Temas sobre Teoría y Práctica del Currículum

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Universidad Nacional Abierta
Dirección de Investigaciones y Postgrado
Maestría en Educación Abierta y a Distancia
Área de incumbencia: Diseño y Medios
Unidad curricular: Diseño Curricular
Temas sobre Teoría y
Práctica del Currículum
Barreto de Ramírez, N (1998). Teoría y práctica
del currículo. Caracas: UPEL-FEDUPEL
(Compilación con fines Instruccionales)
Temas sobre Teoría y Práctica del Currículum
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CAPITULO III
DIMENSIONES, ESCENARIOS
Y MOMENTOS DE LA
PLANIFICACIÓN CURRICULAR
Estudiosos del ámbito de la planificación la han consi- derado
como una metodología para la toma de decisiones; una disciplina
orientada a la selección de objetivos y al logro de éstos; una
estrategia de reflexión y acción humana; una actividad social que
supone elementos de tipo histérico-concreto y abstracto-formal;
aproximación al futuro; configuración de escenarios; reducción
de la incertidumbre y selección de alternativas para la toma de
decisiones. Al analizar tales definiciones se evidencian dos
dimensiones: una político-filosófica, y otra técnicometodológica, las cuales se complementan y combinan
predominando algunos de los elementos que las integran,
originándose determinados niveles o fases de la planificación, sea
ésta de índole global o institucional.
Independientemente del campo o contexto y del modelo o
estrategia que se aplique, la planificación permite direccionar
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Nancy Barreto de Ramírez
racionalmente lo que se desea lograr, reducir el impacto del
cambio, identificar potencialidades, minimizar las limitaciones,
restricciones y debilidades, fijar los estándares de logro,
establecer los niveles de esfuerzo coordinado, dar forma orgánica
a las decisiones tomadas, reducir la incertidumbre, proporcionar
lineamientos sobre los efectos de las acciones, y facilitar el
control y seguimiento de las mismas. La ausencia de
planificación fomenta en las organizaciones el fenómeno
denominado "zigzagueo", limita el logro de las metas en forma
eficiente y retarda la toma de decisiones.
¿Qué ha pasado en el campo de la planificación curricular?
En el ámbito educacional la planificación del curriculum ha tenido un proceso evolutivo importante, paralelamente a la evolución del concepto de curriculum, de la teoría curricular, las teorías sobre pedagogía, la planificación educacional, el aprendizaje, los diferentes enfoques sobre enseñanza, y el avance de la
investigación educacional; sin excluir los progresos en la
psicología» la sociología, la antropología, la filosofía y la
comunicación.
De ahí que, en atención al momento histórico o enfoque
prevaleciente se encuentren definiciones de currículum como
"plan o programa", las cuales reflejan las "intenciones de la
escuela"; como "experiencias planificadas de aprendizaje"; o el
"esfuerzo conjunto de la escuela para conducir el aprendizaje".
Así mismo se le ha concebido como "contenido del aprendizaje", "proceso", y "totalidad", pero también como "generador de
posibilidades creativas".
Ponencia presentada en el VII Seminario Nacional de Investigación
Educativa de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
Caracas, junio de 1994.
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Cada una de las definiciones de currículum referidas
denotan un contexto y una manera de pensar, planificar y hacer
currículum, que metodológicamente y asumiendo una postura
integradora de la planificación curricular se organizan, según la
perspectiva de la autora, en dimensiones, escenarios y momentos
tal como se presenta en e] gráfico No 1.
Político – Filosófia
Técnico – Metodológica
Dimensiones
Conocimiento – Contenido
Escolar – Social
Aula
Escenarios
Personal – Individual
Concepción – Gestación
Elaboración Curricular
Momentos
Producción Documental
Gráfico No 1
Dimensiones, Escenarios y Momentos de la Planificación
Curricular.
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Seguidamente se describe lo referente a cada una de las
dimensiones, escenarios y momentos de la planificación
curricular.
DIMENSIONES
Para que un curriculum proporcione una base de
sustentación a su desarrollo es necesario que se planifique en
atención a las siguientes dimensiones: político-filosófica,
técnico-metodológica y conocimiento-contenido.
