciones de ¿no? según su
posición en una unidad del discurso: la posición final de turno, en la que el marcador puede
funcionar bien como solicitud de respuesta, bien petición de acuerdo, o bien como forma de
marcar una sugerencia (función, esta última, que no describe en ¿eh?).
J. L. Blas Arroyo (1995: 84), siguiendo a J. Ortega (1985), considera que ¿no? al
combinarse con determinadas modalidades oracionales, puede desarrollar “significados
mixtos como las preguntas confirmativas […] y las órdenes temperadas”. Esa idea de tipo
de construcción mixta (pregunta que pide confirmación y petición u orden atenuada, en este
caso), aparece también en M. J. Cuenca Ordinyana y J. M. Castellà (1995: 68), a propósito
de preguntas que tienden a la afirmación o a la negación, mediante estructuras formalmente
aseverativas, cuyo contenido espera el hablante que el oyente comparta.
El autor también fija su atención en las relaciones entre significado y funciones y
establece que hay funciones más relacionadas con el significado y el estatus categorial,
como ¿no?, y otras unidades, cuya función varía en determinados contextos en los que se
233
Marta Pilar Montañez Mesas
gramaticaliza (como es el caso del adjetivo bueno) y otros marcadores de escaso o nulo
significado primario (algunas interjecciones). Por ejemplo, G. Cepeda (1999: 104)
considera que ¿no? es una “expresión lingüística desemantizada” (junto a ahora, entonces,
etc.). Para otros, forma y significado forman un todo que ellos definen como estructura
global gramatical o gramaticalizada (Cuenca Ordinyana y Castellà, 1995: 67).
L. Cortés Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve, en su trabajo sobre marcadores y
unidades, incluyen ¿no? dentro del grupo que ellos denominan marcadores interactivos y
consideran que estos se relacionan “con la subjetividad del hablante”, por ejemplo, “el
hablante implica al interlocutor con el marcador ¿no? con que terminamos algunos de
nuestros actos o enunciados, […] un intento de acercamiento, de cortesía a veces” (2005:
161), aunque también puede desempeñar la función textual de cierre (como función
primaria, y que el valor interactivo quede como función secundaria, 2005: 190).
Tras esta primera descripción, resulta muy destacable el hecho de que, según la
bibliografía consultada, sea mucho más frecuente el análisis de ¿eh? De hecho, en el breve
estado de la cuestión que acabamos de resumir, no aparecen trabajos monográficos sobre
¿no?, sino siempre en referencia a ¿eh?, mucho más estudiado, aunque su frecuencia de
uso en la conversación sea muy similar (Stenström, 2005)236. Quizá la razón esté en que
¿eh? se identifica de forma más inmediata como ‘marcador discursivo’ porque posee más
rasgos propios de esta categoría: es un elemento resultante de un proceso de
gramaticalización de un elemento de otra categoría gramatical (interjección), posee
invariabilidad, puede conmutarse por otros marcadores y tiene un carácter extrapredicativo;
mientras que ¿no? puede aparecer en estructuras interrogativas completas o como segundo
miembro de una interrogación disyuntiva con estructura ¿X o no? Por otro lado, mientras
que la forma ¿eh? es un signo que fónicamente se encuentra de forma muy similar en otras
lenguas, la forma ¿no? tiene equivalentes muy diversos en lenguas como el catalán (oi?,
Cuenca Ordinyana y Castellà, 1995) o el inglés (las tag question mantienen la flexión
verbal del núcleo predicativo, es decir, son variables: You will come with me, won’t you? o
236
También en el Corpus de conversaciones coloquiales (2002a), que es el que manejamos, la frecuencia es
muy similar: las ocurrencias como marcador del discurso de ¿eh? son 270 y 217 de ¿no?
234
Marcadores discursivos en posición final
Mary never talks too much, does she?, este último incluso con forma afirmativa, ya que es
el enunciado previo el que presenta modalidad negativa en virtud del adverbio “never”)237.
En suma, ¿no? comparte rasgos con ¿eh? (posición final prototípica, valor
apelativo, capacidad para funcionar como actos en posición independiente para pedir una
aclaración) pero también presenta características propias: proceden de categorías distintas;
¿no? está menos gramaticalizado, pues puede emplearse como pregunta con valor
proposicional y, como veremos, puede conmutarse por otros elementos con los que ¿eh? no
puede alternar.
6.2.2 Frecuencias de uso
En el Corpus de conversaciones coloquiales (2002a) encontramos 227 muestras del
marcador discursivo ¿no? En la transcripción siempre aparece entre marcas ortográficas de
interrogación, es decir, prosódicamente presenta un tonema ascendente. Los datos sobre la
frecuencia de uso según la posición en UD conversacionales se resumen en el cuadro
siguiente:
CUADRO 13. ¿No? en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002)
POSICIÓN
¿no?
Nº
casos
totales: 217
FINAL
INTERVENCIÓN
120
FINAL
ACTO
75
DE
ACTO
(INTERVENCIÓN)
POR SÍ MISMO
12
OTRAS
10
En un primer análisis anotamos también los casos en que ¿no? aparecía al final de
una estructura interrogativa, como en
(67)
1V1: por otra parte los departamentos de orientación de medias↑/// mm// todos– todos coon la
titulación debida→ todos ¿eeh? para el futuro profesores de secundaria↑ ¿eh?/ pero CLARO§
1J1:
§¿tenéis que pasar oposición o no?/ ¿oo/ los posibles [(( ))]
2V2:
[pues ahí ESTÁ]// si es que no se
ha hablao todaVÍA/ si es que/ ahora
(J.82.A.1, p. 176, l. 338)
o bien en su forma simplificada:
237
Estos ejemplos están tomados de M. J. Cuenca Ordinyana y J. M. Castellà (1995: 73).
235
Marta Pilar Montañez Mesas
(68)
[Dos amigas hablan sobre relaciones sentimentales]
1L1: a no ser que me importe↓ con un tío que no me importa ¿¡para qué lo voy a hacer!? ¿¡para
arruinarme la vida por una tontería como esa!? no
1E1: arruinarte tampoco↓ ¡qué va!§
2L2:
§ no/ pero dentro de lo que cabe sí↓ porque eso§
2E2:
§pero el hecho
de que tú rechaces esa situación↑ denota seguridad ¿o no? tú estás totalmente segura de ti y de
lo que quieres↓ de que tienes una relación estable y punto
(L.15.A.2, p. 98, l. 672)
Sin embargo, tras revisar con detenimiento cada una de las muestras, consideramos
que la forma ¿o no? no es en tales casos marcador discursivo, sino una estructura
disyuntiva que elide el segundo miembro. Aparecen 18 casos de esta construcción
disyuntiva en el Corpus de conversaciones coloquiales (2002a). Son oraciones
interrogativas que aparecen completas; solo en un caso aparece ¿o no? tras una unidad
(oración aseverativa, desde el punto de vista sintáctico). Son casos como los que siguen:
(69)
1V1: ¿estás o no estás?
(J.82.A.1, p. 187, l. 806)
(70)
1C1: (…) ¿es verdad o no es verdad?§
1P1:
§claro
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 198, l. 326)
De modo que los empleos que recoge el cuadro reflejan los usos del marcador ¿no?
en las siguientes posiciones discursivas:
- posición final de intervención: las 120 muestras corresponden a los empleos de
¿no? en posición final de una intervención simple (98 casos) y a las de una intervención
formada por varios actos (¿no? aparece al final del último acto de la intervención en 22
casos);
- posición final de acto: este apartado engloba las muestras en una intervención
simple (44 muestras), pero también aquellas que se dan al final de un acto constitutivo de
intervención compleja, esto es, primer acto (17 muestras) y acto interior (14 muestras)238;
238
Los casos en que ¿no? aparecen al final del último acto de una intervención compleja (19 muestras), dado
que coincide con posición final absoluta de intervención, los incluimos en el apartado referente a dicha
posición. En esta posición, es frecuente que vaya seguido de otros subactos y quede ‘hacia el final’.
236
Marcadores discursivos en posición final
- otras posiciones: acto (intervención por sí mismo): el marcador ¿no? aparece solo,
como intervención (8 muestras), y combinado con otros actos (5 casos: 4 como primer acto
y 1 como acto final de una intervención compleja); y en un caso el marcador ¿no? se
encuentra en posición inicial de intervención239 y otra en interior de acto.
6.2.3 Análisis cualitativo
6.2.3.1 Posición final de intervención
El marcador discursivo ¿no? ocupa, de forma prototípica, la posición final de una
intervención-turno, donde presenta valor apelativo:
(70)
1C1: #A MÍ ME ENCANTA#/ #yo quiero ser abuela/ no M’IMPORTA que me digan [ni abuelita ni
nada/ peroo/ pero ((no))#]
1P1:
[#eso// eso me
dice Roberto]240 en in–/ yaya/ dice ¿cómo te gusta /yaya o abuela? pues te voy a decir
ABUELA#§
2C2:
§#a mí me gusta más abuela#§
2P2:
§# abuela te voy a decir#
3C3: #o porque los yayos d’este241 son yayos↑ (RISAS) y n– no/ es que yayo y yaya es más
valenciano/ [¿no? #]
1J1:
[#sí#] #sí#§
4C4:
§#el yayet242 [es#]
2J2:
[#más] valenciano no/ valenciano del todo#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 209, l. 729)
Así lo destacan también A. B. Stenström y A. M. Jørgensen (2008), para quienes
¿no? es un apelativo gracias a que “the current speaker asks openly for feedback, which
results in the addressee’s response and a change of speaker”. Ese cambio de turno es
buscado por el hablante en curso mediante lo que H. Sacks, E. Schegloff y G. Jefferson
(1974: 918) denominan “selección del próximo hablante”, y el marcador ¿no? como
pregunta comprobatoria es uno de los medios lingüísticos más inmediatos para ello.
Además, a propósito de estos elementos, las autoras demuestran que ciertas señales
sancionadas por hablantes de edad adulta, en la práctica conversacional, son usos que
239
No obstante, hay que señalar que en dos ocasiones más también aparece en posición inicial de
intervención, pero como acto inicial, por lo que las contabilizamos como muestras de ¿no? como acto.
240
Nieto de P, hijo de Rosa.
241
De J, es decir, los suegros de C.
242
Valenciano, «abuelito», con sufijación típica valenciana.
237
Marta Pilar Montañez Mesas
obedecen a una máxima en la conversación, que G. Leech describe como Phatic Maxim
resumida como “avoid the silence” y “keep talking!” (apud., Stenström y Jørgensen, 2008b)
La posición del marcador puede no ser final absoluta sino situarse “hacia el final”,
seguido de otro subacto como extensión explicativa o descriptiva que concreta o repite lo
dicho o parte de lo dicho:
(71)
1S1: #este– este miércoles tenemoos// un partido bueno en la tele ¿no? el Valencia Madrid#
1J1: #es el [jueves#]
1G1:
[#el jueves#] #el jueves#
2S2: #el jueves#
(AP.80.A.1, p. 145, l. 111)
(72)
1S1: #que no m’ha gustado nunca llenar el cenicero ((ni nada))/ (en)to(n)ces→#
1J1: #ee– te metes ahí los#§
2S2:
§#lo limpié bien/ y/ lo he llenao de caramelos#/ #y ya– y está siempre
lleno de caramelos/ de bolitas de anís#
2J2: #o sea que hay que pasar por tu coche ¿no? paraa#
3S3: #°(¿sí?)°#
3J3: #para picar unos–243 unos caramelos de anís#§
4S4:
§#¡ah bueno! eso sí#
(AP.80.A.1, p. 160, l. 728)
Son pocos los casos, en comparación con ¿eh?, en los que ¿no? se sitúa en posición
final de una intervención que no es turno, de ahí que no se analicen en apartado
independiente. Dicho de otro modo, a pesar de su carácter apelativo, en ocasiones ¿no? en
posición final de intervención no obtiene respuesta, se trata de casos en que la intención del
hablante no parece ser atendida por el otro interlocutor (por tanto, es una intervención de
paso, no turno). En ciertos casos, esa no-reacción no ha de interpretarse como desatención,
sino como señal de acuerdo. Este hecho diferencia ¿no? de ¿eh? que sí pide corroboración,
tiene, por tanto, una mayor exigencia de respuesta que ¿no? En el siguiente ejemplo,
efectivamente, B1 no obtiene respuesta:
(73)
1A1: #¿se te ha insinuao alguna vez?#
1D1: #mm#244
1C1: #hombre ¿pero tú qué le dices?#
2D2: #ven a follar245 ¿¡qué quieres [que le diga↓ hostia↑!?#]
B1:
[#es una puta ¿no?#]§
243
Suena el timbre; vuelven las dos mujeres (A y L).
Fórmula de afirmación.
245
Entre risas.
244
238
Marcadores discursivos en posición final
2A2:
§#¿tú le has echao los tejos↑ alguna vez?#
3D3: #y la POLLA también le he echao↓# #¿¡qué le voy a ((echar))!?//es otra que no lee– que no está
trabajando↓ con nosotros#
(H.38.A.1, p. 52, l. 98)
El marcador expresa aquí una suerte de ‘alianza’ (v. ¿eh?1 en el DPDE) o ‘empatía’,
como explica A. B. Stenström (2005), para quien este tipo de marcadores evidencian, de
alguna manera, lo que A. Briz Gómez (1998) denomina ‘saber compartido’, dice
textualmente la autora: “they may be polite expressions or signals of the common ground
between interlocutors” (2005: 284). Por otro lado, según B. Gallardo Paúls (1996: 105),
la petición, la invitación y el ofrecimiento son tipos de preguntas polares (de sí o no), mientras que el
reproche y el juicio, en tanto en cuanto invitan a una reacción, están interrogando sobre la
coincidencia de apreciación del interlocutor. Dicho de otra forma, el hablante que pide, invita o
propone, está preguntado al oyente si concede, acepta o admite; por su parte, el hablante que juzga (y
el reproche es un juicio) está preguntando al oyente si tal juicio le parece acertado.
En efecto, ¿no? se suele añadir a actos que expresan una suerte de opinión o
valoración, de modo que el hablante espera una manifestación de acuerdo por parte del
interlocutor, que acepte lo dicho, que corrobore su opinión. La ausencia de reacción,
pensamos, no ha de interpretarse como falta de acuerdo o desatención al hablante, sino
como acuerdo tácito, de alguna manera, refleja el dicho común de que “quien calla,
otorga”, como en el ejemplo que acabamos de ver, en que B1 no obtiene respuesta verbal,
aunque probablemente sí extraverbal (risas, gestos o una mirada cómplice).
6.2.3.2 Posición final de acto (en el interior de una intervención)
El marcador ¿no? aparece frecuentemente en nuestro corpus en el interior de una
intervención reactivo-iniciativa, en posición final de acto. En esta posición, al igual que se
ha visto en algunos casos de ¿eh?, el MD ¿no? tiene un carácter más formulativo, presenta
un valor próximo a la focalización, ya que centra o llama la atención de los interlocutores
sobre una parte del mensaje, en este caso ‘manta’ que es, además, el tópico de la secuencia:
(74)
B: el de la Puebla conduce bien/ también Cosme/// ¿no?/// TÚ SUBE CON UN EXPERTO// a lo
mejor es peor/ pero (2’’)
A: pero si Jose conduce muy bien/ mamá §
B:
§ JOSE// noo tiene PRÁCTICA// y son CURVAS
C: °(¡hombre!/ tampoco→)°
(VC.117.A.1, p. 329, l. 284)
239
Marta Pilar Montañez Mesas
En los casos en que el acto al que acompaña es representativo, el valor de pregunta
de la entonación interrogativa convierte el acto en directivo, como en (75), en el que el acto
de 1G1 puede interpretarse como directivo ‘no comas palmeras’:
(75)
1L1: #°(mi estómago)°#
1G1: #¿qué has comido?/ una palmera246 ¿no?/// (2”)# #sabes que te sientan mal/// (8”)247 ya mm
mm ee mm↑# (3”)
Ε: 248#hola buenas tardes/ mm ¿el señor Antonio?# (6”)
(L.15.A.2, p. 82, l. 30)
Dado que uno de los objetivos del análisis es determinar el tipo de acto ilocutivo
con el que se combina el marcador, detectamos que ¿no? en posición final de acto aparece
frecuentemente en relatos conversacionales o secuencias narrativas que permiten al
hablante organizar su discurso y, además de su valor intrínseco como marcador de control
del contacto, consideramos que centra la atención del oyente sobre el mensaje, y actúa por
tanto, casi como un marcador focal con valor formulativo, en 2E2:
(76)
1E1: #te lo juro↓ ((era vivamente– estaba ahí en la calle↓)) cuando quieras se lo preguntas#// #una
de– de las que vive conmigo// y cuando la v– cuando lo vi allí↑ dije– y luego cuando lo vi que se
iba↑/ desde la calle↑/ °(vivimos en el sexto)°/ que desde la cocina se veía la calle/ saludó y dijo
adiós↓ yo mirando pa(ra) decirle ADIÓS ADIÓS ↓o s(e)a que BIEN#/ pero #cuando lo vi me
quedé↑#§
1G1:
§#cha[fada#]
2E2:
[#igual] que por ejemplo una– una chica que antes vivía conmigo↑//# #en esto un
día estaba yo en casa/# #y estaba por las tardes y por la mañana//# #un jueves y un viernes que no
teníamos clase/# #suena el timbre↑//249# #y voy a abrir ¿no?# #mm abro la puerta↑/# #y me
pregunta por una de las tía que vivía conmigo//# #era un chico ¿no?# #((y dice)) ¿está Olga?
tal/# #y le digo no↓ que se ha marchado porque está en la facultad//# #y dice mira se ha deja- do
el bolso en mi coche// que es de mi mujeer///# #y me quedé↑ en la puerta tirá/# #me quedé↑/
sentá/# #y yo acepto esa relación/# #que yo/ tengo amistades muy ((cercanas que tienen una
relación así))#
2G2: #normal#
(L.15.A.2, p. 102, l. 872-874)
También aquí relata su experiencia y justifica por qué le gusta, en posición final de
acto (en el interior de una intervención):
246
Dulce de hojaldre.
E marca un número de teléfono para intentar hablar con la persona a la que están esperando.
248
E habla por teléfono.
249
E tose. Este hecho externo influye en la duración de la pausa.
247
240
Marcadores discursivos en posición final
(77)
D: #¿tú has ejercido] alguna vez de maestra o no?#
A: #sí#
D: #¿sí? #
C: #sí# #pero ma– antes de casarme/# #luego ya después menos/# #pero siempre→ ee mm///#
#mira↓ luego casi ya empalmé pues como dando clases de otras cosas/# #a mí la docencia me
gusta ¿no?# #entonces→/ me va//# #el explicar ¿no?# #me encanta#
A: #explica muy bien#
(MT.97.A1, p 361, l. 425 y 430)
6.2.3.3 Otras posiciones menos frecuentes
La forma ¿no? puede constituirse como intervención en sí misma cuando ocupa la
posición independiente:
(78)
(A planifica cuándo y cómo tiene que tomarse una medicación)
1B1: #¡cha!#250 #pos to(do)s los días↑ cuando vengas del trabajo/ vas y te pinchas y avaan251#
1C1: #pues si→#§
1A1:
§#podemos ir a ca(sa) la chica esa↑ quee me pinche ahora#
2B2: #pos bien→# #vais a ca(sa) la chica esa↑ que os pinche aHOra#
2A2: #¿no?#
2C2: #lo que quierah/ a mí m’han dao el volante pa(ra) que te pinchen en el ambulatorio y todo///#
#((podéis ir si quier– a ver si está ella))/ que esa chica como trabaja allí (( ))#
(RV.114.A.1, p. 300, l. 303)
En algún caso, aparece en posición inicial de intervención también como acto
independiente, como en (79):
(79)
1C1: ¡bueno!/ que te comes un plato condimentao/ claro/ entonces no necesitas ponerte→/ aún
quedan sardinitas/// ¡AY QUÉ ILUSIÓN ME HACE COMER!/ (RISAS)/// ¡qué idiota soy! y
quiero adelgazar
1P1: #noo/# #a ese paso no adelgazarás/ ¿eeh?#
2C2: #síi↓# #he perdido un poquito↑#§
2P2:
§#¿sí?3§
3C3:
§#¿noo?#// #muy poquito//# #(RISAS)#§
3P3:
§#ya
va
pensando lo que tiene que cenar#
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 220, l. 1175)
250
251
Variante de la interjección valenciana, ¡che!
Valenciano, avant «adelante».
241
Marta Pilar Montañez Mesas
El hablante C manifiesta cierta duda respecto al acuerdo con los interlocutores, de
modo que, tras la afirmación de 2C2, la pregunta de 2P2 hace que 3C3 exprese su
disconformidad, que podría describirse como ‘¿no estás de acuerdo conmigo?’. En este
ejemplo el marcador tiene el rango estructural de un acto y expresa un valor modal de
desacuerdo atenuado, con un matiz de sorpresa o duda ante la respuesta de otro
interlocutor252. También en (80) es un acto de desacuerdo atenuado:
(80)
1S1: seguro que t’has tiraoo↑/ por lo menos media hora delante del espejo poniéndote guapa hoy
1A1: pos no
2S2: ¿no? pues t’has puesto guapa enseguida↓ mira
2A2: eso son días// que tiene una// hoy es que tengo el guapo subío (3”)
(AP.80.A.1, p. 162, l. 815)
Con valor formulativo también se da en otros casos, donde constituye un mero
apoyo para seguir construyendo el discurso, en posición intermedia de acto:
(81)
(Los interlocutores hablan de una manta de lana)
1F1: #es– / es– / [era/ ¿no?/ una manta↑# =]
1J1:
[manta]
1F1: = #eran unas mantas/ que llevan– / por bajo llevan↑ como unos hilos de cobre/ pero la manta/ es
de– de lana de esa de los corderos// de esos que (( )) llevan los cuernos ((luchadores))#
2J2: de puraa lana puta#253
1M1: (RISAS)/ #¡qué cabrón!#
(PG.119.A.1, p. 287, l. 472)
Como se desprende de los ejemplos anteriores, el marcador ¿no? puede constituirse
como acto en sí mismo, en posición independiente, o bien, formar parte de un acto y, en tal
caso, es constituyente del acto, es decir, es un subacto. En las siguientes líneas se detalla
esta distinción estructural.
252
También N. R. Norrick lo relaciona con el grado de certeza o duda que tiene el hablante con respecto a lo
que sabe el oyente sobre el asunto de su intervención: según el autor, el hablante añade cues o tags a sus
enunciados para señalar “su actitud de verdad, certeza o probabilidad” sobre lo dicho (1995: 687).
253
Juego de palabras relacionado con la expresión «de pura lana virgen».
242
Marcadores discursivos en posición final
6.2.3.4 Análisis de ¿no? según el rango estructural: acto y subacto
6.2.3.4.1 ¿No? como intervención y como acto
El marcador ¿no? puede funcionar como acto en una intervención simple o
compleja, aunque es menos frecuente que ¿eh?, como hemos visto en el apartado 6.2
(§6.2.1 y 6.2.2). Aparece como intervención simple, por ejemplo, en (82):
(82)
(A planifica cuándo y cómo tiene que tomarse una medicación)
1B1: #¡cha!#254 #pos to(do)s los días↑ cuando vengas del trabajo/ vas y te pinchas y avaan255#
1C1: #pues si→#§
1A1:
§#podemos ir a ca(sa) la chica esa↑ quee me pinche ahora#
2B2: #pos bien→# #vais a ca(sa) la chica esa↑ que os pinche aHOra#
2A2: #¿no?#
2C2: #lo que quierah/ a mí m’han dao el volante pa(ra) que te pinchen en el ambulatorio y todo///#
#((podéis ir si quier– a ver si está ella))/ que esa chica como trabaja allí (( ))#
(RV.114.A.1, p. 300, l. 303)
Con este marcador, el hablante busca la confirmación de lo dicho, busca el acuerdo,
como en (82), en el que 1A1 propone ‘podemos ir a ca(sa) la chica esa↑ quee me pinche
ahora’. También puede aparecer como acto constitutivo de una intervención formada por
más de un acto:
(83)
1L1: #me han dicho que has dejado una casa#
1A1: #¿que he dejao una casa?#
2L2: #mm# #¿no?#
2A2: #¿yo?#
3L3: #¿((tenéis piso)) ya?#
3A3: #sí#
4L4: #¡ah!// entonces nada#
(AP.80.A.1, p.144, l. 62)
En ambos casos equivale a una pregunta con su estructura interrogativa prototípica
en la modalidad negativa. En (83), el acto ocupado por ‘¿no?’ puede equivaler a ‘¿no has
dejado una casa?’, mediante el cual 2L2 manifiesta su duda y pretende confirmar la
información anterior ante del desacuerdo de 1A1 (‘¿que he dejao una casa?’).
254
255
Variante de la interjección valenciana, ¡che!
Valenciano, avant «adelante».
243
Marta Pilar Montañez Mesas
Aunque solo hemos considerado marcador discursivo el uso de la forma ¿no?
aislada, el análisis detenido del corpus nos revela otras estructuras en las que también
aparece no con modalidad interrogativa pero con función predicativa: también equivale a
un acto de habla con valor ilocutivo de pregunta pero, en este caso, se puede interpretar
como elipsis de una pregunta completa del tipo ¿no + predicado?256 como en la
intervención de B, en el ejemplo siguiente:
(84)
1C1: #hay que quitarle los rulos/ ya l’he quitao yo y ya l’he cortao un montón/ yo#/// (8”) #¿QUÉ no
hago macarrones?/ no tengo ganas de hacer macarrones esta noche#
1B1: #((¿no tienes?))#
(VC.117.A.1, p. 333, l. 441)
Podría haber empleado únicamente la forma ¿no? con valor comprobativo o la
forma completa ‘¿no tienes ganas de hacer macarrones?’. Por otro lado, en caso de
respuesta afirmativa, el hablante también puede emplear la forma interrogativa afirmativa
con valor comprobativo semejante a ¿no?, pero en oraciones afirmativas, como en (85),
donde ¿sí? aparece aislado como intervención reactiva. Nótese que esta forma viene
precedida de una interrogativa total con la forma negativa disyuntiva al final en 1D1 ‘¿tú
has ejercido alguna vez de maestra o no?’ y, ante la escueta respuesta de 1A1, el hablante
insiste con otro elemento comprobativo, de modo que parece que su interés se centra en que
A siga hablando y aporte más información:
(85)
(Los interlocutores hablan sobre los jóvenes y la enseñanza)
1C1: #sí/ tienen un vocabulario de [seis palabras#]
1B1:
[#no tienen más/#] #venga [vale venga#]
1D1:
[#¿tú has ejercido] alguna vez de
maestra o no?#
1A1: #sí#
2D2: #¿sí?#
2C2: #sí pero ma– antes de casarme/ luego ya después menos/ pero siempre→ ee mm/// mira↓ luego
casi ya empalmé pues como dando clases de otras cosas/ a mí la docencia me gusta ¿no?
entonces→ / me va// el explicar ¿no? me encanta#
2A2: #explica muy bien#
(MT.97.A1, p. 361, l. 427)
256
A este respecto, considera N. R. Norrick (1995) que las invariant tags (eh, hunh) se diferencian de las
“canonical tags”, como denomina, siguiendo a Hudson (1975) a las preguntas variables, esto es, formadas con
un verbo auxiliar negativo y un pronombre anafórico, en que las “hunh-tags cannot be analyzed as reduced
versions of complete sentences, as can canonical tags and other invariant tags (except for those with eh)”
(1995: 689). Es decir, ¿no?, a diferencia de ¿eh?, sí puede transformarse en una pregunta completa.
244
Marcadores discursivos en posición final
Se podría pensar, por tanto, que el uso del marcador ¿no? en posición final de una
unidad discursiva deriva de una estructura interrogativa en la que el hablante no pregunta
porque ignore el contenido proposicional de su intervención, sino que afirma a medias, pide
la colaboración del interlocutor para no imponerse. Es, en ese sentido, una estrategia cortés
que desplaza la pregunta al final por dos motivos: por un lado, una pregunta es más
amenazante para el receptor que una aseveración, puesto que, si desconoce la respuesta,
puede sentirse cuestionado y, por otro, una afirmación tajante puede suponer también una
amenaza si se interpreta como inapelable. De este modo, el uso de la forma ¿no? como
marcador discursivo en posición final es una estrategia cortés para minimizar el efecto
amenazante de una pregunta directa o de una afirmación categórica. Por otra parte,
concediéndole la palabra a nuestro interlocutor le otorgamos un papel activo en la
conversación y, al solicitar su colaboración, estamos dando prioridad a su respuesta frente a
nuestra aseveración257.
En la línea de lo que venimos diciendo, el corpus nos ofrece algunos usos llamativos
de la pregunta negativa con el adverbio no en posición inicial como en:
(86)
A: (RISAS) °(¡ea! pues bueno)°/ ee calle Bilbao// ¿no es la calle Bilbao?
(J.82.A.1, p. 170, l. 136)
Esta estructura equivale a ‘es la calle Bilbao ¿no?’, es decir, puede expresarse
mediante una aseveración y un marcador de tipo comprobativo al final. En cambio en (87):
(87)
E: no↓ llegar llega/ lo que pasa que está– que se ve que se ha corrido/ un poco el armar– eel// mira a
ver que no cuadra/ ¿no ves a José Ramón que está– que está allí estornudando y esto está frío↑
Antonio?
A: ¡oy!/ [José Ramón]
E:
[Antonioo]
(J.82.A.1, p.172, l. 207)
solo es posible convertir la estructura en una estructura aseveración + comprobativo
si el marcador se sitúa detrás de cada miembro coordinado: ‘ves a José Ramón que está-
257
El valor cortés de ¿eh? y ¿no? también lo analiza M.ª J. García Vizcaíno (2005) según el tipo de acto
ilocutivo y según el dominio de la interacción (manejo de las relaciones sociales).
245
Marta Pilar Montañez Mesas
que está allí estornudando ¿no? y esto está frío Antonio ¿no?’, quizá por la propia
construcción coordinada. En cierta manera, podemos afirmar que toda interrogativa total
con modalidad negativa puede transformarse en una estructura enunciativa afirmativa con
el marcador ¿no? De nuevo, creemos que la posición y la prosodia resuelven la separación
de ambas estructuras, ya que en unos casos, el marcador presenta una posición discursiva
final y una curva entonativa propia, mientras que, en los otros, se sitúa en posición
antepuesta al núcleo predicativo, o bien como un segundo miembro disyuntivo, al final, y
su contorno melódico se integra en el de la estructura interrogativa completa. Incluso, si
comparamos con el marcador ¿eh? notamos diferencias, debido a que en los casos de ¿no?
en actos con modalidad negativa resultaría pragmáticamente extraña la combinación de
ambos marcadores:
(88)
#No vienes ¿no? ¿eh?
En cambio, sí es posible con actos afirmativos:
(89)
Vienes ¿no? ¿eh?
Ahora bien, el marcador ¿no?, al igual que ¿eh?, suele funcionar estructuralmente
como subacto, unidad informativa del nivel monológico de la conversación, que se
identifica como grupo entonativo distinto del segmento precedente y que presenta contorno
melódico propio. Este rasgo es el que permite reconocerlo como subacto por sí mismo y no
como parte de un otro subacto. Siguiendo la clasificación de subactos elaborada por A. Briz
Gómez y otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014), consideramos que el marcador
discursivo ¿no? es un subacto adyacente, pues la información que aporta no se incluye en la
forma lógica del enunciado, cosa que sí sucede cuando funciona como acto, en cuyo caso
equivale a una pregunta con modalidad negativa, como hemos visto en el apartado anterior.
Según hemos explicado en el capítulo 3, los subactos adyacentes pueden subclasificarse en
tres tipos, según la información que aporten al acto. Tras analizar el Corpus de
conversaciones coloquiales (2002a), consideramos que ¿no? puede aportar información de
esos tres tipos, como se expone en los siguientes apartados.
246
Marcadores discursivos en posición final
6.2.3.4.2 ¿No? como subacto adyacente
a) ¿No? como subacto adyacente interpersonal (SAI)
El MD ¿no? es, frecuentemente, un subacto adyacente interpersonal, con el que el
hablante apela a su interlocutor para que responda o preste atención, función que
desempeña de forma prototípica en posición final de intervención, como se ha visto.
En (90) busca una respuesta de confirmación:
(90)
1G1: #cuando venga él↑/ no– no hay café// hay que sacar las cartas#///(2”) (RISAS) o s(ea) #vamos a
darnos prisa# (RISAS)
1J1: #luego es que es muy tarde/ tú#
1A1: #¡qué va a ser tarde!#/ #[no]#
1V1:
#[a mí] me dijo a las diez y media ¿eh?#
2J2: #sí/ pero son las once ya ¿no?#
2G2: #sí#/ #pero eh que↑/ ÉL siempre se pierde// a mí cuando me llamó me dijo ((cuándo saldría))#
(J.82.A.1, p. 178, l. 420)
En caso de ocupar otra posición, el acto ilocutivo al que acompaña es, con
frecuencia, un acto representativo: bien un acto valorativo, con el que el hablante expresa
su opinión, emite un juicio de valor, y en el que el marcador aporta cierta atenuación de
dicha opinión, bien un relato o acto narrativo, con el que el hablante desea mantener la
atención del receptor y hacerle copartícipe de su relato, por lo que apela al oyente para que
dé muestras de interés en la narración o explicación.
En este sentido, nos parece reseñable la impresión de que cuanto más se prolonga
una intervención narrativa sin señales mínimas colaborativas por parte del oyente, mayor
número de reguladores aparecen. Recordemos el ejemplo (40), en que el marcador ¿eh? se
utilizaba con tanta frecuencia en una misma intervención que se convertía en una muletilla,
en un tic lingüístico del hablante. No sucede en el siguiente ejemplo (91), en el que ¿no?
funciona como marcador adyacente interpersonal. Así, en la intervención de 3G3, la
hablante se sirve del marcador para apelar a la oyente con el fin de que muestre su acuerdo,
no solo para que mantenga la atención en el relato; de ahí que en 4E4, la hablante opine en
la misma línea que G, que parece argumentar una conclusión parafraseable como ‘hasta los
malos estudiantes pueden destacar en algo’.
247
Marta Pilar Montañez Mesas
(91)
1G1: #pues MIRAA/ yy después dicen de los estudiantes↓ tíaa#
1E1: #sí↓ sí↓# #los estudiantes [no te creas#]
2G2:
[#tú sabes–] mira↓ yo tengo un vecino que bueno o seaa#//
#°(hablando dee otro tema↓ que te he cortao otra vez)°#§
2E2:
§# yaa/ tranquilo#§
3G3:
§#puees el chaval↑/
o sea→/ estaba estudiando Egebé258 pero era pues/ muy malo para estudiar [¿no?=]
3E3:
#[°(sí)°]#
3G3: = ceporro#/ #además que es un ANIMAL/ es muy BASTO yy#§
4E4:
§#y seguro que a la primera#
(L.15.A.2, p. 112, l. 1251)
Coincidimos con M. J. Cuenca Ordinyana y J. M. Castellà (1995) en que, en
ocasiones como esta, ¿no? está más ligado al acto de enunciación que al contenido del
propio enunciado. Efectivamente, pensamos que el hablante no pretende pronunciar una
afirmación tan rotunda, por lo que, mediante el uso de ¿no? insta al oyente a cooperar, a
manifestar su acuerdo y, con ello, casi a negociar la opinión común sobre el tema de
conversación en curso. En el ejemplo anterior, 3G3 apela a E para comprobar que sigue y
acepta su argumentación, y para que en cierto modo corrobore su explicación (‘estaba
estudiando Egebé pero era pues/ muy malo para estudiar’), de modo que ¿no? se está
refiriendo, de alguna manera, al acto enunciativo (‘digo esto’ y ‘lo expreso de esta manera
porque…’), esperando que el interlocutor entienda la intención de sus palabras. Así sucede
también en el ejemplo que sigue, ahora en posición final de acto:
(92)
(A explica una serie de términos y acciones informáticas a B)
1A1: (…) (o) sea pasar de una pantalla a otra/ como todo tuu/ espacio de direcciones se ha volCADO
a disco↑ puess/ te tienes que esperar a recuperarlo y eso es una– me explico ¿no?/ es la serpiente
que se muerde la cola↑ (( )) y se acabó/// vamos↓ lo cláSIco ¿no?// lo académico eso es
totalmente académico
1B1: sí sí eso estáa259 documentado
(XP.48.A.1, p. 336, l. 22-23)
Esa negociación del término que emplea el hablante como refuerzo argumentativo
para transmitir su opinión y buscar el acuerdo con el interlocutor se muestra claramente
sobre todo cuando ¿no? se combina con elementos como ‘me explico’, como en el caso
anterior, o con otros como ‘digamos’:
258
259
Se refiere a la sigla EGB, Enseñanza General Básica.
Entre risas.
248
Marcadores discursivos en posición final
(93)
1G1: #en una noche que nos vamos por ahi↓ los viernes por la noche que nos vamos por ahí↓ pues
hay veces que#§
1L1:
§#cuatro– cuatro una media digamos ¿no?#§
2G2:
§#cincoo– cuatro o cinco se ve que
e– e– es que después nos vamos a Cubalitroo#260
1E1: #y sigue con cubatas#
(L.15.A.2, p. 120, l. 1599)
De alguna manera, también se focaliza la atención sobre determinados aspectos de
la narración que el hablante quiere destacar (quizá, por ello, apele en ese punto y no en otro,
al oyente) e incluso lo sitúe junto a la información argumentativamente más fuerte, lo que
nos lleva al siguiente valor.
En el siguiente ejemplo también es apelativo:
(94)
1G1: #eso tampoco es/ una persona liberal↑ para mí es una persona que tienee/ unos principios ¿no?
y quee/ oye/ intenta cumplirlos↓ a rajatabla ¿no?/// simplemente/ [y bueno yy#]
1E1:
[#es que–/ es que ee] yo para
mí↑ el hecho de ser conservadores y taal#/ #precisamente radica en sus principios#/ y #para mí↑
hay unas– unos valores// muy fundamentales que a lo mejor para otra persona no lo son ¿no?///
(3”) no [sé]#
2G2:
[#bueno la cues–] la cuestión es que antes eras un poquito BEATA↑/ y a(ho)ra/ lo eres
menos ¿no?#§
2E2:
§#no↓ la cuestión es que yo no soy beata#/ #la cuestión es que en mi casa tengo una
tía monja y está ahí↑/ (enton)ces yo paso totalmente de las monjas– de las monjas y digo más
tacos que ¡bueno!/ que seguramente cualquier otro que no→#
(L.15.A.2, p. 91, l. 405)
No aparecen en posición final absoluta, sino que se sitúa ‘hacia el final’. La
intención del hablante es apelar a sus interlocutores; en este ejemplo, además, funciona
como atenuación, seguido de otro subacto modalizador también con valor de atenuación
(no sé).
En algún caso marca un final momentáneo en la formulación, también con valor
apelativo, como en (95):
(95)
(Uno de los participantes comenta que ha contratado un seguro de vida, mientras esperan a otros
amigos)
1S1: #¿qué lees/ [el Muy Interesante?#]261
1A1:
[#en El Ocaso#]262
260
Bar nocturno de Valencia.
Se trata de una revista de divulgación científica.
262
Compañía de seguros.
261
249
Marta Pilar Montañez Mesas
1J1: #El Ocaso#/ #con el nombre que tiene ya↓# #°(Ocaso)° #
2A2: (RISAS)// #¡ah↓ ma– maricón!#
C1: (( ))
L1: #¡ay!/ oye↓ ¿y has abierto aquí o no?# (4”)
2S2: #ya te quedas ¿no?/// la– a la reunión que tenemos luego#
A3: #¿a qué reunión?#§
2J2:
§#¿a qué hora la tenéis↓ Sergio?#
3S3: #a las diez#
(AP.80.A.1, p. 147, l. 184)
La pausa posterior a la emisión del marcador nos indica que A3 espera más
información, que, de inmediato, 2S2 le proporciona (la– a la reunión que tenemos luego),
que funciona como subacto sustantivo, de carácter explicativo, a la que sí reacciona A3 (¿a
qué reunión?). Es decir, al no obtener respuesta, el hablante añade otro elemento para
prolongar su turno, que se sitúa, este sí, en posición final dejando el marcador en posición
final no absoluta de la intervención, sino ‘hacia el final’.
b) ¿No? como subacto adyacente textual (SAT)
En otros casos puede funcionar como subacto adyacente textual (SAT), en los casos
en que organiza el discurso, especialmente en final de acto, en el interior de una
intervención. Son los usos menos frecuentes en el corpus. Se asocia con frecuencia a
secuencias narrativas, explicativas o descriptivas en las que parcela cada bloque de
información, cada argumento o cada hecho relatado, ayuda a la formulación:
(96)
1S1: #me pasa lo mismo con el alcohol y con las drogas#/// #yo cuando vi que tuve problemas tuve
qu’(d)ecir/ n– ni un cigarro /ni una cerve– o sea n– ni un cigarro /ni un POrro /ni una cerveza
↑nii nada // porque el día que yo me t– tome una cerveza ↑ya se m’ha acabao la historia [y con
el tabaco↑ me ha pasado=]
J1:
[#((vaya
¡qué mal!))#]
1S1: lo mismo// que el día que me fume un cigarro↑/ mira#
1J2: #caes otra vez#
2S2: #pero me lo he tomado↑/ comoo– como que si ahora para mí fu– fumar un cigarro sería una
reCAÍDA por todo lo alto ¿no?# #y–/ y entonces mee– me cuesta MÁS coger ese cigarro# (5”)#
2J3: #(es)tá bien#
(AP.80.A.1, p. 158, l. 636)
c) ¿No? como subacto adyacente modalizador (SAM)
Además de la modalidad negativa intrínseca que expresa en sus usos lingüísticos
habituales, como marcador discursivo también puede aportar otros matices modales tales
250
Marcadores discursivos en posición final
como sorpresa, duda, vacilación, sugerencia o como uso atenuado para evitar
responsabilidades sobre lo dicho y, de ese modo, proteger su imagen:
(97)
1L1: #lleva las indicaciones#
1E1: #¿dónde lleva las indicaciones?# #para que veas °(más o menos para qué es)°#///(2”) #¿¡qué te
iba a decir!?# #mira263/ astenias síquicas y sicorgánicas ((fractura)) de la memoria ↓ de la
atención originaria y crónica ↓meopatías consecutivas de uso en actividades ((muy violentas))//
esto no es para la astenia/ sino el decaimiento// y es que mira para lo que es/// ¡ay! espera// está
considerada // no#
2L2: #hipocondria (( )) ¿no?#
2E2: #bueno yo– yo lo que tuve era un cuadro depresivo endógeno °(o algo así)°/ y las vitaminas ya
me las tomée yy/ estoy superbién#
(L.15.A.2, p. 109, l. 1127)
En este ejemplo, el marcador ¿no? expresa duda, incerteza, es una afirmación a
medias, en la que 2L2 no quiere afirmar de forma tajante, sino buscar la confirmación del
otro. A veces esta atenuación puede ser cortés, como en el caso que sigue, en que la
presencia del marcador ¿no? en 1S1 convierte la afirmación (ya te quedas) en una
invitación o sugerencia264:
(98)
L1: ¡ay!/ oye↓ ¿y has abierto aquí o no? (4”)
1S1: ya te quedas ¿no?/// la– a la reunión que tenemos luego
A1: ¿a qué reunión?§
1J1:
§¿a qué hora la tenéis↓ Sergio?
2S2: a las diez
(AP.80.A.1, p. 147, l. 184)
Recapitulando, en el apartado §6.1.3.4 hemos postulado que ciertos MD son
subactos desde el punto de vista discursivo-estructural, y por el tipo de contenido que
aportan, los hemos considerado subactos adyacentes. En el caso de ¿no?, también hemos
analizado sus usos como acto y como subacto. Esta doble adscripción estructural nos
planteaba nuevamente la importante cuestión teórica de si los MD pueden ser actos.
Algunos autores señalan la capacidad de ciertos marcadores para funcionar solos como acto
o intervención (Briz Gómez y otros, 2003; Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005) lo
que, desde un punto de vista discursivo, significa que presentan valor ilocutivo propio,
263
264
E empieza a leer el prospecto del medicamento.
Recuperamos parte del ejemplo (95).
251
Marta Pilar Montañez Mesas
rasgo vetado a los marcadores del discurso, considerados como unidades no plenamente
conceptuales.
Una posible solución a esta cuestión la encontramos en A. Briz Gómez y grupo
Val.Es.Co. (2003), trabajo donde se enfrentan, precisamente, al reconocimiento de la
unidad acto. En este artículo se defiende el hecho de que un segmento no es acto o subacto
per se, sino en un contexto, y lo ejemplifican con la forma ‘bueno’. Pensamos que, quizá, la
justificación de este doble rango de ¿eh? y ¿no? esté en la propia estructura de la
conversación.
Dado el carácter jerárquico de la propuesta de segmentación del discurso
conversacional del grupo Val.Es.Co., una intervención está formada por, al menos, un acto
y este, a su vez, está formado por, al menos, un subacto, que ha de ser sustantivo. El hecho
de que esta propuesta de unidades sea jerárquica es, precisamente, lo que justifica que una
misma unidad como ¿eh? o ¿no? pueda desempeñar funciones propias de un acto y de un
subacto. Como marcadores del discurso, esto es, categoría pragmática resultado de un
proceso de gramaticalización, pensamos que ambos usos, como unidad aislable (acto) y
como unidad no aislable, solo identificable (subacto) de ¿eh? y ¿no?, reflejan estadios
distintos del proceso de fijación como marcador: en el caso de funcionar como acto, aún
mantienen cierto valor de oración interrogativa, capaz de llevar complementos de un
predicado elidido; mientras que si aparecen como subactos, ese carácter oracional parecen
haberlo perdido y haber mantenido únicamente la modalidad interrogativa que, a veces,
también se pierde y llegan pronunciarse con simple entonación enunciativa.
6.2.4 Síntesis de funciones según su posición
El marcador discursivo ¿no? presenta valores distintos según la UD y la posición
que ocupa dentro de esta. La posición discursiva más frecuente, al igual que sucedía en el
caso de ¿eh? es la posición final, tanto de intervención, como de acto. Los valores o
funciones pragmático-discursivas del marcador conversacional ¿no? pueden sintetizarse en
el siguiente cuadro en que evidenciamos la relación entre la posición discursiva y las
funciones pragmáticas:
252
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 14. El marcador ¿no? en la conversación coloquial265.
¿No?
¿no?1
Posición discursiva
Final de intervención-turno, (o,
hacia el final, puede ir seguido de
otros subactos).
Cede el turno.
¿no?2
Final de acto (en el interior de una
intervención).
Raras veces, en posición inicial,
como pausa léxica.
¿no?3
Falso cierre, puesto que el oyente
no reacciona y el hablante prolonga
su intervención.
Enunciado independiente, que
forma intervención por sí mismo, o
bien, se sitúa al principio de esta,
pero siempre pidiendo aclaración.
Función pragmática
Apela al oyente solicitando de
manera reforzada que confirme,
ratifique o acepte lo que le viene
diciendo,
generalmente,
una
opinión u ofrecimiento.
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
interpersonal (SAI),
apelativo,
o
modalizador (SAM),
refuerzo
Da opción de réplica.
Reafirma lo que el hablante dice a
la vez que llama la atención del
oyente sobre el mensaje, para que
el oyente manifieste su acuerdo o
su desacuerdo con lo dicho.
Subacto
adyacente
textual
(SAT),
reafirmativo;
o
modalizador (SAM),
refuerzo
Reacciona a lo dicho y pide bien
una aclaración o repetición de
información negativa anterior.
Acto
Aparece en I-r-i, en turnos del
oyente, precedido de una I de
contenido negativo.
Las valores o funciones pragmadiscursivas del marcador ¿no? quedan, por tanto,
ligadas a la posición y a la unidad discursiva en que aparecen. Si observamos la frecuencia
de uso notamos que la posición más frecuente es la posición final de la UD. Es decir, son
elementos que delimitan unidades, por lo que, además de ser señales interpersonales, son
mecanismos demarcativos, como señalan también A. Briz Gómez y A. Hidalgo Navarro
(1998: 128), para quienes “como ordenadores de la materia discursiva, los marcadores
metadiscursivos desempeñan un papel demarcativo”266.
Por otro lado, ese interés por acercarse al oyente, no refleja sino la necesidad de
mantener el canal de comunicación abierto y, sin duda, el valor más repetido en los estudios
sobre ¿no? (y ¿eh?) es su función fática. Algunos autores (Stenström y Jørgensen, 2008b)
afirman, además, que la cultura española emplea un mayor número de señales fáticas,
hecho que se explica, también, como propiedad de la conversación coloquial española, que
265
266
Tomamos este cuadro-resumen de funciones de Montañez Mesas (2008a: 164).
El subrayado es de los autores.
253
Marta Pilar Montañez Mesas
G. Leech, siguiendo el modelo de máximas conversacionales de H. P. Grice, propone
también como máxima, la Phatic Maxim65267 que invita a prolongar la interacción (‘evita el
silencio’)268. No obstante, este carácter fático, no se reduce solo a un mantenimiento del
contacto, sino que, más bien, contribuye al fin socializador propio de la conversación
cotidiana. Las conversaciones (frente a las tertulias radiofónicas o los debates, p. ej.) se
caracterizan, entre otros rasgos, por
una fuerte inclinación hacia la cooperación interaccional antes que a la competitividad, así como una
finalidad «interna» centrada en el contacto y en la reafirmación de los lazos sociales y personales269.
Precisamente, estos elementos fático-apelativos garantizan que se mantenga abierto
el canal de comunicación, que también se da en otros aspectos de la conversación. En
consecuencia, consideramos, al igual que otros autores (Cortés Rodríguez y Camacho
Adarve, 2005) que la presencia de este apéndice no es superflua, no es un marcador
prescindible pragmáticamente.
En virtud de su carácter fático, estos marcadores también se han denominado
interpersonales y su uso en la conversación coloquial se relaciona con uno de los rasgos de
la modalidad discursiva: la relación vivencial de proximidad o saber compartido (Briz
Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002: 18). ¿No? (y también ¿eh?) se convierte en señal de
alianza y complicidad, refuerza las relaciones sociales y favorece “un marco de interacción
propicio”270, de ahí su frecuencia en este tipo de discurso y en este registro. Su uso en otra
modalidad oral o escrita será una estrategia del hablante para incrementar el grado de
familiaridad con su interlocutor; es, por tanto, un marcador de acercamiento (Cortés
Rodríguez y Camacho Adarve, 2005).
267
Apud., Stenström y Jørgensen (2008).
Otros, incluso, consideran que “todas las unidades metadiscursivas participan de la función fática del
lenguaje: su objetivo esencial es regular el contacto entre los hablantes” (Martín Zorraquino y Portolés
Lázaro, 1999: 4191).
269
Vion (1982), Apud., Blas Arroyo (1995: 94).
270
D. Schiffrin (1987: 309), a propósito de y’know.
268
254
Marcadores discursivos en posición final
6.2.5 Otros rasgos pragmáticos
6.2.5.1 Aspectos ilocutivos
En cuanto al tipo de acto con el que se combina ¿no?, ya hemos dado cuenta de los
usos en posición interior de intervención, en los que acompaña a actos representativos, de
opinión y narración, pero también puede aparecer con actos directivos, en los que atenúa la
petición o mandato. También A. B. Stenström (2005: 288) considera que con imperativos,
el marcador ¿no? atenúa la orden, a lo que añadimos que dicho mandato se convierte casi
en una sugerencia o invitación, como en 1C1:
(99)
1C1: #siéntate aquí ¿no/ Jose? [o te vas→]#
1B1:
[#noo#] #voy a ducharme y me voy#
(RV.114.A.1, p. 305, l. 515)
6.2.5.2 Aspectos prosódicos
Tal y como hemos visto en el caso de ¿eh?, el marcador ¿no? presenta un contorno
melódico propio con tonema ascendente, propio de la modalidad interrogativa.
Consideramos que este es el rasgo determinante, junto con la posición, para discriminar
entre los usos de ¿no? como marcador y como adverbio de negación que encabeza o cierra
una estructura interrogativa (¿no + predicado?, o bien, ¿predicado + o no?), en los que la
curva entonativa está integrada con el resto de la estructura interrogativa.
6.2.5.3 Combinatoria de ¿no?
El marcador discursivo ¿no? se combina con otros marcadores y con otras formas
libres.
255
Marta Pilar Montañez Mesas
6.2.5.3.1 Combinatoria de ¿no? con otros MD
a) ¿no? ¿eh? El uso de dos marcadores apelativos combinados intensifica aún
más su valor apelativo prototípico y refuerza la petición de reacción271:
(100)
D: no/ me refiero a las fotos de la boda
C: °(¿no las has visto?)°
D: sí pero quiero enseñárselas a Roberto↑ (…)
?: ¿la que está acabando [de ((hacer–)) ¿no?]
B:
[esas no yo] quiero una que están els dos//272pa(ra) ponerla en un cuadrito
muy bonitas ¿eh? mm/ pero que/ están↑ bueno
A: ¿me ((envías)) (( ))/ por favor? [(( ))]
B:
[nos lo llevaremos] para dárselo a los– ÁNGELES273/ a los
modistos ¿eh?/ pero ya nos llevamos dos o tres/ complicadas pa(ra) dárselas ¿no? ¿eh?
C: claro
(IM.339.B1, p. 374, l. 192)
(101) Recuperamos, ampliado, el ejemplo (58)
A: PERO SI ÉL VA/// SI IRÁ– no irá ni a diez kilómetros por hora// si cuANDO VAMOS
RECTO→§
B:
§ a ver si [te pregunta=]
A:
[te lleva→]
B: = si hay una curva/ y vais abajo
A: [(RISAS)]
B: [((siempre))] va preguntando↑ ¿no?/ ¿eh?/ ¿qué?– o claroo↓ te lo digo yo por algo §
A:
§ no/ a lo
mejor no se atreverá a coger el coche/ [lo coge Víctor]
B:
[eso pienso yo]/ yo creo que no lo debería coger él// su
padre/ no se lo debía de dejar
(VC.117.A.1, p. 329, l. 297)
En este ejemplo, aparecen seguidos de ¿qué? La insistencia o reiteración de MD
semejantes de B refuerza la obligatoriedad de respuesta. En este contexto, las tres formas
son equifuncionales, si bien con distintos matices.
271
A la luz de este ejemplo retomamos el estudio de A. Matamala Ripoll (2008: 133) sobre interjecciones en
catalán, en el que cuantifica las combinaciones de elementos interjectivos en un corpus oral y los ordena
según la posición que ocupan. Según sus datos, no documenta la combinación de interjecciones en posición
final. Este hecho contrasta con los casos de nuestro corpus, donde sí se documentan combinaciones de estas
interjecciones –en función de MD de control del contacto– en posición final de intervención-turno. En su
caso, la mayoría aparece en posición inicial o en posición absoluta (aislados en un turno), si bien hay un grupo
importante en posición intermedia. Ahora bien, la autora no indica a qué tipo de unidad se refiere al utilizar el
criterio posicional, de manera que el dato sobre la aparición de interjecciones combinadas (yuxtapuestas) en
posición intermedia quizá podría matizarse según la unidad (dialógica o monológica) a la que nos ajustemos.
272
Valenciano, «los dos».
273
Llamada de atención a su mujer.
256
Marcadores discursivos en posición final
b) y tal ¿no?
(102)
(G le cuenta a E que en el instituto tenía un amigo homosexual)
E: ¿pero lo reconocía él como tal?§
G:
§ lo reconocía él/ peroo él no se comportaba– no se comportaba
con– con los amigos que tenía dee– ni se pasaba ni se [comportaba mal=]
E:
[ya ya ya]
G: = ni na(da)/ ni tampoco era de esos maricas ¿no? descaraos ¡ay ayy!//274 y tal ¿no? [o sea una
persona tranquila=]
E:
[y él (( ))
él se comportaba como→]
G: = no/ o sea que→// se le notaba algo ¿no? pero quee bueno/ o s(e)a tenías que convivir con él y él
decía sí bueno /pues soy marica ¿y qué?
(L.15.A.2, p. 101, l. 809)
En el ejemplo, el marcador también aparece empleado en dos ocasiones más en la
misma intervención (discontinua), en la que relata una experiencia. Se corrobora así la alta
frecuencia de uso de este marcador en relatos conversacionales. Tiene un valor formulativo,
ayuda en la construcción del mensaje y llama la atención del oyente para que siga su
narración o su argumentación. En el siguiente caso, también aparece junto a un MD de
cierre enumerativo:
c) y todo eso ¿no?
(103)
(Hablan del carné de conducir)
E:¿pero tú lo tienes hace tiempo ya o cómo?
G: síi↓ yo ya lo tengoo↑ tres años↓ lo menos el carné
E: tú ya tenías mecánicaa y todo eso ¿no?
G: °(noo ¿qué mecánica?)°
E: ahora tenemos mecánica
(L.15.A.2, p. 115, l. 1386)
Al situarse en posición final absoluta, conserva su carácter apelativo y atenúa la
afirmación ‘tú ya tenías mecánicaa y todo eso’. Cuando se une a otro marcador con valor
atenuante, aumenta el grado de atenuación de lo expresado, como en el caso siguiente:
d) ¿no? no sé
(104)
E: yo tenía alteraCIÓN↓ pero no tanto como tan– como ((tiene un abuelo))/ eso fue de la– yo qué sé
[¿no? no sé=]
274
G intenta imitar los gestos de un homosexual.
257
Marta Pilar Montañez Mesas
G: [una depre]
E: = una depre// fue una depree↑ yo qué sé// fue [mira↓ porque tuvo que pasar=]
G:
[pa– pa– pasajera ¿no?]
E: = sí↓ ya se me ha pasao↓ he estao– he estao§
L:
§ unaa§
E:
§mes y medio↓ pero ¿sabes qué fue? es– ¿sabes
lo que me pasó? todos los veranos me voy a Zaragoza con Adela
(L.15.A.2, p. 110, l. 1187)
El hablante tiene dificultades para expresar exactamente lo que desea y apela al
interlocutor en busca de la expresión exacta, y añade otro marcador discursivo (no sé) que
funciona, igualmente, como subacto adyacente, en este caso, modalizador (SAM), que
atenúa aún más su afirmación, trata de evitar responsabilidades sobre lo dicho. Del mismo
modo, la combinación atenuante + atenuante se encuentra en el siguiente caso:
e) ¿no? o sea
(105)
A: por ejemplo para administrar el Aese o administrar el Debedós pues utilizas→ pantallas de
Iesepeefe/ y Iesepeefe es un– es el gestor de menús/// para evitar ir comando a comando en Teseó
que es bastante aburrido/ pues te saca menús muy bonitos/ llenos de colores y tal/ y de ayudas y
tal
B: es una interfaz ¿no? o sea→
A: es una– es– es un– un conjunto de menús ee orientados a ayudar a la programación y
administración de sistemas/ o sea programación para
(XP.48.A.1, p. 343, l. 292)
(106)
[Charlan sobre la homosexualidad y las relaciones personales]
L: ¿qué hora tienes?§
E:
§ menos cuarto/ pero no creo que tarde mucho
G: puees eso quee– no te creas tú que– y bueno yo– yo no sé ninguno ¿no? o s(e)a esee te lo digo
porque lo sé↓ pero supongo quee también se habrán dao casos de lo CONTRARIO
E: eso eso↓ yo creo que es muy fuerte
G: o s(e)a§
L:
§ sí se ha dao/ [claro]
G:
[ca– casos] de lo contrario o s(e)a no estar [durantee mucho tiempoo=]
L:
[y también→]
G: = viviendo juntos/ casaos/ teneer hijos y tal↑/ y después descubrir el hombre pues§
E:
§ que le
gustan§
G:
§ que le van los tíos// oye/ maricón/ pues vale/ pues maricón/ le gustan más los [hombres
que– que=]
L: [y las tías]
G: = las mu– no es [que tampoco=]
E:
[mucha gente→]
G: =y lo ves que tampoco deja A LA MUJER§
(L.15.A.2, p. 100, l. 751)
258
Marcadores discursivos en posición final
La intervención está doblemente atenuada. En el primer ejemplo, B está
aprendiendo a usar un programa informático y, por tanto, está en cierta desventaja. Se trata
de una conversación coloquial periférica, pues la temática es especializada y presenta cierta
asimetría en la relación de igualdad dado que uno conoce el funcionamiento del programa y
el otro no. En el segundo caso, el tema es controvertido para G, que atenúa su opinión y
preserva su imagen: ‘yo no sé ninguno ¿no? o s(e)a’.
6.2.5.3.2 Combinatoria de ¿no? con otras formas
f) sí ¿no?
(107)
A: #están estas de los espejos/ que ya estaban↑#§
V:
§¿pero/ no te las ibas a cambiar?#
A: #sí/# #pero aún no me las han puesto/# #solo tengo esas#§
V:
§ #°(vale)°/# #tienes la calefacción
encendida#§
A:
§#sí/# #claro↑# #°(¿no?)°#
V: #¿te enseño las fotos?#§275
A:
§#sí#
(IH.340.A.1, p. 378, l. 68)
Aquí se emplea con un elemento intercalado, ‘claro’. El uso es atenuador, para
matizar la afirmación tajante ‘sí/claro’ y constituye un acto, pues podría funcionar por sí
solo como intervención. También es un acto la combinación mm ¿no? Esta y la anterior
expresan una afirmación a medias, un intento de acuerdo con el otro, de reparar la
información errónea; se trata, por tanto, de un uso cortés:
g) mm ¿no?