La dimensión político-filosófica: considera que el
curriculum debe atender a una intencionalidad expresada en una
misión que plasme las aspiraciones e ideales en un tiempo y
espacio determinados, con una concepción del "deber ser" del
hombre a formar, dentro de su propia realidad y bajo una
perspectiva histórica y cultural. En este sentido, la planificación
curricular se sustenta en una postura del mundo, del hombre, de
la educación, del aprendizaje, y en una teoría curricular; ésta
última refleja a su vez paradigmas curriculares determinados.
La expresión de esta dimensión es la teoría curricular.
Su evolución ha sido considerada por diferentes autores en
atención a las concepciones o tendencias curriculares que han
prevalecido, entre otras: el racionalismo académico, el
esencialismo moderno, el humanismo, la concepción tecnológica,
la concepción sistémica, el reconstruccionismo social, el
constructivismo; las cuales aunque presentan variaciones en su
concepción, pueden agruparse en cuatro paradigmas
fundamentales, como son:
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1. El curriculum como expresión del racionalismo
académico: centra su teorización en los contenidos,
concibiéndolos como un saber culto y elaborado bajo la
modalidad de materias o asignaturas. Este paradigma
prevaleció desde su origen en el trivium y cuadrivium hasta
mediados del siglo XX con modificaciones formales,
confrontando la mayor sacudida a partir de 1957 (fecha del
lanzamiento del Sputnik soviético).
2. El curriculum como base de experiencias: ligado a los
procesos de, renovación de la escuela, se desarrolló y afianzó
básicamente en los niveles de educación preescolar y primaria
a través de los movimientos progresivos (americano) y de la
escuela nueva (europeo). Se fundamenta en el énfasis
otorgado a los aspectos intelectuales, físicos, emocionales y
sociales del individuo, dando importancia a la experiencia a
través de los métodos y no de los contenidos. Históricamente
este paradigma implica una acepción del curriculum más
pedagógica y humanística que atiende a las necesidades de los
alumnos y a los procesos psicológicos mediante experiencias
planificadas en un ambiente escolar.
3. El curriculum bajo la perspectiva tecnológicosistémica: pone énfasis en la organización curricular, concibe
el curriculum como un sistema vertebrado cuya esencia es la
gestión racional y científica basada en los principios de
eficacia, control, predicción, adecuación y relación mediosfines. Dentro de este paradigma se asigna gran valor a la
planificación curricular mediante objetivos estructurados, y a
la relación medios-fines como esquemas racionalizadores de
la práctica curricular.
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4. El curriculum como un paradigma procesual teoríapráctica: se caracteriza por ser globalizador, y surge a partir del
progresivo declive del paradigma positivista, el debilitamiento de
la proyección exclusivista de algunas teorías psicológicas,
sociológicas y de otros campos, de la experiencia acumulada en
el aspecto curricular, así como de la necesidad de resolver los
problemas prácticos haciendo uso de la investigación. En éste se
considera el curriculum desde una perspectiva dinámica y
práctica mediante la cual el profesor debe constituirse en un
activo investigador que contribuya al "desarrollo del
razonamiento práctico, la reflexión teórica, promueva la
renovación pedagógica y la innovación en el hecho pedagógico
mismo" (Gibby, citado por Gimeno Sacristán,1991).
Aquí no se excluye la formalidad curricular de los diseños,
planes y programas como componentes comunicacionales del
quehacer curricular; tampoco se desconoce la posibilidad de
desarrollo a nivel práctico mediante un papel activo y crítico de
docentes y estudiantes; pero lo fundamental es integrar
contenidos, formas y métodos, y concebir los procesos de
enseñanza y de aprendizaje como fenómenos de socialización,
confrontación, análisis, autogestión y proyección.
En conclusión, el curriculum bajo el paradigma procesual teoríapráctica más que entenderse como un plan a cumplir constituye
una interacción entre el reflexionar y el actuar dentro de un
proceso circular que comprende planificación, acción, reflexión y
evaluación, integrado en una espiral de investigación y acción, la
cual se representa -de acuerdo a la visión de la autora- como
aparece en el gráfico No 2:
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Gráfico Nº 2
Currículo bajo el paradigma procesal
Como se observa el contexto socio-histórico y cultural, las
dimensiones político-filosófica y técnico-metodológica, sirven de
marco a la espiral en cuyo núcleo la dimensión conocimientocontenido (epistemológica) actúa en los escenarios personalindividual, aula y escolar-social. Esta dinámica se traduce en
productos curriculares durante tres momentos (gestación concepción, elaboración propiamente dicha y producción
documental), que a su vez retroalimentan la cultura experiencial,
la construcción y reconstrucción del aprendizaje.
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Los paradigmas curriculares mencionados conjuntamente
con los fines del sistema educativo para el cual se planifica el
curriculum, las políticas educativas, las demandas de la sociedad
y el modo como se concibe el propio contexto de acción directa
de éste, constituyen la dimensión político-filosófica a considerar
en todo proceso de planificación del curriculum.
La dimensión técnico-metodológica se concreta en la
adopción de modelos, esquemas, métodos, técnicas,
procedimientos e instrumentos para operativizar y material izar la
intencionalidad expuesta en la dimensión político-filosófica a
través de la concepción curricular adoptada. Además provee de
funcionalidad y coherencia a las distintas fases de la
planificación curricular en correspondencia con la concepción
asumida, los ideales y la misión propuesta; así mismo permite
asimilar los productos de la investigación científica en el campo
educacional, para desarrollar procedimientos y medios
soportados científicamente que orienten la solución de los
problemas educativos con niveles de calidad y productividad, e
igualmente experimentar y validar los productos de la
investigación educacional para crear una tecnología curricular
autónoma de acuerdo a, las necesidades educativas existentes en
la realidad.
En esta dimensión se generan las estrategias de aplicación
de los principios que orientan el desarrollo de cada uno de los
componentes o elementos presentes en las distintas fases de la
planificación curricular: diseño, instrumentación, desarrollo y
evaluación, así como el análisis de los escenarios donde se llevan
a cabo las situaciones de aprendizaje, la variabilidad de los
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efectos en distintos contextos y las causas de los cambios, con el
propósito de adoptar decisiones acertadas.
La planificación del curriculum vista desde la dimensión
técnico-metodológica se materializa en el diseño curricular, el
cual da forma y sentido al proyecto pedagógico al organizar los
objetivos que persigue, incrementar la probabilidad de
alcanzarlos, economizar tiempo y esfuerzo, facilitar la
comunicación y coordinación de proyectos, reducir la
incertidumbre y riesgo de sus ejecutores, mediante un conjunto
de decisiones acumuladas "y de aproximaciones sucesivas" hacia
la acción pedagógica; y en su expresión más concreta se traduce
en el diseño instruccional, recurso básico para la orientación de
tal acción
.
Lo importante es tener claro que ambos diseños (curricular
e instruccional) son producto del proceso de planificación en los
cuales subyace una manera de concebir la realidad educati- va,
por consiguiente no son excluyentes, pues las decisiones que
toma el docente en el aula durante el desarrollo de la acción
pedagógica impacta lo establecido en el diseño del curriculum y
a su vez las tomadas a nivel de diseño curricular determinan la
acción a nivel instruccional. Por lo demás, el conjunto de diseños instruccionales en acción genera una práctica pedagógica que
en forma progresiva, integrativa y sumativa permite a corto,
mediano y largo plazo el logro de los objetivos del diseño
curricular, así como expresar la intencionalidad de éste en hechos concretos e inducir con su acción las modificaciones y
cambios profundos de la concepción y diseño curricular.
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Cabe acotar que el diseño instruccional, si bien constituye
un problema técnico-metodológico que abarca la elaboración,
construcción y concreción progresiva del curriculum mediante
esquemas y modelos de racionalización establecidos, debe
utilizarse sólo como referencia para determinar la práctica
curricular, ya que básicamente en este nivel se producen y
reproducen los espacios modeladores del curriculum; a tal hecho
se ha denominado diseño curricular en acción, por cuanto es en
el micronivel del diseño instruccional donde se operativizan las
directrices curriculares con los consiguientes márgenes de
flexibilidad o rigidez, se interpreta el control o evaluación
externa que se ejerce, se sopesa la dependencia respecto a los
programas, materiales, textos, se identifican las variables que
determinarán las experiencias y resultados del aprendizaje, se
traducen pedagógicamente los contenidos curriculares, se
establece la línea de actividad individual de cada docente y se
concretan las posibilidades reales de poner en práctica un
curriculum en acción.
Una tercera dimensión considerada en la planificación
curricular se refiere a la dicotomía conocimiento-contenido. A
partir del paradigma procesual teoría-práctica, uno de los
elementos curriculares objeto de atención es el referente al
problema del "qué enseñar", el cual conforma uno de los puntos
álgidos de tal dicotomía. Filósofos, educadores, sociólogos y
psicólogos se han planteado a lo largo de la historia el problema
del conocimiento y lo han definido de diferentes maneras,
otorgándole a su vez connotaciones diferentes:
1.Conocimiento como la recuperación de datos específicos o
universales, métodos y procesos, estrategias o estructuras.