(108)
L: me han dicho que has dejado una casa
A: ¿que he dejao una casa?
L: mm ¿no?
A: ¿yo?
L: ¿((tenéis piso)) ya?
A: sí
L: ¡ah!// entonces nada
(AP.80.A.1, p. 144, l. 62)
275
Empieza una nueva secuencia comentando las fotos de una visita a Barcelona y de una estancia en la nieve
con unos amigos.
259
Marta Pilar Montañez Mesas
h) ¿no? ¿o qué?
(109)
E: ¿qué pasa? ¿está bueno?
G: sí↓ está bueno/ el Jotabé siempre está bueno (RISAS)
E: sí↓ a(de)más si estuviera fresquito estaría mejor ¿no? ¿o qué?
G: no↓ a mí me gusta– hay gente quee bueno↓ pues se lo [afloja con hieloo=]
E:
[si lo pones con (( ))]
G: = con agua [no↓ no↓ no=]
E:
[¿te mola?]
G: = yo prefiero el güisqui solo/ no me gusta mez– e– el güisqui↑ es una bebida que no me gusta
mezclarla
(L.15.A.2, p. 109, l. 1136)
Esta combinación nos muestra el valor apelativo de ¿no?, que claramente espera
una reacción en la que su interlocutor se muestre de acuerdo. El hablante insiste en el valor
de ¿no? mediante la forma ‘¿o qué?’ que deja abierta la posibilidad a una réplica,
parafraseable como ‘manifiesta tu acuerdo conmigo’ (¿no?) ‘o dame una buena razón si tu
opinión es desfavorable’ (¿o qué?)
i) ¿no? + (vocativo / apelativo)
(110)
A: se la lleva todos los días aa aa casa↓ hombre
D: sí/ y en el coche↑/ me coge la marcha↑ y (RISAS) y me pone la primera/ tú pásame las [papaas]
C:
[(RISAS)]
B:
[(RISAS)]///
pues tú en seguida pones la marcha atrás ¿no Caty276?
D: yo sí
(H.38.A.1, p. 55, l. 203)
(111)
S: entonces ¿qué dices/ que vamos a cenar a casa/ no Laura?
L: síi
(AP.80.A.1, p. 161, l. 751)
(112)
(Los interlocutores hablan sobre la confección de unos peucos)
A: pequeñoh no son// eso ehtira
C: ¿están bien/ no/ abuela?
B: ahora he vihto otroh que son máh bonitoh// máh maloh de hacer
C: pue– ¿por qué?
B: porque tienen máh faena// pero de otra manera// pero son máh bonitoh/// pero en fin a lo mejor→
(BG.210.A.1, p. 251, l. 295)
276
Apodo de D.
260
Marcadores discursivos en posición final
Los usos con vocativos u otras fórmulas apelativas son muestras del valor apelativo
del MD. Al tratarse de un corpus de conversaciones coloquiales, son frecuentes las
expresiones de confianza, que reflejan la relación de proximidad entre los interlocutores,
propias del registro informal.
Por otra parte, es habitual también encontrar determinadas estructuras sintácticas
con las que el hablante espera comprobar no ya la atención de su interlocutor, sino la
comprensión del contenido de sus intervenciones, como en el caso de:
j) me explico ¿no?
(113)
A: (…)277 (o) sea pasar de una pantalla a otra/ como todo tuu/ espacio de direcciones se ha volCADO
a disco↑ puess/ te tienes que esperar a recuperarlo y eso es una– me explico ¿no?/ es la serpiente
que se muerde la cola↑ (( )) y se acabó/// vamos↓ lo cláSIco ¿no?// lo académico eso es
totalmente académico
B: sí sí eso estáa278 documentado
(XP.48.A.1, 336, l. 22)
(114)
A no↓ evidentemente/ sí que está basado en una situación anterior donde solamente había uno [y
entonces=]
C:
[y
entonces]
A: = había un colapso total
B: mm
A: entonces el problema quee nosotros hemos detectado/ es un problema que hemos detectao
evidentemente/ entonces// lo quehicimos fue/ ee/ de uno pasar a tres/ pero es un problema de
capacidad y de prestaciones// no sé si me explico/ normalmente/ si lo hiCIEses por prestaciones
no tendrías tres/ tendrías cincuenta// porque el acceso es totalmente aleatorio// entonces claro/
¡pf!// me explico ¿no?
B: mm
(XP.48.A.1, 348, l. 500)
6.2.6 Recapitulación
El marcador discursivo ¿no? aparece prototípicamente en posición final de una UD,
generalmente una intervención reactivo-iniciativa, con función apelativa, esto es, pide al
277
Suprimimos el resto de esta extensa intervención (en la que A explica el funcionamiento de un programa
informático a B) ya que no es relevante para este ejemplo.
278
Entre risas.
261
Marta Pilar Montañez Mesas
interlocutor que corrobore o confirme lo que afirma o muestre su acuerdo en relación a lo
que le viene diciendo. No obstante, el marcador puede acompañar a determinados actos
valorativos y no obtener respuesta; la ausencia de respuesta se interpreta como acuerdo
tácito, ya que el contenido del acto evidencia un saber compartido entre los interlocutores.
La presencia del marcador, en esos casos, es una señal de ‘alianza’, refuerza los lazos
sociales y favorece la complicidad.
En posición final de una intervención, y en final de un acto (en el interior de una
intervención), posiciones más frecuentes que en el caso de ¿eh?, el marcador ¿no? sirve al
hablante para focalizar la atención del oyente sobre una parte del mensaje y, con ello,
mantener el contacto en intervenciones especialmente largas en las que narra o explica un
asunto que, en general, el hablante considera de interés para el oyente. En tales casos, el
marcador funciona como subacto adyacente textual con valor formulativo. En otras
ocasiones, el hablante busca una expresión exacta y pide colaboración al interlocutor para
que manifieste su acuerdo con lo dicho; también aquí mantiene cierto valor apelativo, como
en posición final de intervención. En ambas posiciones, final e interior de intervención o
acto, es un subacto adyacente interpersonal.
El uso de ¿no? como marcador independiente es menos habitual que el de ¿eh? y
tiene cierta equivalencia con preguntas interrogativas totales con modalidad negativa, de las
que, algunos autores, consideran que el marcador es una reducción. No obstante,
consideramos que la frecuencia de uso de esta forma, el desarrollo de matices o efectos
contextuales como la atenuación y la combinatoria con otros MD (con los que es
intercambiable) justifican su inclusión en la categoría pragmática marcador, con valores
propios, diferenciado ya de la estructura predicativa negativa o confirmatoria (question tag)
originaria. Esta afirmación no excluye que, en ciertos contextos, pueda ser intercambiable
con la pregunta, al igual que otros MD conservar rasgos semánticos o distribucionales de la
categoría de la que provienen, cuando su gramaticalización no se ha completado totalmente.
En todos los casos, ¿no? expresa una petición inherente a su modalidad
interrogativa que se refleja como estrategia fática: el hablante pide la atención del oyente
para que dé muestras de interés, aunque sean únicamente señales mínimas (mm, sí, ya).
Este valor lo comparte con ¿eh? y es el que les sitúa en el grupo de marcadores
metadiscursivos de control del contacto. Asimismo, comparte con ¿eh? la posibilidad de
262
Marcadores discursivos en posición final
funcionar de forma autónoma en un turno (posición independiente) y de ser equivalente a
otros marcadores como ¿verdad? cuando se quiere confirmar una opinión o afirmación.
No obstante, se diferencia de ¿eh? tanto en su origen (adverbial y no interjectivo),
como en ciertas restricciones de uso: la forma ¿no? solo puede combinarse con ciertas
estructuras negativas, solo cuando es también conmutable con ¿verdad?:
(115)
No vayas ¿eh?
(115’)
*No vayas ¿no?
(115’’)
No vendrás tarde ¿eh? ~ ¿no? ~ ¿verdad?
Por otra parte, ¿no? desarrolla un uso atenuador en posición final, en ocasiones
combinado con otro marcador de valor atenuante, mientras que el valor intensificador (muy
habitual en el uso de ¿eh?) apenas se presenta en el caso de ¿no?
A continuación, se describen las funciones de otros marcadores del discurso de
control del contacto menos frecuentes que ¿eh? y ¿no?, así como de otros marcadores cuya
posición discursiva prototípica también es la posición final.
263
Marta Pilar Montañez Mesas
264
Marcadores discursivos en posición final
7. Los MD de control del contacto (II): ¿sabes?, ¿entiendes?
7.1 El MD ¿sabes? en posición final
7.1.1 Descripción pragmática de ¿sabes?
7.1.2
Frecuencias de uso
7.1.3
Análisis cualitativo
7.1.4
Síntesis de funciones según su posición
7.1.5
Otros rasgos pragmáticos
7.2 El MD ¿entiendes? y otros en posición final
7.2.1
Descripción pragmática de ¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿ves?, ¿vale?,
¿verdad?
7.2.2
Frecuencias de uso
7.2.3
Análisis cualitativo
7.2.4
Síntesis de funciones según su posición
7.2.5
Otros rasgos pragmáticos
7.3 Recapitulación y conclusiones parciales
7 Los MD de control del contacto (II): ¿sabes?, ¿entiendes?
Los marcadores del grupo que presentamos a continuación, como hemos avanzado
(§5.1.3), muestran varios rasgos comunes, además de su uso habitual en posición final de la
unidad discursiva donde se alojan. Se trata, en su mayoría, de formas deverbales (¿sabes?,
¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿ves?), esto es, resultado de un proceso de gramaticalización a
partir de formas verbales plenas conjugadas, sobre todo, en segunda persona del singular
(aunque, en ocasiones, aparecen muestras bajo la tercera persona en concordancia con
‘usted’, en cuyo caso no es tan evidente que el significado se haya fosilizado, sino que aún
perviven gran parte de los semas del verbo: ¿sabe?, ¿entiende?). Morfológicamente,
algunos se han documentado en otras variedades diatópicas del español en el paradigma
voseante (¿sabés?, ¿(me) entendés?) estudiados por Boretti (1999), entre otros.
Cabe señalar que, a excepción de ¿sabes?, los demás tienen una frecuencia de uso
muy limitada en el corpus (por ejemplo, de ¿entiendes? hay 8 ocurrencias de las que solo 7
pueden considerarse marcador)279; ahora bien, dada su presencia recurrente en la
279
Por ejemplo, usos como
E: pero sabes pa– es que yo– ¿sabes lo que tuve? tuve una especie dee/ ¿cómo se llama? empacho no↓era– era→ (2’’)
(L.15.A.2, p. 108, l. 1107)
265
Marta Pilar Montañez Mesas
bibliografía, no hemos querido prescindir de los datos obtenidos en nuestro corpus, si bien
se ofrecen en relación con el marcador ¿sabes? que sí presenta una frecuencia
relativamente significativa (46 muestras como MD)280. Del mismo modo, se ofrecerán
algunos rasgos descriptivos del resto de marcadores afines que hemos situado en este
subgrupo de control del contacto: ¿sabes?, ¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿ves?, ¿vale? y
otro afín, aunque de naturaleza no verbal, ¿verdad?
Estas formas han sido estudiadas por varios autores, tanto en español como sus
equivalentes en otras lenguas, ya desde los trabajos de J. Ortega Olivares (1985 y 1986),
quien los denominaba apéndices comprobativos o justificativos modalizadores, porque
cuando se explicitan en el enunciado, definen la modalidad escogida por el hablante.
Veamos detenidamente sus rasgos y comprobemos si la posición resulta determinante para
discriminar sus funciones.
7.1 EL MD ¿SABES? EN POSICIÓN FINAL
7.1.1 Descripción pragmática de ¿sabes?
El marcador ¿sabes? es el más frecuente de este segundo grupo de MD empleados,
normalmente, en posición final. Este marcador metadiscursivo de control del contacto (en
términos de Briz Gómez, 1998: 224 y ss.) se ha analizado tanto es español (J. Gille, 2006;
J. Gille y C. Häggkvist, 2006: 65-67; A. Said-Mohand, 2007) como en otras lenguas, en
especial, la forma del inglés you know (D. Schiffrin, 1987; J. E. Fox Tree y J. C. Schrock,
2002).
Como marcador metadiscursivo, tiene un claro valor interactivo que favorece la
relación entre los interlocutores (de ahí que se haya analizado también su papel como
muestra de cortesía) y ayuda a regular la conversación. Esta función ya la señala J. Ortega
en los que sabes mantiene su carácter de verbo, como muestra el hecho de que se inserta en una estructura
predicativa y recibe los complementos facultativos que requiere su carácter transitivo. Por tanto, no es
partícula.
280
Es el único marcador de este tipo que Jørgensen (2005) registra en el habla juvenil en el copus COLA (en
concreto, en los subcorpus de Madrid y Buenos Aires), el tercero por su frecuencia, solo después de tío, tía y
tronca.
266
Marcadores discursivos en posición final
Olivares (1986) quien, partiendo de la Teoría de los Actos de Habla de J. Searle, afirma que
¿sabes? aparece frecuentemente en enunciados-base asertivos, pero también en otro tipo de
enunciados del mismo valor, con “el intento de justificar ante el oyente la emisión del
enunciado-base”; dicho de otro modo, hacerlo pertinente porque el hablante lo considera
importante para el oyente. Este es el cambio que se produce en la estrategia lingüística y
que distingue a una emisión con el apéndice ¿sabes? de otra sin apéndice281. Esos otros
enunciados-base pueden ser, según el autor:
- asertos parciales (por la presencia de recursos dubitativos: “es posible que”, “yo
que tú”), con un menor grado de compromiso del hablante (1986: 276);
- exclamativos;
- de naturaleza exhortativa (elementos asociados a órdenes) que, como es esperable,
están orientados hacia el futuro. La presencia de ¿sabes?, en este caso, convierte el
enunciado-base exhortativo en una orden justificada (1986: 279), esto es, el
marcador parece señalar una evidencia compatible que justifica la orden o mandato
–el acto exhortativo– de ahí la denominación de “apéndice justificativo”.
En el caso del mandato, el hablante requiere de cierta autoridad. Esto lo opone a los
casos de peticiones, en que no es necesaria. Muchas de estas peticiones son
indirectas y tienen apariencia de aseveraciones: Hay que trabajar mucho para vivir
¿sabes? / Tengo sed ¿sabes? por lo que la presencia del apéndice no garantiza que
el oyente sepa “abstraer la justificación que en cada momento proceda”282 (1986:
280-281).
- Con los enunciados desiderativos, que no requieren de destinatario, el apéndice
sirve para justificar el deseo evitando que el oyente pueda entenderlo como
“descabellado”, en palabras de Ortega Olivares (1986: 283).
El capítulo sobre MD de la Gramática descriptiva de I. Bosque y V. Demonte, a
cargo de M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés Lázaro (1999), es el que ofrece una visión
global de la marcación y organiza la mayoría de marcadores del español. En su
clasificación, como anticipábamos en el capítulo 2 (§2.1.3), sitúan los marcadores de este
281
Esa es la etiqueta que emplea el autor. En nuestro caso, optamos por ‘marcador del discurso’ (MD), como
ya se justificó (§2.1).
282
Dicho en términos de la teoría de la relevancia sería extraer las inferencias oportunas.
267
Marta Pilar Montañez Mesas
grupo entre los marcadores conversacionales, en su mayoría, metadiscursivos. En el caso de
¿sabes?, lo ejemplifican en un apartado sobre formas verbales en segunda persona que
funcionan como marcadores de alteridad (§63.6.4.6), englobados, a su vez, entre los que
denominan enfocadores de alteridad, junto a otras formas como hombre283, bueno, vamos,
MD procedentes de verbos de percepción como mira/mire, oye/oiga, los apéndices
comprobativos (¿no?, ¿verdad?, ¿eh?, etc.) y fórmulas de cortesía como por favor, perdón
o permiso.
Con respecto a esas formas verbales de segunda persona que funcionan como
marcadores de alteridad (ves, verás, escucha, fíjate, sabes, entiendes, etc.), consideran que
no señalan ya percepción física o intelectual (es decir, muestran cierta ‘desemantización’),
sino que “son señales de ciertas actitudes del hablante en relación con el oyente”. En
concreto, afirman que, con algunas como ves, sabes o entiendes,
el hablante muestra que considera que el oyente desconoce la información que él le proporciona o los
fundamentos de la orden, exhortación, etc., más o menos suaves, que le transmite, al tiempo que llama
su atención y, en cierto modo, se justifica ante él (1999: 4187).
En definitiva, con sabes se busca “un clima de confianza con el oyente”, un
acercamiento, es decir, contribuye a la cortesía. También es cortés la forma ¿verdad?, que
incluyen en ese mismo grupo, al igual que ¿no? y ¿eh?, como apéndices comprobativos –
siguiendo la designación de Ortega Olivares– vinculados también con las partículas de
alteridad. Asimismo, comparten propiedades con las partículas modales deónticas como
vale, pero
exigen en menor medida una respuesta por parte del oyente, pues indican, más bien, en general, el
deseo del hablante de contar con el interlocutor, buscando su cooperación, su comprensión, su
complicidad, etc. Constituyen, por ello, medios expresivos de la cortesía negativa (1999: 4188).
Como venimos observando, Martín Zorraquino y Portolés Lázaro destacan ese valor
pragmático de cortesía en gran parte de los usos de los marcadores que aquí se describen.
Añaden rasgos gramaticales como su fijación inestable, que las aleja de la categoría MD; la
posibilidad de combinarse con otros elementos, incluso con vocativos (en el capítulo 6
hemos analizado, precisamente, combinaciones de ¿eh? de ese tipo: ¿eh, tú?); y rasgos
283
Retomaremos las cuestiones sobre hombre y otros apelativos nominales en el capítulo 8.
268
Marcadores discursivos en posición final
prosódicos
como
la
alternancia
entre
la
modalidad
asertiva
e
interrogativa
(verdad/¿verdad?)284.
Por su parte, L. Cortés Rodríguez y M.ª M. Camacho Adarve (2005: 174) explican
algunos de estos marcadores de base léxica, tales como ¿me explico?, ¿verdad?,
¿comprende?, y consideran que
son mecanismos de comprobación o justificación, supuesta o real, de que el oyente está inmerso o
interesado en la interacción; dicha acción suele ir acompañada de determinadas actitudes que, a
modo de guiños, lanza el hablante al oyente (más o menos novedad, interés, conocimiento del tema
transmitido, etc.), pero además, la mayoría de ellos facilita al oyente un lugar de transición para que
intervenga, aprovechando que el marcador se ha dirigido a su persona y que, de alguna forma, lo
implica. El grado de invitación al cambio de turno lo determinará la situación.
Son, por tanto, marcadores interactivos centrados en el oyente, aunque según su
carga semántica, pueden servir también como marcadores textuales de cierre (2005: 175).
Es decir, están ligados a la interacción, al ámbito dialógico. Del mismo modo, S. Pons
Bordería (2001: 230) considera que marcadores como you know o right? ejemplifican la
función comunicativa interactiva de la marcación del discurso (recordemos que proponía
tres funciones: la conexión, la modalización y la función interactiva).
J. Gille describe ¿sabes? en el grupo de los ‘apéndices conversacionales de
intersubjetividad’ y, dentro de estos, lo sitúa en el grupo de comprobativos (2006), junto a
no, eh, verdad o entiendes, etiqueta ya utilizada por J. Ortega Olivares (1986).
La variante ¿sabe?285 la incluyen G. Cepeda y M.ª T. Poblete (2006) como
marcador de cortesía, en un estudio empírico sobre la interacción médico-paciente. En
concreto, es una forma usada por la paciente, dentro de los marcadores de desarrollo del
turno, para apelar a la solidaridad de la doctora –pues su corpus se nutre de muestras
emitidas solo por participantes mujeres– cuando concita su atención médico-empática. Las
autoras concluyen destacando la importancia de estos marcadores ligados a “la dinámica de
la interacción y, por ende, a las estrategias de cortesía”.
284
V. infra §7.1.5.2 sobre aspectos prosódicos.
A. Matamala Ripoll (2008) incluye las formas catalanas saps? i sabeu? En nuestro corpus no figura ningún
uso de ¿sabéis?, por lo que no planteamos aquí la cuestión de los límites del marcador, sí lo comentaremos en
el caso de ¿(me) entiendes? / ¿entiende? más adelante (§7.2.3.1.2).
285
269
Marta Pilar Montañez Mesas
Mientras que la forma española ¿sabes? suele incluirse en la descripción de otros
marcadores o en estudios de conjunto, para la equivalente inglesa you know se han
realizado más investigaciones concretas o se han dedicado capítulos independientes en
manuales sobre marcadores o partículas discursivas. Así, D. Schiffrin (1987: 267 y ss.) lo
estudia primero de manera autónoma y, después, en relación con I mean, como marcador
meta-cognitivo que señala tanto lo que hablante y oyente comparten (idea de complicidad o
alianza que hemos visto en algunos usos de ¿eh? y ¿no?), como lo que es generalmente
conocido, ya que “marca verdades generales consensuadas que los hablantes suponen que
sus oyentes comparten a partir de su co-existencia en la misma cultura, sociedad o grupo”.
La autora, además, señala que es habitual en narraciones y discusiones, precisamente
porque “marca meta-conocimiento sobre el conocimiento compartido” que se evidencia en
este tipo de acciones lingüísticas: narrar e intentar convencer en una discusión (1987: 284).
También indica que, aunque con efectos pragmáticos diferentes, según la entonación y la
posición, todos los usos se centran en la atención del oyente (1987: 290), valor en que
coinciden Cortés Rodríguez y Camacho Adarve (2005) para los marcadores españoles.
Tanto you know como I mean están claramente ligados a la interacción y suelen
aparecer, además, en posición final. D. Schiffrin los analiza conjuntamente puesto que sus
funciones son complementarias (I mean se orienta a la producción y y’know, a la recepción)
y centran la atención del oyente, pueden combinarse, y su uso (o abuso) está socialmente
sancionado (1987: 309-311)286.
J. E. Fox Tree y J. C. Schrock (2002), a partir de la propuesta de Schiffrin, se
centran en el significado básico de cada uno para explicar su multifuncionalidad287, que
consideran solo aparente. Agrupan las funciones que describen en 5 categorías:
“interpersonal, turn management, repairing, monitoring and organizing” (2002: 728). En
esa descripción utilizan conceptos de la teoría de la cortesía, así como las diferentes
posiciones que ocupan y la entonación para precisar su(s) significado(s). Tanto you know
como I mean coinciden en que “have forward-looking functions” (2002: 736), pero se
diferencian si se reanalizan esas 5 categorías propuestas, en concreto, concluyen que
286
En cuanto a I mean, muestra la orientación del hablante hacia su propio discurso, especialmente como uso
reparador y, por tanto, funciona como marcador de modificación de las ideas e intenciones previas del
hablante, por lo que, además, contribuye a crear y desarrollar marcos interactivos (1987: 309).
287
También el DPDE describe los significados fundamentales de cada marcador y, para cada función, sus
valores contextuales particulares en apartados diferenciados de la microestructura del artículo lexicográfico.
270
Marcadores discursivos en posición final
You know may be increase in dialogue because its basic meaning focusses on addresses, by inviting
addressee inferences, whereas I mean’s basic meaning focusses on speakers, by forewarning speaker
adjustments (2002: 744).
Por su parte, A. Said-Mohand (2007) analiza la forma tú sabes (con entonación no
interrogativa) como marcador de información consabida entre los interlocutores288 y
establece tres funciones principales: progresión narrativa, conclusión y reformulación
(repetición o rectificación). Aunque parte de la forma no interrogativa, es interesante el
repaso bibliográfico que realiza, sobre todo, del equivalente en inglés you know, así como
de las lenguas con que esta entra en contacto. La mayoría de trabajos que compila
coinciden en destacar:
- su valor o función metalingüística
- su mayor frecuencia de uso en conversaciones (frente a entrevistas) y
- su mayor frecuencia de uso en situaciones informales (con amigos, conocidos…).
En cuanto a la posición, recoge la propuesta de R. Macaulay (2002) sobre la
relación entre estatus (sociolingüístico) y posición, quien afirma que “los de clase media
tienden a emplearlo en posición media de discurso para enmendar o reparar el enunciado
mientras que los de clase alta lo usan principalmente a final de enunciado” (2002: 754).
Estas conclusiones de Macaulay resultan originales, pues no hemos hallado otras
investigaciones que vinculen la posición con las características de los usuarios (sí la
frecuencia de uso, pero no ciertas funciones de los marcadores en relación a la posición que
ocupan en sus enunciados).
Al igual que sucedía en el uso de ¿eh? y ¿no?, los marcadores de este grupo
también son utilizados frecuentemente por hablantes con dificultades comunicativas. Tal es
el caso que recoge C. Valero Garcés (2012) en el ámbito de la comunicación intercultural y
en un tipo de interacción en que predomina el propósito transaccional, como es el diálogo
médico-paciente (cuando este último es no nativo). Su objetivo es analizar las estrategias
que emplean para la gestión interrelacional, esto es, para mantener la comunicación y evitar
288
Para ello, emplea la metodología sociolingüística: se basa en 56 entrevistas semiformales de jóvenes
bilingües estudiantes de español en la Universidad de Florida (EEUU), de 2.ª o 3.ª generación y compara los
resultados según frecuencia de uso, funciones, sexo, origen hispánico y nivel de suficiencia lingüística en
español.
271
Marta Pilar Montañez Mesas
los problemas que puede conllevar la falta de dominio de la lengua. En este tipo de
situaciones son frecuentes los marcadores ¿sabes? o ¿entiendes?, también ¿vale? en el caso
del médico (2012: 83). Se corrobora, por una parte, la importancia de estos marcadores
como formas de control del contacto y para favorecer la relación interpersonal entre los
participantes. Se advierte, por otra, el deseo de ser comprendido, de anticiparse a cualquier
malentendido o fallo en la comunicación, especialmente cuando esta es de tipo
transaccional, puesto que hay un propósito comunicativo más allá de la socialización (como
en el caso de la consulta médica) o cuando la conversación se halla en una secuencia
argumentativa o narrativa, como veremos en nuestro corpus.
Por último, aunque desde otro ámbito, como es su reciente estudio sobre
interjecciones, A. Matamala considera que
Les falques you know i I mean, recurrents en anglès, se solen vehicular amb unitats vinculades a verbs
de percepció (mireu, mira, sents?), però també amb formes gramaticalitzades procedents del verb
saber (saps?, sabeu?), tot i que en menor mesura (2008: 327).
Considera que son interjecciones impropias y tienen un valor fático-metalingüístico,
que inicialmente piden la confirmación del receptor, pero que pueden llegar a convertirse
en marcas discursivas que introducen un turno de habla (2008: 257).
Sería interesante comprobar si estas formas comparten valores con las que venimos
analizando, pues también se han incluido como MD (mira, oye, Pons Bordería, 1998a; o
Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999, entre otros).
7.1.2 Frecuencias de uso
El MD ¿sabes? presenta 46 ocurrencias en nuestro corpus, según se distribuye en el
cuadro siguiente a partir de su posición:
272
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 15. ¿Sabes? en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
¿sabes?
Nº de casos
totales: 46
FINAL
INTERVENCIÓN
21
FINAL
ACTO
16
INICIAL
INTERVENCIÓN
6
INTERIOR
ACTO
3
DE
La posición más frecuente, como se observa, es la posición final de la unidad donde
aparece, sea esta una intervención o un acto. Compárese con ¿entiendes?, cuya distribución
es muy similar y solo se documenta en esa posición en nuestro corpus:
Cuadro 16. ¿Entiendes? en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
¿entiendes?
Nº de casos
totales: 8
FINAL
INTERVENCIÓN
3
FINAL
ACTO
5
En el caso de ¿sabes?, si se desglosan cada una de estas posiciones, teniendo en
cuenta el tipo de unidad monológica en que aparece cada muestra, el análisis revela 9
posiciones posibles:
Cuadro 17. Distribución de las muestras de ¿sabes? según su posición discursiva
POSICIÓN
inicial
interior
final
UNIDAD
acto inicial (Ai)
intervención (I) simple
acto medio (Am)
acto final (Af)
intervención (I) simple
Ai
Am
Af
(I) simple
TOTAL
CASOS
3
3
1
1
1
7
9
9
1
2
46
Este desglose obedece a la distinción entre intervenciones simples e intervenciones
complejas, esto es, al hecho de que incluyan uno o varios actos. Pero, dado que nuestra
unidad básica de análisis (como propusimos en §5.1.2.1) es la intervención, agrupamos las
muestras cuya posición coincide en el nivel de la intervención, esto es, el inicio de un Ai y
el inicio de una I representan la posición de inicio absoluto de un participante, por tanto,
273
Marta Pilar Montañez Mesas
hemos analizado conjuntamente esas muestras (como ya explicamos en 6.1.2 para los casos
de ¿eh? y en §5.1.2.1). Lo mismo sucede con la posición final del Af (último acto de una
intervención compleja) y la posición final de la I (se entiende que es una intervención
simple), en ambos casos, el marcador se encuentra en posición final absoluta de la
intervención del participante. Por último, también hemos agrupado los usos en final de acto
(tanto si era el primer acto como un acto interior de la intervención), por una parte, y los
usos en posición media o interior de acto (independientemente de qué posición ocupe el
acto dentro de la intervención), por otra.
7.1.3 Análisis cualitativo
7.1.3.1 Posición final de intervención
La posición más frecuente de ¿sabes? en nuestro corpus es el final de una
intervención reconocida como turno, tanto si es una intervención compleja, esto es,
formada por varios actos, en cuyo caso, coincide con el final del último acto (Af, acto
final):
(116)
[Discusión de pareja]
B: además parece que te enfades conmigo todo el rato y/ °(no sé)°// yo pienso que tampoco me he
portado tan mal
A: #no# #si/ TÚ NO TE HAS PORTADO MAL// pero→# #no lo sé#/ #hay veces que– que me da la
impresión de que/ cuando estoy con mis amigos me–/ me miras como si me dijeras ¿por qué estás
ahí?/ ¿sabes?#
B: °(¿¡pero qué dices!?)°
A: o igual son imaginaciones MÍAS
(ML.84.A.1, p. 77, l. 184)
como al final de una intervención simple, constituida por un único acto:
(117)
[Secuencia lateral sobre un partido de fútbol, después se retoma el tema del trabajo]
S: este– este miércoles tenemoos// un partido bueno en la tele ¿no? el Valencia Madrid
J: es el [jueves]
G:
[el jueves] el jueves
S: el jueves
J: a ver si machacamos al Madrid/ °(¿no?)°
S: yo/ quería ir a verlo/ al campo/ pero como lo televisan→/ yo qué sé §
274
Marcadores discursivos en posición final
G:
S:
§ pero§
§ te ahorras mil duros
¿sabes?
J: [(( ))]
A289: [pos bueno]/ vas maña– vas↑/ yo te presento a la chica↑ ya que quedas túu con él↑ y te dice
empe– pa(ra) empezar sería el miércoles// ¿vale?
S: ¿estabas en el gabinete↑ dee Andrés↑ hace un momento?
(AP.80.A.1, p. 145, l. 119)
El hablante identificado como S busca el acuerdo, no le basta con afirmar su
opinión, necesita el consenso. Obtiene respuesta de J y, por tanto, es turno, aunque no sea
perfectamente audible en la grabación. En general, el uso de ¿sabes? constituye un refuerzo
argumentativo de tipo interactivo en secuencias argumentativas o polémicas, o bien de las
conclusiones a las que conduce su intervención. Nótese, en el siguiente ejemplo, que L está
defendiendo una postura, su intervención constituye un argumento coorientado con la
intervención de E acerca de la manera de vivir o entender la religión:
(118)
[Charlan sobre religión]
G: igual [que Juan290 ¿no?=]
E:
[yy]
G: = lo llamas Juan ¿no?
E: Juan
G: Juan supongo que estará↑/ pues hasta las narices de los curas§
E:
§ no/ Juan no/ Juan es un ((beato))
(RISAS)
G: síi
E: °(pues sí)°/ lo que pasa que él no va por ahí diciéndolo nii// yo qué sé/ él es– éel/ eso de la religión
es muy importante
G: no/ oye/ si// puede [ser ¿no?]
L:
[yo también pienso que la– la religión] es importante↑/ peroo tú te la– la
puedes entender de una forma o de otra/// ¿sabes?§
E:
§ él es/ tranqui tranqui
L: mm
E: o sea→
L: ((en determinados momentos))§
G:
§ por narices§
L:
§ como decía291
E: lo sé porque no tengo ni puta idea/ porque éel§
L:
§ ¿es raro?
G: no/ oye/ que desde pequeño pues le han daoo// más o menos desde pequeño↓ le han obligao↓ y al
final↑/ pues se ha acostumbrao/ yy
(L.15.A.2, p. 92, l. 438)
289
Regresa y retoma el tema anterior.
Se trata de Antonio Juan, novio de E, personaje al que ya se ha aludido con anterioridad.
291
Entre risas.
290
275
Marta Pilar Montañez Mesas
Ese refuerzo argumentativo a veces se apoya más en la relación entre los
interlocutores que en los propios argumentos o razones del hablante, sobre todo, cuando es
evidente el acuerdo entre ellos y la presencia del marcador intensifica ese acuerdo, en el
ejemplo anterior sobre la religión y en el siguiente sobre las relaciones esporádicas:
(119)
[Charlan sobre las relaciones esporádicas y la moral]
E: yo qué sé↓ yo no estaba diciendo eso↓ yo pensaba en una noche de fiesta yy/ conoces a un tío y te
mola↓ y túu/ no te apetece// pues no– no me nace– pues yo para que me apetezca ((enrollarme))↑
ha de ser un tío que conozca↓ que tal/ que→/ no sé↓ oye
L: a lo mejor algún día↑ te da la locura y lo haces§
E:
§ pero si ES VERDAD↓ YO NO DIGO QUE NO/
a lo mejor me da ahora mismo por cambio de [pensar=]
L:
[síi]
E: = y lo hago// yo que sé/// que ((si me mira)) el tío↑ pues te animas oye↓ antes a lo mejor lo– no se
trata de ir por ahí a ver– a la caza del rollo↓ entonces ya↑ si es que es una vez dices bueno§
G: § hay gente así o sea§
E:
§ síi yy yo– y yo considero a la gente/ estoy de acuerdo/ y yo me he ido de
fiesta con la gente↓ y la gente lo ha hecho↓ y yo he estao de (( )) viéndolo/// yo qué sé yo ahí→
L: eso es igual que lo que dice Sebastián↓ que había uno que era así
E: sí↓ pero yo ya te digo§
L:
§ YO NO LO HAGO§
E:
§ yo no lo hago porque mi postura sea contraria↑
sino por mí MISMA↓ porque yo/ personalmente↑§
L:
§YO NO LO HARÍA§
E:
§ noo estoy de acuerdo
con esto↓ (en)tonces// o s(e)a→/ a lo mejor conozco a un chiquito y digo ¡ay qué bueno que
está!// ¿sabes?§
L:
§ YO NO LO HARÍA292
G: no si OYE que yo§
L:
§ pero es que es eso
G: si quieres lo puedes hacer/ yoo§
L:
§ es que no lo haría// y ya está
(L.15.A.2, p. 94, l. 528)
En efecto, ese refuerzo del acuerdo entre los hablantes en posición final de
intervención con frecuencia busca el beneplácito del oyente, pues se le hace partícipe y se
le pide cooperación en lo que se viene diciendo, casi como si se apelara a un saber
compartido entre los participantes (este valor es el que describe D. Schiffrin 1987: 284) o,
como en estos casos, parece aludirse a un acuerdo –bien tácito o bien explícito– expresado
en la secuencia:
292
L se ve en la obligación de justificarse ante G, su novio.
276
Marcadores discursivos en posición final
(120)
[Continúa la charla sobre las relaciones esporádicas]
L: § aparte de que tú y yo ((tengamos una relación entre nosotros)) pero bueno/ eso por muchos
años293
E: pero lo cierto es que no depende de la EDAD/ per– pero vamos a ver/ [yo no– yo lo que=]
L:
[depende de gente]
E: = te estoy diciendo/ es que no teniendo edad↑/ se puede hacer eso/ pero no to’l mundo es así///
¿comprendes?/// pero que llega el momento en que hay otros valores más importantes↓ que yo lo
tengo muy claro↓ conozco a un tío/ y que dig(o) ¡jo(d)er! ¡qué bueno que está! y que no estoy
pensando (( ))294 ¿sabes?
G: claro que piensas→/ que vale↓ que§
E:
§ claro§
G:
§ ¡qué bien que está!§
E:
§ ¡qué bien que está! pues muy
bien§
G:
§ ¡yy qué simpático que es! ¡qué agradable [que es! pero→]
L:
[sí y a lo mejor en un] momento
de[terminado↑ pues puedes enrollarte con él=]
E:
[síi/ a lo mejor/ claro]
L: = pero no necesariamente [ese día (( ))]
(L.15.A.2, p. 95, l. 552)
Además del valor de refuerzo en las secuencias argumentativas, también es
frecuente el uso de ¿sabes? en secuencias narrativas, donde se orienta a mantener la
atención del oyente (función también señalada por Schiffrin, 1987: 267 y ss.) para que no
pierda el hilo de la narración o anécdota y para que la información se convierta en saber
compartido:
(121)
[A continúa narrando un viaje en que tenían que dar propina por todo, tras una interrupción sobre
fruta]
B: ¿Ángeles has cogido/ naranjas o qué has cogido?
C: mandarinas
D: ¿y no hay– no hay opcionales↑? ¿eh? bueno
A: a veces sí/ pero no siempre
D: es que en algunos edificios aquí en Valencia→
C: ((mira)) ya han encontrao [los trapos ee– y=]
D:
[¡aah! ¡qué bien!]
C: = ese papel también295
A: pues/ cuando sales del hotel hay una cola↑ y el conserje va llamando a los taxis/ pero los taxis ya
ven la puerta de un hotel y se van arrimando// ¿sabes? yy en– te van ayudando a subir te van
ayudando a subir y/ tú TE PONES EN LA COLA DEL TAXI↑ ¿sabes?§
C:
§ sí§
293
Entre risas.
Entre risas.
295
Se dirige a D.
294
277
Marta Pilar Montañez Mesas
A:
§ del– del taxi pero↑
cuando el conserje te ha llamado al taxista↑ tú le has de pagar un dólar
C: [(RISAS)]
D: [¡qué pasada!]
A: tú vas soltando dólares pim pam↑ pim pam↑ to– todo el día (8”)
(IM.339.B.1, p. 373, l. 139 y 141)
Obviamente, sus interlocutores no han visitado ese lugar y no conocen las
costumbres (así se desprende del análisis íntegro de la conversación), de modo que el
marcador no apela a un saber compartido, sino que llama la atención sobre lo que viene
contando, para comprobar que el interlocutor comprende el alcance de sus palabras. En
estos contextos, el marcador ¿sabes? sería conmutable por otros de naturaleza similar como
¿entiendes? o ¿comprendes? que muestran más claramente esa función de comprobar que
se ha comprendido algo y asegurar la correcta transmisión de los datos.
En algunas de estas secuencias narrativas en que el marcador aparece en posición
final de intervención, se sitúa justo detrás de un fragmento en estilo directo, como en (116)
y en (119), ya analizados:
(116’)
[Discusión de pareja]
B: además parece que te enfades conmigo todo el rato y/ °(no sé)°// yo pienso que tampoco me he
portado tan mal
A: #no# #si/ TÚ NO TE HAS PORTADO MAL// pero→# #no lo sé#/ #hay veces que– que me da la
impresión de que/ cuando estoy con mis amigos me–/ me miras como si me dijeras ¿por qué
estás ahí?/ ¿sabes?#
B: °(¿¡pero qué dices!?)°
A: o igual son imaginaciones MÍAS
B: pues estás equivocado totalmente↓ o sea–/ ¡buf!/296 a mí no me importa que estés con tus amigos/
y tú o sea deberías saberlo§
(ML.84.A.1, p. 77, l. 184)
Aquí recoge lo dicho (o pensado)297 por otra persona (otra voz) y en el siguiente –
explicado más arriba ()– lo pensado por el propio participante, reproducido aquí como
(119’):
(119’)
E: §noo estoy de acuerdo con esto↓ (en)tonces// o s(e)a→/ a lo mejor conozco a un chiquito y digo
¡ay qué bueno que está!// ¿sabes?§
(L.15.A.2, p. 94, l. 528)
296
Expresión de rechazo.
Camargo Fernández, C. (2005): “Cuando decir equivale a pensar. La función evaluadora de las citas
directas en la conversación en español”, en Interlingüística, 15, 237-246.
297
278
Marcadores discursivos en posición final
No ha de entenderse que solo afecta a la cita, sino que incide sobre el conjunto
argumentativo que se está presentando. Quizá la razón de que el hablante lo sitúe justo
después de la cita se deba a que quiere marcar el fin de la cita y que se comprenda
adecuadamente el mensaje, como una frontera para delimitar las dos voces del discurso que
intervienen en casos de polifonía.
En todos estos casos, el marcador ¿sabes? presenta el rango estructural de un
subacto y, más en concreto, un subacto adyacente. Dado que vincula la relación entre
emisor y receptor, constituye un subacto adyacente interpersonal, si bien en otros ejemplos
muestra un valor más textual.
Recordemos que Briz Gómez y otros (2003: 52) y Grupo Val.Es.Co. (2014: 62)
consideran que los subactos adyacentes interpersonales pueden estar ocupados por
partículas como ¿eh?, ¿sabes?, ¿no?, entre otras. Al igual que otros marcadores de control
del contacto, ¿sabes? o ¿entiendes? no pueden considerarse muletillas o expletivos, sino
formas de hacer progresar la conversación. Solo podrán entenderse como expletivos en
aquellos casos en que aparezcan sin valor alguno, no en estos casos, en que sí poseen un
valor pragmático: petición de acuerdo e intensificación de lo dicho.
Ese valor como marca de información que pretende ser compartida se mantiene
incluso si la intervención no es turno, cuando no obtiene respuesta, como en (121). En tales
casos, el hablante se reafirma sin más en lo dicho:
(122)
[Hablan sobre el alcohol]
G: sí↓ está bueno/ el Jotabé siempre está bueno (RISAS)
E: sí↓ a(de)más si estuviera fresquito estaría mejor ¿no? ¿o qué?
G: no↓ a mí me gusta– hay gente quee bueno↓ pues se lo [afloja con hieloo=]
E:
[si lo pones con (( ))]
G: = con agua [no↓ no↓ no=]
E:
[¿te mola?]
G: = yo prefiero el güisqui solo/ no me gusta mez– e– el güisqui↑ es una bebida que no me gusta
mezclarla§
E:
§ yo qué sé↓ yo soy antialcohol/ lo que pasa que la botella de Jotabé me la [regalaron]
L: [¿antialcohol?]298
E: no↓ lo que pasa que me la regalaron↓ la Jotabé me la regalaron °(¿sabes?)°
G: ¿antialcohol↑ qué quiere decir? °(que no te gusta el alcohol)°
E: (( ))
298
Entre risas.
279
Marta Pilar Montañez Mesas
G: no/ yo tampoco
E: a ver si§
L:
§ a ver si lo confundes con la– con ((la neurosis))
(L.15.A.2., p. 109, l. 1150)
La intervención de G tras el marcador no reacciona a ‘la Jotabé me la regalaron
º(¿sabes?)º’, sino a la anterior intervención-turno de E ‘yo qué sé↓ yo soy antialcohol/ lo
que pasa que la botella de Jotabé me la [regalaron]’, es decir, la intervención donde se
emplea el marcador no constituye turno, pero mantiene su valor reafirmador. Cuando es
reafirmativo, el MD se vincula a unidades monológicas; por eso no extraña que pueda
aparecer al final de intervenciones de paso, que no constituyen turno.
En otros casos, el marcador ¿sabes? es muestra de cortesía, da opciones al otro:
(123)
[A ayuda a conseguir un trabajo a uno de sus interlocutores]
A299: [pos bueno]/ vas maña– vas↑/ yo te presento a la chica↑ ya que quedas túu con él↑ y te dice
empe– pa(ra) empezar sería el miércoles// ¿vale?
S: ¿estabas en el gabinete↑ dee Andrés↑ hace un momento?
A: sí// ¿por qué lo sabes↑?
S: porque estaba jugando yo con tu hijo
A: (RISAS) dame fuego§
S:
§ mm§
A:
§ que lo tuyo lo he intentao localiza(r)↑ pero es que/ tiene el teléfono
portáti(l)↑/ [d’esee↑=]
J:
[cuando puedas/ tranquila]
A: = y noo/ a ver↓ esta noche lo llamaré↓ otra vez
J: tú cuando puedas ¿sabes? (3”)
A: yy si quierees/ dee– alguno de agente de seguros↑
S: ¿cuál [ees↑=]
J:
[¿un trabajo?]
S: = la misión dee/ del agente [de seguros?]
?:
[ve– vender] seguros// vendía yoo// una temporada/// no vendí ni uno
y lo tuve que dejar
A: (RISAS) [pues por eso/ yo ni lo=]
J:
[¿no vendiste ninguno?]
A: = he cogío/ yo ni lo he cogío/ mira (RISAS)
(AP.80.A.1, p. 146, l. 134)
Por otro lado, el papel que desempeña ¿sabes? en posición final de intervención (al
igual que el ¿eh?1) es el de cesión del turno de habla, esto es, el MD o partícula es una
marca reconocida como LTP por el interlocutor, quien inicia inmediatamente su
299
Regresa y retoma el tema anterior.
280
Marcadores discursivos en posición final
intervención. Uno de los rasgos característicos es el ascenso tonal, desde el punto de vista
prosódico, por lo que el hablante interpreta ese ascenso como final de la intervención del
otro participante y, generalmente, reacciona a lo dicho de inmediato, apenas hay silencio
entre los turnos.
7.1.3.2
Posición final de acto
En este caso, el acto no es el acto final, sino que se trata del acto inicial (Ai) o de un
acto interior (Am) en una intervención compleja. De no aplicar el modelo de segmentación
del grupo Val.Es.Co., que tiene en cuenta las unidades monológicas más allá del turno o de
la intervención, estos casos serían calificados como usos intermedios del marcador; pero si
se ahonda en el tipo de unidades, se advierte que el marcador ocupa la posición final de la
unidad a la que hace referencia, en este caso, un acto. En él, el MD es un subacto adyacente
que añade un valor de refuerzo a lo dicho:
(123)
[Conversan sobre unos temarios de oposiciones]
L: ((lo que)) pasa es que te cuesta VEINTE MIL o treinta mil pelas§
E:
§ ¡ah! pues yaa da igual/ te
reúnes con cuatro o cinco↑// te reúnes con cuatro o cinco↓ [y sacas tú los temas]
L:
[claaro/ claro] es una idea§
E:
§ esa es
la idea/ sí/// te reúnes con cuatro o cinco↑// se pagan entre cuatro o cinco↓ veinte mil pelas o más/
o diez// y luego se hacen fotocopias
L: claro
E: #es que yo quiero ir con la gente de literatura/ con Ana y esta gente// ¿sabes?/# #paraa// tener lo
mismo/ ¿mm?§#
L:
§ mm
E: y hablando de temas ((¿tú sabes lo que habrá?)) ¿eh?/// habrá de literatura o de lengua ¿no?
L: °(no sé)°
(L.15.A.2, p. 89, l. 311)
Este uso, de carácter más formulativo, no cede el turno ni pide la colaboración del
oyente, como ocurría con ¿sabes? en final de intervención, sino que queda como refuerzo
argumentativo del acto ‘es que yo quiero ir con la gente de literatura/ con Ana y esa gente’,
o como llamada de atención sobre ese segmento de la intervención antes de proseguir, sin
esperar respuesta, y apela a un saber compartido –supuesta o realmente– entre los
participantes, es decir, parece existir una información o experiencia previa compartida por
281
Marta Pilar Montañez Mesas
E y L que le permite emitir esta aseveración, como si afirmara ‘quiero ir con esa gente por
lo que tú y yo sabemos’. En este caso, ese saber previo se explicita en el acto final de la
intervención: ‘para/ tener lo mismo/ ¿mm?’, es decir, para compartir el gasto de los
temarios y poder tener una copia sin tener que desembolsar el precio íntegro300.
En efecto, este uso en final de acto no espera respuesta, solo refuerza lo dicho, como
en (124):
(124)
[Charlan sobre la posibilidad de ir al gimnasio]
S: yaa– NO↓ voy a ir a un sitio que van un– unos amigos míos
J: y ya está§
S:
§ y así↑ pues/ con la excusa de que también van ellos↑/ pues [iré=]
J:
[mejor]
S: = porque// como tenga que IR yo solo/ a un sitio quee está un poco lejos y tal↑ ya no voy
J: claro// [es mejor ir con gente]
S:
[yo qué sé]// soy muy perezoso °(tío)°/ para esas cosas/ a la hora de comprometerte con
alguna historia que no sea necesaria↑/// tú imaginate pues estar todo el día currando y terminar a
las siete de trabajar↑// y vete a un gimnasio a hacerte pesas ¿sabes?/ todo eso los días que tengas
libre↓ porque si no tengo que venir aquí a dar clase
J: °(¡lo que jode↓ tío!)°
S: o sea quee/ voy a ir pillao// [gimnasioo↑=]
C:
[no/ peroo]
S: = curso/ gimnasio↑ curso
C: l– luego lo notas un montón ¿eh?
(AP.80.A.1., p. 157, l. 580)
D. Schiffrin (1987: 274) considera que sirve para ratificar al hablante como
proveedor de información, además de mantener el contacto y la atención del oyente; como
en el ejemplo que sigue, donde más que apelar a un saber compartido previamente,
introduce información que, gracias al marcador, se convierte en nueva información
compartida:
(125)
[Hablan sobre el barrio]
A: no/ no/ yo no me refería a eso/ me refiero↑/ a que van a cubrir fincas nuevas/ con fincas muy
viejas y con muchos derribos// simplemente me refería a [eso=]
G:
[((¡puah!)) ¿esoo?]
A: = porque claro/ todo lo que era el mercadillo→ y la calle San Gui– San Guillén→/ y todo esto//
hasta que desaparezca [esto]
300
Aquí el elemento discursivo que cede el turno es la forma ¿mm?, muy interesante por su escaso cuerpo
fónico y su nulo valor gramatical ni léxico, utilizada también en posición final. No es el objeto de nuestra
investigación pero, junto a las risas y otros fenómenos paralingüísticos en posición final, abre una vía de
análisis para estudios posteriores (valor pragmático, alternancia con MD, etc.).
282
Marcadores discursivos en posición final
[pero] este vive por allí ¿sabes? por eso lo conoce tan bien/ la calle
[Lérida]
G: [((allí/ bajo] mismo de La Caixa))//301 la calle Lérida
J: la calle Lérida
A: por eso hasta que§
G:
§ en la misma manzana que yo
(J.82.A.1., p. 170, l. 115)
J:
Dicho de otro modo, hace partícipe al oyente de una información que desea
compartir con él y sobre la que llama la atención. Tal es el caso de ciertos usos de ¿sabes?
tras un relato. Obviamente, el oyente no tiene por qué conocer las palabras exactas emitidas
por otro en una interacción anterior, pero el hablante quiere compartir esa información con
él:
(126)
[A relata la tasación de un reloj encontrado]
A: § digo ¿QUE de ponerle la saeta↑ qué me va a cosTAR? dice mil quinientas pesetas/// y yo digo
peroo lo repasará usted un poco ¿no? dice sí sí↓ eso→ además↓ en seguida lo vemos/// °(y en
seguida quitó la caja↑ y dice ¡vaya reloj! y dice pues si este reloj es buenísimo) °/ y mi marido→
OYE↓ ¿pero que es bueno de verdad?/ dice oiga↓ dice que yoo no estoy hablando de cachondeo
C: ¡madre mía!§
A:
§ digo tú fíjate si por mil pesetas te lo llego a dar (RISAS)
B: [(RISAS)]
C: [(RISAS)]§
A:
§ pero el hombre nos dijo si quieren venderlo↑/ dice yo mismo se lo compro// y mi
marido y yo↑ nos quedamos mirándole↑ y le digo no no↓ y mi marido dice no↓ ¡qué va a
vendel.lo! si– veníamos a arreglarlo↓ venimos a arreglarlo (RISAS) ¿sabes? así que allí está el
reloj en mi casa↑§
B:
§ en la caja fuerte (RISAS)
(RB.37.B.1., p. 227, l. 130)
Lo mismo sucede en (127) donde aparecen dos usos, uno en posición final de acto
(coincidiendo con un solapamiento, en la intervención de C) y otro en posición final de
intervención no turno, refuerzo sin más, en la que A realiza una respuesta evaluadora (Briz
Gómez y otros, 2003: 18), ‘una cabronada/ una cabronada ¿sabes?’:
(127)
[Sobre bromas telefónicas]
C: § y a una tía mía de mi marido también/ cante el himno de Valencia↓ que gana usté una televisión
en color/ [también de la radio↑]
A:
[(RISAS)]§
D:
§ y lo que se reirían [loo– los bromistas]
C:
[la mujer→]/ pos fíjate§
301
Sucursal bancaria.
283
Marta Pilar Montañez Mesas
D:
C:
§ es que (( ))§
§ era una mujer de
ochenta [años ¿sabes?=]
A:
[una cabronada/ una cabronada ¿sabes?]
B:
[(RISAS)]
C: = y viene el hijo y dicen ve– vetee aa la radio↑ por– por casi lo meten en la cárcel↓ que nos ha
salido una televisión y el muchacho allí exigiendo la televisión↑
(H.25.A.1, p. 237, l. 137 y 139)
En efecto, la información sobre la edad de la persona engañada por teléfono no es
conocida por los interlocutores. Con este uso, más que apelar a un saber compartido
anterior, el hablante emite una información u opinión que desea compartir sin estar seguro
de si el otro la conocía con anterioridad (seguramente no); el valor del marcador sería más
próximo a ¿(lo) sabías? Hemos documentado este uso también en muestras escritas
dialogadas de carácter literario:
(128)
[Charlan sobre un amigo en común]
-
Tengo la impresión de que Marino se siente muy frustrado con su vida personal –apuntó Wesley–
. Se siente solo.
Creo que ambas cosas son ciertas –respondí.
Pete Marino estuvo con Doris treinta años y pico, ¿sabes?, y de pronto se encuentra soltero otra
vez. Está desorientado, no tiene idea de cómo enfrentarse a los hechos302.
Nótese en el fragmento que, aunque los interlocutores tienen una información
compartida (la soledad de Marino), el dato sobre sus años de matrimonio no tiene por qué
ser algo conocido por el otro participante, pero sí pretende ser un conocimiento compartido
a partir de ese intercambio.
La partícula ¿sabes? no tiene el valor de corroboración de lo dicho de ¿eh?1, pero sí
comparte con ¿eh?2 el carácter fático-apelativo, llama la atención sobre lo que se viene
diciendo, y también puede desarrollar valores contextuales de intensificación (reafirmación
de lo dicho, refuerzo: eres tonto, ¿sabes?). La función pragmática que predomina, por
tanto, en el uso de ¿sabes? es la intensificación, auto-reafirmadora, y en eso coincide con
¿eh?1.
302
Patricia Cornwell (1996): La granja de cuerpos, Barcelona, Círculo de Lectores (=1994), trad. H. Sabaté,
p. 76.
284
Marcadores discursivos en posición final
7.1.3.3 Posición inicial de intervención
En el corpus encontramos varios ejemplos del uso de ¿sabes? en esta posición
discursiva, en la que el participante retoma o recupera un tema central que se venía
desarrollando en la conversación tras una digresión (desde el punto de vista temático) que,
en el modelo de segmentación que empleamos (desde el punto de vista discursivoestructural), denominamos diálogo lateral parentético (Briz Gómez, 2005). El marcador
sirve, en estos casos, para hacer progresar la conversación, pues reorienta de nuevo el
diálogo, como en (129):
(129)
[Hablando de viajes se introduce un fragmento sobre el aspecto físico de algunos participantes]
P: pues sí que son feos allí
M: allí
F: Y ENCIMA MARICONES (RISAS)
P: el ma[rido maricón y la mujer más fea que un pecao]
F:
[en– en Zamora nena habían unas laderas] así de– de [césped]
M:
[estás más] guapa ha engordao/ está
más guapa
J: ha adelgazao/ Chimo está adelgazao ¿eh?
F: sí
P: un [kilo]
M: [un kilo] (RISAS)
J: °(noo/ te veo adelgazao/ Chimo)°
P: eso es que me miras hoy con buenos ojos/ como ya has comido↑
M: (RISAS)
J: eso es mucha jambre303
F: ¿sabes?/ la cuestión es que/ ahí habían– en Zamora habían unoss– unas laderas así de césped↑/ y–
y una cosa graciosa/ este césped de aquí↑// era/ verde claro yy el de al lao verde oscuro/ parecía
que hacían rayas§
M:
§ ¿y eso porqu– ¡ah/ bueno! puede ser ¿no?/ pero ¿por quée?
F: no sé por el– [será de distin–]
P:
[pues a lo me]jor hayy más tierra o menos tierra
J: a lo mejor/ no (( ))§
F:
§ o sería de distinta clase [de tierra]
(PG.119.A.1, p. 285, l. 385)
En este ejemplo, F retoma el tema sobre la ciudad de Zamora, tras la secuencia
lateral de M, P y J sobre el aspecto físico de uno de los participantes, que se desvía o actúa
como un paréntesis en el desarrollo general de la conversación, cuyo tema central son
viajes y anécdotas en diferentes ciudades y sobre un grupo de gente que también
303
En tono de chanza.
285
Marta Pilar Montañez Mesas
participaba en ellos. Se trata, por tanto, de una llamada de atención para hacerse con el
turno de habla y reconducir la conversación al tema principal. Más adelante, en la misma
conversación, se utiliza de nuevo en esta posición discursiva inicial:
(130)
[Prosigue la narración del viaje]
F: cuando hace tanto calor/ que van tan tapaos
J: no tendrán calor
F: no tendrán calor// pues eso/ eespera/ la manta de abajo/ que era así/ ajustable↑/ llevaba unas gomas
ajustables y luego arriba↑§
J:
§ [mantiene siempre=]
F:
[y además siempre]
J: = la temperatura/ los grados§
M:
§ ¡uy chica/ ¡qué bien!§
J:
§ la temperatura§
F:
§ no coge olores ni de pies ni
de nada/ o sea/ que una vez al año/ si quieres↑/ coges un– un paño húmedo y le haces así por la
manta↑/ y ya está/ y no necesitas ni más mantas/ ni más sábanas/ ni más nada// ni– ni tan siquiera
camisón pa(ra) dormir
M: ¿quieres algo más?/304 ¿saco más?§
F:
§ luego te– te daban también→
J: si tu marido está aquí con el vino y el pan y/ yo también
M: ¡uy!/ pues SACO MÁS
J: el bacalao
F: no el bacalao está a (( ))§
M:
§ el bacalao/ ya lo he echao todo
J: (( ))
F: ya y los capellanets305 se han quedao en casa
J: ¡uy! ¡uy!
M: ¡ay! a ver§
F:
§ los capellanets§
M:
§ a ver/ a ver/ qué chasco
J: (( ))
F: ¿sabes?/ la cuestión–/ la cuestión es que/ daban eso/ [(( ))=]
J:
[(( )) Mari]
F: = dos almohadones y dos riñoneras paraa
M: para que no cogieras/ frío
J: (( )) coño/ te vas a acostar/ parecee que te vayas a– a–/ a una competición
P: pero si/ si tienes (( ))
M: (GRITOS) donde estabas
F: y te dan zapatillas/ zapatillas también para levantarte
(PG.119.A.1, p. 288, l. 512)
El participante identificado como F está explicando las prendas que daban en el
viaje para protegerse del frío, pero se inserta una secuencia lateral de M invitando a tomar
algo y explicando los alimentos que hay. F retoma el tema que había quedado interrumpido
304
305
Referencia a la comida.
Designación valenciana de un pescado.
286
Marcadores discursivos en posición final
mediante el uso del marcador ¿sabes? en posición discursiva inicial de intervención. Se
comprueba que es una intervención solo iniciativa, pues no reacciona a la inmediatamente
anterior, sino que, mejor dicho, inicia un nuevo diálogo, retomando el tema central de la
conversación sobre el viaje.
Hay que hacer notar, eso sí, que ambos ejemplos pertenecen a la misma
conversación y al mismo hablante, identificado como F, por lo que sería necesario
comprobar si este uso está más extendido.