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2. Como la organización en disciplinas o materias, cada una
con sus propias estructuras y métodos.
3. Como actividad de naturaleza provisional y ámbitos
cambiantes.
4. Como disciplina que se apoya en estructuras de conceptos.
5. Como una relación del sujeto que conoce, dirigida hacia
cierta gama de objetos conocidos.
6. Conocimiento personal versus conocimiento público.
7. Conocimiento como contenido o como proceso.
8. Cultura común para todos los alumnos.
Si el problema del conocimiento ha sido objeto de análisis e
investigación en el campo del pensamiento pedagógico, su
concreción en contenidos didácticos reviste aún mayor dificultad, por cuanto en éste se encuentran presentes orientaciones
epistemológicas, educativas, culturales y sociales referentes a las
concepciones sobre un área o campo del saber, posiciones
filosóficas y pedagógicas, relaciones a establecer con el contexto
social, teorías y enfoques sobre el aprendizaje y la enseñanza,
consideración de la estructura interna, principios, leyes, hechos,
conceptos y procedimientos de investigación, posturas sobre los
procesos de integración del saber, posibilidades de establecer
secuencias y mapas de contenido. De ahí que el proceso de
decodificación del conocimiento en contenido plantea entonces
interrogantes como las siguientes: ¿cómo se concebirá el
contenido en un curriculum determinado?, ¿se organizará en
forma delimitada, aislada, relacional, integrada y holística?,
¿cuáles son los límites o fronteras del contenido?,¿cuáles son las
cadenas o ejes de conocimientos que prevalecerán en la selec-
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ción y organización del contenido?,¿cómo se estructurarán los
contenidos?, ¿responde la estructura de los contenidos adoptados
al desarrollo cognitivo de líneas epistemológicas definidas?,
¿serán contenidos provisionales?, ¿qué grado de importancia,
extensión y profundidad tendrá ese contenido?, ¿se referirá a un
solo objeto o variable, o a una pluralidad o totalidad?, ¿cuál es la
intencionalidad, cuál es la fuente de contenido, cuál es su
significado?, ¿cuál es su trascendencia social?, ¿cómo influirá en
la experiencia del que aprende?, ¿cómo se validará?, ¿permitirá
la construcción o reconstrucción de nuevos conocimientos?
Gimeno Sacristán (1992) introduce algunas variables que
en su opinión están afectando la selección del contenido: la
existencia de peculiaridades en la mentalidad pedagógica del
profesor, el divorcio entre pensamiento pedagógico e
investigación educativa, la formación de profesores a partir de la
yuxtaposición o suma de saberes sobre la enseñanza y la
educación junto a saberes a transmitir en la misma, pero no de
conocimientos pedagógicamente elaborados orientados por un fin
último de aprendizaje integral sobre los contenidos curriculares.
Lo antes expuesto constituye sin duda un tamiz en cuanto a
la selección, ponderación y organización de los contenidos, pero
ésto se contrapone en la mayoría de los casos a la formación y
cultura general del profesor, traducidos en cultura externa y
cultura pedagógica,a la interacción entre sus conoci- mientos y el
contenido, a la diferenciación de aspectos relativos a la estructura
de los contenidos, al papel de mediador e intérprete que cumple
el docente entre conocimiento y contenido, y en sus roles de
docente e investigador . En el gráfico Nº 3 se
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presenta este último planteamiento, según el punto de vista de
quien suscribe la presente obra.
Pensamiento
Cultura Externa
Cultura Pedagógica
Peagógico
Conocimiento
Investigación
Estudiante
Docente
Saber construido
O reconstruiddo
Contenido
Gráfico Nº 3
Conocimiento y Contenido
Algo a tener presente siempre es lo siguiente: no existe
proceso de enseñanza ni de aprendizaje sin contenido, pero la
formación del profesor -dado que es el interprete del conocimiento
en contenidos didácticos- constituye piedra angular en la acción
pedagógica.
La controversia planteada ha tratado de resolverse por vía de las
reformas curriculares de los sistemas educativos, a partir
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de largas y complejas evaluaciones que responden al esquema:
adecuación curriculum-fines, pero debe responder a preguntas
como: ¿contribuye este esquema a la determinación de las
variables intrínsecas que están afectando la administración
curricular?, ¿permite evidenciar con profundidad en qué medida
el proceso está contribuyendo al logro de los objetivos del
proyecto pedagógico?
Entre quienes proponen modelos para la evaluación y la
renovación curricular existe gran preocupación sobre el cómo
enseñar, dejando en un segundo plano el qué enseñar. Se hace
necesario -por tanto- profundizar en este último aspecto, teniendo
el docente una relevante e intransferible misión que cumplir. El
qué enseñar obedece en general a prescripciones curriculares
emanadas desde el nivel de las políticas educativas, traducidas en
planes y programas; pero en particular el qué enseñar entraña una
gran responsabilidad por parte del docente, pues él es quien
determina el grado de actualización, pertinencia social,
adecuación al grupo, sistematización, innovación, interpretación
de la intencionalidad del curriculum, orientación en la
organización y selección de los contenidos. El docente que se
proponga la generación de cambios, deberá orientar al alumno en
la construcción de su propio saber a través del desarrollo de sus
potencialidades; reconstrucción y acción a partir de la cultura
experiencia! del alumno, constituyen la clave estratégica en el
desarrollo curricular inmediato y futuro.
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ESCENARIOS
En la planificación curricular deben, así mismo, considerarse la existencia de un conjunto de escenarios que orientan la
elaboración del curriculum. Estos escenarios son: escolar- social,
escenario-aula, y el personal-individual.
Sobre el escenario escolar-social existen diferentes puntos
de vista, dado el carácter complejo del papel socializador que ha
cumplido la escuela desde las sociedades primitivas hasta las
contemporáneas. Se admite a partir del surgimiento de las
sociedades industriales la delegación en la escuela de la
formación de las nuevas generaciones para el campo de trabajo,
basada en premisas como la igualdad de oportunidades y la
movilidad social. Pero también le ha sido asignada otra función
socializadora cual es la preparación del ciudadano para su
incorporación a la vida pública, función ante la cual la escuela
vive demandas contradictorias pues, por una parte se le exige
desarrollo de conocimientos, ideas, actitudes y pautas de
comportamiento, y por otra, el contexto social requiere
determinados niveles de preparación y establece necesidades de
formación, generándose distorsiones recibida frecuentes entre la
formación recibida y el campo de desempeño.
Los mecanismos de socialización de la escuela también se
manifiestan en lo atinente al tipo y naturaleza de actividades
académicas que se desarrollan en el contexto escolar, sean éstas
de índole grupal o individual, fuera o dentro del aula. Sin duda, la
manera de concebirlas requiere de una estructura de relacio- nes
sociales e interpersonales convergentes; así mismo, la orga-
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nización de tales relaciones entre individuos y grupos en contextos educativos demanda determinadas formas de desarrollar la
actividad académica. Por esto es válido afirmar que los
mecanismos de socialización e interacción que utiliza la escuela
se reflejan en elementos de la planificación curricular: la
previsión y organización de los contenidos; la organización,
secuencia y objeto de actividades de docentes y estudiantes; la
flexibilidad o rigidez en el manejo de los programas; la
intencionalidad, trascendencia e interacción bidireccional que
propician los objetivos; los criterios y estrategias de evaluación;
los medios de motivación y recompensa empleados; la
participación de los alumnos, sus formas de convivencia e
interacción; el clima de relaciones sociales e interpersonales. La
función social de la escuela también ha sido afectada e influida
por los medios externos a ésta, como los de comunicación de
masas, que ofrecen de manera atractiva un bagaje de información
de distinta índole; así como por las experiencias del estudiante
las cuales crean de modo sutil, incipientes pero determinantes
concepciones para la explicación e interpretación de la realidad,
en muchos casos con un escaso grado de reflexión y contraste
crítico de puntos de vista e ideas.
En consecuencia, sólo la escuela enmarcada en un escenario escolar-social que permita mediante el intercambio de
experiencias con el entorno, la socialización y a su vez el
crecimien- to individual, puede ofrecer a través del curriculum la
posibilidad de desarrollar procesos de construcción, contraste y
reconstrucción de experiencias, orientadas por el intercambio, la
discusión y las relaciones sociales e interpersonales deseables.