En el siguiente ejemplo se observa la presencia de habla sucesiva (cuya marca en el
sistema de transcripción es el símbolo §), es decir, el hablante continúa el turno tras una
breve muestra de acuerdo que apenas ocupa un segmento de habla vacío entre las
intervenciones del otro, y que, generalmente, constituye una marca de acuerdo y de
recepción (Vázquez Veiga, 2003):
(131)
[Comentan anécdotas mientras ven fotos]
V: § Josema/ ee Santii / y y– estos son arab– este y suu– y su novia/// que es– ahora bueno ahora
saldrá/ esta/ Cristina/ es los que van a ir a Monestirs306 y han quedado con Lola que dice que/ ¡ah
sí! que se acordaba mucho de tii↑§
A:
§ claro→§
V:
§ ¿sabes? que ¡ay qué bien! ¡qué encantadora! tal/
pues/ ((dice)) que/ por teléfono hablaron con ellos y– y les trató superbien§
A:
§ sí sí sí§
V:
§ se quedaron
encantados/ están deseosos de ((arrancar)) el día tres/ de febrero para ir/ durante el día/ ellos lo
hacen por el día/ la boda/ y yo decía ROBERTO NO ME HAGAS FOTOS§
A:
§ te escondías→
(IH.340.A.1, p. 381, l. 161)
En este caso también es refuerzo, focaliza lo expresado por otra persona, que afecta
directamente al interlocutor.
En síntesis, en los casos en que el marcador ¿sabes? ocupa la posición inicial
absoluta de intervención, el hablante retoma o recupera el tema anterior tras una secuencia
lateral parentética o tras una intervención breve de acuerdo, lo que hace progresar la
conversación. Por tanto, en estos usos, el marcador ¿sabes? constituye un subacto
306
Se refiere a Monastir, ciudad de Tunicia.
287
Marta Pilar Montañez Mesas
adyacente textual (SAT). Con frecuencia, inicia diálogo, que puede retomar el tema o
alguna información dejada atrás o interrumpida por alguna digresión o cambio de tópico.
7.1.3.4 Posición interior de acto
Esta posición es la menos frecuente en el corpus, apenas 3 usos de ¿sabes? se
ubican en este punto de la intervención. Como anticipábamos en el análisis cuantitativo,
consignamos aquí los casos en que el marcador ocupa la posición media o interior en un
acto de la intervención, independientemente de si está formada por uno o más actos y de si
se trata de un acto inicial, medio o final, es decir, lo relevante para el análisis es que el
marcador constituye un paréntesis en la emisión del hablante.
En los tres ejemplos de nuestro corpus, la función del marcador en posición interior
es el mero refuerzo textual, no cede el turno ni espera respuesta, pues continúa su
intervención. En el ejemplo, J está narrando la experiencia con un turista muy crítico con el
que coincidieron en un viaje.
(132)
F: que en Valencia había comido las PEORES PAELLAS que– que había comido él§
J:
§ ¿sabes?/ y
digo síi [sí/ no/ no// bueno]
M:
[depende de dónde]
P: si no sabe dónde tiene que ir a comer→
J: me di– ¡ah! y me dicee las ostras o no sé qué// dice porque aquíi/ porque no sé cuántos/ no/ en
Valencia/ que [no]
F:
[en] Valencia no habían ostras (( ))
M: ((vete a)) (( )) y verás como sí hay ostras
J: lo que tienes que hacer es gastarte el dinero y verás como sí que hay ostras
M: (( ))
J: #que conste que allí en el hotel nos dieron bien de comer//# y el tío/ que tal y que cual #y digo
¿qué quieres que te den? por lo que pagas ¿qué quieres que te den?/// ¿salmón to(do) los días?///
y el tío se mosqueó ¿sabes? se levantó y se fue#/ digo ¡hale! vete a tomar por culo/ hijo puta///#
la mujer en contra d’él también un/ un cabezón de– de la hostia#
F: y era tarde/// íbamos a Santiago// y el GUÍA/// que nos iba explicando todo lo dee las catedrales y
todo eso// le acabó de dar la puntilla (RISAS)
J: ((y tú y yo saltamos a la vez)) ¡TOMA!
(PG.119.A.1, p. 277, l. 45)
Este uso en posición interior es más formulativo que los otros, funciona como
subacto adyacente de tipo textual (SAT) incrustado en mitad de un acto ‘y el tío se mosqueó
se levantó y se fue’, aunque mantiene el valor de refuerzo, pues resalta la actitud, a su
288
Marcadores discursivos en posición final
entender, excesiva del turista. Este valor y los anteriores se describen gráficamente a
continuación.
7.1.4 Síntesis de funciones según su posición
Cuadro 18. El marcador ¿sabes? en la conversación coloquial española.
¿Sabes?
en
el Posición discursiva
Función pragmática
Corpus Val.Es.Co.
(2002a)
¿sabes?1
Final de intervención turno Apela
a
una
nueva
o final de acto.
información compartida como
Cede el turno.
argumento
o
refuerzo
narrativo. Puede ir tras un
estilo directo.
¿sabes?2
Posición
inicial
de Llama la atención del receptor
intervención, para retomar sobre una nueva información o
el diálogo central.
retoma un tema anterior tras
No cede el turno.
una interrupción o secuencia
lateral parentética.
Puede seguir a una respuesta
mínima.
¿sabes?3
Final de intervenciones Acompaña a actos evaluadores
reactivas
no
turno, del receptor, como marca de
evaluadoras.
cortesía.
J: cuando puedas ¿sabes?
Tipo de unidad
discursiva
Subacto
adyacente
interpersonal
(SAI)
Subacto
adyacente
interpersonal
(SAI) o textual
(SAT)
Subacto
adyacente
interpersonal
(SAI)
7.1.5 Otros rasgos pragmáticos
7.1.5.1 Aspectos ilocutivos
Los MD procedentes de formas verbales conjugadas, en el proceso de
gramaticalización o fijación discursiva, mantienen parte de la carga semántica de la palabra
de origen. En este caso, ¿sabes? procede de un verbo intelectivo.
Obsérvese en el siguiente ejemplo que ciertas estructuras predicativas también
aparecen en posición final pero no constituyen ejemplos de marcación del discurso, sino
formas plenas concordadas con sus complementos, en este caso, el CD ‘lo’:
(133)
[A explica a B el funcionamiento de un producto informático]
B: exacto§
289
Marta Pilar Montañez Mesas
§ es que si no/307 difícilmente es→ bueno y luego viene el grueso de la cuestión que es el
Aese↓ el Aese y el Debedós/// el Aese↑/ es un/ paquete dee Ibeeme de soporte a toma de
decisiones// (en)to(n)ces/ fundamentalmente el Aese lo que pretende es coger información mm
atómica o desagregada// que sale del entornoo digamos operativo↑ pues no sé/ en nuestro caso
sale de un equipo diferente porque nosotros tenemos todo el proceso telebancario en bul//308 una
máquina que ya lo sabrás °(¿no lo sabes?)°
B: sí
(XP.48.A.1, p. 345, l. 352)
A:
La prueba de que estamos ante usos divergentes a los discursivos es que, en este
contexto, la estructura predicativa oracional ¿no lo sabes? y el MD ¿sabes? no son
conmutables, no tienen el mismo funcionamiento ni están en el mismo plano del discurso.
La carga semántica del verbo en este ejemplo es completa: A pregunta si B conoce algo o
no, no apela a un saber compartido ni refuerza lo que viene diciendo.
Otro aspecto reseñable es el tipo de acto de habla con el que se emplea el marcador.
El análisis revela que todos son actos expresivos, pues el hablante emite una opinión o
valoración que es la que se refuerza o sobre la que llama la atención; solo en un par de
casos el carácter expresivo es sutil y parece predominar el valor meramente representativo,
porque el hablante explica con cierta carga argumentativa. Coinciden con dos usos en que,
discursivamente, el hablante retoma una intervención anterior tras una secuencia lateral y se
ubican en posición inicial absoluta de intervención, el marcador funciona en estos casos
como subacto adyacente textual (SAT), pues sirve para regular y hacer progresar la
conversación. Véanse los ejemplos siguientes, en los que se recuperan las intervenciones
donde aparece el marcador. Todas son de la misma hablante (F), explicados en §7.1.3.3:
(129’)
F: ¿sabes?/ la cuestión es que/ ahí habían– en Zamora habían unoss– unas laderas así de césped↑/ y–
y una cosa graciosa/ este césped de aquí↑// era/ verde claro yy el de al lao verde oscuro/ parecía
que hacían rayas§
(PG.119.A.1, p. 285, l. 385)
(130’)
F: ¿sabes?/ la cuestión–/ la cuestión es que/ daban eso/ [(( ))=]
J:
[(( )) Mari]
F: = dos almohadones y dos riñoneras paraa
M: para que no cogieras/ frío
(PG.119.A.1, p. 288, l. 518)
307
308
Entre risas.
Bull, marca de ordenadores; tipo de entorno.
290
Marcadores discursivos en posición final
7.1.5.2 Aspectos prosódicos
El marcador suele presentar un contorno melódico propio delimitado por un tonema
ascendente de tipo interrogativo. En el caso concreto de este marcador, el estudio prosódico
se completa con los resultados de un trabajo anterior (inédito), en el que analizamos
prosódicamente una de las conversaciones del corpus (en concreto, la H.25.A.1)309 y el
análisis fonopragmático310 reveló que el espectrograma muestra una curva ligeramente
ascendente en la entonación de ¿sabes? Esta partícula, al tener un cuerpo fónico mayor que
¿eh? o ¿no?, presenta menos dificultades en cuanto a su estudio prosódico. El tono se eleva
en la primera sílaba, que además, es la sílaba tónica. En el siguiente ejemplo, analizamos el
primer uso, emitido por C: ‘era una mujer de ochenta [años ¿sabes?=]’, en que el
marcador se sitúa en posición final de acto y se ve solapado por la intervención de A: ‘[una
cabronada/ una cabronada ¿sabes?]’. Queda, por tanto, como intervención discontinua, ya
comentada en (127):
(127)
C: § y a una tía mía de mi marido también/ cante el himno de Valencia↓ que gana usté una televisión
en color/ [también de la radio↑]
A:
[(RISAS)]§
D:
§ y lo que se reirían [loo– los bromistas]
C:
[la mujer→]/ pos fíjate§
D:
§ es que (( ))§
C:
§ era una mujer
de ochenta [años ¿sabes?=]
A:
[una cabronada/ una cabronada ¿sabes?]
B:
[(RISAS)]
C: = y viene el hijo y dicen ve– vetee aa la radio↑ por– por casi lo meten en la cárcel↓ que nos ha
salido una televisión y el muchacho allí exigiendo la televisión↑
(H.25.A.1, p. 237, l. 137 y 139)
En el fragmento seleccionado, se observa con claridad la curva ascendente del
primer ejemplo (‘era una mujer de ochenta [años ¿sabes?] y viene el hijo…’), como
indicamos en el cuadrante central en el espectograma, que corresponde al acto completo y
que incluimos, como muestra, a continuación:
309
Se trata de un monográfico realizado en el seno de la materia “Problemas y métodos en el análisis del
discurso oral: el componente fonopragmático”, en el marco del Máster en Estudios Hispánicos Avanzados de
la Universitat de València, a cargo del profesor D. Antonio Hidalgo Navarro, Catedrático de Lengua
Española, a quien agradezco los consejos y la formación recibida, también en otras fases de la investigación.
310
Para ello se utilizó el programa PRAAT, www.praat.org > http://www.fon.hum.uva.nl/praat/ [07-10-15]
291
Marta Pilar Montañez Mesas
Figura 2. Muestra espectográfica de ¿sabes? en un acto completo (H.25.A.1)
En cuanto a los datos recogidos en nuestra base de datos, consignamos la presencia
de algunas pausas anteriores y posteriores a cada marcador de medio a un segundo de
duración, aunque la mayoría de las veces no se percibe pausa inmediata junto a ¿sabes?; lo
que sí es frecuente es que, en los casos de posición final absoluta de intervención, el
silencio entre la emisión del marcador y la intervención siguiente sea mínimo, esto es, se
produce habla sucesiva (marcada en la transcripción con el símbolo de parágrafo §, como
puede observarse en los ejemplos).
Respecto a la modalidad con que se emite este marcador, comentada anteriormente
(§7.1.1), Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999: 4187) señalan la posibilidad de uso
con entonación tanto asertiva como interrogativa. En efecto, en nuestro corpus detectamos
varias formas transcritas sin signos de interrogación, esto es, emitidas por los participantes
de las conversaciones con una entonación asertiva, tales como en (134):
292
Marcadores discursivos en posición final
(134)
[Hablan sobre dejar de fumar]
C: yy luego he estao fumando hastaa hacee dos años o así↑/ pero no– no me gustaba nadaa/ así paraa/
yo de pequeño había tenidoo/ bronquitis/ y cosas de ese tipo/ y ahora to(d)avíaa/ mm– cada poco
tengo de la garganta↑ o dee/ y entonces lo del fumar era→/ era una–/ era una pesadez
J: sí// y eh que sobran muchos↓ yo que fumo↑/ ee– de disfrutar pocos/ lo otro eh nervios/ ¿sabes?
C: ya yaa
J: si es que noo/ te pones nervioso↑ y en seguida vas por ahí↑ llevo tres duros sueltos↑ un paquete/ y
((uno de estos)) ¿sabes?/ ni lo disfrutas ((es))/ ee– el de la comida después/ el almuerzo pero lo
otro está↑/ [de sobra ¡coño!]
C:
[°(c(l)aro)°]// mm
J: pero llevo nervio y/ PIMBA/311 a aga[rrar ((agarrar))]
S:
[pues ya sabes/ Jose]
J: no/ es que no me lo planteo por lo que dice Sergio/ que de cuan– quee cuandoo vuelves a caer↑/
t’encuentras muy mal/ entonces te vees comoo/ que te derro–/ yo ya me he derrotao una vez// el
tabaco noo (RISAS)
S: ¿quién decía dejar de fumar es muy fácil↓ yo ya lo he dejao cien veces? (RISAS)
C: pues luego la ropa tío↓ es horrible ¡macho!§
(AP.80.A.1., p. 159, l. 675)
Este uso del marcador está más próximo al equivalente inglés you know o al uso
americano ya tú sabes, que funcionan como refuerzos argumentativos sobre un saber o idea
compartida, incuestionable para emisor y receptor. La forma asertiva del marcador suele
combinarse con vocativos, como en el ejemplo anterior (‘pues ya sabes/ Jose’) y con otros
elementos, como ‘ya’, que remarcan ese saber previo. Otras veces el valor parece idéntico
al de la forma interrogativa, aunque la entonación sea asertiva (Martín Zorraquino y
Portolés Lázaro, 1999), no ascendente:
(135)
[A explica a B el funcionamiento de algunos elementos informáticos]
B: ¿qué es Cics?
A: Cics es el monitor de transacciones dee– de Ibeeme// es un monitor de transacciones
B: ¿qué función hace? (( ))
A: lo de cualquier monitor de [transacciones]
B:
[¡ah!] vale
A: coge un mensaje↑// tiene una cola de [mensajes de entrada/ procesa=]
B:
[ya ya/ ya ya ya]
A: = la transacción y devuelve el mensaje/// esa es la carga típica de// entonces esta carga es muy– es
muy– muy estimable/ se puede estimar con mucha facilidad porque sabes/ tiene estadísticas de
número de transacciONES↑/ cuáles son las transacciones más utilizadas↑ puedes mo– puedes ver
la transacción que está haciendo↑ el número diez de transacción↑
B: entonces son terminales que se conectan muy esporádicamente ¿no? o sea→
A: bien e– nosotros tenemos/ varios Cicses23 arrancados a varios te– e– monitores de teleproceso
arrancados↑/ yy […]312
(XP.48.A.1., p. 341, l. 209)
311
312
J golpea al mismo tiempo la mesa.
Hemos seleccionado solo el inicio de la intervención, bastante extensa.
293
Marta Pilar Montañez Mesas
7.1.5.3 Combinatoria de ¿sabes?
No se documentan en nuestro corpus combinaciones de ¿sabes? con otros
marcadores yuxtapuestos. Sí es frecuente, en cambio, que el hablante que emplea ¿sabes?
utilice en la misma conversación otros marcadores afines, incluso en la misma intervención,
aunque no combinados, como en el ejemplo (120), que ahora reproducimos aquí como
(120’):
(120’)
L: § aparte de que tú y yo ((tengamos una relación entre nosotros)) pero bueno/ eso por muchos
años313
E: pero lo cierto es que no depende de la EDAD/ per– pero vamos a ver/ [yo no– yo lo que=]
L:
[depende de gente]
E: = te estoy diciendo/ es que no teniendo edad↑/ se puede hacer eso/ pero no to’l mundo es así///
¿comprendes?/// pero que llega el momento en que hay otros valores más importantes↓ que yo lo
tengo muy claro↓ conozco a un tío/ y que dig(o) ¡jo(d)er! ¡qué bueno que está! y que no estoy
pensando (( ))314 ¿sabes?
G: claro que piensas→/ que vale↓ que§
E:
§ claro§
G:
§ ¡qué bien que está!§
(L.15.A.2, p. 95, l. 552)
En el anterior, ‘¿comprendes?’ y ‘¿sabes?’ los emite el mismo hablante, E. En
cambio, en el siguiente, aparecen ‘¿sabes?’ (2 veces), ‘¿vale?’ y ‘mira’, y cada uno
corresponde a un participante diferente, es decir, no se trata algo propio de un hablante,
sino que podría afirmarse que el uso de marcadores discursivos de control del contacto en
posición final es un rasgo propio del género discursivo aquí analizado, la conversación
coloquial española:
(136)
[A ayuda a conseguir trabajo a uno de sus interlocutores]
S: § te ahorras mil duros ¿sabes?
J: [(( ))]
A315: [pos bueno]/ vas maña– vas↑/ yo te presento a la chica↑ ya que quedas túu con él↑ y te dice
empe– pa(ra) empezar sería el miércoles// ¿vale?
S: ¿estabas en el gabinete↑ dee Andrés↑ hace un momento?
A: sí// ¿por qué lo sabes↑?
S: porque estaba jugando yo con tu hijo
A: (RISAS) dame fuego§
313
Entre risas.
Entre risas.
315
Regresa y retoma el tema anterior.
314
294
Marcadores discursivos en posición final
S:
A:
§ mm§
§ que lo tuyo lo he intentao localiza(r)↑ pero es que/ tiene el teléfono
portáti(l)↑/ [d’esee↑=]
J:
[cuando puedas/ tranquila]
A: = y noo/ a ver↓ esta noche lo llamaré↓ otra vez
J: tú cuando puedas ¿sabes? (3”)
A: yy si quierees/ dee– alguno de agente de seguros↑
S: ¿cuál [ees↑=]
J:
[¿un trabajo?]
S: = la misión dee/ del agente [de seguros?]
?:
[ve– vender] seguros// vendía yoo// una temporada/// no vendí ni uno
y lo tuve que dejar
A: (RISAS) [pues por eso/ yo ni lo=]
J:
[¿no vendiste ninguno?]
A: = he cogío/ yo ni lo he cogío/ mira (RISAS)
(AP.80.A.1., p. 145-6, l. 119 y 134)
Aunque no se trata de una combinación con otro marcador, sí observamos otras
correlaciones; por ejemplo, se combina o aparece con frecuencia tras un estilo directo
(ejemplos 116 o126), precisamente porque introduce una información nueva para afianzar
la relación de proximidad con el otro, esto es, establece un nuevo saber compartido
mediante la cita y cierra su narración o argumentación con el MD, que afecta a toda su
intervención, no solo a la cita.
En resumen, el marcador ¿sabes? presenta tres valores fundamentales vinculados a
la posición discursiva que ocupa, esto es, según la ubicación en una determinada unidad del
discurso: acto o intervención, iniciativa o reactiva, aunque en todos ellos se superpone un
valor relacionado con uno de los rasgos definitorios de la conversación coloquial: el saber
compartido entre los interlocutores; en definitiva, es un marcador conversacional, es decir,
propio o característico de la conversación, especialmente, de la coloquial o informal.
En posición final de intervención o de acto (en el interior de una intervención) apela
a un saber compartido o sirve como refuerzo de lo dicho en el segmento anterior. En
muchos casos le precede una cita, si bien el marcador ¿sabes? afecta a toda la narración o
argumentación anterior y no solo a la cita. Constituye, en esta posición, un SAI, una
llamada de atención al oyente, muestra de su valor apelativo prototípico y marca una cesión
del turno de habla (se sitúa, por tanto, en un LTP).
En posición inicial de intervención, llama la atención del receptor sobre un tema
nuevo o retoma una información anterior. Al valor como SAI se añade un valor como SAT,
295
Marta Pilar Montañez Mesas
ya que colabora en la progresión conversacional iniciando un nuevo diálogo. A diferencia
el uso anterior, que hemos denominado ¿sabes?1, este no cede el turno, sino que, al
contrario, se hace con él. Este valor se ha recogido como ¿sabes?2.
Por último, se documenta un tercer uso del marcador, ¿sabes?3, que se sitúa en
posición final de una intervención, pero se distingue el primer caso (¿sabes?1), en que no es
reconocido como turno por el receptor, y queda como intervención reactiva evaluadora, con
un matiz cortés. En cuanto a su rango estructural, también es un SAI.
El resto de marcadores de control del contacto con base léxica o procedentes de
palabras plenas también son propios de este género discursivo y pueden describirse,
asimismo, a partir de su posición discursiva, como se viene postulando.
7.2 EL MD ¿ENTIENDES? Y OTROS EN POSICIÓN FINAL
7.2.1 Descripción pragmática de ¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿ves?,
¿vale?, ¿verdad?
Los marcadores que componen este subgrupo tienen una frecuencia de uso muy
limitada en nuestro corpus, por lo que los resultados que aquí presentamos son
provisionales y habrá de ampliarse el corpus de consulta para cada uno de ellos. Presentan
varios rasgos en común con ¿sabes?, el más frecuente en la conversación coloquial
española según los datos que manejamos:
-
han sido reconocidos como apéndices por su valor y su posición más o menos
fija al final de la unidad discursiva en que aparecen;
-
tienen una base léxica plena, de tipo verbal (excepto en el caso de ¿verdad? que
es nominal) que condiciona ciertos valores a pesar del proceso de
gramaticalización que han experimentado, en diferentes grados;
-
presentan un contorno melódico propio ascendente, generalmente interrogativo;
296
Marcadores discursivos en posición final
-
se orientan hacia el oyente, esto es, participan de la función interactiva de la
marcación del discurso, tienen un evidente valor interpersonal y, con frecuencia,
de carácter fático o fático-apelativo.
En primer lugar, el marcador ¿entiendes? es el analizado con más detalle, pues su
presencia en la bibliografía es mayor: además de las referencias en los trabajos de conjunto
sobre esta clase de marcadores, se le han dedicado artículos en exclusiva, como es el caso
de Boretti (1999) o Chodorowska (1997). No obstante, sorprende la escasa frecuencia de
uso en nuestro corpus, pues se trata de una forma muy utilizada en la actualidad, que a
menudo se convierte en una muletilla con que muchos apostillan cada una de sus frases, en
un vano intento por aumentar la carga o fuerza argumentativa de sus comentarios. El efecto
logrado, sin embargo, es el contrario, pues el abuso de este marcador denota cierta falta de
seguridad en lo dicho y una necesidad de reafirmación poco persuasiva para el oyente, que
acaba sintiéndose ofendido si interpreta que el hablante pone en duda su capacidad para
comprender sus enunciados con tanta insistencia.
En opinión de J. Ortega Olivares (1986: 283-4) tanto ¿entiendes? como
¿comprendes? se comportan como ¿sabes?, son conmutables –en ciertos contextos, no
todos–; según el autor, la diferencia consiste en que mientras que ¿sabes? justifica lo
expresado en el acto locutivo, ¿comprendes? y ¿entiendes? sirven para hacer evidente al
destinatario los presupuestos que maneja el hablante. En el caso de ¿ves?, y dado que el
autor emplea la teoría de los actos de habla, señala que no puede acompañar a actos
exhortativos, sino que suele matizar los asertos, para justificar la adecuación del enunciado:
la aserción insta a aceptar la evidencia (que no existía en un momento anterior) (1986: 2856), como en el ejemplo siguiente:
(137)
A: Lloverá (no hay evidencia para el oyente, sí para el hablante)
(137’)
A: Llueve ¿ves? (hay evidencia y el oyente tiene que aceptar como adecuada la aserción del
316
hablante) .
316
Ejemplo propio.
297
Marta Pilar Montañez Mesas
Asimismo, no puede aparecer con mandatos o ruegos, ya que ¿ves? posee un valor
de “justificación de un enunciado gracias a la relación que este mantiene con otro emitido
en el pasado” (1986: 287), por eso no puede emplearse con aquellos orientados al futuro.
Con desiderativos solo es posible si se refieren a deseos del pasado, imposibles ya de
realizar.
El autor concluye afirmando que lo que tienen en común todos los apéndices
examinados es que “rechazan verse acompañados de preguntas” (Ibíd., 288). Es lógico,
pues son restos fosilizados de preguntas, su origen es un acto lingüístico interrogativo para
pedir información desconocida o para corroborar información conocida. Asimismo, la
movilidad se relaciona con la pregunta originaria: ¿sabes? es más libre como apéndice que
¿ves? y que ¿entiendes? o ¿comprendes?
Estos marcadores metadiscursivos de control del contacto, etiqueta que emplea A.
Briz Gómez (1998: 224 y ss.) dentro de la categoría que denomina conectores
pragmáticos317, destacan por su función interpersonal, socializadora, propia de la
conversación cotidiana. Son
marcas que manifiestan la relación entre los participantes de la conversación, sujeto y objeto de la
enunciación, y de éstos con sus enunciados […] que cumplen una función predominantemente
expresivo-apelativa y también fática, que se concreta en el discurso bien como reafirmación o
justificación del yo, de su actuación o de lo dicho, es decir, fórmulas autorreafirmativas que refuerzan
o justifican los razonamientos de los hablantes ante su(s) interlocutor(es), sean argumentos o
conclusiones; bien como retardos en la comunicación; como llamadas de atención para mantener o
comprobar el contacto; o como fórmulas exhortativas y apelativas que implican activamente al
interlocutor (1998: 225).
Ya este autor señalaba que su valor comunicativo viene determinado, además de por
el valor léxico, y como también nosotros venimos defendiendo, por su posición y la
entonación con que se emite.
La propuesta de A. Briz Gómez y de otros autores la recoge J. Christl (1998), quien
contrasta los valores de formas como ¿entiendes?, ¿comprendes? y ¿ves? en
conversaciones espontáneas en español de España y de Tucumán. Los identifica como
elementos de organización discursiva que, a la vez, “mantienen y estrechan el contacto con
el oyente, implicándolo en el discurso del hablante o creando una situación comunicativa
317
Ya estudiados en 1993a, esp. 147 y ss., y en 1996: 52.
298
Marcadores discursivos en posición final
más íntima” (1998: 141). Sobre esta idea de ‘intimidad’ y otras afines volveremos más
adelante.
En el caso de ¿(me) entendés? lo que el hablante quiere expresar no es si el oyente
comprende o capta su mensaje, sino el por qué se lo dice (1998: 159), es decir, pregunta por
el acto de enunciación y no por el contenido del enunciado. Indica, asimismo, que se
emplea la forma en singular aunque haya varios oyentes. Esto se corrobora en nuestro
corpus, donde no aparece ningún uso de ¿entendéis? aunque el hablante esté en presencia
de varios interlocutores. Desde el punto de vista del tipo de acto al que acompañan, suelen
aparecer tras argumentos o contraargumentos con valor causal, explicativo o implicativo
(esto es, aludiendo a la presuposición que le permite al hablante emitir ese acto
comunicativo, idea ya señalada por Ortega Olivares).
M. Chodorowska (1997) estudia el MD ¿(me) entiendes? en una serie de
interacciones de tipo transaccional y considera que codifica una actitud cortés en
situaciones que requieren atenuación318. Según la autora (1997: 358), esta forma, al igual
que otras como ¿comprendes?, aparece en situaciones en que el hablante tiene problemas
para explicar algo al oyente319, por lo que requieren atenuación y, por ello, emplea
determinados marcadores corteses como estos, que llama MD ‘interpersonales’.
Por su parte, S. H. Boretti (1999), siguiendo a M. Chodorowska, analiza la variante
voseante ¿me entendés? en el español de Argentina y considera que además del uso
mitigador, este marcador es un rasgo tanto de cortesía positiva como de cortesía negativa
(1999: 141). Dicho de otra manera, propone que estos MD no solo sirven a la atenuación,
sino también a la intensificación en contextos en los que “el hablante señala su actitud
positiva” (1999: 142), ya que “persigue ratificar un acuerdo, intensificándolo”. La autora
argentina, al igual que M. Chodorowska, tiene en cuenta la posición del MD en relación
con las funciones que desempeña. Emplea como unidad el enunciado y afirma que el uso
318
Se trata de grabaciones no secretas y, por tanto, es necesario favorecer un clima de confianza que invite a
los informantes a participar y cooperar de forma activa y lo más sincera posible.
319
En nuestro corpus, las tres muestras de ¿comprendes? aparecen, precisamente, en una conversación sobre
un tema polémico para los interlocutores, por lo que los participantes se esfuerzan para que se comprenda su
punto de vista y no se malinterpreten sus palabras. Si bien, dado que las tres ocurrencias pertenecen al mismo
hablante, consideramos que no son suficientes para extraer conclusiones sobre su funcionamiento.
299
Marta Pilar Montañez Mesas
mitigador aparece en posición intermedia o final, mientras que el uso intensificador solo
aparece en posición final, al menos en el corpus que ella maneja.
Del mismo modo, el marcador ¿comprendes? presenta los rasgos descritos para este
subgrupo, si bien existe poca bibliografía al respecto. Por su parte, J. Christl (1998: 159) no
obtiene muestras de ¿comprendes? / ¿comprendés? en su corpus, pero sí de ¿ves?, cuyo
uso en el español de Tucumán es diferente al presentado por Ortega Olivares para la
variedad española peninsular. En concreto, se utiliza para expresar que lo dicho no admite
duda, generalmente una información nueva, cuya validez se asegura al oyente (piénsese en
una recriminación tras una advertencia desoída: ‘Te has caído, ¿ves?’). No aparece junto a
elementos contraargumentativos ni persuasivos pero sí con explicaciones, opiniones
subjetivas o muy personales e, incluso, confidencias íntimas del hablante.
Además, según Christl (1998) ¿ves? presenta una marca diastrática, pues solo lo
usan hablantes de nivel sociocultural bajo y se utiliza con propiedad cuando se dirige a un
solo interlocutor320. En nuestra opinión, la concordancia verbal parece sugerir que esto se
generaliza al resto de formas procedentes de segunda persona del singular, mientras que los
marcadores de control del contacto ¿eh? y ¿no? pueden dirigirse a uno o varios
interlocutores. También el marcador ¿verdad?, que tampoco procede de la categoría verbal
y, por tanto, carece de desinencias de persona.
M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés Lázaro (1999), dentro de los marcadores
conversacionales, los incluyen en diversos subgrupos. En el caso de ¿entiendes? o
¿comprendes?, al igual que ¿sabes?, señalan que estas formas verbales de segunda persona
funcionan como marcadores enfocadores de alteridad. También ¿ves?, procedente de un
verbo de percepción (física o intelectual), ha perdido parte de su significado léxico en favor
de otro más pragmático, por el que el hablante presenta “el segmento del discurso que
transmite como algo probatorio de lo dicho o indicado previamente por él mismo” (1999:
320
En nuestro caso, hemos constatado que esta marca no se da la conversación coloquial española de nuestro
corpus, donde no hay un patrón de uso marcado: solo en un caso lo emplea una hablante de nivel sociocultural
bajo y con un nivel de estudios limitado (que se recoge en la ficha técnica de la conversación con la etiqueta
‘analfabetos’), pero no se observa ninguna vinculación entre el uso de este marcador y los rasgos
sociolingüísticos de los hablantes, únicamente podría destacarse su mayor uso en mujeres, pero dada la escasa
frecuencia que tiene en el corpus, esta afirmación estaría sujeta a estudios más amplios del marcador.
300
Marcadores discursivos en posición final
4187). Incluso, según la relación que mantengan, pueden expresar cierta acritud del
hablante hacia el oyente. Estas formas –añaden los autores– no se hallan plenamente
gramaticalizadas y se alejan del prototipo de marcador del discurso.
En el caso de vale (resultado de la gramaticalización de una forma verbal de
presente en tercera persona del singular), lo ubican en el subgrupo de modalidad deóntica,
junto a formas como bueno o bien (1999: 4169 y ss.), con los que coincide como marca de
aceptación o aprobación, de acuerdo o de desacuerdo, pero no comparte las funciones
enfocadoras de la alteridad ni se emplea como metadiscursivo. De hecho, los autores
concluyen que “la partícula no constituye propiamente un marcador, pues admite ciertos
modificadores adverbiales y se puede combinar con modalidad interrogativa” y añaden
ejemplos como:
A. Te mando el libro por correo, ¿vale?321
Casos como este sí coinciden con los usos que aquí describimos (no el uso de vale
como marcador deóntico). Martín Zorraquino había señalado la imposibilidad de ser
interrogados, en concreto, no admiten la interrogación parcial (1998: 36). Pero eso no
excluye que puedan emitirse con una entonación interrogativa, como en el caso de los
marcadores que nos ocupan, que, frente a esa modalidad deóntica expresada por bueno,
bien, vale, venga, buscan el acuerdo con el interlocutor, como ¿vale?, ¿ves? o ¿sabes? Se
trata, en definitiva, de funciones distintas que presentan una diferente marca entonativa y,
lo que resulta más interesante para esta investigación, ocupan posiciones discursivas
distintas: la forma ¿vale? se ubica preferentemente en posición final de la intervención en
que aparece; mientras que la forma vale suele emplearse en posición inicial de
intervenciones reactivas de aceptación de lo dicho o combinado con otros marcadores de
modalidad deóntica, como en los ejemplos de los autores, si bien siempre como acto
independiente:
a)
b)
c)
d)
321
Bien, bueno, vale, de acuerdo.
Vale, vale.
Bueno pues, vale.
Vale pues, bueno.
El subrayado es nuestro.
301
Marta Pilar Montañez Mesas
En cuanto a ¿verdad?, María Moliner ya la incluye como “expresión con que se
busca el asentimiento del que escucha a algo afirmado: ‘Te ha gustado, ¿verdad?’
(También ¿verdad que…? y ¿verdad, tú [usted, etc.]...?). Destaca su carácter coloquial y el
hecho que puede ser también “una muletilla frecuentísima de la que algunas personas
abusan salpicando con ella su dicción sin darle realmente ningún significado”.
En cuanto a ¿verdad?, L. Santos Río (2003: 646) la define como “expresión
autorreactiva que, a modo de coletilla, pide el asentimiento o la confirmación del oyente
para aquello que se acaba de enunciar”. Añade que la entonación es ascendente y puede
combinarse con un vocativo.
A. B. Llopis Cardona (2011, 2014) le dedica un extenso apartado y repasa gran
parte de la bibliografía que trata este marcador, desde las preciadas observaciones de
Ortega Olivares (1985) hasta la caracterización más completa de Gille y Häggkvist (2006),
que ya hemos citado en capítulos anteriores y el manual de Cortés Rodríguez y Camacho
Adarve (2005), interesado, al igual que nuestra investigación, en la unidades de
segmentación de la lengua hablada. Asimismo, realiza un recorrido lexicográfico por los
principales diccionarios generales y de partículas en español, así como por los trabajos
sobre sus equivalentes léxicos y semánticos en otras lenguas: veritat? en catalán (Cuenca
Ordinyana y Castellá, 1995), correct?, right? o huh? en inglés (también analizados por
Norrick, 1994) u otras tag question (Lakoff, 1975; Kimps, 2007)322.
Remitimos, pues, al excelente trabajo de Llopis Cardona, pues también emplea la
posición discursiva y las unidades de segmentación del grupo Val.Es.Co. para la
descripción pragmática de esta partícula (v. infra. cuadro XX).
7.2.2 Frecuencias de uso
Como expresamos en el cuadro 7 del capítulo 5, las frecuencias de estos marcadores
son muy reducidas respecto a ¿sabes?, de ahí que le hayamos dedicado a este un apartado
completo (§7.1) y hayamos agrupado el resto de marcadores afines (§7.2). En concreto, la
322
Lakoff, R. (2004 [1975]): Language and Woman’s Place, New York, Harper and Row.
Kimps, D. (2007): “Declarative constant polarity tag questions: A data-driven analysis of their form, meaning
and attitudinal uses”, Journal of Pragmatics, 39, 270-291.
302
Marcadores discursivos en posición final
frecuencia y distribución por posiciones de los marcadores de este subgrupo son las
siguientes (reproducimos parte del cuadro expuesto en §5.1.3):
Cuadro 7’. Ocurrencias de los MD del Grupo I.
TIPO
Marcadores de posición final
¿eh?
¿no?
¿sabes?
¿entiendes?
¿comprendes?
¿vale?
¿ves?
¿verdad?
SUBGRUPO I-1
GRUPO I
SUBGRUPO I-2
Total de casos
270
217
46
7
3
3
5
7
Antes de iniciar el análisis de estos marcadores, hemos de recalcar la escasa
frecuencia que presentan en el corpus analizado y, a la vez, la limitada distribución de los
ejemplos, esto es, la mayoría se agrupa en una o dos conversaciones y, en algún caso, solo
los emplea un hablante. Así sucede con el marcador ¿comprendes? empleado únicamente
en intervenciones de la conversación L.15.A.2 y todas emitidas por la misma hablante,
identificada como E. Habrá que entender, por tanto, la provisionalidad de nuestros
comentarios al respecto de marcadores como este, teniendo en cuenta los datos de que
disponemos.
En el apartado anterior (§7.1.2) se presentan las muestras de ¿sabes? y se comparan
con las de ¿entiendes? Las del resto de marcadores se presentan a continuación
(recuperamos los cuadros antes expuestos):
Cuadro 19. ¿Sabes? y otros en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co.,
2002a)
POSICIÓN
FINAL
INTERVENCIÓN
FINAL
ACTO
INICIAL
INTERVENCIÓN
INTERIOR DE
ACTO
21
3
1
2
16
4
2
1
3
4
6
3
Marcador y
nº casos totales
¿sabes? 46
¿entiendes? 7
¿comprendes? 3
¿vale? 3
¿ves? 5
¿verdad? 7323
3
2
323
Compárese con los casos detectados por A. B. Llopis Cardona (2014: 222) en el resto del corpus
consultado:
303
Marta Pilar Montañez Mesas
7.2.3 Análisis cualitativo
7.2.3.1 ¿Entiendes?
En los 7 ejemplos documentados, el marcador se ubica en posición final de la
unidad discursiva en que se utiliza, en concreto, en 3 casos se trata de posición final
absoluta de intervención y en los otros 4, en final de acto.
7.2.3.1.1 ¿Entiendes? en posición final de intervención
(138)
[Los interlocutores opinan acerca de las relaciones personales esporádicas]
E: yo sí/ liberaal– soy conservadora enn–/ pues en lo que interesa como to’l mundo// pero vamos no
soy nada liberal↓ lo contrario /// lo que pasa↑ es que yo respeto mucho lo que dice la gente↓ a mí–
cada uno que haga lo que quiera yy§
L:
§ yo por ejemplo no lo haría
E: bien yo qué sé yo por ejemplo↑/ no sée// a mí me parece muy bien lo que hace cada uno↓ que yo
no estoy de acuerdo↑ no quiere decir que yo le critique ni que no/// °(¿entiendes?)°
G: pues ya está/ entonces eres liberal↑/ porquee el ser liberal empieza por uno mismo
E: vamos a ver/ ser liberal ¿por qué? YO– yo me rijo por unas normas↑ / y yo conservoo/ unn– yo
qué sé§
G:
§ pues ya está§
E:
§ yo tengo unos principios y para mí hay valores fundamentales§
(L.15.A.2., p. 91, l. 376)
En este caso, se trata de una secuencia argumentativa, en la que cada participante
defiende una postura acerca de actitudes confrontadas. El uso del marcador ¿entiendes? al
final de intervenciones iniciativas o reactivo-iniciativas supone un refuerzo argumentativo e
intenta justificar la opinión del hablante, no se trata de que el oyente comprenda el
contenido de su intervención, sino los presupuestos que le permiten formularla (¿entiendes
por qué digo / opino esto?). No se apela, pues, al entendimiento, sino que se corrobora o
comprueba que quedan claros los motivos que tiene el hablante al aseverar su opinión, de
manera atenuada. Dado que ocupa la posición final absoluta, se deduce que el hablante da
por completado su argumento y considera que su formulación es suficiente. En cambio, en
-
el Corpus de entrevistas del PRESEEA de Valencia: 5 en el nivel alto (Gómez Molina, 2001); en un
trabajo anterior, (Llopis Cardona, 2011: 536) detectaba también 4 en el nivel medio (Gómez Molina,
2005).
y el Corpus de entrevistas de la norma culta de Madrid (1998): 37 casos.
304
Marcadores discursivos en posición final
otras ocasiones, añade nuevos argumentos antes de ceder el turno de habla, es decir, el
marcador se localiza en posición final de acto en el interior de una intervención.
7.2.3.1.2 ¿Entiendes? en posición final de acto
En estos casos, el marcador supone un punto de inflexión en el transcurso de una
intervención compleja, pues el hablante busca comprobar no la totalidad de sus argumentos,
sino que el/los oyente(s) le siguen y permanecen atentos a su argumentación, trata de
asegurar o mantener la comunicación y, a su vez, reordena sus pensamientos sobre la
marcha para añadir, reforzar o reformular la opinión que viene exponiendo.
En el ejemplo que sigue, el marcador se ubica en una intervención discontinua, es
decir, se trata de una sola emisión de E (E1) a la que se le solapa la intervención de G (G2),
una respuesta mínima de acuerdo (º(normal)º), con la que muestra su interés en la
conversación y remarca su papel de oyente activo:
(139)
[Continúa la secuencia sobre las relaciones personales esporádicas]
1E1: [igual] que por ejemplo una– una chica que antes vivía conmigo↑// en esto un día estaba yo en
casa/ y estaba por las tardes y por la mañana// un jueves y un viernes que no teníamos clase//
suena el timbre↑//324 y voy a abrir ¿no? mm abro la puerta↑/ y me pregunta por una de las tía que
vivía conmigo// era un chico ¿no? ((y dice)) ¿está Olga? tal/ y le digo no↓ que se ha marchado
porque está en la facultad// y dice mira se ha dejado el bolso en mi coche// que es de mi mujeer///
y me quedé↑ en la puerta tirá/ me quedé↑/ sentá/ y yo acepto esa relación/ que yo/ tengo
amistades muy ((cercanas que tienen una relación así))
G1: normal§
1E1:
§ me quedé sentá// o sea vino ella↑ y le dijee oye mira que ha venido un chico a dejar tu
bolso↓ que te lo has dejado en el coche/ yy– y ella sí ¿qué más te ha dicho? digo no/ me ha dicho
simplemente que te lo habías dejao olvidado↑ y que te lo ha traído// yo no le dije nada de
nada↑/// °(y ella me dijo no es que ese chico está casao y tal y cual↓ pero yo salgo con éel)°/ es
que ((resulta)) que el chico ese está con su mujer↑// es decir→/ yo me quedé blancaa↓ ahora
mismo– ¿ves? esa relación posible↑ la he vivido de cerca/ ahora mismo↑/ conozco gente muy
allegada a mí↑ y que tiene una relación así↑ y la acepto// porque es que– o sea yoo lo que miro es
tal– cómo es una persona tal cual/ la relación que lleve en su vida privada↑ me da igual
[¿entiendes?=]
G2: [°(normal)°]
1E1: = o s(e)a→/ yoo tengoo– yo cuando conozco a una persona↑ lo único que me importa de él es
cómo es// es decir aparte lleva unaa relación así// pues de puta madre↓ que la lleve// a mí su
relación me da igual// pero yo es que en ese momento me quedé↑/// sí y soy [muy liberal=]
G3:
[sí/sí]
1E1: = que dices tú§
2G4:
§ no/ si oye/ mm
324
E tose. Este hecho externo influye en la duración de la pausa.
305
Marta Pilar Montañez Mesas
(L.15.A.2., p. 103, l. 892)
El oyente aprovecha el ascenso y descenso tonal (‘en su vida privada↑ me da igual’)
de E para intervenir, si bien este sigue su intervención-turno. Esa unidad contiene una
argumentación formulada de manera más o menos completa. Este uso formulativo del
marcador le da un margen de planificación para construir e impulsar sobre la marcha un
nuevo argumento o enfoque; y a la vez que mantiene y controla el contacto, le permite
reforzar su argumentación. Nótese el uso del marcador o sea con que se combina
¿entiendes?, que demuestra que el hablante inserta una reformulación de lo dicho con la
que pretende completar o explicar toda su aportación argumentativa.
Uno de los usos del marcador en posición final de acto se presenta acompañado del
pronombre (¿me entiendes?), forma tratada por casi todos los autores consultados que
analizan esta partícula: Chodorowska (1997), Christl (1998), Boretti (1999) o Martín
Zorraquino y Portolés Lázaro (1999: 4187-8). En este punto, cabría preguntarse si existe
algún valor contextual diferente en función de la presencia o ausencia del pronombre átono
de primera persona, esto es, si ¿entiendes? y ¿me entiendes? son equivalentes (variantes de
un mismo MD, más o menos gramaticalizadas) o si se trata de formas distintas, una
plenamente discursiva (¿entiendes?) y otra más libre, pues conserva valores predicativos
como la presencia de un OD de persona pronominalizado (¿me entiendes?). De esta última
expresión encontramos un solo caso en nuestro corpus:
(140)
[Discusión de pareja]
A: § es que mira↓ no/ hay veces que estoy contigo↑/ y– y– y siento que– que tengo que dedicarle
tiempo a otra gente/ que– que tengo que estar con mis amigos→/ que tengo que estar con mis
padres→/ y hay veces que estoy con ellos y pienso§
B:
§pero ¿QUÉ’S– que yo te acaparo demasiado?
A: no§
B: § ¿es que te quito mucho tiempo?§
A:
§ no yo SÉ que debería darte más tiempo↓ del que te doy
B: pero si yo no te pido más tiempo↓ yo lo que te pido es que estés SEGURO/ porque si no estás
seguro pues/ oye↓ si quieres lo dejamos ¿me entiendes? yo no lo quiero dejar/ yo por mí ya
sabes que/ yo te quiero mucho y yo↑/ o sea– si ya sabes que por mí NO/ pero si tú/ ves que
necesitas un tiempo/ o– yo qué sé o que no estás seguro de que me quieras→/ o/ es que no lo SÉ/
entonces ya eso es lo que tú pienses// yo por mí [ya]
A:
[¿ves] POR QUÉ NO QUERÍA METERTE EN
ESTO↑?
B: pero ¡uy!§
306
Marcadores discursivos en posición final
A:
§ES– ES– SON PROBLEMAS MÍOS↓ SIMPLEMENTE/ TENGO QUE
ARREGLARME YO/ Y– Y UNA VEZ ESTÉ ARREGLADO/ SÉ QUE PODRÉ ESTAR [BIEN
CONTIGO]
B:
[PERO
ES QUE] ESO NO ES PROBLEMA TUYO↓ ESO TAMBIÉN ES PROBLEMA→ QUE A MÍ
ME AFECTA/ ANDRÉS
A: ya lo sé
(ML.84.A.1., p. 76, l. 161)
Obviamente, cuantos más elementos predicativos conserva la partícula, menor grado
de gramaticalización o fijación ha logrado, por tanto, más alejada está del prototipo de la
categoría ‘MD’. De hecho, Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999) señalan en varias
ocasiones a lo largo de su capítulo que las formas que aquí analizamos quedan fuera de su
objeto de estudio, aunque las incluyen por su interés en el desarrollo de la conversación.
Para comprobar si son variantes o partículas distintas, basta con aplicar la prueba de
la conmutación en el contexto. En el ejemplo anterior, ¿entiendes? y ¿me entiendes? son
intercambiables, es decir, realizan la misma función. Por tanto, la presencia del pronombre
es un rasgo meramente formal que lo aleja del prototipo de la categoría y muestra un
diferente grado de fijación discursiva. En el caso de ¿entiendes? la fijación es mayor, pues
pierde las referencias deícticas de la desinencia verbal en segunda persona del singular, ya
que también se utiliza en situaciones donde hay varios interlocutores, en las que la
referencia exofórica en concordancia debería expresarse en plural, como hemos detectado
también en ¿sabes? (§7.1, ej. 118)
Otra cuestión que obliga a plantear cuáles son los límites de la categoría MD es la
presencia de formas flexionadas en otras personas gramaticales. Así, dos de los cuatro
ejemplos en posición final de acto de nuestro corpus corresponden a la variante formal
¿entiende?, emitidos por una hablante mayor de 55 años dirigidos a una vecina de su
mismo nivel sociocultural (medio), con estudios primarios y de una edad similar, en
presencia del investigador participante. Quizá estos rasgos sociolingüísticos expliquen el
uso de esta forma conjugada en concordancia con ‘usted’:
(141)
[Los participantes charlan sobre costura y ropa hecha a mano]
M: le hice un traje↑// que llamó la atención// que cuando lo vio el– d– el– se quedó→ y dice/ ¡ay qué
poderío!/ ¡un traje le he hecho↑ Amelia→!§
307
Marta Pilar Montañez Mesas
A:
§ ahora me estoy haciendo una camisera325
M: a ver
A: una camisera
M: fíjate↓ muy bien
A: ¿ah?326
M: muy bien/// °(muy bien)°/// con un cuellecito de esos dee
A: camiseroo
M: muy bien/ todo se lo cose/ pues ya [se lo digo yo esto/ mujer=]
A:
[todo]
M: = y las man[gas y to(do)]
A:
[sin ser] modista/ sin ser modista
M: y la manga– bueno/ bien/// pero es que esto en solivia– pero bueno/ claro// es distinto//
¿entiende/ esta?
A: °(claro)°
M: claro/// o sea/ quee/// (2”) [yo creo que (( ))((hará falta)) abajo// eso es lo que creo]
A:
[yo no– yo no me gasto–] yo no me gasto [el dinero]
M:
[BIEN PEROO→/]
¿ENTIENDE?/ el– o sea que la manga se la va a hacer/ manga larga↑/ con puñito↑/ y/ cuellecito
camisero ///(2”) °(pues le hice un traje yo que era precioso)°/ ¡ah! pero me costó↑/ EXCLUSIVA/
la tela es exclusiva// le compré d– vamos– los botones me costaron cada botón en brocal↑/ a
cinco mil trescientas cada botón/ el botón– son como perla– es todo/ blanco de– de como si dijér–
de cristales↑// y entonces los pendientes se los hicieron a juego con– IBA↑/// demasiao↓ se pon–
eu– los zapatos dee– tacón↑/ forraos de– de– de raso↑/ y el bolso [en (( )) pequeñitas]
A:
[¿QUÉ iba/ a alguna fiesta]
o qué?
M: a una boda// pero es que iba→// que cuando la vio él– cuando– e– laa– la vio él↑/// n– es que
estaba→ estaba– estaba pero de (( )) y el traje es una monada
(S.65.A.1., p. 139, l. 669 y 675)
De nuevo, se trata de un rasgo formal que muestra el diferente grado de fijación del
marcador y que se justifica por la peculiar categoría originaria de la que procede. De la
misma manera que un MD procedente de una interjección o de un adverbio conserva rasgos
morfosintácticos y semánticos propios de esas categorías, los MD que aquí se analizan,
gramaticalizados a partir de formas verbales conjugadas, mantienen ciertos elementos que
corresponderían a la predicación de esa categoría originaria, que les alejan del prototipo de
la categoría pragmática ‘marcador del discurso’. Ahora bien, el hecho de que constituyan
formas periféricas dentro de la nueva categoría no las excluye de ella, sino que las sitúa en
los márgenes y no en el centro categorial.
En el caso de la forma en tercera persona (en concordancia con ‘usted’) también se
trata de una variante de ¿entiendes? pues son intercambiables: la función de control del
contacto se mantiene y también el valor comprobativo del marcador. Hay que nota que
325
326
Vestido femenino con cuello de camisa.
Petición de confirmación.
308
Marcadores discursivos en posición final
sería conmutable por ¿entiendes? pero no se admitiría si los interlocutores fueran dos o
más, en tal caso, la forma sería ¿entienden?
7.2.3.2 ¿Comprendes?
7.2.3.2.1 ¿Comprendes? en posición final de acto
Este otro marcador comprobativo tiene una presencia muy escasa –menor de la que
cabría esperar– en el corpus, que arroja solamente 3 ejemplos327, concentrados en una única
conversación y emitidos por una única hablante. Se trata, por tanto, de un uso casi
ideolectal, por lo que los resultados son ciertamente provisionales. Eso sí, los tres ocupan la
posición final de la unidad en que se ubican, bien en final de intervención , bien en final de
acto, como en (142):
(142)
[Los interlocutores opinan acerca de las relaciones personales esporádicas]
1L1: #§ aparte de que tú y yo ((tengamos una relación entre nosotros))# #pero bueno/ eso por
muchos años328#
1E1: #pero lo cierto es que no depende de la EDAD/# #per– pero vamos a ver/# # [yo no– yo lo
que=]#
L2:
#[depende
de
gente]#
1E1: = te estoy diciendo/ es que no teniendo edad↑/# #se puede hacer eso/# #pero no to’l mundo es
así/// ¿comprendes?///# #pero que llega el momento en que hay otros valores más importantes↓#
#que yo lo tengo muy claro↓# #conozco a un tío/# #y que dig(o) ¡jo(d)er! ¡qué bueno que está! #
#y que no estoy pensando (( ))329 ¿sabes? #
1G1: #claro que piensas→/# #que vale↓ que§#
E2:
#§ claro§#
1G1:
#§ ¡qué bien que está!§ #
E2:
#§ ¡qué bien que está!#
#pues muy bien§#
1G1:
#§ ¡yy qué simpático que es!# #¡qué agradable [que es! pero→]#
2L3:
#[sí y a lo mejor en un]
momento de[terminado↑ pues puedes enrollarte con él=]#
E3:
[#síi/# #a lo mejor/# #claro#]
2L3: = #pero no necesariamente [ese día (( ))] #
2E4:
[#no necesariamente ese día# #yo digo ¡jo(d)er!] pues qué bueno
que está# #y yo voy– procuro no enrollarme con él# #pero no voy y ¡hala!//330# #y no– a(de)más
327
Se ha realizado una cata en 20 de las 46 conversaciones del Corpus Val.Es.Co. 2.0 y no se ha documentado
este MD.
328
Entre risas.
329
Entre risas.
330
Golpea la mesa.
309
Marta Pilar Montañez Mesas
para mí es importante saber quién tengo delante↓# #que tampoco se trata de ir/ a la primera de
cambio/ y yo qué sé#
G2: #normal#
L4: #mira↓#
(L.15.A.2., p. 95, l. 548)
7.2.3.2.2 ¿Comprendes? en posición final de intervención
(143)
[Continúa el tema de las relaciones esporádicas]
1E1: #= o s(e)a→/ yoo tengo- yo cuando conozco a una persona↑ lo único que me importa de él es
cómo es//# #es decir aparte lleva unaa relación así//# #pues de puta madre↓# #que la lleve//# #a
mí su relación me da igual//# #pero yo es que en ese momento me quedé↑///# #sí# #y soy [muy
liberal=]#
G1:
[#sí/#
#sí#]
1E1: #= que dices tú#§
G2:
§#no/ si oye/# #mm#
1E1: #a mí n- me- no- no es por nada↓# #es por→#§
1L1:
§ #lo primeroo lo ves y ((te quedaas con la
gente))//331 # #que si esta↑ se ha enrollao con este/# #que si estaa↑/ no sé cuántos con el otro//#
#que si va y se trae dos tíos↑/# se enrollaan allí en el piso pero#§
E2:
§ #sí# #sí# #sí#§
1L1:
§ #bien# #pero
es que [claro es una cosa=#]
E3:
[#es es la última↓#
#vaya que eso no→#]
1L1: #= yo- yo creo que- yo no me veo nunca fuera de casa/# #pero [vamos=]
E4:
[# ((pero que sí))# #es muy
fuerte#]
1L1: = me pasaría [igual//# #aunque lo aceptes↑=#]
Ε5:
[#es muy fuerte/# #es muy fuerte#]
1L1: #= en el momento que se te presenta delante te quedas→#§
2E5:
§ #te quedas blanca/# [#tú
sabes=]
1L1:
[#no
sabes qué pensar#]
2E5: = lo que te conté en primero/332# #llegar a mi casa//# #y yo decir OIJ333 ya está aquí# #y ella- y
ella# #¡ay!# #y ¿quién te lo dijo?# #¡ay!# #¿quién te lo contó?# #yo lo veo norMAL/# #me
parece-# #noo lo que pasa→/# #es que- me parece de puta madre//# #pero ahora que llegue a mi
casa↑# y salga un tío en calzoncillos↑/# #sin esperármelo y una tía en BOLAS↓# #porque se
habían duchado juntos/# #porque vaya al cuarto de hora ((antes de ducharme↓ te equivocas))///#
#pero si no es por el hecho de ducharse juntos/# #es por el hecho→/ de un poco de dignidad un
poco dee// [yo qué sé=]#
G3:
#[de respeto a los demás]#
2E5: = #un poco de→/ de DECENCIA por ellos mismos/# #y respeto a los demás//
¿comprendes?§#
L2:
§ #claro#§
331
L reproduce el comentario de E en una conversación anterior.
Se refiere al primer curso de la carrera universitaria.
333
Expresión de sorpresa.
332
310
Marcadores discursivos en posición final
2E5:
§ #porque es quee a mí me parece muy bien↑# #que venga el novio de
Olga y que se acueste con ella///# #pero lo comprendo perfectamente si se queda la noche a
dormir/# #no va a dormir con él ¿no?/# #lo que pasa que tú- te armen UUN CACAO to(d)a la
noche que (( ))334# #entonces/ oye se puede dormir↑# #y se puede pasar la noche tranquilaa/# #
(que) tú te acuestes y que luego en un momento digan ¡ay! que ¡ye! no va a pasar nada///
¿comprendes?/# #¿por qué lo he dicho?# #había una chiquita que→/ bueno pues que se traía al
novio# #y yo estaba ((to(d)a tirá)) en casa# #y bueno porque ME DABA POR AHI335# #y venir
gente a estudiar# #y estar yo aquí conn uun camisón que me llegaba al suelo///# #quee quier(o) SI
YO CREO QUE LO ACEPTO MÁS DE PUTA MADRE#§
1G4:
§ #yy– y ya no sólo manchar/ sino
encima escandalosos ¿no? #§
3E5:
§ #síi/# #pero yo qué sé/# #si a mí lo que me molesta↑/ no es la
gente ¿no?# #pero vamos es por un poco de decencia ¡jo(d)er! #
2L4: #sí↓# #porque si tú estas viviendoo en un pisoo#§
(L.15.A.2., p. 104, l. 931 y 940)
En los tres casos (ejemplos 79 y 80) aparece en final de acto de una intervención
reactivo-iniciativa turno. El tercero caso (‘(que) tú te acuestes y que luego en un momento
digan ¡ay! que ¡ye! no va a pasar nada/// ¿comprendes?/’) se sitúa en una intervención
discontinua, a la que se solapan intervenciones de paso como (‘claro’) que es una mera
marca de recepción, una respuesta mínima reguladora de la conversación –en palabras de
N. Vázquez Veiga (2000 y 2003)– con que el oyente L se muestra activo y cortés, atento),
mientras que E continúa el tema general de la conversación y añade una nueva tanda de
argumentos.
En las tres muestras, la hablante (E) parece querer salvaguardar su propia imagen,
pues sus opiniones sobre las relaciones esporádicas traslucen una ideología más
conservadora, por lo que podrían resultar controvertidas u ofensivas para los presentes –o
algún conocido que tuviera la forma de vida que ella critica– y no quiere ser considerada
intolerante, porque eso dañaría su imagen. Por tanto, el valor pragmático que se asocia a los
tres usos es de atenuación de los argumentos, precisamente para poder minimizar el posible
impacto negativo de sus opiniones sobre su imagen.
El marcador ¿comprendes? parece funcionar como equivalente léxico y discursivo
en la mayoría de contextos de ¿entiendes? Véase el siguiente ejemplo de nuestro corpus:
334
335
Entre risas.
Entre risas.
311
Marta Pilar Montañez Mesas
(144)
[Fragmento del ejemplo (142)]
E: pero lo cierto es que no depende de la EDAD/ per– pero vamos a ver/ [yo no– yo lo que=]
L:
[depende de gente]
E: = te estoy diciendo/ es que no teniendo edad↑/ se puede hacer eso/ pero no to’l mundo es así///
¿comprendes?/// pero que llega el momento en que hay otros valores más importantes↓ que yo lo
tengo muy claro↓ conozco a un tío/ y que dig(o) ¡jo(d)er! ¡qué bueno que está! y que no estoy
pensando (( )) ¿sabes?
(L.15.A.2, p. 95, l. 548)
(144’)
E: pero lo cierto es que no depende de la EDAD/ per– pero vamos a ver/ [yo no– yo lo que=]
L:
[depende de gente]
E: = te estoy diciendo/ es que no teniendo edad↑/ se puede hacer eso/ pero no to’l mundo es así///
¿entiendes?/// pero que llega el momento en que hay otros valores más importantes↓ que yo lo
tengo muy claro↓ conozco a un tío/ y que dig(o) ¡jo(d)er! ¡qué bueno que está! y que no estoy
pensando (( )) ¿sabes?