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Sobre el escenario-aula se presentan diferentes posturas;
unas suponen que éste se enmarca en las teorías del aprendizaje,
algunas lo ubican en los enfoques y estilos de enseñanza, y otras
procuran combinar las dos posturas anteriores. Quienes adoptan
la primera posición sostienen que la cultura del aula está
directamente relacionada con la teoría del aprendizaje que se
adopte, sea ésta de carácter asociacionista, conductista o
mediacional-integrador. Los que consideran que el escenario-aula
está determinado por los enfoques para la enseñanza, asumen la
existencia de al menos tres (03) tipos: como transmisión cultural,
fomento del desarrollo natural, y como producción de cambios
conceptuales. Por su parte, aquellos que asumen una posición
integradora estiman que tanto las teorías del aprendizaje como
los enfoques sobre la enseñanza contribuyen decisivamente a la
formación y desarrollo individual y social, propiciando la
construcción de una sólida cultura del aula.
Autores como Bruner (1988), Vigotsky (citado por Gimeno
Sacristán: 1992), Pérez Gómez (1990) y Elliot (1994), han
abordado el problema de la cultura como uno de los escenarios
que necesariamente debe tomarse en cuenta para planificar el
curriculum, y plantean el problema a través de las siguientes
interrogantes: ¿cómo evitar que el aprendizaje significativo en el
aula constituya una cultura particular, la "cultura académica"?,
¿cómo pasar de un aprendizaje significativo a un aprendizaje
relevante?, ¿cómo evitar que se cree una yuxtaposición de dos
(02) estructuras cognitivas en el estudiante: aquella que se utiliza
para interpretar y resolver los problemas de su vida cotidiana y la
que se usa para interpretar y resolver las demandas de
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la vida académica?, ¿cómo evitar que los alumnos creen un doble sistema conceptual: uno escolar y otro extraescolar, o cómo
lograr que éstos se complementen?
Bruner (1988), apoyándose en los planteamientos vigotskianos, desarrolla una prometedora teoría donde explica el
proyecto de competencias del adulto al niño, del maestro al
aprendiz, "como una actividad de procesos abiertos de
negociación y de construcción de perspectivas intersubjetivas".
Si a este planteamiento se incorporan los conceptos ausbelianos
de "anclaje" y "subsunción de conocimientos" que ocurren en
cada individuo con base en las experiencias previas, se podría
señalar que se complementan. ¿Bajo qué premisas se
operativiza esta teo- ría del aprendizaje? En primer lugar, la
autora comparte la idea de Bruner y Vigotsky en cuanto a que
deben tenerse claramente establecidos los conceptos de:
realidad, por cuanto existen múltiples realidades y
peculiaridades espaciales como temporales que rodean la vida de
un individuo y un grupo; ciencia, como una actividad humana y
condicionada de producción de conocimientos en los distintos
campos del saber a través de una realidad múltiple; cultura,
como el conjunto de representaciones individuales, grupales y
colectivas que dan sentido a los intercambios entre los miembros
de una comunidad y que se amplían, modifican y enriquecen de
la vida innovadora y de creación. En segundo término, tal como
sucede en la vida cotidiana, asume como ellos que el individuo
aprende reinterpretando los significados de la cultura mediante
continuos y complejos procesos de negociación; el alumno
también puede aprender interpretando la cultura de las disciplinas
o áreas académicas mediante proce- sos de intercambio y
negociación, de transición conti-
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nua, en los cuales al usar sus "preconcepciones experienciales"
para interpretar la realidad y proponer soluciones, evidencie sus
potencialidades, deficiencias o limitaciones, y reconstruya sus
esquemas con nuevas herramientas intelectuales de análisis y
propuestas.
En tercer lugar, partir en el trabajo escolar de la cultura
experiencial del alumno; en la práctica docente cotidiana se hace
a la inversa, se parte del contenido. Esta nueva propuesta pretende utilizar la potencialidad explicativa de las disciplinas y de
la cultura mediante un proceso de diálogos y acuerdos, para provocar la reconstrucción de los esquemas mentales del alumno a
partir de su conocimiento inicial, sus preocupaciones y propósitos, potenciando su capacidad de comprensión y captación
significativa de la información reconstruida.
Finalmente, en cuarto término, crear un espacio de
conocimiento compartido mediante negociación abierta y
permanente, donde la función del profesor sea la de facilitar
creativamente la aparición del contexto de comprensión común y
aportar instrumentos, esquemas y productos de la ciencia, el
pensamiento y las artes para enriquecer dicho espacio; a objeto
de provocar la reflexión sobre los intercambios suscitados y sus
consecuencias para el conocimiento y la acción, en un clima de
libertad y autogestión.