Incluso ¿sabes? podría ser intercambiable en este contexto. Pero cada uno aporta un
matiz, que en el caso de ¿comprendes? podría un mayor grado de atenuación pragmática
que ¿entiendes? y un mayor grado de formalidad en el tono del discurso que ¿entiendes? o
¿sabes? Asimismo, a diferencia de ¿sabes? no se comparte una nueva información, sino
que se atenúa el impacto de los argumentos sobre un tema polémico.
Este marcador, al igual que el resto de este grupo, parece estar en ocasiones en los
límites de la categoría funcional marcador del discurso, porque el valor intelectivo de la
base léxica sigue teniendo un peso muy fuerte en algunos ejemplos: en efecto, ciertos usos
denotan que la pregunta se interesa por el grado de comprensión sobre lo que el emisor
acaba de explicar, generalmente complejo o, como mínimo, nuevo para el interlocutor. No
ocurre así en el caso de ¿sabes?, con el que se da por hecho que se tiene ese conocimiento
sobre algo o que es una información nueva que pretende ser compartida. Nótese que en los
casos en que aparece ¿comprendes?, en parte, pervive cierto valor semántico, pues aunque
no se comprueba la comprensión del contenido, sí se persigue que queden claros los
motivos que le permiten afirmar tales argumentos. Dicho de otro modo, el hablante parece
querer expresar: “¿comprendes por qué digo esto?” o “¿comprendes por qué pienso así?”.
Este matiz no lo expresa ¿sabes? pero sí podría considerarse que lo comparte con
¿entiendes?
312
Marcadores discursivos en posición final
Dicho de otro modo, ¿sabes? presenta un valor más discursivo, mientras que
¿comprendes? conserva un valor más léxico-semántico, compárese:
(145)
¿sabes lo que te digo?
(145’)
¿comprendes lo que te digo?
7.2.3.3 ¿Ves?
La forma ¿ves? no se encuentra totalmente gramaticalizada, ya que de los 11 casos
que encontramos en el corpus, 6 son todavía estructuras predicativas, con un sujeto
concordante, como en ¿ves tú? y se percibe el valor mostrativo de ver (incluso en un caso,
literalmente, están viendo fotos). Aún así, el análisis revela que predomina el valor de
percepción intelectual, no física, es decir, que la partícula que aquí analizamos deriva de
esa acepción léxica: ver en el sentido de captar o darse cuenta de algo cognitivamente, no
visualmente. De las diversas acepciones de ‘ver’ en el DRAE, ese sentido de percepción
mental (no visual), se desprende de las siguientes:
ver1
2. Percibir algo con cualquier sentido o con la inteligencia. ||
3. Observar, considerar algo. ||
4. Reconocer con cuidado y atención algo, leyéndolo o examinándolo.||
6. Atender o ir con cuidado y tiento en lo que se ejecuta. ||
7. Experimentar o reconocer por el hecho. ||
8. Considerar, advertir o reflexionar. ||
10. Conocer, juzgar. ||
12. Examinar o reconocer si algo está en el lugar que se cita. ||
De estos valores de percepción intelectiva, habría evolucionado la actual partícula
¿ves? con valor de comprobación de los argumentos o ideas que se vienen aportando.
Ahora bien, como hemos señalado, el marcador no se encuentra totalmente
gramaticalizado. Según la definición de Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999), los
MD no pueden ser negados, interrogados ni focalizados, en cambio, en esta forma
encontramos usos predicativos como:
313
Marta Pilar Montañez Mesas
(146)
un e– aquí// ¿no ves?/ son unos– unos cromitos que vendían en las mermeladas de FREsa
(G.68.B.1+G.69.A.1, p. 204, l. 546)
El valor que tiene ¿ves? es de comprobación, el hablante quiere con el MD –en
palabras de los autores– “hacer explícito que lo que acaba de decir, él mismo o,
generalmente, su interlocutor, es una demostración o justificación de la opinión que viene
sosteniendo”. Así se comprueba en nuestro corpus en casos como:
(147)
[Hablan sobre ropa cosida a mano]
M: § pero aparte de cómoda tiene que ir bien/ ¡caray!// °(fíjate ¿ves/ tu madre?)°/// [(RISAS)]
A:
[cuando te–
cuando tenga] que ser madrina↑/ entonces ya/ [me (( ))] (RISAS)
S:
[(RISAS)]
M:
[¡uy!/ y ahora también]/ ¿y a la
pequeña quién se lo cose– y a la pequeña quién se lo cose– la nena?
A: la nena/ o se lo com[pra o se lo– =]
M:
[se los compra hechos]
A: = o se loo/ cose ella
M: muy bien/ ¿ves?/ oye/ muy bien// pues aún va con un– [una falda=]
A:
[pero]
M: = cortito o una cosa cortito y siempre es↑/ coser y cantar/ con algún patrón de así medidas↑§
(S.65.A.1, p. 141, l. 725)
En este ejemplo, M mantiene que se debe ir bien vestida. A confirma que la ropa la
compran o la cosen, que M utiliza como argumento para validar y confirmar su propia
opinión: ‘muy bien/ ¿ves?/ oye/ muy bien’. Esto le permite hacer explícito que lo dicho por
su interlocutor confirma lo que M viene sosteniendo. Aporta un valor de intensificación
valorizadora cortés, valor que difiere del que presentan otros MD de control del contacto.
Otras veces el hablante no afirma explícitamente su opinión, sino que da
argumentos y explicaciones para justificarse; cuando el interlocutor reconoce lo que el
hablante quiere decir, este confirma y evidencia (hace explícito) que eso es lo que venía
sosteniendo, como en (148):
(148)
[Las hablantes entran en el piso de B, quien comienza a mostrar a A sus lámparas]
V: ¿cómo la has encendido↑?§
314
Marcadores discursivos en posición final
A:
§ tocando (3”)336
V: ¡ay! pues sí/ sí que [ilumina=]
A:
[es un mue(ble)]
V: = ¡qué cosa más bonita! ¿eh? ¡qué original! ((…))
A: § sí§
V:
§ ¿y puedes regularlo? o s(e)a que- co- ¿cómo puedes dejarlo a mitad de intensidad? ahora
sueltas y se queda así// ¡qué cosa más moderna!// ¿cuánto te ha costado/ [esa lámpara?=]
A:
[y tiene]
V: = ¿solo esa lámpara↑ cuánto costaba?
A: esta/ cuarenta§
V:
§ ¡AH! ¡AH! (6”)337
A: esta mantienes– la– esto338
V: ¿eso te lo ha dao el laboratorio- [esto de los=]
A:
[no]
V: = compacdisc?339
A: lo he comprao/ después esta↑// también tocando esto de aquí↑§
V:
§ cuéntame cómo es la mía↑/ que
yo no la he visto/// (3”) ¿se parecen?§
A:
§ muy bonita/ es- en vez de ser así↑/ esto lo tiene (( ))
V: ss(í) esa es muy mona (4”)
A: tocando/ esta aquí no/// (3”) esta solo es aquí§
V:
§ ¡qué original!§
A:
§ ¿ves? y tiene diferentes
intensidades§
V:
§ ¿la mía también/ tiene ese sistema?§
A:
§ uno/ dos y tres§
(IH.340.A.1, p. 377, l. 35)
A intenta explicar qué tiene de especial o particular una lámpara, su sistema de
encendido, y uno de sus interlocutores, V, verbaliza (hace explícito) el argumento que A no
ha expresado: ‘¡qué original!’, que era lo que A quería destacar, aquello que implícitamente
venía sosteniendo, en este caso, su originalidad. El uso del marcador no implica una
comprobación visual sino intelectual: no se trata de que ‘vea’ cómo es el objeto, sino de
que acepte la opinión de su interlocutor, en este caso, lo moderno y original que es.
Los ejemplos que hemos descartado responden a un uso predicativo, no
gramaticalizado, en el que la forma ‘ves’ aparece acompañada de elementos de índole
proposicional, como el sujeto gramatical:
(149)
[Comentan la confusión de una calle]
S: [((¡che qué rollo)) me he] armao con la calle esta↓ tú!340
336
B hace un gesto que demuestra cómo encender esa lámpara.
Expresión de gran sorpresa y escándalo.
338
Se refiere al interruptor de la lámpara.
339
Compact disc, del inglés, ‘disco compacto’. B se refiere ahora a un mueble para guardar de forma
ordenada los discos compactos.
337
315
Marta Pilar Montañez Mesas
V: ¿ves tú?
S: yo me meto341 ((por la gasolinera))
V: pues [no eres→]
J:
[yo también (RISAS)]
(J.82.A.1, p. 179, l. 445)
(150)
[Charlan sobre la suerte en la lotería]
C: además han vuelto a comprar el mismo número que el año pasao/// yo el año pasao estaba
contentísima porque acababa en sesenta y nueve y dije ese sale// ese sale/ y el gordo acabó en
sesenta y nueve
A: ¡ah fíjate! ¿ves tú?§
C:
§ os acordáis que fue el de ahí atrás/ es que no era el del Vives342 era el de la–
y yo↑ °(estoy mosca que tampoco va a salir)° además con el muermo de secretario que tenemos↑
(MT.97.A.1, p. 367, l. 703)
Estos ejemplos (149) y (150) están muy próximos ya al valor del MD ¿ves?, podrían
considerarse variantes menos gramaticalizadas o en vías de gramaticalización, ya que el
valor perceptivo prácticamente se ha perdido. En cambio en el ejemplo siguiente (151), ese
significado originario se mantiene, aparece en una estructura predicativa con
modificadores, en concreto, un adverbio de negación; por tanto, uso libre del verbo, no
discursivo:
(151)
[Explican unas fotografías que están viendo]
C: § pero el diec– ay/ cuenta que los otros de la incubadora como si no los [contaras=]
J:
[(RISAS)]
C: = diecisiete de julio↑/ agosto y septiembre/ tenías dos meses en realidad de vida↓ porque me lo
habían dao de dos- de d- dos kilos y medio// y esta soy yo↑/ allí↑//343 antes dee nacer él y todo/ en
una de las cocinitas que→/ tuve una casita muy bonita/ y esto que hay aquí en el cristalito→/344
un e- aquí// ¿no ves?/ son unos- unos cromitos que vendían en las mermeladas de FREsa/ bueno/
de fresa/ de mora y de todo/ y cada negrito llevaba/ un- un instrumento musical o una cosita/ y si
recogías- coleccionabas/ diez↑/ los enviabas y la casa te podía mandar/ una cosita para que– un
colgantito d’un negrito§
P:
§ sí ((muy majos))§
(G.68.B.1+G.69.A.1, p. 204, l. 546)
En el siguiente también mantiene el valor mostrativo de ‘ver’, pues en efecto están
‘viendo’ fotografías, esto es, se encuentra incluso la estructura predicativa completa, con el
verbo utilizado con su significado léxico de percepción visual:
340
Entre risas.
Entre risas.
342
Instituto de Enseñanza Media «Luis Vives»
343
Se refiere de nuevo a Inglaterra.
344
Cristal que aparece en la foto.
341
316
Marcadores discursivos en posición final
(152)
[Comentan la ropa que están viendo]
A: y↓ me gusta que vayas aseaoo/ no que parezcas un abuelo/ ya parecemos con la gordura que
tenemos bastantes mayores/// digo por lo MENOS ↑§
B:
§ sí
A: ahora ¿ves cómo va? mira lleva su d’eso malva/ esto granate345 [y la corbata↑=]
B:
[claro hoy estaba guapo]
A: = y la corbata que es granate yy eso y la cazadora va bien/ pero es que tienee– va a tener FRÍO//
aunque lleva un jersé de manga larga↑
(EL.116.A.1, p. 317, l. 398)
7.2.3.4 ¿Vale?
En nuestro corpus solo documentamos tres casos de este marcador, a pesar de que
su frecuencia en la lengua hablada espontánea parece ser mayor. Martín Zorraquino y
Portolés Lázaro (1999: 4169) incluyen el marcador conversacional de modalidad deóntica
vale, junto a bueno y bien, pero no ¿vale? como marcador comprobativo situado
normalmente en posición final, que es la ubicación que aquí nos interesa y que sí incluyó,
por ejemplo, J. Ortega Olivares (1986). Santos Río (2003: 637) describe este uso como
expresión autorreactiva moderna (y coloquial), sutilmente deíctico-anafórica, que, con entonación
interrogativa, se emplea para pedir confirmación, generalmente después de haber expuesto un
contenido expresa o tácitamente compromisivo o programático. […] Y puede equivale a de acuerdo)
En efecto, con el uso de este marcador el hablante pretende llegar a un acuerdo con
su interlocutor, negocia o intenta persuadirle sobre algo de interés para el emisor (o para
todos los participantes). Recordemos la premisa de que conversar es negociar (Briz Gómez,
1998).
7.2.3.4.1 ¿Vale? en posición final de intervención
El marcador ¿vale? es claramente apelativo, busca el acuerdo el consenso, que el
oyente manifieste su conformidad o corrobore lo dicho. El valor de negociación está
presente en los tres ejemplos documentados, siempre a favor del emisor:
345
Señala la camisa y el suéter.
317
Marta Pilar Montañez Mesas
(153)
[Los interlocutores se organizan para participar en una prueba deportiva]
S: [¿qué pasa el día ventiuno?]
G: [((dame tu nombre))] completoo↑/ el Dénei↑346 fecha de nacimiento↑// yy/ ya nada
J: y si es la federación [(( ))]
S:
[¿qué pasa] el día ventiuno?
G: ¿en qué catego- n- qué categoría quie(re)s inscribirte? [quee=]
J:
[mañan-]
G: = corremos laa- la media maratón
C: el día ventiuno§
S:
§ ¿de Valencia? (2”)
J: ¿mañana vas a venir↓ Gerardo?
G: mañana sí
J: pues mañana te loo traigo ¿vale?
G: pero quee ya↓ porque yoo voy a hacer la inscripción por teléfono/ [y luego=]
J:
[mañana]
G: = cuando lleguemos allí↑/ recogeremos los dorsales en donde nos digan
J: mañana lo tienes// mañana te lo traigo
S: ¿tú tienes tanto fondo como pa(ra) correr la maratón?
G: me hago to(d)os los [días=]
J:
[no]
G: = diez kilómetros///todos los días/ DIEZ mínimo// me hago to(d)os los días
(AP.80.A.1, p. 143, l. 27)
En este ejemplo, J negocia la posibilidad de traerle un documento otro día, que es lo
que interesa a este hablante, como si dijera ¿te parece bien?, por tanto, busca la
conformidad o el acuerdo a su favor. Es un MD apelativo que, además, atenúa la petición
de ayuda a G (que le inscriba en la carrera), para que acepte que le entre la documentación
necesaria al día siguiente. Del mismo modo, en el siguiente fragmento también atenúa, en
tanto da opciones al otro en relación con su afirmación; si bien aquí marca el cierre, un
cierre atenuado pues le da la opción de que acepte o no:
(154)
[A retoma la conversación tras una pausa y organiza una cita de trabajo para el interlocutor]
A347: [pos bueno]/ vas maña– vas↑/ yo te presento a la chica↑ ya que quedas túu con él↑ y te dice
empe- pa(ra) empezar sería el miércoles// ¿vale?
S: ¿estabas en el gabinete↑ dee Andrés↑ hace un momento?
A: sí// ¿por qué lo sabes↑?
S: porque estaba jugando yo con tu hijo
(AP.80.A.1, p. 145, l. 123)
Tras una secuencia lateral, A retoma el tema y trata de no hacer una afirmación
tajante, sino que busca el acuerdo, la conformidad. Su intervención parece funcionar casi
346
347
Documento Nacional de Identidad (D.N.I.).
Regresa y retoma el tema anterior.
318
Marcadores discursivos en posición final
como conclusión de todo lo dicho, y el marcador indica el cierre de esa negociación.
Recordemos que la argumentación en la conversación constituye una forma básica de
negociación, de búsqueda del acuerdo (Moeschler, 1985; Roulet et ál., 1991; Briz Gómez,
1998; entre otros).
7.2.3.4.2 ¿Vale? en posición final de acto
Este uso se localiza en una conversación en la que se desarrolla una fuerte discusión
de pareja. En este caso, la hablante B trata de finalizar la disputa y emplea este marcador
para negociar el fin de la conversación:
(155)
[Una pareja discute sobre su relación]
A: MIRA/ VAMOS A DEJARLO/ VAMOS A PASAR LO QUE QUEDA DE ACAMPADA BIEN
PORQUE/ NO ES PLAN DE JODER EL AMBIENTE QUE HAY AHÍ BAJO§
B:
§ pero si es que
yo no he jodido nada ¿eh? §
A:
§ VALE↓ LA CULPA ES MÍA [O SEA YO LO RECONOZCO
PARA VARIAR]
B:
[YO
ME
HE
QUEDADO
FLIPADA] NO YO-/ NO↓ PARA VARIAR NO↓ ANDRÉS ¡JODER!// YO HE VENIDO A
ESTA ACAMPADA A PASÁRMELO BIEN/ CON MIS AMIGOS Y CONTIGO ¿vale?/ y he
venido ¡JODER! y de la noche a la mañana bien↓ superbién↓ todo bien
[La grabación finaliza aquí, por lo que desconocemos si hay reacción de A]
(ML.84.A.1, p. 80, l. 317)
La intervención de B se emite, en su mayoría, gritando, pero a partir del marcador
¿vale? se recupera el volumen normal, como queriendo suavizar o relajar el tono de la
interacción y poder finalizarla con menos tensión conversacional, claramente desarrolla una
estrategia pragmática de atenuación.
Tenemos noticia del uso fático de ¿vale? como refuerzo o intensificación en
posición final de acto en intervenciones complejas de cierta extensión, en las que el
hablante va reafirmando su postura o sus argumentos con este MD, o también en secuencias
narrativas (anécdotas, relatos conversacionales), donde casi llega a convertirse en muletilla,
pues evidencia una escasa destreza en la formulación del discurso, en la que solo emplea
esta partícula y no otras más precisas. En ese uso también se diluye el valor apelativo (SAI)
y queda como mero apoyo textual (SAT):
319
Marta Pilar Montañez Mesas
(156)
A: llegué allí ¿vale?/ y sale la chica/ muy simpática ¿vale?/ y me dice que si llevo la entrada↑/ que
si he pagado↑/ que cuándo hice la compra→ ¿vale?/
B: mm
A: y yo me empiezo a poner nerviosa/ y digo↑ ¡ostras! ¡el recibo!/ porque el día que la compré/ no
guardé el recibo ¿vale?/ y me puse súper nerviosa/// y- y bueno/ que al final sí lo llevaba/ pero
pasé un rato→348
7.2.3.5 ¿Verdad?
El marcador ¿verdad? se ubica en posición final de la unidad discursiva donde se
hospeda, bien sea en final de acto o en final de intervención. En el Corpus de
conversaciones coloquiales (2002) aparecen diversos usos de la forma ¿verdad?, pero solo
hemos considerado MD aquellos en los que no se aprecia predicación, esto es, no se han
tenido en cuenta usos como el que sigue:
(157)
[Hablan sobre los parecidos de los bebés con los familiares]
C: = Arancha/ sí// la– la hermana de mi padre↑ que era la mayor↑/ pues/ ahí no ha habido→/ que yo
sepa/ no sé mi abuela los ojos el color que tendrían↑// pero// fueron unos ojos azules→/ un azul
precioso↑/ así de grandes/ lo que pasa↑/ es que así como tenían todo el pelo/ muy ondeao//
mucho– muy ondulao– no ondeao sino ondulao/ laa– mi abuela lo tenía más agradecido/ pero
ella↑// y mi tío el pequeño↑/ muy rizao// bueno/ pues en cambio las pestañas↑/ CORTAS Y
TIESAS/ pero los ojos UNA DIVINIDAD/ y mi tía Consuelito otro tipo de azul// pues ahora te
sale un nieto (a)eso↑/ y vas a decir/ a la tía abuela tirirí que te vi/ pues tampoco→/ ¿es verdad o
no es verdad?§
(G.68.B.1+G.69.A.1, p. 198, l. 326)
Puesto que desempeña una función sintáctica reconocible dentro de la predicación
de la forma copulativa ‘es’ como atributo (fácilmente comprobable si se conmuta por el
pronombre átono “lo”, que permite discriminar esta función: ¿lo es?).
Tampoco hemos considerado MD los usos en que sigue una predicación
subordinada, como en (158) y en (159):
(158)
[Charlan sobre la propuesta de instalar ascensor en la finca]
M: yo o sea/ estoy en un plan/ que [yo=]
A:
[no]
M: = no puedo decir que no/ ¿verdad que no?///349 y ((este [señor=]
348
Ejemplo propio, transcrito a partir de la conversación entre dos interlocutoras menores de 25 años en un
autobús.
349
Se refiere a la instalación del ascensor, porque M vive en el tercer piso.
320
Marcadores discursivos en posición final
A:
[noo]
M: = creerá)) que no puedo decir que no// [((pero– enseguida puede decir no))]
A:
[pero yo s– pero yo–] pero yo sí§
(S.65.A.1, p. 132, l. 368)
(159)
[Hablan de gente maleducada que protesta por todo en los viajes organizados]
M: [¿verdad que son] igual que los de la Aida?
(PG.119.A.1, p. 279, l. 145)
En ambos casos, la estructura es ¿verdad que…? seguida de una predicación, no se
trata, por tanto, del marcador ¿verdad? Podría tratarse de una forma intermedia antes de
fijarse como marcador.
En nuestro corpus se encuentran 6 usos de ¿verdad? como MD, todos en posición
final de la UD en que se alojan: 3 en posición final de intervención y 3 en posición final de
acto (1 de acto inicial y 2 de un acto intermedio dentro de una intervención compleja). Las
funciones que desempeñan en ambos casos son muy similares, no obstante, detectamos
alguna diferencia motivada por su variación posicional, como a continuación
ejemplificamos.
Ahora bien, antes de pasar al análisis de sus funciones según su posición, conviene
detenernos en el estudio que realiza A. B. Llopis Cardona. Esta autora lo relaciona los
marcadores que aquí se analizan y determina que el valor más frecuente en la bibliografía
consultada es el de “búsqueda de asentimiento o confirmación” (2014: 215). Su posición
más frecuente es también la posición final de intervención. Asimismo, determina las
funciones según la posición en unidades monológicas o dialógicas (2014: 224), que poseen
7 usos que ella detecta, en el Corpus de conversaciones coloquiales (2002a)350:
350
Para cada función, incluye varios apartados de análisis: justificación, descripción o caracterización, el tipo
de acto realizado, la instrucción polifónica que codifica, el tipo de modalidad y su relación con la interacción.
321
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuadro 20. Usos de ¿verdad? según Llopis Cardona (2014: 225).
Funciones
1. Comprobación de la
información
2. Gestión de la opinión o
cotejo de la apreciación
3. Otros usos (petición
indirecta)
4.
Reacción
verbal
emocional
5. Interpelación fática
Tipo de discurso
Dialogal
Posición
Final de intervención
Tipo de acto
Asertivo representativo
Dialogal
Final de intervención
Asertivo evaluativo
Dialogal
Final de intervención
Directivo
Dialogal
Uso autónomo
Expresivo
Monologal
Integrado
en
intervención
la
Asertivo representativo
evaluativo
o
En un trabajo anterior analiza las variantes de ¿verdad? según el grado de
gramaticalización351. En nuestro caso, solo consideramos marcador el uso aislado de
¿verda(d)?, sin más elementos de predicación, con contorno melódico propio de tipo
interrogativo.
7.2.3.5.1 ¿Verdad? en posición final de intervención
El marcador ¿verdad? suele ubicarse en posición final de una intervención, ya sea
simple:
(160)
[Comentan los dolores de B a causa del frío y del trabajo]
C: es que [hace frío/ Jose]
B:
[que a mí cuando llego me duele] cuando llego muchas veces me duele esto de aquí/// esto
d’aquí// y esto es del frío→/// ¡buah! el otro día me dolía porque el tacataca352 esee/ era
demasiao↓ ¿eh? y me dejó polvo/ el tacataca
A: [(( )) a mí=]
D: [el tacataca]
A: = a mí– a mí cada vez me hace más→// el el chu–// [cogí un–=]
351
Esas variantes son, entre otras, ¿verdad que sí?, ¿verdad que no?, ¿no es verdad?, ¿es verdad? Para ello,
aplica los rasgos de gramaticalización en que coinciden la mayoría de autores consultados: contorno melódico
propio, posición fija: final; decategorización, desemantización, función deíctico textual, función deíctico
contextual, función pragmática, especialización, subjetividad, convencionalización, y frecuencia de uso. La
autora dedica un capítulo de su investigación a la Teoría de la Gramaticalización y su relación con los MD.
Con todo ello, elabora un cuadro donde organiza los rasgos por niveles (2011: 172) a partir de la bibliografía
consultada:
E. Traugott (1995): “The role of the development of discourse markers in a theory of grammaticalization”, paper presented at the Twelfth
International Conference on Historical Linguistics, Manchester, August 1995 (publicación electrónica).
G. Dostie (2004): Pragmaticalisation et marqueurs discursifs. Analyse sémantique et traitement lexicographique, Bruxelles, Duculot.
Brinton (2005): “Processes Underlying the Development of Pragmatic Markers: The Case of (I) say”, en Skaffari, J., Peikola, M; Carroll,
R.; Hiltunen, R. and Wårvik, B. (eds.), Operning Windows on Texts and Discourses of the Past, Amsterdam/Philadelphia, John
Benjamins, 229-299.
L. Brinton y E. C. Traugott (2005): Lexicalization and language change, Cambridge, UK-New York, Cambridge University Press.
352
Ruido de una máquina perforadora utilizada en el trabajo.
322
Marcadores discursivos en posición final
C:
[tres mil] ciento noventa↑ que ((me ha
costao→))§
A:
§ cogí un cacharro353 d’esos/// [un poco más pesao que ese=]
C:
[((¿no será ese?))]§
A:
§= (( )) de [verdad]
C:
#[tres] mil ciento
noventa↑/ [((¿era así?))=]
D:
[(RISAS)]
C: = ¿verdad?#
A: eh quee
B: ¡EEH! ¡CHE!// no juegues con tu vida si no quieres morir joven→
D: (RISAS)
B: (RISAS)
A: va túu
(EL.116.A.1, p. 306, l. 546)
o compleja, donde coincide con la posición final del último acto (Af):
(161)
[Los participantes hablan sobre cómo animarse para hacer deporte]
A: pero es que yo con Gerardo no puedo correr
J: ¿por qué?
A: porque Gerardoo va máa(s) (a)delantao↑/ y yo estoy/ principianta// yo es que empecé a ir a
correr↑// y me llevaba una bolsa de pipas y me acostaba debajo un pino↓ y me decían VENGA↓
ÁNIMO↓ que ya te queda POco/ [y digo sí (RISAS)=]
L:
[(( ))]
A: = y lo que he hecho↑/ pa(ra) da(r) la vueltecita corriendo→
J: práctica
S: pero proponlo/ di/ ¿a ver quién viene a correrse conmigo a un pino en el río?/ y verás tú cómoo§
L: § van a divertirse/ ¿aquí no habrá (( )) de mi botella?354
A: #es que tee– según cómo propongaa↑/# #a lo mejor asín actúan ¿verdad?#
J: me huele mal eso// (RISAS)
C355: pon íguel y ¡au!356
S: depende de cómoo// de cómo lo plantees
(AP.80.A.1, p. 150, l. 280)
En ambos casos, el marcador ¿verdad? trata de buscar el acuerdo con el
interlocutor, que se corrobore su afirmación y se acepte como razonable. Este uso se
corresponde con el que Llopis Cardona denomina gestión interpersonal de la opinión (uso
2 de su esquema), de hecho, emplea este mismo ejemplo (2014: 225) para justificar este
uso. Con él, el hablante comprueba el punto de vista del interlocutor sobre una opinión que
se emite de manera atenuada, no tajante. Sobre el carácter atenuador de este MD reflexiona
353
Máquina perforadora.
L pregunta por una botella de agua que ha llevado al local.
355
C vuelve al tópico de la escisión anterior, dirigiéndose a S, si bien esta no llega a producirse porque S no
colabora.
356
Fórmula de cierre.
354
323
Marta Pilar Montañez Mesas
más detalladamente Llopis Cardona (2014). En este caso, existe atenuación del hablante,
autoprotectora. Manifiesta una opinión y para evitar responsabilidad sobre lo dicho,
cediendo el turno y la opinión definitiva al otro357.
7.2.3.5.2 ¿Verdad? en posición final de acto
En otros casos, el marcador ¿verdad? ocupa la posición final de un acto en el
interior de una intervención compleja, ya sea el acto inicial (Ai) de la intervención:
(162)
[Los participantes charlan sobre unos vasos que le han regalado a E]
E: § con diez cartoncitos de estos→/ bueno↓ tiene to’l mundo ¿eh?/// y de– desde que tenía– ayer ((
))/// recortas esto↑/// y con diez cositas de estas↑ te dan la cubitera// que me la dieron ayer/ pero
cuando llegué aquí se me había roto la (( )) y tuve que cambiarla
G: mm
E: no están mal
L: síi son de Arcoroc↓358 son fuertes
E: Arcorroc ¿verdad? y yoo digo haré doce↓ si es para mi madre§
G:
§ ¿son fuertes?
E: °(sí↑ son fuertes)°
(L.15.A.2, p. 86, l. 161)
o un acto intermedio (Am):
(163)
[Hablan sobre asuntos cotidianos: la cena, la hora de levantarse…]
C: [pues mira↓ si yo] que las tenía adrede/359 porque las llevé también/ al endocrino↑/ que quise
comprobar si eso/ y le llevé/ no este bloque/ sino las mías de los ojos/ y las que le estoy dando al
nene de mamar/ esa y otras↑// con el biberón↑ / y me dijo/ señora/ aquí ya tenía usted los ojos
malos/ y no se me notan casi/ pero el médico se da cuenta ensiguida§
P:
§ sí/ sí§
C:
§ pues nada/ la
señora360 decía que era/ lo mismo///(2”) ¿es verdad o no↓ que no?/// ¡ay!/ nos vamos a tener que
animar/ tenemos una cenita MÁS RIICA§
P:
§ (RISAS)§
C:
§# ¿eh?/ lo que nos apetezca#/ tú ya has cenado
y todo ¿verdad Pili?/# mañana tiene que madrugar la tía #¿a qué hora te levantas cariño?#§
P: § a las siete menos cuarto (3”)
C: fíjate↓ pues hoy no he dormido casi/ porque tenía miedo a dormirme// me acosté muy tarde↑/ y he
estao con la radio puesta/ el transistor puesto toda la noche↑/ y sin–/ y sin§
P:
§ dormirte§
357
Comunicación personal de A. Briz Gómez (2015).
Marca comercial de vajillas y cristalerías.
359
Las fotos.
360
Su suegra.
358
324
Marcadores discursivos en posición final
C:
§ o sea/
eso que te quieres dormir pero que te da miedo§
P:
§ es que es peor [porque]
C:
[y he estao/ sin] dormirme§
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 212, l. 870)
En este caso, el MD realiza una función más textual que interpersonal, puesto que
no pide corroboración de una opinión, no pide respuesta verbal, expresa un grado de
certidumbre mayor que cuando se utiliza en posición final de intervención cediendo el
turno. Llopis Cardona analiza el primer ejemplo como comprobación del contenido
informativo (¿verdad?1), mientras que el segundo lo incluye en el apartado de
interpelación fática (¿verdad?5 de su descripción), de marcado carácter fático, esto es,
como llamada de atención sobre lo que se viene diciendo, casi focaliza esa información, sin
esperar respuesta.
Por tanto, consideramos que de los 5 usos que describe Llopis Cardona (2014) –
tanto en conversaciones, como en entrevistas semidirigidas–, en el Corpus de
conversaciones coloquiales (2002a) se observan solo dos: un uso interpersonal, que busca
el acuerdo, en posición final de intervención; y un uso más fático, que no apela en busca de
respuesta, sino de atención sobre lo dicho, en posición final de acto, en el interior de una
intervención. Finalmente, en el corpus manejado, no se documentan usos autónomos de
este marcador como intervención, en posición independiente.
En ambas posiciones (final de intervención y final de acto), es conmutable por el
marcador ¿no?:
(164)
((¿era así?)) ¿verdad? ~ ((¿era así?)) ¿no?
(164’)
¿verdad/ Pili? ~ ¿no/ Pili?
325
Marta Pilar Montañez Mesas
7.2.4 Síntesis de funciones según su posición
A continuación, recapitulamos los distintos usos y funciones de los marcadores
según su posición y el tipo de unidad discursiva que constituyen.
7.2.4.1 ¿Entiendes?
Cuadro 21. El marcador ¿entiendes? en la conversación coloquial361.
Posición discursiva
Función pragmática
¿Entiendes?
¿entiendes?1
Final de acto (en el Detiene su argumentación para
interior
de
una comprobar que le siguen o atienden,
intervención).
mientras planifica la formulación de
nuevos
argumentos
o
para
No cede el turno.
reformularlos.
¿entiendes?2
Final de intervención- Comprueba que se entienden (no el
contenido de sus argumentos) sino
turno.
sus motivos.
Cede el turno.
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
textual
(SAT),
planificador; a veces,
modalizador atenuante
o intensificador (SAM)
Subacto
adyacente
interpersonal (SAI)
Estos valores propuestos, así como los del resto de MD descritos en este apartado
(¿comprendes?, ¿ves? y ¿vale?) pueden ser un punto de partida para otros análisis
posteriores, dada la escasa frecuencia que presentan en el corpus analizado; por tanto, están
sujetos a una revisión ampliando el corpus.
7.2.4.2 ¿Comprendes?
Cuadro 22. El marcador ¿comprendes? en la conversación coloquial.
¿Comprendes? Posición discursiva Función pragmática
¿comprendes?1 Final de intervención Comprueba que se comprenden los
(que puede ser turno motivos de sus argumentos u opiniones.
o no).
Mayor grado de formalidad que
¿entiendes?2.
Cede el turno.
Valor pragmático asociado de atenuación.
¿comprendes?2 Final de acto (en el Detiene
momentáneamente
su
interior
de
una argumentación para comprobar que le
intervención).
siguen, mientras planifica la formulación
de nuevos argumentos o para completarlos.
No cede el turno.
Valor pragmático asociado de atenuación.
361
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
interpersonal
(SAI), a veces,
SAM atenuante
Subacto
adyacente textual
(SAT), a veces,
modalizador
atenuante (SAM)
Los valores de ¿entiendes? se han contabilizado con las variantes ¿me entiendes? y ¿entiende?, y se han
ordenado según su frecuencia: ¿entiendes?1 (5 casos), ¿entiendes?2 (3 casos).
326
Marcadores discursivos en posición final
7.2.4.3 ¿Ves?
Cuadro 23. El marcador ¿ves? en la conversación coloquial.
Posición discursiva
Función pragmática
¿Ves?
1
¿ves?
Final de acto (en el interior de Comprueba que los argumentos o
una
intervención-turno ideas que se vienen aportando son
aceptados por el interlocutor.
reactivo-iniciativa).
Valor pragmático asociado de
Cede el turno.
cortesía.
¿ves?2
Inicio
de
intervención
reactivo-iniciativa.
No cede el turno.
Ratifica de forma explícita que el
interlocutor
acepta
sus
argumentos.
Frecuentemente combinado con
apelativos (¿ves tú?) o con otros
verbos de significado mostrativo
(fíjate, mira).
En fase de gramaticalización.
Tipo de unidad
Subacto
adyacente textual
(SAT), a veces,
modalizador
(SAM),
intensificador
Subacto
adyacente
interpersonal
(SAI), a veces,
modalizador
(SAM)
7.2.4.4 ¿Vale?
Cuadro 24. El marcador ¿vale? en la conversación coloquial.
Posición discursiva
Función pragmática
¿Vale?
1
¿vale?
Final de intervención (que Comprueba el grado de acuerdo o
puede ser turno o no, si bien conformidad a favor del emisor.
la ausencia de respuesta en Valor pragmático asociado de
contra, supone aceptación negociación.
tácita).
Con frecuencia, la intervención
funciona como conclusión a todo lo
Cede el turno.
dicho, tras una secuencia lateral, y el
marcador indica el cierre de la
negociación.
2
¿vale?
Final de acto (en el interior Detiene su argumentación para
de una intervención).
comprobar que se que le siguen e
introducir un cambio de tono o de
No cede el turno.
argumentos
para
finalizar
la
conversación.
Valor pragmático asociado de
atenuación, aunque puede ser
también de intensificación.
327
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
interpersonal
(SAI)
Subacto
adyacente
textual (SAT), a
veces,
modalizador
(SAM)
Marta Pilar Montañez Mesas
7.2.4.5 ¿Verdad?
Cuadro 25. El marcador ¿verdad? en la conversación coloquial (cf. Llopis Cardona, 2014).
Posición discursiva
Función pragmática
Tipo de unidad
¿Verdad?
1
¿verdad?
Final de intervención.
Busca el acuerdo, que se corrobore su Subacto
Cede el turno.
opinión y se acepte como razonable.
adyacente
La opinión se presenta atenuada y se interpersonal
orienta al oyente para que la confirme.
(SAI)
¿verdad?2
Final de acto (en el
interior
de
una
intervención).
No cede el turno.
Llama la atención sobre el contenido
expresado, no pide respuesta, sino que es
de carácter fático, y manifiesta un grado
de certidumbre mayor que el uso
anterior.
Valor
pragmático
asociado
de
atenuación.
Subacto
adyacente
textual (SAT), a
veces,
modalizador
atenuante
(SAM)
7.2.5 Otros rasgos pragmáticos
7.2.5.1 Aspectos ilocutivos
El subgrupo de marcadores que se analizan en este capítulo están condicionados
semánticamente por la categoría originaria a la que pertenecen: formas verbales en segunda
persona (sabes, entiendes, comprendes, ves, vale) y una forma nominal (verdad). Ahora
bien, una vez que se han fijado como piezas discursivas, suelen acompañar a actos
comunicativos expresivos o argumentativos, ya que sirven, en su mayoría, como refuerzo
de los enunciados a los que acompañan. El valor pragmático de refuerzo o intensificación
es, precisamente, el predominante en estas formas. Nótese que la fuerza argumentativa de
las intervenciones del hablante cambia en función de la presencia o ausencia del marcador,
se intensifica o se atenúa:
(165)
[De nuevo, sobre las relaciones esporádicas]
L: § yo por ejemplo no lo haría
E: bien yo qué sé yo por ejemplo↑/ no sée// a mí me parece muy bien lo que hace cada uno↓ que yo
no estoy de acuerdo↑ no quiere decir que yo le critique ni que no/// °(¿entiendes?)°
G: pues ya está/ entonces eres liberal↑/ porquee el ser liberal empieza por uno mismo
(L.15.A.2, p. 91, l. 376)
328
Marcadores discursivos en posición final
La hablante E no quiere que se comprendan sus motivos, trata de atenuar sus
afirmaciones para no ser considerada intolerante en un tema que resulta polémico y, por
tanto, el MD ¿entiendes? permite graduar la fuerza argumentativa de sus opiniones.
7.2.5.2 Aspectos prosódicos
Los MD de este subgrupo se pronuncian con un contorno melódico propio de tipo
interrogativo, caracterizado por un tonema ascendente. Se representan ortográficamente
entre signos de interrogación, aunque no siempre son preguntas o demandas de
información, sino que también pueden ser asertivas, a modo de solicitud de corroboración.
Cada marcador mantiene el acento prosódico en la sílaba correspondiente, si bien en
algunos casos adopta una variante formal diferente: tal es el caso de ¿sabe? en
concordancia con ‘usted’ y de ¿verdá?, con apócope de la consonante implosiva final,
rasgo propio de la relajación articulatoria frecuente en el registro informal de la lengua.
7.2.5.3 Combinatoria de ¿entiendes? y otros
Los marcadores discursivos de control del contacto de este subgrupo de base léxica
se combinan frecuentemente con otros elementos propios de la estructura verbal predicativa
(o atributiva en el caso de ¿verdad?), pero no se han tenido en cuenta esos usos por
considerarlos no marcadores. No obstante, encontramos algunos ejemplos en que se
combinan con otros elementos, especialmente con apelativos:
7.2.5.3.1 Combinatoria con apelativos/nombres propios
a) ¿ves, tú?
(166)
S: [((¡che qué rollo)) me he] armao con la calle esta↓ tú!362
V: ¿ves tú?
S: yo me meto363 ((por la gasolinera))
(J.82.A.1, p. 179, l. 445)
362
363
Entre risas.
Entre risas.
329
Marta Pilar Montañez Mesas
b) ¿verdad? + apelativo
En el caso de ¿verdad?, también Llopis Cardona toma ¿verdad, Pili? como
secuencia de MD + vocativo, por tanto, sí lo considera una combinatoria propia de este
MD, del mismo modo que aquí se ha considerado en el capítulo anterior en el caso de ¿eh?
+ vocativo o apelativo.
(167)
C: §# ¿eh?/ lo que nos apetezca#/ tú ya has cenado y todo ¿verdad Pili?/# mañana tiene que
madrugar la tía #¿a qué hora te levantas cariño?#§
P:
§ a las siete menos cuarto (3’’)
C: fíjate↓ pues hoy no he dormido casi/ porque tenía miedo a dormirme// me acosté muy tarde↑/ y he
estao con la radio puesta/ el transistor puesto toda la noche↑/ y sin–/ y sin§
P:
§ dormirte§
(G.68.B.1 + G.69.A.1, p. 214, l. 935)
7.2.1.1.1 Combinatoria con otros marcadores
Por otra parte, conviene señalar que, aunque no combinados (sino yuxtapuestos o
combinados, según la terminología de Cuenca Ordinyana y Marín Jordà, 2009), en muchas
conversaciones se utilizan varios marcadores de este tipo en una secuencia dialógica.
c) ¿entiendes? + o sea
(168)
E:
§ me quedé sentá// o sea vino ella↑ y le dijee oye mira que ha venido un chico a dejar tu bolso↓
que te lo has dejado en el coche/ yy– y ella sí ¿qué más te ha dicho? digo no/ me ha dicho
simplemente que te lo habías dejao olvidado↑ y que te lo ha traído// yo no le dije nada de
nada↑/// °(y ella me dijo no es que ese chico está casao y tal y cual↓ pero yo salgo con éel)°/ es
que ((resulta)) que el chico ese está con su mujer↑// es decir→/ yo me quedé blancaa↓ ahora
mismo– ¿ves? esa relación posible↑ la he vivido de cerca/ ahora mismo↑/ conozco gente muy
allegada a mí↑ y que tiene una relación así↑ y la acepto// porque es que– o sea yoo lo que miro es
tal– cómo es una persona tal cual/ la relación que lleve en su vida privada↑ me da igual
[¿entiendes?=]
G: [°(normal)°]
E: = o s(e)a→/ yoo tengoo– yo cuando conozco a una persona↑ lo único que me importa de él es
cómo es// es decir aparte lleva unaa relación así// pues de puta madre↓ que la lleve// a mí su
relación me da igual// pero yo es que en ese momento me quedé↑/// sí y soy [muy liberal=]
G:
[sí/sí]
(L.15.A.2, p. 103, l. 892)
330
Marcadores discursivos en posición final
Esta combinación se encuentra en una secuencia argumentativa, en la que el
marcador ¿entiendes? parece funcionar como refuerzo argumentativo, al que colabora
también la reformulación con o sea.
7.2.5.3.2 Combinatoria con otros elementos frecuentes
d) ¿entiendes? + elemento paralingüístico (RISAS)
(169)
M: [fíja– pues tam]bién buscan eso mucho/ ¿entiendes? (RISAS)
(S.65.A.1, p. 129, l. 276)
En este caso, el marcador se emite en posición final, seguido de risas. La
combinación asume un valor de atenuación autoprotectora364, se da por entendido el asunto
‘delicado’ del que habla, que se omite. En otros casos, se combina con marcadores
procedentes de formas verbales que han perdido su significado léxico de percepción visual:
e) ¿ves? + fíjate/oye/mira
(170)
A: § yo voy cómoda// nada de modas§
M:
§ pero aparte de cómoda tiene que ir bien/ ¡caray!// °(fíjate
¿ves/ tu madre?)°/// [(RISAS)]
A:
[cuando te– cuando tenga] que ser madrina↑/ entonces ya/ [me (( ))] (RISAS)
S:
[(RISAS)]
M:
[¡uy!/
y
ahora
también]/ ¿y a la pequeña quién se lo cose– y a la pequeña quién se lo cose– la nena?
A: la nena/ o se lo com[pra o se lo– =]
M:
[se los compra hechos]
A: = o se loo/ cose ella
M: muy bien/ ¿ves?/ oye/ muy bien// pues aún va con un– [una falda=]
A:
[pero]
M: = cortito o una cosa cortito y siempre es↑/ coser y cantar/ con algún patrón de así medidas↑§
(S.65.A.1, p. 140-1, l. 726 y 745)
364
Comunicación personal de A. Briz Gómez (2015).
331
Marta Pilar Montañez Mesas
(171)
M: [era↑ tiene razón/ eso es otra cosa] que nos lo patrocina consumo365§
R:
§ y mira ¿ves? y es para
el día ocho/ el día ocho es↑ por la tarde/ empieza por la tarde// a las tres y cuarto→
E: ¡madre mía!
(MA.341.A.1, p. 271, l. 546)
O en (172), también combinado con un apelativo:
(172)
C: además han vuelto a comprar el mismo número que el año pasao/// yo el año pasao estaba
contentísima porque acababa en sesenta y nueve y dije ese sale// ese sale/ y el gordo acabó en
sesenta y nueve
A: ¡ah fíjate! ¿ves tú? §
C:
§ os acordáis que fue el de ahí atrás/ es que no era el del Vives366 era el de la–
y yo↑ °(estoy mosca que tampoco va a salir)° además con el muermo de secretario que tenemos↑
(MT.97.A.1, p. 367, l. 703)
Estas combinaciones funcionan como refuerzo de la opinión que sostiene el
hablante, la unión de marcadores intensifica el efecto de su intervención.
f) sí ¿verdad?
(173)
C: mira Jose mira Jose qué cama/53 mira// una cama d’esas t’hace falta a ti ((que no tiene d’eso))
B: sí ¿verdá?
C: que no tenga d’eso de los pies pa(ra) que tú puedas estirar los pies
(RV114.A.1, p. 302, l. 415)367
La combinación con los adverbios de afirmación y negación también la presenta
¿eh?, como vimos. El MD en esta combinación atenúa la rotundidad de la aseveración,
busca el consenso con su interlocutor, una cierta alianza sobre un saber compartido.
365
Se refiere a algún organismo público.
Instituto de Enseñanza Media «Luis Vives»
367
Este es el ejemplo que aporta Llopis Cardona (2011: 568), así como otro del corpus inédito perteneciente a
la conversación 174.A.1 (sí ¿verdad?).
366
332
Marcadores discursivos en posición final
7.3 RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES PARCIALES
Los MD de este subgrupo, como los anteriores, participan de las características de la
conversación coloquial y pertenecen al grupo de marcadores de control del contacto dentro
la categoría marcación del discurso descrita, entre otros, en el DPDE.
Por su especial naturaleza deverbal o denominal, pervive en ellos cierta carga
semántica que, en ocasiones, cuestiona su adscripción categorial como MD. No obstante,
queda demostrada su funcionalidad pragmática, así como su descripción a partir de la
posición discursiva que ocupan en cada unidad de la conversación en que aparecen. El
marcador ¿sabes? es el más frecuente y desarrolla tres valores según su posición
discursiva: ¿sabes?1 en posición final de intervención-turno o acto; ¿sabes?2, en posición
inicial de intervención, para retomar un diálogo anterior; y ¿sabes?3, en posición final de
intervención reactiva no turno, evaluadoras. En todos ellos apela a un saber compartido,
rasgo propio de la conversación coloquial, o trata de convertir la información que
acompaña en saber compartido a partir de ese punto de la interacción. En todos los casos,
¿sabes? funciona como un subacto adyacente. Dado que predomina su carácter apelativo, es
generalmente un SAI; si bien en su uso como ¿sabes?2 también constituye un SAT, pues
colabora en la progresión temática, hace avanzar la conversación.
En segundo lugar, ¿entiendes? es, quizá, el más presente en la bibliografía, no así en
nuestro corpus. Su posición discursiva prototípica es la final, bien de acto (con valor fáticoregulativo, con él el hablante comprueba que le siguen), como de intervención (comprueba
que se entienden las razones de lo que afirma o expone). Posee un carácter apelativo, pero
no busca una respuesta verbal, sino la atención del oyente, su acuerdo, para no resultar
tajante en sus opiniones, de modo que funciona como un marcador atenuante. El valor de
atenuación de lo dicho es más acusado que en ¿sabes? A diferencia de los demás MD
procedentes de formas verbales, puede dirigirse a varios interlocutores, por lo que su grado
de gramaticalización es muy avanzado, a pesar de la variante formal ¿sabe?, en
concordancia con ‘usted’, muy escasa.
El resto de marcadores afines analizados presenta un frecuencia aún menor, que
contrasta con el uso (e incluso abuso) que se percibe en la conversación coloquial y en otro
333
Marta Pilar Montañez Mesas
tipo de interacciones (tertulias, entrevistas) en la actualidad de formas como ¿entiendes? o
¿vale? De todos ellos, ¿comprendes? es el que presenta un mayor grado de formalidad, y,
junto a ¿ves?, los que funcionan con más frecuencia como SAM, asociados a la atenuación
pragmática o como estrategias de cortesía.
El marcador ¿verdad? constituye un caso aparte, más próximo a ¿eh? o ¿no? Con
este último puede conmutarse en ciertos contextos, como ya notan García Vizcaíno (2005)
o Cuenca Ordinyana y Castellà (1995), entre otros.
En cuanto a otros rasgos que los caracterizan, se pronuncia de forma prototípica con
entonación ascendente, propia de la entonación interrogativa, que encaja con el carácter
apelativo de estas unidades. Al igual que sucedía con los marcadores ¿eh? y ¿no?, suelen
combinarse con otros marcadores. El resultado de la unión de conectores suele ser la
atenuación o la intensificación del segmento que les precede.
Desde el punto de vista de la aplicación de las unidades de segmentación de
Val.Es.Co., los marcadores que aquí se analizan constituyen un tipo de unidad discursiva
monológica: son subactos adyacentes. Y, según su posición discursiva, desarrollan una
función más interpersonal, más textual o más modalizadora. Con frecuencia, la posición
final absoluta (final de intervención) la ocupan SAI, como marca de cesión del turno, de
apelación al oyente para que coopere en la conversación o para que corrobore la opinión
que se sostiene. Esta función, además, confirma los papeles comunicativos de hablante y
oyente, pues habitualmente se trata de intervenciones-turno, que distinguen al hablante
(activo, reconocido), del mero emisor (participante sin más). Por otro lado, en posición
final de acto, en el interior de intervención, la función de estos marcadores es más textual o
modalizadora, el hablante apela al oyente pero para captar y mantener su atención, mientras
continúa formulando su intervención. El valor modalizador, por su parte, suele ser
atenuante, para matizar parte de lo dicho o preservar la imagen del hablante, especialmente
en secuencias argumentativas o de tema polémico o delicado, que compromete la imagen
de quien habla.
Finalmente, los marcadores de este subgrupo no suelen ocupar por sí mismos un
turno de habla, en decir, apenas se documentan en posición independiente, a diferencia de
lo que sucedía con ¿eh? y ¿no?, que con frecuencia se emplean como actos autónomos.
334
Marcadores discursivos en posición final
8. Los MD de control del contacto apelativos nominales: hombre, tío
8.1 El MD hombre en posición final
8.1.1
Descripción pragmática de hombre (y mujer)
8.1.2
Frecuencias de uso
8.1.3
Análisis cualitativo
8.1.4
Síntesis de funciones según su posición
8.1.5
Otros rasgos pragmáticos
8.2 El MD tío en posición final
8.2.1
Descripción pragmática de tío
8.2.2 Frecuencias de uso
8.2.3 Análisis cualitativo
8.2.4 Síntesis de funciones según su posición
8.2.5 Otros rasgos pragmáticos
8.3 Otros marcadores apelativos nominales en el corpus Val.Es.Co
8.3.1 Nano
8.3.2 Macho
8.3.3 Nene/nena
8.3.4 Chico/chica
8.3.5
Tú
8.4 Recapitulación
8 Los MD de control del contacto apelativos nominales: hombre, tío
Los marcadores que aquí se analizan han sido descritos como marcadores
conversacionales enfocadores de alteridad (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999).
Tanto de hombre como de tío se documentan en el Corpus de conversaciones coloquiales
(Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co., 2002a) las formas femeninas correspondientes, mujer y
tía, de uso restringido, pues se emplean exclusivamente con interlocutoras. Ahora bien,
mientras que hombre se dirige a interlocutores de cualquier sexo, el uso de tío también
queda reducido al uso discursivo cuando el interlocutor es varón.
J. Gille (2006) los considera ‘apéndices conversacionales de intersubjetividad’, y,
dentro de estos, al grupo de los interpersonales (macho, hombre, tío, nano), sirven para
regular el contacto y la relación entre los interlocutores.
En este trabajo, hemos optado por denominarlos MD apelativos nominales porque
‘apelan’, son ‘llamadas de atención’ al receptor, participan de la función de control del
contacto dentro de la marcación del discurso, y son de origen nominal o vocativo, con
335
Marta Pilar Montañez Mesas
diferentes grados de gramaticalización368. El estudio de estas formas ha interesado a
especialistas de diversos ámbitos de la lingüística y la pragmática: en los estudios sobre la
categoría vocativo (Bañón Hernández, 1993; Cuenca, 2004), en publicaciones sobre estas
formas como MD (Jørgensen, 2005, 2008, 2009, 2010, 2012; Cuenca Ordinyana y Torres
Vilatarsana, 2008); en manuales sobre la interjección (Matamala Ripoll, 2008); o incluso
sobre la exclamación369.
8.1 EL MD HOMBRE EN POSICIÓN FINAL
8.1.1 Descripción pragmática de hombre (y mujer)
La forma hombre ha sido analizada en diversos estudios en el ámbito hispánico,
especialmente, en español y en catalán. En muchos casos se hace referencia, junto a él, a la
forma mujer, si bien siempre se indica que el grado de fijación o gramaticalización como
pieza discursiva es menor que en el caso de hombre, y que su uso está condicionado o
restringido al sexo del receptor (forzosamente ha de ser destinataria).
En la revisión lexicográfica de este elemento, se observa que ya el DUE de María
Moliner incluía la forma interjectiva… y la construcción ‘anda [vamos] hombre’
exclamativa, o la forma ¡hombre! como sorpresa, duda, incredulidad o vacilación. También
incluye la combinación ‘pero hombre’ exclamativa, empleada para reconvenir a alguien o
como expresión de disgusto o sorpresa. En la forma mujer recoge el uso como vocativo y
añade que es propio del lenguaje familiar para dirigirse sin demasiado respeto. Es decir, la
marca diafásica da una pista de que puede ser una forma descortés, como lo corrobora su
ejemplo: ‘¡Mujer… qué cosas dices!’
Por su parte, el DRAE-01 reproduce en gran medida la información ofrecida por
María Moliner e incluye también el uso como interjección “para indicar sorpresa o
asombro, o con un matiz conciliador” (¡Hombre, no te enfades!). En la nueva edición del
368
El origen vocativo de ciertos MD de control del contacto ha sido postulado, entre otros, por J. Portolés
Lázaro (1998: 145).
369
Alonso-Cortés, A. (1999): La exclamación en español: estudio sintáctico y pragmático, Madrid, Minerva.
336
Marcadores discursivos en posición final
diccionario (DLE-14), el ejemplo se amplía y se añade un nombre de mujer (Hombre, no
hay que ponerse así, María) dando a entender que se dirige también a interlocutoras. A la
vez, se añade una nueva acepción en la entrada de mujer (que no aparecía en 2001) con el
mismo uso y el mismo ejemplo, y el matiz que venimos observando, la necesidad de que se
dirija a una interlocutora:
MUJER. 5. Interj. U. para indicar sorpresa o asombro, o con un matiz conciliador, exclusivamente
cuando el interlocutor es una mujer. ¡Mujer, no te enfades!
Entre los trabajos generales sobre marcadores, destacan Martín Zorraquino y
Portolés Lázaro (1999: 4172 y ss.), que lo incluyen entre los marcadores conversacionales
y, en ese grupo, en el subapartado de enfocadores de alteridad. Según los autores, “presenta
un proceso de gramaticalización a partir del sustantivo homónimo, en su empleo como
vocativo”, pero no admite adyacentes como un vocativo propiamente dicho (hombre de
Dios, ~ de poca fe). Puede hacer referencia a uno mismo e incluso a sujetos femeninos, a
diferencia del vocativo mujer, que, además, sí admite adyacentes.
Como resultado de la gramaticalización, la partícula se convierte “en una unidad
interjectiva, que matiza sus efectos de sentido según la posición que ocupa respecto del
miembro del discurso en el que comparece”, modulados mediante los rasgos fónicos con
que se combina, y con “la versatilidad posicional propia de las interjecciones” (1999:
4173). Esto es, la posición y la prosodia son las que condicionan los efectos de sentido,
justamente los dos criterios que consideramos claves desde el inicio de esta investigación.
Su función pragmática es reforzar la imagen positiva del hablante (los autores
destacan el tono amistoso y de familiaridad o complicidad que tiene en las conversaciones).
Además,
con hombre el hablante atenúa, en las intervenciones reactivas, la expresión de disconformidad con lo
dicho por el oyente e incluso introduce efectos paliativos para calmar su posible enfado; de modo
análogo a como, en las intervenciones iniciativas y reactivas, el que habla atempera, con la partícula,
un enunciado directivo para evitar que su actitud exhortativa o imperativa molesten al oyente. (1999:
4173-4).
Es decir, se trata de un marcador de atenuación, nótese el uso de conceptos afines
empleados por los autores: “atenúa”, “paliativos”, “calmar” o “atempera”. Desde el punto
de vista de nuestra investigación, es interesante la referencia al tipo de unidades en que se
337
Marta Pilar Montañez Mesas
ubican (intervenciones iniciativas o reactivas) y, más adelante, la distinción de funciones
según la posición que ocupa. Podrían sintetizarse como sigue:
Cuadro 26. Posición y prosodia en hombre (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999: 4174-5).
POSICIÓN
FRAGMENTO
DISCURSO
EN
Inicial
(también
intervenciones reactivas
extensas).
Puede duplicarse.
Inicial de una réplica.
Puede duplicarse.
Final
Interior
EL
DEL
en
más
EFECTOS DE SENTIDO
RASGO SUPRASEGMENTAL
Atenuar diversos grados de
disconformidad respecto de lo
dicho por el hablante (a veces
combinado con pero).
Con tono menos elevado en la
primera sílaba que cuando
implica sorpresa o alegría, y
cadencia de la sílaba siguiente
que propicia un final con tonema
suspendido o alargamiento.
Marcada elevación melódica en
la primera sílaba de la palabra
seguida de un descenso en la
siguiente.
Se tiñe de alegría, sorpresa
festiva, etc., ante un comentario
inesperado, pero que se asume
como agradable, aceptable.
Se tiñe del valor ilocutivo que
presenta el enunciado que lo
precede, el que se integra
(expresión del hablante más
atemperada). Según la relación
con el interlocutor, es más
‘paternalista’ o más ‘insolente’.
El marcador puede confundirse
con
el
vocativo
cuya
gramaticalización refleja.
De nuevo, posición y prosodia son los rasgos que condicionan sus funciones.
Retomaremos el análisis pormenorizado de sus funciones a partir de su posición en el
apartado correspondiente (§8.1.3).
En el Diccionario de partículas se determinan 6 acepciones para hombre:
338
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 27. Hombre en el Diccionario de partículas (Santos Río, 2003: 410).
Acepción
1
DESCRIPCIÓN
Expresión reactiva fática que indica dubitación o indecisión
ante lo que el interlocutor asevera, propone o pregunta.
2
Expresión autorreactiva de rectificación o de reformulación
aclarativa
3
Expresión reactiva de muestra de disgusto, acompañada o
no de reproche, antelo que el interlocutor acaba de
comunicar.
Expresión reactiva de asentimiento evidencial enfático a lo
que el interlocutor acaba de decir
4
5
Expresión de sorpresa ante un hecho o dicho
6
Vocativo muy usual, de carácter principalmente fático (es
el correlato masculino del vocativo mujer).
EJEMPLO
-¿Te vienes con nosotros?
-Hombre, si no os supongo
estorbo en el coche…
[…] y yo no lo haría. Hombre, si
del todo no quedaba otro remedio,
quizá sí
-He perdido la bicicleta
-Hombre (/Pero hombre)
-Goya es un pintor con mucha
fuerza.
-Hombre (‘Naturalmente que sí’)
Hombre, si están televisando el
partido
Hombre, no seas así.
En todos los casos, excepto el uso como vocativo, el MD hombre reacciona a algo
(a lo dicho o a un suceso externo). Esto da una pista sobre el tipo de unidad en que se
alojará con mayor frecuencia, forzosamente, en intervenciones reactivas o reactivoiniciativas.
La entrada de mujer destaca su función como
expresión apelativa y fática de lenguaje conversacional dirigida, en principio, a una mujer (que puede
ser una niña), por parte de una mujer o un hombre, en plano de confianza o, incluso, de superioridad
jerárquica con respecto a ella. Pero mujer, ¿no ves que así no queda bien?
Añade que puede reflejar otros valores como sorpresa, admiración o reproche. Ese
matiz de desigualdad en el emisor o emisora de la partícula no aparece en otras
definiciones, y resulta interesante, pues indica una condescendencia que no es frecuente en
hombre.
El Diccionario de conectores y operadores del español (Fuentes Rodríguez, 2009:
184 y ss.) recoge 5 usos de hombre: 2 como conector y 3 como operador. Visualizamos
algunos de sus datos en la siguiente tabla:
339
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuadro 28. Hombre en el DCOE (Fuentes Rodríguez, 2009: 184 y ss.)
USOS
TIPO DE MD
VALOR
POSICIÓN Y
ENTONACIÓN
EJEMPLOS
Conector
ordenador
discursivo
interactivo
Inicio de una respuesta.
Apelativo.
Relaciona intervenciones.
Al inicio. Seguido de
pausa. Pronunciación
enfática.
Grupo
entonativo
independiente.
Hombre, mi pregunta
sería…
Hombre 2
Operador
modal
Apoyo modal reafirmativo.
Marca la evidencia de lo
dicho, y dota de fuerza a la
aseveración.
Al inicio. Casi átono,
integrado, sin pausas.
Hombre 3
Operador
modal
Apoyo
modal
expresiones emotivas
apelativas.
Hombre 4
Conector
ordenador
discursivo
continuativo
Hombre 5
Operador
informativo
Marcador de continuación
en el discurso y marca
exclamativa
de
reafirmación.
Indica evidencia, y al
mismo tiempo mantiene
unido el discurso. Puede
usarse para dar paso al
rema tras marcar el tema
Marca que lo dicho es
conocido, y por tanto
menos relevante.
Detrás. Entonación
enfática, tónica, con
acento marcado en la
primera sílaba
Átono, se apoya en el
elemento que sigue.
Hombre 1
a
o
Inicio
de
una
información
dicha
por otros o conocida.
Sin alargar ninguna
sílaba. Entre pausas.
Pero, hombre, eso
pasó hace dos mil
años.
¿Qué
tú
estás
haciendo de Ramón
Cotarelo sin ser
Ramón
Cotarelo!
¡Hombre,
por
supuesto!
¡Si ya está prohibida,
hombre!
En
cuanto
a
estentóreo, hombre,
yo creo que es marca
registrada.
¿Lo
principal?
Hombre, no es que
para mí sea lo
principal, pero yo
que creo que…
Como se observa, la autora también tiene en cuenta la posición y la entonación en la
descripción de los conectores y operadores. El diccionario se nutre de ejemplos procedentes
de fuentes muy diversas (prensa, libros, revistas especializadas…), de ahí que sus
resultados solo coincidan parcialmente con los usos de hombre en la conversación
coloquial.
Desde la lingüística contrastiva español-catalán, M. J. Cuenca Ordinyana y M.
Torres Vilatarsana (2008) analizan hombre y mujer (y sus equivalentes en catalán, home y
dona) en dos corpus de conversaciones coloquiales: el Corpus de Español Coloquial (Briz
Gómez, 1995) y el Corpus Oral de Conversa Col·loquial (Corpus de Català Contemporani
340
Marcadores discursivos en posición final
de la Universitat de Barcelona). Las autoras consideran tres valores o significados:
atenuación, refuerzo y polaridad (2008: 254), cuyo punto en común es “el valor conativo
asociado con el vocativo” originario. Esas funciones se asocian a la posición que ocupan
los marcadores, del modo que sigue:
a) en posición inicial, predomina un valor metalingüístico, más propio de los MD, y acorde con la
atenuación;
b) en posición final, tiene un valor más conativo, más propio del vocativo y relacionado con el
énfasis.
c) Aislado se aproxima a una interjección impropia y refuerza los matices expresivos.
Como se observa, de nuevo se ponen en relación tres categorías pragmáticas: los
MD, los vocativos y las interjecciones. Las autoras dan una pista importante sobre las
diferencias entre unas y otras cuando las desempeña un mismo signo polifuncional, como
es el caso de hombre.
También es contrastivo, pero español-inglés, el trabajo de A. B. Stenström y A. M.
Jørgensen (2008a), quienes analizan el uso de ciertos vocativos –sobre todo, malsonantes–
en la conversación juvenil del corpus de Madrid y Londres, y concluyen que hombre es el
apelativo más común, usado tanto por hombres como por mujeres (2008a: 355) pero el más
utilizado en el corpus español es tío/a. Su perspectiva también es la relación entre posición
y función. En el corpus español COLAm predomina la posición inicial en los vocativos
tabús o insultos y la posición final para los no tabús. Estos vocativos, a pesar de ser muchas
veces insultos, no rompen sino que refuerzan las relaciones sociales entre los interlocutores.
El trabajo más reciente sobre este marcador, junto con mujer, se encuentra en la
detallada descripción que realiza Briz Gómez (2012: 27-55). Este artículo describe los
resultados de su incorporación al DPDE, cuyo artículo lexicográfico correspondiente, a
cargo de A. Briz Gómez y C. Villalba Ibáñez, recoge los usos de este marcador teniendo en
cuenta su posición discursiva, sus rasgos prosódicos o las fórmulas conversacionales en que
participa, entre otros rasgos definitorios. Esto es, dan cuenta de todos los aspectos
relevantes para su descripción pragmática y lexicográfica. Así, en el DPDE describen dos
acepciones o valores fundamentales de hombre, que demuestra una vez más que la
polifuncionalidad es propia de lo oral. La información que ofrecen puede sintetizarse en el
siguiente cuadro:
341
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuadro 29. Valores de hombre en el DPDE.
Síntesis
Definición
Otros usos
Hombre1
Partícula de cortesía atenuante o
valorizadora.
Apela cortésmente al otro, sea varón o
mujer, mostrándole su alianza, acuerdo
y complicidad, reforzando lo positivo
o, lo que es más frecuente, atenuando
situaciones
de
negatividad,
conflictividad o desacuerdo total o
parcial.
Como
enunciado
independiente
indicando la reacción de acuerdo con
alguien o desacuerdo atenuado.
Tiene más usos, dada su mayor
frecuencia: reformulador (atenuante de
autoprotección de la imagen)
Hombre2
Partícula de intensificación reafirmadora de lo
dicho o hecho por el propio hablante.
Refuerza las acciones y valoraciones del
propio hablante, con frecuencia contrarias a las
del interlocutor o un tercero, sea varón o
mujer. Esto es, se emplea como intensificador
reafirmador de lo dicho o hecho por el
hablante y de los desacuerdos con el otro.
Como intervención reactiva de desacuerdo
intensificado y con un matiz de sorpresa.
El resto de rasgos definitorios que configuran la microestructura de los artículos del
DPDE: posición, prosodia y puntuación, sintaxis… y que se explican también en Briz
Gómez (2012), se retomarán en los apartados pertinentes.
Por otro lado, los valores que Briz Gómez (2012: 40) describe para mujer son los
mismos que expone en hombre:
-
apelativo cortés atenuante y valorizador;
-
intensificador reafirmador e intensificador de los desacuerdos con la
interlocutora.
Ahora bien, el propio autor reconoce la dificultad de determinar, en ciertos
ejemplos, si se usa con su valor vocativo, o si ha de considerarse marcador, debido a su
menor grado de gramaticalización y las restricciones de empleo que presenta: exigencia de
una sola interlocutora femenina (ni interlocutores, ni varias interlocutoras).
Por su parte, V. Gaviño Rodríguez (2011) señala los problemas de algunas
descripciones de este MD y critica que, para completarlas, se recurra a “una larga lista de
efectos expresivos que parecen estar ligados con exclusividad al contexto de aparición de
cada caso concreto” (2011: 3). Repasa las definiciones que ofrecen los principales
diccionarios sincrónicos y reproduce los seis valores que L. Santos Río (2003: 410) define
para hombre. Lo ideal, para evitar esta descripción atomística de efectos contextuales, sería
342
Marcadores discursivos en posición final
seleccionar solo aquellas características comunes a todos los usos del marcador, pero
resulta imposible determinar una función unitaria en este tipo de elementos polifuncionales.
Su propuesta consiste en diferenciar dos niveles funcionales en los que opera este
marcador: un nivel textual (en el que hombre introduce una reformulación); y un nivel
interactivo (donde constituye una reacción conversacional y manifiesta la actitud respecto
al enunciado)370.
En cuanto al criterio de la posición, que aquí venimos manejando, reconoce la
dificultad de “vincular de manera sistemática una determinada posición en el enunciado
con determinados efectos de sentidos” (2011: 8, nota 12). En ese punto, señala la falta de
estudios sobre la posición de hombre y las diferencias de sentido que implican los cambios
de posición. Con el trabajo de Briz Gómez (2012) puede quedar resuelta esta cuestión.
Al igual que otros autores, señala la conveniencia de no confundir el valor como
MD y como vocativo, función primigenia de estas unidades. En concreto, Gaviño
Rodríguez (2011: 9) considera que “la función de enfocador de la alteridad –que es para él
la propia del uso vocativo– es incompatible con la de marcador”, de tipo reactivo
conversacional, y lo justifica arguyendo que, en el primer caso, es siempre aceptable la
alternancia con mujer. Sin embargo, precisamente ‘enfocador de alteridad’ es la
denominación empleada por Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999: 4171) para
referirse a la función de MD conversacionales como este.
Cabe destacar que su funcionamiento sea parejo en otras lenguas como el catalán,
donde también se emplean con una distribución y restricción similar. Así, Cuenca
Ordinyana (2004) documenta las formas home (y la variante hombre) y dona en el corpus
Tipotext. Frente a otros nombres comunes que funcionan como vocativo, home está más
gramaticalizado, ha perdido su valor referencial (2004: 50), hasta el punto de que tiende a
actuar no como vocativo, sino como medio para introducir un desacuerdo o para reforzar
una afirmación o negación. Sorprende, no obstante, que entre los vocativos que expresan
relación de parentesco no estén tío y tía, tan frecuentes en los corpus orales. Tampoco los
incluye como partículas Santos Río (2003).
370
Esta distinción entre nivel textual y nivel interactivo la emplean también L. Cortés Rodríguez y M.ª M.
Camacho Adarve (2005) en su manual sobre marcadores y unidades de segmentación.
343
Marta Pilar Montañez Mesas
A. Mª. Cestero Mancera (2004: 56) lo considera, junto a otros como macho, hija,
maja, oye, mira… apéndices apelativos conversacionales. En su análisis utiliza una serie de
variables, entre ellas, la posición y la combinatoria, que también son de nuestro interés.
Señala que pueden funcionar como marcadores de modalidad indicando la actitud del
hablante hacia el enunciado, intensificándolo (2004: 57).
En su trabajo sobre interjecciones y lexicografía, A. Matamala Ripoll incluye home
y dona como interjecciones impropias (2008: 359). Considera que son interjecciones
polisémicas que pueden desarrollar un valor expresivo, fático y metalingüístico (2008:
253).
Una vez revisadas las distintas aportaciones, conviene precisar si se trata de un MD
(hombre), con una variante más restringida (mujer), o si, por el contrario, se trata de dos
MD distintos. En este sentido, la cuestión puede resolverse con la propuesta de Briz
Gómez, que considera que se trata de dos marcadores diferenciados: uno más extenso y
otro más intenso (2012: 29), con diferente grado de gramaticalización.
8.1.2 Frecuencias de uso
En el Corpus de conversaciones coloquiales se hallan 107 casos de hombre distintos
a su uso como sustantivo. La posición más documentada es la inicial de intervención-turno,
con frecuencia, asociada a un contorno melódico propio de tipo exclamativo, lo que
aproxima estos casos a la categoría interjectiva. La distribución de posiciones en el corpus
sería la siguiente:
Cuadro 30. Hombre en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
hombre
Nº de casos
totales: 107
INICIAL
DE
INTERVENCIÓN
48
INICIAL DE
ACTO AUTÓNOMO
FINAL DE ACTO
ACTO
19
16
13
FINAL
DE
INTERVENCIÓN
11
En cambio, el uso de mujer es mucho más reducido371:
371
No analizamos las muestras de la forma dona, si bien es plausible que los resultados sean muy similares.
344
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 31. Mujer en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
mujer
Nº de casos
totales: 11
FINAL DE ACTO
6
INICIAL
DE
INTERVENCIÓN
FINAL
DE
INTERVENCIÓN
4
1
La primera diferencia significativa que se observa, además de su menor frecuencia,
es que no se documenta en nuestro corpus el uso de mujer como acto autónomo, aunque
resulte muy común en la conversación coloquial. Por el contrario, la posición inicial de
intervención sí tiene una frecuencia elevada, aunque predomina su uso en posición final de
acto, en el interior de una intervención compleja. Veámoslo con más detalle.
8.1.3 Análisis cualitativo
8.1.3.1 Posición inicial de intervención-turno
Esta posición de hombre es la más frecuente en el corpus, generalmente, con valor
de desacuerdo atenuado:
(174)
J: ¿pero sobre qué es la sentencia↑?
V: ¡hombre! ¡es que le han presentao un recurso↑!/ ¡es que no quiere convocar el pleno↑!
G: que no quiere convocar el pleno de– extraordinario [(( ))]
(J.82.A.1, p. 186, l. 768)
A veces, en cambio, marca un rechazo intensificado, casi con un matiz de
recriminación o enfado:
(175)
C: § pues nene↑ me he gastado CUATRO MIL pesetas en lah medicinas ¿eh?
A: ¿y pa(ra) queé?
C: ¡HOMBRE!// ¡pa(ra) sacártelas! ¿así cómo te vas a curaar↑? (2”)
B: pueh l’ha pegao cada trago al güihqui§
(RV.114, A. 1, p. 292, l. 19)
En otros casos supone un refuerzo del argumento, pero sin valor de desacuerdo, que
añadía en (175); en concreto, aquí se emplea como refuerzo valorativo cortés:
345
Marta Pilar Montañez Mesas
(176)
C: § se fue a una reunión d’estas↑/ no compró ningún libro↑/ y mira qué carterita/ [(RISAS= )]
P:
[(RISAS)]
C: = más bonita/ dice [((he sido→))=]
P:
[esta ((gratis))]
C: = gratis/ claro/ lo que daban de regalo§
J:
§ sí/ sí/ [y va muy bien]372
P: [((de regalo))]
C: [claro/ ((claro))] mira/ mira qué bonita es§
P:
§ hombre/ [mira si te ((cabe))→ claro (( ))=]
J:
[y lo que cabe→]
C:
[(RISAS)]
P: = mira si te [va bien (( ))]
(J.82.A.1, p. 187, l. 32)
Como se ha comentado, el marcador ha perdido el valor referencial, de tal modo que
se emplea tanto dirigido a hombres como a mujeres, incluso entre mujeres, como en el
siguiente caso, en el que C y P hablan en presencia de un chico, J, sobre una cartera
recibida como regalo en una reunión comercial.
En el caso de mujer, en esta posición parece emplearse como muestra de desacuerdo
atenuado:
(177)
L: [¿y te vende el temario] de las oposiciones? pero eso no tienee– eso noo// el temario de las
oposiciones cambia cada año °(¿QUÉ no lo sabías?)°
E: mujer/ él lo tiene ya dos años#
L: ¿el mismo?
E: cien temas↓ este es el del año pasao/ del mes de mayo/ y este coon
L: siempre cambia algo
(L.15.A.2, p. 88, l. 271)
A veces combinado con otro marcador:
(178)
M: muy bien// pero es que ahora las faldas están↑///°(ahora se lo digo)°// las faldas es mucho más
estrecho// es [mm]
A:
[PERO] SI ES QUE YO NO VOY A LA MODA§
M:
§ pero ¡mujer!/ usted se mete
dos– dos§
A:
§ sí§
(S.65.A.1, p. 137, l. 601)
372
J lo dice con ironía, pues oculta una grabadora en dicha cartera.
346
Marcadores discursivos en posición final
El valor básico de hombre es apelativo, llama la atención sobre el interlocutor, pero,
al mismo tiempo, en todos los casos constituye un SAM, puesto que manifiesta la actitud
del hablante hacia lo dicho, atenúa o intensifica el contenido proposicional del segmento
que introduce.
8.1.3.2 Posición final de acto (en el interior de una intervención)
En esta posición se emplea como refuerzo del argumento o de la información, no
siempre como marca de desacuerdo:
(179)
[A comenta lo bueno que es un metro que han traído]
A: § este– este373 se mantiene de piee/// este se mantiene de piee ¡telaa!//374 tiene buena hoja/
¡hombree!/// (es)te tiene buena hoja
(RV.114.A.1, p. 299, l. 266)
Aunque también puede marcar desacuerdo:
(180)
J: § #¿a qué hora la tenéis↓ Sergio?#
S: #a las diez#
J: #¿a las diez? #
A: #¿de qué?/# #noo↓# #[¿¡cómo me voy a queda(r)!?=]
C:
[((lunes y martes))]
A: = hombre↓# #tengo que jala(r) y to(do)#
S: #¿jala(r) y to? #
A: #y el niñoo/ por ahí tirao//# #el niño está hecho un fiera que– de mucho cuidao#
(AP.80.A.1, p. 147, l. 191)
8.1.3.3 Posición final de intervención-turno
Esta posición es la menos frecuente en nuestro corpus, pues los datos demuestran
que su ubicación prototípica es la inicial absoluta de intervención. Cuando se sitúa en
posición final muestra un valor de desacuerdo atenuado, de alianza con el interlocutor para
no causar conflicto:
373
374
Se refiere al metro.
Reducción de la expresión de sorpresa o asombro «¡tela marinera!».
347
Marta Pilar Montañez Mesas
(181)
[S les cuenta que se está haciendo una bodega en un antiguo pajar]
A: [OYE]/ oye↓ ¿a que en Tuéjar375 noo hacen– no [hace (( ))]
V:
[si os dejan de solteros↑]// [¡Ángel!]
A:
[¿pero tú qu’] [estás
(( ))]
J: [porque la bodega// (( )) que compres tres barrilitos tuyos y los (( ))]
V: ¿eh?
G: en Tuéjar los pajares son para [otra cosa/ hombre]
S:
[tambiéen]// también compraré algún barrilito/ p(e)ro de momento
botellas// de momento botellas/ las voy dejando allí// y después ya/ poquito a poquito
(J.82.A.1, p. 181, l. 535)
A G parece sorprenderle el lugar que S ha escogido para hacerse una bodega y
muestra su opinión desfavorable de forma atenuada con el marcador cerrando su
intervención, en el lugar de cesión del turno, como buscando el consenso. También en ():
(182)
S: de once a UNA/ jugamos ahíi/ ((pero)) unas palizas/ pero de muerte ¿eh?// y después la
cervecitaa↑
G: ¡qué manías!
S: ¿manías?/ se pasa bomba↓ hombre
J: Antonio/ ¿tú tendrás/ tabaco rubio/ por ahí por casualidad?376
V: es rubio
(J.82.A.1, p. 182, l. 569)
S no está de acuerdo con G en que jugar sea una manía pero atenúa su opinión
contraria situando el marcador en posición final, antes de cederle el turno, con lo que le da
opción a réplica, que, en este caso, no se produce. De nuevo, el valor fundamental sigue
siendo apelativo, más aún en esta posición de LTP, que favorece el intercambio
conversacional y evidencia los papeles comunicativos.
8.1.3.4 Acto independiente
En posición independiente, se emplea como acto autónomo que forma por sí mismo
una intervención, que puede marcar desacuerdo:
375
376
Pueblo de Valencia, perteneciente a la comarca de los Serranos.
Escisión conversacional: J y V hablan del tabaco y S y A de la baraja.
348
Marcadores discursivos en posición final
(183)
A: y nuncaa mal dicho↓ la palabra/ padre/ porque es padre (RISAS)// ¿o no es padre?
L: sí↓ de todos
J: °(un padre salesiano)°
A: hombre
S: es un padre salesiano
A: hasta que te salee↑ el sapillo allí// que parece de los teleñecos377 (RISAS)
(J.82.A.1, p. 164, l. 891)
No obstante, en algún caso también muestra acuerdo reforzado con lo dicho por el
interlocutor o como muestra de cortesía agradadora:
(184)
C: está bueno este jamoncito ¿eh↑/ perla? ¿partiremos el otro también?
A: ¡hombre↓!
C: (CARRASPEO) ¿o no?///(3’’) ¡eh! ¡eh!/ agua agua///(3’’) ¿por qué no trabajas hoy?
(VC.117.A.1, p. 326, l. 171)
En este ejemplo, A manifiesta el acuerdo con en el interlocutor y acepta
efusivamente el ofrecimiento de más jamón, como agradeciéndoselo. Este uso no se registra
en mujer. Quizá porque se trata de un valor más alejado aún de la categoría originaria, más
gramaticalizado, como muestra de acuerdo (próximo a ‘claro que sí’, ‘por supuesto’). Este
uso independiente es considerado por algunos como propiamente interjectivo (v. A. B.
Stenström y A. M. Jørgensen, 2008a: 360, frente al uso vocativo que les interesa). Este uso
es también apelativo pero de forma diferente, ya que no llama la atención sobre el oyente
sino, más bien, sobre sí mismo y su opinión o postura ante lo dicho.
8.1.4 Síntesis de funciones según su posición
La forma hombre presenta, como bien describen Briz Gómez y Villalba en el
DPDE, y después recoge y amplía Briz Gómez (2012), dos valores fundamentales,
asociados a su posición discursiva. Como era de esperar, los resultados que aquí se exponen
son coincidentes con aquellos.
377
Hace referencia a una serie de animación emitida en T.V.E. en la que aparece, entre otros, el personaje de
una rana.
349
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuadro 32. La forma hombre en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co.,
2002a)
Posición discursiva
Función pragmática
Tipo de unidad
Hombre
Hombre1
Posición
inicial
de Muestra desacuerdo atenuado.
Subacto
adyacente
intervención-turno o como En algunos casos, el desacuerdo modalizador
(SAM):
enunciado independiente.
se intensifica (incluso con valor atenuante
o
de recriminación).
intensificador
Hombre2
Posición final de acto (en Refuerzo del argumento o de la Subacto
adyacente
el
interior
de
una información, no siempre como modalizador
(SAM):
intervención) y posición marca de desacuerdo.
refuerzo intensificador
final de intervención-turno.
La forma mujer comparte el valor de desacuerdo atenuado de hombre1 en posición
inicial de intervención-turno, pero no como enunciado independiente, pues no se ha
documentado en el corpus378. Su escasa frecuencia hace provisionales los valores que aquí
se ofrecen y constituye, en sí misma, un resultado de la investigación: mujer no constituye
todavía un MD en sentido pleno, dado que su espacio funcional también lo cubre hombre,
con el que puede alternar en presencia de interlocutores de ambos sexos, y dado que
presenta una distribución de uso restringida al sexo del oyente.
8.1.5 Otros rasgos pragmáticos
8.1.5.1 Aspectos ilocutivos
La mayoría de autores señalan su vinculación con la cortesía verbal y con la
atenuación. En efecto, estas formas sirven a menudo como marcas para minimizar el efecto
de un desacuerdo, parcial o total, dan opción al oyente, como se ha ido comentando en los
ejemplos anteriores.
Por otro lado, con frecuencia, tanto hombre como mujer aparecen empleados en
estilo directo, sobre todo, tras los verba dicendi que introducen el segmento reproducido:
(185)
A: = digo ¿¡no te he dicho que no!?// y llegamos allí y el hombre empezó a mirarlo→/ y dicee//
((mujer yo–)) yo digo ¿la correa ESTA↑ digo se puede poner a esta? pensando de que [(( ))=]
C:
[claro]
378
Se ha realizado una cata en 20 conversaciones del Corpus Val.Es.Co. 2.0 (Cabedo Nebot y Pons Bordería,
2014) y tampoco arroja ejemplos autónomos. La frecuencia de uso de esta forma se mantiene muy baja.
350
Marcadores discursivos en posición final
A: = y dice noo dice no tiene el mismo paso// y aquel es más pequeñito qu’este/ dice no dice tiene
que ser pa’l mismo paso↓ qu’este/ y dice ¿QUE qué es lo que le pasa? y digo es que mire↓ me
s’ha caído la saeta↑// digoo y no parece que se OIGA// y mi marido en se(gu)ida dice// OIGA↓ si
es bueno↑/ y vale la pena arreglarlo↑ dice hombre/ cuando ustedes lo compraron↑ sí que lo
sabrían ///379 y yo digo/ pos claro digo si ya entonces nos costó→ y empezó el hombre a
mirarlo→/ dice roto no está/ lo único que tiene es quee/ el engarci 380 ese de en medio↑/ se ha ido
yy§
(RB.37.B.1, p. 226, l. 77 y 84)
8.1.5.2 Aspectos prosódicos
La forma hombre presenta un contorno melódico de tipo descendente marcado, que
suele señalarse en la transcripción con una flecha hacia abajo (↓):
(186)
S: conseller no/ hombre↓ si fuera conseller→
(AP.80.A.1, p. 155, l. 510)
Solo en algún caso puntual parece estar integrado con el segmento al que acompaña,
como en:
(187)
A: ¿de qué?/ noo↓ [¿¡cómo me voy a queda(r)!?=]
C:
[((lunes y martes))]
A: = hombre↓ tengo que jala(r) y to(do)
(AP.80.A.1, p. 147, l. 191)
En los usos autónomos (posición independiente) o en posición inicial de
intervención (posición inicial absoluta) la pronunciación tiende a ser más enfática: se
observan tanto alargamientos de la vocal final:
(188)
S: [claroo/ porque t’ha–/ porque t’habrás ido a] los bañadores de competición
A: ¡homBREE/ qué menoh!
(AP.80.A.1, p. 152, l. 400)
como pronunciación enfática, elevando el volumen respecto del resto de la
intervención (marcado en mayúsculas en la transcripción):
379
380
Entre risas.
Engarce.
351
Marta Pilar Montañez Mesas
(189)
B: § ¡joder! pues ya no es al lao de mi casa
D: HOMBREE↓ má– más cerca que la mía sí ↓ [está]
B:
[(RISAS)]
(H.38.A.1, p. 54, l. 186)
Quizá este énfasis articulatorio se asocie a un mayor grado de desacuerdo, aunque
esté atenuado o matizado. Sin embargo, en otras posiciones (final de acto, en el interior de
una intervención, o posición final de intervención) la pronunciación es, en general, menos
marcada:
(190)
C: y claro/ fue dejar de darle morfina y automáticamente se puso bien
A: bueno [es que– eso es una videncia]
C:
[(en)tonces a mí este chico381 me dijo] hombre↓ eso es
A: yo lo que te estoy diciendo es↑ la cantidad de videntes que funcio– [o sea↓]
C:
[sí sí] por eso te digo que§
A: § yo no dudo que existan pero que existen/ pocos§
(MT.97.A1, p. 352, l. 72)
8.1.5.3 Combinatoria de hombre
La forma hombre se combina tanto con otros MD como con elementos libres
(afirmaciones y negaciones), o se duplica, para reforzar el desacuerdo o rechazo a lo
expresado.
a) Hombre yo qué sé
(191)
L: mira↓ ya conozco un ((mito)) je je
G: ¡hombre!/ [yo qué sé]
L:
[yo creo que–] no sé↓ que tienes actos muy– muy liberales [en relación a]
(L.15.A.2, p. 90, l. 360)
En este ejemplo, al ser dos elementos atenuantes, se incrementa la atenuación de lo
dicho, pues G trata de preservar su imagen en un tema polémico (las relaciones liberales).
381
Alude de nuevo al amigo vidente.
352
Marcadores discursivos en posición final
b) Claro hombre / hombre claro
(192)
M: noo/ bien/ no pero también se lo (( )) así que yo coso todos a mis hijas/ todos a– ahora le he hecho
un (d)e chaqueta rojo/ a la otra/ como se va↑ dice/ mamá/ pues yo ahora quiero otro/ pues otro pa
la otra↓52 pero voy a hacérselo diferente/ porque ((he quedao)) con negro y la falda negra/
también muy mona/ y siempre estoy cosiéndoles// CLARO/ ¡hombre!/ [¡pues no se ahorra/ con
el cosido!]
A:
[s– si no– si no] se aburre//
si no (( ))
(S.65.A.1, p. 140, l. 699)
(193)
A: hombre/ [claro/ claroo]
(S.65.A.1, p. 138, l. 637)
()
A: ¿cuál? el que el partido mayoritario [((en el gobierno))=]
V:
[es el que/ gobierna]
A: = que gobierne/ es una cagada
G: hombre ¡claro!
(J.82.A.1, p. 184, l. 672)
En este caso, aumenta el grado de certeza de claro, y presenta lo dicho como algo
evidente, dicho de otro modo, el MD hombre refuerza o incrementa el valor del otro
marcador.
c) Hombre mira
(194)
C: ((es verdad cuando uno se pone muy pesao [con algo))]
A:
[((quiero decir))] que todo puede ser una intoxicación
y entonces claro/ hay muchas que depende de como tú lo lleves y como encajen los otros (( )) si
le gusta pues encantao pero si no↑
B: sí porque si tú le dices saturno y él se levanta de hércules382 y te pega un sopapo↑
A: hombre mira si le dices vas a adelgazar porque tienes a Saturno transitando por la casa uno tú
no te puedes imaginar lo contenta que se pone la gente
D: no/ pero yo creo que tu marido puede ser de las personas que se siente tranquilo [es decir=]
A:
[sí/ no]
D: = no le importa que su mujer sea– haga esta actividad↓ pero él en el fondo también tiene cierta
tranquilidad de que piensa que si algo malo le pudiera ocurrir pues tú se lo avisarías o tú [se lo
dirías]
(MT.97.A.1, p. 364, l. 590)
382
Nombre común referente al mundo de la astrología.
353
Marta Pilar Montañez Mesas
La combinación con otro de los llamados por Martín Zorraquino y Portolés Lázaro
(1999) enfocadores de alteridad es una doble llamada de atención al receptor. El siguiente
ya lo incluía el DUE, usado para reconvenir a alguien:
d) Pero hombre / hombre pero / pero mujer
(195)
S: [¿por] qué?/ tú tienes un buen cuerpo/ ¡a lucirlo!
A: síi/ peroo hombree/ no hay que ir tampocoo/ [provocando allí/ al personal↑]
(AP.80.A.1, p. 163, l. 821)
(196)
E: hombre pero túu– tú no eres– tú eres un tío que tienes→/383 ¡jo(d)er! NO↓ no se puede comparar/
[porque tú no lo conoces↑=]
G: [no es igual no]
E: = pero yo que lo conozco→ ¿tú lo conoces? el chaval que (( ))
(L.15.A.2, p. 112, l. 1163)
(197)
M: § pero ¡mujer!/ usted se mete dos– dos§
(S.65.A.1, p. 137, l. 601)
Este caso (197) coincide con el valor descrito por María Moliner como expresión de
disgusto o sorpresa, con la que se suele reconvenir a alguien. El siguiente, puede servir
tanto de rechazo, ejemplo (198), como de expresión de ánimo, que no aparece en el corpus:
e) ¡Venga hombre!384
(198)
M: iba a sacar queso/ pero ¿queréis queso de bola/ después del otro tan bueno? ¡venga/ hombre!/
hacemos el redículo/385 el redículo// ¡ah!
(PG.119.A.1, p. 289, l. 531)
M. J. Cuenca Ordinyana (2004: 54) señala la frecuente combinatoria de los
vocativos con interjecciones propias y con otros marcadores del discurso. Así, se encuentra,
por ejemplo:
383
G disiente de E con la mirada.
Es muy frecuente la combinación vamos, hombre que, sin embargo, no documentamos en este corpus. La
incluyen, entre otros, L. Santos Río (2003: 638).
385
Uso lúdico del vulgarismo.
384
354
Marcadores discursivos en posición final
f) Mujer ¿eh?
(199)
A: están en mi casa (2”)
B: yo quería un par (( )) de cada/ mujer ¿eh?
(IH.340.A.1, p. 374, l. 178)
Ya se analizó, en el apartado correspondiente a la combinatoria de ¿eh?, su
frecuente coaparición con apelativos y llamadas de atención al oyente (§6.1.5.3).
Los elementos no marcador con los que se combinan hombre y mujer son adverbios
de afirmación y negación, a los que atenúan, de modo que no resulten tan rotundos. El valor
reactivo de desacuerdo de hombre y mujer se mantiene:
g) Sí hombre / Sí mujer
(200)
A: sí hombre↓ pase de modelo(s) ahora↓ a ehtah alturah ya/ [¿cómo me voy a (( ))]
(AP.80.A.1, p. 164, l. 860)
(201)
A: § hasta que no vivan juntos no se conocen
M: sí mujer [sí/ en un mes °(ya se conocen)°=]
(S.65.A.1, p. 130, l. 310)
h) No, hombre / no mujer
(202)
V: [no/ no↓ lo que pasa] no/ hombre// ¡qué va! [con esto ya→]
(J.82.A.1, p. 176, l. 358-9)
(203)
C: §y yo digo no no/ que si nos yo soy muy tonta y pico// no/ mujer/ no dona/386 va//
(G.68.B.1+G.69.A.1, p. 191, l. 9)
Como se observa, en los casos en que se combinan con adverbios de afirmación o
negación parecen modalizar el valor asertivo intensificando la respuesta. La combinación sí
hombre da a entender un cierto valor de ironía; mientras que sí mujer parece manifestar un
386
Valenciano, «mujer».
355
Marta Pilar Montañez Mesas
grado de certeza o confianza mayor que si solo apareciera el adverbio afirmativo:
compárese ‘sí’ y ‘sí, mujer’.
En los casos en que se duplica, el valor del MD se intensifica doblemente, en el
siguiente caso, como acto autónomo, refuerza el rechazo de A a lo dicho por C:
i)
Hombre hombre (duplicación)
(204)
[Hablan sobre el susto que produce una llamada de la policía]
B: = pero [claro↓ esos momentitos ¿eh? la policía↓ que se espere↓ que se ponga el otro↑]
C:
[pero hasta que túu→sí sí/ claro/ ahí ahí]/[ahí está↓ ahí está]
A:
[aquí no es↓ te podías morir]
B: pues ya me– yo ya mire↓ me pensé todo§
C:
§ ahí está§
B:
§ todo
C: eso me pasó a mí el otro día con mis hijos
A: ¡hombre hombre!
(H.25.A.1, p. 239, l. 267)
En conclusión, la forma hombre se sitúa prototípicamente en posición inicial de
intervención o acto, aunque también ocupa la posición final o se ubica en posición
independiente, como acto autónomo. En posición final de intervención-turno o cuando
funciona aislado desempeña una función fundamental de desacuerdo atenuado; mientras
que, en las otras posiciones (inicio de intervención en el interior de un acto o posición final
de intervención), suele marcar un refuerzo de la opinión, sin establecer desacuerdo. El nivel
de incidencia en cada caso es distinto: cuanto más autónomo es su uso, mayor resulta el
desacuerdo (si bien teniendo siempre en cuenta la prosodia: pronunciación más o menos
enfática del marcador).
Por su parte, mujer, a pesar de su escasa frecuencia de uso, presenta muchas
similitudes con hombre, lo que hace pensar en un funcionamiento común con restricciones.
A. Briz Gómez (2012) habla de una forma más extensa y una más intensa, respectivamente.
En efecto, la peculiaridad de mujer es que sigue presentando la referencia de género y
número propia del sustantivo originario del que procede, por lo que solo se emplea cuando
la comunicación se establece con un oyente (uno solo) mujer. Otra cuestión es el sexo del
356
Marcadores discursivos en posición final
hablante: la sospecha de que su uso es más frecuente en mujeres que en hombres se
confirma en el corpus, pues solo 1 de las 11 muestras corresponde a la emisión de un varón.
8.2 EL MD TÍO EN POSICIÓN FINAL
8.2.1 Descripción pragmática de tío
La forma tío y su variante femenina tía han recibido atención en los estudios sobre
el vocativo en español. Conviene diferenciar, como hacen la mayoría de autores, entre el
uso puramente vocativo, y su función como MD de control del contacto en español.
Mientras que el DRAE-01 no hace ninguna referencia a la forma tío que aquí se
analiza, María Moliner sí incluye una acepción de interés para esta investigación, como uso
apelativo, e incluso añade dos sinónimos o equivalentes (s. v., tío, -a):
Se usa sobre todo entre jóvenes como apelativo para dirigirse o llamar la atención de un interlocutor
masculino o femenino: ‘¿Qué ha pasado, tío?’. 1. Colega, tronco.
Esa idea del uso entre jóvenes la demuestran más recientemente los trabajos de A.
B. Stenström y A. M. Jørgensen (2008a y 2008b). En el primer artículo, muestran que el
apelativo más común en el habla juvenil de Madrid es tío/a y se ubica, sobre todo, en
posición inicial y final. En esta última, refuerza las relaciones interpersonales. La forma tía
es la más usada de todos los vocativos no tabús (tío, tía, tronco, tronca, hombre, chaval,
hijo, hija). En 2008b se centran en los valores de cortesía y descortesía de estos apelativos,
teniendo en cuenta la función fática que a menudo desempeñan. Concluyen que son más
frecuentes en el habla juvenil española que en la inglesa.
En otro artículo, A. M. Jørgensen (2008), también referido a los corpus COLAm y
COLT
387
, reconoce la escasa atención que han recibido los MD del discurso juvenil, con la
excepción de A. B. Stenström388 y, antes, en Briz Gómez (2003). La autora lo clasifica
387
Sobre los marcadores del lenguaje juvenil ya tiene algún estudio anterior (Jørgensen, 2005).
Este autor relaciona el lenguaje juvenil (o los lenguajes juveniles) con el argot y con el registro coloquial y
analiza los rasgos -no solo léxicos- que caracterizan esta variedad sociolingüística. Señala que la variedad
juvenil es eminentemente oral y coloquial, por lo que muchos rasgos atribuidos a la interacción juvenil son,
realmente, rasgos de la conversación coloquial, solo que en la variedad de los jóvenes están más marcados e
intensificados. De entre todas las marcas que describe, nos interesa “el empleo de ciertos marcadores de
control del contacto, reguladores fático-apelativos: tío, nano” (2003: 146). Señala, asimismo, el uso y abuso
388
357
Marta Pilar Montañez Mesas
como marcador vocativo o de control del contacto, típicamente juvenil, empleado con
frecuencia para recuperar el turno de habla o como regulador de la alternancia de turno
(marca de cierre, selección del participante). De todos los MD del habla juvenil, tío y tía
son los más frecuentes (2005, 2008)
En primer lugar, cabe destacar que Jørgensen (2008: 388) lo describe como
marcador vocativo o de control del contacto, como si ambas funciones fueran equivalentes,
mientras que la mayoría de autores deslindan ambos valores o funciones discursivas (cf.
Briz Gómez, 2012: 41 en el caso de mujer, que diferencia el uso como partícula discursiva
–que es el que se describe, como tal, en el DPDE– y el uso como vocativo sin más). Sin
embargo, en su artículo de 2010 sí parece deslindar dos usos cuando se refiere al lenguaje
juvenil en el corpus noruego UNO, cuando afirma que
los vocativos juveniles noruegos no han alcanzado papel de marcadores pragmáticos del mismo
modo que los españoles, y que mantienen su papel como auténticos vocativos para llamar la atención
e identificar al apelado, más que reforzar la comunión fática;
y, a continuación aclara que en noruego habría que acudir a otras estructuras “para
explicar la función del vocativo-fático español, reanalizado como marcador discursivo de
control del contacto, en posición media y final del enunciado del lenguaje juvenil” (2010:
202). Dicho de otro modo, el uso de tío, vocativo, en español se ha gramaticalizado como
marcador discursivo en determinadas posiciones (mediante un proceso de reanálisis), que
en noruego no se ha producido (2010: 191; 203). En cualquier caso, señala la dificultad de
delimitar esa “función apelativa de llamar la atención de alguien o de escoger un oyente” de
“la función de marcador discusivo para retener el turno o subrayar algo” (2010: 194).
Por otra parte, la autora considera que el elemento ha de valorarse en su contexto o
acto comunicativo, y toma como unidad de referencia la C-unit o unidad-C descrita por
Biber et ál. (2002: 1070). Su objetivo es analizar “la posición y la consiguiente función que
tiene en el enunciado o unidad comunicativa-C” (2008: 389)389. Concluye que los jóvenes
de Madrid emplean los MD de control del contacto con función fática “para llamarse unos a
otros, para captar la atención y asegurarse de que están siendo escuchados. Contribuyen a
de ciertos marcadores (o sea, no sé qué, y eso, y tal). También hace referencia a fórmulas vocativas (apodos,
sobrenombres) no exclusivas pero sí muy frecuentes en el habla juvenil.
389
En un trabajo posterior, sin embargo, emplea la unidad enunciado, en sentido amplio, y la prefiere, como
es comprensible, a la oración sintáctica (2010: 198).
358
Marcadores discursivos en posición final
establecer y reforzar la relación entre los hablantes”; especialmente, tío y tía, que son los de
mayor frecuencia de uso, frente a otros como tronco, tronca; chaval, chavala; hombre; o
hijo, hija (2008: 390).
En el caso de tío y tía, en los que se centra, la frecuencia de uso según su ubicación
determina que la posición prototípica es la inicial; también se emplea en posición final y,
con menor frecuencia, en posición media. Este último caso, si se describe en un nivel más
concreto de análisis, inferior a esa C-unit, quizá, podría considerarse posición final de un
miembro de discurso menor; así, si tomamos el ejemplo 14 de la autora, referido a esa
posición media, podemos establecer otro nivel de análisis:
[Ejemplo 14, de Jørgensen, 2008: 391]
Paco: y me coge y me hace <gruñido/> que es que parecía un león tía, casi me deja sin mano
Si aplicamos el sistema de unidades propuesto por Briz Gómez y otros (2003) y
Grupo Val.Es.Co. (2014), observamos que, en realidad, el MD tía se sitúa en posición final
de la unidad anterior, que reconocemos, según este modelo de segmentación, como acto, de
modo que, la identificación de unidades quedaría del siguiente modo:
Paco: #y me coge y me hace <gruñido/># #que es que parecía un león tía#, #casi me deja sin mano#
Para el objetivo que aquí se persigue, la mayor aportación de Jørgensen es la
vinculación entre posición en el discurso y la función del MD (2008: 392; 2010: 197), ya
que confirma la tesis que venimos sosteniendo390. Además, a diferencia de otros autores,
define qué es posición final: “los vocativos se hallan en posición final cuando están
precedidos por tres o menos palabras” (2008; también en 2010: 200). La autora elabora un
cuadro con las funciones que Leech (1999: 114) establece para los vocativos según su
posición:
390
También detecta diferencias de tipo sociolingüístico, ya que observa una mayor frecuencia de uso en una
determinada posición entre mujeres y hombres, y, por tanto, entre dos funciones del vocativo: las jóvenes
usan más tía en posición inicial y, por tanto, predomina el uso para seleccionar al hablante siguiente; mientras
que los jóvenes utilizan con mayor frecuencia tío en posición final, con el fin de mantener y reforzar la
relación social, y no tanto para apelar o identificar al oyente.
359
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuadro 33. Funciones de los vocativos según la posición (elaborado por Jørgensen, 2008: 393, a partir de los
datos ofrecidos por Leech, 1999: 114-115).
POSICIÓN EN LA U-C
Inicial
Media
Final
(a) Llamar la atención
(b) Identificar al apelado
(b) Identificar al apelado
(b) Identificar al apelado
(c) Mantener y reforzar las
(c) Mantener y reforzar las
relaciones sociales
relaciones sociales
Jørgensen aplica estas funciones a los MD tío y tía y concluye que en posición
inicial llama la atención y pone de relieve el enunciado, más que seleccionarlo, pues no hay
tantos interlocutores, no es necesario seleccionar al hablante. En posición media y final
“corresponde a la función de mantener y reforzar la relación social con el oyente para ver
si sigue el enunciado, y controlar a la vez el contacto, y así dar énfasis a su propio
enunciado, así como mantener el turno” (2008: 394).
En 2010 considera que en posición inicial funciona como vocativo, propiamente
dicho; mientras que en posición media o final, refuerza y mantiene el contacto establecido,
es decir, opera como MD (2010: 203).
En otros estudios se analiza exclusivamente su valor como vocativos. Así, Bañón
Hernández (1993) incluye, de los que interesan a esta investigación, tío, tía, nene, nena,
chaval (y chavala). También R. Enajas (2004), a partir de un corpus almeriense de
encuestas realizadas a jóvenes de 17 a 33 años, documenta tío, tía, nene, nena, niño, niña; y
analiza su diferente uso como formas de afecto según la situación (privada o pública, ante
conocidos o desconocidos) y según el sexo. En concreto, cuando estos vocativos se
emplean en situaciones de enfado (en las que alteran con nombres propios o insultos),
Enajas los interpreta como una forma de desacreditar al otro marcando la puerilidad del
interlocutor. En estos casos, entendemos que manifiesta una clara descortesía fruto de la
situación de conflicto o enfado de la que habla la autora.
8.2.2 Frecuencias de uso
El MD tío es el más utilizado en el Corpus de conversaciones coloquiales y su uso
se distribuye según las siguientes posiciones:
360
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 34. La forma tío en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co.,
2002a)
POSICIÓN
FINAL
DE FINAL DE INICIAL
DE ACTO
INICIAL
INTERVENCIÓN ACTO
INTERVENCIÓN AUTÓNOMO DE ACTO
tío
Nº de casos
17
11
6
2
1
totales: 37
Cuadro 35. La forma tía en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co.,
2002a)
FINAL
DE FINAL DE INICIAL
DE INICIAL
POSICIÓN
INTERVENCIÓN ACTO
INTERVENCIÓN DE ACTO
tía
Nº de casos
7
6
5
5
totales: 23
La primera diferencia significativa que se observa es que tía no aparece como acto
autónomo, sino que siempre se ubica en posición inicial o final de otra unidad. De nuevo, la
posición más frecuente es la final, bien de intervención, bien de acto, en ambas formas tío y
tía. Dado que comparten las mismas posiciones discursivas, se expondrán conjuntamente.
8.2.3 Análisis cualitativo
8.2.3.1 Tío y tía en posición final de intervención-turno
El valor apelativo de base del marcador está presente en todas las posiciones y en
esta posición, la más frecuente en el corpus, constituye una llamada de atención al receptor,
que refuerza la petición de respuesta o colaboración y, por tanto, como marca final de
cesión del turno de habla. Se trata, por tanto, de un subacto adyacente interpersonal (SAI):
(205)
B: ¿allí no teníais bar↑ o cantina o algo de eso↑ tío?
A: allí las comidas eraan
B: ¿mierda?
(H.38.A.1, p. 61, l. 452)
O como forma de desacuerdo o recriminación al receptor por algo que ha hecho o
que ha dicho:
(206)
D: ¿quiés cocacola↑ no?
A: síi/ echa// este tronco lo mandamos a tomar por culo
361
Marta Pilar Montañez Mesas
D: [(RISAS)]
C: [(RISAS)]
B: pues tú lo has puesto↓ tío
El marcador ha perdido el valor de referencia del vocativo en la mayoría de los
casos, pues se emplea –salvo escasas excepciones– en singular, aunque haya más de un
interlocutor, tanto en la forma tío (207, 208) como en la forma tía (209), aunque más
acusado en tío:
(207)
[Unos amigos charlan mientras comen en el campo]
A: yo el otro día/ dos minutos// porque estaba cambiando de cadenas↑// y digo voy a ver esto que
salen tías/ peroo
B: ¡joder el del helicóptero↓ tío!
(H.38.A.1, p. 60, l. 392)
En la conversación participan 4 varones jóvenes y B se queja del ruido del
helicóptero, pero no se dirige a ninguno en particular, sino que refuerza su malestar. El
valor apelativo básico del marcador queda aquí diluido en favor de un uso intensificador:
(208)
D: ¡hostiaa!
A: chafando las flores del campo (RISAS)
B: desde luego↑/ somoos ecologistas/ tío
(H.38.A.1, p. 56, l. 252)
Aquí B podría haber utilizado perfectamente la forma en plural (tíos), pues no se
dirige a ninguno de sus interlocutores en concreto, sino que refuerza su opinión en la que
expresa con ironía el poco cuidado que tienen. El matiz aportado por el marcador es de
recriminación o reconvención para evitar conductas incívicas. Compárese con el siguiente
ejemplo de tía, en el que el valor apelativo está más marcado, pues orienta su intervención a
la oyente. Constituye un subacto adyacente interpersonal (SAI), que permite la cesión del
turno y espera una reacción de E:
(209)
L: [no sé qué decirte] porque los que normalmente sabéis comentar bien las cosas de literatura ¿no?
no es que vayáis muy boyantes/// ¿tú sabes lo que te quiero decir?§
E:
§ no– no– noo lo sé§
L:
§ el
primer tema es la Biblia/ tía
362
Marcadores discursivos en posición final
E: LA BIBLIA/// ¿qué tienes que decir ahí?§
(L.15.A.2, p. 89, l. 323)
En este uso de tía en posición final parece estar más presente el valor vocativo que
en los ejemplos de tío, quizá se deba a su menor grado de gramaticalización.
8.2.3.2 Posición final de acto (en el interior de una intervención)
En esta posición discursiva el valor es más fático y menos apelativo, ya que se
mantiene como llamada de atención sobre lo dicho, y como refuerzo, pero sin ceder el turno
ni esperar la respuesta del oyente, por tanto, constituye un subacto adyacente modalizador
(SAM) con valor de refuerzo o intensificación, autorreafirmativo (Briz, en prensa):
(210)
S: [yo qué sé]// soy muy perezoso °(tío)°/ para esas cosas/ a la hora de comprometerte con alguna
historia que no sea necesaria↑/// tú imagínate pues estar todo el día currando y terminar a las siete
de trabajar↑// y vete a un gimnasio a hacerte pesas ¿sabes?/ todo eso los días que tengas libre↓
porque si no tengo que venir aquí a dar clase
(AP.80.A.1, p. 157, l. 576)
()
G: § ¡jo cómo está el tráfico tía!/// ¡qué ascoo! ¡qué asco!/ me he venío por ahí por– por la avenida/
del– del puertoo↑/ por ahí por el río↑///(3’’)14 esperando pi– pillar menos tráfico↑/ y he pillao
cantidad///(3’’) (bue)no ¿y ahora por dónde nos vamos a ir?
(L.15.A.2, p. 84, l. 100)
Este uso es especialmente visible cuando el MD tío o tía se emplean en un relato
conversacional, en el que normalmente encabezan o insertan un fragmento en estilo directo:
(211)
C: es que además la lengua es algo vivo↓ totalmente vivo↓ y cambia/ es que evoluciona↓ y entonces/
tú te vas adaptando
A: yo ahora↑ tengo un hijo que está estudiando en Irlanda↑ y lleva tres meses↑ o sea hará todo– está
terminando la carrera y está/ terminándola allí↑/ y le pregunto ¿qué? ¿cómo va el inglés? ¿no? o
sea porque él lo había estudiado aquí pero no se había movido y nada/ y dice mira en clase muy
bien↓ con los profesores muy bien/ mm el examen pues/ lo hacee bien↓ escrito/ dice ahora↑ con
la gente joven dice es el eslan/17 o sea que es como aquí el oye tío oye no sé qué pues claro aquel
todavía está↑ intentando entender a ver qué es lo que dicen/ BUENO [muchas cosas ¿no?]
(MT.97.A.1, p. 363, l. 513)
363
Marta Pilar Montañez Mesas
(212)
D: ahora nos cogen391
B: ahora dicen cuatro incendiarios en el bosque del Saler↓ tío [(RISAS)=]
A:
[(RISAS)]
D:
[(RISAS)]
B: = a ver↓ ustedes// manos arriba
D: esos que pisan las margaritas (RISAS)392
(H.38.A.1, p. 56, l. 263)
(213)
E: § desmadre total↓ sí// pero no solamente aquí/ sinoo quee a nivel general/ porque yoo contacto con
otra gente→// que bueno↓ que es así↓ pero tú sabes lo que es llegar a casa↑// la tarta (( )) que te
contamos– yo el año pasao↓ no↓ el anterior↓ bueno↓ llegar a casa↑// unos desmadres por las
tardes/ y saber que está en su habitación y tocarle pum pum56 y todo→ ¡ye! que ya he llegao/
vale/ dentro de un rato salgo// llegar Clara/entrar/ llegar Reme/ y estar allí→// y a las dos horas
Daniel se las pira/ sale ella/ y dice ¡ay! ¿quién me ha tocao a la puerta? no↓ te he tocao yo↓ que
quería pasar al váter/ no/ ¡ay! es que justoo– °(ya delante de to(d)a la peña to(do)s los vecinos y
to’l mundo que estaba allí/ decir)° no↓ es que cuando me has llamao↓/ estaba en el momento
mejor/ estaba/ en el CLÍMAX/ así mira yo me quedé↑ yo dije mira (( )) por la puerta// porquee/ si
a mí eso me da igual/ pero tía↓ que lo puedes hacer↓ que lo puedas decir→ donde me da la gana
y cuando me da la gana// o sea que→// y tampoco procede decir tú ahí en público eso§
(L.15.A.2, p. 106, l. 1020)
En el siguiente ejemplo también se observa que el valor referencial de tía es más
laxo que en su uso como vocativo (tías):
(214)
C: me parece que [estás sacando=]
D:
[bueno tío↓ pero→]
C: = el problema de [quicio]
B:
[¡ye tías!] os estaba buscando↓ tía/// ¿qué hacéis?
A: [nada↓ charrar]
C: [aquí]
D: nada§
A:
§ charrábamos§
B:
§ ¿de qué?
D: nada
B: ¡uy!/ ¿qué pasa↓ tía↑?
D: no
(ML.84.A.1, p. 74, l. 51)
B (chica) se incorpora a la conversación de A (chico), C y D (chicas) sobre
relaciones de pareja y, tras la despedida de C y D, se inicia un nuevo discurso (en el sentido
acuñado por Estellés Arguedas y Pons Bordería, 2014 y recogido en Grupo Val.Es.Co.,
391
392
En ese momento vuela por el lugar un helicóptero de la Dirección General de Tráfico.
De nuevo se oye el ruido producido por el helicóptero.
364
Marcadores discursivos en posición final
2014), pues se pasa de 4 a 2 hablantes y de una conversación coloquial a una discusión de
pareja. En la misma intervención, B alterna la forma plural y singular de la partícula, lo que
demuestra que el valor deíctico es laxo (solo la referencia al género al ser tres mujeres, pero
no al número). La forma tías presenta un valor vocativo, más que como partícula, pues
mantiene su valor referencial.
8.2.3.3 Posición inicial de intervención
El valor de tío y tía en esta posición discursiva es el más propiamente vocativo,
pues mantiene el valor referencial como llamada de atención al receptor, y como selección
del oyente al que se dirige la emisión del hablante. Con frecuencia es un oyente concreto, a
diferencia de su uso en posición final de tío, en la que ese valor exofórico está más diluido.
En esta posición, como en posición final de intervención, es un subacto adyacente
interpersonal (SAI):
(215)
C: § tío ¿sabes qué me parece↑? que estás actuando como un absoluto egoísta§
D:
§ bueno↓ un momento
¿me lo podéis explicar?/ es que no me estoy enterando
A: es que no/ no tiene explicación/ no es/ es// simplemente/ no/ o sea§
(ML.84.A.1, p. 73, l. 31)
Además, en esta posición suele combinarse con otros MD:
(216)
A: pero/ ¿tiene que ser ahora?
C: ¿el qué? ¿hablar con ella?
A: sí
C: pues tío↓ cuanto antes/ no vas a estar todo el día esperando
A: pero es que/ ELLA NO TIENE LA CULPA/ [entonces=]
C:
[pero aunque]
A: = tampoco voy a meter a ella dentro de todo esto§
(ML.84.A.1, p. 73, l. 20)
(217)
E: estamos cómodos// mira que si me sale ahora un trabajo que me interesaa ¿no?
L: tía↓ pues no está mal ¿no?
G: mm si te interesa y encima te va bien/ te es compatible con los estudios↑§
(L.15.A.2, p. 82, l. 19)
365
Marta Pilar Montañez Mesas
(218)
[Respuesta tras la narración de su interlocutora sobre los letreros escritos en las puertas de baños
públicos]
E: ¡tía qué fuerte!§
(L.15.A.2, p. 98, l. 695)
8.2.3.4 Tío como acto independiente
Una peculiaridad de esta pareja es que solo documentamos tío en posición
discursiva independiente, como acto autónomo, capaz de formar intervención por sí mismo.
En (219), la pausa tras tío remarca aún más su uso como signo independiente, propio de su
uso como vocativo:
(219)
[B se incorpora a la conversación y C y D la abandonan]
B: #¡uy! [(( ))]#
C:
# [(has)ta luego]#
D: #hasta luego#
B: #hasta luego/# #hasta luego///# #¿qué te pasa?#
A: #no lo sé/# #no lo sé#
B: #tío//# #yo no te quiero agobiar peroo/ me gustaría que me dijeras lo que te pasa#
A: #es que NO/ es/ soy YO y– y– y/# #soy YO y– y/ no quiero meterte#
(ML.84.A.1, p. 74, l. 75)
8.2.3.5 Tío en posición inicial de acto (en el interior de una
intervención)
El único caso de tío que ocupa esta posición discursiva corresponde a un uso como
introductor de estilo directo, combinado con pero. Refleja un uso apelativo, pero al ser un
discurso referido, no se dirige a ningún interlocutor, por tanto, aunque es un SAI, en la
conversación en que se inserta, lógicamente, no espera respuesta:
(220)
G: § #bueno pues a– al principio se lo tomó muy en serio ¿no?# #o s(e)a laa primera semana no↓#
#creo quee hace tres semanas que se apuntó/# #al principio se lo tomó muy en serio ¿no?# #o
s(e)a pero sin ir a la autoescuela para nada/# #no ha ido para nada/# #se leyó el libro↑/# #en– en
dos semanas↑// yy [después=]
E:
#[((¿y nada más?))]#
G: = de haberse leído el libro en su casa↑# #o s(e)a en los ratos que tenía libres/# #fue al de la
autoescuela y le dicee# #oye apúntame para examen//# #y el de la autoescuela le dice# #pero tío
pero ¿¡de qué vas↓!?# #¿¡tú estás loco!?/# #¿cómo te vas–? si acabas de empeZAAR↓# #no has
venío ningún día a CLASE/ vamos o s(e)a//# #yo si quieres yo te apunto//# #tú eres el que vas a
366
Marcadores discursivos en posición final
tener QUE PAGAR/# #que me apuntes↓# #que me apuntes↓# #que me apuntes↓# #que me
apuntes↓# #es cantidad de cabezón↓# #que me apuntes/# #total quee lo puso de tal forma que lo
tuvo que apuntar//# #yy ¿cuando fue eel–? #sí↓# #el– el martes pasado↓ creo que fue examen#
E: #sí↓# #yo también ¿el treinta y uno? #
G: #mm#
(L.15.A.2, p. 113, l. 1317)
En el caso de tía, el valor apelativo también está diluido, constituye una llamada de
atención sobre lo dicho, muy similar al que tiene tío y tía en posición inicial de acto (en el
interior de una intervención):
(221)
G: ¡ay! he subío y no estabas
L: hemos llegao a las– a las seis y media/// como tenía que dejar el trasto↑ hemos llegao a las siete o
así↑// y tú has llegao mal↓ °(a las siete)° tú me dijiste que ibas a llegar tarde ¿no? a las ocho// por
eso te digo
G: hombre↓ yo al llegar aquí y noo/// bueno↓ no encontrar a nadie/ o s(e)a/// tía↓ he llegao y he
llamao all– ahí al– al veinticinco no– no abría nadie ¿no? al veinticinco§
L:
§ ¿pero sabías que era
el veinticinco?
(L.15.A.2, p. 83, l. 41)
8.2.4 Síntesis de funciones según su posición
Las funciones que puede desempeñar tío en la conversación coloquial pueden
sintetizarse en tres valores principales, según su posición:
Cuadro 36. La forma tío en el Corpus de
2002a)
Posición discursiva
Tío
Tío1
Posición
final
de
intervención-turno.
Cede el turno.
Tío2
Posición final de acto (en el
interior de una intervención).
No cede el turno.
Tío3
Posición
inicial
intervención
o
independiente.
de
acto
conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co.,
Función pragmática
Apelativo, llamada de atención al
receptor, al que solicita respuesta o
colaboración.
Puede expresar recriminación.
Llamada de atención sobre lo dicho,
para reforzarlo.
Con frecuencia, en estilos directos.
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
interpersonal (SAI)
Uso propiamente vocativo.
Subacto
adyacente
interpersonal (SAI)
Los usos de tía según su posición discursiva también son tres:
367
Subacto
adyacente
modalizador (SAM),
refuerzo
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuadro 37. La forma tía en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co.,
2002a)
Posición discursiva
Función pragmática
Tipo de unidad
Tía
Tía1
Posición final de intervención- Apelativo, llamada de atención al Subacto
adyacente
turno.
receptor, al que solicita respuesta o interpersonal (SAI)
Cede el turno.
colaboración.
Puede expresar recriminación.
Tía2
Posición final o inicial de acto Llamada de atención sobre lo dicho, Subacto
adyacente
(en el interior de una para reforzarlo.
modalizador (SAM),
intervención).
A veces, en estilos directos.
refuerzo
No cede el turno.