Esta manera de abordar el escenario-aula requiere un cambio profundo en la concepción y rol de todos los componentes de
la práctica curricular, y supone un reto didáctico sin precedentes:
un cambio importante en el rol del docente, en la adop-
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ción de un nuevo estilo, en el uso de múltiples estrategias y en la
concepción del aula y el ambiente escolar más que como un
espacio físico, como un escenario de acción y reflexión.
El escenario personal-Individual parte del hecho de que
cada individuo concibe el mundo de una manera distinta, aunque
evidencie coincidencias dentro del grupo social en que opera. En
consecuencia, se conecta de forma diferente con la realidad y con
las manifestaciones propias de la cultura de la sociedad en que
vive.
El análisis de este escenario es pertinente por cuanto el
aprendizaje es un proceso individual-personal que ocurre debido
al intercambio del individuo con su medio, y se manifiesta de
diversas formas. En este sentido, influyen de manera decisiva los
valores, las actitudes y las características personales a desarrollar,
tanto las de índole biopsicosocial y axiológico como las
intelectuales y relaciónales.
Sobre los escenarios antes descritos procede referir lo
siguiente: para la planificación del curriculum en forma
integrativa y circular, éstos ofrecen la posibilidad de generar una
práctica pedagógica de similares características.
MOMENTOS
En páginas precedentes se especificó que, para explicar el
proceso de planificación curricular era necesario abordar los
siguientes aspectos: dimensiones, escenarios y momentos. Los
dos primeros ya han sido considerados, seguidamente se tratará
lo
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Temas sobre Teoría y Práctica del Currículum
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referente a los momentos orientadores de dicha planificación, los
cuales son: gestación, elaboración curricular y producción
documental.
El momento de gestación corresponde al acto en el cual se
seleccionan las opciones de tipo cultural e intelectual que
permitirán desarrollar el proyecto pedagógico respectivo. Aquí
juega vital importancia el marco de referencia y el nivel de
profundidad en cuanto a la formación de quienes planifican, el
uso que se proporcione a la investigación educativa y sus
productos, la teoría curricular que se refleje en el proyecto
educativo y los criterios de factibilidad, racionalidad,
flexibilidad,
coherencia,
continuidad,
consistencia
e
intencionalidad, presentes en el proyecto. El momento de
concepción-gestación está íntimamente relacionado con la
dimensión político-filosófica y el escenario escolar-social.
La elaboración curricular: es el momento en que se inicia un
proceso más decidido y orientado de toma de decisiones, se
refiere al qué y cómo se ejecutará el proyecto pedagógico, se
decidirá qué esquemas, modelos o diseños son los más adecuados en correspondencia con lo previsto en el momento de
gestación. Las decisiones a tomar giran además en tomo a qué
áreas, especialidades, estructura curricular, (tiempos, espacios,
niveles, componentes, ciclos) criterios de administración y de
evaluación curricular, distribución del conocimiento y
codificación en contenidos didácticos, líneas o ejes de
conocimiento que prevalecerán, márgenes de autonomía y límites
con que se establecerá, formación y reciclaje del personal
docente, política de producción y evaluación de materiales
didácticos, participación de
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la comunidad, condiciones físico-ambientales y sociales en que
se desarrollará el proyecto. El momento de elaboración es la
concreción de la dimensión técnico-metodológica en los
escenarios escolar-social, aula, y personal-individual.
El momento de producción documental: constituye la fase
terminal de expresión o traducción en documentos de la visión
que se ofrezca de los componentes básicos de la planificación
curricular, los planes y programas de estudio, los criterios y
estrategias de evaluación de los distintos componentes, la
organización curricular en tiempo y espacio, los criterios de
producción o adopción de materiales instruccionales, el perfíl del
docente requerido para su desarrollo, entre otros; los cuales
vistos desde un paradigma procesual teoría-práctica son
componentes dinámicos, creativos, variables, e integrativos, cuya
función es más de orientar que de normar, pues el desarrollo
curricular convertido en práctica de "multicontextos", como la
denomina Gimeno Sacristán (1992), es la que va a construir el
verdadero proyecto pedagógico en acción.
La profundidad y claridad con que se aborden las
dimensiones, escenarios y momentos de la planificación
curricular, permitirán la conformación de un piso seguro al hecho
pedagógico mismo traducido en curriculum en acción.
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