Tía3
Posición
inicial
de Uso propiamente vocativo.
Subacto
adyacente
intervención
interpersonal (SAI)
En ambas formas (tío y tía) se observa, pues, que los usos en posición final (de acto
o intervención turno) son más próximos al de partícula; mientras que en posición inicial de
intervención o como acto independiente, el uso es más vocativo.
8.2.5 Otros rasgos pragmáticos
8.2.5.1 Aspectos ilocutivos
Con frecuencia, se indica que este tipo de MD se emplean para mantener las
relaciones sociales con el interlocutor y son muestras de cortesía393. La mayoría de autores
señalan su vinculación con la cortesía verbal y con la atenuación. Tanto en su uso como
MD como en su función como vocativos (Cuenca Ordinyana, 2004: 55). El valor apelativo
se mantiene en todos los usos, pues presenta una clara función interactiva, interpersonal;
son, por tanto, subactos adyacentes interpersonales (SAI). Ahora bien, a diferencia de
hombre y mujer, su uso no es tan cortés, y tampoco atenúan lo dicho sino que, por el
contrario, con frecuencia se usan como elementos de intensificación, constituyen, entonces,
subactos adyacentes modalizadores (SAM).
Los datos corroboran, en la línea de lo apuntado en la bibliografía aquí expuesta,
que su uso es más propio de la generación joven, pues de los 36 casos de tío, 24 pertenecen
393
Aunque no trata la posición de tío y tía, resulta interesante el trabajo de Raquel Enajas sobre el vocativo
amoroso, para el que emplea un corpus de encuestas realizadas a jóvenes de entre 17 y 33 años de Almería.
Según sus datos, entre las fórmulas de tratamiento de las parejas jóvenes, tío y tía solo aparecen, a decir de los
encuestados, en situaciones de enfado, pero no ante los amigos, ni ante desconocidos, ni en presencia de
padres o suegros, ni en la intimidad. Para más datos sobre los vocativos entre parejas jóvenes, v. R. Enajas
(2004).
368
Marcadores discursivos en posición final
a hablantes menores de 25 años, y los 8 restantes, al grupo de 26-55 años; en el uso de tía,
el dato es más rotundo, pues, excepto uno, todos los demás corresponden a hablantes
menores de 25 años.
Frente a hombre, tío parece asociarse a una mayor cercanía con el interlocutor, y se
vincula en mayor medida al registro coloquial, de ahí su frecuente aparición en el corpus
que aquí se analiza.
Por otra parte, muchos de los ejemplos se sitúan tras verba dicendi (como ocurre
también con hombre/mujer) e introducen o encabezan un estilo directo, como forma típica
de los relatos conversacionales. La presencia de estas formas apelativas en esta posición del
discurso hace pensar en que su función va más allá del valor apelativo y que, quizá,
desempeñan también un papel textual, contribuyen a marcar la deixis referencial y, de ese
modo, favorecen la coherencia y la cohesión textuales.
8.2.5.2 Aspectos prosódicos
Las formas tío y tía presentan un contorno melódico de tipo descendente marcado,
que suele señalarse en la transcripción con una flecha hacia abajo (↓) y, con frecuencia,
emitidos tras una pausa, que remarca aún más el contorno de tío/tía. En posición inicial
absoluta de intervención o como elemento independiente en el caso de tío, el contorno
melódico propio está más marcado, y suele ir separado por una pausa del resto de la
intervención, como es propio de este uso vocativo. Puede presentar entonación exclamativa
(ejemplo 207) y, en algún caso, el alargamiento de la vocal final:
(222)
G: pues MIRAA/ yy después dicen de los estudiantes↓ tíaa
(L.15.A.2, p. 111, l. 243)
8.2.5.3 Combinatoria de tío
La forma tío se combina con otros marcadores como pues o porque, especialmente,
en posición inicial de intervención-turno:
369
Marta Pilar Montañez Mesas
a) Pues tío
(223)
C: pues tío↓ cuanto antes/ no vas a estar todo el día esperando (p. 73, l. 20)
b) Porque tío
(224)
A: es [que→]
B: [porque] TÍO SI TIENES ALGÚN PROBLEMA CUÉNTAMELO E [INTENTARÉ=]
A: [VALE/ SÍ]
B: = AYUDARTE↑
(ML.84.A.1, p. 75, l. 110)
c) Pero tío
(225)
B: pero tío/ tú estás de sicólogo↓ nano/ ¡yo flipo!
(ML.84.A.1, p. 79, l. 264)
d) Oye tío
(226)
<…> o sea que es como aquí el oye tío oye no sé qué pues claro aquel todavía está↑ intentando
entender a ver qué es lo que dicen/ BUENO [muchas cosas ¿no?]
(MT.97.A.1, p. 363, l. 513)
e) ¡che! tía, con la interjección del valenciano:
(227)
G: ¡che394 tía!/ si la mitad de las cosas que ponen ahí↑ no te enteras↓ así es que→
(L.15.A.2, p. 109, l. 1156)
También es interjección la forma ‘ye’ con la que se combina en el ejemplo (214).
Como se observa, en todos los casos el marcador aparece detrás del otro marcador o
interjección con el que se combina.
8.3 OTROS MARCADORES APELATIVOS NOMINALES EN EL CORPUS VAL.ES.CO.
En este grupo se incluirían todos los apelativos nominales que se emplean para
dirigirse al receptor. Ya hemos comentado que existen algunos marcados diatópicamente
(v. nota 185), pero es posible presumir que desarrollarán funciones muy similares en el
394
Interjección peculiar de la Comunidad Valenciana.
370
Marcadores discursivos en posición final
discurso a las de las formas que aquí analizamos. Dentro de este grupo, es preciso anotar la
forma pronominal tú, que aparece con frecuencia en posición final en algunas
conversaciones de nuestro corpus, en las que se observa un alto grado de confianza entre
los interlocutores. Además, en muchos casos aparece combinado con otros apelativos.
8.3.1 Nano
Este apelativo, típico de la zona de Valencia, a la que pertenece el corpus de
conversaciones, es bastante frecuente: se documentan 32 casos, distribuidos en 3
conversaciones coloquiales prototípicas, especialmente en una de ellas. Suele emplearse
entre hablantes jóvenes (menores de 25 años), y no tiene forma femenina, a diferencia de
hombre, tío, nene o niño. Su uso es muy similar al de tío y suele emplearse en posición
final de la unidad en que se aloja (de ahí que hagamos referencia a él y a los siguientes para
concluir este capítulo sobre apelativos nominales en posición final), tanto de acto, como de
intervención, en la que, en general, intensifica, aunque a veces atenúa:
(228)
B: § eso pasará a la historia↓ nano [(RISAS)=]
D:
[(RISAS)]
C:
[(RISAS)]
B: = del cine [mudo↓ nano]
(H.38.A.1, p. 68, l. 695 y 698)
En algunos casos, su uso es tan extendido entre algunos hablantes que se convierte
en muletilla con la que remarcan diversas partes de su discurso, como en el ejemplo
anterior.
8.3.2 Macho
Esta designación del sexo de los animales, se emplea en ocasiones para referirse al
varón en discursos informales en los que media una relación de proximidad o confianza
entre los interlocutores, generalmente, hombres. No es extraño que se emplee en la
conversación coloquial, sin embargo, su uso en otros contextos resultaría muy descortés,
por la referencia animalizadora del término:
371
Marta Pilar Montañez Mesas
(229)
D: yo no tengo ningún problema// hay que descansar
A: ¿descansar de qué↓ macho↑? ¿de no hacer nada?
(H.38.A.1, p. 59, l. 366)
En un contexto como el anterior, podría alternar con tío o nano, pero no con
hombre, que generalmente atenúa la respuesta. En este caso, por el contrario, se refuerza la
recriminación hacia el interlocutor. Frente a hombre, tío o nano, su uso es siempre
intensificador, no se documenta en el corpus de conversaciones coloquiales como
atenuante.
8.3.3 Nene/nena
Esta pareja de apelativos nominales también se documenta en el corpus. R. Enajas
(2004) señala que constituyen vocativos amorosos, a veces también reprensivos, que
destacan la puerilidad del interlocutor y, por tanto, pueden llegar a resultar descorteses para
el receptor. Aunque pueden aparecer en otras posiciones discursivas, por ejemplo, como
uso reactivo en posición inicial de intervención, su posición más frecuente es la posición
final de la unidad a la que acompañan:
(230)
F: [pues] ((estuvo todo)) muy bien/// nene/ son ganas de quejarse (3’’)
(PG.119.A.1, p. 279, l. 155)
(231)
E: nena no sé si ha venido el cartero
M : CREE–§
E:
§ sí↓ [porque yo la tengo]
M:
[no/ sí// CREEMOS–] creemos↑ quee eso es/ aquello que hablaron
R: noo/ porque aquello era el aniversario↓ NENAA
M: [¡ah! era el aniversario]
(MA.341.A.1, p. 271, l. 568)
372
Marcadores discursivos en posición final
8.3.4 Chico/chica395
Estas formas sí se documentan en el corpus de conversaciones, y son más frecuentes
en hablantes del grupo de más edad dirigido a interlocutores más jóvenes.
(232)
M: ¡uy/ chico!/ [¡qué bien!]
(PG.119.A.1, p.287, l. 483)
(233)
A: [va↑ en coche pero] a lo mejor donde está↑ yo qué sé dónde van a hacer la reunión si hace frío o
no// nada↓ chica
(EL.116.A.1, p. 317, l. 409)
8.3.5 Tú
Este pronombre personal tónico de segunda persona del singular se emplea en
algunos discursos coloquiales para apelar al receptor. En general, su uso en otro contexto
resultaría descortés, sin embargo, por las propias características de la conversación
coloquial, esa aparente descortesía quedaría neutralizada o, al menos, minimizada:
(234)
[Un grupo de amigos comen en el campo]
A: ¿la has mandado a freír espárragos↑ o le has mandado FREÍR espárragos?
C: le he mandado/ freír espárragos
D: ¿peroo espárragos tomateros?// ¿no sabes cuáles son los tomateros?
C: [sí (RISAS)]
A: [aquí] hay un montón de bichos↓ tú
D: (RISAS)
B: atento a la lección de historia de la Caty↓ tío (RISAS)
A: atento↓ venga
D: (RISAS)
C: ee ¿la Caty de qué lo lleva↑?
D: ¿yo?§
A:
§ habas
D: habas/ con pollo
(H.38.A.1., p. 58, l. 329)
395
En los estudios sobre el vocativo también se añaden niño/niña, que no se documentan en nuestro corpus
como apelativos. Señala M. Moliner en el DUE: “4 n. En lenguaje informal se emplea como vocativo, a veces
con enfado, para dirigirse a una persona joven con quien se está hablando: ‘Mira, niña, no tengo ganas de
perder el tiempo’”.
373
Marta Pilar Montañez Mesas
Cuenca Ordinyana (2006: 52) lo incluye como vocativo que, además de ser marca
de tratamiento de proximidad, no apela, sino que sirve para enfatizar lo dicho. En nuestra
opinión, esta forma tiene un comportamiento discursivo peculiar, diferenciado ya del
pronombre personal sujeto, en tanto puede emitirse, en efecto, sin apelar directamente a
ningún interlocutor, e incluso en presencia de varios oyentes, es decir, sin referencia
deíctica personal. Consideramos que no funciona ya como vocativo, sino como un elemento
de incidencia discursiva (un MD propiamente dicho), con valor de refuerzo o
intensificación de lo dicho, tal y como afirma Cuenca.
Este marcador aparece en ocasiones combinado con otras estructuras y con otros
MD afines de carácter apelativo nominal, como macho o nano.
a) Macho/ tú
(235)
S: ¿qué hay?// [¡qué follón de calle!=]
J:
[¡hola Ángel!]
S: = ¡macho/ túu!
V: ¿dónde te has comprao el chaleco ese?
S: lo llevo cinco años yaa/ macho// está [el pobre roñosoo]396
V:
[noo/ peroo] ¿ese es de manga larga?// manga corta digo
(J.82.A.1., pp. 178-179, l. 444, 452 y 459)
b) Tú/ nano
(236)
P: [y vino de don] Ribeiro también§
F:
§ está bueno/ bueno
P: cosa increíble (( )) lo de las/ autopistas// y las carreteras que están cortadas quee/ o sea/ que hay
muchas autovías↑// ves unos árboles↑// larguísimos y– y/ too es piedra/ tú/ nano/ yo no sé cómo
COJONES se cogen los–/ se cogen a las piedras porque [(( )]
F:
[unos árboles de esos] estrechitos y
alTÍSIMOS/ y BAJO↓/ no tienen la TIERRA↓ es todo ROCA§
P:
§ los árboles se cogen en cualquier
lao§
(PG.119.A.1, p. 282, l. 268)
c) No veas/ tú
(237)
[Hablan de los juegos que utilizan llamadas telefónicas aleatorias]
396
Entre risas.
374
Marcadores discursivos en posición final
D: por eso muchos de los que llaman/ porque les llaman por teléfono→
C: sí§
D: § resulta quee se quedan así un pocoo§
A:
§ sí↓ claro/ to’l mundo [se queda=]
C:
[extrañao]
A: = ¿tú sabes→?/ ¿tú sabes lo difícil que es→?§
C:
§ ¿eso?
A: yo– yo pongo los jueves→§
C:
§ como buscar una aguja en un pajar es [eso]
A:
[lo– lo–] de la primi– juego397
ese [los jueves↑=]
C:
[¡buáa!]
A: = que llaman por teléfono↓ en toa España/ por teléfono/ °(pues fíjate a los que le toque↑)°§
C:
§ ¡no veas/ [tú!]
A:
[y ((dices tú)]/ eso es una↑ eso es→§
B:
§ y después que digan que no quieren jugar
(H.25.A.1, p. 234, l. 77)
8.4 RECAPITULACIÓN
El grupo de apelativos nominales aquí analizados se caracterizan por aparecen con
frecuencia en posición final de la unidad en la que se alojan. Siguiendo el modelo de
unidades de segmentación de Briz Gómez y otros (2003) y de Grupo Val.Es.Co. (2014),
constituyen subactos adyacentes interpersonales (SAI), si bien en algún caso, funcionan
como subactos adyacentes modalizadores (SAM), asociados a la intensificación o
atenuación pragmáticas.
Los más frecuentes en el corpus son hombre y tío. Asimismo, se han analizado sus
correspondientes femeninos mujer y tía y se han apuntado brevemente otros, que también
ocupan la posición final, y que pueden resultar de interés para quienes deseen profundizar
en este grupo de marcadores (nano, macho, nene/nena, chico/chica, o el pronombre tú).
En efecto, son MD apelativos, interpersonales, que mantienen las relaciones con el
interlocutor y añaden, a la vez, valores pragmáticos como la atenuación, la intensificación o
la cortesía. En muchos casos, su estatuto categorial no es fácil de determinar, pues ciertos
usos reflejan rasgos propios de otra categoría, como la interjección o el vocativo. En este
397
Juego de azar, «Lotería primitiva».
375
Marta Pilar Montañez Mesas
punto, creemos que la posición discursiva puede ayudar a discriminar unos usos de otros:
mientras que los usos autónomos de estos marcadores (en posición independiente, como
actos) se identifican con usos vocativos (no marcadores), en los que está más presente el
valor referencial, en posición final de intervención o en posición final de acto en el interior
de una intervención son MD de control del contacto, de carácter apelativo. El resto de
posiciones reflejan usos que pueden resultar dudosos y, por tanto, que han de ser
examinados en cada contexto particular.
En conclusión, la posición discursiva prototípica de los apelativos nominales es la
posición final (de intervención o turno) en la que son propiamente marcadores; mientras
que en otras posiciones (inicial o independiente), se adscriben más adecuadamente a la
categoría vocativo.
376
Marcadores discursivos en posición final
9.Los marcadores de cierre enumerativo o argumentativo
9.1 El MD y tal y otros en posición final
9.1.1 Descripción pragmática de y tal y otros
9.1.2
Frecuencias de uso
9.1.3
Análisis cualitativo de y tal
9.1.4
Análisis cualitativo de y eso
9.1.5
Síntesis de funciones según su posición
9.1.6
Otros rasgos pragmáticos
9.2 El MD digo yo, yo qué sé y no sé en posición final
9.2.1 Descripción pragmática de digo yo y otros
9.2.2
Frecuencias de uso
9.2.3
Análisis cualitativo
9.2.4
Síntesis de funciones según su posición
9.2.5
Otros rasgos pragmáticos
9 Los marcadores de cierre enumerativo o argumentativo
El primer subgrupo de este bloque lo forman unidades que constituyen un cierre en
la enumeración de datos o argumentos. Han sido denominados también marcadores de
(in)conclusión (entre otros, por C. L. Domínguez Mujica, 2005b) y otros autores los han
estudiado en el ámbito de la fraseología (L. Ruiz Gurillo, 1998; M.ª B. Alvarado Ortega,
2003, 2004). Se trata de formas como y tal, y todo, y eso, y todo eso, y nada, pues eso, pues
nada, y punto, y ya está, como se indicó en §5.1.3
Este bloque de MD se ha subdividido, a su vez, en dos, por su diferente
funcionamiento discursivo:
I) Los MD de falso cierre enumerativo: y tal, y eso, pues eso, pues nada
II) Los MD de cierre enumerativo: y ya está, y punto.
De todas las partículas de este grupo, nos centramos en la forma y tal, por su mayor
presencia en la bibliografía –aunque no sea muy abundante sobre este grupo de
marcadores–, si bien se comentarán el resto de formas afines para contrastar sus usos.
En el caso del segundo subgrupo, las formas digo yo, yo qué sé, no sé, además de
proceder de la categoría verbal conjugada en primera persona y, más aún, de poder
377
Marta Pilar Montañez Mesas
vincularse a un sintagma en función claramente predicativa en origen, desarrollan una
estrategia discursiva relacionada con la atenuación y con la cortesía. A todos ellos les
dedicaremos la segunda parte de este capítulo.
9.1 EL MD Y TAL Y OTROS EN POSICIÓN FINAL
En este bloque dedicado a y tal, como marcador prototípico del subgrupo de cierres
enumerativos, recuperamos y completamos las conclusiones de un trabajo anterior
(Montañez Mesas, 2008b)398 en que analizábamos parcialmente esta partícula en una
selección de conversaciones del corpus Val.Es.Co. (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co.,
2002a); en concreto, el bloque de conversaciones coloquiales periféricas (agrupadas por el
nivel sociocultural de los participantes, de las que se analizaron los niveles alto y medio),
contrastando los resultados con las muestras del corpus de entrevistas recogido en El
español hablado de Valencia, que forma parte del PRESEEA (Proyecto para el estudio
sociolingüístico del español de España y América), coordinado por J. R. Gómez Molina
(2001 y 2005)399. Aunque se empleaba una metodología diferente, pues allí se analizaba su
variación sociolingüística en distribución con tal y o tal, la descripción pragmática es
extrapolable al análisis discursivo que aquí se viene realizando.
En la descripción que se realiza en los siguientes apartados, se emplean todas las
conversaciones contenidas en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y
Grupo Val.Es.Co., 2002a), no solo en las periféricas y se amplía con alguna muestra el
Corpus Val.Es.Co. 2.0 (Cabedo Nebot y Pons Bordería, 2013).
398
Ya allí señalábamos otras partículas que podrían ser de interés en un trabajo futuro. Reproducimos la nota
21 (Montañez Mesas, 2008b: 203):
y eso (eso, y todo eso, todo eso, y eso sí, pues eso, ni eso, o eso); y nada (y nada más, ni nada, nada,
pues nada, entonces nada); entonces (entonces sí); y todo; y punto; y así (o así); o algo (o algo así);
etcétera (etecé, y etcétera, etcétera etcétera); y poco más; y demás; y esas cosas (y to(d)as esas cosas,
y todas las cosas, y estas cosas, y cosas así, o cosas así, o una cosa así, y cosas de esas, ni cosas de
esas, o cosas de esas); vamos (pero vamos); pero bueno (pero bueno bien), y no sé que, y chimpún, y
se acabó, y patatín y patatán.
399
Solo se manejaron los niveles alto y medio, pues el nivel bajo se hallaba pendiente de publicación.
378
Marcadores discursivos en posición final
9.1.1 Descripción pragmática de y tal y otros
El grupo en que se engloban y tal y otros marcadores similares ha recibido
numerosas designaciones. Como se ha avanzado, Domínguez Mujica (2005b) los denomina
“marcadores de (in)conclusión”. Según la autora:
Su función es actuar como cierre de una enumeración o de una serie, dejándola inconclusa. Para ello,
el hablante cuenta con la complicidad y el conocimiento compartido del interlocutor, para quien no es
necesaria la continuación detallada del listado400.
Por su parte, J. Gille (2006) lo incluye junto a vamos401, o sea, y eso y creo (yo), en
un artículo dedicado a un grupo de marcadores, llamados apéndices conversacionales, y
que agrupa según la función que desempeñan. Así, denomina al primer grupo apéndices de
categorización generalizada, en el que se encuentran expresiones autorregulativas
compuestas por una conjunción (y/o) más otro elemento: y así, y cosas así, y tal, y todo
esto, o alguna cosa. En el segundo tipo clasifica formas como digo yo, no sé, creo y los
considera apéndices de modificación de postura (sobre los que se ampliará en §8.2)402.
En Montañez Mesas (2008b) realizábamos la descripción de y tal no solo mediante
el esquema clásico forma, función y significado, sino desde otras perspectivas de la lengua.
Como punto de partida, acudimos a diversos diccionarios en los que aparece descrita. En
primer lugar, algunos no la incluyen, como el Diccionario de uso del español de María
400
Esta cita también la destacan P. Carbonero Cano y J. Santana Marrero (2010): “Marcadores discursivos,
variación dialectal y variación social”, en O. Loureda Lamas y E. Acín Villa, Los estudios sobre marcadores
del discurso en español, hoy, Madrid, Oralia, p. 501.
401
Según Santos Río (2003: 638) es autorrectiva de rectificación o matización restrictiva, y suele preceder al
segmento que matiza, “aunque también es posible la posición posterior”, siempre con entonación descendente
y entre pausas.
Sobre vamos también puede consultarse F. Polanco Martínez (2013): “Redes polisémicas y niveles de
interpretación. Representación semántica de unidades lingüísticas complejas: el caso de vamos”, ELUA, 27,
199-249. El autor describe la polifuncionalidad de este marcador conversacional a partir de un modelo
polisémico radial basado en los postulados de autores como Lakoff, Hansen o Evans. Defiende que su
complejidad no puede explicarse solo desde la monosemia (con un valor predominante y varios relacionados
o derivados contextualmente) ni desde la homonimia (como ausencia de un significado invariante compartido
por las diferentes acepciones de una única forma léxica), sino como marcador polisémico sin necesidad de
que “los diferentes sentidos relacionados compartan un significado nuclear en todas sus posibles acepciones”
(p. 208), tal y como defiende la Semántica Cognitiva. A partir del modelo de polisemia fundamentada de
Tyler y Evans (2001, 2003) y Evans (2004, 2006), Polanco Martínez determina los sentidos de la red
semántica de vamos y su predictibilidad, basada en tres sentidos básicos: conativo, fático y reformulativo.
402
En parte, la clasificación de Gille (2006) nos ha servido de punto de partida en este capítulo.
379
Marta Pilar Montañez Mesas
Moliner. Esta ausencia quizá indique que su frecuencia de uso es más reciente que el
diccionario. En segundo lugar, otra importante obra lexicográfica descriptiva como el Lema
sí la recoge, y explica que se trata de una forma “coloquial”, que sirve “para omitir detalles
poco relevantes del relato”, y define de modo semejante la combinación tal y cual403.
También el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos (1999),
señala ese carácter coloquial y la describe como “fórmula con que se concluye vagamente
una frase”; pero no se indica que sea un dato poco importante, tan solo se destaca su valor
conclusivo. Por su parte, el DRAE considera que y tal es una “expresión” adecuada para
“añadir un término poco preciso, pero semejante a lo ya dicho”, sin marcación diafásica –sí
los anteriores– sobre el grado de formalidad. En diccionarios especializados en partículas,
como el de L. Santos Río (2003) también se recoge, aunque reproduce la definición del
DRAE. De estas descripciones destacamos tanto la de M. Seco y otros (pues resalta la
función conclusiva de y tal), como el matiz aportado por el LEMA, sobre el tipo de discurso
en el que aparece con mayor frecuencia, el relato. También en nuestro corpus aparecen
algunas ocurrencias del MD y tal insertas en fragmentos narrativos o relatos
conversacionales, en los que el hablante recupera una información anterior404.
Desde el punto de vista formal, se trata de un MD analítico, formado
categorialmente por la conjunción copulativa y ante el pronombre indefinido tal. Ahora
bien, no se consideran objeto de nuestro estudio los usos puramente indefinidos o
pronominales de tal del tipo:
403
María Moliner no incluye y tal, pero sí esta combinación ‘tal y cual’, usada “en el relato de una
conversación o de lo dicho por alguien”, como “expresión indeterminada”.
404
Desde el punto de vista teórico, hay que diferenciar entre estos dos tipos de discurso narrativo: por una
parte, la secuencia narrativa (con planificación simultánea, en la que el hablante narra un hecho o anécdota y
lo planifica sobre la marcha como respuesta a la intervención de su interlocutor); y, por otra, el relato
conversacional (nombre tomado de Bronckart y otros, 1985), que consiste en la recuperación de un discurso
previo, que no se elabora sobre la marcha, sino que se recuerda, esto es, se reproduce en estilo directo lo dicho
(o leído) en otra ocasión e incluso por otra persona, en una situación comunicativa anterior; dicho de otro
modo, constituye un recuerdo, una forma de discurso repetido. En el corpus de conversaciones, este estilo
directo se codifica mediante la letra cursiva en la transcripción; mientras que en la grabación original, se
percibe una inflexión tonal distinta respecto al segmento fónico anterior, incluso en muchos ejemplos el
informante adapta la voz al mensaje, especialmente cuando reproduce lo dicho por otro: cambia el tono, la
intensidad (susurra), e incluso, imita la voz del hablante que pronunció originariamente ese fragmento de
discurso. En muchos casos, la repetición (o recuerdo) no es exacta, y ha de suplir parte de la información con
elementos sustitutos (como y tal), de ahí que pensemos que, en esos usos, mantiene parte de su carácter o
significado pronominal.
380
Marcadores discursivos en posición final
(238)
[Charlan sobre la religión]
E: pero todos los días↑ al empezar la clase↑ éste↓ pam405↓ éste↓ pam↓ y un versículo↓ versículo tal↓
capítulo tal↓ mira yo tenía la Biblia en el cajón siempre/ °(porque había que tenerla)°/ y la tengo
aún en casa [mm=]
(L.15.A.2, p. 90, l. 341)
Ni cuando forma parte de un marcador consecutivo, ni el siguiente, con la función
propia de determinante indefinido, cercano al demostrativo:
(239)
G: <…> total quee lo puso de tal forma que lo tuvo que apuntar
(L.15.A.2, p. 113, l. 1322)
La conjunción y, como conector polifuncional por excelencia, entre otras funciones,
suele introducir el último miembro de una enumeración, valor que pervive en el MD y tal
resultante cuando se emplea como cierre discursivo.
Por otra parte, también la forma tal se utiliza en el corpus con un valor semejante,
aunque sin presencia de la conjunción copulativa, lo que conduce a cuestionarse si el valor
de cierre lo aporta la conjunción, o si la partícula por sí misma posee el valor conclusivo, o
si lo adquiere en el discurso por aparecer situada en posición final. Dicho de otro modo, la
función pragmática de y tal también puede realizarla la forma tal, que podría considerarse
variante menos frecuente. En Montañez Mesas (2008b) postulábamos que, desde el punto
de vista sociolingüístico, llegan a ser intercambiables (también o tal, según la estructura).
Para justificar que estas formas se neutralizan en el discurso es preciso hallar un contexto
en el que sean equivalentes y ese parece ser la posición final de una unidad del discurso.
Sobre esta cuestión volveremos más adelante.
En cuanto al significado como partícula discursiva, presenta un valor fundamental y
diversos usos, rasgo propio de los MD, como postula J. Portolés Lázaro (1998: 135) o L.
Cortés Rodríguez, quien afirma que existen “diferentes valores resultado de la relación
entre su significado convencional y las diversas situaciones comunicativas” (1998: 150).
Como valor propio de su categoría pronominal, tal constituye una proforma y, por tanto,
opera como sustituto de otros elementos, no solo nominales sino también de otro tipo, a
405
Sonidos que aparecen en lugar de la acción que ha de realizarse.
381
Marta Pilar Montañez Mesas
saber, sintagmas adjetivales, adverbiales, e incluso oraciones completas, según el contexto
lingüístico o cotexto en que aparece.
Otra cuestión es el concepto de ‘vaguedad’ o ‘dato de poca importancia’ que se
describe en algunos diccionarios en la microestructura de y tal, que también se encuentra en
la descripción de o tal, por ejemplo, en L. Santos Río, quien le atribuye un significado
similar cuando afirma que “sirve para aportar el segundo miembro de una disyunción
factual sin especificar o concretar el hecho correspondiente (dando, no obstante, a entender
que se trata de un hecho parecido o asociable)” (2003: 615).
Entendemos, pues, que el miembro que sustituye tal en ambos casos (y tal, o tal),
pertenece al mismo paradigma de los elementos de la serie que cierra. Así en (240) y (241),
ejemplos de y tal y de tal, respectivamente:
(240)
G: [ca– casos] de lo contrario o s(e)a no estar [durantee mucho tiempoo=]
L:
[y también→]
G: = viviendo juntos/ casaos/ teneer hijos y tal↑/# #y después descubrir el hombre pues§
E:
§ que le
gustan§
G:
§ que le van los tíos// oye/ maricón/ pues vale/ pues maricón/ le gustan más los [hombres
que– que=]
(L.15.A.2, p. 100, l. 759)
Aquí concluye una enumeración de acciones que realizan las parejas,
funcionalmente son sintagmas verbales, por tanto, y tal equivale a una unidad sintáctica
semejante. En el siguiente ejemplo, aparece repetido en la misma intervención, en actos
sucesivos, y se percibe claramente que, como explicábamos en 2008b, el elemento omitido
y sustituido por y tal pertenece al mismo paradigma que de colores o de ayudas, de manera
que, desde un punto de vista pragmático, podemos inferir un significado del tipo “con + X”,
donde X expresa cualquier contenido que puede ofrecer un menú informático:
(241)
[A explica a B las funcionalidades de un sistema informático]
A: [por ejemplo] para administrar el Aese o administrar el Debedós pues utilizas→ pantallas de
Iesepeefe/ y Iesepeefe es un– es el gestor de menús/// para evitar ir comando a comando en Teseó
que es bastante aburrido/ pues te saca menús muy bonitos/ llenos de colores y tal/ y de ayudas y
tal
B: es una interfaz ¿no? o sea→
(XP.48.A.1, p. 343, l. 291)
382
Marcadores discursivos en posición final
A pesar de la vaguedad que le atribuyen los autores, las intervenciones de A son –
desde el punto de vista pragmático– informativamente completas, ya que no es necesario
enumerar todos los posibles elementos que pudieran citarse, para transmitir de forma
óptima lo que se está comunicando. Se podría argumentar que y tal no concreta
semánticamente pero que sí comunica de forma óptima.
Dentro de las funciones generales o macrofunciones de la marcación del discurso
establecidas por Portolés Lázaro (1998: 137), y tal se encuadraría en el grupo de los
“estructuradores de la información”. En concreto, se ubicaría como ordenador de la materia
discursiva, pero con la particularidad de que no se sitúa al principio de la secuencia, ni
actúa, por tanto, como presentador de los comentarios o subcomentarios, sino que por sus
características formales (morfológicas y entonativas) aparece al final de la unidad en la que
opera. Por su parte, M.ª B. Alvarado Ortega lo estudia en el contexto de la fraseología y
considera y tal una fórmula discursiva de transición (2003: 416), etiqueta tomada, a su vez,
de G. Corpas (1996: 189)406. Esta autora establece tres usos o funciones para y tal: el primer
uso permite omitir la mención de ciertos elementos que se consideran consabidos puesto
que pertenecen al saber compartido entre los interlocutores; el segundo es el uso conclusivo
(que coincide con el que hemos mencionado); y el último sirve para “matizar el tópico
conversacional”, en ejemplos del tipo:
(242)
V: que quiere resolver] los temas yy// unaa–// un curso de directores/ en Gandía↑//48 yy bueno/ pues
ahí estuvo la jefe de servicio↑ y la jefe de servicio desde luego es una mujer enterada/ la tal María
esta/ es una mujer enterada↓ ha estao trabajando en el– [en el Mec=]
J:
[en el Mec]
V: = y tal y está enterada de todo↓ está claro/ y además§
(J.82.A.1, p. 175, l. 309)
Este matiz es interesante pero consideramos que este uso podría incluirse en el
segundo tipo, ya que mantiene el valor de cierre, aquí refuerza el argumento anterior ‘en
una mujer enterada↓’. La unidad discursiva resulta plenamente informativa, esto es, lo que
el hablante comunica con y tal es el conjunto de aspectos afines que el interlocutor puede
406
Su estudio se centra en una variedad diatópica y diastrática concreta distinta a la recogida en el corpus
Val.Es.Co., pero, aún así, su análisis puede sernos muy útil y nos permitirá comparar nuestros resultados. En
concreto, analiza las fórmulas rutinarias en la variedad recogida en el COVJA, corpus dirigido por D. Azorín y
J. L. Jiménez (1997): Corpus oral de la variedad juvenil universitaria del español hablado de Alicante,
Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert.
383
Marta Pilar Montañez Mesas
comentar a propósito de ese tema, de modo que se podría parafrasear como: es una mujer
muy enterada↓ ha estao trabajando en el– en el Mec y las demás informaciones que
consideres relevantes o simplemente interesantes para justificar que está bien preparada”,
pero el interlocutor no precisa que se verbalicen esos datos, puesto que el valor pronominal
subyacente de la partícula sustituye contenidos del mismo nivel paradigmático407.
Ese valor de matizar el asunto también se observa en las entrevistas de PRESEEA de
Valencia que se analizaron en Montañez Mesas (2008b), donde se documentaban ciertas
muestras en las intervenciones del entrevistador que se situaban en posición final de intervención iniciativa.
Con y tal, matizaba el asunto de la pregunta y orientaba la respuesta; tenía, por tanto, un matiz casi directivo,
por ejemplo:
(243)
<E1>: ¿y en cuanto a la carrera?, los estudios y tal (Gómez Molina, 2005).
(244)
A: pues como jobi [y tal]408 (Gómez Molina, 2001: 375)
Este uso permite al entrevistador ceder el turno (que en la entrevista sí está
predeterminado, a diferencia de la conversación libre), mediante una aseveración en lugar
de formular una pregunta directa. Recordemos que esta posición final de intervención
iniciativa suele reconocerse habitualmente como un LTP (Lugar de Transición Pertinente),
concepto clásico de H. Sacks, E. Schegloff y G. Jefferson (1974).
En otros casos, en esta misma posición discursiva, el hablante parece querer
expresar con la partícula un contenido informativo del tipo “y no sé qué más contarte al
respecto”, esto es, una forma de indicar que no se tiene más qué añadir y, por tanto, una
407
Un argumento similar podría aplicarse al primer uso, ya que, efectivamente, el saber compartido posibilita
la omisión de ciertos detalles sin que la intervención deje de ser plenamente informativa. En los ejemplos de
entrevistas del PRESEEA que se analizaban en Montañez Mesas (2008b), no existe ese saber compartido
porque los participantes del acto comunicativo son generalmente desconocidos, pero su función la suple el
cotexto de la conversación precedente, pero sí está presente en los ejemplos de nuestro corpus de
conversaciones, ya que es un rasgo coloquializador de la conversación.
Por otra parte, en ese corpus se documentaban ciertas muestras en las intervenciones del entrevistador que se
situaban en posición final de intervención. Con y tal, matizaba el asunto de la pregunta y orientaba la
respuesta, tenía, por tanto, un matiz casi directivo, por ejemplo: <E1>: ¿y en cuanto a la carrera?, los estudios
y tal (Gómez Molina, 2005).
408
Según el sistema de transcripción empleado, los corchetes seleccionan un fragmento de discurso en el que
se produce solapamiento, es decir, el habla simultánea de los dos participantes.
384
Marcadores discursivos en posición final
manera de ceder el turno. Normalmente suele tomar la forma de enumeración (como en el
ejemplo anterior) o bien puede haber un conjunto de actos enumerados, como en ():
(245)
B: iremos a cenaar/ saldremos por ahí a tomarnos algunas copas por los pafs409/ y tal (Gómez
Molina, 2005: 372)
La idea de LTP también la emplean L. Ruiz Gurillo (1996, 1998) y M. B. Alvarado
Ortega (2008, 2010), para quien y tal es una fórmula rutinaria y, más concretamente, una
fórmula discursiva de transición. En este grupo se incluyen los llamados gambitos
(“unidades que se especializan en señalar cambios de nivel en la conversación o en preparar
a los interlocutores para el turno siguiente”, Ruiz Gurillo, 1998: 49). Entre ellos, “y eso, y
tal, que constituyen cierres enumerativos”. En un trabajo anterior lo consideraba
marcador del enunciado con valor continuativo que puede actuar en el interior de un acto, […] se
convierte en un Lugar de Transición Pertinente que puede ser aprovechado por el receptor o
reutilizado por el emisor para prolongar su turno. [...] Para el emisor constituye un apoyo fático
mientras que el receptor lo entiende como un LTP. (1996: 496-7)
es decir, hacía mención a su posición (interior o no) y, de manera implícita, se
refería a dos funciones cierre (cesión del turno) o pre-cierre (uso continuativo), semejantes
a las que expondremos más adelante.
Por otra parte, también en el ámbito de la fraseología, Alvarado Ortega recurre al
manual ya clásico de G. Corpas (1996)410, donde se resumen varias clasificaciones de
unidades fraseológicas, entre ellas, la que la autora propone. Según su criterio, estas
fórmulas discursivas forman parte de los enunciados fraseológicos (o fórmulas rutinarias),
que pertenecen al acervo sociocultural de los hablantes, es decir, están fijadas en el habla.
Dado que estas autoras (Corpas, Ruiz Gurillo o Alvarado Ortega) las incluyen en
sus estudios fraseológicos, entendemos que existe entre sus componentes un alto grado de
fijación. Eso implica que forman una unidad, y los dos miembros aparecerán siempre
unidos sin ningún elemento incrustado, como en el caso de y tal411.
409
Del inglés pubs.
G. Corpas (1996): Manual de fraseología española, Madrid, Gredos.
411
En Montañez Mesas (2008b) documentamos o tal con un elemento incrustado (o más tal) y
considerábamos que, por tanto, estaría en en proceso de fijación:
410
385
Marta Pilar Montañez Mesas
Más recientemente, M.ª B. Alvarado (2008, 2010) realiza una propuesta de
clasificación de fórmulas discursivas (FR), como tipo de enunciados fraseológicos, dentro
de la categoría más general unidad fraseológica (UF) e incluye y tal en el grupo de
fórmulas discursivas de transición “que sirven para suprimir información”, junto a otras
fórmulas como no sé qué no sé cuántos, y eso (2008: 325). También indica que en
determinados contextos puede alternar con y eso412. La autora vincula UF y MD a partir de
una serie de rasos comunes. En nuestra opinión, las funciones de los marcadores dependen,
en gran medida, de su posición discursiva (posición en unidades del discurso), como ya
hemos defendido con anterioridad (Montañez Mesas, 2007a y 2007b). Según Alvarado
tampoco poseen independencia (entonativa ni distribucional)413.
Lo novedoso de la propuesta de M.ª B. Alvarado Ortega (2008) es el hecho de que
se base en la modalidad del enunciado y de que metodológicamente aplique, al igual que
nosotros, el modelo de segmentación del grupo Val.Es.Co. (2002a) para identificar el tipo
de unidad que constituye la FR.
Desde otra perspectiva, A. Briz Gómez (1998) distinguía entre conectores
pragmáticos y conectores metadiscursivos. Dentro de estos últimos, incluía las marcas de
cierre, entre las que situamos nuestra partícula. Este autor los vinculaba a la actividad
B: cuando hacemos un viajee- fuera un viaje máas- más largoo o más tal peroo en cuanto a/ mm/ cambiar de vida/ ee/ bueno/
(260/503AP, Corpus COVJA).
Esta es una ocurrencia aislada, pero la comentamos porque demuestra, una vez más, que el valor conclusivo
no lo aporta la conjunción “y” que, según la gramática, enlaza el último miembro de una enumeración como
cierre; sino que tal en posición final posee ese valor discursivo, y que la presencia de las conjunciones y / o,
así como cualquier otro elemento necesario para que el enunciado sea gramatical se justifica por la propia
estructura sintáctica de la unidad del discurso en la que aparece la partícula.
412
En su caso, al incluir y tal en un estudio completo sobre fórmulas rutinarias, justifica sus propiedades como
UF: idiomaticidad, fijación, independencia, que, sin embargo, en las FR discursivas no siempre se cumplen,
ya que se encuentran más cerca de la categoría marcador del discurso que de la categoría UF. La
identificación de ambas categorías es explicable puesto que comparten ciertos rasgos: un marcador del
discurso también es una unidad fija, por ejemplo, en virtud de su mayor o menor grado de gramaticalización.
En concreto, afirma que en las FR discursivas “la fijación semántico-pragmática no es obligatoria” (2008:
107), ya que sus funciones dependen del contexto.
La propia autora reconoce que, en las FR, ciertos “valores discursivos se aproximan a la función que tienen
los marcadores argumentativos en la conversación” (2008: 396), puesto que no cumplen todas las
características como elemento fraseológico y “su función es semejante a la que realizan los marcadores
argumentativos, ya que guían al oyente para que interprete adecuadamente el enunciado”. Sin embargo, dado
que esta partícula “no funciona siempre de manera prototípica como un marcador discursivo”, y gracias a su
independencia y a que pueden distinguirse dos valores en la conversación (“suprime conocimientos
socioculturales que el hablante supone que son compartidos por su interlocutor” y “valor conclusivo de
intervención”), le permiten afirmar que es una FR discursiva (2008: 396-7).
413
En concreto, y tal “no podría haber cambiado su orden en la intervención, ni se podría haber dicho varias
veces” (2008: 124).
386
Marcadores discursivos en posición final
argumentativa, mientras que, en nuestro caso, consideramos que y tal no persigue una
estrategia argumentativa, sino metadiscursiva: el cierre de la secuencia o unidad discursiva
en la que aparece, sea definitivo ese cierre o no. Es necesario aclarar este aspecto, y eso nos
lleva a comentar los usos discursivos de y tal que hemos establecido a partir del análisis de
nuestro corpus. Allí establecíamos dos usos (Montañez Mesas, 2008b): un valor de cierre (y
tal1) y otro, ordenador de materia discursiva (y tal2). Habrá que comprobar si estas
funciones se confirman en el Corpus de conversaciones coloquiales (2002a) completo, a
partir de la posición en las unidades de segmentación del discurso oral de Briz Gómez y
otros (2003) y Grupo Val.Es.Co. (2014).
El Diccionario de partículas de L. Santos Río, además de y tal (ya descrito), incluye
y punto e indica que “pertenece al conjunto de elementos lingüísticos zanjadores, como y en
paz, y asunto terminado, y asunto concluido, y aquí paz y después gloria, y ya está, y
sanseacabó o y no se hable más” (2003: 542).
También recoge y eso, con dos valores, uno integrado (no marcador) y una segunda
acepción que es la que atañe a nuestra investigación, en la que lo califica como “coletilla
locucional aditiva, vagamente deíctica, con que se agrega, borrosamente, un miembro o un
conjunto en una serie coordinada copulativamente”.
En cuanto a los otros marcadores afines a y tal que hemos agrupado en este bloque,
también se sitúan en posición final con función conclusiva, como cierre enumerativo: y
nada, y eso, y ya está, y punto414, entre otros.
En general, estos marcadores se analizan en estudios puntuales, bien como ejemplo
de un fenómeno discursivo (por ejemplo, desde la fraseología, G. Corpas, 1996; L. Ruiz
Gurillo, 1998; o M.ª B. Alvarado Ortega, 2008, 2010), bien por el interés que despierta el
propio marcador (polifuncionalidad o polisemia, grado de gramaticalización, estudios de
variación, por citar algún caso).
414
Del mismo modo, algunas de ellas presentan variantes y podrían ser objeto de un estudio posterior: y eso
(eso, y todo eso, todo eso, y eso sí, pues eso, ni eso, o eso); y nada (y nada más, ni nada, nada, pues nada,
entonces nada); entonces (entonces sí); y todo; y punto; y así (o así); o algo (o algo así); etcétera (etecé, y
etcétera, etcétera etcétera); y poco más; y demás; y esas cosas (y to(d)as esas cosas, y todas las cosas, y estas
cosas, y cosas así, o cosas así, o una cosa así, y cosas de esas, ni cosas de esas, o cosas de esas); vamos
(pero vamos); pero bueno (pero bueno bien), y no sé que, y chimpún, y se acabó, y patatín y patatán.
387
Marta Pilar Montañez Mesas
Este último es el caso de A. López Serena y M. Borreguero Zuloaga (2010: 455)415,
que repasan las funciones de los MD en relación con la variación oral-escrito, e incluyen,
entre otros, el marcador de cierre y punto416. Lo cita como ejemplo de marcador de
recapitulación y cierre, que constituye una subfunción dentro de la demarcación discursiva,
perteneciente a la macrofunción de estructurar la información y formular el discurso, en
concreto, señalan que
También se usa y punto para cerrar un argumento, marcador que presenta la particularidad de
aparecer siempre pospuesto al fragmento discursivo cuyo cierre indica.
En general, no abundan los trabajos sobre estos MD, a pesar de su frecuencia de uso
en la interacción oral. Sí los analizan M. J. Cuenca Ordinyana y M. J. Marín Jordà (2009) al
ejemplificar las combinaciones de MD en catalán y español. En concreto, y tal es una
combinación para expresar (pre)cierre. También las formas (y) ya está, y eso y pues eso, y
se consideran estructura semifijas (2009: 907). Al respecto de y eso, el DUE indica que es
una “expresión expletiva con que se termina una exposición, enumeración, etc.”. De nuevo,
se remarca la idea de cierre, muy presente en la bibliografía sobre estos marcadores.
9.1.2 Frecuencias de uso
En 2008b, como hemos avanzado, analizábamos tanto las muestras de y tal
procedentes del corpus Val.Es.Co. de conversaciones coloquiales, como las entrevistas del
PRESEEA de Valencia de los niveles alto y medio. Aquí nos vamos a limitar solo a los
usos en conversaciones, para homogeneizar los resultados con los de otros MD
conversacionales en posición final.
De las 46 ocurrencias que entonces valoramos (tanto en conversaciones como en
entrevistas semidirigidas), 21 pertenecen a conversaciones coloquiales, tanto prototípicas
como periféricas. Las posiciones discursivas en que se utiliza el MD se distribuyen de la
siguiente forma417:
415
También hace referencia a la relación entre MD y género textual González Condom (2004) o Domínguez
García (2010).
416
María Moliner lo definía como “Expresión con que se da por terminado un asunto o se corta un discusión o
réplica: ‘Esto se hará como yo digo, y punto’”.
417
Aquí solo se analiza la frecuencia de uso de y tal (no de sus variantes).
388
Marcadores discursivos en posición final
Cuadro 38. Y tal en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
Y tal
Nº de casos
totales: 21
FINAL
ACTO
17
FINAL
INTERVENCIÓN
4
El primer dato significativo que revelan las frecuencias de uso es que el MD y tal
solo se utilizan en posición final, y solo se documentan dos posiciones discursivas posibles:
final de acto (en el interior de una intervención) y posición final de intervención (que
coincide con posición final del último acto). Tampoco se documenta como marcador
autónomo, en posición independiente, ocupando por sí mismo un acto.
Los otros MD de este grupo se emplean de forma semejante, aunque con diferentes
frecuencias de uso, recuperamos parte del cuadro 9:
Cuadro 39. Frecuencias de uso de los marcadores de cierre enumerativo
SUBGRUPO III-1
GRUPO III
SUBGRUPO III-2
y tal
21
y eso
27
y nada
8
pues eso
10
pues nada
11
y ya está
23
y punto
6
El marcador y eso tiene una distribución muy similar a la de y tal, pues ocupa
prototípicamente la posición final de la unidad a la que afecta:
Cuadro 40. Y eso en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co.,
2002a)
POSICIÓN
FINAL
FINAL
INICIAL
ACTO
INTERVENCIÓN INTERVENCIÓN
Y eso
Nº de casos
13
10
1
totales: 24
389
Marta Pilar Montañez Mesas
9.1.3 Análisis cualitativo de y tal
9.1.3.1 Posición final de acto (en el interior de una intervención)
Esta posición discursiva es la más frecuente en el corpus. En este caso, el marcador
funciona como un falso cierre o cierre momentáneo, y por tanto, se convierte en un uso
ordenador418 o espaciador de la materia discursiva, sea narrativa, explicativa, descriptiva...,
como indicábamos en Montañez Mesas (2008b):
(246)
G: #hombre↓ yo al llegar aquí y noo/// bueno↓ no encontrar a nadie/# #o s(e)a/// tía↓ he llegao y he
llamao all– ahí al– al veinticinco# #no– no abría nadie ¿no? al veinticinco#§
L:
§# ¿pero sabías
que era el veinticinco?#
G: #sí/# #yo sabía que eraa↑/ este piso↑//# #yy bueno pues// por lo que me acuerdo yo de orientación
y tal/# #sabía que más o menos era// aquí ¿no?//# #y he llamao y como no abría nadie# #yo digo
a lo mejor no es aquí//# #y he llamao ahí al la(d)o// y tampoco estaban8
E: #¿sí?/#
G: #pues vaya#
(L.15.A.2, p. 83, l. 46)
En algunos casos, el hablante no cierra el acto, sino que el MD puede ir seguido de
otros elementos, estructuralmente subactos, que aclaran, concretan o repiten algo de lo
dicho, de ahí que el valor sea falso cierre o cierre momentáneo, esto es, y tal presenta un
uso continuativo, constituye un subacto adyacente textual (SAT) que ayuda a organizar el
discurso:
(247)
Ε: #(lo que) pasa es que es UN buen carpetón///(3’’)# #es que lo [que quería eraa=]#
L:
#[pero tampoco]#
E: #= fíjate↓ yo lo que quería era hacerme algunas fotocopias y tal de artículos/# #pero// tampoco me
van a servir para nada ¿no?//# #¿o qué?#
L: #°(yo qué sé)°#
(L.15.A.2, p. 87, l. 220)
El MD se usa con mucha frecuencia inserto en intervenciones de cierta extensión y
en relatos conversacionales, en fragmentos en estilo directo. Este circunstancia se justifica
por el carácter pronominal originario de la partícula, ya que permite omitir la mención de
418
Nombre tomado de J. Portolés (1998: 138)
390
Marcadores discursivos en posición final
un segmento de discurso (en este caso, parte del relato conversacional) para hacer progresar
la conversación. El hablante ofrece una serie de datos y, cuando los considera suficientes,
cierra ese bloque de información con el MD y prosigue con su intervención. Domínguez
Mujica (2005b) lo considera falta de conclusión:
(248)
[Charlan sobre las prácticas para aprobar el carnet de conducir]
C: § todas las ha hecho en las clases/ entonces→§
P:
§ pero ¿qué las– las has hecho/ DESPUÉS de tener
el [coche?]
C:
[no no no no↓ él– él=]
J:
[no/ no/ todo antes de]
C: = él no [quería hacer=]
P:
[claro que sí]
C: = tantas↑/ examinarse↑/ y hacer después/ y le dijo/ el profe/ el otro/ pero ¡hombre!/ no seas
tonto→§
P:
§claro§
C:
§ es que si m’examino y tal↑/ ya no puedo dar más dice si t’encuentras→/ con
necesidad/ de dar alguna más/ vienes y se te dará alguna más§
P:
§ y ya está§
(G.68.B.1+G.69.A.1, p. 201, l. 432)
Este uso como cierre momentáneo, que permite al hablante añadir más elementos
posteriormente, se convierte en un uso ordenador, e incluso, retardatario. La ventaja del
discurso hablado es que a pesar de introducir fórmulas de cierre, el hablante puede añadir
cuantas ideas quiera sin acusar problemas en la comunicación. En esa línea, Corpas419
postula que estas secuencias
facilitan un rápido procesamiento del lenguaje, de forma que los hablantes pueden dedicar más
tiempo a planificar unidades del discurso más largas y a cuidar los aspectos sociales de la
comunicación (1998: 173)420.
En el siguiente ejemplo, J está narrando la experiencia con un turista y emplea y tal
como falso cierre en posición final de acto, pues continúa su relato, gana tiempo para seguir
planificando sobre la marcha su narración:
(249)
J: empezó con la PAELLA/ la cosa salió ya con la paella ¿sabes?// porque TAL/ porque/ e–
estábamos hablando de que cada nación y tal/ pues tiene sus cosas buenas como Extremadura/
pues tiene sus embutidos↑ yy– en fin/ yy ASTURIAS tiene la leche↑ yy/ todo yy HO–
419
420
Corpas, G. (1996): Manual de fraseología española, Madrid, Gredos.
Ese valor social de las FR también lo recoge Alvarado (2008: 335).
391
Marta Pilar Montañez Mesas
HOLANDA los quesos↑ y en fin/// que nada↓ quee las PAELLAS su mujer las hacía// e– es
canaria
F: que en Valencia había comido las PEORES PAELLAS que– que había comido él§
(PG.119.A.1, p. 276, l. 24)
Nótese que en la primera línea de su intervención emplea tal, pero no presenta aquí
valor como partícula sino como pronombre, sustituyendo toda la causa o justificación que
inserta ‘porque’.
9.1.3.2 Posición final de intervención
En esta posición, mucho menos frecuente, el MD tiene un uso conclusivo, de cierre,
da por terminada su explicación u opinión y cede el turno. En el siguiente ejemplo, cierra
una intervención compleja bastante larga, que presenta una tipología narrativa, muy
frecuente en el corpus:
(250)
J: § Luis sí/ Luis estáa [(( ))]
V:
[pues les han soltao un PURO↑]/ y él preocupadísimo↑/ y claro dice ¡coño!/
es la Úgete la que lo ha sacao↑/ pues Vicente será/ y ya (( )) (RISAS) digo ¡mira!// búscate los
asesores adecuaos/ macho/ (RISAS) porque–// ¿qué tiene que hacer↑ un sindicato↑/ si va uno con
un borrador de– de– de decreto?// publicarlo// si eso/ está en manos de uno↑// circula por
Valencia→(en)tonces/ todos los afiliaos tienen derecho aa– a leerlo/// y yo es lo que le dije yo a
Luis digo pero esoo/ pues oye/ pues– pues– pues mirar a ver quien– a quién buscáis como– como
gente asesora y tal
G: entonces/ ¿no– no tenéis nada que ver con lo del conde de Godó→?/421 ¿no ha si– no ha sido
ninguna [escucha telefónica?// nada de eso ¿eh?]
(J.82.A.1, p. 177, l. 401)
El MD puede situarse ‘hacia el final’ y añadirse detrás otro subacto aclaratorio o,
como en el siguiente caso, con entonación suspendida:
(251)
J: #¿tú cuantos llevas ya↓ Sergio?#
S: #yo más de un mes↓ ya#
J: #bueeno#
A: #no/# #pero yo mee#
S: #ahora↓ el domingo lo noté ¿eh?/# #el domingo en el partido lo noté//# #que yo normalmentee/
cuando me pego así algunas carreras y tal↑ yaa#
C: #que ibas más desahogao/ [quieres decir/# #claro/# #claroo]#
421
Se refiere a un caso de escuchas telefónicas de actualidad en el momento de la grabación.
392
Marcadores discursivos en posición final
S:
#[¿el domingoo?/ iba suelto]/# #ibaa/ hombre/ no me cambié en todo el
partido#
(AP.80.A.1, p. 149, l. 261)
El uso ordenador de y tal es propio del discurso dialogal422, al que corresponden
tanto el corpus de entrevistas del PRESEEA, como las conversaciones contenidas en el
corpus de Val.Es.Co., que recogen dos tipos de interacciones in praesentia física de los
interlocutores (cara a cara), consideradas ambas como pertenecientes al nivel
conversacional. La forma y tal es una consecuencia más de uno de los factores primarios de
la conversación coloquial: la planificación sobre la marcha, ya que mientras que el
entrevistador tiene preparadas las cuestiones y el orden de la entrevista, el informante ha de
planificar sobre la marcha sus respuestas. Este rasgo coincide, en parte, con la descripción
de M. Seco cuando habla de ‘vaguedad’, o con la imprecisión a la que alude la Academia,
pues aunque la intervención no concreta algunos elementos (porque se omiten), resulta
plenamente informativa.
Así, siguiendo con el apartado anterior, según la caracterización de A. Briz Gómez,
la estrategia que persigue esta partícula es metadiscursiva, por un lado, elude la mención de
más elementos que completen de forma exhaustiva el discurso del hablante; y por otro lado,
y tal2 cierra momentáneamente la unidad discursiva mientras se planifica la adición de más
elementos que se consideran pertinentes.
9.1.4 Análisis cualitativo de y eso
9.1.4.1 Posición final de acto (en el interior de una intervención)
En cuanto a la forma y eso, la posición final de acto, en el interior de una
intervención, es la más frecuente, como sucedía con y tal:
(252)
L: § ¿esto son vitaminaas?§
422
En este trabajo utilizamos dialogal y dialógico indistintamente, a pesar de las diferencias que establece,
entre otros, J. Moeschler (1985): Argumentation et conversation. Éléments pour une analyse pragmatique du
discours, Université de Genève, Hatier-Credif, p. 93.
393
Marta Pilar Montañez Mesas
G:
L:
E:
§ ¿qué pasa↓ que perdías– perdías la noción de– de [las cosas?]
[¿pero son vitaminas?]
[ahora] esto son las
vitaminas estas/ eso– esto son ampollas BEBIBLES
L: yaa ¿y esto qué es?
E: esto es como para– para la ansiedad y eso// mira cómo vienen/// pero alucina las que me tomé↓
míralas↓ aquí están→//todas↓ te lo aseguro↓ es tomarte unaa↑ (( ))
L: ¡ay cuántas! ¿no?
(L.15.A.2, p. 110, l. 1173)
En este caso, E explica para qué sirve un medicamento y ubica el MD y eso en
posición final: ‘para la ansiedad y eso’. Con este marcador, da a entender, sin necesidad de
hacer mención expresa, otras aplicaciones que pueden tener esas vitaminas y que se deduce
de los síntomas que se describen en el contexto anterior. El valor es un cierre momentáneo,
equivalente al uso de y tal2, que permite concluir ese bloque y continuar la explicación o
descripción del producto. Es un cierre parcial, que delimita unidades de sentido y que,
aplicando el modelo de segmentación, constituyen actos.
9.1.4.2 Posición final de intervención
En posición final de intervención, sí concluye su aportación y cede el turno, pues no
tiene más que añadir. De hecho, pueden producirse solapamientos:
(253)
A: § yo me quiero meter a natación
S: ¡aah!/ yo tengo una amiga que se ha montao una pi(s)cina pequeñita↑/ qu’es para los bebés↑/
peroo/ a(ho)ra/ aparte d’eso se han apuntao/ personas mayores/// bueno/ pequeña/ diecisiete
metros de pi(s)cina///(3”) climatizada [y eso]
A:
[son dos] mil quinientas al mes↓ o tres mil pesetas↓ al mes/
yendo todos los días
(AP.80.A.1, p. 150, l. 304)
Solo en un caso aparece en posición inicial de intervención, con el que el hablante P
parece retomar su narración tras la intervención competitiva de C, que trata de hacerse con
el turno:
(254)
P: entonces// [cuando=]
C:
[((ves))]
394
Marcadores discursivos en posición final
P: = salió el cirujano→/ dice todo ha salido estupendo↓ Mari Ángeles/ pero va a salir igual que ha
hecho/ llorando y chillando// claro/ dice y de momento no te va a conocer/ porque como está con
l’anestesia↑
C: no– no gilan423 bien [o sea no (( ))]
P:
[y eso (( ))] así que cuando salía→/ chillando y llorando/ buáa /8 y venga a
llorar/ UNAS LÁGRIMAS// y claro↓ se acercó Mari Ángeles↑/ y ¡CARIÑO!/ y ¡CARIÑO!/ y él/
se abrazó a su madre↑/ acercó a la cara así↑/ [así (( )) y no la desapegó]
C:
[(RISAS)] ¡ay qué bo– ay!/ ¡qué bo[nito!]
P:
[y por] la voz
(G.68.B.1+G.69.A.1, p. 194, l. 144)
Este uso no se documenta en y tal y, aunque se trata de un único caso, percibimos
que y eso se emplea para retomar el hilo de una narración o exposición cuando se ve
interrumpida por algún diálogo lateral o por alguna escisión conversacional, mientras que y
tal no presenta ese uso, como si retomar todo el discurso anterior: ‘y eso (que te estaba
contando…)’.
Su carácter pronominal, al contener el pronombre neutro ‘eso’, le aproxima más aún
a y tal. La forma y todo eso puede considerarse una variante de y eso, pues ocupa las
mismas posiciones (posición final de intervención o posición final de acto en el interior de
una intervención) y desarrolla las mismas funciones. En el corpus se observa que son
conmutables:
(255)
A: A LAS ONCE noo// yo llegarée→ hombre/ yo es que depende de que me traiga alguien
B: ((¡madre mía!))§
A: § IMAGINO que todo el mundo tendrá comida familiar y todo eso (7’’)
B: anda que tú… como para ayudarme a mí (3’’)
(VC.117.A.1, p. 327, l. 214)
Obsérvese que en el ejemplo anterior, y todo eso equivale plenamente a y eso. Las
funciones y las posiciones que ocupan son las mismas, por tanto, cabe considerarlos
variantes de un mismo marcador.
Si algo tienen en común todas formas que tratamos en este grupo, además de su
posición discursiva final prototípica y la consiguiente función de (falso) cierre enumerativo
o cierre momentáneo, es su particular estructura compuesta por un segmento pronominal,
una proforma de contenido léxico poco preciso que, por la misma razón, puede ser
423
7 Con el sentido de «ver».
8 Imitación del llanto de un niño.
395
Marta Pilar Montañez Mesas
comprendida en cada contexto como equivalente a los segmentos que concluye. Tales
proformas son tal, eso y nada, y las partículas discursivas resultantes, y tal (o tal, y tal y
cual), y eso (y todo eso, pues eso), y nada (pues nada).
La presencia de estos marcadores de cierre es muy habitual en la conversación
coloquial, donde el saber compartido suple esa información omitida. Estos marcadores
pueden entenderse dentro de una estrategia general de hacer partícipe al otro, apelar
(indirectamente, por omisión) a su saber o conocimiento compartido, en señal de máxima
confianza, pues la conversación progresa, señal de que el otro comprende el sentido de las
unidades que contienen estos marcadores. Estas unidades exigen cooperación al receptor,
que deduzca los datos que omiten estos marcadores a partir de ese saber previo, mutuo.
Requieren, por tanto, de un receptor activo.
Los únicos que no contienen una proforma son y punto, y ya está. Al igual que los
otros, se sitúan prototípicamente en posición final de la unidad donde se alojan, y sirven de
cierre, en estos casos, intensificado. A diferencia de los anteriores, constituyen un
verdadero cierre, no piden al receptor que infiera nada, sino que dan por concluida su
enumeración o argumentación. La fuerza argumentativa que aportan es mayor que si se
emitiera la unidad (acto o intervención) sin el marcador. Constituyen un refuerzo que,
además, no da opción a réplica o contraargumento posible, sino que zanjan cualquier
posible disconformidad del receptor, antes incluso de que se produzca:
(256)
E: § ¡ah! pues veniros un día entre semana a cenar y ya está (RISAS)
L: ¿no erais cuatro?
E: ¿eh?
L: ¿no erais cuatro?
(L.15.A.2, p. 86, l. 187)
E invita a cenar a las interlocutoras y cierra la invitación con el marcador y ya está,
no da opción a objeciones o a rechazar la propuesta. El ofrecimiento, con el marcador de
cierre, tiene un matiz directivo, como algo que no se puede rechazar. Ese valor directivo no
es descortés, pues en la conversación la invitación enfática se siente como sincera, y
favorece la imagen positiva del hablante. Además, en esta intervención, E lo emite seguido
de risas, que minimizan cualquier efecto negativo del marcador (obligatoriedad,
396
Marcadores discursivos en posición final
compromiso, insistencia) y favorecen los lazos de alianza424 o relación de proximidad
propia de la conversación coloquial que aquí se analiza.
(257)
[Hablan sobre infidelidades]
E: § pero el hecho de que tú rechaces esa situación↑ denota seguridad ¿o no? tú estás totalmente
segura de ti y de lo que quieres↓ de que tienes una relación estable y punto§
L:
§ en el váter↑425
[¿tú lees=]
E: [tú– tú (( ))]
L: = las anotaciones del cuarto de baño↓ tía? ¿esas que son– lo de las puertas/ alguna vez?§
(L.15.A.2, p. 98, l. 674)
La función de y punto es muy similar a la de y ya está, aunque quizá el cierre o
valor conclusivo es más rotundo, está más reforzado aún. En ambos casos, al no contener
ningún elemento pronominal, no omiten ninguna parte del mensaje, sino que rematan sin
admitir la opinión contraria. En ambos casos, los receptores no reaccionan: en el primer
caso, no hay respuesta (ni aceptación, ni rechazo) a la invitación, sino que L inicia una
nueva secuencia con una intervención solo iniciativa. En el segundo, L cambia de tema, no
responde a la opinión de E, la da por válida o, al menos, no aporta argumentos en contra. El
marcador, por tanto, ha causado el efecto deseado: plantear su opinión como la única
posible y no aceptar otras opiniones.
Ambos marcadores (y punto, y ya está) desarrollan una función claramente
intensificadora, son siempre refuerzos, por ello (y porque formalmente no contienen ningún
elemento pronominal) se han escindido en un subgrupo diferenciado de los anteriores (y tal,
y eso, pues eso). Su valor como cierre enumerativo o argumentativo los aproxima más al
grupo siguiente (digo yo, yo qué sé, no sé), aunque en estos últimos el valor conclusivo es
más argumentativo aunque, por el contrario, no intensifican sino que son atenuantes, como
se verá (§9.2.4).
En conclusión, los marcadores de este subgrupo se sitúan en posición final y
desempeñan una función de cierre enumerativo o argumentativo, que puede ser más o
menos laxa: menos marcada en los que contienen algún elemento originariamente
424
Apuntamos aquí el interés que puede tener un estudio pormenorizado sobre las risas y otros fenómenos
paralingüísticos en posición final de intervención, como elemento reparador, búsqueda de alianza o como
forma cortés de ceder el turno.
425
Entre risas.
397
Marta Pilar Montañez Mesas
pronominal (y tal, y eso, pues eso, y nada, pues nada), y cierre reforzado en y ya está, y
punto.
Una vez presentadas y comentadas, brevemente, las frecuencias de uso de los
marcadores de este subgrupo, nos centramos en y tal, por su alta frecuencia (es uno de los
tres más empleados) y por ser el más presente en la bibliografía estudiada.
9.1.5 Síntesis de funciones según su posición
El MD y tal se sitúa exclusivamente en posición final del segmento que cierra,
generalmente un acto en el interior de una intervención, como cierre momentáneo, pues
prosigue su discurso. No es un cierre propiamente dicho, porque no termina su
intervención, ni siquiera finaliza el tema o cambia el tópico, de ahí que lo denominemos
‘falso cierre’. Solo constituye un verdadero cierre cuando se sitúa en posición final de
intervención, en la que da por terminado su discurso y cede el turno:
Cuadro 41. La forma y tal en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co.,
2002a)
Posición discursiva
Función pragmática
Tipo de unidad
Y tal
Y tal1
Posición
final
de Uso conclusivo o cierre con que el Subacto
adyacente
intervención-turno.
hablante
da
por
terminada
su textual (SAT)
Cede el turno.
intervención.
Y tal2
Posición final de acto (en
el interior de una
intervención).
No cede el turno.
Cierre momentáneo de la enumeración,
narración u opinión, falso cierre que
favorece la planificación sobre la marcha
y, con ello, proseguir el discurso.
Con
frecuencia,
en
relatos
conversacionales y estilo directo.
Subacto
adyacente
textual (SAT)
En general, se alude a la ausencia de conclusión para describir el uso de este MD
(Domínguez Mujica, 2005b, entre otros). Esta opinión puede presentar dos interpretaciones
no necesariamente excluyentes: por una parte, considerar que el hablante no sabe cómo
finalizar su mensaje y concluye de manera imprecisa, puesto que está planificando sobre la
marcha, de modo que el MD desempeña una función formulativa, textual, de conclusión
improvisada; y, por otra parte, puede tratarse de un uso estratégico del marcador porque no
se quiere añadir nada más, dado que no es necesario para continuar el propósito de la
398
Marcadores discursivos en posición final
conversación, sino que se cede el turno al interlocutor y se le hace partícipe de la
interacción, como en otros MD en posición final absoluta que garantizan así la dinámica
conversacional.
9.1.6 Otros rasgos pragmáticos
9.1.6.1 Aspectos ilocutivos
En Montañez Mesas (2008b) considerábamos que y tal neutralizaba sus valores en
posición final con tal y o tal, como cierre de la unidad discursiva en la que aparecen, bien
en final de intervención, bien en final de acto426. Entendemos que no pueden considerarse
MD distintos, sino variantes de un solo marcador (y tal). Así, en la aplicación lexicográfica
de este trabajo, se incluirían como ‘variantes menos frecuentes’ en el DPDE.
Asimismo, nos planteábamos si, dada esa alternancia, el valor de cierre lo aporta la
conjunción ‘y’ o si es la partícula la que posee ese valor. En todos los casos, tanto de y tal
como de sus variantes, el valor es de cierre (momentáneo o propiamente conclusivo) de la
unidad discursiva. Dado que habitualmente esa unidad contiene varios elementos
mencionados, la conjunción une el último término, y de ahí el uso frecuente de y tal. Pero
en los casos en que se enumeran sintagmas de otro tipo, la presencia de “y” sería
agramatical, por la propia estructura sintáctica. Como el uso de tal sigue siendo de cierre,
en Montañez Mesas (2008) se argumenta que el valor conclusivo lo aporta y tal (o sus
variantes), por la posición en que se usan, y no la conjunción únicamente. Es decir, no
posee el valor de cierre solo porque el término esté unido mediante “y”, sino porque toda la
forma y tal posee dicho valor.
Por otro lado, la frecuente aparición en relatos conversacionales y en fragmentos en
estilo directo concuerda con su origen pronominal, pues la partícula permite omitir parte de
la información. En la conversación coloquial abundan las intervenciones de tipo narrativo
426
Dicho de otro modo, son intercambiables en un mismo contexto y parecen equifuncionales desde el punto
de vista discursivo; si consideramos que se mantiene un valor común en todas ellas, puede significar que son
variantes de una sola variable, en este caso, de los dos usos encontrados: cierre de unidad discursiva y
ordenador del discurso, que describimos más adelante. Ahora bien, esa posible neutralización en el discurso
con otras formas similares, nos plantea si pervive el valor de tal o bien la forma y tal se ha fijado como
partícula y ha adquirido un significado propio más específico.
399
Marta Pilar Montañez Mesas
(anécdotas, narración de hechos pasados que afectan al presente, discurso reportado para
informar a una tercera persona interesada, entre otros). El uso de y tal favorece la
progresión conversacional al omitir ciertas informaciones que el hablante ya no considera
necesarias y hace fluir el discurso.
9.1.6.2 Aspectos prosódicos
El MD y tal presenta un contorno melódico integrado en la unidad en la que se
hospeda, generalmente ascendente, como parte final de una enumeración de datos o
argumentos. No se documenta en posición independiente, como acto autónomo, por lo que
no presenta un contorno melódico propio como MD aislado. Algo similar le sucede a y eso.
El carácter continuativo de este MD hace que no suelan ir precedidos de pausa; pero
sí seguidos de una pausa breve (/), dado que constituyen elementos de cierre. No suelen
darse alargamientos ni se documenta con pronunciación enfática.
9.1.6.3 Combinatoria de y tal
a) Y tal y cual
El marcador y tal puede aparecer combinado con otros elementos similares que
remarcan su carácter conclusivo:
(258)
E: § me quedé sentá// o sea vino ella↑ y le dijee oye mira que ha venido un chico a dejar tu bolso↓
que te lo has dejado en el coche/ yy– y ella sí ¿qué más te ha dicho? digo no/ me ha dicho
simplemente que te lo habías dejao olvidado↑ y que te lo ha traído// yo no le dije nada de
nada↑/// °(y ella me dijo no es que ese chico está casao y tal y cual↓ pero yo salgo con éel)°/ es
que ((resulta)) que el chico ese está con su mujer↑// es decir→/ yo me quedé blancaa↓ ahora
mismo– ¿ves? esa relación posible↑ la he vivido de cerca/ ahora mismo↑/ conozco gente muy
allegada a mí↑ y que tiene una relación así↑ y la acepto// porque es que– o sea yoo lo que miro es
tal– cómo es una persona tal cual/ la relación que lleve en su vida privada↑ me da igual
[¿entiendes?=]
G: [°(normal)°]
(L.15.A.2, p.103, l. 886)
b) Y tal ¿no?
(259)
G: § #lo reconocía él/# #peroo él no se comportaba– no se comportaba con– con los amigos que tenía
dee– ni se pasaba# #ni se [comportaba mal=]
E:
[ya ya ya]
400
Marcadores discursivos en posición final
G: = ni na(da)/# #ni tampoco era de esos maricas ¿no? descaraos ¡ay ayy!//427 y tal ¿no?# #[o sea una
persona tranquila=]
E:
[y él (( ))
él se comportaba como→]
G: = no/# #o sea que→// se le notaba algo ¿no?# #pero quee bueno/ o s(e)a tenías que convivir con
él# #y él decía sí bueno/ pues soy marica ¿y qué?#
(L.15.A.2, p. 101, l. 809)
La combinación de y tal con otro marcador que prototípicamente se sitúa en
posición final (como ¿no?, de control del contacto) refuerza el valor de cierre del primero.
En este ejemplo, G imita la voz de un amigo homosexual y, para no tener que añadir más
ejemplos, concluye esa información con y tal combinado con ¿no? Este último, en posición
final de acto, como se expuso (§6.2.1.1), no busca respuesta, sino comprobar que se
entiende el mensaje, en este caso, que E ha captado cómo era el comportamiento de este
amigo. El MD ¿no? parece insistir explícitamente en cómo el oyente ha de interpretar la
información.
Recapitulando, los marcadores de este grupo presentan, bien un valor conclusivo
como cierre parcial, momentáneo (en posición final de acto, en el interior de una
intervención), es caso del primer subgrupo (y tal, y eso); o como cierres totales, reforzados
(en posición final absoluta de intervención), que no dan opción a respuesta contraria (y
punto, y ya está). Esta última función es claramente argumentativa e intensificadora, sirve
de refuerzo de la unidad en que aparece y permite al hablante presentar su opinión o
propuesta como definitiva e inapelable. El MD y punto es más tajante que y ya está.
Por el contrario, los marcadores que hemos agrupado en el siguiente bloque,
también situados prototípicamente en posición final, desarrollan una estrategia atenuadora,
para presentar su opinión o valoración dando opción al otro, cierran su argumento pero
dejan abierta la posibilidad de un contraargumento o réplica. Este tipo de atenuación resulta
cortés, pues busca el acuerdo con el otro, no trata de imponerse sino de negociar el
contenido que se transmite.
427
G intenta imitar los gestos de un homosexual.
401
Marta Pilar Montañez Mesas
9.2 EL MD DIGO YO, YO QUÉ SÉ Y NO SÉ EN POSICIÓN FINAL
9.2.1 Descripción pragmática de digo yo y otros
Este conjunto de marcadores es el que menor atención ha recibido en la bibliografía
y aquí se han incluido, precisamente, porque ocupan con frecuencia la posición final. Como
se ha anticipado, los MD de este subgrupo de cierre se han relacionado con las estrategias
de cortesía. Así los consideran A. López Serena y M. Zuloaga Borreguero (2010: 470), para
quienes formas como digo o digo yo desarrollan una función modalizadora de la
enunciación, se incluyen en el apartado sobre la función cognitiva de los MD y estudian su
despliegue en la variedad escrita; más concretamente, se asocian a una función atenuadora,
aquella que
desempeñan aquellos marcadores que contribuyen a mitigar la fuerza ilocutiva de un enunciado”. En las
aseveraciones “el emisor hace ver a su destinatario que no existe una convicción plena acerca de lo aseverado. Se
trata, sin duda, de una estrategia de cortesía por medio de la cual el H sigue la máxima de no imponerse a su
interlocutor con aserciones tajantes que no le ofrezcan alternativas o no le dejen la posibilidad de disentir”.
Por su parte, J. Gille (2006) considera estas formas ‘apéndices de modificación de
postura’, tomada por el hablante frente a lo que dice. Estas expresiones se emplean en su
corpus para indicar dos tipos de postura: la dubitativa (no sé, creo) y la asertiva (digo yo).
Se construyen con un verbo epistémico y poco más: creo es la expresión más frecuente
(creo, creo yo, yo creo). Las expresiones lingüísticas se combinan con otros recursos –la
entonación, la repetición, los gestos– con variados efectos de modificación de la postura
tomada.
Desde la lingüística contrastiva, M. J. Cuenca Ordinyana y M. J. Marín Jordà (2009:
907) documentan no sé en español y en catalán como estructura semifija que se usa para
marcar explicaciones y continuidad cuando se combinan con una conjunción, un conector
parentético o un conector pragmático (bueno, no sé).
En cuanto a las obras lexicográficas, María Moliner no recoge la forma digo yo,
pero sí la combinación vamos, digo yo, como
expresión que sigue a una afirmación del hablante para destacar que lo que ha dicho es sólo su
opinión; a veces, se emplea para mostrar modestia ante el interlocutor o una falta de seguridad en lo
que se acaba de decir: ‘Es mejor no enfrentarnos con él. Vamos, digo yo’.
402
Marcadores discursivos en posición final
Por el contrario, sí describe la forma yo qué sé (y su variante invertida qué sé yo)
como “exclamación con que alguien muestra su ignorancia o su perplejidad ante algo que
se le pregunta; a veces, va precedido de una pausa representable por puntos suspensivos:
‘¿Te convendría ese empleo? —... ¡Yo qué sé!’.”
En el Diccionario de partículas, L. Santos Río (2003: 340) considera digo yo una
“expresión autorreactiva atenuadora [que] introduce, a modo de coletilla parentética, una
atenuación al aserto epistémico”. Se suele emplear en contextos de conjetura y, en
ocasiones, se le añade un valor de reformulación cuando se combina con ‘vamos’: ‘vamos,
digo yo’.
Las otras dos formas comparten la presencia del verbo ‘saber’ conjugado. En cuanto
a no sé, la incluye como “expresión fática atenuadora” (2003: 578). Mientras que yo qué sé
se define como “locución oracional reactiva de duda equivalente a qué sé yo”. En su
segunda acepción, dedicada al uso como rechazo con valor similar a ‘a mí qué me dices’
(empleado en respuestas, siempre descorteses) añade que puede tener función autorreactiva
“como apéndice” y emplea como ejemplo “Lo que te dé la gana, yo qué sé”. En el análisis
siguiente se comprobará si en nuestro corpus también tiene ese valor.
9.2.2 Frecuencias de uso
La presencia de estos MD en el corpus es bastante frecuente, de ahí que se incluyan
en este trabajo sobre MD y unidades de segmentación, con especial atención a la posición
final.
Cuadro 42. Yo qué sé en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
Yo qué sé
Nº de casos
totales: 62
FINAL
ACTO
27
FINAL
INTERVENCIÓN
12
INICIAL
INTERVENCIÓN
9
INICIAL
ACTO
8
ACTO
INDEPENDIENTE
6
Cuadro 43. No sé en el Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y grupo Val.Es.Co., 2002a)
POSICIÓN
No sé
Nº de casos
totales: 35
FINAL
ACTO
13
FINAL
INTERVENCIÓN
8
INICIAL
INTERVENCIÓN
4
403
INICIAL
ACTO
9
ACTO
INDEPENDIENTE
1
Marta Pilar Montañez Mesas
La forma digo yo solo se documenta un caso como MD, no como forma verbal libre,
en posición final de intervención turno, que se analiza en el siguiente apartado. Dado que
los marcadores yo qué sé y no sé ocupan las mismas posiciones, se analizarán
conjuntamente. Como se observa, su distribución es muy similar: ocupan prototípicamente
la posición final de un acto (en el interior de una intervención) y la posición final de
intervención. En el caso de no sé, la posición inicial de acto también tiene una frecuencia
absoluta alta.
La escasa frecuencia de digo yo sorprende a priori, pero quizá puede justificarse por
el propio género discursivo que aquí se analiza. Este marcador parece tener un uso
atenuador, que minimiza el impacto de las opiniones o argumentos del hablante.
Suponemos que su frecuencia será más alta en otros discursos orales, como forma de
atenuar lo dicho y, con ello, de salvaguardar la imagen. En cambio, en la conversación
cotidiana, espacio discursivo de máxima confianza y saber compartido entre los
interlocutores, el hablante tiene menos necesidad de matizar sus opiniones, se encuentra en
un entorno ‘amigo’, en el que puede expresarse con más libertad que en otros discursos.
Dejamos esta hipótesis para un trabajo futuro, en el que podría compararse su uso en la
conversación y en otros géneros orales como la entrevista formal o la tertulia.
9.2.3 Análisis cualitativo
9.2.3.1 Posición final de acto (en el interior de una intervención)
Los marcadores yo qué sé en esta posición discursiva desarrolla una función de falso
cierre con el que se atenúa lo dicho, para no resultar tajante y, con frecuencia, a
continuación se suele incluir otro acto que matiza o concluye lo dicho:
(260)
G: Juan supongo que estará↑/ pues hasta las narices de los curas§
E:
§ no/ Juan no/ Juan es un ((beato))
(RISAS)
G: síi
E: °(pues sí)°/ lo que pasa que él no va por ahí diciéndolo nii// yo qué sé/ él es– éel/ eso de la
religión es muy importante
G: no/ oye/ si// puede [ser ¿no?]
404
Marcadores discursivos en posición final
L:
[yo también pienso que la– la religión] es importante↑/ peroo tú te la– la puedes
entender de una forma o de otra/// ¿sabes?§
E:
§ él es/ tranqui tranqui
L: mm
(L.15.A.2, p. 92, l. 433)
El acto que le sigue (él es- éel/ eso de la religión es muy importante) matiza lo
anterior y deja el marcador en posición final de la unidad previa, en este acto, un acto en el
interior de una intervención compleja. El marcador tiene un valor autojustificativo, el
hablante pretender dar validez a sus palabras pero sin imponerse, sino que deja traslucir
cierta inseguridad o cierta duda, pero añade un nuevo argumento en la misma línea que lo
que venía exponiendo:
(261)
Ε: § [pero yo por ejemplo] tengo problemas de cultura/ que sí que entiendo que– no debes ser así
pero lo soy/ no sé por qué/ yo por ejemplo– a mí me repugna laa homosexualidad/ yo estoy
totalmente en contra// [pero no (( ))=]
L:
[¿pero por qué?]
E: = no lo sé/ no sé por qué/ nunca lo he descubierto/// de verdad↓ hay ahí una diferencia entre la
mente de ((un sexólogo)) y de un homosexual↑// hombre/ casos de homosexualidad concretos no
conozco ninguno va(le)– yo qué sé↓ los aparentes eso que– uno que– entonces [de tío a tío eso a
mí→]
G:
[eso– e– e– es por
eso] porque no has conocío ningún caso§
E:
§ es por eso a lo mejor↓ porque imagínate que si yo
tuviera→§
(L.15.A.2, p. 100, l. 794)
En este ejemplo, el marcador cierra un argumento débil anterior (que había
introducido con otro marcador de atenuación, hombre), pero continúa justificando su
opinión. Nótese que en ambos ejemplos (260) y (261) el tema del que trata la conversación
es polémico (la religión, la homosexualidad). El hablante quiere salvaguardar su imagen y
emplea este tipo de marcadores para atenuar sus afirmaciones, especialmente, cuando
pueden resultar ofensivas o ‘políticamente incorrectas’. En este sentido, puede considerarse
que yo qué sé es un marcador de cierre enumerativo que se emplea como estrategia de
atenuadora cortés.
En el caso de no sé en posición final de acto también codifica un valor atenuador, en
este caso, la conversación también es polémica, pues tratan sobre las relaciones liberales:
405
Marta Pilar Montañez Mesas
(262)
[Hablan sobre el examen de conducir]
E: síi y aparte es que hay cosas– porquee son cantida(d) de incoherentes↓ esta gente ¿eh?
G: sí↓ ellos mismos se contra[dicen aparte]
E:
[se contradicen] pero mogollón de veces/ y CLARO tú ves una contradicción↑
y si vas un poco picardillaa/ pues discutes↓ estás que no/ que tal/ que tal/ y por aquí y por allá//
oye si luego– cuando ya vas a un examen y llegas predispuesta↓ e(s) decir bueno no– no sée/ yy
por inercia contestas y contestas MAL// ¡jo(d)er! cero OCHO/ yo veo la tasa de alcohol en la
sangre↑ cuando tú bebes↑ veo→cero ocho↓ cero catorce↓ y cero seis↓ y digoo ¿con cuál tasa de
alcohol es la máxima para que ((la persona condujera y condujera mal?)) lo preguntan al
revées↑ de modo que por inercia pones cero ocho§
G:
§ yo ya por ejemplo no podría conducir
(L.15.A.2, p. 91, l. 374)
Aquí el hablante atenúa la opinión que viene manteniendo (la dificultad de los
exámenes por la formulación de las preguntas) y, antes de aportar sus argumentos, atenúa
su postura, como una forma de autojustificarse. Ambos marcadores (yo qué sé y no sé)
tienen un carácter de falso cierre, por tanto, son usos formulativos que le sirven para
planificar el discurso sobre la marcha, preparar el siguiente argumento y, a la vez, atenuar
el posible efecto que tengan sus palabras, teniendo en cuenta que suelen localizarse en
secuencias polémicas.
9.2.3.2 Posición final de intervención
En esta posición el hablante atenúa todo lo dicho y cede el turno buscando el
acuerdo o la cooperación del otro. De nuevo, minimiza el impacto de sus argumentos u
opiniones, pero, a diferencia de la posición final de acto (en el interior de una intervención),
no prepara nuevos argumentos, sino que busca la conformidad del interlocutor con lo que
viene diciendo o su aprobación:
(263)
E: luego te pregunta si tienes alguna preferencia//1 y dijee pues/ lo que to’l mundo↓ administrativo//
y mi carrera↓ y administrativo que °(es lo que más me convence a mí)°///(5’’) °(yo qué sé)°
G: tú preséntate↓ que no te cuesta na(da)
(L.15.A.2, p. 82, l. 3)
En el ejemplo anterior, E finaliza su intervención y, al no obtener respuesta (pasan 5
segundos), remata con el marcador y busca la respuesta del oyente, que, en este caso, le
muestra su aprobación. En el caso de no sé, el valor es similar:
406
Marcadores discursivos en posición final
(264)
D: § bueno↓ un momento ¿me lo podéis explicar?/ es que no me estoy enterando
A: es que no/ no tiene explicación/ no es/ es// simplemente/ no/ o sea§
?:
§ problemillas§
A:
§ mira/ yo/
siempre he pensado que nunca había– que noo estoy todavía preparado/ me da la impresión de
que tengo que hacer muchas cosas↑/ antes de poder dedicarme a salir con alguien/// y que–/ y
que/ no tengo tiempo para hacer todas esas cosas/ y– y dedicarle tiempo A ELLA/ yo creo que sí
que la quiero pero noo// no sé
C: ya/ que no te apetece estar ahora atado a nadie/ ¿es eso?
A: siento que–/ que/ antes de– de poder/ dee es que yo sé que ella necesita muchas cosas que– que yo
le tengo que dar/// y no/ no tengo/ tiempo para dárselas
(ML.84.A.1, p. 74, l. 43)
9.2.3.3 Posición inicial de intervención
En los ejemplos se encuentra ese valor de rechazo descortés como apéndice que
describe L. Santos Río (2003: 579, s. v. yo qué sé), pero en posición inicial de intervención:
(265)
E: [sí pero] no siempre↓ no va a ser tan– es que no se trata de ser conservadora ni de na(da)↓ se trata
simplemente→/ oye↓ que cada uno viva su vida y punto/ yo soy muy demócrata↓ mira// yo te voy
a decir/ cada uno que viva su vida↓ yo no tengo que arreglarle la vida a mi vecino↑ y punto↓ y ya
está/ yy bueno y mi vec– ya te digo↓ que mi vecino lleve su vida↑ y yo llevaré la mía↓ y ya está↓
que sí↓ yo puedo posiblemente ser muy amiga de mi vecino↓ aunque él tenga unas costumbres y
unos vicios y yo tenga los míos/ pero no quita ¿entiendes?
L: bien mm
E: yo qué sé↓ yo no estaba diciendo eso↓ yo pensaba en una noche de fiesta yy/ conoces a un tío y te
mola↓ y túu/ no te apetece// pues no– no me nace– pues yo para que me apetezca ((enrollarme))↑
ha de ser un tío que conozca↓ que tal/ que→/ no sé↓ oye
L: a lo mejor algún día↑ te da la locura y lo haces§
(L.15.A.2, p. 94, l. 501)
También no sé atenúa ese desacuerdo en posición inicial de intervención en el
siguiente ejemplo, en el que B manifiesta se muestra disgustada y acusa a B de los
problemas en su relación:
(266)
B: yo creo que no vamos bien porque tú no quieres§
A:
§ PERO→// PORQUE– PORQUE YO NO QUIERO/
¡bah!// mira§
B:
§ no sé/ ¿yo he hecho algo mal? estás– es por algo que yo→§
A:
§ NO/ si– yo sé que el
problema soy yo (3”)
(ML.84.A.1, p. 75, l. 90)
407
Marta Pilar Montañez Mesas
9.2.3.4 Posición inicial de acto
En esta posición inicial de acto (en interior de intervención) el marcador yo qué sé
tiene un valor formulativo, planifica parte de su discurso o busca una expresión más
adecuada para proseguir, normalmente combinado con otro marcador:
(267)
G: ¿qué pasa que aún no ha salido?§
E:
§ que viene para acá/ noo↓ ya está está en– está en el colegio y
ahora viene/ mm//83 así que imagínate→ en(ton)ces te pregunta eso↑/ y tú ¿¡qué le vas a decir!?
porque yo que sé↓ en el libroo mira– en el código dice/ en el código dice que como mínimo↑/
bueno que como máximo quince minutos↓ si a los quince minutos después de haberle hecho la
respiración artificial no reacciona↑ es que está– ya la ha palmao/ entonces→ yo qué sé↓ te
pregunta y te pone una hora como máximo/ ee quince minutos↑/ o hasta que vengan las
autoridades sanitarias/ y yo digo pues quince minutos/ si a los quince minutos no me responde↑
quiere decir que está muerto/ no voy a estar yo ahí media horaa pues no↓ hasta que lleguen las
autoridades↓ si tardan ocho horas o no aparecen pues tú allí mira§
(L.15.A.2, p. 118, l. 1506 y 1510)
En el caso de no sé, también permite planificar y añadir un nuevo argumento
coorientado con lo que se viene diciendo, en este caso, L concluye su exposición y su
postura sobre el examen del carnet de conducir:
(268)
L: § cuando vivíaa↑ / cuando estábamos en el pueblo que tu tía estabaa– bueno↓ que se iba a sacar el
carné dee§
G:
§ sí↓ sí↓ [del tractor]
L:
[del tractor] ese// cuan- do estaba leyendo las preguntas yo sabía la contestación/
porque a su tíaa [yoo=]
E:
[te imaginarías]
L: = no↓ yo estaba [fregando↑=]
E:
[sí]
L: = y su tía estaba allí con el carné/ y como no sabe leer mucho pues lo leía en voz alta↓ y despacio/
yo me enteraba de todo/ decía a ver a no sé cuántos↓ be↓ no sé cuántos↓ ce↓ no sé cuántos↓ yo
decía la be/ decía ella/ la be/ y miraba// ¡ah! pues no↓ es la a y así lo que fuera ¿no?§
E:
§ sí§
L: § ¡ah! pues sí↓ era la be/ °(no sé/ a mí no me parece tan difícil)°
E: no es fácil§
(L.15.A.2, p. 115, l. 1379)
9.2.3.5 Posición independiente (acto autónomo)
En esta posición discursiva, al igual que sucedía con ¿eh? y ¿no?, el valor de yo qué
sé se aleja más del prototipo de MD y el significado léxico de ‘saber’ está más presente:
408
Marcadores discursivos en posición final
(269)
G: que no es pesao/ en el coche noo
Ε: (lo que) pasa es que es UN buen carpetón///(3’’) es que lo [que quería eraa=]
L:
[pero tampoco]
E: = fíjate↓ yo lo que quería era hacerme algunas fotocopias y tal de artículos/ pero// tampoco me
van a servir para nada ¿no?// ¿o qué?
L: °(yo qué sé)°
E: para preparar algún tema de oposición ¿qué?§
(L.15.A.2, p. 87, l. 223)
En cambio, en el siguiente ejemplo, combinado con hombre, expresa un desacuerdo
atenuado, se trata de un uso más claro como partícula discursiva:
(270)
E: a Sagunto↑ a ver allí al Cristo como loo/// ¿mm? sí↓ ahora ya no ((lo hago))
G: ya
L: mira↓ ya conozco un ((mito)) je je
G: ¡hombre!/ [yo qué sé]
L: [yo creo que–] no sé↓ que tienes actos muy– muy liberales [en relación a]
E: [no soy nada–] no son liberales
(L.15.A.2, p. 90, l. 360)
En cuanto a la forma digo yo, su análisis en el corpus ofrece ejemplos que resultan
dudosos, lo que muestra que está más alejado del prototipo de MD que otros de los que
aquí se analizan. De las diversas estructuras en que se emplea, creemos que solo una puede
considerarse propiamente MD, en posición final de intervención-turno:
(271)
[Inicio de la conversación]
E: luego te pregunta si tienes alguna preferencia// y dijee pues/ lo que to’l mundo↓ administrativo// y
mi carrera↓ y administrativo que °(es lo que más me convence a mí)°///(5’’) °(yo qué sé)°
G: tú preséntate↓ que no te cuesta na(da)
E: sí↓ manaña mañana mañana/ mañana está abierto °(¿no?)°
G: no lo sé/ no sé si está abierto o no
E: el día entero↓ como no sea →/ por la mañana ¿no?§
G:
§ ¿ahí pone días? no
Ε: chno (2’’)
G: pone días laborables
E: pone DÍAS (( )) lo antes posible hora de (( ))// supongo que será horario de oficina↓ claro/// digo
yo
G: ya
(L.15.A.2, p. 82, l. 13)
409
Marta Pilar Montañez Mesas
En este caso, el MD atenúa su contribución, que tiene una modalidad aseverativa, si
bien ya estaba matizada por el verbo ‘supongo’. Al contar con tan exigua representación de
este MD, cualquier valoración sería parcial y no podría considerarse como un resultado
general, se requeriría de un corpus mayor para afinar su descripción pragmática.
9.2.4 Síntesis de funciones según su posición
Yo qué sé
Yo qué sé1
Yo qué sé2
Posición discursiva
Posición final de acto
(en el interior de una
intervención).
No cede el turno.
Posición
final
de
intervención-turno
Cede el turno.
Yo qué sé3
Posición independiente
como acto autónomo
No sé
No sé1
Posición discursiva
Posición final de acto
(en el interior de una
intervención).
No cede el turno.
Posición
final
de
intervención-turno
Cede el turno.
No sé2
Función pragmática
Uso formulativo como falso cierre
argumentativo, muestra de planificación
sobre la marcha, que permite proseguir el
discurso añadiendo nuevos argumentos.
Uso conclusivo o cierre con que el
hablante concluye de forma atenuada y
apela al otro buscando aprobación o
acuerdo.
Uso reactivo cortés, como rechazo
atenuado a lo expresado por el
interlocutor.
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
textual (SAT)
Función pragmática
Uso formulativo como falso cierre
argumentativo, muestra de planificación
sobre la marcha, que permite proseguir el
discurso añadiendo nuevos argumentos.
Uso conclusivo o cierre con que el
hablante concluye de forma atenuada y
apela al otro buscando aprobación o
acuerdo.
Tipo de unidad
Subacto
adyacente
textual (SAT)
Subacto
adyacente
modalizador (SAM),
atenuante.
Acto.
Subacto
adyacente
modalizador (SAM),
atenuante
9.2.5 Otros rasgos pragmáticos
9.2.5.1 Aspectos ilocutivos
Tanto la forma yo qué sé como no sé se utilizan con frecuencia en fragmentos en
estilo directo, que corresponden a relatos conversacionales. Con ellos, además de suplirse
parte de la información (como sucedía con y tal o y eso), se atenúa el impacto de las
palabras del hablante.
410
Marcadores discursivos en posición final
La forma no sé es la que más problemas presenta a la hora de adscribirla a la
categoría MD, pues, en muchos casos, conserva el significado de base originario y no
resulta fácil determinar si ya presenta un valor discursivo diferenciado del uso predicativo
de origen. Estas formas se encuentran en vías de gramaticalización y, por tanto, en la
periferia de la categoría. No obstante, la posición discursiva final (incluso en final de acto,
en el interior de una intervención) son marcas de sus valores como MD.
9.2.5.2 Aspectos prosódicos
Estos marcadores se emplean con un contorno melódico propio de tipo descendente:
solo en un caso se emite con entonación mantenida, pero precisamente en un uso dudoso
como marcador, en el que su adscripción no está clara y, además, en combinación con otros
marcadores: ‘pero entonces no sé→/ eaguls↑/ oo’ (p. 148, l. 236).
Ese contorno propio es más evidente en los usos como marcador autónomo, en
posición independiente, como acto:
(272)
A: [mira/ mira/ mira] en Europa↑ en Alemania↑ con los Jaiser japof (RISAS)
S: ¿qué has dicho? ¿qué has dicho? a ver
V: Antonio ya me has sorprendido↓ macho428 (( )) es la Baader meinjof429
A: yo qué sé430
J: esos tíos acabaron solos/ pero ¿habéis visto la película↑ en la que los tíos se vuelven→?/ se
vuelven locos ¿eh? se vuelven/ sí sí
(S.65.A.1, p. 139, l. 853)
En algún caso se pronuncia alargando la vocal final (yo qué sée o no sée).
9.2.5.3 Combinatoria de yo qué sé y no sé
L. Santos Río (2003: 638) recoge la combinación vamos, digo yo (pero no la
explica). En nuestro corpus no se documenta, pero sí otras, como las siguientes, ordenadas
alfabéticamente:
428
Entre risas.
Entre risas. El término se refiere a un grupo terrorista que actuaba alrededor de los años setenta en la
antigua Alemania Federal, Bader Meinhoff.
430
Entre risas.
429
411
Marta Pilar Montañez Mesas
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
¡ah! no sé
¡ah! yo qué sé
¡oh! yo qué sé
¿eh? yo qué sé
bien yo qué sé
bueno pues no sé
bueno vale no sé
entonces yo qué sé
mira yo qué sé
no sé oye
no sé yo qué sé
o sea no sé
oye yo qué sé
pero yo qué sé
porque yo qué sé
pues mira yo qué sé
pues no sé
pues yo qué sé
En todas ellas predomina el valor modalizador sobre el interpersonal. En la mayoría,
la combinación atenúa doblemente el contenido (sobre todo, combinado con conectores
como porque, pues, pero), mientras que en otras, como en la combinación con
interjecciones o otros apelativos el valor parece, más bien, intensificador (oye, mira, ¿eh?).
412
Marcadores discursivos en posición final
413
Marta Pilar Montañez Mesas
414
Marcadores discursivos en posición final
10 . Conclusiones finales
Los marcadores discursivos que aquí se han analizado presentan un rasgo común:
ocupan prototípicamente la posición discursiva final de la unidad en la que se emplean.
Esta afirmación resulta coherente solo si se conjugan dos factores: por un lado, es coherente
en el marco de un modelo de segmentación de unidades que dé cuenta de la estructura del
discurso analizado; en este caso, la conversación coloquial española, documentada gracias
al Corpus de conversaciones coloquiales (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co., 2002a; y
Cabedo Nebot y Pons Bordería, 2013, Corpus Val.Es.Co. 2.0). Por otro lado, es coherente
si se cuenta con una definición de posición discursiva (posición en unidades del discurso).
Dicho de otro modo, la posición está ligada a la unidad discursiva en que se evalúa
una pieza lingüística. Las unidades de segmentación aquí empleadas son las que de modo
óptimo describen el género elegido: la propuesta de unidades del Grupo Val.Es.Co. (Briz
Gómez y otros, 2003; Grupo Val.Es.Co., 2014). Si se ha optado por este género hablado (la
conversación coloquial) es porque en él los MD desarrollan funciones que no aparecen en
otros discursos, por su peculiar estructura dinámica, abierta, espontánea, inmediata,
caracterizada, entre otros rasgos, por su falta de plan previo, lo que se ha denominado
planificación sobre la marcha, de la que participan estos marcadores.
El tercer aspecto destacado, final, se refiere no tanto a la última palabra o signo de
una oración, sino a la posición discursiva final (posición en unidades del discurso). Con
frecuencia se atribuye a la posición final la idea de cierre, pero ni todos los cierres se
encuentran en posición final, ni todos los finales son cierres. En otras palabras, al examinar
la posición discursiva de un elemento para determinar su función, hemos diferenciado dos
niveles de análisis (monológico y dialógico), pues dependiendo de la unidad en la que se
sitúe un marcador puede o no marcar o señalar un cierre en posición final.
Así, un marcador puede situarse en posición discursiva final de intervención-turno,
en cuyo caso suele contribuir a marcar la cesión del turno (por tanto, sí es marca de cierre)
y tiene un carácter interactivo. En otros casos, puede aparecer en posición final de
intervención no turno, esto es, en intervenciones reactivas de paso o colaborativas que
ratifican al hablante o funcionan como marcas de cortesía o atención. En el nivel
monológico, un marcador puede ubicarse en posición final de acto (en el interior de una
415
Marta Pilar Montañez Mesas
intervención), como refuerzo, autorreafirmativo o bien con valor formulativo, para orientar
al oyente hacia una parte del mensaje mientras se planifica lo que se va decir a
continuación. Por último, un marcador puede ocupar la posición final de un subacto
(generalmente, sustantivo), con un valor modalizador o interpersonal, para reforzar o
atenuar el contenido informativo del segmento que le precede. En todos estos casos, el MD
es un subacto adyacente. Por el contrario, en posición independiente presenta los rasgos
estructurales de un acto autónomo y puede funcionar, por tanto, como intervención, incluso
ocupar un turno de habla.
Para llegar a esta propuesta de análisis, basada en un criterio puramente discursivo,
que dé cuenta del diferente funcionamiento de ciertos marcadores conversacionales
polifuncionales, se han examinado, en primer lugar, diversas definiciones y clasificaciones
de MD, con el objetivo de comprobar en qué medida se ha valorado su posición a la hora de
determinar sus funciones pragmáticas. En general, excepción hecha de los trabajos del
grupo Val.Es.Co. o Cortés Rodríguez y Camacho Adarve (2005), el criterio posicional se
ha aplicado de forma poco sistemática o sin una base metodológica sólida en lo relativo a
las unidades de referencia.
Por otro lado, ciertos trabajos sobre MD que sí mencionan la posición como rasgo
definitorio suelen adolecer de una falta de concreción del término y no se encuentran
definiciones sobre qué se entiende por posición, como una base teórica previa necesaria
para el análisis. Por ello, definimos y deslindamos la noción de posición en un nivel o
ámbito sintáctico frente a un nivel discursivo, para, con ello, poder describir las posiciones
más habituales (inicial y final, menos estudiada) y las funciones que en ellas se desarrollan.
La primera conclusión a la que conduce la teoría sobre la posición es a su carácter no
absoluto ni abstracto, esto es, la posición de un signo se determina con respecto a otros en
el seno de una unidad. Dicho de otro modo, posición y unidad son indisolubles y no pueden
desligarse en el análisis.
La segunda conclusión ha sido proponer una definición de posición discursiva, esto
es, posición en unidades del discurso concretas, en este caso, referidas o específicas para el
análisis del discurso oral conversacional, que es el género elegido. Esas unidades, como
marco metodológico para el estudio de posición discursiva, son las descritas en el modelo
416
Marcadores discursivos en posición final
de segmentación de la lengua hablada, descrito en Briz Gómez y otros (2003) y en Grupo
Val.Es.Co. (2014).
El modelo completo y su aplicación al estudio de los MD se presenta junto a otras
teorías ordenadas según un criterio estructural (§4): modelos de segmentación del discurso
que describen, sobre todo, el nivel dialógico; y modelos que van más allá y desarrollan
propuestas que permiten comprender mejor el nivel monológico. Estas nociones, dialógico
y monológico, se vinculan claramente a la interacción, de ahí su interés para el análisis de
la lengua hablada conversacional. Estos modelos superan la indefinición de la unidad
enunciado, entendida como unidad comunicativa completa, que se empleaba en algunos
trabajos sobre MD al estudiar la posición, a falta de mejor término para evitar la unidad
sintáctica (no propiamente discursiva) oración.
Como valoración de los diversos modelos presentados, se pueden sintetizar en
cuatro categorías atendiendo a los intereses de nuestra investigación, según traten o no la
posición, según se apliquen o no a los marcadores o a ambas cosas (como en el caso del
Grupo Val.Es.Co., 2003 y 2014; y de Cortés Rodríguez y Camacho Adarve, 2005). La
propuesta del grupo Val.Es.Co., además, ha sido especialmente diseñada para dar cuenta de
la estructura de la conversación y propone tanto unidades dialógicas (discurso, diálogo,
intercambio y alternancia de turnos), como monológicas (intervención, turno, acto y
subacto), organizadas en tres órdenes (estructural, social e informativo). Dentro de las
unidades monológicas, vinculadas al hablante, desarrollan en su teoría las unidades
inferiores acto y subacto.
En concreto, la descripción de la unidad inferior mínima pero identificable subacto
resulta crucial para explicar ciertos usos de los MD que pueden situarse en posición (inicial
o final) de un subacto y, a la vez, ser por sí mismos un subacto. En otros casos, ciertas
formas reconocidas como marcador se emplean en la conversación coloquial como actos
independientes con un valor o función pragmática diferente. Es decir, el rango estructural
de ciertos marcadores, que pueden ocupar la posición de un acto o de un subacto, con
funciones diferentes, puede determinarse gracias a una teoría de unidades completa y
precisa, que permite describir la conversación sin residuos en la segmentación, y gracias a
la noción de posición discursiva aquí expuesta.
417
Marta Pilar Montañez Mesas
Una vez descrito el marco teórico y metodológico que sostiene esta investigación,
describimos el modelo de trabajo empleado, a modo de base de datos, completado a partir
de una ficha técnica para la selección y análisis de los ejemplos. Entre las cuestiones
técnicas adoptadas (campos de análisis, número y forma de los marcadores elegidos o
corpus de referencia), hemos propuesto partir de la unidad intervención por su doble
adscripción en el modelo de unidades: es la unidad máxima monológica (e integra las
unidades menores acto y subacto), y, a su vez, es la unidad mínima dialógica emitida por un
hablante. Esta unidad se revela idónea para estudiar los MD frente a la unidad turno (que
solo tiene en cuenta las intervenciones reconocidas por otros interlocutores), puesto que se
perderían ciertos usos de los MD en intervenciones colaborativas o de paso, que suelen
mostrar estrategias de cortesía, por poner un ejemplo. Por el contrario, si se empleara
únicamente el acto como unidad de referencia, se perdería ese carácter social de la
conversación y no se podría valorar la importante diferencia entre usos en posición
discursiva final de intervención y en final de acto (en el interior de una intervención), que
revela, precisamente, la polifuncionalidad de estos elementos.
Para presentar los resultados del análisis, en la segunda parte de esta investigación,
los MD conversacionales seleccionados se han agrupado en tres bloques (con subtipos)
partiendo de diversas clasificaciones propuestas y, sobre todo, según su funcionamiento
discursivo habitual.
El primer grupo lo componen los llamados reguladores fático-apelativos. Se trata de
marcadores de control del contacto que apelan al oyente, llaman la atención sobre un
segmento del discurso y, en ocasiones, ayudan al hablante a atenuar o a reafirmarse en lo
dicho. Este grupo, en que se clasifican formas como ¿eh?, ¿no?, ¿sabes?, ¿entiendes? o
¿verdad? se ha escindido en dos subgrupos.
En el primero (desarrollado en el capítulo 6), describimos los marcadores ¿eh? y
¿no?, de escaso cuerpo fónico, conmutables en la mayoría de los casos, que desarrollan una
función comprobativa que varía según la posición discursiva. En posición final de
intervención-turno, poseen un carácter apelativo, de petición de corroboración o de
respuesta verbal o no verbal. En cambio, en posición final de acto (en el interior de una
intervención), presentan un valor fático, de mantenimiento del turno de habla, son
418
Marcadores discursivos en posición final
autorreafirmativos, que no piden respuesta, sino que llaman la atención sobre el mensaje, de
ahí que sea habitual que provoquen respuestas mínimas, a modo de intervenciones de paso
o colaborativas (mm, claro), que ratifican al interlocutor en su papel de hablante, muestran
la recepción del mensaje y, con ello, colaboran en la progresión conversacional. En
posición discursiva final son subactos adyacentes, generalmente, interpersonales, aunque
pueden funcionar también como subactos adyacentes modalizadores, asociados a la
atenuación o la intensificación (a veces como estrategia de cortesía).
En ambas formas (¿eh? y ¿no?) puede describirse un tercer uso como acto
autónomo, en posición independiente, que se encuentra en la periferia del espacio categorial
del marcador. Dicho de otro modo, presenta un contorno melódico propio y un valor
ilocutivo de pregunta, que lo aleja del prototipo de la categoría y que demuestra, por tanto,
la utilidad de evaluar las funciones según la posición discursiva. Esos usos pueden
justificarse como diferentes grados de fijación del MD: los usos autónomos mantienen un
cierto valor de estructura interrogativa (y, con ello, la posibilidad de llevar complementos),
mientras que en su uso como subactos adyacentes son formas ligadas al discurso, a la
interacción, que han perdido ya el valor de pregunta, propiamente dicho, y desarrollan otras
funciones, fáticas o apelativas, según la posición discursiva que ocupen: la posición final de
acto se asocia a una función más fática o formulativa; mientras que la posición final de
intervención se vincula a una función más apelativa, de control del contacto, como los del
subgrupo siguiente.
Ahora bien, aunque presentan muchos rasgos en común y son conmutables en la
mayoría de los casos en posición final, estos MD pueden diferenciarse en otros aspectos. En
primer lugar, en cuanto a los valores modalizadores asociados a estas partículas discursivas,
el valor intensificador, habitual en el uso de ¿eh?, resulta poco frecuente en el caso de
¿no?, de carácter más atenuante. En segundo lugar, la combinatoria también diferencia
ambos marcadores: ¿no? solo puede combinarse con ciertas estructuras negativas, como se
vio en el ejemplo (115), cuando es conmutable por ¿verdad?
Por último, aunque ambos pueden funcionar como actos autónomos, en esta
posición independiente no siempre son conmutables, porque responden a una diferente
estrategia discursiva: ¿eh? pide una repetición o aclaración de lo dicho, mientras que ¿no?
419
Marta Pilar Montañez Mesas
corrobora lo expresado por el interlocutor, lo cuestiona de manera atenuada. Además,
aunque ambos MD pueden equivaler a preguntas completas (¿no? y ¿no vienes?, ¿eh? y
¿qué has dicho?), solo ¿no? puede aparecer como forma abreviada de la pregunta
completa.
En síntesis, para estos dos marcadores se han propuesto tres valores pragmáticos
atendiendo a su posición discursiva y según el rango que presenta como unidad (acto o
subacto). Así, para ¿eh? describimos un valor apelativo de confirmación o ratificación que
cede el turno al hablante, en posición final de intervención-turno, y constituye un subacto
adyacente interpersonal (¿eh?1). En segundo lugar, en posición final de acto (en el interior
de una intervención) es un refuerzo reafirmativo o llamada de atención sobre el mensaje,
como subacto adyacente textual (formulativo, a veces pausa léxica) o modalizador
(refuerzo), al que hemos denominado ¿eh?2. Por último, como acto independiente de tipo
reactivo pide aclaración o repetición de lo dicho; este ¿eh?3 es un acto y, por tanto, al tener
valor ilocutivo de pregunta, se aleja del prototipo de la categoría MD.
En el caso de ¿no? también se describen tres valores semejantes: ¿no?1 en final de
intervención-turno, con valor apelativo; ¿no?2 en final de acto (en el interior de una
intervención) y ¿no?3 como acto independiente con valor de pregunta respecto de una
información negativa anterior, rasgo, entre otros, como los arriba expuestos, que lo
diferencia de ¿eh?
En el segundo subgrupo (en §7), se analizan los MD de origen deverbal ¿sabes? y
¿entiendes?, con referencia a otros similares como ¿comprendes?, ¿ves? o ¿vale? y el
marcador ¿verdad?, de origen nominal.
A diferencia del primer subgrupo, estos MD suelen dirigirse a un único interlocutor
(aunque algunos usos de ¿sabes? se emplean con varios interlocutores), pues al ser restos
de formas verbales, mantienen la referencia deíctica de la desinencia. De hecho, se
encuentran variantes más formales en concordancia con usted (¿sabe?, ¿entiende?), que
claramente muestran la deixis personal. Por el contrario, ¿eh? y ¿no? pueden dirigirse a
varios interlocutores simultáneamente, sin seleccionar uno de forma específica.
Por otra parte, estos marcadores no se suelen emplear en posición independiente,
como actos autónomos, sino en el seno de una intervención. Este rasgo los diferencia de
420
Marcadores discursivos en posición final
¿eh? y ¿no?, que sí ocupan esta posición discursiva, aunque, como se ha dicho, no sea su
posición prototípica.
Los marcadores fático-apelativos de base léxica se diferencian por el mayor o menor
grado de formalidad: ¿comprendes? es más formal que ¿sabes? o ¿entiendes?, como
demuestra su escasa frecuencia en este corpus que recoge muestras de habla informal o
coloquial, quizá en un corpus de habla formal se empleen en mayor medida.
En cuanto a ¿sabes? funciona habitualmente como refuerzo argumentativo, en
posición final de intervención. No apela a un saber compartido, pues muchas veces la
información que se presenta es nueva, sino que llama la atención sobre el mensaje para que
pase a formar parte del conocimiento compartido, propiciado por la relación de proximidad
entre los interlocutores propia de la conversación. En muchos casos, le precede una cita en
estilo directo, aunque no funciona como cierre del relato conversacional, sino que concluye
toda la intervención anterior y reafirma lo dicho o, mejor aún, lo comunicado con esa cita
en estilo directo.
El uso en posición final de intervención (¿sabes?1) se diferencia de otros dos
empleos: uno en posición inicial de intervención (¿sabes?2), que logra la obtención del
turno de habla, y un tercer uso como intervención reactiva evaluadora, con un matiz cortés
(¿sabes?3). En todos los casos constituye básicamente un subacto adyacente interpersonal,
aunque en los usos al inicio de una intervención, su valor se combina con el de un subacto
adyacente textual.
El MD ¿entiendes? en posición final de acto (en el interior de una intervención),
que hemos denominado ¿entiendes?1, es más frecuente que en posición final de
intervención-turno, ¿entiendes?2. En ambos casos el valor es comprobativo: en el primer
ejemplo, funciona como subacto adyacente textual que sirve al hablante para mantener el
contacto con el interlocutor y buscar su atención, mientras planifica nuevos argumentos. En
el caso de ¿entiendes?2 comprueba que se entienden sus motivos, no tanto el contenido de
sus argumentos. Frente a ¿sabes?, aparece en algunos casos con el pronombre personal
(¿me entiendes?), y con esa forma lo explican algunos autores (Chodorowska, 1997;
Boretti, 1999). Esta posibilidad también la tiene ¿comprendes?, pero no el resto de
marcadores analizados en este grupo. Esto puede estar indicando que estas dos formas están
menos gramaticalizadas que ¿sabes?, ¿ves?, ¿vale? o ¿verdad? En el caso de
421
Marta Pilar Montañez Mesas
¿comprendes?, además de ser más formal, conserva una mayor carga semántica que el resto
de marcadores.
El grado de gramaticalización de ¿ves? también es menor que el de ¿sabes?, puesto
que el valor intelectivo pervive en el uso como marcador, aunque desarrolla efectos
pragmáticos corteses asociados a la reafirmación de lo dicho.
Por su parte, el marcador ¿vale?, al igual que ¿verdad?, presenta un valor
confirmatorio en posición final de intervención, que trata de buscar el acuerdo con su
interlocutor. La diferencia radica en que ¿vale? tiene un valor negociador, da opción al
receptor, mientras que ¿verdad? busca el acuerdo sin dar esas opciones, solo corrobora lo
dicho, su veracidad o su validez. En el caso de este último, a la luz de los ejemplos y del
funcionamiento discursivo, quizá resultaría más coherente situarlo en el primer subgrupo,
junto a ¿eh? y ¿no?, pues puede conmutarse por ellos y, en menor medida, por ¿sabes? o
¿entiendes?, ya que ¿verdad? tiene un valor más confirmatorio semejante a ¿eh? y ¿no?,
que apelativo como ¿sabes? o ¿entiendes?
En esos otros marcadores (¿comprendes?, ¿ves?, ¿vale?, ¿verdad?) proponemos,
básicamente, dos valores: en posición final de acto (en el interior de una intervención) y en
posición final de intervención-turno, demostrando así el interés de partir de la unidad
intervención y no solo de la unidad acto en el análisis de los MD.
En síntesis, estos marcadores presentan una fijación diferente según conserven o no
elementos asociados a la originaria estructura predicativa de la que han evolucionado, lo
que configura usos como marcador fático-apelativo, frente a otros usos más alejados del
prototipo de la categoría MD.
En el segundo grupo (tratado en §8) se incluyen ciertos apelativos nominales que se
emplean como MD en la conversación coloquial, especialmente hombre y tío, y se ha
comparado su funcionamiento con sus correspondientes femeninos, mujer y tía. La forma
hombre es el marcador más gramaticalizado, se emplea en cualquier situación, ante uno o
más interlocutores, tanto en presencia de hombres como de mujeres. Es el marcador
discursivo de control del contacto apelativo nominal más común, pues se emplea en
diversos géneros discursivos.
422
Marcadores discursivos en posición final
En cambio, tío puede considerarse más coloquial, no es previsible en situaciones
formales. En cuanto a su uso, solo se emplea ante varones, no para dirigirse a mujeres, y,
generalmente, cuando el interlocutor es solo uno. Las formas femeninas están menos fijadas
como MD y mantienen un valor deíctico mayor, más próximas a la categoría vocativo de la
que son originarias.
Estos marcadores interpersonales de control del contacto presentan un uso más
vocativo en posición inicial de intervención o empleados como actos autónomos (en
posición independiente), pues muestran un mayor anclaje referencial; mientras que su valor
como partícula es más habitual en posición final de intervención turno o en posición final
de acto (en el interior de una intervención).
En el corpus documentamos otros apelativos, bien marcados diatópicamente, como
nano, típicamente valenciano, o más coloquiales, como macho. De igual forma se emplea el
pronombre de 2.ª persona tú en posición final como apelativo. Todos ellos se emplean
también en posición discursiva final y se han aportado como muestra de que los marcadores
de tipo apelativo son muy frecuentes en la conversación y están presentes en las diferentes
zonas lingüísticas del español.
Los grupos III y IV de marcadores de posición final propuestos (§5.1.3) se tratan
conjuntamente en el capítulo 9. El grupo III incluye los llamados cierres enumerativos (y
tal, y eso, pues eso, y punto), mientras que el grupo IV recoge otros marcadores que
también ocupan la posición final pero, en lugar de una enumeración de datos, cierran una
argumentación (digo yo, yo qué sé, no sé). Dentro del grupo III se han determinado dos
subgrupos: los de falso cierre o cierre momentáneo (y tal, y eso, pues eso) y los de cierre
reforzado (y punto, y ya está). Su marcado valor de cierre argumentativo reforzado los
acerca más al siguiente grupo, formado también por MD de cierre argumentativo (digo yo,
yo qué sé, no sé), aunque en estos últimos ese cierre se presenta atenuado.
A diferencia de los grupos anteriores, estos MD de cierre se sitúan prototípicamente
en posición final de acto (en el interior de una intervención) y, en menor medida, en
posición final de intervención, es decir, tienen un carácter más formulativo que apelativo.
Las funciones que desarrollan estos marcadores en esa posición final de acto (en el interior
de una intervención) no suponen un cierre, pues el hablante continúa hablando, pero emplea
423
Marta Pilar Montañez Mesas
el marcador para delimitar una unidad de sentido y llama la atención sobre el/los oyente(s)
para que atiendan a una parte del mensaje, pide su atención pero, a la vez, también su
conformidad tácita, que le permita proseguir su intervención sin ser interrumpido.
Por el contrario, en posición final de intervención (normalmente reconocida como
turno), la función sí es de cierre y busca activamente una respuesta de acuerdo en el
interlocutor, constituye una apelación directa pues cede el turno de habla en espera de una
reacción verbal a lo dicho.
Al examinar este conjunto de marcadores, se observa que las dos posiciones finales
que ocupan (posición final de intervención y posición final de acto en el interior de una
intervención) configuran funciones propias, específicas, que no siempre constituyen un
cierre, sino búsqueda de conformidad, atenuación de lo dicho para salvaguardar la imagen
del hablante, especialmente en diálogos con un tema conflictivo o polémico, o de
desacuerdo atenuado en formas como yo qué sé.
En definitiva, la posición discursiva se revela como un criterio útil en la
identificación de las diversas funciones que pueden desempeñar los MD, como los aquí
analizados. Además de contribuir a comprender la polifuncionalidad de estos, la posición
discursiva puede aplicarse al estudio de la combinatoria de marcadores en la conversación,
para comprobar qué elementos pueden combinarse y en qué posiciones. En efecto, ¿eh?,
hombre o y tal son polivalentes, y la discriminación de sus funciones puede resolverse
mediante la aplicación del criterio que aquí se postula, su posición discursiva. Son formas
lingüísticas que, de una u otra forma, apelan al oyente o le hacen partícipe de la interacción,
exigen su atención en lo que se viene diciendo, y, más aún, piden su corroboración, su
acuerdo o su cooperación.
En otras palabras, hablante y oyente se necesitan mutuamente para que progrese la
conversación. Esto obliga a conceder el mismo nivel de importancia a los procesos de
producción y de recepción del mensaje, entre otras razones, porque son simultáneos. Los
marcadores conversacionales que nos ocupan se sitúan en una posición discursiva de
máxima pertinencia, como punto de cesión del turno, o como intensificación de lo dicho
para reforzarlo, o de atenuación de lo comunicado para no imponer una opinión, incluso
para favorecer la alianza con el interlocutor, como muestra de cortesía. También permiten
424
Marcadores discursivos en posición final
regular la interacción y facilitan la formulación de los mensajes. Estos marcadores, por
tanto, garantizan la progresión conversacional, en tanto mantienen activos los papeles de
hablante y oyente, así como el mantenimiento de las relaciones interpersonales, ya que, en
efecto, si uno no quiere, dos no conversan.
425
Marta Pilar Montañez Mesas
426
Marcadores discursivos en posición final
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ACÍN VILLA, E. (1998): “Los marcadores de función textual «intensificación» es más, más
aún y máxime”, en M.ª A. MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.)
(1998), 163-176.
ACÍN VILLA, E. (2008): “A su vez”, “dicho sea de paso”, “entre paréntesis”, “más aún”,
“máxime”, “menos aún”, “sobre todo”, en A. BRIZ, S. PONS y J. PORTOLÉS (eds.),
Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE), en línea, www.dpde.es
ALBELDA MARCO, M. (2005): La intensificación en el español coloquial, Valencia,
Servicio de Publicaciones de la Universitat de València.
ALBELDA MARCO, M. (2007): La intensificación como categoría pragmática: revisión y
propuesta, Peter Lang.
ALCINA FRANCH, J. y J. M.ª BLECUA PERDICES (1998 [=1975]): Gramática española,
Barcelona, Ariel, 10.ª ed., 815-1186.
ALVARADO ORTEGA, M.ª B. (2003): “Las fórmulas discursivas de transición en la variedad
juvenil universitaria del español hablado en Alicante”, en Interlingüística, 14, 416419.
ALVARADO ORTEGA, M.ª B. (2005): “Lo que se comunica en las fórmulas expresivas”, en
Interlingüística, 15, 1, 125-132.
ALVARADO ORTEGA, M.ª B. (2008): Las fórmulas rutinarias en el español actual, Alicante,
Universitat, Tesis doctoral, disponible en línea: www.eltallerdigital.com
ALVARADO ORTEGA, M.ª B. (2010): Las fórmulas rutinarias del español: teoría y
aplicaciones, Frankfurt, Peter Lang.
BAÑÓN HERNÁNDEZ, A. M. (1993): El vocativo en español. Propuestas para su análisis
lingüístico, Barcelona, Octaedro.
BARRENECHEA, A. M.ª (1979): “Operadores pragmáticos de actitud oracional: los adverbios
en –mente y otros signos”, en BARRENECHEA, A. M.ª
ET AL.
(1979), Estudios
lingüísticos y dialectológicos. Temas hispánicos, Buenos Aires, Hachette, 39-59.
BERNÁRDEZ, E. (1982): Introducción a la lingüística del texto, Madrid, Espasa Calpe, 182231.
427
Marta Pilar Montañez Mesas
BLAKEMORE, D. (2002): Relevance and Linguistic Meaning. The Semantics and Pragmatics
of Discourse Markers, Cambridge University Press.
BLANCHE-BENVENISTE, C. (1998): Estudios lingüísticos sobre la relación entre oralidad y
escritura, Barcelona, Gedisa.
BLAS ARROYO, J. L. (1995): “La interjección como marcador discursivo: el caso de eh”,
Anuario de lingüística Hispánica, XI, 81-117.
BORETTI, S. H. (1999): “A propósito de ¿me entendés? en el español de la Argentina”,
Oralia, 2, 139-154.
BOSQUE, I. y V. DEMONTE (1999): Gramática descriptiva de la lengua española (I),
Madrid, Espasa Calpe, 2ª reimpr., 4051-4203.
BRABER, N. (2006): “Emocional and emotive language: Modal particles and tags in unified
Berlin”, Journal of Pragmatics, 38, 1487-1503.
BRIZ GÓMEZ, A. (1993a): “Los conectores pragmáticos en español coloquial (I): su papel
argumentativo”, Contextos, XI/21-22, 145-188.
BRIZ GÓMEZ, A. (1993b): “Los conectores pragmáticos en español coloquial (II). Su papel
metadiscursivo”, Español actual, 59, 39-36.
BRIZ GÓMEZ, A. (coord.) (1995): La conversación coloquial. Materiales para su estudio,
Anejo XVI de Cuadernos de Filología, Valencia, Universitat de València.
BRIZ GÓMEZ, A. (1996): El español coloquial: situación y uso, Madrid, Arco/Libros.
BRIZ GÓMEZ, A. (1998): El español coloquial en la conversación. Esbozo de
pragmagramática, Barcelona, Ariel.
BRIZ GÓMEZ, A. (2000): “Las unidades de la conversación”, en BRIZ Y GRUPO VAL.ES.CO.
(eds.) (2000), 51-80.
BRIZ GÓMEZ, A. (2001): “El uso de o sea en la conversación”, en DE KOCK, J. (ed.) (2001):
Gramática española. Enseñanza e investigación. Apuntes metodológicos. I. 7.
Lingüística con corpus. Catorce aplicaciones sobre el español, Salamanca, Ediciones
Universidad de Salamanca, 287-318.
BRIZ GÓMEZ, A. (2002): “Otra vez sobre o sea”, en SARALEGUI, C. y M. CASADO (eds.),
Pulchre, bene, recte. Estudios en homenaje al Profesor Fernando González Ollé,
Pamplona, EUNSA, 169-190.
428
Marcadores discursivos en posición final
BRIZ GÓMEZ, A. (2003): “La interacción entre jóvenes. Español coloquial, argot y lenguaje
juvenil”, en Lexicografía y lexicología en Europa y América. Homenaje a Günther
Haensch, Madrid, Gredos, 141-154.
BRIZ GÓMEZ, A. (2005): “La unidad superior del discurso (conversacional): el diálogo”,
Actas del Congreso internacional “Análisis del discurso oral”, Homenaje al
Profesor José Jesús de Bustos Tovar, celebrado en Almería en 2005.
BRIZ GÓMEZ, A. (2006a): “Unidades del discurso, partículas discursivas y atenuantes. El
caso de no/ tienes razón”, en Discurso, interacción e identidad. Homenaje a Lars
Fant, Stöckholms Universitet, Institutionem för Spanska, Portugisiska och
Latinamenkastudier, 13-36.
BRIZ GÓMEZ, A. (2006b): Presentación del Diccionario de partículas discursivas del
español (DPDE), en línea, www.dpde.es
BRIZ GÓMEZ, A. (2006c): “La segmentación de una conversación en diálogos”, Oralia, 9,
45-72.
BRIZ GÓMEZ, A. (2009): “Notas para el estudio de la relación entre las partículas
discursivas y la atenuación”, en M. Bernal y N. Hernández Flores (eds.), Estudios
sobre lengua, sociedad y cultura. Homenaje a la profesora Diana Bravo, Estocolmo,
Stockholm University, 67-77.
BRIZ GÓMEZ, A. (2011): “Lo discursivo de las partículas discursivas en el Diccionario de
partículas discursivas del español (DPDE). La atenuación como significado
contextual o uso contextual”, en Aschenberg, H. y Loureda, Ó. (eds.), Marcadores
del discurso: de la descripción a la definición, Madrid, Iberoamericana-Vervuert. 77108.
BRIZ GÓMEZ, A. (2012): “La definición de las partículas discursivas hombre y mujer”, en
Anuario de Lingüística Hispánica, XXVII (2012), Ediciones Universidad de
Valladolid, 27-55.
BRIZ GÓMEZ, A. (en prensa): “Una propuesta funcional para el análisis de la estrategia
pragmática intensificadora en la conversación coloquial”, en M. Albelda (ed.), Fenómenos
semántico-pragmáticos de intensificación y atenuación en español, IberoamericanaVervuert.
429
Marta Pilar Montañez Mesas
BRIZ GÓMEZ, A. (coord.) (1995): La conversación coloquial (Materiales para su estudio),
Anejo XVI de Cuadernos de Filología, Univ. Valencia, Departamento de Filología
Española.
BRIZ GÓMEZ, A. y M. ESTELLÉS ARGUEDAS (2009): “On the relationship between
Attenuation, Discourse Particles and Position”, Studies in Pragmatics, XX, 289-304.
BRIZ GÓMEZ, A. y A. HIDALGO NAVARRO (1998): “Conectores pragmáticos y estructura de
la conversación”, en MARTÍN ZORRAQUINO, M.ª T. y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.)
(1998), 121-142.
BRIZ GÓMEZ, A. Y E. SERRA (1997): “De lo oral y lo escrito y entre lo oral y lo escrito”, en
BRIZ GÓMEZ, A., M. J. CUENCA ORDINYANA I E. SERRA (eds.) (1997): Sobre l’oral i
l’escrit. Quaderns de Filologia II, Universitat de València, 1-6.
BRIZ GÓMEZ, A. y GRUPO VAL.ES.CO. (2000): ¿Cómo se comenta un texto coloquial?,
Barcelona, Ariel-Practicum.
BRIZ GÓMEZ, A. y GRUPO VAL.ES.CO. (2002a): Corpus de conversaciones coloquiales,
Anejo de la Revista Oralia, Madrid, Arco/Libros.
BRIZ GÓMEZ, A. y GRUPO VAL.ES.CO. (2002b): “La transcripción de la lengua hablada: el
sistema del grupo Val.Es.Co.", Español Actual, 77-78, 57-85.
BRIZ GÓMEZ, A. y GRUPO VAL.ES.CO. (2003): “Las unidades de la conversación: el acto”,
en GIRÓN ALCONCHEL, J. L. y otros (eds.): Estudios ofrecidos al profesor J. J. de
Bustos Tovar, vol. II, Madrid, Editorial Complutense, 953-968.
BRIZ GÓMEZ, A. y M. P. MONTAÑEZ MESAS(2007): “La forma ¿eh? en el Diccionario de
partículas discursivas del español (DPDE)”, en Homenaje al profesor César
Hernández Alonso, Universidad de Valladolid, 625-642.
BRIZ GÓMEZ, A. y M. P. MONTAÑEZ MESAS (2008a): “¿Eh?1”, en A. BRIZ, S. PONS y J.
PORTOLÉS (eds.), Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE), en
línea, www.dpde.es
BRIZ GÓMEZ, A. y M. P. MONTAÑEZ MESAS (2008b): “¿Eh?2”, en A. BRIZ, S. PONS y J.
PORTOLÉS (eds.), Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE), en
línea, www.dpde.es
430
Marcadores discursivos en posición final
BRIZ GÓMEZ, A. y M. P. MONTAÑEZ MESAS (2008c): “¿Eh?3”, en A. BRIZ, S. PONS y J.
PORTOLÉS (eds.), Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE), en
línea, www.dpde.es
BRIZ GÓMEZ, A., A. HIDALGO, X. PADILLA, S. PONS, L. RUIZ GURILLO, J. SANMARTÍN, E.
BENAVENT, M. ALBELDA, M.ª J. FERNÁNDEZ
Y
M. PÉREZ (2003): “Un sistema de
unidades para el estudio del lenguaje coloquial”, Oralia, 6, 7-61.
BRIZ GÓMEZ, A., B. GALLARDO PAÚLS, A. HIDALGO, S. PONS, L. RUIZ, J. R. GÓMEZ
Y
J.
GÓMEZ (1994): “La elaboración de un corpus de español coloquial. Problemas
metodológicos previos”, en E. SERRA, B. GALLARDO, M. VEYRAT, D. JORQUES y A.
ALCINA (eds.): Actes del I Congrés de lingüística General. Panorama de la
Investigació lingüística a l’Estat Espanyol, vol. II, Valencia, Universitat, 7-14.
BRIZ GÓMEZ, A., J. R. GÓMEZ MOLINA, M.ª J. MARTÍNEZ ALCALDE Y GRUPO VAL.ES.CO.
(eds.) (1997): Pragmática y gramática del español hablado, (Actas del II Simposio
sobre análisis del discurso oral), Valencia, Pórtico.
BRIZ GÓMEZ, A., S. PONS BORDERÍA y J. PORTOLÉS LÁZARO (coords.) (2008): Diccionario
de partículas discursivas del español (DPDE), en línea, www.dpde.es
BRIZ GÓMEZ, A. y C. VILLALBA (2008): “Hombre1” y “hombre2”, en A. BRIZ, S. PONS y J.
PORTOLÉS (eds.), Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE), en
línea, www.dpde.es
BRIZ GÓMEZ, A. y S. PONS (2010): “Unidades, marcadores discursivos y posición”, en O.
Loureda y E. Acín, Los estudios sobre marcadores del discurso en español, hoy, 327359.
BUSTOS TOVAR, J. J. de (1995): “De la oralidad a la escritura”, en L. CORTÉS (ed.) (1995),
11-28.
BUSTOS TOVAR, J. J. de (1996): “Aspectos semánticos y pragmáticos de la comunicación
oral”, en A. BRIZ, J. R. GÓMEZ MOLINA, M.ª J. MARTÍNEZ ALCALDE
Y
GRUPO
VAL.ES.CO. (eds.) (1996), 37-49.
BUSTOS TOVAR, J. J. de (1997): “Organización textual y oralidad”, en BRIZ GÓMEZ, A., M.
J. CUENCA ORDINYANA I E. SERRA (eds.) (1997): Sobre l’oral i l’escrit. Quaderns de
Filologia II, Universitat de València, 7-24.
431
Marta Pilar Montañez Mesas
CABEDO NEBOT, A. (2013): “Sobre prosodia, marcadores del discurso y unidades del
discurso en español: evidencias de un corpus oral espontáneo”, Onomázein, 28, 201213.
CABEDO NEBOT, A. Y S. PONS BORDERÍA (eds.) (2013): Corpus Val.Es.Co 2.0. Consultado
online en http://www.valesco.es
CABEDO NEBOT, A. (2014): “On the delimitation of discursive units in colloquial Spanish:
Val.Es.Co. application model”, en S. PONS BORDERÍA (ed.), (2014), 157-183.
CALSAMIGLIA BLANCAFORT, H. y A. TUSÓN VALLS (1999): Las cosas del decir. Manual de
análisis del discurso, Barcelona, Ariel.
CASADO VELARDE, M. (1998): “Lingüística del texto y marcadores del discurso”, en M.ª A.
MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.) (1998), 55-70.
CEPEDA, G. (1999): “La variación pragmático-discursiva, entonacional y sociolingüística de
los conectores conjuntivos en el habla de Valdivia, Chile”, en Serrano, M.ª J. (ed.)
(1999), Estudios de variación sintáctica, Madrid, Frankfurt, Iberoamericana,
Vervuert, 103-120.
CEPEDA, G. y M.ª T. POBLETE (1997): “Los marcadores conversacionales en el habla de
Valdivia (Chile): nivel léxico y suprasegmental”, LEA, XIX, 199-214.
CEPEDA, G. y M.ª T. POBLETE (2006): “Cortesía verbal y modalidad: los marcadores
discursivos”, Signos, 39(62), 357-377.
CESTERO MANCERA, A. M.ª (2004): “El funcionamiento de los recursos lingüísticos de
llamada de atención al interlocutor en la conversación y en el discurso académico”,
en Pragmalingüística, 10-11 (2002-2003), Servicio de Publicaciones Universidad de
Cádiz, 51-94.
CHODOROWSKA, M. (1997): “On the polite function of ¿me entiendes? in Spanish”, Journal
of Pragmatics, 28, 355-371.
CHRISTL, J. (1996): “Muletillas en el español hablado”, en T. KOTSCHI, W. OESTERREICHER
Y K. ZIMMERMANN
(eds.) (1996), 117-143.
CHRISTL, J. (1998): “Elementos de organización discursiva en el español de las dos orillas”,
Oralia, 1, 141-167.
CLARK, H. H. (1997 [=1996]): Using language, Cambridge University Press, 1ª reimpr.,
318-352.
432
Marcadores discursivos en posición final
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. (1986): Sintaxis del coloquio. Aproximación sociolingüística,
Universidad de Salamanca.
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. (1991): Sobre conectores, expletivos y muletillas en el español
hablado, Málaga, Ed. Librería Ágora.
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. (1998): “Marcadores del discurso y análisis cuantitativo”, en
MARTÍN ZORRAQUINO, M.ª A. y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.) (1998), 143-160.
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. (2002): “Las unidades del discurso oral”, Boletín de lingüística, 17,
Universidad Central de Venezuela, 7-29.
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. (ed.) (1995): El español coloquial. Actas del I Simposio sobre
análisis del discurso oral, Almería, 23-25 noviembre 1994, Universidad de Almería.
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. y A. M. BAÑÓN HERNÁNDEZ (1997a): Comentario lingüístico de
textos orales. I. Teoría y práctica. (La tertulia), Madrid, Arco/Libros.
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. y A. M. BAÑÓN HERNÁNDEZ (1997b): Comentario lingüístico de
textos orales. II. El debate y la entrevista, Madrid, Arco/Libros.
CORTÉS RODRÍGUEZ, L. y Mª. M. CAMACHO ADARVE (2005): Unidades de segmentación y
marcadores del discurso, Madrid, Arco/Libros.
COULTHARD, M. (1994 [=1977]): An introduction to discourse analysis, London, Longman,
2ª ed., 120-145.
CRESTI, E. y P. GRAMIGNI (2004): “Per una linguistica corpus based dell'italiano parlato: le
unità di riferimento”, in ALBANO LEONI F., CUTUGNO F., PETTORINO M., SAVY R. (a
cura di), Il parlato italiano, Atti del Convegno Nazionale (Napoli, febbraio 2003),
D’Auria Editore, Napoli, 1-23.
CRESTI, E. (2001): “Per una nuova definizione di frase”, en BONGRALLI, P., A. DARDI, M.
FANFANI, R. TESI (a cura di), Studi e storia della lingua italiana offerti a Ghino
Ghinassi, Le Lettere, Firenze, 511-550.
CRIADO DE VAL, M. (1980): Estructura general del coloquio, Madrid, CSIC, 9-65.
CUENCA
ORDINYANA,
M.
J.
(2001):
“Los
conectores
parentéticos
como
categoría gramatical”, Lingüística Española Actual, XXIII, Fasc. 2, 211-235.
CUENCA ORDINYANA, M. J. (2006): La connexió i els connectors. Perspectiva oracional i
textual, Universitat de Vic, Eumo Editorial.
CUENCA ORDINYANA, M. J. (2008): Gramàtica del text, Barcelona, Bromera.
433
Marta Pilar Montañez Mesas
CUENCA ORDINYANA, M. J. y J. M. CASTELLÀ (1995): “Una caracterització cognitiva de les
preguntes confirmatòries (question tags)”, Caplletra, 18, 65-84.
CUENCA ORDINYANA, M. J. y J. HILFERTY (1999): Introducción a la lingüística cognitiva,
Barcelona, Ariel.
CUENCA ORDINYANA, M. J. Y M. TORRES VILATARSANA (2008): “Usos de hombre/home y
mujer/dona como marcadores del discurso en la conversación coloquial”, en Verba,
35, 235-256.
CUENCA ORDINYANA, M. J.
Y
M. J. MARÍN JORDÀ (2009): “Co-ocurrence of discourse
markers in Catalan and Spanish oral narrative”, Journal of Pragmatics, 41(5), 899914.
DEGAND, L. y A. C. SIMON (2008): “Minimal discourse units in spoken French:
Uncovering genre-bound segmentation strategies”, en RAMM, W. y C. FABRICIUSHANSEN
(eds.)
(2008):
Linearisation
and
Segmentation
in
Discourse.
Multidisciplinary Approaches to Discourse 2008 (MAD 08), Lysebu, Oslo, University
of Oslo, 31-40.
DEGAND, L., SIMON, A. C., TANGUY, N. Y T. VAN DAMME (2014): “Initiating discourse unit
in spoken French. Prosodic and syntactic features of the left periphery”, en S. PONS
BORDERÍA (ed.), (2014), 243-273.
DOMÍNGUEZ GARCÍA, M.ª N. (2007): Conectores discursivos en textos argumentativos
breves, Madrid, Arco/Libros.
DOMÍNGUEZ GARCÍA, M.ª N. (2010): “Los marcadores discursivos y los tipos textuales”, en
O. Loureda y E. Acín, Los estudios sobre marcadores del discurso en español, hoy,
359-414.
DOMÍNGUEZ MÚJICA, C. L. (2005a): Sintaxis de la lengua oral, Mérida-Venezuela, Consejo
de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico, Universidad de Los Andes.
DOMÍNGUEZ MÚJICA, C. L. (2005b): “Marcadores de (in)conclusión en el español hablado
de Mérida-Venezuela”, Boletín de Lingüística, 23, 3-22.
DORGELOH, H. (2004): “Conjunction in sentence and discourse: sentence-initial and and
discourse structure”, Journal of Pragmatics, 36, 1761-1779.
DORTA, J. y M.ª N. DOMÍNGUEZ (2001): “Polifuncionalidad discursiva y comportamiento
prosódico prototípico del marcador pues”, Español Actual, 75, 45-53.
434
Marcadores discursivos en posición final
EDESO NATALÍAS, V. (2006): Contribución al estudio de la interjección en español (con
especial atención a las interjecciones ah, eh y ay), Universidad de Zaragoza, Tesis
doctoral.
EDMONDSON, W. (1981): Spoken Discourse. A model for analysis, NY, Longman.
ENAJAS, R. (2004): “El vocativo amoroso en el lenguaje juvenil almeriense”, en Tonos.
Revista electrónica de estudios filológicos, 7, disponible en
https://www.um.es/tonosdigital/znum7/estudios/eelvocativo.htm
ESCANDELL VIDAL, M.ª V. (1996): Introducción a la pragmática, Barcelona, Ariel.
ESTELLÉS ARGUEDAS, M. (2009): Gramaticalización y gramaticalizaciones: el caso de los
marcadores del discurso de digresión en español, Universitat de València, Valencia.
ESTELLÉS ARGUEDAS, M. y S. PONS BORDERÍA (2014): “Absolute initial position”, en S.
PONS BORDERÍA (ed.), (2014), 121-155.
FANT, L. (1996): “Regulación conversacional en la negociación: una comparación entre
pautas mexicanas y peninsulares”, en T. KOTSCHI, W. OESTERREICHER y K.
ZIMMERMANN (eds.) (1996), 147-183.
FISHER, K. (2006): Approaches to discourse particles, Amsterdam, Elsevier.
FOX TREE, J. E. y J. C. SCHROCK (2002): “Basic meaning of you know and I mean”, Journal
of Pragmatics, 34, 727-747.
FRASER, B. (1999): “What are discourse markers?”, Journal of Pragmatics, 31, 931-952.
FUENTES RODRÍGUEZ, C. (1996): La sintaxis de los relacionantes supraoracionales,
Madrid, Arco/Libros.
FUENTES RODRÍGUEZ, C. (1998): “Vamos: un conector coloquial de gran complejidad”, en
M.ª A. MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN, (coords.) (1998), 177-192.
FUENTES RODRÍGUEZ, C. (1999): La organización informativa del texto, Madrid,
Arco/Libros.
FUENTES RODRÍGUEZ, C. (2000): Lingüística pragmática y Análisis del discurso, Madrid,
Arco/Libros.
FUENTES RODRÍGUEZ, C. (2009): Diccionario de conectores y operadores del español,
Madrid, Arco/Libros.
FUENTES RODRÍGUEZ, C. y E. BRENES PEÑA (2014): “Apéndices apelativos en el lenguaje
parlamentario andaluz: variación pragmática”, Oralia, 17, 181-209.
435
Marta Pilar Montañez Mesas
GALLARDO PAÚLS, B. (1993): Lingüística perceptiva y conversación: secuencias, Anejo 4
de LynX, Departamento de Teoría de los lenguajes, Valencia, Universidad.
GALLARDO PAÚLS, B. (1994a): “Discurso y conversación”, en LÓPEZ, Á.
ET ALII,
Lingüística general y aplicada, Univ. Valencia, 273-293.
GALLARDO PAÚLS, B. (1994b): “Conversación y conversación cotidiana: sobre una
confusión de niveles”, en Pragmalingüística, 2, Cádiz, Universidad, 151-194.
GALLARDO PAÚLS, B. (1996): Análisis Conversacional y Pragmática del receptor,
Valencia, Ediciones Episteme S. L., Colección Sinapsis.
GALLARDO PAÚLS, B. (1997): “El sobreentendido”, en Pragmalingüística, 3-4, Cádiz,
Universidad, 351-381.
GARACHANA
CAMARERO,
M.
(1998):
“La
evolución
de
los
conectores
contraargumentativos: la gramaticalización de no obstante y sin embargo”, en M.ª A.
MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.) (1998), 193-212.
GARCÉS GÓMEZ, M.ª P. (ed.) (2013): Los adverbios con función discursiva: procesos de
formación y evolución, Madrid, Iberoamericana Vervuert.
GARCÍA VIZCAÍNO, M.ª J. (2005): “El uso de los apéndices modalizadores ¿no? y ¿eh? en
español peninsular”, en L. SAYAHI y M. WESTMORELAND (eds.): Selected Proceedings
of the Second Workshop on Spanish Sociolinguistics, Somerville, MA: Cascadilla
Proceedings Project, 89-101. En línea www.lingref.com/cpp/wss/2/paper1143.pdf
GARRIDO RODRÍGUEZ, M.ª C. (2004): Conectores contraargumentativos en la conversación
coloquial, León, Universidad, Servicio de Publicaciones y Medios Audiovisuales.
GAUGER, H. M. (1996): “«Escrivo como hablo». Oralidad en lo escrito”, en T. KOTSCHI, W.
OESTERREICHER Y K. ZIMMERMANN (eds.) (1996), 341-58.
GAVIÑO RODRÍGUEZ, V. (2011): “Operaciones metalingüísticas del marcador discursivo
hombre”, en MarcoEle Revista didáctica ELE, 12, 1-11.
GILI GAYA, S. (1998 [=1961]): Curso superior de sintaxis española, Barcelona, Vox
Bibliograf, 15ª ed., 325-331.
GILLE, J. (2006): “Este hombre se debe de mover, vamos. Un primer acercamiento a los
apéndices
conversacionales
un
primer
acercamiento
a
los
apéndices
conversacionales”, en Olsen, M. & Swiatek, E. H. (eds.), Actas del XVI Congreso de
Romanistas Escandinavos, Roskilde, Roskilde University.
436
Marcadores discursivos en posición final
GILLE, J. y C. HÄGGKVIST (2006): “Los niveles del diálogo y los apéndices
conversacionales”, en Falk, J., J. Gille & F. Bermúdez Wachtmeister (eds.), Discurso,
interacción e identidad. Homenaje a Lars Fant, Stockholm, Stockholms Universitet,
Institutionem för Spanska, Portugisiska och Latinamerikastudier, 65-80.
GÓMEZ MOLINA, J. R. (coord.) (2001): El español hablado de Valencia. Materiales para su
estudio (PRESEEA). I. Nivel sociocultural alto, Anejo XLVI de Cuadernos de
Filología, Departamento de Filología Española, Grupo Val.Es.Co., Universitat de
València.
GÓMEZ MOLINA, J. R. (coord.) (2005): El español hablado en Valencia. Materiales para su
estudio (PRESEEA). II. Nivel sociocultural medio, Anejo LVIII de Cuadernos de
Filología, Departamento de Filología Española, Universitat de València.
GÓMEZ MOLINA, J. R. (coord.) (2007): El español hablado en Valencia. Materiales para su
estudio (PRESEEA). III. Nivel sociocultural bajo, Anejo LXI
de Cuadernos de
Filología, Departamento de Filología Española, Universitat de València.
GÓMEZ TORREGO, L. (1990 [=1985]): Teoría y práctica de la sintaxis, Madrid, Alhambra,
reimpr.
GONZÁLEZ CONDOM, M. (2004): Pragmatic Markers in Oral Narrative. The case of English
and Catalan, Amsterdam, John Benjamins.
GONZÁLEZ DIOS, A. (2007): “Los comprobativos en el lenguaje afásico”, en B. GALLARDO
PAÚLS, C. HERNÁNDEZ y V. MORENO (eds.), Lingüística clínica y neuropsicología
cognitiva. Actas del Primer Congreso Nacional de Lingüística Clínica. Vol. 1:
Investigación e intervención en patologías del lenguaje, Valencia, Universitat, 30-44.
GONZÁLEZ RUIZ, R. (2010): “Los marcadores del discurso y su tratamiento lexicográfico”,
en O. Loureda y E. Acín, Los estudios sobre marcadores del discurso en español,
hoy, 617-688.
GONZÁLEZ-LEDESMA, A. y M. GARROTE SALAZAR (2009): “Los marcadores discursivos en
CHIEDE, un corpus de habla infantil espontánea”, Interlingüística, 18, 523-532.
GREGORY, M. y S. CARROLL, (1986 [=1978]): Lenguaje y situación. Variedades del
lenguaje en sus contextos sociales, México, Fondo de Cultura Económica, 2ª ed.
437
Marta Pilar Montañez Mesas
GRUPO VAL.ES.CO. (2014): “Las unidades del discurso oral. La propuesta Val.Es.Co. de
segmentación de la conversación (coloquial)”, Estudios de Lingüística del español,
35.1, 11-71.
GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, S. (1997): Temas, remas, focos, tópicos y comentarios, Madrid,
Arco/Libros.
HALLIDAY, M. A. K. (1973): Explorations in the Functions of Language, London, Edward
Arnold.
HANSEN, M. M. (2006): “A dynamic polysemy approach to the lexical semantics of DM
(with an exemplary analysis of French toujours)”, en K. Fisher (2006), 21-42.
HANSEN, M. M. (2008): “Lexical-semantics/pragmatics: Synchronic issues”, in Particles at
the lexical-semantics/pragmatics interface: synchronic issues, Oxford, Elsevier, ch.
2.
HENGEVELD, K. y J. L. MACKENZIE (2011): “La Gramática Discursivo-Funcional”, Moenia
17, 5-45. Procedente de Hengeveld & Mackenzie (2010): «Functional Discourse
Grammar», en B. Heine & H. Narrog (eds.): The Oxford Handbook of Linguistic
Analysis, Oxford University Press, 367-400.
HERRERO MORENO, G. (1996): “La importancia del concepto de enunciado en la
investigación del español coloquial: a propósito de los enunciados suspendidos”, en
A. BRIZ, J. R. GÓMEZ MOLINA Y M. J. MARTÍNEZ ALCALDE, GRUPO VAL.ES.CO. (eds.)
(1996), 109-126.
HIDALGO NAVARRO, A. (1997): La entonación coloquial. Función demarcativa y unidades
de habla, Anejo XXI de Cuadernos de Filología, Valencia, Universitat.
HIDALGO NAVARRO, A. (2000): “Las funciones de la entonación”, en A. BRIZ
Y
GRUPO
VAL.ES.CO. (2000), Ariel, 265-280.
HIDALGO NAVARRO, A. (2001): “Entonación y conversación: sucesión de turnos y
superposiciones de habla”, en J. J. BUSTOS y OTROS (coords.): Lengua, discurso, texto
(I Simposio Internacional de Análisis del Discurso), Madrid, Visor Libros.
HIDALGO NAVARRO, A. (2002): Comentario fónico de textos coloquiales, Madrid,
Arco/Libros.
HIDALGO NAVARRO, A. (2006): “Estructura e interpretación en la conversación coloquial: el
papel del componente prosódico”, Revista de Filología, 24, 129-151.
438
Marcadores discursivos en posición final
HIDALGO NAVARRO, A. y J. SANMARTÍN SÁEZ (2005): “Los sistemas de transcripción de la
lengua hablada”, Oralia, 8, 13-36.
HIDALGO NAVARRO, A. y X. PADILLA (2006): “Bases para el análisis de las unidades
menores del discurso oral: los subactos”, Oralia, 9, 109-143.
JØRGENSEN, A. M. (2005): “Los marcadores del discurso en el lenguaje bonaerense y
madrileño”, en IX Simposio Internacional de Comunicación Social, 24-28 enero de
2005, Cuba, Santiago de Cuba, Actas I, 75-79.
JØRGENSEN, A. M. (2008): “Tío y tía como marcadores en el lenguaje de Madrid”, en Olza
Moreno, I., Casado Velarde, M. y R. González Ruiz (eds.), Actas del XXXVII
Simposio Internacional e la Sociedad Español de Lingüística (SEL), Pamplona,
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 387-396.
JØRGENSEN, A. M. (2009): “Los marcadores del discurso en el lenguaje juvenil de Buenos
Aires y Madrid. Una comparación”, M. Bernal y N. Hernández Flores (eds.), Estudios
sobre lengua, sociedad y cultura. Homenaje a Diana Bravo, Estocolmo, Stockholm
University, 137-163.
JØRGENSEN, A. M. (2010): “Uso de expresiones vocativas de saludo y despedida en el
lenguaje juvenil de Madrid y de Oslo”, en Penas Ibáñez A. y R. Martín Martín
(eds.), Traducción e Interculturalidad. Aspectos metodológicos, teóricos y prácticos,
Rabat, Instituto de Estudios Hispano-Luso en Rabat, 189-206.
JØRGENSEN, A. M. (2012): “Funciones del marcador pragmático como en el lenguaje juvenil
español y chileno”, en M. ª E. Placencia y C. García, (eds.), Pragmática y
comunicación intercultural en el mundo hispanohablante, Amsterdam - New York,
Editions Rodopi B.V., Foro Hispánico 44, 209-232.
KERBRAT-ORECCHIONI, C. (1995): “Pour un approche contrastive du fonctionnement des
conversations’’, en Hernández Sacristán, C., B. Lépinette y M. Pérez Saldanya (eds.),
Aspectes de la refllexió i de la praxi interlingüística, Quaderns de Filologia, I,
Universitat de València, 25-41.
KERBRAT-ORECCHIONI, C. (1996): La conversation, Seuil.
KOTSCHI, T., OESTERREICHER, W. y ZIMMERMANN, K. (eds.) (1996): El español hablado y
la cultura oral en España e Hispanoamérica, Frankfurt am Hain, Vervuert Verlag,
Bibliotheca Iberoamericana.
439
Marta Pilar Montañez Mesas
LEWIS, D. M. (2006): “Discourse markers in English: a discourse-pragmatic view”, en K.
Fisher (2006), 43-60.
LLAMAS SAÍZ, C. (2003): “La enseñanza de los marcadores del discurso en la clase de ELE:
explotación de los textos periodísticos de opinión”, Actas del XIV Congreso
Internacional de ASELE, Burgos, 694-707. En red: www.cvc.es
LLOPIS CARDONA, A. B. (2006): La definición lexicográfica. Los marcadores del discurso,
(Trabajo de investigación), inédito, València, Universitat.
LLOPIS CARDONA, A. B. (2011): Las funciones de los marcadores discursivos a través del
análisis de “eso sí”, en este sentido”, “en efecto” y “¿verdad?”, Tesis doctoral,
inédita, València, Universitat.
LLOPIS CARDONA, A. B.: “Verdad1” y “Verdad2” en en A. BRIZ, S. PONS y J. PORTOLÉS
(eds.), Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE), en línea,
www.dpde.es
LLOPIS CARDONA, A. B. (2014): Aproximación funcional a los marcadores discursivos.
Análisis y aplicación lexicográfica, Frankfurt am Main, Peter Lang.
LÓPEZ SERENA, A. (2004): El español coloquial en la narrativa literaria. Entre lo oral y lo
escrito, Universidad de Sevilla. Tesis doctoral, esp. 263-349.
LÓPEZ SERENA, A. (2007): Oralidad y escrituralidad en la recreación literaria del español
coloquial, Madrid, Gredos.
LÓPEZ SERENA, A. y M. BORREGUERO ZULOAGa (2010): “Los MD y la variación lengua
hablada vs. lengua escrita”, en Ó. Loureda y E. Acín Villa (coord.), pp. 415-497.
LOUREDA LAMAS, O. y E. ACÍN VILLA (coords.) (2010): Los estudios sobre marcadores del
discurso en español, hoy, Madrid, Arco/Libros.
LYONS, J. (1989 [=1977]): Semántica, Barcelona, Teide, 2.ª ed., 3-32; 528-572.
MACAULAY, R. (2002): “You know, it depends”, Journal of Pragmatics, 34, 6, 749-767.
MARTÍ SÁNCHEZ, M. (ed.) (2008): Los marcadores en español L/E: conectores discursivos
y operadores pragmáticos, Madrid, Arco/Libros.
MARTÍN ZORRAQUINO, M.ª A. (1998): “Los marcadores del discurso desde el punto de vista
gramatical”, en M.ª A. MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.)
(1998), 19-53.
440
Marcadores discursivos en posición final
MARTÍN ZORRAQUINO, M.ª A. y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.) (1998): Los marcadores del
discurso. Teoría y análisis, Madrid, Arco/Libros.
MARTÍN ZORRAQUINO, M.ª A. y J. PORTOLÉS LÁZARO, (1999): “Los marcadores del
discurso”, en I. BOSQUE y V. DEMONTE (eds.): Gramática descriptiva de la lengua
española (I), Madrid, Espasa Calpe, 2ª reimpr., 4051-4203.
MARTÍNEZ CAMINO, G. y T. LABRADOR GUTIÉRREZ (2003): “Enseñar el uso de los
marcadores del discurso a través de los anuncios de televisión”, Actas del XIV
Congreso Internacional de ASELE, Burgos, 187-199. En red: www.cvc.es
MARTÍNEZ, J. A. (1990): “Coordinadores y transpositores vs. ‘elementos de relación’, en
Actas del Congreso de la Sociedad Española de lingüística. XX Aniversario, Tenerife,
2-6 de abril, Madrid, Gredos, Tomo I, 578-597.
MATAMALA RIPOLL, A. (2008): Interjeccions i lexicografia. Anàlisi de les interjeccions
d’un corpus audiovisual i proposta de representació lexicogràfica, Barcelona,
Biblioteca Filològica LXII Institut d’Estudis Catalans. (Premi Joan Coromines de
Lexicografia i Onomàstica 2005).
MOESCHLER, J. (1985): Argumentation et conversation. Éléments pour une analyse
pragmatique du discours, Université de Genève, Hatier-Credif.
MOLINER, M. (2001): Diccionario de uso del español, Madrid, Gredos, 2ª ed. (versión
electrónica).
MONEGLIA, M. (2000): “Le corpus LABLITA”, in M. BILGER (ed.), Corpus. Méthodologie
et applications linguistiques, Actes du colloque Questions de méthode dans la
linguistique sur corpus, Perpignan, maggio 1998, Champion, Paris, 49-57.
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2007a): Marcadores discursivos y posición final. A propósito de
¿eh? y ¿no?, Trabajo de investigación, Valencia, Universitat.
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2007b): “Marcadores del discurso y posición final: la forma
¿eh? en la conversación coloquial española”, ELUA, 21, Alicante, 261-280.
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2008a): “El apéndice ¿no? en la conversación coloquial
española”, Boletín de Filología, Santiago, Universidad de Chile, XLIII (2), 117-174.
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2008b): “La partícula y tal en el español hablado de Valencia”,
ELUA, 22, 193-212.
441
Marta Pilar Montañez Mesas
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2009a): “Marcadores del discurso y posición final: a propósito
de ¿eh?”, Interlingüística, XIX, (comunicación presentada en la Asociación de
Jóvenes Lingüistas, Girona, marzo de 2008), 110-121.
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2009b): “La posición discursiva: una propuesta para el estudio
de los MD en la clase de E/LE”, en Albelda, M. y M.ª J. Fernández (eds.): Actas del V
Foro de Profesores de Español como Lengua Extranjera, edición electrónica
www.uv.es/foroele, ISSN 1886-337X
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2010a): “La enseñanza de los MD a alumnos de ELE en el aula
de secundaria: propuesta de actividades”, en Albelda, M. y M.ª J. Fernández (eds.):
Actas del VI Foro de Profesores de Español como Lengua Extranjera, edición
electrónica www.uv.es/foroele, ISSN 1886-337X.
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2010c): Reseña a López Serena, Araceli, Oralidad y
escrituralidad en la recreación literaria del español coloquial, Madrid, Gredos,
2010, en Oralia, 13, Análisis del discurso oral, pp. 359-365.
MONTAÑEZ MESAS, M. P. (2015): Reseña a Los adverbios con función discursiva: procesos
de formación y evolución, Madrid, Iberoamericana Vervuert, de María Pilar Garcés
Gómez (ed.) (2013), 393 páginas, en Oralia, 18, 335-341.
MONTES, R. G. (1999): “The development of discourse markers in Spanish: Interjections”,
Journal of Pragmatics, 31, 1289-1319.
MONTOLÍO, E. (1998): “La teoría de la relevancia y el estudio de los marcadores del
discurso”, en M.ª A. MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.) (1998),
93-119.
NARBONA, A. (1989): Sintaxis española: nuevos y viejos enfoques, Barcelona, Ariel, 149203.
NARBONA, A. (1990): “¿Es sistematizable la sintaxis coloquial?”, en Actas del Congreso de
la Sociedad Española de Lingüística. XX Aniversario, II, Madrid, Gredos, 1030-1043.
NARBONA, A. (1995): “Español coloquial y variación lingüística”, en L. CORTÉS (ed.)
(1995), 29-42.
NARBONA, A. (1997): “Sintaxis del español coloquial: algunas cuestiones previas”, en A.
BRIZ, J. R. GÓMEZ MOLINA, M. J. MARTÍNEZ ALCALDE y GRUPO VAL.ES.CO. (eds.)
(1996), 157-175.
442
Marcadores discursivos en posición final
NARBONA, A., R. CANO y R. MORILLO (1998): El español hablado en Andalucía,
Barcelona, Ariel, 197-234.
NORRICK, N. R. (1995): “Hunh-tags and evidentiality in conversation”, Journal of
Pragmatics, 23, 687-692.
OESTERREICHER, W. (1994): “El español en textos escritos por semicultos. Competencia
escrita de impronta oral en la historiografía indiana”, en J. LÜDTKE (comp.): El
español de América en el siglo XVI. Actas del Simposio del Instituto Ibero-Americano
de Berlín, (abril de 1992), Berlín, Biblioteca Ibero Americana, 155-190.
OESTERREICHER, W. (1996): “Lo hablado en lo escrito. Reflexiones metodológicas y
aproximación a una tipología”, en T. KOTSCHI, W. OESTERREICHER y K.
ZIMMERMANN (eds.) (1996), 317-40.
OESTERREICHER, W. (2006): Lenguajes hablados en la Romania, Madrid, Gredos, caps. 2 y
3. (Gesprochene Sprache in der Romania, 1990).
Oralia, 8 (2005): Los corpus del español hablado, coordinado por A. Briz, Madrid,
Arco/Libros.
ORTEGA
OLIVARES,
J.
(1985):
“Apéndices
modalizadores
en
español:
los
«comprobativos»”, en Estudios románicos dedicados al profesor Andrés Soria
Ortega, Granada, Universidad, 239-55.
ORTEGA OLIVARES, J. (1986): “Aproximación al mecanismo de la conversación: apéndices
«justificativos››”, Verba, 13, 269-90.
PADILLA GARCÍA, X. A., (2005): Pragmática del orden de palabras, Universitat de
Alicante.
PAYRATÓ GIMÉNEZ, Ll. (1996a [=1988]): Català col·loquial. Aspectes de l’ús corrent de la
llengua catalana, Universitat de València, 3.ª ed.
PAYRATÓ GIMÉNEZ, Ll. (1996b): “Variación lingüística y modalidades de la lengua oral”,
en A. BRIZ, J. R. GÓMEZ MOLINA, M.ª J. MARTÍNEZ ALCALDE Y GRUPO VAL.ES.CO.
(eds.) (1996), 177-192.
PEÑALVER CASTILLO, M. (2009): “Los marcadores conversacionales. Aspectos pragmáticos
y discursivos”, en Moenia 15, 233-244.
PÉREZ GIMÉNEZ, M. (2004): “Construcciones suspendidas frecuentes en el discurso oral:
análisis pragmático-entonativo”, Interlingüística, 15, 1113-1123.
443
Marta Pilar Montañez Mesas
PÉREZ GIMÉNEZ, M. (2012): Aproximación a la didáctica de la sintaxis Coloquial en
bachillerato: el estudio de las construcciones incompletas, València, Servei de
Publicacions de la Universitat de València. (Tesis Doctoral defendida en 2011).
PIETROSEMOLI, L., MARIANELLY, V., GONZÁLEZ VALERA, S. y P. COUTÍN CHURCHMAN
(2005): “Marcadores discursivos en hablantes sanos y afásicos: el caso especial de y”,
Boletín de Lingüística, 24, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 76-91.
POLO, J. (1995): “Lo oral y lo escrito: lengua hablada, lengua escrita, escritura de la lengua
y dicción de la lengua”, en L. CORTÉS (ed.) (1995), 73-99.
PONS BORDERÍA, S. (1998a): Conexión y conectores. Estudio de su relación en el registro
informal de la lengua, Anejo XXVII de Cuadernos de Filología, Universitat de
València.
PONS BORDERÍA, S. (1998b): “Oye y mira o los límites de la conexión”, en M.ª A. MARTÍN
ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN (coords) (1998), 213-228.
PONS BORDERÍA, S. (2000): “Los conectores”, en A. BRIZ y GRUPO VAL.ES.CO. (eds.), 193220.
PONS BORDERÍA, S. (2001): “Connectives / Discourse markers. An overview”, Quaderns de
Filologia. Estudis Literaris, VI, 219-243.
PONS BORDERÍA, S. (2004): Conceptos y aplicaciones de la Teoría de la Relevancia,
Madrid, Arco/Libros.
PONS BORDERÍA, S. (2006): “A functional approach to the study of discourse markers”, en
K. Fisher (2006), 77-99.
PONS BORDERÍA, S. (2008): “Do discourse markers exist? On the treatment of discourse
markers in Relevance Theory”, en Journal of Pragmatics, 40, 1411-1434.
PONS BORDERÍA, S. (ed.) (2014): Discourse Segmentation in Roman Languages,
Amsterdam, John Benjamins B. V.
PONS BORDERÍA, S. y M. ESTELLÉS ARGUEDAS (2009): “Expressing digression
linguistically: Do digressive markers exist?”, en Journal of Pragmatics, 41(5), 921936.
PORROCHE, M. (1998): “Sobre algunos usos de que, si y es que como marcadores
discursivos”, en M.ª A. MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN (coords.)
(1998), 229-242.
444
Marcadores discursivos en posición final
PORTOLÉS LÁZARO, J. (1998a): Marcadores del discurso, Barcelona, Ariel.
PORTOLÉS LÁZARO, J. (1998b): “La teoría de la argumentación en la lengua y los
marcadores del discurso”, en M.ª A. MARTÍN ZORRAQUINO y E. MONTOLÍO DURÁN
(coords.) (1998), 71-91.
PORTOLÉS LÁZARO, J. (1998c): “Dos pares de marcadores del discurso: en cambio y por el
contrario, en cualquier caso y en todo caso”, en M.ª A. MARTÍN ZORRAQUINO y E.
MONTOLÍO DURÁN (coords.) (1998), 243-264.
PORTOLÉS LÁZARO, J. (2004): Pragmática para hispanistas, Madrid, Síntesis, 50-83; 107114 y 201-212.
QUILIS MORALES, A. (1999): Tratado de Fonología y Fonética españolas, Madrid, Gredos,
2ª ed., 417-420.
QUILIS MORALES, A., M. CANTARERO MARTÍNEZ Y M. ESGUEVA (1993): “El grupo fónico y
el grupo de entonación en el español hablado”, RFE, LXXIII, 55-64.
RAMIREZ GELBES, S. (2003): “La partícula ‘eh’ y la Teoría de la Relevancia: Un ejemplo de
contenido
procedimental”,
Estudios
filológicos,
38,
157-177.
En
línea:
www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S007117132003003800010&lng=es&nrm=iso
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1973): Esbozo de una nueva gramática de la lengua
española, Madrid, Espasa Calpe.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2014): Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa
Calpe, 23.ª ed.
RODRÍGUEZ MUÑOZ, F. J. (2009): “Estudio sobre las funciones pragmadiscursivas de ¿no?
y ¿eh? en el español hablado”, en RLA. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada,
47(I), 83-101.
ROJAS, E. (1996): “Comparación del algunos rasgos de la interacción comunicativa en la
prensa y en el habla argentina”, en T. KOTSCHI, W. OESTERREICHER y K.
ZIMMERMANN (eds.) (1996), 448-59.
ROULET, E., A. AUCHLIN, J. MOESCHLER, C. RUBATTEL, y M. SCHELLING (1991 [=1985]):
L’articulation du discours en français contemporain, Berne, Peter Lang, 3ª ed.
445
Marta Pilar Montañez Mesas
RUIZ GURILLO, L (1996): “Sobre la fraseología coloquial: corpus e investigación”, en Actas
del Primer Congreso Internacional de AESLA (Granada, septiembre de 1992), 493498.
RUIZ GURILLO, L (1998): La fraseología del español coloquial, Barcelona, Ariel.
SACKS, H., E. SCHEGLOFF
Y
G. JEFFERSON, (1974): “A simplest systematics for the
organization of turn-taking for conversation”, Language, 50, 4, 696-735.
SAID-MOHAND, A. (2007): “Aproximación sociolingüística del marcador discursivo tú
sabes en el habla de jóvenes bilingües estadounidenses”, Southwest Journal of
Linguistics, 26(2), pp. 67 y ss.
SANTOS RÍO, L. (2003): Diccionario de partículas, Luso-Española de Ediciones.
SCHIFFRIN, D. (1987): Discourse markers, Cambridge University Press.
SECO, M. (2003 [1987)]: Estudios de lexicografía española, 2ª ed., Madrid, Gredos.
STENSTRÖM, A. B. (2005): “‘It’s very good eh’ - ‘Está muy bien eh’: teenagers’ use of tags
– London and Madrid compared”, en K MC CAFFERTY, T. BULL and K. KILLIE (eds):
Contexts – Historical, Social, Linguistic. Studies in Celebration of Toril Swan,
Pieterlen, Peter Lang AG, 279-291.
STENSTRÖM, A. B. y A. M. JØRGENSEN (2008a): “La función fática de los vocativos en la
conversación juvenil de Madrid y Londres. Un estudio contrastivo”, en Briz, A.,
Hidalgo, A., Albelda, M., Contreras, J. y N. Hernández (eds.), Actas del III Coloquio
Internacional de EDICE “Cortesía y conversación: de lo escrito a lo oral”, Valencia,
Departamento de Filología Española, Universitat de València, 355-365.
STENSTRÖM, A. B. y A. M. JØRGENSEN (2008b): “A matter of politeness? A contrastive
study of phatic talk in teenage conversation”, Proceedings from the 9th IPRA
conference, trad., “¿Una cuestión de cortesía? Estudio contrastivo del lenguaje fático
en la conversación juvenil”, Pragmatics 18: 4, 635-657.
VALERO GARCÉS, C. (2012): “‘Deme algo, doctor’. Estrategias de gestión interrelacional en
consultas médicas interculturales”, en M. ª E. Placencia y C. García, (eds.),
Pragmática y comunicación intercultural en el mundo hispanohablante, Amsterdam New York, Editions Rodopi B.V., Foro Hispánico 44, 67-90.
VÁZQUEZ VEIGA, N. (2000): “Respuestas mínimas reguladoras: los límites de la
marginalidad”, Oralia, 3, 221-242.
446
Marcadores discursivos en posición final
VÁZQUEZ VEIGA, N. (2003): Marcadores discursivos de recepción, Santiago de
Compostela, Universidad.
WALTEREIT, R. (2006): “The rise of discourse markers in Italian: a specific type of
language change”, en K. Fisher (2006), 62-76.
447
Marta Pilar Montañez Mesas
ANEXO 1. Sistema de transcripción Val.Es.Co. (Briz y otros, 2002a)*431
:
Cambio de voz.
A:
Intervención de un interlocutor identificado como A.
?:
Interlocutor no reconocido.
§
Sucesión inmediata, sin pausa apreciable, entre dos emisiones
de distintos interlocutores.
=
Mantenimiento del turno de un participante en un solapamiento.
[
Lugar donde se inicia un solapamiento o superposición.
]
Final del habla simultánea.
–
Reinicios y autointerrupciones sin pausa.
/
Pausa corta, inferior al medio segundo.
//
Pausa entre medio segundo y un segundo.
///
Pausa de un segundo o más.
(5”) Silencio (lapso o intervalo) de 5 segundos; se indica el nº de segundos en las pausas
de más de un segundo, cuando sea especialmente significativo.
↑
Entonación ascendente.
↓
Entonación descendente.
→
Entonación mantenida o suspendida.
Cou Los nombres propios, apodos, siglas y marcas, excepto las convertidas en «palabrasmarca» de uso general, aparecen con la letra inicial en mayúscula**.
PESADO
Pronunciación marcada o enfática (dos o más letras mayúsculas).
pe sa do
Pronunciación silabeada.
(( )) Fragmento indescifrable.
((siempre)) Transcripción dudosa.
((...)) Interrupciones de la grabación o de la transcripción.
(en)tonces
Reconstrucción de una unidad léxica que se ha pronunciado incompleta,
cuando pueda perturbar la comprensión.
pa’l Fenómenos de fonética sintáctica entre palabras, especialmente marcados.
°( )° Fragmento pronunciado con una intensidad baja o próxima al susurro.
h
Aspiración de «s» implosiva.
(RISAS, TOSES,
GRITOS…) Aparecen al margen de los enunciados. En el caso de las risas, si son
simultáneas a lo dicho, se transcribe el enunciado y en nota al pie se indica «entre
risas».
aa
Alargamientos vocálicos.
nn
Alargamientos consonánticos.
¿¡ !? Interrogaciones exclamativas.
¿?
Interrogaciones. También para los apéndices del tipo «¿no?, ¿eh?, ¿sabes?»
¡!
Exclamaciones.
* Las incorrecciones gramaticales (fónicas, morfosintácticas y léxicas) no aparecen marcadas por lo general.
Así pues, según el usuario del corpus (p. e., si este es utilizado por un estudiante de español como segunda
lengua), puede ser recomendable el soporte explicativo del profesor.
** Los antropónimos y topónimos no se corresponden por lo general con los reales.
431
Para una revisión y desarrollo de las convenciones seguidas por Briz y grupo Val.Es.Co. puede consultarse
la edición del corpus (2002a: 29-36) y el artículo recogido en la revista Español Actual (Briz y grupo
Val.Es.Co., 2002b).
448
Marcadores discursivos en posición final
és que se pareix a mosatros: Fragmento de conversación en valenciano. Se acompaña de
una nota donde se traduce su contenido al castellano.
Letra cursiva: Reproducción e imitación de emisiones. Estilo directo, característico de los
denominados relatos conversacionales.
Notas a pie de página: Anotaciones pragmáticas que ofrecen información sobre las
circunstancias de la enunciación. Rasgos complementarios del canal verbal. Añaden
informaciones necesarias para la correcta interpretación de determinadas palabras (la
correspondencia extranjera de la palabra transcrita en el texto de acuerdo con la
pronunciación real, siglas, marcas, etc.), enunciados o secuencias del texto (p. e., los
irónicos), de algunas onomatopeyas; del comienzo de las escisiones conversacionales,
etc.
Signos de segmentación de unidades:
#
L1
Inicio y final de la unidad Acto
Primera Intervención del interlocutor identificado como L. Toda letra identificadora
de un participante con un número a la derecha indica Intervención
1L Primer Turno de un fragmento,
4M1 Primera intervención de M y cuarto turno de la conversación. Toda letra
identificadora de un participante con un número a la izquierda indica IntervenciónTurno.
ANEXO 2. Signos y convenciones de transcripción (Grupo Val.Es.Co., 2014)432
Los signos fundamentales del sistema de transcripción del grupo de investigación Val.Es.Co.
son los siguientes:
:
Emisión de un interlocutor
?:
Interlocutor no reconocido.
§
Sucesión inmediata, sin pausa apreciable, entre dos emisiones de distintos
interlocutores.
=
Mantenimiento del turno de un participante en un solapamiento.
[
Lugar donde se inicia un solapamiento o superposición.
]
Final del habla simultánea.
Reinicios y autointerrupciones sin pausa.
/
Pausa corta, inferior al medio segundo.
//
Pausa entre medio segundo y un segundo.
///
Pausa de un segundo o más.
(5") Silencio (lapso o intervalo) de 5 segundos; se indica el nº de segundos en las pausas de
más de un segundo, cuando sea especialmente significativo.
↑
Entonación ascendente.
↓
Entonación descendente.
→
Entonación mantenida o suspendida.
432
Allí se corresponde con el Apéndice 2.
449
Marta Pilar Montañez Mesas
Cou Los nombres propios, apodos, siglas y marcas, excepto las convertidas en “palabrasmarca” de uso general, aparecen con la letra inicial en mayúscula.
PESADO
Pronunciación marcada o enfática (dos o más letras mayúsculas).
pe sa do
Pronunciación silabeada.
(( )) Fragmento indescifrable.
((siempre)) Transcripción dudosa.
((...)) Interrupciones de la grabación o de la transcripción.
(en)tonces
Reconstrucción de una unidad léxica que se ha pronunciado incompleta, cuando
pueda perturbar la comprensión.
pa'l
Fenómenos de fonética sintáctica entre palabras, especialmente marcados.
°( )°
Fragmento pronunciado con una intensidad baja o próxima al susurro.
h
Aspiración de "s" implosiva.
(RISAS, TOSES
GRITOS…) Aparecen al margen de los enunciados. En el caso de las risas, si son
simultáneas a lo dicho, se transcribe el enunciado y en nota al pie se indica "entre risas".
aa
Alargamientos vocálicos.
nn
Alargamientos consonánticos.
¿¡ !?
Interrogaciones exclamativas.
¿?
Interrogaciones. También para los apéndices del tipo "¿no?, ¿eh?, ¿sabes?"
¡!
Exclamaciones.
és que se pareix a mosatros: Fragmento de conversación en valenciano. Se acompaña de una
nota donde se traduce su contenido al castellano.
Letra cursiva: Reproducción e imitación de emisiones. Estilo directo, característico de los
denominados relatos conversacionales.
Notas a pie de página: Anotaciones pragmáticas que ofrecen información sobre las
circunstancias de la enunciación. Rasgos complementarios del canal verbal. Añaden
informaciones necesarias para la correcta interpretación de determinadas palabras (la
correspondencia extranjera de la palabra transcrita en el texto de acuerdo con la pronunciación
real, siglas, marcas, etc.), enunciados o secuencias del texto (p. e., los irónicos), de algunas
onomatopeyas, etc.
Sangrados a la derecha: Escisiones conversacionales
* Las incorrecciones gramaticales (fónicas, morfosintácticas y léxicas) no aparecen
marcadas por lo general. Así pues, según el usuario del corpus (p. e., si este es utilizado por un
estudiante de español como segunda lengua), puede ser recomendable el soporte explicativo
del profesor.
* Los antropónimos y topónimos no se corresponden por lo general con los reales.
Marcación para el análisis de unidades
0001: Notación informática.
# #
La unidad acto .
{ } La unidad subacto.
{ }SSD Subacto sustantivo director.
{ }SSS Subacto sustantivo subordinado.
{ }SSSTop Subacto sustantivo subordinado topicalizado.
{ }SAT Subacto adyacente textual.
450
Marcadores discursivos en posición final
{ }SAM Subacto adyacente modalizador.
{ }SAI Subacto adyacente interpersonal.
P1:
Primera intervención de un interlocutor identificado como A.
P2:
Segunda intervención de un interlocutor identificado como A.
1P:
Primer turno de la conversación ocupado por la intervención de P
2L:
Segundo turno de la conversación ocupado por la intervención de L.
1P1: Primer turno de la conversación ocupado por la primera intervención de P.
2L1: Segundo turno de la conversación ocupado por la primera intervención de L. Se marca,
asimismo, que entre 1P1 y 2L1 existe alternancia de turno.
Ii
Intervención iniciativa, que intenta provocar o provoca habla posterior.
Ir
Intervención reactiva, que reacciona a un inicio.
Ir-i
Intervención reactivo-iniciativa, que reacciona a la vez que provoca habla posterior.
Ic
Intercambio.
Ii iD
Intervención iniciativa, marca de inicio de un diálogo o secuencia dialógica.
Ir cD
Intervención reactiva, marca de cierre de un diálogo o secuencia dialógica.
Espacio entre líneas: Comienzo o final de un diálogo
Espacio entre líneas y sangrado a la derecha: Diálogo lateral
451
Descargar